sábado, 23 de marzo de 2024

DE LA PRESUNCIÓN Y EL OPTIMISMO HISTÓRICO FALSAMENTE CATÓLICOS

 Cuando ocurre una manifestación sobrenatural que produce una revelación privada -y estamos hablando de aprobación sobrenatural por la Iglesia- no es para legitimar un orden de cosas humano erróneo, que va contra Dios; sino que la misericordia de Dios quiere salvar lo salvable en una situación difícil o catastrófica.

Francia ha recibido las mayores y privilegiadas apariciones: el Sagrado Corazón, La Sallete, la Medalla Milagrosa, Lourdes, y una cantidad de grandes santos y nuevas familias religiosas; y jamás se puede interpretar eso como una suerte de aprobación divina por la Ilustración, la Revolución Francesa, las revoluciones de 1848, de 1968, el liberalismo....
Hoy Francia es un títere ejemplar y con cierta influencia universal, del poder del Nuevo Orden Mundial anticristiano. Está en apostasía.
Dios nunca bendice ni blanquea el pecado, el mal ni la apostasía.
Aplíquese esto a la Argentina.
Nuestra Señora de Luján -y también Nuestra Señora de Itatí-no vino a bendecir ni legitimar la gandulería, la irresponsabilidad inconsciente, el triunfalismo estúpido púramente humano y frívolo....el régimen liberal que expulsa a Cristo de la vida pública, la conformidad tibia con el mal... la apostasía.
Nada de eso, con su providencia, Dios, previendo el desastre, quiere salvar lo salvable, con medios extraordinarios.
Para que Dios bendiga algo, debe haber conversión. Y en cuanto al plano sociopolítico, solo bendecirá y protegerá el Reino Social de Cristo; no el non serviam luciferino liberal. No hay que hacerse ilusiones presumidas que son un nueva burla a Dios.
Tras de aquel tonto y frivolo buenismo, optimismo humano triunfalista, estúpida e irresponsable presunción, se esconde y se disfraza el humanismo, el pelagianismo y aún el panteísmo modernista: la utopía histórica milenaria del progresismo.






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viernes, 23 de febrero de 2024

LA VERDADERA Y FALSA RESTAURACIÓN - LOS QUE PIENSAN QUE HAN VECIDO (SI, SI; NO, NO)

 12 LOS QUE PIENSAN QUE HAN VENCIDO – sí sí no no (Adelante la Fe)

II

Verdadera y falsa restauración

Los que piensan que «han vencido» son los neomodernistas fieles a la línea (si

así puede llamarse) de los padres fundadores de la «nouvelle théologie» o

«nueva teología» y, especialmente, a la línea (tortuosa y oscura) trazada por

el jesuita Henri de Lubac y por el ex-jesuita Hans Urs von Balthasar. «Se

exaltan los exponentes de la nueva teología como si fueran ellos la piedra

angular de la Iglesia» escribió con razón el pensador don Julio Meinvielle («De

la cábala al progresismo», ed. Calchaquí, Salta (Argentina), 1970).

Antes de presentar a estos «santos padres» del mundo católico postconciliar,

es, sin embargo, oportuno ilustrar aquí brevemente la esencia de la «nueva

teología».

El principio simple de una herejía compleja

El sacerdote y teólogo alemán Johannes Dörmann, en su óptimo

libro «L’étrange théologie de Jean-Paul II et l’esprit d’Assise» (Ed. Fideliter,

Eguelshardt (Francia), 1992) [Ed. en castellano: «Itinerario teológico de Juan

Pablo II hacia la jornada mundial de oración de las religiones en Asís», Fund.

San Pío X, Madrid, 1994], escribe:

«La “nouvelle théologie” se presenta bajo dos aspectos, pero es simple en su

principio, y, por esto, pueden agruparse sus múltiples formas bajo el mismo

nombre. Sus diferentes formas tienen en común el repudio de la teología

tradicional» (p. 55).

