Asistimos a las tomas de
posesión de sus actas de Diputados y Senadores una vez cumplidos los plazos prescritos. Y los católicos más comprometidos
se obstinan en enorgullecerse de su elección en la ceremonia ciudadana de la
ilusoria participación en los destinos de la patria.
Hijos del sufragio universal y la dicotomía persona/individuo
maritaineniana (“Para una Filosofía de la
Persona Humana”, de Jacques Maritain) y con las nobles armas de la
Cristiandad aherrojadas por el moho rahneriano de la rendición (“Filosofía para todos. Una breve historia del
pensamiento, de Sócrates a Ratzinger”, de Stefano Montana), contemplan
traspuestos a esos católicos
autoproclamados políticos que devienen a
la salvación terrena en un mesianismo invertido, horizontal y terreno.
Orgullosos de verse representados en paladines de los principios católicos.
Juran por Dios, mano alzada
sobre una Biblia de dudosa edición, el acatar una Constitución atea. Juran
por Dios defender un estado social
contrario a Cristo que le niega y le combate en cada ley positiva que emana
de su cuello cual Medusa. Juran por Dios
defender la democracia como fundamento de gobierno (“Las aporías de la democracia como forma de Estado”, de Miguel Ayuso),
en el que las mayorías definen la verdad al margen de la Verdad misma.
Usan el nombre de Dios para abominar de su propio nombre.
Pero en este viaje hacia la “locura”, que así lo llamó Gregorio XVI (Encíclica Mirari) y Pío IX “libertad de perdición” (Encíclica Quanta cura), se suman
alegres, pontificales, magisteriales y de amabilidad histriónica, Juan Pablo II
–por ejemplo , en su visita a Paraguay, el 18 de mayo de 1.988 - : "no
será posible hablar de verdadera libertad, y menos aún de democracia, donde no
exista la participación real de todos los ciudadanos en poder tomar las grandes
decisiones que afectan a la vida y al futuro de la nación". No se quedó atrás Benedicto XVI con su homólogo civil
George Bush (viaje Apostólico a EE.UU. el 16 de abril de 2.008): "la
búsqueda de libertad de América ha sido guiada por la convicción de que los
principios que gobiernan la vida política y social están íntimamente
relacionados con un orden moral, basado en la señoría de Dios Creador"; da un paso más, implicando la
voluntad de Cristo en lo que el Magisterio anterior, desde Pio VI con
Adeo Nota hasta Pio XI en Quas Primas ya de una forma solemne, es condenado
como contrario a la reyecía de Cristo.
Y éste último –Benedicto XVI-,
ante conservadores, (que como decía el pensador peruano José de la Riva Agüero:
“¿usted cree que hoy hay algo que
conservar?”) de los que enarboló la bandera de la decencia postconciliar,
el nuevo purismo de la heterodoxia, acogió bajos sus alas de intelectual personalista (remito al encuentro
entre Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger, donde este último desplegó en el
debate su Teología Personalista), la Fe convertida en principios.
Eso sí, Principios No
Negociables. Y asociaciones civiles por doquier, se lanzaron al redil de
aerópago ciudadano para su defensa ultramontana. Abandonada la Fe y sus verdades,
y escogidas unas, convertidas otras y licuada alguna, para denigrarlas a
categoría de principios (cuatro: Vida, Familia, Libertad de Enseñanza y Bien
Común), terminaron de hundir al triste
católico ciudadano en una parodia de la venenosa democraciacristiana (“De la democracia y de la Democracia Cristiana”,
de Danilo Castellano).
Y dado que estos Principios
siguen infundiendo espíritus y animando a encuentros católicos de enjundia,
hagamos unas breves reflexiones:
·
Las Verdades de Fe no son principios, son eso mismo:
Verdades.
·
No son unas Verdades negociables y otras no, porque todas son
Verdades.
·
En las Verdades de Fe no impera la democracia, por que vienen
dadas por su propia constitución como Verdades, no por decisiones en votaciones
o por aceptación por parte del mundo, sino por Dios mismo.
·
Las Verdades lo son todas, siempre y al completo.
·
Las Verdades no son principios animadores o vivificadores de
una sociedad en aras a un mundo mejor,
no. Son la base misma de la sociedad y no otra. La ausencia de Ellas es la barbarie.
·
Las Verdades de Fe no son unas ideas más en el mercado de las
opiniones, son la Verdad. Por lo que no tienen la consideración de opción.
Se imponen por ellas mismas: porque son Verdades queridas por Dios
mismo.
·
No son contrarias al pluralismo democrático, porque tal
pluralismo de verdades no existe. La Verdad es única.
·
Y sí debe, la Verdad (que es Cristo), imponerse en la
sociedad, porque todo lo creado le está sometido, es Rey, Creador y Legislador.
Y como tal no imparte principios, y mucho menos algunas verdades innegociables
en oposición a otras que sí lo son.
Condena el Syllabus (fíjense que conjugo en presente, no en pasado)
la siguiente proposición: “las leyes
morales no tienen necesidad de sanción divina” (punto LVI), no una ley, dos o tres, sino todas. “Ni es tampoco necesario que las leyes humanas se conformen con el derecho natural o reciban de Dios su
fuerza obligatoria” (punto LVI):
repito que ni una, ni dos ni tres, sino todas.
Y una última condena que
viene a colación: “en la época actual no
es necesario ya que la religión católica sea considerada como la única religión
del estado, con exclusión de todos los demás cultos” (punto LXXVII). Ésta
última condena causa escándalo
únicamente en las mentes liberales, sean
seglares o eclesiásticas, animador de parroquia, obispo, cardenal o Papa.
Y es esa misma mente liberal,
que enraizada en lo más profundo del alma de la Iglesia, incluso crece como
hiedra en la vida de piedad de muchos abonada por la soledad de un dios que sólo puede transitar por la conciencia, es donde se
construye esta sociedad sin Dios. Téngase el Rosario colgado de la mano o se
procesione en Semana Santa, sólo existe un calificativo: colaborador del Mal
con su voto.
Firma: Godino Bastida
Cuanto uno mas investiga, mas se desencanta de los santones conciliares. A medida que uno hace una biopsia histórica de la época conciliar, entre esos santones uno detecta claramente el cáncer del liberalismo.
ResponderEliminarExacto! "ortodoxia" con fondo liberal....una burla macabra del enemigo.
EliminarTeólogos, Prefectos y Papas, esgrimiendo a maritain y un seudo catolicismo liberal......y todavía estos mismos se asombran del estado de la iglesia de hoy. una vez sembrado el germen liberal, la disolución y la apostasía son cuestión de tiempo.....de poco tiempo...
ResponderEliminarbien dicho Ignacio! la luz falsa de maritain impregna los beatísimos cerebros y almas conciliares.
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