domingo, 23 de junio de 2019

EL EVOLUCIONISMO MODERNISTA SOLAPADO

El cliché aquel de Una mas profunda inteligencia de la Fe; o una novedad de perspectiva o actitud distinta y mas actualizada con los tiempos que corren sobre antiguas posiciones del Magisterio, o el nuevo concepto neoconservador liberal de "Tradición Viva" (1)...ha permitido contradecir de plano, frontalmente el Magisterio ya establecido de la Iglesia por 1962 años, sin que lo parezca.

Una mayor comprensión de la Fe nunca puede contravenir de plano lo ya sabido por la Iglesia y elevado a Magisterio consolidado sobre un tema.

Pues bien, así se contravino la Tradición y el Magisterio en el II Concilio Vaticano, es decir la Verdad dada a la Iglesia por Cristo durante su historia.

Con estos clichés cargados de evolucionismo e historicismo modernista los Papas y Padres Conciliares se han permitido tergiversar gravemente la Verdad.

Una cosa es un desarrollo de un punto de la Revelación que estaba implícito, en germen, en la Revelación, y es explicitado, como la Asunción de la Virgen, o el Purgatorio, que, naturalmente no se contraponen sino que están en armonía con la Revelación, la Tradición, el Magisterio de siempre de la Iglesia.

Otra cosa es una contradicción flagrante. Son dos cosas completamente distintas, que asombrosamente pasan desapercibidas para muchos incluso eruditos. El motivo es que estos eruditos también están informados de modernismo.

Esta supuesta mejora de la inteligencia de la Fe se logra -según la mentalidad modernista conciliar- confrontando la Verdad Revelada, Magisterio y Tradición, con las concepciones modernas en boga en el mundo y los adelantos científicos y tecnológicos y la evolución fáctica de las culturas, las sociedades y las formas políticas.

Esto es ni mas ni menos que acomodar la Iglesia al mundo, algo de lo cual ya nos advertía San Pablo en sus Cartas, que no debe hacer; y así siempre lo ha entendido la Iglesia, por 1962 años....hasta que se filtró en su Magisterio el Progremodernismo.

La Verdad revelada es Inmutable, no puede cambiar. Puede desarrollarse, pero no contradecirse a sí misma; Dios no es un hombre caído para contradecirse. La Escritura es clara:

Cielo y tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará..

No pasará ni una tilde ni una jota de la Ley hasta que todo se cumpla...

Si un ángel del Cielo, o nosotros mismos predicara otro Evangelio, sea anatema!

Hay meduloso Magisterio sobre esto.


Vemos azorados como los textos conciliares de base, como ya el Discurso mismo de Inicio, o  Dignitates Humanae, Nostra Aetate...Gaudium et Spes….adolecen de aquel evolucionismo modernista, justificado por el cliché de marras.

Así se cae en el liberalismo, la libertad religiosa laicista liberal, el indiferentismo, el relativismo, el pelagianismo..ya condenados con claridad y explicitud por la Iglesia reiteradas veces.

Esta abdicación básica del II Concilio, su rendición ante la presión del Leviatán y su plegarse a sus demandas, mina de entrada, con anterioridad, toda acción atomizada, aislada, esporádica, puntual, todo discurso o incluso encíclica fiel a la Verdad que pudo haberse hecho después. Una vez que se ha abierto el dique y las aguas fluyen en catarata, tratar de hacer algo parando con las manos el río que corre raya en lo ridículo, lo patético.

Por si fuera poco, la labor de minado de las bases de la Iglesia no se limitó a los textos del trágico Concilio: pasó también al Derecho Canónico, al Catecismo de la Iglesia, al Padrenuestro....al Rosario, a las oraciones de la Liturgia Tridentina en los misales post conciliares...

Por esto los documentos ortodoxos -si es que realmente hubo alguno que pueda llamarse cabalmente así- que emitieron con posterioridad al Concilio los Papas subsiguientes, son meros cosméticos; pomadita sobre gangrena. Denunciar todo el Concilio y todo lo hecho posteriormente en base a él, sería lo único que pudiera remediar en parte la catástrofe cometida.

Lo mas asombroso, surrealista de todo esto es que aún hoy, después de toda la debacle y contemplando los frutos catastróficos de aquel sueño buenista, de aquella utopía pelagiana y optimista infantil, ingénua, suicida de reconciliación con el Leviatán, los grandes y conspicuos protagonistas fautores y responsables que quedan vivos siguen pidiendo que le demos gracias a Dios por el II Concilio Vaticano y sus reformas.

Lo mas tragicómico es que estos hombres aún aferrados al Origen de la Tragedia, son tenidos por algunos como los íconos de la ortodoxia y la fidelidad a la Fe de Cristo.

Dios nos pille confesados.

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1 comentario:

  1. El Bueno, el Reformador...(o como le digo?) el Magno..ya fueron a rendir cuentas. Queda el Ortodoxo, El Conservador (?!)….rindiendo loas al Concilio y criticando los males que entraron a la Iglesia quien sabe por donde....

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