lunes, 30 de septiembre de 2019

SAN JERÓNIMO, CONFESOR Y DOCTOR DE LA IGLESIA, III CLASE






SAN JERÓNIMO, CONFESOR Y DOCTOR DE LA IGLESIA


30 de septiembre 








San Jerónimo de Estridón, Doctor de la Iglesia
San Jerónimo, ornamento del sacerdocio, tan célebre por su eminente virtud, por su rara sabiduría, por su profunda erudición, oráculo del mundo cristiano, una de las mayores y más brillantes lumbreras de la Iglesia, fue de Estridón, ciudad de Iliria en los confines de la Dalmacia y de la Panonia. Nació el año de 332, y su padre por nombre Eusebio, celoso cristiano y hombre de conveniencias puso el mayor cuidado en dar a su hijo una cristiana educación. Habiendo observado en aquel niño cierto fondo de capacidad y cierta brillantes de ingenio, poco regular en otros de aquella edad, resolvió no perdonar a diligencia alguna para cultivarle. Después que le hizo tomar una ligera tintura de las lenguas en su país, le envío a Roma bajo la disciplina de Donato, célebre gramático, con cuyo magisterio hizo el niño Jerónimo asombrosos progresos en las letras humanas. Pasó después a otros maestros, en cuya escuela aprendió las bellas letras y las ciencias profanas en grado muy superior al que se podían esperar de un estudiante. Por la particular inclinación que profesaba a la retórica, y por su delicado gusto en ella, se hizo uno de los más elocuentes oradores de su tiempo; y por su rara facilidad en las lenguas se hizo admirar y ser tenido por uno de los hombres más sabios de su siglo. Así el violento amor con que le arrebataban los libros, como los piadosos afectos de religión que desde su niñez le habían inspirado, fueron el freno de sus fogosas pasiones, que desde la misma infancia eran muy vivas.
Recibió Jerónimo el Bautismo siendo ya de madura edad, y desde aquel dichoso día entabló una vida verdaderamente cristiana. Deseoso de conservar su inocencia, se desvío de todo aquello en que podía correr peligro, pareciéndole desde luego que los preservativos contra el contagio eran la abstinencia, la mortificación y la oración. Ocupaba todo el tiempo en el estudio y en ejercicios espirituales. No contento con leer y con observar, se dedicaba también a copiar libros, de que formó una librería para su uso. Todos los días iba con algunos compañeros suyos de los más virtuosos a visitar las catacumbas de Roma o las cuevas donde estaban sepultados los santos Mártires alrededor de la ciudad.
Para perfeccionarse en las ciencias y en la virtud emprendió el trabajo de viajar. Tomó el camino de las Gaulas, donde conoció y trató a muchos hombres sabios. Se detuvo particularmente en Tréveris, acompañado siempre de Bonoso, que se había criado con él y nunca se separó de su lado. Cuando volvió de las Gaulas se dirigió a Aquilea, donde hizo mansión algún tiempo disfrutando el trato del obispo Valeriano, uno de los más santos y más sabios prelados de aquel siglo, cuyo mayor gusto era hospedar y detener en su casa, lo más que le fuese posible, a cuantos hombres sabios y virtuosos podía conocer. En la misma ciudad estrechó amistad con el presbítero Cromacio, que después fue sucesor de Valeriano, con Jovino, Eusebio, Nicetas, Crisógono, Heliodoro y Rufino, que andando el tiempo fue su mayor contrario.
San Jerónimo tradujo la Biblia
Como había renunciado ya por amor de Jesucristo todo lo que olía a carne y sangre, no pensó más en su país, antes tomó el partido de retirarse al Oriente, al campo más fecundo de hombres grandes que había en el mundo a la sazón. Abandonadas, pues, todas las cosas, emprendió su viaje con el presbítero Evagrio, Inocencio, y Heliodoro, con un criado para todos cuatro que conducía la carga de sus libros. Corrió la Tracia, el Ponto, la Bitinia, la Galacia, la Capadocia y la Cilicia, deteniéndose algunos días en Tarso, donde nació San Pablo, para aprender los idiotismos de la lengua materna del Apóstol. De allí pasó a Antioquía de Siria, donde trabó comunicación con el famoso Apolinario, cuya herejía aún no se había descubierto. Pero creciendo cada día nuestro Santo el amor a la soledad, se retiró a un desierto de la provincia de Calcida con su amado Heliodoro, Hilas e Inocencio. El consuelo que San Jerónimo experimentó en aquel dulce retiro se turbó presto con la muerte de sus dos compañeros Heliodoro e Hilas, y con haberse vuelto a Italia Inocencio. También acrisoló el Señor su virtud con otras pruebas. Le afligió con varias enfermedades; pero lo que más le acongojaba eran las violentas tentaciones de impureza con que le atormentaba la carne cuando le daban tregua sus dolores, representándole continuamente con la mayor viveza en la imaginación los objetos que había visto en Roma, y excitándole un involuntario pero vehemente deseo de las comodidades de la vida que había abandonado por medio de un generoso sacrificio.
San Jerónimo y las tentaciones
San Jerónimo y las tentaciones
Viendo que no eran bastantes a librarle de estas molestas tentaciones ni sus ayunos ni otras penitencias corporales, emprendió un nuevo estudio mucho más penoso que los otros. Se dedicó al de la lengua hebrea, tomando por maestro a un judío convertido. A un hombre que solo hallaba gusto en la lectura de las obras de Ciceron de los mejores autores latinos, claro está que se le había de hacer muy duro volver a estudiar alfabetos, ejercitándose en broncas aspiraciones, escabrosas, ásperas y difíciles. Más de una vez lo quiso dejar todo, acobardado con el trabajo, y no contribuyó poco la violencia que se hizo a una enfermedad que padeció tan grave, que le redujo al último extremo de la vida. Tuvo un sueño por aquel tiempo en que le pareció que habiendo sido presentado ante el tribunal del soberano Juez, fue reprendido y castigado porque era más ciceroniano que cristiano. Entendió por este sueño ser la voluntad de Dios que se hiciese experto en la comprensión de las lenguas orientales, como absolutamente necesarias para la inteligencia de la Sagrada Escritura, teniéndole destinado la Divina Providencia para dejarnos una versión de toda ella, que es la que hoy usa la Iglesia.
Cuatro años permaneció San Jerónimo en aquel desierto macerando continuamente su carne con ayunos y con rigurosas penitencias. Pero ninguna cosa ejercitó tanto su paciencia en aquella soledad como la persecución de los monjes cismáticos, que viéndole inviolablemente adherido a la Iglesia de Roma, se valieron de todos los medios que pudieron para inquietarle. No pararon hasta que le pusieron en precisión de dejar su amado desierto. Se fue a Jerusalén, y vivió algún tiempo en la campaña del contorno, andando de una en otra soledad. Pero donde particularmente se detuvo fue en Belén, cuyo sitio tuvo tanto atractivo para él, que se determinó a fijar allí su mansión. No obstante se vio precisado a volver a Antioquía, donde el obispo Paulino, que tenía bien conocido el raro mérito de San Jerónimo y su eminente virtud, le pudo reducir a que se dejase ordenar de sacerdote, aunque con la condición de que no se le había de aligar a iglesia alguna particular; que no había de mudar el género de vida monástica que había abrazado, y que se le había de permitir, dejándolo a su arbitrio, vivir o no vivir en soledad. Bajo estas tres condiciones prestó su consentimiento. Con el sacerdocio se renovó su fervor, y la nueva dignidad dio mayor esplendor a su virtud. No era fácil imaginar sacerdote más sabio, más santo, más mortificado, ni más humilde.
San Jerónimo de Estridón
San Jerónimo de Estridón
