domingo, 23 de febrero de 2020

DOMINGO DE QUINCUAGÉSIMA

DOMINGO DE QUINCUAGÉSIMA

(II clase, morado)

Sin Gloria. Tracto, Credo y prefacio de la Santísima Trinidad. 





TEXTOS DE LA MISA

Introito – Ps. 30, 3-4 -Sé para mí un Dios protector y un lugar de refugio, para salvarme; porque Tú eres mi fortaleza y mi asilo; y por Tu Nombre me guiarás y me sustentaré. Ps. ibid., 2. : Oh Señor, en Ti tengo puesta mi esperanza: no que de yo para siempre confundido: sálvame, pues eres justo, y líbrame. Gloria al Padre. Sé para mí.
Oración.- Escucha, te rogamos, Señor, nuestras súplicas según tu misericordia, y, libres de los lazos de nuestros pecados, presérvanos de toda adversidad. Por Nuestro Señor Jesucristo. ..
Epístola de la Carta de San Pablo a los Corintios 1 Cor. 13, 1-13 Hermanos: Si yo hablara todas las len guas de los hombres y de los ángeles, y no tuviere caridad, sería como bronce que suena o campana que retañe. Y si tuviera el don de profecía, y conociese todos los misterios, y todas las ciencias, y tuviese toda la fe que trasladase los montes de una parte a otra, con todo, no tuviese caridad, nada sería. Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a los pobres, y entregase mi cuerpo a las llamas, mas no tuviese caridad, nada me aprovecharía. La caridad es paciente es benigna: la caridad no es envidiosa, no obra inconsideradamente, no se ensoberbese, no es ambiciosa, no busca sus provechos, no se irita, no piensa mal no se goza en la iniquidad, sino que se complace en la ver dad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, to do lo soporta. La caridad nunca fenece: aunque termine el don de profecías, y cese el don de lenguas, y se acabe el don de ciencia. Porque ahora sólo conocemos parcialmente, sólo profetizamos parcialmente. Mas cuando llegue lo que es perfecto, desaparecerá lo imperfecto. Cuando yo era niño, hablaba como niño, jugaba como niño, discurría como niño. Mas cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño. Ahora vemos a Dios como a través de un espejo y en el misterio; mas luego le veremos cara a cara. Ahora le conozco imperfectamente: mas luego le conoceré como soy yo conocido por Él. Ahora existen la fe, la esperanza y la caridad, pero de las tres la mayor es la caridad.
Gradual –Ps. 76,15 et 16 Tú eres el Dios que obra prodigios; hiciste co nocer a los pueblos tu poder. Con tu brazo libraste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y José.
Tracto. Ps. 99, 1-2 – Moradores todos de la tierra, canten con júbilo las alabanzas de Dios: sirvan al Señor con alegría. Ven gan llenos de alborozo a presentarse ante su acatamiento. Tengan entendido que el Señor es el único Dios. Él es el que nos hizo, y no nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su aprisco.
Continuación del Santo Evangelio según San Lucas 18, 31-43.,- En aquel tiempo: Tomando Jesús consigo a los Doce, les dijo: «He aquí que subimos a Jerusalén, y todo lo que ha sido escrito por los profetas sobre el Hijo del hombre se va a cumplir. Porque será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán, escupirán sobre Él, y después de haberlo azotado, lo matarán, y al tercer día resucitará. Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no comprendieron de qué hablaba. Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, y mendigaba. Oyendo que pasaba mucha gente, pre guntó qué era eso. Le dijeron: «Jesús, el Nazareno pasa». y clamó diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, apiádate de mí!» Los que iban delante, la reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía mucho más: «¡Hijo de David, apiádate de mí!» Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué deseas que te haga?» Dijo: «¡Señor, que vea!» y Jesús le dijo: «Vé; tu fe te ha salvado». Y al instante vio, y le seguía glorificando a Dios. y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.- Credo.
Ofertorio Ps. 118, 12-13 – Bendito eres Tú, Señor; enséñame tus preceptos. Con mis labios he pronunciado todos los oráculos que han salido de tu boca.
Secreta.- Haz, Señor, que esta Hostia borre nuestros pecados, y santifique los cuerpos y espíritus de tus servidores para celebrar dignamente este sacrificio. Por Nues tro Señor Jesucristo
Prefacio de la Santísima Trinidad.- Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro:
Comunión. Ps. 77, 29-30.- Comieron y se hartaron; les concedió el Señor su deseo; no quedaron frustrados sus anhelos.
Poscomunión.- Te rogamos, Dios Todopoderoso, hagas que, habiendo recibido el alimento celestial, éste nos for tifique contra toda adversidad. Por Nuestro Señor Jesucristo. ..



