La Modernidad está alejada del Ser; de la realidad profunda de las cosas; de Dios.
Está penetrada de nominalismo, subjetivismo, historicismo evolucionista, relativismo, existencialismo y fenomenología.
Está informada de espíritu babélico, titánico, pelagiano; está impregnada de una gesta insensata, luciferina de un Dédalo y un Ícaro que no quisieron escapar, sino conquistar el Sol.
Un bautizado que se considera y es hijo -con la connotación profunda antigua de filiación: vinculación radical- del espíritu de la modernidad, del mundo moderno, no es cristiano.
Por esto, la religión emanada del II Concilio Vaticano, se ha escindido del Catolicismo y ya es un híbrido con el Mundo, que ha neutralizado en gran parte el poder redentor de Cristo y su Iglesia.
Se puede aprovechar los adelantos científicos y tecnológicos de la modernidad sin ceder un ápice a su espíritu y manteniendo la fe católica. Sin ser hijo de ella.
ResponderEliminarPerfecto! siempre cumpliendo las condiciones que enunciás. Ahí está la sabiduría y la astucia del católico verdadero.
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