sábado, 1 de junio de 2019

DOMINGO DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN, II CLASE, BLANCO


Domingo después de la Ascención

(II clase, blanco)

Gloria, Credo, Prefacio de la Ascensión, comunicantes ordinarios



TEXTOS DE LA SANTA MISA

Introito. Sal. 26, 7, 8 Y 9. – Escúchame, Señor, que te llamo, aleluya, en mi corazón yo te dije: busco tu rostro, tu rostro busca­ré, Señor; no me escondas tu rostro, aleluya, aleluya.  Salmo. Sal. 26, 1. - El Señor es mi luz y mi salvación. ¿a quién temeré?  V/. Gloria al Padre.



Oración. - Dios todopoderoso y eterno te pedimos entregarnos a Ti con fidelidad y servirte con sincero corazón.



Epístola. Pedro 4, 7-11.- Queridos hermanos: Sed moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin refunfuñar. Que cada uno con el don que ha recibido, se ponga al ser­vicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable Palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por me­dio de Jesucristo, Señor Nuestro. 



Aleluya, aleluya. Sal. 46, 9: Jn. 14, 18. El Señor es Rey de todas las naciones. Dios se sienta sobre su trono sagrado. Aleluya. No os dejo huérfanos: me voy, pero volveré y os llenaréis de gozo. Aleluya.



Evangelio. Juan. 15. 26-27: 16, 1-4. En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí: y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no se tambalee vuestra fe. Os excomulgarán de la Sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que cuando llegue a hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.



Ofertorio. Sal. 46, 6. - Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas, aleluya.



Secreta. - Este sacrificio santo nos purifique, Señor, y derrame en nuestras almas la fuerza divina de tu gracia.



Prefacio de la Ascensión.-

Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor: Que después de su resurrección se apareció visiblemente a todos sus discípulos y, ante sus ojos, fue elevado al cielo para hacernos compartir su divinidad. Por eso con los Ángeles y Arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:




Comunión. Jn.17, 12, 13 y 15. - Padre, mientras estaba con ellos, yo guardaba a los que Tú me diste, aleluya, pero ahora que voy a Ti, no pido que los saques del mundo, sino que los guardes de todo mal, aleluya, aleluya.



Poscomunión. – Alimentados, Señor, con tus sacramentos, danos vivir en continua acción de gracias.








INTRODUCCIÓN LITÚRGICA



El día de la Ascensión nos llenábamos de alegría por el triunfo de Cristo, que es también el nuestro; pero hoy su ausencia arroja sobre nosotros un velo de melancolía. Él ha subido a los Cielos, y, aunque es verdad que prometió no dejarnos huérfanos, el Espíritu Consolador no ha venido todavía. Llena de nostalgia, la Iglesia "eleva su voz hacia Él y busca su rostro" (Introito). Antiguamente le buscaba hasta de una manera sencilla, reuniéndose como lugar de estación en la iglesia de Santa María "ad Mártyres", en el viejo Panteón de Agripa, donde se guardaba el lienzo de la Verónica. Es una Misa llena de calor, de añoranza y de esperanza. San Pedro nos habla del poder de la caridad (Epístola), que realiza la unidad de los que creen en Cristo. El Evangelio nos prepara a recibir el Espíritu Santo, que es el que ha de infundir en nosotros el temple viril de los mártires. La Iglesia ama y padece. En el amor se verá si vive en nosotros el Espíritu de Dios; pero el amor se prueba en las contradicciones y en los sufrimientos. En la prueba recordemos las palabras de Cristo: "Padre: cuando estaba con ellos, Yo los guardaba; pero Yo vuelvo a Ti. No te ruego que los saques del mundo, sino que los libres del mal".
....
Escucha, oh Señor, mis voces, con qué te he invocado, contigo ha hablado mi corazón; en busca de Ti han andado mis ojos. El señor es mi luz y mi salvación. Estas son las palabras con que empieza la celebración del Santo Sacrificio en el Introito, y esta voluntad y buen deseo que nos hará dignos de ver a Jesús, es lo que nos hace pedir la Iglesia en la Colecta. Pero como no basta la buena voluntad si no va acompañada de las correspondientes palabras y obras, San Pedro, en la Epístola, nos explica ampliamente cuáles han de ser éstas, y con ellas, dice, será en nosotros honrado Dios por Jesucristo Señor nuestro. Reinara así en nosotros nuestro divino Maestro (versos del Aleluya), y con el Espíritu Santo, cuya venida nos promete (Evangelio), se gozará nuestro corazón, y se animará a la práctica de la virtud. Esta misma gracia que vigoriza el alma, que la Iglesia en la Secreta, y se nos recuerda (en la antífona Comunión) que el mismo Jesucristo se encargó de pedirla por nosotros, con lo cual debe aumentarse nuestra confianza de poderla conseguir. Llenos de esperanza y con esta seguridad de la gracia de Jesucristo, pedimos que siempre aquí en la tierra, mientras dure nuestra peregrinación, y después en el cielo, a donde esperamos reunirnos con nuestro Redentor permanezcamos continuas acciones de gracias (Poscomunión). (1)



COMENTARIO



Como habitualmente, copiamos el comentario del Padre Castellani y luego haremos consideraciones sobre ciertos temas puntuales. Comentario del Padre Castellani:



DOMINGO INFRA-OCTAVA DE LA ASCENSIÓN [Jn 15, 26-27; 16, 1-4] 