TEXTOS EN LATÍN
Dominica in QuinquagesimaStatio ad S. Petrum
II Classis



Introitus: Ps. xxx: 3-4
Esto mihi in Deum protectórem, et in locum refúgii, ut salvum me fácias: quóniam firmaméntum meum, et refúgium meum es tu: et propter nomen tuum dux mihi eris, et enútries me.[Ps. ibid. 2] In te, Dómine, sperávi, non confúndar in ætérnum: in justítia tua líbera me, et éripe me. Glória Patri.  Esto mihi.
Oratio:
Preces nostras, quǽsumus, Dómine, cleménter exáudi: atque a peccatórum vínculis absolútos, ab omni nos adversitáte custódi. Per Dóminum.
1 Cor. xiii: 1-13
Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corínthios.
Fratres: Si linguis hóminum loquar, et Angelórum, caritátem autem non hábeam, factus sum velut æs sonans, aut cymbalum tínniens.  Et si habúero prophetíam, et nóverim mystéria ómnia, et omnem sciéntiam: et si habúero omnem fidem ita ut montes tránsferam, caritátem autem non habúero, nihil sum.  Et si distribúero in cibos páuperum omnes facultátes meas, et si tradídero corpus meum ita ut árdeam, caritátem autem non habúero, nihil mihi prodest.  Cáritas pátiens est, benígna est: Cáritas non æmulátur, non agit pérperam, non inflátur, non est ambitiósa, non quærit quæ sua sunt, non irritátur, non cógitat malum, non gaudet super iniquitáte, congáudet autem veritáti: ómnia suffert, ómnia credit, ómnia sperat, ómnia sústinet.  Cáritas numquam éxcidit; sive prophetíæ evacuabúntur, sive linguæ cessábunt, sive sciéntia destruétur.  Ex parte enim cognóscimus, et ex parte prophetámus.  Cum autem vénerit quod perféctum est, evacuábitur quod ex parte est.  Cum essem párvulus, loquébar ut párvulus, sapiébam ut párvulus, cogitábam ut párvulus.  Quando autem factus sum vir, evacuávi quæ erant párvuli.  Vidémus nunc per spéculum in ænígmate: tunc autem fácie ad fáciem.  Nunc cognósco ex parte: tunc autem cognóscam sicut et cógnitus sum.  Nunc autem manent, fides, spes, cáritas, tria hæc: major autem horum est cáritas.
Graduale: Ps. lxxvi: 15-16
Tu es Deus qui facis mirabília solus: notam fecísti in géntibus virtútem tuam. Liberásti in bráchio tuo pópulum tuum, fílios Israël et Joseph.
Tractus: Ps. ic: 1-2
Jubiláte Deo omnis terra: servíte Dómino in lætítia. Intráte in conspéctu ejus, in exsultatióne: scitóte quod Dóminus ipse est Deus. Ipse fecit nos, et non ipsi nos: nos autem pópulus ejus, et oves páscuæ ejus.
Luc. xviii: 31-43
+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.
In illo témpore: Assúmpsit Jesus duódecim, et ait illis: «Ecce ascéndimus Jerosólymam, et consummabúntur ómnia, quæ scripta sunt per prophétas de Fílio hóminis.  Tradétur enim géntibus, et illudétur, et flagellábitur, et conspuétur: et postquam flagelláverint, occídent eum, et tértia die resúrget.»  Et ipsi nihil horum intellexérunt, et erat verbum istud abscónditum ab eis, et non intelligébant quæ dicebántur.  Factum est autem, cum appropinquáret Jéricho, cæcus quidam sedébat secus viam, mendícans.  Et cum audíret turbam prætereúntem, interrogábat quid hoc esset.  Dixérunt autem ei, quod Jesus Nazarénus transíret.  Et clamávit, dicens: «Jesu, fili David, miserére mei.»  Et qui præíbant, increpábant eum ut tacéret.  Ipse vero multo magis clamábat: «Fili David, miserére mei.»  Stans autem Jesus, jussit illum addúci ad se.  Et cum appropinquásset, interrogávit illum, dicens: «Quid tibi vis fáciam?»  At ille dixit: Dómine, ut vídeam.»  Et Jesus dixit illi: «Réspice, fides tua te salvum fecit.»  Et conféstim vidit, et sequebátur illum magníficans Deum.  Et omnis plebs ut vidit, dedit laudem Deo.
Credo
Offertorium: Ps. cxviii: 12-13
Benedíctus es, Dómine, doce me justificatiónes tuas: in lábiis meis pronuntiávi ómnia judícia oris tui.
Secreta
Hæc hóstia, Dómine, quǽsumus, emúndet nostra delícta: et ad sacrifícium celebrándum, subditórum tibi córpora mentésque sanctíficet. Per Dóminum.
Communio: Ps. lxxvii: 29-30
Manducavérunt, et saturáti sunt nimis, et desidérium eórum áttulit eis Dóminus: non sunt fraudáti a desidério suo.
Postcommunio
Quǽsumus omnípotens Deus: ut qui cæléstia aliménta percépimus, per hæc contra ómnia advérsa muniámur. Per Dóminum .




COMENTARIO


Normas para el tiempo de septugésima: (que incluye el Domingo de Quincuagésima)
  • se suprimen todos los Aleluya del oficio y de la misa hasta la misa de la noche de Pascua. En la misa del domingo y de las fiestas de los santos se recita o canta el Tracto en su lugar.
  • En las misas del domingo no se dice Gloria, pero si Credo.
  • Se sigue diciendo Prefacio de la Trinidad los domingos y en las ferias el común.
  • En las fiestas se dice Gloria, tracto y prefacio propio o común.
Ya hemos presentado este tiempo de preparación para la Cuaresma. Baste decir que el tema es el hombre caído que necesita de la Redención.
La Epístola nos habla del Amor de Dios, ese que tiene misericordia de nosotros y nos salva perdonándonos nuestros pecados.
Y el Evangelio nos presenta al Señor encaminado decididamente a Jerusalén, con el rostro endurecido, dice el original griego, dirigiéndose a pagar el precio de nuestros pecados en su Pasión y Muerte.  Por el camino sana a un ciego que lo reconoce como Hijo de David. Todo un símbolo de la Redención: la Luz de la Salvación llega a aquellos que creen en Cristo como Hijo de Dios, como Mesías.