Era de cuarenta y cinco años cuando se ordenó de sacerdote. El amor a la soledad le volvió a llevar a Belén, donde estuvo tres años, aplicado únicamente a la contemplación y al estudio de la Sagrada Escritura. Movido de la gran reputación de San Gregorio de Nazianzo [o Nacianceno], que gobernaba a la sazón la iglesia de Constantinopla, hizo un viaje a aquella capital del Oriente. Se mantuvo algún tiempo junto a aquel santo Doctor, a quien siempre trató y veneró como a maestro suyo. Se tiene por cierto que durante su residencia en aquella corte imperial compuso el pequeño tratado sobre la Visión de los Serafines de que habla Isaías, y tradujo en latín la crónica de Eusebio. Después que San Gregorio se retiró de Constantinopla renunciando aquel obispado en obsequio de la paz, San Jerónimo se restituyó a la Palestina; pero ofreciéndose a Paulino, obispo de Antioquía, y a San Epifanio hacer un viaje a Roma, quisieron absolutamente que nuestro Santo les acompañase. Luego que llegó a aquella cabeza del mundo, el Papa San Dámaso, que conocía su mérito, le detuvo cerca de sí para que le ayudase a responder a las consultas de las iglesias. En todas ellas se hicieron luego notorios sus talentos. Ya era muy conocido en aquella capital del universo por la penetración y por la delicadeza de su ingenio, por su profunda erudición, por su rara sabiduría en materia de religión, por su habilidad en la inteligencia de las Sagradas Escrituras y de todas las lenguas; pero cuando se observó más de cerca la santidad de sus costumbres, su modestia, su humildad, aquel género de vida tan austera, su recogimiento interior y aquella tierna devoción que a pesar de su cuidado mostraba en el altar por las copiosas lágrimas que continuamente derramaba en el santo sacrificio, todos a competencia se empeñaban en hacer con él las mayores demostraciones de estimación, de veneración y de respeto. Cada uno solicitaba llevarle a su casa, y como quizá nunca reinó más que entonces la virtud entre las señoras romanas, eran pocas las que no tenían en él una entera confianza. Pero bien persuadido el Santo de lo delicada que es la dirección de las mujeres, y no ignorando el desvelo que debe aplicar un director a evitar las ilusiones, todos los lazos y todos los peligros, se impuso una severa ley de no mirar jamás al rostro a mujer alguna, de no visitarlas, y de excusar con ellas toda frecuente conversación, aunque fuese de cosas espirituales y santas. Las oía con extraña modestia y compostura, les respondía en pocas palabras, y nunca en asuntos que no fuesen de conciencia y pertenecientes a la salvación. Pero ni su escrupuloso pudor, ni el continuo miedo de que se volviese a encender en su pecho el fuego de la tentación, le pudieron dispensar de encargarse de la dirección de las señoras más virtuosas por orden del Papa Dámaso. Entre las que se gobernaban por San Jerónimo, y se aprovechaban más de su doctrina y consejos, las que más principalmente se distinguían eran Santa Marcela viuda, Santa Asela virgen, Albina, madre de Santa Marcela, Santa Leta viuda, las santas Fabiola, Marcelina, Felicitas y algunas otras, cuyas virtudes y méritos canonizó la santa Iglesia. No obstante, las más célebres hijas espirituales suyas fueron Santa Paula, y sus dos hijas Santa Eustoquio y Santa Blesila, señora de raro mérito y virtud extraordinaria, en cuya muerte escribió San Jerónimo una bella epístola a Santa Paula su madre y a Santa Eustoquio su hermana para consolarlas en aquella pérdida.
Mientras tanto, aprovechándose el Papa Dámaso de la mansión que San Jerónimo hacía en Roma, le hizo continuar en sus obras sobre la Sagrada Escritura. Fueron recibidas del público con tanto aplauso, que en todo el mundo se hablaba de San Jerónimo con admiración. Pero en medio de este general aplauso se comenzó a descubrir poco a poco cierta especie de emulación, que tuvo principio en su celestial sabiduría, y la misma santidad de su vida la encendió más. La pureza de sus costumbres pareció a muchos eclesiásticos ser una muda censura del desorden de las suyas; y muerto el Papa Dámaso se desenfrenaron en maledicencias y en calumnias contra nuestro Santo. Se trataba de hipocresía su compostura, su austeridad y su virtud; se hacía burla de su dirección dándosela cierta interpretación maligna, y se ponía en disputa hasta la santidad de su doctrina y la pureza de su fe. Érale muy fácil a San Jerónimo, armado de su estilo, y mucho más de su inocencia, confundir a sus enemigos y disipar la calumnia; pero como solo suspiraba por su amado retiro, tomó el partido de ceder el campo a la envidia, y saliendo de Roma el año 385, se fue a embarcar en el puerto con su hermano menor Pauliniano para volverse a la Palestina. Aportó a la isla de Chipre, donde fue recibido con mucho gozo por San Epifanio en Salamina; después en Antioquía de Siria, donde vio a Paulino; de allí se encaminó a Jerusalén para pasar después a Egipto. Cuando llegó a Alejandría se hizo discípulo del famoso ciego Dídimo, que ya era venerado por uno de los más célebres doctores de la Iglesia. Por huir las contestaciones y disputas de los Origenistas se restituyó a su dulce retiro de Belén, donde ya habían llegado Santa Paula y su hija Santa Eustoquio. Santa Paula edificó dos grandes monasterios, uno para hombres, donde se retiró San Jerónimo, y otro para mujeres, dividido en tres comunidades.
Se encargó nuestro Santo de la dirección espiritual de las dos casas, y despachó a su hermano Pauliniano para que vendiese lo que hubiese quedado de la herencia de sus padres. Empleó el precio en aumentar el número de celdas en su monasterio para poder hospedar mayor número de peregrinos, especialmente religiosos que venían de todas partes del mundo a visitar la Tierra Santa. Pero estos ejercicios de virtud y de caridad de ningún modo le distraían del estudio a que particularmente le había llamado Dios. Después de haber enriquecido ya a la Iglesia con muchas obras sobre el Viejo y Nuevo Testamento, como también sobre diferentes asuntos morales, emprendió explicar la epístola de San Pablo a Filemón, a los gálatas y a los efesios. Al mismo tiempo que trabajaba día y noche en instruir y en edificar a los fieles con sus obras doctrinales, no se descuidaba en refutar los errores de los herejes. Escribió dos libros de la Virginidad contra Joviniano. Le acusaron sus émulos de que por defender la verdad había dado en el extremo contrario; y publicó una apología de su obra, que sirvió al mismo tiempo de defensa y de explicación. Poco tiempo después que salió a luz esta apología, publicó su catálogo de los Escritores eclesiásticos.
Habiendo venido en peregrinación a Jerusalén el año de 393 Alipio, obispo de Tagaste, quiso ver a San Jerónimo, cuya reputación se había extendido por toda el África. Creció su estimación y su concepto con la presencia y con el trato de aquel grande hombre. Lo que Alipio le refirió del mérito y talentos de San Agustín bastó para profesarle aquella inclinación y aquel concepto superior, que fue el fundamento de la estrecha amistad que unió después a los dos santos en tanta utilidad de toda la Iglesia.
Hacia entonces grandes progresos el origenismo en todo el Oriente; pero encontró en San Jerónimo un formidable defensor de la verdad. Por más que Rufino y Juan, obispo de Jerusalén, quisieron disfrazar sus errores con apariencias de celo y virtud, San Jerónimo les quitó la máscara, y descubrió en ellos los desvaríos de Orígenes. Quiso vengarse el Obispo; le persiguió a banderas desplegadas; le amenazó con la excomunión; le prohibió la entrada en el Santo Sepulcro, y le hubiera hecho desterrar, a no haberlo estorbado la autoridad de Santa Paula, a quien nuestro Santo se quejó amorosamente de que con su intercesión le había quitado la gloria de padecer destierro en defensa de la verdad.