 El evangelio de este Domingo (Jn XV, 26) da otra vez un salto atrás, al fin del capítulo XVI; pero está todavía dentro del largo Sermón Despedida de Cristo. Es un evangelio actual, porque trata de la “persecución”, y la Iglesia ha estado siempre perseguida de una manera u otra, conforme a la predicción de Cristo: “Si a mí me persiguieron, a vosotros os perseguirán; no es el discípulo mayor que el maestro.” Y quizás está hoy más perseguida que nunca en todo el mundo, aunque no lo parezca.  En estos cinco versículos, Cristo encomienda a los Apóstoles la misión de Testigos, y les promete el Espíritu Santo, que será el primer Testigo, el testigo interior que nos hace sentir la verdad de lo que Él dijo; y después les predice las dos formas más terríficas de persecución “para que no os escandalicéis”, para que no tropecéis cuando ellas acaezcan.  Las dos formas más terríficas de la persecución son la de adentro y la de afuera; primero la de adentro: “seréis excomulgados”, como si dijéramos... (“exsynagogis facient vos-apossynagogéesete”) seréis echados de la sinagoga o reunión de los creyentes, que equivale a nuestra “excomunión”. Y después la de afuera, “os matarán”, y en los últimos tiempos, “Os mataran y creerán con eso hacer un servicio a Dios”; es decir, os matarán como a criminales, como a perros rabiosos. Los mártires de los últimos tiempos, dice San Agustín, ni siquiera parecerán ser mártires. Actualmente en Rusia, cuando matan a un cristiano, no lo matan por cristiano, sino por haber hecho no sé cuántas traiciones y felonías contra la patria; y se las hacen confesar primero por medio del pentotalt, o lo que sea. Lo mismo pasó en Inglaterra en tiempo de Isabel la (Sucia) Virgen, como la llaman ahora algunos historiadores: mataban a los que decían misa o escuchaban misa, como a Campion, Norfolk o Southwell, pero no “por decir misa” sino porque “ayudaban a los españoles contra Inglaterra”: por “traidores a la Reina”.  Lo que Cristo predijo se cumplió; todos los Apóstoles murieron mártires –y primero los echaron de la sinagoga después de azotarlos– excepto San Juan Evangelista, que murió en su cama a los 100 anos de edad, pero fue mártir: porque lo echaron a una caldera hirviendo de hacer tortas fritas en tiempo de Domiciano César, de donde salió milagrosamente ileso, porque Dios quería que escribiera el Apokalypsis y el Cuarto Evangelio; éste que estamos comentando. Y después el Emperador lo condenó a las minas en la isla de Palmos; y las minas de los romanos eran un suplicio peor que la muerte; como lo ha mostrado Ramsay en su erudito libro, The Letters to the Seven Churches. Allí compuso el Apokalypsis; y se salvó de la muerte prematura, la idiotez o la demencia por pura casualidad; porque habiendo sido trucidado por el ejército bajo el mando de Nerva el feroz Domiciano, el Senado decretó la nulidad de todos los decretos que había dado “el tirano depuesto”; y Juan fue soltado de las minas por pura y simple burocracia; o Providencia.  El primero de los Apóstoles martirizados fue el primo carnal de Jesucristo, Santiago el Menor, de quien se dice que fue nieto de Santa Ana, el Apóstol calladito que no habla en todo el Evangelio, pero que habla en el primer Concilio de Jerusalén con una autoridad casi tan grande como la de Pedro; y que calma y mete en razón al tempestuoso Pablo, que vio a Cristo en el viento”, como dice Rubén romántico. Fue arzobispo de Jerusalén y tuvo que vérselas con los judíos. Duró poco: lo echaron no solamente de la Sinagoga sino también del Templo, haciéndolo rodar por la alta escalinata; y cuando estaba todo roto al pie, le hicieron saltar los sesos con el palo de un batanero: con un batán o garrote. Y así los demás fueron dando su Testimonio en diversas formas amenas San Pedro crucificado cabeza abajo sobre la propia colina vaticana; por lo cual dicen que en el Vaticano siempre ha de haber gentes patas arriba.  “Todo esto os he dicho ahora, para que, cuando llegue la hora, os acordéis que yo lo predije. Todo esto os harán, porque no conocieron al Padre ni a Mi. Ahora hay que decirlo, porque ahora me voy. ¿Qué? ¿Ahora os ponéis tristes? ¿Y ninguno me pregunta adónde voy?”, concluyó el Señor; y así concluimos también nosotros. ¡Mucho ojo y mucho ánimo!  Así que es deber del cristiano tener ojo a la persecución. Ese fenómeno histórico de la

persecución es una cosa digna de que un filósofo ponga sus ojos en ello y lo considere. ¿Por qué tengo yo que estar aquí en condiciones desventajosas, extranjero en mi patria, a malas penas ganándome la vida con gran esfuerzo en medio de los parásitos opulentos, como un “ciudadano de segunda zona”?



 –¡Porque eres cristiano!  –¿Es un crimen ser cristiano?  –Para el mundo ser cristiano es una agresión y una molestia. De alguna manera u otra, el verdadero cristiano es resistido por el mundo. “Todo aquel que quiera vivir píamente en Cristo Jesús será perseguido” (II Tim III, 12).