EL CIEGO DE  JERICÓ
Vamos a ver primero la segunda parte del Evangelio de hoy; claramente distinguible en dos. Primero, Jesús subiendo a Jerusalén para cumplir su misión y anunciando a sus discìpulos su Pasión y Muerte; segundo, el episodio de la curación del ciego del camino.
El comentario del Padre Leonardo Castellani en El Evangelio de Jesucristo (muy fácil de encontrar en pdf en la web) me parece excelente y difícil de mejorar; sobre todo la parte que se refiere a las pequeñas y aparentes diferencias entre los tres Sinópticos sobre este célebre pasaje. Por eso lo refiero textualmente:
Este trozo, tomado del final de Lucas XVIII, contiene dos perícopas –como dicen–
heterogéneas; de manera que habría que hacer propiamente dos homilías: una, donde
Jesucristo profetiza por tercera vez a sus discípulos su Pasión y Muerte; y enseguida, la
curación del ciego de Jericó, que no fue un ciego sino dos ciegos; y que estaban a la vez a la entrada y a la salida de Jericó… si ustedes me entienden.
Jericó, Jericó,
donde Jesús salió y no entró,
cantan los chiquillos en España…
Este evangelio es el mejor ejemplo de la “discors concordia et concors discordia”,
como llamó San Agustín en el siglo IV a lo que en el siglo XIX llamaron los críticos la
Cuestión Sinóptica: efectivamente, la cura del ciego Bartimeo está en Mateo, Marcos y Lucas con una coincidencia general y con dos divergencias parciales:
  1. Mateo dice que curó a dos ciegos.
  2. Marcos dice que curó a un ciego –cuyo nombre pone– al salir de Jericó.
  3. Lucas dice que curó a un ciego al llegar a Jericó; y los tres hablan del mismo episodio.
Dando por supuesto que los tres hagiógrafos dicen verdad, se presenta al lector fiel
una pequeña adivinanza que es más fácil de resolver que las de Damas y Damitas; y es
mucho más provechosa, aunque a decir verdad, derrotó a San Agustín. Y detrás queda otra adivinanza grande, un problema científico (¿Cómo fueron compuestos los Evangelios?) que fue decisivamente resuelto en forma admirable por una memoria técnica del gran lingüista y psicólogo francés Marcel Jousse intitulada: El Estilo Oral Rítmico y Mnemotécnico en los Pueblos Verbomotores. Porque aquel que se imagine a esos cuatro singulares relatos como obras escritas de acuerdo a los cánones de la retórica grecolatina –como por ejemplo las historias de Tucídides o de Tito Livio– dará grandes tropezones si se pone a leerlos. Ya les digo que al mismo San Agustín…
Les diré que fueron dos los ciegos y que el milagro tuvo como dos partes; y que Jesús
entró y salió de Jericó por la misma puerta –Ricciotti para resolver la dificultad acude a una cosa rebuscada: que había dos Jericó–. Y con esto ustedes, si leen las tres narraciones, verán cómo concuerdan entre sí, e incluso cobran más vida en la mente del que las ha concordado.
El ciego Bartimeo, como el Centurión Romano del Domingo segundo después de
Epifanía, es un ejemplo de fe viva y actuante. Después de darle la vista, Jesús lo alabó
diciendo: “Tu fe te ha curado”. Efectivamente, el “hijo de Timeo”, que pedía limosna junto al camino, primero preguntó, después escudriño, después creyó y después obró: ésta es la “fe actuosa”, que dice San Agustín: la fe con obras, diferente de la fe dormida o muerta.
Al llegar Jesús a Jericó, el ciego oyó el tropel y el cotorreo y preguntó qué era; y le
dijeron era el profeta de Nazareth: que se quedase quieto. Al salir Jesús de Jericó al día
siguiente –después de haber convertido al petiso Zaqueo, gran hombre de negocios, y haber
compuesto y recitado la parábola de la Buena Inversión– Bartimeo ya había averiguado
mucho, y ya sabía quién era en realidad el “profeta de Nazareth”. Empezó a dar gritos:
“¡Compadécete de mí, Hijo de David!”. Decirle a Cristo “el Hijo de David” era reconocerlo Mesías. Como la gente quería a la fuerza hacerlo callar y quedarse quieto, saltó y dejó parte de su vestimenta en manos de los comedidos, y a tientas buscó a Cristo; el cual al mismo tiempo lo había hecho llamar. Se lo trajeron y lo curó. Pero aunque no lo hubiese curado, ese cieguito en su ceguera ya veía más que muchos, que se tienen por linces. Otro cieguito fue también curado que andaba con él, como solían andar de a dos en Palestina.
Éstas son las cualidades del acto de fe: primero preguntó sumisamente; después
averiguó diligentemente; después confesó paladinamente; después obró valientemente. Y así obtuvo lo que pidió: “Señor, que yo vea”. ¿Por qué Cristo no me cura de mi ceguera, que hace hoy 31 años que se lo pido, y que lo reconozco como Mesías? Puede que le falte a mi fe una de esas cualidades. Puede también que no le falte ninguna, y que Dios se contente con responder como en otros casos: “Que te baste mi gracia; porque la virtud en la enfermedad se engrandece”. Cristo dijo que todo lo que pidiéramos creyendo nos será hecho; algunas veces uno pide creyendo, y nada es hecho. No, es un error: eso que pedimos a veces no es hecho,
pero otra cosa mejor es hecha. La oración de la fe jamás termina en la nada.
La profecía procede de la fe, enseña Santo Tomás. Cristo fue un gran profeta;
justamente aquel “Gran Profeta” que había predicho Moisés que vendría después de él, que sería grande como él, “y que nos enseñaría todas las cosas” (Deut XVIII, 15–19). En este camino de Galilea a Jerusalén, el último camino que hizo, Cristo predijo por tercera vez  suPasión y su Muerte a sus discípulos; los cuales “no entendieron nada”, dice San Lucas. Esto le pasa por lo general a todos los profetas: no les creen. ¿Por qué? “Porque tenían miedo”, (Hasta acá Castellani)



HISTORICIDAD DE LOS EVANGELIOS
Observemos que las diferencias de detalle entre los Evangelios nunca hacen al fondo de la cuestión y en el fondo no son verdaderas diferencias, sino que los evangelistas cuentan el suceso seleccionando los hechos que les parecen mas relevantes de un suceso o secuencia, según su percepción subjetiva, su formación, su propia personalidad. Lo cual no obsta a la Inerrancia de la Palabra de Dios, correctamente entendida. No hay contradicción; hay el mismo hecho visto desde distintas perspectivas y dando mas relevancia en cada caso a este o aquel detalle; omitiendo en algún caso un evangelista, un detalle que a otro le pareció mas importante. Los Evangelios son históricos, y fueron escritos por el autor que figura en la Escritura.  Esto lo reconoce hasta Juan Pablo II en Novo Millennio Ineunte. No los escribió una comunidad, sino el autor inspirado. El progremodernismo y el personalismo post conciliar han oscurecido densamente la historicidad de los Evangelios y su autoría. Relativizando esto la inerrancia de la inspiración divina. Han dividido a Cristo en el de la Historia (el único verdadero para ellos) y el de la Fe; una piadosa ficción para ellos…Ya sabemos bien a que atenernos con el Método histórico crítico progremodernista-positivista-cientificista, que quiere imponer sus límites inmanentes a Dios y su Palabra. La ciencia honesta, objetiva e imparcial siempre puede beneficiar la exégesis bíblica, siempre que sea conciente de sus límites; sabiendo que la historia humana, la lingüistica y la arqueología no agotan la Biblia: hay un infinito margen de significado trascendente mas allá de estos límites naturales y humanos. La Biblia es ante todo Palabra de Dios; mediatizada por palabra humana, pero Palabra de Dios, y para interpretarla, es condición sine qua non estar inspirado por el Espíritu Santo, el mismo que inspiró la Escritura; del cual carecen los progremodernistas; algo obvio que resalta de sus interpretaciones reductivas, crásamente inmanentes.


