jueves, 6 de junio de 2019

CATOLICISMO Y POLÍTICA - POR GODINO BASTIDA


Asistimos a las tomas de posesión de sus actas de Diputados y Senadores una vez  cumplidos los plazos  prescritos. Y los católicos más comprometidos se obstinan en enorgullecerse de su elección en la ceremonia ciudadana de la ilusoria participación en los destinos de la patria.

Hijos del  sufragio universal y la dicotomía persona/individuo maritaineniana (“Para una Filosofía de la Persona Humana”, de Jacques Maritain) y con las nobles armas de la Cristiandad aherrojadas por el moho rahneriano de la rendición (“Filosofía para todos. Una breve historia del pensamiento, de Sócrates a Ratzinger”, de Stefano Montana), contemplan traspuestos a  esos católicos autoproclamados políticos que  devienen a la salvación terrena en un mesianismo invertido, horizontal y terreno. Orgullosos de verse representados en paladines de los  principios católicos.

Juran por Dios, mano alzada sobre una Biblia de dudosa edición, el acatar una Constitución atea. Juran por  Dios defender un estado social contrario a Cristo que le niega y le combate en cada ley positiva que emana de  su cuello cual Medusa. Juran por Dios defender la democracia como fundamento de gobierno (“Las aporías de la democracia como forma de Estado”, de Miguel Ayuso), en el que las mayorías definen la verdad al margen de la Verdad  misma.

Usan el nombre de  Dios para abominar de su propio nombre.

Pero en este viaje hacia la “locura”, que así lo llamó Gregorio XVI (Encíclica Mirari) y Pío IX “libertad de perdición” (Encíclica Quanta cura), se suman alegres, pontificales, magisteriales y de amabilidad histriónica, Juan Pablo II –por ejemplo , en su visita a Paraguay, el 18 de mayo de 1.988 - : "no será posible hablar de verdadera libertad, y menos aún de democracia, donde no exista la participación real de todos los ciudadanos en poder tomar las grandes decisiones que afectan a la vida y al futuro de la nación". No se quedó  atrás Benedicto XVI con su homólogo civil George Bush (viaje Apostólico a EE.UU. el 16 de abril de 2.008): "la búsqueda de libertad de América ha sido guiada por la convicción de que los principios que gobiernan la vida política y social están íntimamente relacionados con un orden moral, basado en la señoría de Dios Creador"; da un paso más, implicando la  voluntad de Cristo en lo que el Magisterio anterior, desde Pio VI con Adeo Nota hasta Pio XI en Quas Primas ya de una forma solemne, es condenado como contrario a la reyecía de  Cristo.

Y éste último –Benedicto XVI-, ante conservadores, (que como decía el pensador peruano José de la Riva Agüero: “¿usted cree que hoy hay algo que conservar?”) de los que enarboló la bandera de la decencia postconciliar, el nuevo purismo de la heterodoxia, acogió bajos sus alas de  intelectual personalista (remito al encuentro entre Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger, donde este último desplegó en el debate su Teología Personalista), la Fe convertida en principios.

Eso sí, Principios No Negociables. Y asociaciones civiles por doquier, se lanzaron al redil de aerópago ciudadano para su defensa ultramontana. Abandonada la Fe y sus verdades, y escogidas unas, convertidas otras y licuada alguna, para denigrarlas a categoría de principios (cuatro: Vida, Familia, Libertad de Enseñanza y Bien Común), terminaron de  hundir al triste católico ciudadano en una parodia de la venenosa democraciacristiana (“De la democracia y de la Democracia Cristiana”, de Danilo Castellano).

Y dado que estos Principios siguen infundiendo espíritus y animando a encuentros católicos de enjundia, hagamos unas breves reflexiones:

·                   Las Verdades de Fe no son principios, son eso mismo: Verdades.

·                   No son unas Verdades negociables y otras no, porque todas son Verdades.

·                   En las Verdades de Fe no impera la democracia, por que vienen dadas por su propia constitución como Verdades, no por decisiones en votaciones o por aceptación por parte del mundo, sino por Dios mismo.

·                   Las Verdades lo son todas, siempre y al completo.

·                   Las Verdades no son principios animadores o vivificadores de una sociedad en aras  a un mundo mejor, no. Son la base misma de la sociedad y no otra. La ausencia de Ellas  es la barbarie.

·                   Las Verdades de Fe no son unas ideas más en el mercado de las opiniones, son la Verdad. Por lo que no tienen la consideración de opción. Se  imponen por ellas  mismas: porque son Verdades queridas por Dios mismo.

·                   No son contrarias al pluralismo democrático, porque tal pluralismo de verdades no existe. La Verdad es única.

·                   Y sí debe, la Verdad (que es Cristo), imponerse en la sociedad, porque todo lo creado le está sometido, es Rey, Creador y Legislador. Y como tal no imparte principios, y mucho menos algunas verdades innegociables en oposición a otras que sí lo son.
Condena el Syllabus (fíjense que conjugo en presente, no en pasado) la siguiente proposición: “las leyes morales no tienen necesidad de sanción divina” (punto LVI), no una ley, dos o tres, sino todas. “Ni es tampoco necesario  que las leyes humanas se conformen  con el derecho natural o reciban de Dios su fuerza  obligatoria” (punto LVI): repito que ni una, ni dos ni tres, sino todas.
Y una última condena que viene a colación: “en la época actual no es necesario ya que la religión católica sea considerada como la única religión del estado, con exclusión de todos los demás cultos” (punto LXXVII). Ésta última condena  causa escándalo únicamente en las mentes  liberales, sean seglares o eclesiásticas, animador de parroquia, obispo, cardenal o Papa.

Y es esa misma mente liberal, que enraizada en lo más profundo del alma de la Iglesia, incluso crece como hiedra en la vida de  piedad de  muchos abonada por la soledad de  un dios que sólo puede  transitar por la conciencia, es donde se construye esta sociedad sin Dios. Téngase el Rosario colgado de la mano o se procesione en Semana Santa, sólo existe un calificativo: colaborador del Mal con su voto.





Firma: Godino Bastida

4 comentarios:

  1. Cuanto uno mas investiga, mas se desencanta de los santones conciliares. A medida que uno hace una biopsia histórica de la época conciliar, entre esos santones uno detecta claramente el cáncer del liberalismo.

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    1. Exacto! "ortodoxia" con fondo liberal....una burla macabra del enemigo.

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  2. Teólogos, Prefectos y Papas, esgrimiendo a maritain y un seudo catolicismo liberal......y todavía estos mismos se asombran del estado de la iglesia de hoy. una vez sembrado el germen liberal, la disolución y la apostasía son cuestión de tiempo.....de poco tiempo...

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    1. bien dicho Ignacio! la luz falsa de maritain impregna los beatísimos cerebros y almas conciliares.

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