 ¿Y la Iglesia Católica por ventura no ha perseguido a su vez cuando se sintió poderosa? No, rotundamente. Jamás. ¡Qué tanto! Basta.  Estamos hartos de leer en libros herejes que corren ahora a docenas entre nosotros, por culpa de los editores logreros –y de otros también, digamos la verdad, que no son editores–, estamos hasta aquí, hasta el gaznate... de la Noche de San Bartolomé, las Dragonadas, la Matanza de los Albigenses, María Tudor, Galileo; y la Inquisición Española... Son cosas fieras, desde luego; pero ni han sido persecución, ni causadas por la Iglesia en cuanto Iglesia; aunque se hayan ensuciado en ellas algunos “hombres de Iglesia”. ¿Qué han sido, pues? Han sido abusos políticos, hechos por hombres políticos, y obstaculizados y aun reprobados por los hombres religiosos; y los hombres religiosos eminentemente constituyen la Iglesia, nuestra Iglesia, que nosotros conocemos por dentro y no por fuera solamente. Todas esas grandes resbaladas son simplemente casos de mundanismo dentro de la Iglesia; contra los cuales la Iglesia reaccionó de inmediato, de una manera u otra. “Reaccionó tarde”, dicen. Reaccionó tarde una vez de cada diez veces.  La tan traída y llevada Inquisición Española no fue al fin y al cabo –véase los equilibrados libros de William Th. Walsh, discípulo de Belloc, y el libro de Hoffman Nickerson– sino una defensa contra una invasión extranjera, un caso de defensa propia y de instinto de conservación colectivo. ¿Invasión de quién? Pues del protestantismo alemán del pavote de Lutero, que no tenía nada que hacer en España. Cuélguenle todos los abusos y errores que quieran, jamás impedirán que en el fondo haya tenido razón. Tuvo una clara y simple –elemental– razón de ser política: pero la política siempre es un poco sucia; o mucho. Y de todos los abusos que he leído de ella –escritos comúnmente por autores apasionados e irresponsables, Llorente, Medina– del único que estoy seguro es del proceso del arzobispo de Toledo, Bartolomé Carranza, que leí en Menéndez Pelayo; proceso que se prolongó abusivamente ¡veinte años! al fin de los cuales el testarudo aragonés fue absuelto y puesto en libertad... poco antes de morir. Contra el juicio de Menéndez Pelayo, nadie me quita a mí que eso fue una barbaridad de Felipe II y una debilidad del Vaticano; pero al lado de las barbaridades protestantes que en ese mismo tiempo hacían Isabel en Inglaterra, Calvino en Ginebra y Gustavo Adolfo en Germania, la barbaridad del pobre “Demonio del Mediodía” desaparece como una astilla en un horno ardiente. No digo que se pueda aprobar; digo que hay que mirarla en su propia perspectiva. Para mí, mirada desde el ángulo religioso, es una abominación; pero mirada desde el ángulo político, parece que es comprensible, si aprobable no. Conozcamos las cosas desde todos los ángulos, si es posible: eso es filosofía.  Filosóficamente se puede justificar la Inquisición Española; y eso tanto más fácilmente cuanto más arriba se tome; pues de hecho fue una institución que decayó rápidamente. Pero yo de Lo ser nieto de garibaldina, porque debo confesar que sentimentalmente me crispo todo solamente de pensar en la fuerza aplicada a la defensa de la religión. Toda el alma se me levanta ante el proceso de Carranza, la retractación de Galileo, la ominosa condena de Giordano Bruno o la imbécil retractación y silencio impuesto al

cardenal Petrucci, que fue un napolitano genial en psicología y moral, precursor iluminado de Charcot, Babinsky y Paul Janet en el conocimiento de las neurosis. Lo hicieron retractarse de lo que él veía claramente y retirarse a Nápoles, porque tenían miedo que llegara a Papa: por política (68). y yo sé que todos estos errores chillones fueron obra de hombres políticos, y no de religiosos. El hombre religioso que había allí, en el tribunal de Petrucci, fue el teólogo vizcaíno Padre Pérez que disintió en casi todas las censuras.  ¿Qué me importa a mí, que soy hombre religioso –o al menos deseo serlo– de las barbaridades que hayan hecho los hombres políticos, aunque sean católicos, si es que fue católico el cardenal Cybo? Ni Cristo ni yo tenemos la culpa. Yo no soy responsable de lo que hayan perpetrado Alejandro VI, Felipe II o María Tudor; que ciertamente no hicieron, por otra parte, todo lo que les achacan sus enemigos. Si María Tudor fuese realmente la “María Sangrienta” (“Bloody Mary: que pintan Hume y Green, peor para ella, ella habrá dado rigurosa cuenta a Cristo, simplemente desobedeció a Cristo: no me vengan aquí con cuentos de yonis. ¿El Papa Julio II tuvo un hijo natural? Peor para él. ¿El Papa Juan XII fue el Papa más malo y ruin de toda la Historia? Pues al lado del Rey más ruin de toda la Historia, que no fue católico y persiguió a los católicos, Juan XII es un angelito...  Estas cosas hay que mirarlas intelectualmente, y no sólo sentimentalmente; y eso es filosofía y sentido común. Ya sabemos de lo que son capaces los hombres, lleven jubón o lleven sotana; y los curas en jubón, hombres son. Son capaces de corromperlo todo, incluso la religión. La religión es una cosa seria; y el que peca en religión, peca seriamente.  La Iglesia es santa, no porque no haya en ella posibilidades y aún focos de corrupción –como hay en un organismo sano focos de enfermedad– sino porque conserva un sistema nervioso que la hace estremecerse delante de la corrupción. Y ese sistema nervioso son los hombres religiosos que en la Iglesia existen como en su centro, como contrapeso de los otros: los Mártyres, los Testigos de Cristo. Once Apóstoles mártires contrapesan a Judas Traidor. Petrucci contrapesa a Cybo.  Yo no soy responsable de lo que hayan hecho Juan XII o Alejandro VI; porque si hubiese vivido cuando ellos, con la gracia de Dios me hubiese opuesto a lo que hacían con todos los medios a mi alcance; como me opongo ahora, dando testimonio con mis pobres medios, a lo que hacen de malo los malos clérigos, malédicos y calumniadores; los cuales no me tienen mucha simpatía, a juzgar por las cartas anónimas –o no anónimas– que recibo de vez en cuando; y que son un horror. Porque, efectivamente, un cura que no tiene fe es horroroso: no es el único horror que hay en el mundo; pero es uno de los peores. “A mí me persiguen, pero no puedo ser mártir –dijo San Basilio de Cesarea, llamado el Grande– porque los que me persiguen llevan mi mismo nombre.” Pero a Santa Inés y a Santa Bárbara, que eran tiernas niñas, las persiguieron hasta la muerte sus propios padres. La persecución que Cristo predijo a los suyos viene de cualquier parte: a veces de donde menos se piensa.  La fe en el Crucificado no invita a perseguir a nadie; invita a soportar la persecución. La fe en el Crucificado existe en este mundo mezclada a la cizaña del mundo; y así existirá hasta el Fin del Mundo. (hasta acá Castellani) (2)