LA CEGUERA ESPIRITUAL
El problema de la ceguera espiritual es hoy mas dramático que en cualquier otra época de la historia de la Iglesia. Han pasado dos milenios de cristianismo, y Occidente, que había sido favorecido con el don de la vista; de ver la luz, se está quedando ciego de nuevo. Y esto, con la terrible aquiescencia de la Iglesia conciliar, que lo acompaña y convalida en su ceguera.
Si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en un hoyo.
Gracias a Dios sabemos que la Iglesia es indefectible y cumplirá su misión, saliendo triunfante al final a recibir al Señor en su Parusía, aunque sea reducida a una mínima expresión cuantitativa, pero excelsa en cuanto a la calidad; reducida a un Resto Fiel, refulgente y santo al final; no sin haber experimentado antes la Iglesia una degradación, humillación, infidelidad, abdicación, enfermedad grave y terminal, y purificación radical, martirio y santidad al final. Como lo dice Apocalipsis en las Palabras del Resucitado a las siete Iglesias, que son figuras de siete estados de la Iglesia de todos los tiempos, con virtudes y defectos, santidad y pecados graves; siete estados que incluso pueden ser vistos cronológicamente. Estaríamos en la Iglesia de Sardes, o Laodicea hoy: la tibieza que se cree viva pero está muerta.
Tienes nombre de vivo, pero estás muerto…
Porque no eres ni frío ni caliente, porque eres tibio, te vomito de mi boca…
La iglesia conciliar decíamos, acompaña la ceguera del mundo adoptando su laicismo liberal-masónico con la Libertad Religiosa, con la cual abdica de la iluminar el mundo con el Reino sociopolítico de Cristo, y se queda ciega también ella; acompaña la ceguera del mundo con el indiferentismo del ecumenismo irenista…Ya no hay Verdad; todas las posiciones religiosas son igualmente respetables. Cristo entre otros santones de religiones adámicas, como un gato mas en el Jardín Botánico..(Jorge Asís)
El consejo célebre de Cristo ha sido cambiado: Al César lo que es del César, y al César lo que es de Dios, dice la la iglesia conciliar…con los apuntadores Rhaner, Theilard, Congar, Häring, De Lubac, Von Balthasar, Guardini, …y no sigamos nombrando alta jerarquía, que ya es obvio…
La iglesia, su estructura antigua, está hoy oscurecida. Su Doctrina ha sido licuada, aguada, mutilada, vaciada, aterrizada. Una nueva religión funcional al Leviathán, ha reemplazado al Catolicismo.
La Iglesia ha enceguecido. Pero será purificada y restaurada. Dentro de esta putrefacción que en parte YA NO ES LA IGLESIA DE CRISTO, SINO UNA FALSA IGLESIA PROFETIZADA QUE JUSTIFICA EL NUEVO ORDEN MUNDIAL ANTICRISTIANO, y oscuridad, pervive un Resto Fiel, incluso en parte de la Jerarquía, que es la mas infisionada por la impostura religiosa y por la abdicación de Cristo y de su Fe.
Francisco ha adoptado el Plan de Desarrollo Sustentable de la ONU 2030, anticristiano, abortivo, babélico, neomundialista, como Magisterio, pública y orgullosamente reconocido.
Ceguera.
Se ha cambiado la Luz por las Tinieblas, la Verdad por la Mentira, desde la Cathedra de San Pedro, como lo profetizó Leon XIII.
Es terrible cuando la oscuridad y la mentira se difunden desde donde se debería difundir la Verdad y la Luz para la Salvación.
La corrupción de lo mejor es lo peor.
El que me ama permanece en la Verdad…
Jesucristo es la Verdad; el Diablo es el Padre de la Mentira. El Espíritu Santo es el Espíritu de la Verdad. Así puso los nombres Jesús. El que tiene amor está en la Verdad, y el que prefiere la oscuridad, está con el Padre de la Mentira.
Los que prefieren la oscuridad porque parece mas cómoda, son hijos del Diablo. Los que rechazan la Verdad y prefieren la Corrección Política del mundo, están en tinieblas…
Leamos la lapidaria profecía de San Pablo (II Tes.) sobre la preferencia asombrosa del mundo por la Mentira: el Tiempo del Nuevo Orden Mundial que se avecina, me atrevo a decir.
1″Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2.que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. 3.Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, 4.el Adversario que se eleva sobre todo lo que que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios. 5.¿No os acordáis que ya os dije esto cuando estuve entre vosotros? 6.Vosotros sabéis qué es lo que ahora le retiene, para que se manifieste en su momento oportuno. 7.Porque el ministerio de la impiedad ya está actuando. Tan sólo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene, 8.entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la Manifestación de su Venida. 9.La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos, 10.y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. 11.Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, 12.para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad.» 

