martes, 28 de julio de 2020

SANTOS NAZARIO Y CELSO, MÁRTIRES; SAN VICTOR, PAPA Y MARTIR; SAN INOCENCIO, PAPA Y CONFESOR

(Fecha desconocida) - El padre de San Nazario era un oficial pagano del ejército romano, su madre, en cambio, era una cristiana muy ferviente. Nazario fue instruido en la fe por San Pedro y sus discípulos. Movido por el celo de la salvación de las almas, partió de Roma y predicó el Evangelio en varias ciudades, con el fervor y desinterés propios de un verdadero discípulo de los apóstoles. Murió decapitado en Milán, junto con Celso, un joven que le acompañaba en sus viajes. El martirio tuvo lugar al principio de la persecución de Nerón. Los mártires fueron sepultados en un huerto de las afueras de la ciudad. Poco después del año 395, San Ambrosio descubrió las reliquias. La sangre de Nazario estaba tan roja y fresca como si el santo hubiese muerto aquel mismo día. San Ambrosio trasladó los cuerpos de los mártires a la iglesia de los Apóstoles, que acababa de construir. Una mujer se vio libre de un mal espíritu en presencia de las reliquias.
Alban Butler tomó este breve relato de un sermón que San Enodio predicó en la fiesta de los mártires; también se basó en otro sermón atribuido erróneamente a San Ambrosio y en la biografía suya que escribió el diácono Paulino. No es imposible que la tradición aceptada en Milán en el siglo IV haya orientado a San Ambrosio en la búsqueda de las reliquias; pero lo único que podemos asegurar con certeza es que las encontró y las trasladó. Las versiones posteriores de la leyenda de San Nazario y San Celso son mucho más complicadas y están llenas de contradicciones y datos fabulosos. La fiesta de estos santos se celebra junto con la de los Papas Víctor I e Inocencio I (ver los artículos siguientes) y sus nombres aparecen en el canon de la misa del rito milanés.
El P. Fedele Savio estudió muy a fondo la leyenda de los Santos Nazario y Celso en Ambrosiana (volumen publicado con motivo del centenario de San Ambrosio en 1897) y en Gli antichi vescovi d´Italia, pte. I (1913). El autor prueba que los cuatro textos griegos y los dos textos latinos que poseemos, se derivan probablemente de un original escrito en África en el siglo IV. Véase también Acta Sanctorum, julio, vol. I; y Delehaye, Les origines du culte des martyrs, pp. 79-80, etc.


SAN VICTOR, PAPA Y MARTIR
(199 P. C.) - San Víctor, originario de África, sucedió en el pontificado a San Eleuterio hacia el año 189. Las virtudes que le habían preparado a tan alto puesto hicieron de él un digno sucesor de los apóstoles y le ayudaron a afrontar las dificultades de su época. Por ejemplo, ciertos cristianos del Asia que vivían en Roma, insistían en celebrar la Pascua según su propia tradición, aunque no fuese en domingo. Como ciertos obispos de Asia los apoyasen, San Víctor los amenazó con la excomunión. San Ireneo de Lyon y otros prelados protestaron contra la severidad del Pontífice, haciendo notar que hasta entonces se habían tolerado las diferencias disciplinares para conservar la paz entre los cristianos. Según parece, la protesta tuvo éxito. Pero San Víctor siguió defendiendo, con perfecta razón, su derecho a exigir la uniformidad en su diócesis, sin que los otros obispos se mezclasen en ello. Otra de las dificultades con las que el santo tuvo que enfrentarse, fue la enseñanza de cierto comerciante en cuero, originario de Bizancio, llamado Teódoto, quien sostenía que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.
San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, y no hay ninguna razón para suponer que haya sido martirizado. Pero las persecuciones que debió sufrir a causa de su enérgico celo por la fe, le merecen el título de mártir que le da la liturgia. El nombre de San Víctor aparece en el canon de la misa ambrosiana. Según San Jerónimo, el santo Pontífice fue el primero que celebró los sagrados misterios en latín. En Escocia se le tributaba antiguamente particular devoción, debido a la leyenda de que había enviado misioneros a esa nación.
Casi todo lo que sabemos acerca de San Víctor procede de Eusebio y del Líber Pontificalis, que le califica de mártir. Véase también Acta Sanctorum, julio, vol. VI; y Duchesne, Historia de la primitiva Iglesia, vol. I, c. 16.