El comentario del Padre Castellani hoy está vigente. Hoy mueren mas cristianos en medio oriente y oriente extremo que en la época en que escribió esto. Corregimos el error de Castellani, sobre el primer Apóstol martirizado, que no fue Santiago el Menor, sino Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, hermano de Juan, y uno de los tres predilectos del Señor. (Hch 12 1-2).

SANTOS PADRES

"Pero cuando viniere el Consolador que yo os enviaré del Padre, el Espíritu de Verdad que procede del Padre, El dará testimonio de mí. Y vosotros daréis testimonio porque estáis conmigo desde el principio". (vv. 26-27)
Crisóstomo In Ioannem hom., 76.
Podrían los discípulos decirle al Señor: Si oyeron de ti palabras que nadie dijo, si vieron en ti milagros que ningún otro hizo, y sin embargo, no creyeron; si aborrecieron a tu Padre y a ti con El, ¿cómo nos envías y cómo nos han de creer? Para que, pues, no se turben con este pensamiento, los consuela diciéndoles: "Cuando viniere el Paráclito que yo enviaré, etc., El dará testimonio de mi.
San Agustín In Ioannem tract., 92.
Como si dijera: Me aborrecieron y mataron a los que dieron testimonio de mí; pero será tal el testimonio que de mí dará el Paráclito, que hará creer en mí a los que no me vieron. Así como El dará testimonio de mí, así vosotros lo daréis en vuestros corazones y en vuestra predicación. El, inspirando y vosotros haciendo oír vuestra voz. Porque vosotros, que habéis estado conmigo desde el principio, podréis predicar lo que conocéis, lo cual no hacéis ahora porque no tenéis aún la plenitud de aquel Espíritu. La caridad de Dios, difundida en vuestros corazones por el Espíritu Santo, os dará valor para dar testimonio. El Espíritu Santo, dando testimonio y mucho valor a los testigos, libró del temor a los amigos de Cristo, y convirtió en amor el odio de sus enemigos.
Dídimo De Spiritu sancto.
El Espíritu Santo, que cuando viene se llama Consolador, tomando el nombre de los efectos que produce. Porque no sólo libra de toda perturbación a aquellos que encuentra dignos de sí, sino que les infunde un gozo increíble; porque se apodera la alegría celestial del corazón de aquellos en quien se alberga. Este Espíritu consolador, es enviado por el Hijo, no por ministerio de los ángeles, ni de los profetas, ni de los apóstoles, sino que es enviado por la sabiduría y verdad de Dios, como conviene que sea enviado el Espíritu de Dios, que posee una naturaleza indivisa con la misma sabiduría y verdad. En efecto, el Hijo enviado por el Padre no se separa ni divide de El, permaneciendo en El y teniéndolo en sí mismo, sin que el Espíritu Santo, enviado por el Hijo de la manera antes dicha, salga del Padre ni cambie de uno en otro lugar. Porque así como el Padre no se detiene en parte alguna, porque es sobre toda naturaleza corporal, del mismo modo el Espíritu de verdad no se encierra en extensión de lugar, porque es incorpóreo y superior a toda criatura racional.
Crisóstomo ut supra.
No dijo Espíritu Santo, sino Espíritu de verdad, para demostrar que es digno de fe. Dice también que procede del Padre, es decir, que conoce con toda certeza todas las cosas, del mismo modo que hablando de sí mismo: "Porque conocí de dónde vengo y a dónde voy".
Dídimo Lib. 2 tomo 9 inter. Op. Hieron.
El pudo decir de Dios o del Todopoderoso, pero nada de esto citó, sino que dijo del Padre; no porque el Padre sea otro que el Dios Omnipotente, sino porque el Espíritu de verdad, según la propiedad e inteligencia del Padre, procede de El. Enviando, pues, el Hijo al Espíritu de verdad, lo envía juntamente el Padre, viniendo el Espíritu por la misma voluntad del Padre y del Hijo.
Teofilacto.
Por otra parte se dice "en verdad que el Padre envía al Espíritu" y cuando dice "ahora" el Hijo que lo enviará, demuestra la igualdad de poder. Pero no se crea que significa resistencia con el Padre como enviando al Espíritu Santo en virtud de otro poder, y por eso añade: "Del Padre", para expresar que El recibe del Padre y da con El mismo la misión. Cuando oyes que procede, no creas que la procesión sea aquella misión extrínseca, por la cual son enviados los espíritus administradores, sino que llama procesión una propiedad diferente, excelente y reservada, atribuida sólo al Espíritu principal. La procesión del Espíritu no es otra que el origen de Aquel que le da el ser; y así no es necesario entender que la palabra proceder es enviar, sino lo mismo que recibir la esencia de la naturaleza del Padre.
San Agustín In Ioannem tract., 99.
Tal vez se le ocurra a alguno preguntar si también el Espíritu Santo procede del Hijo. El Hijo es sólo del Padre, y el Padre lo es sólo del Hijo, pero el Espíritu Santo no es Espíritu de sólo uno, sino de los dos. Alguna vez dice Jesucristo: "Espíritu de vuestro Padre, que habla en vosotros" ( Mt 10,20), y dice el Apóstol: "Envió Dios al Espíritu del Hijo a vuestros corazones" (Gal 4,6). Creo que, por esto mismo, se llama propiamente Espíritu, porque si se nos pregunta acerca de cada una de las Personas, no podemos sino llamar espíritu tanto al Padre como al Hijo. Este nombre, pues, que corresponde a cada una de las Personas y a todos en común, convino que fuera dado a Aquel que no es ni el Padre ni el Hijo, sino la mancomunidad de los dos.¿Por qué, pues, no hemos de creer que también del Hijo procede el Espíritu Santo siendo también Espíritu del Hijo? Si no procediera de El no hubiera soplado sobre sus discípulos después de la resurrección, diciéndoles: "Recibid el Espíritu Santo" ( Jn 20,22). Es necesario creer que ésta es la virtud de que habló el evangelista: "Salía de El una virtud que a todos curaba" ( Lc 6,19). Si, pues, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, ¿por qué dijo el Hijo: "del Padre procede", sino porque acostumbraba a referir incluso lo que es de sí mismo a Aquél de quién El mismo procede? Por esto dijo: "Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me envió" ( Jn 7,16). Si, pues, se entiende como doctrina suya la que, sin embargo, dijo no ser suya, sino de su Padre, con cuánta mayor razón debe entenderse que el Espíritu Santo procede de El mismo, cuando dice "Del Padre procede" y no añade: 'no procede de mí'. De allí le viene al Hijo el ser Dios; de donde le viene el proceder de El el Espíritu Santo. Así se entiende por qué no se dice que el Espíritu Santo nace, sino que procede; porque si fuese también Hijo, sería forzoso considerarlo como Hijo de los dos, lo cual sería absurdísimo. No hay hijo que no nazca sino de dos seres, padre y madre. Pero lejos de nosotros el suponer semejante cosa entre Dios Padre y Dios Hijo. Porque ningún hijo de padres humanos procede al mismo tiempo de padre y de madre; porque en el instante en que procede del padre al seno materno, no procede entonces de la madre. El Espíritu Santo no procede del Padre al Hijo, y luego del Hijo para santificar las criaturas, sino que procede a un mismo tiempo del uno y del otro. Y tampoco podemos decir que el Espíritu Santo no sea vida, siendo vida el Padre y vida el Hijo. Y por esto, así como el Padre tiene vida en sí mismo, y dio al Hijo que tuviera vida en sí mismo, así dio que la vida procediera del Hijo, como procede también de El mismo.