JESUS SUBIENDO A JERUSALEN: ENDURECIÓ SU ROSTRO
En cuanto a la primera parte del Evangelio, la de Jesús subiendo a Jerusalén, decidido, enérgico en la obediencia al Padre para cumplir su misión, el texto original nos dice que Jesús endureció su rostro, al ir a Jerusalén. El seguimiento y discipulado de Cristo es exigente; requiere amor fiel, que se transforma en energía y decisión; virilidad espiritual; hay que estar dispuesto a la renuncia y a la lucha contra el mundo. Esto es una verdad repetida en el Evangelio por Cristo con gran énfasis en muchos pasajes. No obstante, mas de medio siglo de buenismo, pacifismo y teología personalista, con evolucionismo modernista,  han oscurecido este concepto, confinándolo al baúl de los residuos culturales del pasado. Ese endurecimiento del rostro lo vemos claro en sus respuestas, en otros pasajes de otros Evangelios, a los que le salen al paso y le ofrecen seguirlo. Uno le dice que lo seguirá donde quiera que vaya; Jesús no le ofrece mieles, le responde que no tiene donde reclinar la cabeza. Otro le pide humildemente que lo espere, que tiene que ir a enterrar a su padre. Jesús le espeta sécamente, deja que los muertos entierren a sus muertos. Tu, ven y sígueme.
El Evangelio es diáfanamente claro en esto. Hay que estar decidido al sacrificio y el mundo es hostil a Cristo y su Verdad. Si, es hostil. El progremodernismo conciliar ha hecho todo lo posible para mitigar y aún negar esta verdad Revelada y verdad que expresa claramente la realidad de la historia humano. Antes de Cristo, el martirio de prácticamente todos los Profetas, y después de Cristo la miríada de mártires que tuvo el cristianismo a manos del mundo lo demuestran. Desde el mismo texto conciliar, Gaudium et Spes, se ha presentado otra imagen del mundo; un sujeto difícil, un poco díscolo, pero maestro friendly y genial al fin y al cabo. 
Este cambio -nefasto, trágico- de optica respecto del mundo viene de de la Nouvelle Téologìe; Rhaner y Theilard; genuflexos ante el Mundo; Realidad única para ellos al fin y al cabo. Esto de que el mundo no es hostil y es la realidad mas importante o única,  obviamente es mentira. De esta premisa se desprenden toda una serie de derivaciones nefastas, delirantes…buenismo, cientificismo, inmanentismo, dependencia y sumisión servil ante el poder secular, vergüenza del Evangelio; anulación del espíritu de sacrificio y fidelidad a Cristo, etc. etc.
Copio también el comentario de Castellani respecto de esta parte del Evangelio:
La profecía procede de la fe, enseña Santo Tomás. Cristo fue un gran profeta;
justamente aquel “Gran Profeta” que había predicho Moisés que vendría después de él, que sería grande como él, “y que nos enseñaría todas las cosas” (Deut XVIII, 15–19). En este camino de Galilea a Jerusalén, el último camino que hizo, Cristo predijo por tercera vez  su Pasión y su Muerte a sus discípulos; los cuales “no entendieron nada”, dice San Lucas. Esto le pasa por lo general a todos los profetas: no les creen. ¿Por qué? “Porque tenían miedo”,dice Marcos.
Homero inmortalizó en la figura de Casandra esa tragedia del profeta que no es creído.
La profecía de Cristo acerca de sí mismo es enteramente determinada y concreta:
predice la entrega a los Gentiles, la ignominia, las escupidas, los azotes, la cruz; y lo más
arcano de todo, la resurrección; es decir, el milagro: Lo Imposible. Si Cristo hubiese dicho:
“Ahora vamos a Jerusalén; es una cosa sumamente riesgoso para mí, voy a acabar mal”, sería una profecía en sentido lato, que no sobrepasa las fuerzas humanas… Muchos hombres geniales han hecho profecías de este tipo, como en el siglo pasado Donoso Cortés, Nietzsche, Soren Kirkegor, por ejemplo. Son hombres que tiene un poder de retrovidencia, son capaces de mirar fuerte hacia atrás, y penetrar el Pasado; y de ahí les viene un especie de pálpito del Futuro. Donoso Cortés predijo que Inglaterra caería y Rusia se levantaría en Europa;
Nietzsche previó muchísimas cosas del siglo XX; entre otras, las guerras mundiales; Kirkegor previó el éxito póstumo de sus libros y su gloria tardía. Pero estas profecías humanas –que son como parientes pobres de la profecías sobrenaturales– son generales y vagas; segundo, son a corto plazo; y, en fin, son de cosas ordinarias y razonables. Al contrario son las profecías sobrenaturales, que son verdaderos milagros, pues solamente Dios puede saber el futuro concreto y contingente; más, el futuro “imposible”.
Cristo profetizó acerca de Sí mismo, de sus discípulos, de su Iglesia y del fin del
mundo. Los tres primeros vaticinios se han cumplido, el cuarto se ha de cumplir todavía.
Cuando celebremos el Domingo de Ramos hemos de recordar esto: que cuando Cristo
entró en Jerusalén sabía que iba a la muerte. Esto suscita una grande y patética idea de Cristo.
Cuando se hizo aclamar por una muchedumbre, cuando se prestó a ser proclamado Rey,
Cristo sabía que otra muchedumbre iba a gritar “¡Crucifícalo!” antes de una semana; y que El entraba allí para morir. Y lo había dicho a sus discípulos, los cuales no lo quisieron creer.
Cuando nos digan que vox populi vox Dei  y que la mayoría siempre tiene razón,
recordemos aquella mayoría fraudulenta que gritó: “Crucifícalo”. Los demagogos cuando
quieren algo, dicen que “el pueblo lo quiere”. Casi siempre es mentira. Pero aun cuando fuere verdad, con eso no está todo dicho todavía. El pueblo puede querer cosas malas y cosas buenas: según cómo se lo oriente.
Inmensa y melancólica figura, dotada de una fuerza de carácter sobrehumana, que
encara de frente la tormenta de su derrumbe aceptando de paso la provisoria y melancólica
brisa de su efímero triunfo; la figura del Cristo es enormemente diferente de la figura del
joven campesino galileo sentimental imprevisor y medio alocado que quiso encajarnos el
pérfido Renán… Todo lo supo, todo lo previó, todo lo aceptó; y por encima de todo se
levantó.
Un gran escritor cristiano, el danés Soren Kirkegor, en un opúsculo titulado: ¿Tiene
derecho un hombre a hacerse matar por la Verdad?, dice que esta actitud de Cristo y este último viaje son una prueba indirecta de su Divinidad; porque solamente uno que fuera la Verdad, tendría derecho a hacerse matar por la Verdad. Si Cristo fuera un puro hombre, no debiera haber subido a Jerusalén sabiendo lo que sabía; por esta razón aunque más no fuera, porque ningún puro hombre puede saber seguro si tiene en sí las fuerzas para sobrellevar el martirio. Eso es cosa de Dios.
La primitiva Iglesia condenó a los llamados provocatores y los santos obispos de aquel
tiempo como San Cipriano y San León prohibieron a los cristianos provocar el martirio; por ejemplo, derribando con violencia las estatuas de los ídolos, como hacían algunos exaltados, o como el famoso Guy Fawkes en Inglaterra, el de la Conspiración de la Pólvora. En el mejor de sus dramas, Corneille hace que Polyeucte derribe los ídolos y se haga martirizar. Es un cristiano temerario.
Muchas cosas de las que Cristo hizo o dijo, no se pueden hacer lícitamente si uno no
posee una Conciencia Absoluta, como dicen los filósofos de hoy. Por ejemplo, Cristo dijo:
“Man sagt: Vox populi vox Dei; ich habe nicht daran geglaubt”, dijo el gran Beethoven
poco antes de morir, en el ano 1827; es decir: “Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios; yo nunca he creído en eso”.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. En un puro hombre sería pecado
porque es una impaciencia y una c desesperación y una falsedad: Cristo sabía que eso no era verdad sino en un sentido. Por eso se puede decir lo que dijo Lacordaire discutiendo con Renán: que si Cristo no fue el Hijo de Dios, entonces fue el loco más grande que se ha visto en el mundo.
Conciencia Absoluta significa no solamente conciencia de estar en la verdad, sino
conciencia de ser la Verdad: cosa de nadie, fuera de Cristo.
No es lícito buscar el martirio; pero todo hombre que crea en Cristo debe resignarse
de antemano a ese evento porque “todo aquel que quiera vivir fielmente en Cristo Nuestro
Señor, sufrirá persecución”, dijo San Pablo. “Si a mí me persiguieron, a vosotros os
perseguirán: no es el Miembro mayor que la Cabeza”.
Estar preparado, eso sí; buscarlo, no. Si no fuere por una inspiración especial o
indudable del Espíritu de Dios: a la cual parece haber obedecido el místico danés 51 Esta
reflexión, que es en el fondo una constante de la exégesis católica, remozada brillante y
románticamente por el Padre Lacordaire OP. en su histórico sermón de Notre Dame en 1837, recurre en el Diario de Kirkegor repetidamente –p. e., 8 de mayo de 1849, 1 de marzo de 1854, 5 de mayo de 1854– y elaborada ya en su libro Autoexamen (Zur Selbstpruefung)
publicado en marzo de 1855 y escrito en 1851–2.
Dejamos al criterio de los doctos esta exégesis. Para nosotros es la respuesta justa,
dada de antemano, a una objeción que frisa la blasfemia de la impiedad contemporánea,
difundida en Alemania e Inglaterra; y entre nosotros, helás; a saber: que en esta quinta
palabra de la Pasión: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, Cristo cayó, fue quebrado, desesperó simplemente; y en consecuencia no era sino un puro hombre; voire, un pobre hombre. En el confuso estudio sobre Jesús que el dramaturgo y ensayista G. B. Shaw antepuso a su irreverente comedia Androcles y el León, esta afirmación temeraria está expresada en la siguiente forma: “Jesús mantiene esa actitud [el aserto de que era el Hijo de Dios] con terrible fortaleza, mientras lo azotan, lo escarnecen, lo atormentan y finalmente lo crucifican entre dos ladrones. Su prolongada agonía de dolor y sed en la cruz “quebranta al fin su espíritu, y muere lanzando el grito de “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”~,
donde además de la interpretación temeraria, existe un serio error de hecho: pues de hecho no murió Cristo lanzando ese grito sino otro distinto y de espíritu inquebrantado. “Esta fue la causa de que trataran a Jesús como un impostor cuando debían haberlo tratado como un
loco”, dice el atrevido bufón inglés en sus Obras, v. IX, Editorial Sudamericana, Buenos
Aires, año 1946, pp. 262, 291.
Ya que hemos mencionado este “confuso estudio” de un hombre del todo indispuesto
para estudiar a Jesucristo que nos trajo un amigo cuando redactábamos esta homilía, daremos aquí la síntesis limpia de su posición teológica dejando las curiosas conclusiones de re económica, sociológica y política a que se abandona Shaw, después de una apresurada lectura de los Evangelios.
Hay que leer lo menos dos veces el estudio –que hormiguea en crasos errores de
hecho– para sacar en limpio la posición del aventuroso artista; que es; la siguiente:
  1. Jesús fue sincero, no fue un impostor.
  2. Fue un demente, en cuanto pretende ser un Dios.
El gran filósofo danés Soren Kirkegor hace esta reflexión exegética sobre ésta y otras
palabras de Cristo, a saber: que son palabras procedentes de una Conciencia Absoluta –como lo expresa él– y por tanto ningún puro hombre podría decirlas sin mentira o culpa; y
viceversa, que el hecho de haberlas proferido Cristo prueba su Divinidad, o sea, prueba que Él se creía Dios; y, en consecuencia, no siendo un demente, lo era. (Hasta acá Castellani)
Hay en este comentario afirmaciones polemicas, aparentes elogios a Nietszche, etc. que hay que leer con profundidad para encontrar su verdadero sentido, el que le quiso dar el autor. Reproduzco este último comentario sobre el tema de la Pasión de Cristo como una base para meditar, sin hacerme cargo ni estar del todo de acuerdo, con cada línea y cada afirmación. Es un rico comentario para profundizar y actualizar, pues pasó casi medio siglo.
La oración final está después de las citas de los Santos Padres.