SAN INOCENCIO, PAPA Y CONFESOR

(417 P. C.) - Inocencio I nació en Albano, cerca de Roma, y sucedió en el pontificado a San Anastasio I el año 401. Durante dieciséis años participó activamente en los asuntos eclesiásticos. Apenas sabemos algo de la vida personal de San Inocencio, pero su obra demuestra que era un hombre muy capaz, enérgico y vigoroso. El santo Pontífice ordenó a San Victricio, obispo de Rouen, que refiriese a Roma las causas de mayor importancia y en el mismo sentido se expresó en una carta que dirigió a los obispos de España. También aconsejó a algunos prelados en el sentido de que el clero observase más rigurosamente el celibato, siguiendo la costumbre de Roma. San Inocencio apoyó a San Juan Crisóstomo, quien había sido injustamente removido de la sede de Constantinopla por el sínodo de "La Encina"; en efecto, el Pontífice no sólo se negó a reconocer a los sucesores de San Juan Crisóstomo, sino que trató en vano de persuadir al emperador Arcadio de que le restituyese a su sede. Los obispos de África que habían condenado el pelagianismo en los Concilios de Cartago y Milevis el año 416, escribieron al Papa para que confirmase sus decisiones. En su respuesta, San Inocencio les dijo que "en las cuestiones de fe, los obispos de todo el mundo deben consultar a San Pedro" y les alabó por haberlo hecho así. San Agustín anunció la confirmación pontificia en su diócesis de Hipona con estas palabras: "Dos concilios habían escrito a la Sede Apostólica sobre la cuestión. Roma ha hablado. La cuestión está zanjada." Tal es el origen del adagio: "Roma locuta, causa finita est."
Durante el pontificado de San Inocencio I, en la última noche del año 406, los bárbaros cruzaron el Rin. Cuatro años más tarde Roma fue saqueada por los godos. Inocencio se hallaba entonces en Ravena, a donde había ido a tratar de persuadir al emperador Honorio de que se ganase a los bárbaros con regalos. El santo Pontífice murió el 12 de marzo del año 417.
La vida de San Inocencio I, como la de San Víctor I, pertenece más bien a la historia general que a la hagiografía. En las cartas de San Inocencio y en los documentos de la época hay muchos datos sobre su pontificado. Véase Acta Sanctorum, julio, vol. VI; L. Duchesne, Historia de la primitiva Iglesia, vol. III; DCB., vol. III, pp. 243-247. Acerca de los decretos litúrgicos de San Inocencio, cf. R. Connolly en Journal of Theological Studies vol. XX (1919), pp. 215-226.
FUENTE