"Esto os he dicho para que no os escandalicéis. Os echarán de las sinagogas: mas viene la hora en que cualquiera que os mate, pensará que hace servicio a Dios. Y os harán esto, porque no conocieron al Padre ni a mí. Mas esto os he dicho, para que cuando viniese la hora, os acordéis de ello, y que yo os lo dije. No os dije estas cosas al principio porque estaba con vosotros". (vv. 1-4)
San Agustín, in Ioannem, tract. 93
Después de haberles prometido el Espíritu Santo, cuya operación los convertiría en testigos, añadió: "Esto os he dicho para que no os escandalicéis". Cuando la caridad de Dios es infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado ( Rom 5,5), nace mucha paz en los que aman la ley de Dios ( Sal 118,165), para que en ellos no haya escándalo. Después, declarando lo que habrían de padecer, dijo: "Os echarán de las sinagogas".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 77
Ya habían dispuesto que si alguno confesaba a Cristo fuese expulsado de la sinagoga.
San Agustín, ut supra
¿Qué daño les resultaba a los Apóstoles de que los expulsaran de las sinagogas, si ellos las habían de dejar aunque nadie los despidiera? Esto quiso decir que los judíos no recibirían a Cristo, de quien los Apóstoles no se habían de separar. Porque como no había otro pueblo de Dios sino el que era de la estirpe de Abraham, si éste hubiera reconocido a Cristo no hubieran existido por un lado Iglesias de Cristo y por otro sinagogas de los judíos. Y por cuanto no creyeron, ¿qué restaba sino que los que permanecían alejados de Cristo, echaran de la sinagoga a los que no dejaron a Cristo? Después de decirles esto, añadió: "Pero se acerca la hora en que cualquiera que os mate, crea que presta un servicio a Dios". Cuyas palabras profirió como en sentido de consuelo para aquellos que serían expulsados de las sinagogas. ¿Acaso la separación de las sinagogas, había de ser causa de tanto sentimiento que prefirieran morir antes que vivir separados de los judíos? Lejos la idea de que así se consternasen los que no buscaban la gloria humana, sino la de Dios. He aquí el sentido de estas palabras: Ellos os echarán de las sinagogas, pero no temáis la soledad, porque separados de la comunión de ellos reuniréis tan gran número de creyentes en mi nombre, que temerosos ellos de que quede desierto su templo y abandonados los sacramentos y todo lo de la antigua Ley, os maten creyendo prestar un servicio a Dios, llevados de celo indiscreto por la gloria de Dios y no según la sabiduría. Esto debemos entender que fue dicho por los judíos de quienes ya había dicho "Os echarán de las sinagogas". Si bien los testigos, esto es, los mártires de Cristo, fueron muertos por los gentiles, no creyeron éstos, sin embargo, que ofrecían un homenaje a Dios, sino a sus dioses falsos. Pero los judíos cuando matan a los predicadores de Cristo, creen prestar un homenaje a Dios, juzgando que los que se convierten a Cristo apostatan del Dios de Israel. Estos, pues, poseídos del fanatismo, no guiados por la sabiduría, mataban a los creyentes, pensando hacer un servicio a Dios.
Crisóstomo, ut supra
Después procura consolarles, diciendo: "Esto harán con vosotros, porque no conocieron al Padre ni a mí"; como si dijera: Basta para vuestro consuelo el saber que padecéis esto por mí y por mi Padre.
San Agustín, ut supra
Para que estos males no cogieran su ánimo desprevenido y de improviso, pues aunque habían de pasar pronto podrían ser causa de desaliento, continuó diciendo para prevenirles: "Os he dicho esto, para que, cuando llegare la hora de ellos", etc.: la hora de ellos tenebrosa y nocturna. Pero la noche de los judíos, separada del día, no oscureció el de los cristianos.
Crisóstomo, in Ioannem, ut supra
También predijo esto por otro motivo, a saber, para que no dijeran que no había previsto el porvenir. Y esto significan las palabras "Acordaos que os lo dije", y no pudieran alegar que sólo les había anunciado lo que podía halagarles. Y porque no lo había dicho desde el principio, les da esta razón: "Esto no lo dije desde el principio, porque estaba con vosotros". Estabais bajo mi protección y podíais preguntarme cuanto quisierais, y sostenía yo toda la lucha, por lo que era superfluo el deciros esto al principio, y si lo callé no es porque me fuera desconocido.
San Agustín, in Ioannem, tract. 94
Pero hay otros tres evangelistas que refieren que esto lo predijo antes de la cena, concluida la cual dijo esto, como atestigua San Juan. Tal vez se resuelva esta cuestión con decir que aquéllos refieren que esto lo dijo próximo a la pasión, no al principio cuando estaba con ellos. Pero San Mateo afirma que, no sólo cercano a la pasión, sino que desde el principio había dicho esto. ¿Qué quieren decir, pues, estas palabras, "Esto desde el principio no lo dije", etc., sino lo que aquí dice del Espíritu Santo, que ha de venir sobre ellos, y ha de dar testimonio de los trabajos que han de padecer? Esto, desde el principio, no lo dijo porque estaba con ellos y los consolaba con su presencia. Habiéndose, pues, de ausentar, era conveniente que dijera que vendría Aquel (el Paráclito) que, difundiendo en sus corazones el Espíritu de caridad, predicarían con confianza la palabra de Dios.
Crisóstomo, ut supra
Les predijo también que padecerían toda clase de aflicciones, pero no añadió que su muerte sería considerada como culto tributado a Dios, que era lo que más podía aterrarles; o bien porque había dicho antes lo que les harían sufrir los gentiles, añadió aquí lo que harían los judíos.