Verdaderamente causa admiración que un hombre sepultado en la soledad, consumido de enfermedades, extenuado al rigor de los ayunos, de las vigilias y de las penitencias, pudiese bastar para dar expediente a tantas y tan penosas ocupaciones en que su celo por la Iglesia y su gran reputación le empeñaba cada día. Sus comentarios sobre la Sagrada Escritura; sus versiones de los Libros sagrados que adoptó después la Iglesia; sus tratados dogmáticos contra los herejes, singularmente contra Origenistas y Pelagianos; sus solas epístolas, que cada una vale un libro entero, en que se contiene el dogma más puro y la moral más sana de la religión cristiana, eran más que suficientes para absorber todo el tiempo de las más dilatada vida. Cobrando cada día más vuelo su reputación, era consultado de todas las provincias del universo; corrían todos a él como a oráculo de la cristiandad, y era generalmente buscado como uno de los más sabios y más santos doctores de la Iglesia. Las personas de más alto nacimiento le enviaban sus hijos, y los que venían en peregrinación a la Tierra Santa contaban en el número de sus principales devociones la visita de San Jerónimo en Belén.
San Jerónimo, Doctor de la Iglesia
San Jerónimo, Doctor de la Iglesia
Entre todas sus ocupaciones la principal era el estudio de la Sagrada Escritura. Ninguno conoció mejor que San Agustín el mérito de este trabajo y el importante servicio que hacía con él a la Iglesia. Le escribió su parecer, y le exhortó a que continuase una obra de tanta importancia. Tradujo, pues, del hebreo en latín todos los libros del Viejo Testamento; y los libros de Judit y de Tobías los tradujo del caldeo. A ruego del Papa San Dámaso había corregido el Salterio latino de la antigua versión itálica, sobre la edición de los Setenta hecha por San Luciano. También corrigió el Nuevo Testamento sobre la versión griega, y en fin publicó corregida de su mano la misma versión griega de los Setenta. No son menos admirables que sus versiones sus comentarios sobre la Sagrada Escritura; de manera, que con mucha razón dice la Iglesia en el oficio del día, que le escogió Dios para explicar la Escritura Sagrada.
No habiendo aprobado San Agustín el estilo, un poco más acre de lo justo, que usó nuestro Santo en su impugnación contra los errores del origenista Rufino, le escribió ingenuamente su sentir. La respuesta fue también un poco viva; pero la profunda humildad de los dos Santos terminó presto aquella leve oposición de dictámenes, y el efecto de aquella discordia pasajera fue renovarse entre los dos más estrechamente la amistad, que nunca padeció después la más mínima alteración en toda la vida.
Pelagio y su discípulo Celestino salieron de Roma, y se retiraron, el primero al África, y el segundo a Palestina, donde uno y otro comenzaron a sembrar sus errores. El primero que tuvo la honra de escribir contra esa herejía en su epístola a Cresifon fue San Jerónimo, y el año de 415 compuso un gran tratado en forma de diálogo, en que refutó los errores de Pelagio. Sintió tanto este heresiarca los mortales golpes que San Jerónimo descargaba contra su herejía en aquella obra, que aunque no se le nombraba en ella, determinó quitarse la máscara y no guardar ya más medidas con el Santo. Se vengó de él como hereje. Favorecido secretamente del obispo Juan, que siempre conservó en su corazón la levadura del antiguo odio que había profesado a San Jerónimo, comunicó Pelagio su furor a una tropa de forajidos, los cuales lo arrojaron en Belén sobre los dos monasterios que estaban a la dirección de nuestro Santo. Cometieron en ellos cuantos excesos se pueden imaginar; saquearon las dos casas, y degollaron muchas personas de uno y otro sexo. Fue comprendido un diácono en aquella mortandad, y desolándolo todo a fuego y sangre, San Jerónimo escapó de aquel peligro por milagro. Sobrevivió poco tiempo el obispo Juan a unos excesos en que había tenido alguna parte; pero Praylo, su sucesor, se portó muy de otra manera con nuestro Santo, cuya virtud y mérito tenía bien conocidos; más gozó poco tiempo San Jerónimo de esta quietud. Había días que experimentaba visiblemente la decadencia de sus fuerzas consumido de enfermedades y de penitencias cuyo rigor no remitió hasta la muerte. La vio venir con aquella tranquilidad y con aquella alegría, cuyo gusto solo se reserva a la virtud en aquella última hora. Habiendo recibido con extraordinario fervor todos los Sacramentos, lleno de días y de merecimientos entregó su alma al Criador el día 30 de septiembre del año 420, casi a los noventa de su edad, habiendo pasado cerca de cuarenta en su solitario retiro.
Sintió toda la Iglesia la pérdida de aquel grande hombre que la había enriquecido con tantas y tan sabias obras, y la había edificado con tantos y tan grandes ejemplos. El cuerpo de San Jerónimo, que a su muerte apenas era más que un esqueleto, fue sepultado en la gruta de su monasterio de Belén, y después trasladado a la iglesia de Santa María la Mayor de Roma junto al pesebre del Salvador, donde se erigió un altar en honor del Santo; pero su cabeza se adora en la magnífica iglesia de Cluny. Reconócele la Iglesia por uno de sus cuatros doctores principales, San Gregorio papa, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo, cuyo culto se ha extendido en España más que en otras partes con motivo de la religiosa orden que hasta el día de hoy se honra con su nombre, y dedicada principalmente en la soledad y en el retiro al celestial ejercicio de las divinas alabanzas, hace tanto honor a la Religión y a la Iglesia, promoviendo con tanta devoción como magnificencia el culto divino en desempeño de su angelical instituto.
San Agustín, San Gregorio, San Jerónimo y San Ambrosio, Los Cuatro Grandes Santos Doctores de la Iglesia
San Agustín, San Gregorio, San Jerónimo y San Ambrosio,
Los Cuatro Grandes Santos Doctores de la Iglesia
Propósitos
No digas ya que cuesta mucho el ser santo. Esta cantinela tan común entre los imperfectos y entre los mundanos es buena prueba de lo poco que se ama a Dios, y hace poca merced a los que usan este lenguaje. Las dificultades que se figuran en el servicio de Dios, no están en el mismo servicio, sino en el corazón de los que vanamente se lisonjean de que le quieren vivir. A un enfermo sin fuerzas y sin espíritu; a un hombre extenuado y consumido con una calentura, la menor carga se le representa peso enorme, al mismo tiempo que a un hombre sano y vigoroso le parece la cosa más ligera. El mismo enfermo que no puede dar dos pasos sin sofocarse, en sana salud anda una legua a pie sin la menor fatiga. Aprovéchate de estas reflexiones prácticas. Ama a Dios, y todo se te hará dulce, fácil y suave en su servicio. Ama a Dios, y se desvanecerán todas las dificultades que abulta tu aprehensión en el camino de la salvación. Pero si las máximas del Evangelio te parecieren demasiadamente amargas y demasiadamente duras, ten por cierto que no amas a Dios. Pídele sin cesar este amor: Jesucristo vino a encender en la tierra este divino fuego, y no desea otra cosa sino que el mundo se abrase en Él. Culpa tuya será si está apagado en tu corazón.
Fuente: Las historias de las vidas de los santos fueron transcritas del libro “Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año” del padre Juan Croisset (1656-1738) de la Compañía de Jesús; traducido al castellano por el padre José Francisco de Isla (1703-1781) de la Compañía de Jesús. Publicado en el siglo XIX.