SANTOS PADRES

 Evangelio según san Lucas, 18:31-34 

Y tomó Jesús aparte a los doce, y les dijo: «Mirad, vamos a Jerusalén y serán cumplidas todas las cosas que escribieron los profetas, del Hijo del hombre. Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y azotado, y escupido. Y después que le azotaren le quitarán la vida, y resucitará al tercer día. Mas ellos no entendieron nada de esto, y esta palabra les era escondida y no entendían lo que les decía». (vv. 31-34)
San Gregorio, in Evang hom. 2
Previendo el Salvador que su pasión turbaría el espíritu de sus apóstoles, les había predicho mucho tiempo antes lo que había de sufrir en la pasión y la gloria de su resurrección. Por esto sigue: «Y tomó Jesús aparte a los doce y les dijo: Mirad, vamos a Jerusalén», etc.
Beda
Previendo que habían de decir algunos herejes que Jesucristo había enseñado doctrinas contrarias a la ley y a los profetas, manifiesta que por los oráculos de los profetas se había anunciado la consumación de su pasión y celebrado el triunfo de su gloria posterior.
Crisóstomo In Matthaeum hom. 66
Habla con sus discípulos aparte, acerca de su pasión, porque no convenía que todos tuviesen conocimiento de ello, para que no se turbasen. Pero se lo predecía a sus discípulos para que, animados con esta esperanza, se sostuviesen firmes con más facilidad.
San Cirilo
Y para que sepan que conocía de antemano su pasión y que iba espontáneamente a ella, con el fin de que no pudiesen decir: ¿Cómo ha caído en manos de sus enemigos el que prometía salvarnos? Por esto les refiere gradualmente todo el orden de su pasión, añadiendo: «Porque será entregado a los gentiles y será escarnecido, azotado y escupido».
Crisóstomo
Esto lo había predicho ya Isaías, diciendo ( Is 50,6): «He ofrecido mis espaldas a los azotes, mis mejillas a las bofetadas y no he apartado mi cara de las inmundicias de los esputos». Y aun el profeta predijo el suplicio de la cruz con estas palabras ( Is 53,12): «Entregó su vida a la muerte y fue considerado entre los inicuos». Por esto añade: «Y después que le azotasen, le quitarán la vida». Pero David también había predicho su resurrección, diciendo ( Sal 15,10): «No dejarás mi alma en el abismo». Por lo que añade: «Y resucitará al tercer día».
San Isidoro
Yo me sorprendo de la demencia de los que preguntan por qué Jesucristo resucitó antes del tercer día. Si hubiese resucitado después de lo que había dicho, hubiese demostrado falta de poder. Pero resucitando antes da a conocer su omnipotencia. Si alguna vez sucede que un deudor ofrece pagar a su acreedor en el término de tres días y vemos que le paga en el mismo día, no lo consideraremos como falso, sino más bien como verídico. Diré también que el Señor no había dicho que resucitaría después del tercer día, sino en el tercer día. Tenemos la víspera del sábado, el sábado hasta la puesta del sol y el día siguiente al sábado, que fue cuando resucitó.
San Cirilo
Los discípulos, sin embargo, no conocían aún de manera detallada lo que habían predicho los profetas, pero después que resucitó les dio a conocer el verdadero sentido, para que comprendiesen las Escrituras. Por esto sigue: «Mas ellos nada de esto entendieron».
Beda
Y por lo mismo que los discípulos deseaban principalmente la vida del Salvador, no podían comprender su muerte. Además, como no sólo sabían que era un hombre inocente, sino también verdadero Dios, no creían de ningún modo que podría morir. Y porque muchas veces había sucedido que lo habían oído hablar por parábolas, creían que todo lo que decía acerca de su pasión debía referirse en sentido alegórico a alguna otra cosa. Por esto sigue: «Y esta palabra les era escondida y no entendían lo que les decía». Pero los judíos, como conspiraban contra su vida, comprendían que se refería a su pasión cuando por medio de San Juan decía ( Jn 3,14): «Conviene que el Hijo del hombre sea levantado». Por esto dijeron: «Nosotros sabemos por la ley que Cristo permanece eternamente; ¿cómo dices tú que el Hijo del hombre conviene que sea levantado?».