Lo que significa el repudio de la «teología tradicional» lo explica el Autor

concisa y eficazmente a propósito del último Concilio, que consideró deber

renunciar por motivos «pastorales» al lenguaje escolástico: «Los teólogos

manipuladores vieron perfectamente que en esta cuestión del lenguaje se

trataba la cuestión, toda la cuestión de la teología y de la fe. Porque el lenguaje

escolástico estaba indisolublemente vinculado a la filosofía escolástica, la

filosofía escolástica a la teología escolástica y esta última finalmente a la

tradición dogmática de la Iglesia» (p. 52). Y, por tanto, el adiós al lenguaje

escolástico se habría resuelto en último análisis en el adiós a la Tradición

divino-apostólica custodiada fielmente por la Iglesia.

«El abandono por parte de los padres del “lenguaje escolástico” – escribe aún

Dörmann – era para ellos [los teólogos manipuladores del Concilio] la

condición sine qua non de la ruptura con la antigua dogmática, para instalar

13 LOS QUE PIENSAN QUE HAN VENCIDO – sí sí no no (Adelante la Fe)

la “nueva teología” después de haber dejado de utilizar la “antigua” y haberse

despedido de ella» (p. 53).

La utopía

¿Y cómo estuvo y está motivada esta «despedida» de la teología tradicional,

es decir, de la teología católica tout court, indisolublemente vinculada a la

Tradición dogmática de la Iglesia? Con «esta simple y seductora idea: una

“nueva teología” en la perspectiva del carácter científico moderno y de la

imagen moderna del mundo y de la historia» (p. 55). En otros términos, con la

antigua y siempre renaciente utopía de la Iglesia conciliada con el «mundo

moderno», es decir, con el pensamiento filosófico moderno, con el cual Pío

IX (cfr. Syllabus, proposición octogésima) declaró que la Iglesia no puede ni

debe conciliarse, dado su carácter esencialmente anticristiano:

«Los hombres [modernos] son en general extraños a las verdades y a los bienes

sobrenaturales y creen poder satisfacerse sólo en la razón humana y en el orden

natural de las cosas y poder conseguir en ellas su propia perfección y

felicidad» (Vaticano I, esquema preparatorio de doctrina catholica).

«Para los miembros de la “nouvelle théologie” – continúa Dörmann – el lema

“aggiornamento” significaba la decidida apertura de la Iglesia al pensamiento

moderno [extraño a la verdad y a los bienes sobrenaturales] para llegar a una

teología totalmente diferente de la cual debería nacer una nueva

Iglesia [secularizada] adaptada a su época» (op. cit., p. 54). Es la idéntica

utopía del modernismo. «¿Dónde va la nouvelle théologie? Vuelve al

modernismo» escribía el padre Garrigou-Lagrange O. P.

«Por el camino del escepticismo, de la fantasía y de la herejía»

Y, en efecto, excavando más a fondo, bajo el principio simple de la nueva

teología (el adiós a la «antigua» y, por ello, envejecida teología) encontramos

la misma perversión de la noción de verdad que es el fundamento del

modernismo:

«La verdad no es más inmutable que el mismo hombre ya que ella evoluciona

en él, con él y para él» (San Pío X, decreto Lamentabili, proposición

quincuagésima octava). Por lo que el padre Garrigou-Lagrange O. P., no

profetizando, sino simplemente extrayendo las lógicas conclusiones, escribía

en 1946:

14 LOS QUE PIENSAN QUE HAN VENCIDO – sí sí no no (Adelante la Fe)

«¿Dónde irá esta nueva teología con los nuevos maestros en los que se inspira?

¿Dónde sino por el camino del escepticismo, de la fantasía y de la herejía?» (La

nouvelle théologie où va-t-elle?, en Angelicum 23, 1946, pp. 136-154).

