Al contubernio abdicante y traidor, a la rendición incondicional ante el enemigo le llama fraternidad y ecumenismo.
A la quietud miserable, cobarde y traidora ante el mal que avanza; al pacifismo amariconado le llama paz.
A la denuncia y al alerta ante los peligros le llama profecía de desgracias, pesimismo, violencia, fundamentalismo, alarmismo....
A la defensa de la Verdad en medio de la confusión, le llama fanatismo...
Al indiferentismo que acepta el error y la aberración en pié de igualdad con la Verdad de Cristo le llama amor y misericordia, universalismo...
A la Apostasía de la fe y la genuflexión obscena ante los poderes del mundo le llama progreso y actualización, evolución...
Al idolátrico reemplazo de la centralidad de Dios por el hombre le llama religión modernizada...
El progremodernismo es la peor tergiversación y vaciamiento de la fe que se ha producido en la historia.
El II Concilio -y el post concilio- devastó el Magisterio, devastó el Culto y devastó el derecho canónico y devastó la teología. Desvató la Fe y la Iglesia al fin y al cabo.
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