FUENTE (https://www.vaticanocatolico.com/san-jeronimo/#.XZHtoG5uKP4)



sábado, 28 de septiembre de 2019

DEDICACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL, I CLASE


LA DEDICACIÓN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
29 de septiembre

I clase, blanco
Gloria y Credo

Esta fiesta recuerda la dedicación del templo en su honor en la vía Salaria de la ciudad de Roma. San Miguel Arcángel es el gran defensor de la Iglesia, el Príncipe de la milicia celestial; el que tiene la especial misión de presentar las almas al Señor en el momento de la muerte, poderoso intercesor contra el poder del demonio.
Su celo, su fidelidad para con Dios y su fortaleza inspiró valentía en los demás ángeles quienes se unieron a su grito de nobleza: "¿Quién como Dios?" –esto significa su nombre- ante el “Non serviam” de Satanás.
San Francisco de Sales decía que "la veneración a San Miguel es el más grande remedio en contra de la rebeldía y la desobediencia a los mandamientos de Dios, en contra del ateísmo, escepticismo y de la infidelidad." Precisamente, estos vicios son muy evidentes en nuestros tiempos.  Como individuos, como naciones, como Iglesia, estamos en gran batalla espiritual. Es nuestro deber de amor usar todas las armas espirituales para batallar con amor, fortaleza y astucia. Acudamos con fe y confianza a su intercesión. (NOTA 1)

INTROITO Sal 102, 20. 101, 1.
BENEDÍCITE DÓMINUM, omnes Angeli ejus: poténtes virtúte, qui fácitis verbum ejus, ad audiéndam vocem sermónem ejus. V/.Bénedic, ánima mea, Dómino: et ómnia, quæ intra me sunt, nómini sancto ejus. V/.Glória Patri.
Bendecid al Señor todo vosotros sus ángeles, poderosos guerreros que ejecutáis sus órdenes y dóciles a la voz de su palabra. V/.  Bendice, alma mía: al Señor; y todo mi ser bendiga su santo nombre. V/. Gloria.

COLECTA
DEUS qui miro órdine, Angelórum ministéria hominúmque dispénsas: concéde propítius; ut, a quibus tibi ministrántibus in cælo semper assistitur, ab his in terra vita nostra muniatur. Per eúmdem Dóminum.
OH DIOS, que, con admirable orden distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres; concede propicio que nos protejan en la tierra los que sin cesar te asisten en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Si cae en domingo, se hace conmemoración de éste.

EPISTOLA  Ap 1, 1-5
Ministerio de los ángeles: servir a Dios y ayudar a los hombres en su salvación.
LÉCTIO LIBRI APOCALÝPSIS BEÁTI JOÁNNIS APÓSTOLI.
In diébus iliis: Significávit Deus quæ opórtet fíeri cito, mittens per Angelum suum servo suo Joánni, qui testimónium perhíbuit verbo Dei, et testimónium Jesu Christi, quæcúmque vidit. Beátus qui legit, et audit verba prophetíæ hujus: et servat ea, quæ in ea scripta sunt: tempus enim prope est. Joánnes septem ecclésiis, quæ sunt in Asia. Grátia vobis, et pax ab eo, qui est, et qui erat, et qui ventúrus est: et a septem spirítibus, qui in conspéctu throni ejus sunt: et a Jesu Christo, qui est testis fidélis, primogénitus mortuórum, et princeps regum terræ, qui diléxit nos, et lavit nos a peccátis nostris in sanguine suo.
LECTURA DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS DEL APOSTOL JUAN.
En aquellos días: Dios confió manifestar a sus siervos lo que ha de ocurrir en breve, enviando su ángel a su siervo Juan, el cual testifica, como palabra de Dios y testimonio de Jesucristo, todo lo que ha visto. Dichoso el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas, porque cerca está el tiempo: Juan a las siete Iglesias de Asia: gracia a vosotros y paz de parte del que es, que era y .que viene, de los siete espíritus .que están delante de su trono, y de Jesucristo, el testigo fiel, y primogénito de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra, que nos ha amado y nos ha lavado nuestros pecados con su sangre.

GRADUAL Sal 102, 20. 1
Benedícite Dóminum, omnes Angeli ejus: poténtes virtúte, qui fácitis verbum ejus. V/. Bénedic, ánima mea, Dóminum, et ómnia interióra mea nomen sanctum ejus.
Alleluia, alleluia. V/.- Sancte Míchæl Archángele, defénde nos in prælio: ut non pereámus in treméndo judício. Alleluia.
Bendecid al Señor, todos vosotros sus ángeles, poderosos guerreros que ejecutáis sus órdenes. V/. Bendice alma mía al Señor y todo mi ser bendiga su santo nombre.
Aleluya. Aleluya. V/. Defiéndenos en la lucha, arcángel san Miguel, para que no perezcamos en el tremendo juicio Aleluya.