EL ESPÍRITU DE LA VERDAD, EL PARÁCLITO



El que está al lado, el Maestro, el instructor, el Confortador, el Consolador. Cristo se va, pero no nos deja huérfanos, nos deja a la tercera persona de la Santísima Trinidad,  de igual dignidad y poder que el Padre y Él mismo.

El Espíritu trae a Cristo de una manera misteriosa: Tomará de lo mío y os lo dará; el Espíritu da testimonio de Cristo y sus obras; trae la Verdad divina sobre Cristo y sus obras. Cristo está en la Eucaristía; lo trae el Espíritu Santo invocado en la Consagración. Cristo está en las Escrituras; las cuales fueron escritas inspiradas por el Espíritu Santo. Cristo fue traído desde la Santísima Trinidad al Mundo, en la Virgen María, por el Espíritu Santo.

Cristo se va visiblemente, pero en realidad vuelve invisiblemente en una Presencia interior al hombre, en el Espíritu Santo.

Es el Espíritu de la Verdad. Cristo dice: el que es de la Verdad, escucha mi voz.

Con posterioridad al II Concilio Vaticano, -Concilio de la praxis pastoral por sobre la Verdad- por efectos de la teología personalista neomodernista que cundió impúnemente -recordemos que en el Discurso de inicio Juan XXIII inaugura la era donde los errores no serán reprimidos porque los hombres tienden a darse cuenta solos de ellos….- e inundó la iglesia -seminarios, etc- el concepto de Verdad entra en una especie de crisis. La Verdad es algo alienado del mundo; es decir, que está en un platónico plano ideal; lo que importa es la praxis, la acción, mediante la cual el ser se hace….El Ser ha perdido inmutabilidad, y lo mismo la Verdad, con el evolucionismo modernista-marxista-fenomenológico-existencialista-subjetivista infiltrado en la teología. Lo que importa es la Pastoral, lo que importa es lo concreto, la solidaridad horizontal con el mundo, que ahora es la Realidad por antonomasia, como lo dejó bien marcado Rhaner, y lo subrayó Theilard. La única verdad en el fondo es la acción, la praxis inmanente en el mundo; así se encuentra, y hasta se hace el ser aventura alguno…..sombra de Heidegger…