Una utopía culpable

Lo veremos. A nosotros nos interesa aquí subrayar que el intento de conciliar

a la Iglesia con el «mundo moderno» (es decir, con la filosofía moderna

subjetivista e inmanentista y la «cultura» embebida de subjetivismo e

inmanentismo que promanó de ella) no es una utopía inculpable. A tal intento,

en efecto, cerró repetidamente el camino el Magisterio de los Romanos

Pontífices, especialmente Gregorio XVI con la Mirari Vos (1832), Pío IX con

el Syllabus (1864), San Pío X con la Pascendi (1907) y, en los umbrales del

último Concilio, Pío XII con la Humani Generis (1950). En esta última

Encíclica, desatendida y después desautorizada y sepultada por los mismos a

quienes ella había condenado, Pío XII, ilustrando el clima precedente al

Concilio, señala «con ansiedad» y claridad los peligros de la «nueva teología»,

que, buscando su fundamento fuera de la filosofía perenne, pone en peligro

todo el edificio del dogma católico. Sobre todo, Pío XII no deja de subrayar el

desprecio al Magisterio que se advierte bajo tal actitud:

«[…] la razón será debidamente cultivada: si […] ella se nutrirá de aquella sana

filosofía que es como un patrimonio heredado de las precedentes edades

cristianas y que posee una más alta autoridad porque el mismo Magisterio de

la Iglesia confrontó con la verdad revelada sus principios y sus principales

aserciones puestas a la luz y fijadas lentamente a través de los tiempos por

hombres de gran ingenio. Esta misma filosofía, confirmada y comúnmente

admitida por la Iglesia, defiende el genuino valor de la cognición humana, los

inquebrantables principios de la metafísica – esto es, de razón suficiente, de

causalidad y de finalidad – y finalmente sostiene que se puede alcanzar la

verdad cierta e inmutable.

En esta filosofía hay ciertamente muchas cosas que no se refieren a la fe y a las

costumbres, ni directa ni indirectamente, y que, por esto, la Iglesia deja a la

libre discusión de los competentes en esta materia; pero no existe en ella la

misma libertad respecto a muchas otras, especialmente respecto a los

principios y a las principales aserciones de las que ya hablamos [valor del

conocimiento humano, inquebrantables principios de la metafísica, etc.] […].

La verdad en toda su manifestación filosófica no puede estar sujeta a cotidianas

mutaciones especialmente tratándose de los principios de por sí conocidos de

la razón humana o de aquellas aserciones que se apoyan tanto en la sabiduría

15 LOS QUE PIENSAN QUE HAN VENCIDO – sí sí no no (Adelante la Fe)

de los siglos como también en el consenso y en el fundamento de la

Revelación divina […].

Por esto debe deplorarse más que nunca que hoy la filosofía confirmada y

admitida por la Iglesia sea objeto de desprecio por parte de algunos, de

modo que, con imprudencia, la declaran anticuada por la forma y racionalista

por el proceso de pensamiento. […].

Sin embargo, mientras que desprecian esta filosofía, exaltan las demás, tanto

antiguas como recientes, tanto de pueblos orientales como de los occidentales,

de manera que parecen querer insinuar que todas las filosofías u opiniones, con

el añadido – si es necesario – de alguna corrección o de algún complemento, se

pueden conciliar con el dogma católico. Pero ningún católico puede poner en

duda cuánto todo esto es falso, especialmente cuando se trata de sistemas como

el inmanentismo, el idealismo, el materialismo tanto histórico como dialéctico,

o también como el existencialismo, cuando profesa el ateísmo o cuando niega el

valor del razonamiento en el campo de la metafísica. […].

Sería verdaderamente inútil deplorar estas aberraciones si todos, también en

el campo filosófico, fueran respetuosos con la debida veneración hacia el

Magisterio de la Iglesia, que, por institución divina, tiene la misión no sólo de

custodiar e interpretar el depósito de la Revelación, sino también de velar

sobre las mismas ciencias filosóficas para que los dogmas católicos no

reciban ningún daño por opiniones no rectas».

Queda así confirmado cuanto desde hace años llevamos repitiendo y

documentando: aun siendo miembros de la jerarquía católica, los

neomodernistas son y permanecen siendo unos desobedientes al Magisterio

constante y, por esto, infalible de la Iglesia, y la «obediencia» que de facto

ellos imponen al nuevo curso eclesial se concretiza en una imposición de

desobediencia a la Iglesia.

Verdadera y falsa «restauración»

De cuanto se ha dicho más arriba se sigue que la auténtica restauración

recorrerá el camino inverso al que ha llevado a la ruptura con la Tradición

doctrinal de la Iglesia: vuelta a la filosofía perenne y por tanto a la teología

escolástica y por tanto a la tradición dogmática de la Iglesia, en obediencia a

las directivas constantes del Magisterio Pontificio.