martes, 21 de julio de 2020

LA MISA CATÓLICA CONFRONTADA CON EL NOVUS ORDO




La Misa nueva tiene ya 50 años; razón por la cual un sinfín de católicos no han conocido otra Misa en su vida, y tal vez ni siquiera saben que antes había otra Misa, una Misa radicalmente distinta; razón también por la cual nuestra crítica a la Misa nueva puede parecerles escandalosa, como si fuera un ataque contra el culto que la Iglesia rinde a Dios y a Jesucristo. Para otros católicos, tal vez más leídos, la Misa nueva se acercaría más que la Misa tradicional a las antiguas celebraciones de la Iglesia primitiva, y sería así, en realidad, una vuelta a la tradición antigua de los primeros cristianos; pero esa creencia se funda totalmente en la confianza depositada en lasficcioneslitúrgicas de losteóricos del MOVIMIENTO LITÚRGICO, que imaginan cómo habrían sido las antiguas celebraciones, en base a postulados comunitarios y democráticos, para poder justificar luego su innovación litúrgica, más acorde con la mentalidad del hombre moderno, pero sin precedente alguno en la historia de la Iglesia. Se impone, pues, un cotejo o confrontación entre las dos Misas, tomando como criterio único de este cotejo la doctrina constante de la Iglesia. Justifiquemos primero por qué es ese el criterio a cuya luz debe realizarse dicha confrontación, y procedamos luego a la misma. 1º La doctrina inmutable de la Iglesia, criterio para examinar cualquier novedad. La Iglesia de Cristo ha sido instituida con una doble misión: una misión de fe y una misión de santificación de los hombres redimidos por la sangre del Salvador. Debe llevar a los hombres la fe y la gracia: la fe por medio de su enseñanza, y la gracia por medio de los Sacramentos que le confió Nuestro Señor Jesucristo. Su misión de fe consiste en transmitir a los hombres la revelación de las verdades sobrenaturales que Dios ha hecho al mundo, y en conservarlas a través de los siglos sin ningún tipo de alteración. Por eso la Iglesia católica es, ante todo, la fe inalterable; es, como dice San Pablo, «la columna y firmamento de la verdad» (I Tit. 3 15) que, a lo largo de los siglos, es siempre fiel a sí misma e inflexible testigo de Dios, en medio de un mundo envuelto en perpetuos cambios y contradicciones. Hojitas de Fe nº 325 – 2 – DEFENSA DE LA FE Pues bien, a través de los siglos, la Iglesia católica enseña y defiende su fe ciñéndose a un solo criterio: lo que siempre se ha creído y enseñado, según el célebre adagio: «Quod semper, quod ubique, quod ab omnibus» (lo creído siempre, en todas partes y por todos). Todaslas herejías con las que la Iglesia ha tenido que enfrentarse constantemente, han sido siempre juzgadas y rechazadas por no ser conformes con este criterio. El primer principio observado desde tiempos primitivos por la jerarquía de la Iglesia, especialmente la de Roma, ha sido el de mantener sin cambios la verdad recibida de los Apóstoles y de Nuestro Señor. La doctrina del Santo Sacrificio de la Misa pertenece a este tesoro de verdades de la Iglesia. Y si en nuestra época, sobre este tema en particular, aparece una especie de ruptura con el pasado de la Iglesia, tal novedad debería alertar a toda conciencia católica, como en los tiempos de las grandes herejías en los siglos pasados, y provocar universalmente un deseo de confrontar esta ruptura con la fe de la Iglesia, que no cambia nunca. 2º ¿Que es la Misa? Sabido es de todos que la Misa tradicional no ha sido siempre tal como la conocemos hoy. Mantiene, por supuesto, lo esencial de las celebraciones hechas por los Apóstoles según el orden instituido por Cristo; pero, además, se vio enriquecida con oraciones nuevas, alabanzas y precisiones hechas en un largo período de tiempo, a fin de expresar mejor el misterio eucarístico y preservarlo de errores y herejías. De este modo, la Misa se elaboró progresivamente en torno a un núcleo primitivo que nos legaron los Apóstoles, testigos directos de la institución de Cristo. Al igual que una piedra preciosa se encierra en un estuche, el tesoro de la Misa quedó confiado a la Iglesia, que lo meditó, ajustó y adornó como una obra musical o de orfebrería. Ella conservó lo mejor de este tesoro, y explicó con sabiduría lo que estaba como implícito en dicho misterio, de modo semejante a como la semilla de mostaza hace crecersusramas, pero todo el árbolresultante estaba contenido ya, de hecho, en la semilla. Esta lenta y progresiva elaboración o explicación acabó sustancialmente en la época del papa San Gregorio, a fines del siglo VI. Sólo se le añadieron posteriormente algunos complementossecundarios. Este trabajo de los primerossiglos del cristianismo ha sido una obra de fe para exponer a la inteligencia de los hombres la institución de la Eucaristía hecha por Cristo, a fin de que sea una verdad mejor comprendida. De esta forma la Misa es la expresión y explicación del misterio eucarístico, y su misma celebración. 3º Doctrina católica definida sobre la Misa. La Iglesia siempre poseyó pacíficamente las verdades referentes a la Misa, hasta el tiempo de la herejía luterana. Mas, frente a las negaciones de Lutero, el Concilio de Trento, llevado de verdadera solicitud pastoral hacia las almas, de- DEFENSA DE LA FE – 3 – Hojitas de Fe nº 325 fendió a las ovejas contra el lobo que arremetía contra el rebaño, y reafirmó la doctrina invariable de la Iglesia católica, definiendo en particular, sobre el Santo Sacrificio de la Misa, los tres dogmas siguientes: 1º La Misa es un verdadero sacrificio, y sacrificio propiciatorio o expiatorio para el perdón de los pecados; ya que es sustancialmente el mismo sacrificio de la Cruz, perpetuado en los altares, y en la Cruz Nuestro Señor se inmoló para «salvar a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1 21). Por ello, no es sólo un memorial, o un sacrificio de alabanza