EVANGELIO Mt 18, 1-10
La vida divina que tenemos en nosotros  es de tal precio, que hay que saber sacrificarlo todo por ella; el mismo Dios pone a sus ángeles a nuestro servicio.
SEQUÉNTIA SANCTI EVANGÉLII SECÚNDUM MATTHÆUM.
In illo témpore: Accessérunt discípuli ad Jesum, dicéntes: «Quis, putas, major est in regno cælórum?» Et ádvocans Jesus párvulum, státuit eum in médio eórum, et dixit: «Amen, dico vobis, nisi convérsi fuéritis, et efficiámini sicut párvuli, non intrábitis in regnum cælórum. Quicúmque ergo humiliáverit se sicut párvulus iste, hic est major in regno cælórum. Et qui suscéperit unum párvulum talem in nómine meo, me súscipit. Qui autem scandalizáverit unum de pusíllis istis, qui in me credunt, expedit ei, ut suspendátur mola asinária in collo ejus, et demergátur in profúndum maris. Væ mundo a scándalis. Necésse est enim ut véniant scándala: verúmtamen væ hómini illi, per quem scándalum venit. Si autem manus tua, vel pes tuus scandalízat te, abscíde eum, et prójice abs te: bonum tibi est ad vitam ingredi débilem, vel claudum, quam duas manus, vel duos pedes habéntem mitti in ignem ætérnum. Et si óculus tuus scandalízat te, érue eum, et prójice abs te: bonum tibi est cum uno óculo in vitam intráre, quam duos óculos habéntem mitti in gehénnam ignis. Vidéte ne contemnátis unum ex his pusíllis: dico enim vobis, quia Angeli eórum in cælis semper vident fáciem Patris mei, qui in cælis est.»
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el reino de los cielos? y llamando a un niño lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo, si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así, pues, el que se hace pequeño como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y el que recibe a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe. Pero quien escandaliza a uno de estos niños que creen en mí, más le valiera que le colgaran alrededor del cuello una muela de molino y lo arrojaran a lo profundo del mar. ¡Ay del mundo a causa de sus escándalos! Fuerza es que ocurran escándalos; mas, ¡ay del hombre por quien viene el escándalo! Sí, pues, tu mano o pie te escandaliza, córtatelo y échalo lejos de ti; más te vale entrar en la vida manco o cojo, que ser arrojado con tus dos manos o tus dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo te escandaliza, arráncatelo y échalo lejos de ti: más te vale entrar con un solo ojo en la vida, que ser arrojado con tus dos ojos en la gehena del fuego. Cuidado con menospreciar a uno de estos niños, porque os digo que sus ángeles en los cielos, ven sin cesar el rostro de mi Padre que está en los cielos.
Credo
OFERTORIO  Ap 8, 3-4
STETIT ANGELUS juxta aram templi, habens thuríbulum áureum in manu sua, et data sunt ei incénsa multa: et ascéndit fumus arómatum in conspéctu Dei, allelúja.
PÚSOSE UN ÁNGEL cerca del altar del templo con un incensario de oro en la mano; y le dieron muchos perfumes y el humo de los aromas subió al acatamiento de Dios, aleluya.

SECRETA
HÓSTIAS TIBI, Dómine, laudis offérimus, supplíciter deprecántes: ut eásdem, angélico pro nobis interveniénte suffrágio, et placátus accípias, et ad salútem nostram provenire concédas. Per Dóminum.
TE OFRECEMOS, Señor, este sacrificio de alabanza, suplicándote humildemente lo admitas propicio por la intercesión de los ángeles, y nos concedas que favorezca nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo.

PREFACIO COMÚN
Si cae en domingo, se hace dice el prefacio de la Santísima Trinidad.
Cuadro de texto: VERE DIGNUM et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes: En verdad es digno y justo, equitativo y saludable el darte gracias en todo tiempo y lugar, oh Señor Santo, Padre Todopoderoso y Dios Eterno, por Jesucristo nuestro Señor. Por quien los ángeles alaban tu Majestad, las Dominaciones la adoran, y reverencian con temor las Potestades. Los Cielos, las Virtudes de los cielos y los bienaventurados Serafines celebran juntos tu gloria con transportes de júbilo. Te suplicamos, Señor, que recibas nuestras voces que unimos con las suyas, diciéndote con humilde confesión:
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Dan 3, 58
Cuadro de texto: BENEDÍCITE, omnes Angeli Dómini, Dóminum: hymnum dícite, et superexaltáte eum in sǽcula. ÁNGELES DEL SEÑOR, bendecid todos al Señor; alabadle, ensalzadle por todos los siglos.
ORACIÓN POSTCOMUNIÓN
Cuadro de texto: BEÁTI ARCHÁNGELI tui Michǽlis intercessióne suffúlti: súpplices te, Dómine, deprecámur; ut, quod ore proséquimur, contingámus et mente. Per Dóminum. Apoyados, Señor, en la intercesión de tu bienaventurado arcángel san Miguel, humildemente te suplicamos que lo que ha gustado nuestra boca penetre también en nuestra alma. Por nuestro Señor Jesucristo.

COMENTARIO
Hoy no reproducimos comentario del Padre Castellani, por cuanto él habla sobre los Domingos del año litúrgico, y hoy es la Dedicación a San Miguel Arcángel, que ha caído este año en Domingo, como es de Primera Clase, tiene preeminencia sobre el Domingo XVI después de Pentecostés, que es de II Clase.
Compilaremos algunos Magisterios y tradiciones sobre San Miguel -también algunas revelaciones privadas, sabiendo obviamente sus limitaciones- y reproducimos el célebre Exorcismo de Leon XIII, que ya adelantamos que -incluso habida cuenta de la prohibición del Prefecto de la Fe, Cardenal Ratzinger en 1985, que parece apuntar a que no se hagan exorcismos por parte de personas no autorizadas para tal delicada misión- lo puede rezar un laico, sin atribuirse la misión propia de un sacerdote exorcista, como oración para protección personal. Con lo cual no corre ningún peligro. Todo lo contrario: el peligro es dejar las cosas buenas y santas para congraciarse con la modernidad.
No tendría ningún sentido si esa prohibición hubiera tenido carácter absoluto, en el sentido de pretender impedir que esta oración se rece privadamente. Recordemos que la oración a San Miguel Arcángel, tan importante en la lucha contra el Demonio, fue retirada de la Misa en el post concilio, y dejada de lado como otras cosas buenas e importantes. El II Concilio y el post concilio, como siempre lo sostenemos, es el período mas crítico de toda la historia de la Iglesia, y su legalidad suele ir contra la Verdad y el Bien, por lo cual no hay obligación de obediencia en las cosas que van contra la Fe y la Verdad de Cristo. Por otro lado, están autorizadas legalmente otras cosas, como grupos internos en la Iglesia, que son notoriamente no católicos. Recordemos que el nuevo Derecho Canónico de Juan Pablo II adolece de graves ambigüedades y desviaciones que atentan contra la Doctrina Católica (NOTA 5).
Después del Magisterio, el Exorcismo de Leon XIII, y un artículo ilustrativo sobre San Miguel Arcángel y su poder divino sobre el Demonio, haciendo referencia a un exorcismo real e histórico, haremos un comentario sobre el tema las realidades sobrenaturales y la influencia deletérea del progremodernismo en la Fe Católica después del II Concilio Vaticano.