Los neomodernistas fieles a la «línea» de de Lubac y de von Balthasar se las

dan hoy de «moderados» e incluso de «restauradores», pero no intentan

repudiar en absoluto la «nueva teología», de la cual – lo quieran o no – es hija

16 LOS QUE PIENSAN QUE HAN VENCIDO – sí sí no no (Adelante la Fe)

la crisis que paraliza en nuestros días la vida de la Iglesia. «Nuestra línea –

decía “seguro” el padre Henrici S. J. a 30 Giorni (diciembre de 1991) – es la de

extremo centro. Ni excesiva atención [sic!] al Magisterio, ni contestación. Ni

derecha ni izquierda. Adhesión a la tradición [que, en el lenguaje de de Lubac

y de los «nuevos» teólogos, no es – lo veremos – la Tradición dogmática de la

Iglesia] en la línea de la théologie nouvelle de Lyon [sede de de Lubac y de

otros «padres fundadores»], que subrayaba la no contraposición [léase:

identificación] entre naturaleza y sobrenaturaleza, entre fe y cultura, y que se

convirtió en la teología oficial del Vaticano II».

¡«Théologie nouvelle» que Pío XII, en la Humani Generis, había condenado

como un cúmulo de «falsas opiniones que amenazan con subvertir los

fundamentos de la doctrina católica»! Es, por tanto, más que nunca, necesario

saber qué hay detrás de la «moderación» de estos neomodernistas de

«extremo centro», sí, pero, no obstante, neomodernistas.