Es decir, toda la ideología de la modernidad, mas corrosiva y nefasta  para el cristianismo entró en la Apertura y el Buenismo abdicador de la potestad correctiva, del II Concilio Vaticano; buenismo insensato que fue introducido como garantismo incluso en el Derecho Canónico por modificaciones de Juan Pablo II…



Pero la Escritura, la vivencia de ella en la Tradición de 1962 años y el Magisterio que interpreta la Revelación y sus fuentes, sabe que la Verdad es inmutable. Y que solo desde ella puede derivar una acción realmente buena para el Reino de Dios. La acción de la Iglesia, su Anuncio, su Evangelización, su caridad con los pobres, solo brota de la Verdad. Nada se puede hacer sin ella en el plano de la Salvación, que es el plano de la acción de la Iglesia. Yo soy la Verdad, dice el Señor. Pretender acción sin Verdad; pastoral sin verdad, es pretender una iglesia sin Cristo. Es mero oenegenismo; beneficencia…..acción estéril activista púramente humana, horizontal e inmanente.

Amor y Verdad son dos caras del Señor. La Iglesia trae el amor de Dios, que está vinculado siempre con la Verdad de Dios.

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Que cosa es Verdad?



Hoy la aciaga pregunta de Pilato es repetida con cierto hastío y nihilismo, no solo por el mundo, sino por gran parte de esta iglesia fruto del II Concilio Vaticano.

Se ha perdido la noción del concepto de Verdad vinculado a Dios. Y como se ha perdido el concepto de Verdad, se ha disuelto naturalmente también el concepto de Error y Herejía. La clerecía sonríe despectivamente cuando escucha el concepto de herejía, considerándolo un residuo pintoresco de un pasado brutal y oscurantista. Hasta este nivel de apostasía y cretinismo se ha llegado hoy en la Iglesia.



Lo único que importa es el amor, afirman sonrientes….Pero el problema es que sin Verdad no hay ningún amor en el plano en que actúa la Iglesia.

Urge recuperar el concepto y el amor a la Verdad; que estaba claro en la Teología del Aquinate; el realismo objetivo tan odiado por la modernidad.



Podemos hacer esta contraposición: Cristo es la Verdad. El Espíritu Santo es el Espíritu de la Verdad. Por otro lado, Satanás es el Padre de la Mentira. La modernidad odia la Verdad y el Ser: el fondo de todas las cosas. Odia la Metafísica; en esto se indica su preferencia por la Mentira. El titanismo, el babelismo; el hombre haciéndose a sí mismo. El hombre encontrando su propia divinidad y su propia divinización. Antropocentrismo en germen del II Concilio Vaticano, incluso dentro de la Reforma Litúrgica.



No hay otra solución que volver a la Verdad, que no es ni mas ni menos que volver a Cristo, al verdadero; el de la Escritura, vivida por la Tradición e interpretada por el Magisterio hasta 1962.



SERÁN EXCOMULGADOS DE LA SINAGOGA



La Teología modernista, inmanentista, reivindicó al Mundo como Realidad por antonomasia. Ya lo hemos hablado suficientemente en Domingos anteriores. La cosmovisión progremodernista-liberal que ingresó en la Iglesia por el II Concilio Vaticano ya no cree en los tres enemigos del hombre que la revelación cristiana nos muestra: El Demonio, la Carne y el Mundo. En el Demonio no se cree; es una rémora mitológico-legendaria de culturas arcaicas; la carne no es un enemigo, porque para el panteísmo modernista en el fondo del hombre está la divinidad: solo hay que lograr que ese fondo emerja auténticamente, sin prejuicios ni excrecencias de tipo tradicional…..Gracias Hüsserl…..

Y el Mundo, que es la realidad por antonomasia, en la que se expresa desarrollándose Dios mismo en la evolución, no solo no es el Enemigo,  sino que es el ámbito en el cual el cristiano debe sumergirse y formar parte de él; ser funcional. Porque en esa funcionalidad, el hombre en la Historia alcanza su plenitud, sin las alienaciones brutales de la vieja iglesia preconciliar. Entonces, los profetas de desgracias, los apocalipsis, no tienen lugar; OPTIMISMO Y MAS OPTIMISMO es la consigna y el amuleto conjurador de toda preocupación del sentido común. Digámoslo de una, para un progremodernismo de cierto avance, Dios es el Mundo; el Mundo es Dios.

Entonces esas palabras pesimistas de Cristo, no deben ser tomadas literalmente; no deben ser tomadas, sériamente. Cristo estaba sujeto a patrones culturales arcaicos y a una coyuntura adversa que incidía sobre su siquis y sus reacciones….Era un hombre al fin y al cabo….



Como vemos, se ha subvertido de raíz, la fe cristiana. Se ha reducido a Cristo y la Fe. Hoy choca este Evangelio y esas advertencias sobre la hostilidad del mundo. El mundo no es hostil, para el progremodernismo, sino que la Iglesia fue torpe, bruta e ignorante. Los avanzados progremodernistas de hoy, crema del mundo, ya saben como tratar este tema….Hay que coquetear y hacer contubernios con el César, para vivir en paz. Hay que rendirse al mundo, como de hecho se ha hecho a partir del II Concilio Vaticano. Solo una iglesia-mentira puede estar en paz con el mundo; solo una iglesia traidora y apóstata, que ha abandonado a Cristo…

La Verdad de Cristo suscita el odio y la guerra del mundo. La Revelación lo revela,  y la historia lo corrobora.