 Evangelio según san Lucas, 18:35-43 

Y aconteció, que acercándose a Jericó estaba un ciego sentado cerca del camino pidiendo limosna. Y cuando oyó el tropel de la gente que pasaba, preguntó qué era aquello. Y le dijeron que pasaba Jesús Nazareno. Y dijo a voces: «Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí». Y Jesús parándose, mandó que se lo trajesen. Y cuando estuvo cerca le preguntó, diciendo: «¿Qué quieres que te haga?» Y él respondió: «Señor, que vea». Y Jesús le dijo: «Ve, tu fe te ha hecho salvo». Y luego vió, y le seguía glorificando a Dios. Y cuando vio todo esto el pueblo, dio loor a Dios.
San Gregorio, in Evang hom. 21
Como los discípulos todavía eran carnales, no podían comprender las palabras misteriosas. Por esto se realiza un milagro. Un ciego recibe la vista en presencia de ellos, para que este divino prodigio los confirme en la fe. Por esto sigue: «Y aconteció que acercándose a Jericó estaba un ciego sentado pidiendo limosna», etc.
Teofilacto
Y para que el paso del Salvador no fuese inútil, hizo en el camino el milagro del ciego, dando a sus discípulos este testimonio para que procuremos hacer siempre cosa de utilidad y para que en nosotros no haya nada de ocioso.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,48
Podríamos entender acerca de la proximidad de Jericó, que habiendo salido ya de esta ciudad, -según manera de hablar menos usada-, se encontraban todavía cerca de ella. Pero puede creerse que se dijo esto así, porque San Mateo dice que saliendo ellos de Jericó, dio vista a dos ciegos que estaban sentados junto al camino. No habría ninguna cuestión respecto del número, si uno de los evangelistas hubiese hecho omisión de uno de los ciegos, haciendo mención únicamente del otro. Porque San Marcos sólo habla de uno, que recibió la vista cuando ellos salían de Jericó. Como expresa su nombre y el de su padre, para que comprendamos que era muy conocido, mientras el otro era desconocido, parece que no quiso hablar sino del que era conocido. Pero como lo que sigue del Evangelio de San Lucas da a conocer claramente que sucedió esto cuando venían a Jericó, debemos entender que este milagro se repitió por dos veces: una en un ciego, cuando venían hacia la ciudad y otra en dos, cuando salían de ella: San Lucas hace mención de uno de estos milagros y San Mateo del otro.
San Cirilo
El pueblo que rodeaba al Salvador era numeroso y el ciego en realidad no lo conocía. Sin embargo, sentía afecto hacia El y con este afecto suplía lo que le faltaba de vista. Por esto sigue: «Y cuando oyó el tropel de la gente que pasaba, preguntó qué era aquello». Y los que tenían vista le contestaban conforme a la opinión (común) 1. Sigue pues: «Le dijeron que pasaba Jesús Nazareno». Pero el ciego proclamaba la verdad. Se le enseña una cosa y predica otra; porque sigue: «Y dijo a voces: Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí». ¿Pero quién te ha enseñado esto? ¿Acaso has podido leer los libros sagrados careciendo de vista? ¿Cómo has conocido la luz del mundo? En verdad Dios ilumina a los ciegos ( Sal 145).
San Cirilo
Educado en el judaísmo, no desconocía que Dios había de nacer, según la carne, de la estirpe de David. Por eso le habla como a Dios diciéndole: «Compadécete de mí». Imiten a éste los que ven en Jesucristo dos personas 2, porque habla a Cristo como a Dios y lo llama hijo de David. Admírense de la fidelidad de su confesión, porque algunos querían impedirle que confesase su fe. Prosigue: «Y los que iban delante le reñían para que callase». Pero no se acobardaba su audacia por esto, porque sabía que la fe lucha y triunfa de todos los obstáculos. Es muy conveniente, por lo tanto, dejar todo miramiento por servir a Dios. Porque si hay algunos que por causa del dinero no tienen vergüenza, ¿no estaría bien tener también una sana desvergüenza cuando se trata de la salvación del alma? Por esto sigue: «Pero él gritaba mucho más: Hijo de David, ten misericordia de mí». Cristo se detiene a la voz del que lo llama con fe y echa una mirada sobre los que lo invocan. Así, llama al ciego y le manda que se aproxime. Por esto sigue: «Y Jesús, parándose, mandó que le trajesen», con el fin de que quien primero le había tocado por la fe se acercase con el cuerpo. El Señor pregunta al ciego cuando se hubo aproximado; prosigue: «Y cuando estuvo cerca le preguntó: ¿Qué quieres que te haga?» Le pregunta como misericordioso y no como ignorante para que conociesen todos los que estaban presentes que el ciego no pedía dinero, sino la gracia divina como a Dios; y prosigue: «Y él le respondió: Señor, que vea».
Crisóstomo
O bien: Cómo los judíos, calumniadores de la verdad, podían decir lo que habían dicho del ciego de nacimiento ( Jn 9): «No es éste sino uno semejante a él», quiso que el ciego mostrase antes su ceguera, para que se conociese así la majestad de su gracia. Así, pues, en cuanto expuso el ciego su petición, le mandó el Salvador, lleno de majestad, que viese. Por esto sigue: «Y Jesús le dijo: Ve». Lo cual redundaba en contra de la traición de los judíos, porque ¿qué profeta ha hablado alguna vez así? Considera qué es lo que exige el médico de aquél a quien ha curado, puesto que sigue: «Tu fe te ha salvado». Los beneficios se obtienen por la fe y se difunde la gracia que la fe recibe. Y así como sacan poca agua de una fuente los que van allí con vasos pequeños y sacan mucha los que los llevan mayores, -no distinguiendo la fuente las medidas- y como sucede también a la luz, que extiende más o menos su claridad según las ventanas que se abren, así se recibe la gracia, según la medida de la intención. La voz del Salvador se convierte en luz del ciego; porque era el verbo de la verdadera luz. Por esto sigue: «Y luego vio». Pero el ciego que había demostrado su fe ardiente, quiso mostrar después su gratitud ante el beneficio recibido.
Continúa pues: «Y le seguía, glorificando a Dios».
San Cirilo
Aquí se demuestra que el ciego había sido liberado de una doble ceguera: la corporal y la intelectual. No lo hubiese alabado como a Dios, si no hubiera visto claramente, dando así ocasión a que otros lo glorificasen. Prosigue: «Y cuando vio esto todo el pueblo dio gloria a Dios».
Beda
No sólo por el beneficio de la vista que había alcanzado, sino por la fe que había obtenido.
Crisóstomo
Aquí debe examinarse por qué Jesucristo prohibió que lo siguiese el endemoniado que quería seguirlo y no se lo prohibió al ciego que había recobrado la vista. Pero, bien mirado, no hay nada de irracional en este modo de obrar. Mandó a aquél como pregonero con el fin de que proclamase a su bienhechor por su estado, porque era un gran milagro el ver a un loco furioso recobrar el juicio. Y permite que lo siga el ciego cuando se encaminaba hacia Jerusalén, porque había de consumar el gran misterio de su cruz; para que teniendo noticias de este reciente milagro, no pensasen que padecería (Jesús) por debilidad, sino por caridad.
San Ambrosio
En el ciego tenemos un tipo del pueblo gentil que recibió la claridad de la luz perdida por el sacramento del Señor. No importa que sea curado un ciego o que lo sean dos, pues como descendían de Cam y Jafet, hijos de Noé, se puede representar a los dos autores de su raza en estos dos ciegos.
San Gregorio, in Evang hom. 2
O bien representa este ciego a todo el género humano, que desconociendo la claridad de la verdadera luz desde su primer padre, sufre las tinieblas de su condenación. Jericó quiere decir luna, que cuando mengua en cada mes representa el defecto de nuestra mortalidad. Por tanto, mientras el Creador se acerca a Jericó, el ciego recobra la vista; porque cuando la divinidad asumió la debilidad de nuestra carne, el género humano recibió la luz que había perdido. Así, pues, el que desconoce la claridad de la luz eterna, está ciego, pero si cree en su Redentor, que dijo ( Jn 14,6): «Yo soy la vida», está sentado junto al camino. Y si cree en El y le ruega para que pueda ver la luz eterna, entonces está sentado y mendiga junto al camino. Además, los que preceden a Jesús cuando viene, representan la muchedumbre de los deseos carnales y los tumultos de los vicios, que disipan todo nuestro pensamiento antes que Jesús venga a nuestro corazón y nos turban en nuestra oración. «Pero él clamaba mucho más»; porque cuanto más grave es el tumulto de nuestros pensamientos, tanto más debemos insistir en la oración. Así, cuando padecemos en la oración el acoso de muchas malas imágenes, conocemos que Jesús pasa cerca de nosotros. Cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista perdida. Pasar es propio de la humanidad y estar es propio de la divinidad. El Señor, al pasar, oyó al ciego que clamaba y al detenerse lo iluminó, porque por su humanidad se ha compadecido de las voces de nuestra ceguera. Pero nos ha infundido la luz de su gracia por el poder de su divinidad. Para esto nos pregunta qué queremos, a fin de animarnos a orar. Quiere, pues, que pidamos lo que El prevé que le pediremos y que nos concederá.
San Ambrosio
Preguntó también al ciego, para que comprendiésemos que únicamente podrá salvarse el que le confiese.
San Gregorio, ut sup
El ciego no pide al Señor oro sino la vista, para que busquemos nosotros no las falsas riquezas, sino la luz que podemos ver solo nosotros y los ángeles, a cuya luz nos conduce la fe. Por esto dice muy oportunamente al ciego: «Ve, tu fe te ha hecho salvo». El lo ve y lo sigue, porque practica el bien que conoce.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,48
Si Jericó quiere decir luna, y por ende mortalidad, el Señor, aproximándose a la muerte, manda predicar la luz del Evangelio únicamente a los judíos, a quienes representó el ciego que menciona San Lucas. Pero resucitando de la muerte y abandonando Jericó, manda predicar a los judíos y a los gentiles, cuyos pueblos parece que son representados por los dos ciegos de quienes hace mención San Mateo.
Notas
  1. Hace referencia al contraste entre lo que la gente ve al mirar a Jesús: el «habitante de Nazaret», y lo que el ciego proclama: «Hijo de David». Para el común del pueblo, Jesús era el Nazareno, o en el mejor de los casos, el profeta de Nazaret (ver Mt 21,11; Jn 1,45). En cambio, el ciego lo está proclamando como Mesías.
  2. Alusión al nestorianismo radical, que a partir de una mala comprensión de la unión del Verbo con la naturaleza humana, enseñaba que debía distinguirse entre el Verbo (que es Dios) y el hombre Jesús en el cual el Verbo habita, al modo como un hombre habita en una casa. De esto se sigue que el Verbo «está en el hombre», pero que el Verbo noes el hombre; por ello, todas las acciones divinas (creación, milagros, etc.) debían ser dichas sólo del Verbo, mientras que las acciones humanas (nacer, sufrir, llorar, morir) sólo debían ser atribuidas al hombre. El Concilio de Efeso (431) condenó la herejía nestoriana, pues rompe la unidad de persona en Jesucristo. Ver Dz 111a; Dz 116.