VER INFORME COMPLETO, SOBRE LA CONSPIRACIÓN NEOMODERNISTA Y LA NOUVELLE THÉOLOGÍE ACÁ





domingo, 14 de enero de 2024

SANTOS PADRES SOBRE LAS BODAS DE CANÁ


Y de allí a tres días se celebraron unas bodas en Caná de Galilea: y estaba allí también la madre de Jesús. Fue también convidado Jesús y sus discípulos a las bodas. Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dice: "No tienen vino". Y Jesús le dijo: "Mujer, ¿qué nos da a mí ni a ti? Aún no es llegada mi hora". (vv. 1-4)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 20
Como el Señor era conocido en Galilea, lo invitaron a unas bodas. Por esto sigue: "De allí a tres días se celebraron unas bodas en Caná de Galilea".
Alcuino
Caná es un pueblecito de la provincia de Galilea.
Crisóstomo, ut sup
Llaman al Señor a las bodas, no como persona distinguida, sino como uno de muchos, y sencillamente porque era conocido. Para expresar esto, el Evangelista dice: "Y estaba la madre de Jesús allí". Y así como habían llamado a la Madre, llamaron también al Hijo. Por esto sigue: "Y fue también convidado Jesús y sus discípulos a las bodas, y acudió". Esto no afectaba a su dignidad, sino que sucedía en beneficio nuestro; porque Aquél que no desdeñó de tomar la forma de siervo, tampoco desdeñó el venir a las bodas de sus siervos.
San Agustín, De verb. Dom., serm. 41
Avergüéncese, por tanto, el hombre, de ser soberbio, porque Dios se humilló. Considera aquí cómo entre otras cosas el Hijo de la Virgen vino a las bodas, siendo así que cuando estaba con el Padre instituyó el matrimonio 1.
Beda, hom dom. 1 post. Epiph
Se dignó el Señor venir a las bodas (según está escrito), para confirmar la fe de los que creen bien. Además manifiesta cuán perjudicial sea la malicia de Taciano y Marción 2, y de otros que condenan el matrimonio. Si hubiese culpa en el matrimonio, celebrado con la debida castidad, y sombra de pecado en la santidad del lecho nupcial, de ninguna manera hubiese concurrido el Señor a las bodas; ahora bien, así como es buena la castidad conyugal, mejor es la continencia de los viudos, y óptima la perfección virginal. Se dignó nacer de las entrañas inmaculadas de la Virgen María, para demostrar la excelencia relativa de todos los grados, y distinguir el mérito de cada uno; fue bendecido a poco de nacer, por la palabra profética de la viuda Ana; fue convidado cuando ya era joven por los que celebraban sus bodas, y honró éstas con la presencia de su santidad.
San Agustín, in Ioannem, tract. 8
¿Qué de extraño tiene que fuera a aquella casa donde se celebraban las bodas, Aquél que vino al mundo a celebrar las suyas? Porque tiene aquí a su Esposa, a quien redimió con su sangre, a quien concedió como obsequio el Espíritu Santo, y a la que se unió desde el vientre de la Virgen; porque en realidad el Verbo es el Esposo, y la carne humana es la Esposa. Y así el Hijo de Dios es las dos cosas, y a la vez el Hijo del hombre. Aquellas entrañas de la Virgen María son su lecho, de donde salió como sale el esposo de su lecho ( Sal 18,6).
Beda
No carece de misterio, cuando se dice que las bodas se celebraron en el tercer día. Aparece el primer tiempo del mundo, antes de la Ley, por el ejemplo de los Patriarcas. El segundo, bajo el dominio de la Ley, por medio de los escritos de los profetas. Y el tercer tiempo de la gracia brilló (como la luz del tercer día) por las predicaciones de los evangelistas, y en el cual fue cuando el Señor apareció vestido de nuestra carne. Además, como se dice que estas bodas se celebraron en Caná de Galilea (esto es, en el celo de la trasmigración) 3, se demuestra en sentido figurado que son muy dignos de la gracia de Jesucristo aquéllos que, distinguiéndose por el fervor de su piedad, pasan de los vicios a las virtudes, y saben que emigran de las cosas de la tierra a las del cielo. Estando ya recostado el Señor 4 en las bodas, faltó el vino, con el objeto de que se manifestase la gloria de Dios, oculta bajo la forma humana, por medio del vino de mejor condición. Por esto sigue: "Y llegando a faltar el vino, la Madre de Jesús le dice: No tienen vino".
Crisóstomo, ut sup
Es digno de notarse cómo vino a la imaginación de la Madre haber concebido un concepto tan elevado de su Hijo, siendo así que hasta entonces ningún milagro había hecho. Prosigue: "Esto sirvió de principio a los milagros de Jesucristo, etc." Pero ya había empezado a revelarse tal como era por medio de San Juan, y por las palabras que decía a sus discípulos. Además, antes de todo esto, su concepción y cuanto siguió a su nacimiento habían hecho concebir grande estimación respecto de aquel Niño. Por esto dice San Lucas: "María conservaba todas estas palabras, examinándolas en su corazón" ( Lc 2,19). Esta es la causa por la cual ya antes no le había incitado a que hiciese milagro alguno, mas ya había llegado el tiempo de su manifestación, y hasta entonces había hablado como uno de muchos, por lo que no presumía su madre deberle decir tal cosa. Y como oyó que Juan daba testimonio de El, y como ya tenía discípulos, ruega con confianza al Señor respecto de esto mismo.
Alcuino