o de acción de gracias, aunque también engloba esos aspectos. Enseña el Concilio de Trento que la Misa es «verdadero y propio sacrificio»; ahora bien, sólo lo sería metafóricamente o por modo de figura si el mismo rito de la Misa no tuviese una estructura sacrificial: es elrito de un sacrificio, y no el de una cena o banquete. En la Misa todo nos recuerda esta realidad sacrificial: • se celebra en un altar, que no es apto para cenas, sino sólo para sacrificios, y no en una mesa, que no es apta para sacrificios, sino sólo para cenas; • se hace en ella mención continua de una Víctima inmolada, Víctima inmaculada, y nadie pretenderá que el pan pueda ser esa hostia inmaculada; • se requiere en el altar la presencia de reliquias de mártires, que se han unido por su muerte al sacrificio de Cristo; • la misma comunión tiene el aspecto, no de un banquete, sino de una manducación sacrificial, la de la Víctima inmolada. 2º En la Misa, la presencia de Cristo es real, esto es, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, como siempre lo enseñaron nuestros catecismos, y no una simple presencia espiritual, como la que se da «donde dos o tres están reunidos en mi nombre» (Mt. 18 20), como se atreve a decirlo el nº 7 de Missale romanum. Es evidente que,si la Misa es un verdadero y propio sacrificio, la Víctima debe estar verdadera y propiamente presente. Se hace mención del Cuerpo, Sangre y Alma deCristo, porque la inmolación recae sobre su santa humanidad, la única que puede ser sacrificada; asimismo, porque la inmolación de la Víctima reclama la separación de Cuerpo y Sangre, que se realiza por la Consagración de ambos porseparado. Todo, en elrito de la Misa, nosrecuerda esa presencia real, desde las genuflexiones del sacerdote cada vez que ha de manipularla sagrada Hostia después de laConsagración, hasta las prescripciones para cuando una Hostia cae en elsuelo, la comunión de rodillas y en la boca, la reserva del Santísimo en el Sagrario, la genuflexión que se hace al Santísimo cuando se ingresa en una iglesia. 3º En la Misa, el papel del sacerdote es esencial y exclusivo: el sacerdote, y sólo él, ha recibido, a través del sacramento del Orden, el poder de consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es dogma de fe que el sacerdote, en la Santa Misa, obra «in persona Christi», esto es, haciendo las veces de Cristo, a título de instrumento suyo; y así su sacerdocio es ministerial, sí, pero ministerial respecto de Cristo, no respecto de la comunidad cristiana. Los Sacramentos, entre los que la Eucaristía ocupa el lugar central, son así la acción exclusiva de la jerarquía de la Iglesia; de modo que hasta las funciones secundarias del sacrificio reclaman ministros sagrados, que hayan recibido órdenes sagradas para realizar tales ministerios, y que sólo actúan como ayudantes del sacerdote o del obispo. Hojitas de Fe nº 325 – 4 – DEFENSA DE LA FE Estas tres verdades las expresa con suma claridad la Misa tradicional, milenaria, latina y romana, sin suprimir nada al misterio que en ella se realiza. ¿Sucederá lo mismo con la Misa nueva? Es lo que cabe preguntarse. 4º ¿Qué es la Misa nueva? Sabido es, por desgracia, que la Misa nueva fue impuesta al mundo católico por conveniencias ecuménicas. Fue enteramente concebida y elaborada en un sentido ecuménico, para ser acogida por las diferentes confesiones protestantes, cada una de las cualestiene su fe propia. La Misa antigua, en cambio, era un grave obstáculo para «reconstruir la unidad» con los reformadores del siglo XVI, ya que afirmaba con precisión, y sin dejar ningún lugar a dudas, la fe católica que niegan los protestantes, y que se resume en los tres puntos esenciales arriba expuestos: 1º la realidad del sacrificio; 2º la realidad de la presencia real; 3º la realidad del poder sacerdotal. Muy significativa en esta línea fue la presencia de seis teólogos protestantes, debidamente capacitados para participar en la elaboración de los nuevos textos; como lo fue también la aceptación del nuevo rito por parte de prestigiosas autoridades protestantes, entre ellas la de la comunidad protestante de Taizé, cuando declaró que, «teológicamente hablando, las comunidades protestantes pueden celebrar su Cena con las mismas oraciones que la Iglesia católica». ¿Cómo lograr un rito común a católicos y protestantes en una óptica ecuménica, sin negar la fe católica, pero a la vez sin «ofender» a los «hermanos separados»? Simplemente, poniendo sordina a lastres verdades católicassobre la Misa. De este modo, la Misa nueva es indiferente al dogma, y puede acomodarse a la fe protestante y servir incluso como punto de encuentro, en el mundo de la unidad ecuménica, para una misma celebración, en la que los dogmas discutidos, sin negarlos, han sido prudentemente silenciados, y sólo se han conservado los gestos, expresiones y actitudes capaces de ser interpretados según la fe de cada uno. Conclusión. ¿Acaso podrá negarse la evidencia de estos hechos? Con todo, para mayor cúmulo de pruebas, iremos mostrando, en tres Hojitas de Fe sucesivas, cómo la Misa nueva silencia cada una de estas tres verdades. Séanos lícito por ahora señalar lo que intentaremos demostrar claramente: que esta Misa nueva y ecuménica ya no es expresión clara de la fe católica. En su súplica al papa Pablo VI, los cardenales Ottaviani y Bacci no temieron hacer la siguiente observación, que hasta ahora nadie ha podido contestar en rigor: «El Novus Ordo Missae se aleja de manera impresionante, tanto en su conjunto como en sus detalles, de la teología católica de la santa Misa»

VER ESTE VIDEO: COMPARACIÓN DEFINITIVA





FUENTE

DE LA PRESUNCIÓN Y EL OPTIMISMO HISTÓRICO FALSAMENTE CATÓLICOS

  Cuando ocurre una manifestación sobrenatural que produce una revelación privada -y estamos hablando de aprobación sobrenatural por la Igle...