Entonces, la realidad verdadera es que la Verdad choca al mundo. Satanás es el Príncipe de este mundo. Satanás es del dios de este mundo. El mundo entero yace bajo el Maligno….Estás dos últimas afirmaciones fueron hechas por San Pablo y San Juan, después de la Resurrección y Pentecostés…



El Maligno sufrió un recorte severo de su poder con la Pascua de Cristo, pero el rechazo de Israel al Mesías, y la apostasía de la cristiandad de hoy, le han devuelto un poder multiplicado. Dios "respeta" el libre albedrío. No es un Puppet-master….



Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares áridos buscando descanso y no lo halla.  Entonces dice: ‘Volveré a mi casa de donde salí’; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada.  Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación perversa. (Mt 12 43-45)



Occidente había sido liberado, porque había aceptado el Reino de Dios anunciado por la Iglesia. Había sido liberado del Enemigo. Pero ha renegado de Cristo, de la Iglesia, de la Fe, y el Enemigo ha vuelto a tomar su lugar con mayor poder que antes…..La Iglesia está en retirada, también infestada en su parte humana por la apostasía y la rendición al mundo. Solo un Resto fiel mantiene la Fe y la conciencia; la Verdad y el verdadero Amor; la Verdadera esperanza sobrenatural y trascendente.

No hay optimismo estúpido ni buenismo para el cristiano en este mundo: lucha feroz espiritual, persecución, difamación, segregación, destierro y martirio es lo común para el cristiano en serio en este mundo. Aunque no siempre llegue al último escalón del martirio, lo demás hasta dentro de la misma iglesia lo debe soportar.



Hay que preparase para huir al desierto, como dice Apocalipsis. Y ya lo estamos haciendo figuradamente. Seguramente esto será literal en el futuro.

Pero el cristiano que está con Cristo, con la Verdad, que tiene el Espíritu de la Verdad, no es buenista ni estúpido, ni optimista, es esperanzado. Sabe que aunque lo maten, si persevera en la verdad se salva y tiene la eternidad de gloria y gozo por delante.

A los incrédulos, apóstatas y perseguidores de los cristianos, si no se convierten, les espera la radical e implacable justicia de Dios.



Serán excomulgados de la Sinagoga…



Vemos en el post concilio que progremodernistas confesos pulularon, recibieron aclamaciones papales, ascendieron en la estructura…..Los judíos, que durante casi dos milenios, la sagrada Liturgia los consideró pérfidos, ahora se convirtieron mágicamente en Hermanos Mayores. Y el Corán, libro por el cual murieron cientos de miles de cristianos durante mas de mil doscientos años, mereció un Beso. Eso sí, aquel que defendió, no su posición personal, sino la Verdad de casi dos milenios, fue excomulgado…. Subversión grave. El Reino del Revés….canta una canción infantil…



ESPERANZA Y FE EN LA IGLESIA



Así como el Esposo ha experimentado una kenosis, un despojamiento y una Pascua sangrienta pero al final triunfante y apoteótica, la Iglesia pasará por lo propio.



La Promesa del Señor es indefectible:



Las Puertas del Infierno no prevalecerán contra la Iglesia…



Pero en esta peregrinación, una parte de ella prevaricará, como queda claro en Apocalipsis 3.



"Al Angel de la Iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco tu conducta; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto.  Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras llenas a los ojos de mi Dios.  Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. 4. Tienes no obstante en Sardes unos pocos que no han manchado sus vestidos. Ellos andarán conmigo vestidos de blanco; porque lo merecen. El vencedor será así revestido de blancas vestiduras y no borraré su nombre del libro de la vida, sino que me declararé por él delante de mi Padre y de sus Angeles."

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"Al Angel de la Iglesia de Laodicea escribe: Así habla el Amén, el Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios. Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te des en los ojos y recobres la vista. Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y arrepiéntete. Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias."



Vemos la terrible defección de la faz humana de la Iglesia en ciertos períodos de la historia. Autosuficiencia, tibieza, acomodamiento al mundo, aggionarmiento con el mundo, antropocentrismo, apostasía, amariconamiento….Una iglesia muerta que se cree muy viva. Si es la Iglesia en su parte humana, Cristo está diciendo que la ama, por eso la castiga. Y la vomita de su boca…de donde sale su Palabra. No reprende ni al mundo ni a Satán; reprende a la Iglesia.

Pero la Iglesia en su Resto Fiel, convertida, martirizada, pura, santa, sin contubernios ya con el Enemigo, clamará con el Espíritu Santo, con el Espíritu de la Verdad: Ven Señor Jesús! Y se encontrará con el Esposo en la Parusía, que representará el fin de este mundo y el Juicio Final. Nuevos Cielos y Nueva tierra donde habitará la Justicia para su Esposa, y el Lago de Fuego para los que no son de ella.



NOTAS:























6 comentarios:

  1. La introducción de la fenomenología no solo en la teología sino en una especie de sentido común neocatólico, con el tema de la «autenticidad» y «lo que viene del corazón es bueno» es una verdadera calamidad y disolución de la Fe. Muy bueno.

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  2. totalmente de acuerdo elías. Se ha cambiado el sensus fidei después del ii concilio, por un sensus mundi....

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    1. Excelente! sensus mundi! gran concepto! me lo llevo....

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  3. Muy bueno el tema de la crisis de la verdad.

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