Representa también en este caso a la sinagoga, que invita al Salvador a que haga milagros; porque era costumbre entre los judíos el pedir milagros.
Prosigue: Y Jesús le dijo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?"
San Agustín, in Ioannem, tract. 8, sparsim
Algunos, contrariando el Evangelio, y diciendo que Jesús no nació de la Virgen María, se esfuerzan en sacar de aquí un argumento para confirmar un error, y dicen: ¿Cómo puede creerse que era su madre, aquélla a quien dijo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?" Pero ¿quién refiere, para que le demos crédito, que el Señor dijo esas palabras? Pues el mismo Evangelista San Juan, que poco antes había dicho: "Y estaba allí la madre de Jesús". ¿Y por qué esto, sino porque una y otra cosa son verdad? ¿O es que Jesús vino a las bodas para enseñar a despreciar a las madres?
Crisóstomo
Pero que respetaba mucho a su madre, lo refiere San Lucas cuando manifiesta que Jesús vivía sometido a sus padres; porque cuando los padres no prohiben lo que agrada a Dios, hay obligación de obedecerles. Mas cuando fuera del tiempo oportuno pretenden algo, o tratan de separarnos de las cosas espirituales, no es seguro el obedecerles.
San Agustín, De Symbolo, 2, 4
Para distinguir entre Dios y el hombre (porque en cuanto a hombre, era menor y estaba sujeto, y en cuanto a Dios, estaba por encima de todos), dijo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?"
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 20 et 21
Y además por otra causa; para que no se hiciesen sospechosos sus milagros -pues no convenía que los pidiese su Madre, sino aquéllos que los necesitaban-, quiso mostrar que todo debía ser hecho en tiempo oportuno, no haciéndolos todos a la vez, porque resultaría cierta confusión. Por lo cual sigue: "Aun no es llegada la hora", esto es, todavía no soy conocido por los que están aquí presentes, ni saben que falta vino; deja, pues, que lo sepan primero. Porque el que no tiene necesidad no agradece el beneficio.
San Agustín, ut sup
Procurad, no obstante, no incurrir en el error de los maniqueos 5, que buscaban motivo a sus pérfidos designios en las mismas palabras del Señor, que dice: "¿Qué hay de común entre nosotros dos, mujer?" Y aquí los matemáticos 6 hallan pretexto para sus sofismas, cuando Cristo dijo: "Aun no es llegada mi hora". Ved aquí, dicen, que Cristo estaba sujeto a la fatalidad, cuando dice: "No ha llegado mi hora". Pero deben más bien creer a Dios, que también dice: "Tengo poder para deponer mi alma, y volver a tomarla de nuevo" ( Jn 10,18). Y busquen la verdadera explicación de por qué se dijo: "Aun no es llegada mi hora", para que no pongan al Creador del cielo bajo los caprichos del hado 7. Porque si el hado dependiera de los astros, no podría estar sometido a los astros el Creador de los astros. A esto debe agregarse que no sólo no estuvo Jesucristo bajo el poder de lo que ellos denominan hado, pero ni tú ni nadie. ¿Por qué, pues, dijo: "Aun no es llegada mi hora"? Porque estaba en su mano el tiempo en que había de morir, pero aún no le parecía tiempo oportuno para usar de tal poder. Habían de ser llamados primeramente los discípulos; se había de anunciar el reino de los cielos; se habían de ostentar los prodigios de su misión, para fundamentar en milagros la divinidad del Señor, y recomendarse la humildad en la misma sumisión a las leyes de nuestra mortalidad. Cuando todo esto se hizo de manera que las pruebas fuesen irrecusables, entonces fue la hora, no de la necesidad, sino de manifestar su voluntad; no de la condición, sino de su poder.
Notas
1. El Hijo instituye el matrimonio natural cuando estaba con el Padre, desde el momento de la creación (ver Gén 1,27; 2,20-25).
2. Las herejías de Taciano y Marción tienen en común su repudio del matrimonio por considerarlo adúltero. Los partidarios de Taciano eran conocidos como la secta de los encratitas, y rechazaba de plano el aporte del pensamiento griego y latino, buscando promover una dura reacción desde la fe cristiana en oposición a la educación y cultura de su época.
3. El celo de la transmigración: parece referirse al piadoso cumplimiento de la Ley que brota de la experiencia del regreso del destierro en Babilonia y del movimiento restaurador iniciado por Esdras y Nehemías.
4. En esa época se acostumbraba recostarse sobre triclinios (una especie de divanes) para tomar los alimentos.
5. Los maniqueos afirmaban la coexistencia de dos principios, uno para el bien y otro para el mal, actuantes en el universo, oponiéndose entre sí hasta una resolución que es la vuelta al estado primero de todo.
6. Los matemáticos son una secta gnóstica.
7. El hado es una divinidad o fuerza desconocida que, según algunos paganos, obraba irresistiblemente sobre las demás divinidades, y sobre los seres humanos y los sucesos. Para algunos filósofos eran una serie y orden de causas íntimamente ligadas entre sí que necesariamente producen su efecto.


DE LA PRESUNCIÓN Y EL OPTIMISMO HISTÓRICO FALSAMENTE CATÓLICOS

  Cuando ocurre una manifestación sobrenatural que produce una revelación privada -y estamos hablando de aprobación sobrenatural por la Igle...