SAN MIGUEL ARCÁNGEL - ¿QUIÉN COMO DIOS?






  Se lo representa con el traje de Guerrero o de Soldado Centurión como Príncipe de Milicia Celestial que es.

¿Quién es San Miguel Arcángel?
  San Miguel es uno de los siete arcángeles y está entre los tres cuyos nombres aparecen en la Biblia. Los otros dos son Gabriel y Rafael. La Santa Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le llama "Príncipe de los espíritus celestiales", "jefe o cabeza de la milicia celestial". Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento.
  Muy apropiadamente, es representado en el arte como el ángel guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno.
  La cristiandad desde la Iglesia primitiva venera a San Miguel como el ángel que derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del cielo con su espada de fuego.
  Es tradicionalmente reconocido como el guardián de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector de los cristianos contra los poderes diabólicos, especialmente a la hora de la muerte.
  
La Fidelidad de San Miguel para con Dios:
  El mismo nombre de Miguel, nos invita a darle honor, ya que es un clamor de entusiasmo y fidelidad. Significa "Quién como Dios".
  Satanás tiembla al escuchar su nombre, ya que le recuerda el grito de noble protesta que este arcángel manifestó cuando se rebelaron los ángeles. San Miguel manifestó su fortaleza y poder cuando peleó la gran batalla en el cielo. Por su celo y fidelidad para con Dios gran parte de la corte celestial se mantuvo en fidelidad y obediencia. Su fortaleza inspiró valentía en los demás ángeles quienes se unieron a su grito de nobleza: "¡¿Quién como Dios?!." Desde ese momento se le conoce como el capitán de la milicia de Dios, el primer príncipe de la ciudad santa a quien los demás ángeles obedecen.
  
San Miguel en las Sagradas Escrituras
En el Antiguo Testamento
  San Miguel aparece como el guardián de la nación hebrea.
  En el libro de Daniel, Dios envía a San Miguel para asegurarle a Daniel su protección.
 "Y ahora volveré a luchar con el príncipe de Persia...Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro príncipe, mi apoyo para darme ayuda y sostenerme." -Daniel 10:13.
  "En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo" -Daniel 12:1
  El pueblo del profeta eran los judíos. Por lo tanto, es aceptado que el ángel que el Señor había asignado a los Israelitas en los días de Moisés, para guiarles a través del desierto y llevarlos por las naciones idólatras que destruiría por medio de ellos, es el mismo San Miguel.
  
En el libro del Exodo el Señor dijo a los Israelitas:
  "He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado. Pórtate bien en su presencia y escucha su voz: no le seas rebelde, que no perdonara vuestras transgresiones, pues en el esta mi Nombre. si escuchas atentamente su voz y haces todo lo que yo diga, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios mis adversarios. Mi ángel caminara delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, de los hititas, de los perizitas, de los cananeos, de los jivitas y de los jebuseos; y yo los exterminaré. No te postrarás ante sus dioses, ni les darás culto, ni imitaras su conducta; al contrario, los destruirás por completo y romperás sus estelas. Vosotros daréis culto a Yahveh, vuestro Dios". -Ex 23:20.
  Después de la muerte de Moisés, según la tradición judía (referida en Judas 9) San Miguel altercaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés. En obediencia al mandato de Dios, San. Miguel escondió la tumba de Moisés, ya que la gente y también Satanás querían exponerla para llevar a los Israelitas al pecado de idolatría.
San Miguel recibió de Dios el encargo de llevar a término sus designios de misericordia y justicia para su pueblo escogido. Vemos como Judas Macabeos antes de iniciar cualquier batalla en defensa de la ley y del Templo clamaba la ayuda de     San Miguel y le confiaban su defensa:
  En cuanto los hombres de Macabeos supieron que Lisias estaba sitiando las fortalezas, comenzaron a implorar al Señor con gemidos y lagrimas, junto con la multitud, que enviase un ángel bueno para salvar a Israel.... Cuando estaban cerca de Jerusalén apareció poniéndose al frente de ellos un jinete vestido de blanco, blandiendo armas de oro. Todos a una bendijeron entonces a Dios misericordioso y sintieron enardecerse sus ánimos  -2 Mac 11:6
  Tu, soberano, enviaste tu ángel a Exequías, rey de Juda, que dio muerte a cerca de ciento ochenta y cinco mil hombres del ejercito de Senaquerib. Ahora también, Señor de los cielos, envía un ángel bueno delante de nosotros para infundir el temor y el espanto. ¡Que el poder de tu brazo hiera a los que han venido blasfemando a atacar a tu pueblo santo! -2 Mac 15:22.

En la Nueva Alianza
  La posición de San Miguel es también muy importante en el N.T. donde continúa su poderosa defensa.  Con sus ángeles, el libra la batalla victoriosa contra Satanás y los ángeles rebeldes, los cuales son arrojados del infierno.  Es por eso venerado como guardián de la Iglesia.
  "Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón. También el dragón y sus ángeles combatieron pero no prevalecieron y no hubo ya en cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero"   -Apocalipsis 12,7-9
  La carta de Judas se refiere a San Miguel en batalla contra Satanás.
  El honor y la veneración a San Miguel, como testifican los padres de la Iglesia, ha sido parte esencial de la vida de la Iglesia desde sus inicios. Se le han atribuido un sin numero de beneficios espirituales y temporales. El emperador Constantino, atribuyó a este arcángel, las victorias sobre sus enemigos y por ello le construyo cerca de Constantinopla una magnifica iglesia en su honor. Esta se convirtió en lugar de peregrinación y muchos enfermos recibieron sanación gracias a la intercesión de San Miguel.

 APARICIONES DE SAN MIGUEL
   San Miguel ha aparecido en muchas ocasiones a aquellos que invocaron su ayuda. He aquí algunas:
ESPAÑA: Garabandal
FRANCIA: Juana de Arco, Santa.
Un caso muy conocido y autentico es la asistencia que este arcángel dio en la extraordinaria misión que el Señor le había encomendado de ayudar al rey francés a restaurar la paz y prosperidad en su reino y expulsar a los enemigos de sus costas.
Monte de San Miguel.
En Francia, también se apareció en el Monte San Miguel, donde hay un famoso santuario consagrado a este Arcángel. Tiene la característica de que 2 veces al mes, las olas cubren la carretera de acceso y el lugar se convierte temporalmente en isla.
ITALIA: Roma, Santa María la Mayor - Gargano
KOREA: Naju - Donde una estatua de la Virgen ha estado llorando sangre y dando mensajes a Julia Kim, han habido ya siete milagros Eucarísticos. Entre ellos en presencia de Obispos y Cardenales, Julia recibió la Eucaristía de parte de San Miguel Arcángel.
MEXICO: San Miguel del Milagro, Tlaxcala
PORTUGAL: Fátima - En 1916 se les aparece el ángel por primera vez. Se arrodilla en tierra inclina la frente hasta el suelo y pidió que oraran con el: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no Te aman".  
Segunda aparición: "¡Rezad, rezad mucho. Los corazones de Jesús y María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!"
Tercera aparición: Se aparece con un cáliz en sus manos sobre el cual esta suspendida una Hostia, de la cual caían gotas de sangre al cáliz. Dejando el cáliz y la hostia suspensos en el aire, se postró en tierra y repitió tres veces: "Santísima Trinidad, Padre , Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María te pido la conversión de los pobres pecadores".
Después se levantó y dio la Hostia a Lucia, y el contenido del Cáliz a Jacinta y Francisco, diciendo al mismo tiempo: "Tomad el Cuerpo y bebed la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.