ORACIÓN
Pidamos al Señor por intercesión de su Santa Madre, que nos de fe para creer en Él como Mesías, como el ciego de Jericó; que nos cure de la ceguera del pecado; de la necedad; de esa especial ceguera de hoy que es el rechazo de la Verdad por parecer dura. De esa preferencia por mentiras piadosas y optimismo demagógico evasivo. De esa preferencia por la aceptación del Sistema, del Mundo, antes que poner la cara por Cristo y pasar por antiguos, fanáticos, fundamentalistas, …
Que reivindiquemos el Reino sociopolítico de Cristo contra viento y marea, incluso contra la propia jerarquía de esta mutación infame de la otrora iglesia católica.
Que asumamos virilmente que somos una ínfima minoría contracorriente y políticamente incorrecta; out system en el plano ontológico.
Que aceptemos la Verdad de Cristo y rechacemos enérgicamente la Mentira seductora del Mysterium Iniquitatis que tenemos ante nuestros ojos desarrollándose.
Que estemos preparados como cristianos fieles, adultos, crecidos, para nuestra propia subida a Jerusalén sin cobardías, dilaciones ni lloriqueos.




DE LA PRESUNCIÓN Y EL OPTIMISMO HISTÓRICO FALSAMENTE CATÓLICOS

  Cuando ocurre una manifestación sobrenatural que produce una revelación privada -y estamos hablando de aprobación sobrenatural por la Igle...