Estas son solo unas pocas de las conocidas apariciones de San Miguel. Aparte de las extraordinarias apariciones visibles, el arcángel San Miguel está invisiblemente activo para ayudarnos, ya que el Señor le dio un amor compasivo por los hombres y no hay alma que escape su atención.

San Miguel Arcángel, ruega por nosotros.



MAGISTERIO SOBRE SAN MIGUEL ARĆANGEL Y LOS ÁNGELES

La doctrina definida solemnemente por la Iglesia en torno a los seres angélicos abarca cinco afirmaciones principales(1) : a) los ángeles existen; b) son seres de naturaleza espiritual; c) fueron creados por Dios; d) fueron creados al comienzo del tiempo; e) los ángeles malos o demonios fueron creados buenos, pero se pervirtieron por su propia acción.a) Los ángeles existen La existencia de los ángeles se recoge expresamente en las fórmulas de fe o Credos de la Iglesia, a partir del Símbolo Niceno-constantinopolitano (381), en el que confesamos creer «en un solo Dios… Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles»(2) . Lo mismo se dice en las profesiones de fe católica elaboradas por los concilios de Letrán IV en 1215 (3) , Lyon 11 en 1274 (4), Florencia en 1441 (5) y Trento en 1564 (6). El Concilio Vaticano I (1869-70) habla de la criatura angélica como parte de la obra creadora producida por Dios (7).
Los negadores de la existencia y realidad de los ángeles han tenido representantes en casi todas las épocas de la historia. Los Hechos de los Apóstoles nos informan -como hace también el historiador judío Flavio Josefo- que los saduceos negaban «la resurrección y la existencia de ángeles y espíritus» (8).
Desde presupuestos religiosos y culturales muy diferentes, el racionalismo(9) iluminista que se desarrolla a partir del siglo XVIII tampoco admite la existencia de los ángeles. La cosmovisión propia del materialismo en sus distintas variantes constituye otra tajante opinión negativa frente a la realidad de cualquier mundo espiritual.
Numerosos contemporáneos hablan de ángeles, pero los consideran productos de la imaginación literaria, y proyecciones de la conciencia estética del hombre, que se apoya en la idea de esos seres misteriosos para expresar reflexiones y fantasías del espíritu humano.
La existencia de ángeles es negada finalmente por algunos autores protestantes, que los consideran un mito bíblico necesitado de nueva interpretación(10) . Y con frecuencia este modo de pensar, busca difundirse, actualmente, en los medios de comunicación.
A estas, y parecidas opiniones derivadas de ellas, se refería la Encíclica Humani Generis (1950) al afirmar que «algunos se plantean la cuestión de si los ángeles son criaturas personales»(11) .
La profesión de fe de Pablo VI, llamada también Credo del pueblo de Dios, fue promulgada en junio de 1968, con motivo del año de la fe. La profesión incluye en su inicio una importante referencia a los ángeles. Dice así: «Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles -como es este mundo en que pasamos nuestra breve vida y de las cosas invisibles -como son los espíritus puros, que llamamos también ángeles» (n. 8). El texto menciona de nuevo a los santos ángeles más adelante, para atribuirles una participación «en el gobierno divino de las cosas» (n. 29) (12).
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que «La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición»(13) .
b) Son seres de naturaleza espiritual. Que los ángeles son seres puramente espirituales y desprovistos de toda corporeidad es doctrina claramente formulada por el concilio IV de Letrán (1215), en cuyo decreto Firmiter leemos que Dios «creó de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, y después la humana, compuesta de espíritu y de cuerpo»(14) .
El hecho de que los ángeles aparezcan corpóreos en la Biblia y puedan ser representados en imágenes como enseña el Concilio II de Nicea en el año 787, no debe hacer pensar en la existencia de un cierto cuerpo angélico. Algunos autores cristianos mantuvieron por un tiempo esta idea como opinión privada. Pero la legitimidad de la representación iconográfica de los ángeles, afirmada por la Iglesia frente a los iconoclastas, no exige atribuirles «cuerpos espirituales».
El Catecismo de la Iglesia Católica precisa que «En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12)»(15) .
c) Fueron creados por Dios. Los ángeles han sido creados por Dios a partir de la nada. Son criaturas. No son aspectos de Dios ni emanaciones del ser divino. Tampoco son seres divinos intermedios entre el Altísimo y el mundo visible. Pertenecen al conjunto de la creación, que es visible e invisible. Esta doctrina de fe se encuentra afirmada en los Credos y subrayada particularmente por el Concilio IV de Letrán (vide supra).
La Sagrada Escritura no describe la creación de los ángeles «pero al presentarlos como dependiendo completamente de Dios enseña implícitamente esta verdad»(16) . La enseñanza bíblica sobre los seres angélicos se desarrolla por entero en el marco del más estricto monoteísmo.
d) Fueron creados al comienzo del tiempo. El Concilio IV de Letrán define asimismo que los ángeles, igual que el mundo material, fueron creados en el comienzo del tiempo: simul ab initio temporis(17) . Dios no los creó desde toda la eternidad.
Si los ángeles fueron creados antes del mundo material o a la vez que éste, es una cuestión secundaria desde el punto de vista dogmático, y no se dice en el texto conciliar. El «simul» usado por el decreto indicaría simplemente que Dios ha querido de igual manera la existencia de los espíritus y de la criatura humana. Parece ser una partícula más bien incidental que no contiene ninguna afirmación sobre el momento de la creación de los ángeles.
e) Los ángeles malos o demonios fueron creados buenos, pero se pervirtieron por su propia acción. La doctrina de que todos los ángeles fueron creados buenos por Dios y que los demonios se pervirtieron por su propia voluntad se define por vez primera en el Concilio de Braga, celebrado en el año 561. Dice el Concilio que el diablo fue primero un ángel bueno hecho por Dios, y que su naturaleza fue obra de Dios. No emergió, por tanto, de las tinieblas como principio y sustancia del mal(18) .
Esta enseñanza se encuentra ya expuesta con gran precisión en escritos patrísticos del siglo IV, especialmente en la Vida de Antonio escrita por San Atanasio de Alejandría, donde leemos: «Hay que saber que los demonios no se llaman así porque hayan sido siempre demonios. Dios, en efecto, no ha creado ninguna cosa mala. También los demonios fueron creados buenos, pero caídos de su celestial sabiduría y dedicados a vagar por la tierra engañaron a los paganos con sus fantásticas invenciones y, envidiosos luego de nosotros los cristianos, hacen todo lo posible para impedirnos llegar al cielo; porque no quieren que lleguemos al lugar del que ellos han caído»(19) .
El Catecismo de la Iglesia Católica precisa que « …el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El «diablo» [«dia-bolos»] es aquel que «se atraviesa» en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo(20) . Refiriéndose al «Padre nuestro» añade el Catecismo que «En la última petición, «y líbranos del mal», el cristiano pide a Dios con la Iglesia que manifieste la victoria, ya conquistada por Cristo, sobre el «príncipe de este mundo», sobre Satanás, el ángel que se opone personalmente a Dios y a su plan de salvación»(21) .
La enseñanza de la Iglesia sobre los ángeles malos puede consiguientemente articularse en las siguientes afirmaciones: 1) Los demonios fueron creados por Dios como todos los ángeles(22) . ´ 2) «El diablo y los demás demonios fueron creados por Dios buenos por naturaleza , pero ellos se hicieron malos por sí mismos». Son palabras del Concilio IV de Letrán, que condenan el error de los cátaros, para quienes los diablos procedían de un principio absoluto del mal(23) . 3) Los demonios han llevado al hombre al pecado: «el hombre pecó por sugestión del diablo»(24) . 4) A partir del pecado, los demonios ejercen un cierto dominio sobre la humanidad: el hombre pecador queda de algún modo «bajo el poder de aquel que tiene el imperio de la muerte, es decir, del diablo»(25) . Este dominio es relativo y no implica derecho ninguno del diablo sobre el hombre. Deriva simplemente de una situación que de momento favorece al enemigo de Cristo. 5) La reprobación de los demonios es eterna, es decir, no tendrá lugar, debido a una imposibilidad intrínseca de reforma o cambio, ningún tipo de amnistía divina que pudiera eliminar la condición réproba de Satanás y sus ángeles. El castigo de los demonios no es por tanto un castigo temporal.
La existencia de ángeles caídos nos obliga a hablar de un pecado angélico, cuya naturaleza y circunstancias resultan muy difíciles de determinar. Pero la posibilidad de semejante pecado entra fácilmente en el horizonte teológico, porque sólo Dios es impecable(26) .
Una intervención de Pablo VI recordaba en noviembre de 1972 que «se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a reconocer la realidad del demonio; o bien quien hace de ella un principio que existe por sí y que no tiene, como cualquier otra criatura, su origen en Dios; o bien la explica como una seudo-realidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias»(27) .
El documento publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en junio de 1975, acerca de la enseñanza de la Iglesia sobre los demonios, se expresa en términos semejantes, a la vez que llama la atención sobre las dificultades interpretativas de la Sagrada Escritura en este punto, y da a entender que la afirmación cristiana acerca de la existencia de Satanás no está situada en el centro de la doctrina revelada sino en su periferia. «La actitud de la Iglesia en todo lo referente a la demonología -leemos- es clara y firme. Es verdad que a lo largo de los siglos, la existencia de Satanás y de los demonios nunca ha sido hecha objeto de una afirmación explícita de su magisterio. La razón está en que la cuestión no se planteó jamás en estos términos: tanto los herejes como los fieles, fundándose en la Sagrada Escritura, estaban de acuerdo en reconocer su existencia y sus actividades perversas. Por eso hoy, cuando se pone en duda la realidad demoníaca, es necesario hacer referencia a la fe constante y universal de la Iglesia y a su fuente más importante: la enseñanza de Cristo. En efecto, la existencia del mundo demoníaco se revela como un dato dogmático en la doctrina del Evangelio y en el corazón de la fe vivida»(28) . El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «Tras la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cfr. Gen 3, 1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sap 2, 24). La Escritura y la tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cfr. Ioh 8, 44; Apc 12, 9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios»(29) .
El testimonio de la Biblia sobre la actividad de los ángeles malos y su papel negativo y turbador respecto a la salvación del hombre se expresa generalmente con un lenguaje simbólico, que designa una realidad difícil de reflejar y comprender con puros conceptos. Las afirmaciones bíblicas sugieren que los hombres tienen que combatir en el plano espiritual no sólo contra seres de carne y hueso(30) , sino contra «principados y potestades»(31) malos, que representan la rebelión y la resistencia de lo mundano contra el orden divino, y son enemigos del hombre en todo lo referente a su vocación y destino eternos.
Son seres que «pervierten la creación de Dios y tratan de dañar a los humanos incluso en lo corporal, hasta conseguir en ocasiones posesionarse de sus fuerzas físicas y psíquicas, y enajenarles profundamente de sí mismos (posesión diabólica). Como príncipe de este mundo(32) y dios de este siglo(33) , el Maligno frustra las esperanzas y deseos del hombre mortal, o lo entusiasma con engaños que llegan hasta lo infinito, como hizo la serpiente en el Paraíso: «Seréis como Dios»(34) . En este sentido, el diablo es el padre de la mentira(35) , que invierte la verdad sobre el hombre, oscurece la diferencia, clara en sí misma, entre el sí y el no, y trastoca el orden que Dios ha dado al mundo. De este modo es el tentador de la criatura humana, que , sin embargo, sólo tiene poder sobre el hombre si éste lo consiente»(36) . «La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama «homicida desde el principio» (Ioh 8, 44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre (Cfr. Mt 4, 1-11)»(37) .
Funciones de los seres angélicos
Los ángeles de la Revelación judeo-cristiana: a)adoran a Dios en el cielo. b)desempeñan determinados ministerios de salvación en favor de los hombres.
a) Adoran a Dios en el cielo. Los ángeles contemplan siempre el rostro de Dios, le adoran y le dan gloria en el cielo. Esta alabanza de Dios constituye la perfección y felicidad de los ángeles. Es precisamente el estado o situación sobrenatural que llamamos cielo, que consiste en ver, amar y adorar a Dios. Puede decirse que la esencia del ser angélico es la adoración.
Los ángeles realizan en este sentido el fin más importante y profundo de la entera creación, que es la gloria de Dios. «Bendecid a Yahvéh vosotros sus ángeles todos, alabadle todos sus ejércitos»(38) . El «Sanctus» de la liturgia eucarística no es otra cosa que el eco de lo que, según el profeta Isaías, repiten los ángeles en el cielo. Dice Isaías: «Había ante El serafines… y los unos y los otros se gritaban y se respondían: Santo, Santo, Santo, Yahvéh de los ejércitos. La tierra está llena de tu gloria»(39) .
La liturgia de la Iglesia, cuyo primer fin es doxológico o laudatorio, es como un reflejo de la liturgia del cielo, a la que trata de parecerse. En la Carta a los Hebreos leemos: «Vosotros os habéis aproximado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, y a las miríadas de ángeles, a la asamblea y congregación de los primogénitos, que están inscritos en los cielos»(40) .
El Catecismo de la Iglesia Católica recoge esta enseñanza: «S. Agustín dice respecto a ellos: «El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel» (Psal. 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan «constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos» (Mt 18, 10), son «agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra» (Sal 103, 20)»(41) .
Además, Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles…» (Mt 35, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para El: «Por que en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él» (Col 1, 16)»(42) .
d) Desempeñan determinados ministerios de salvación en favor de los hombres. Sin abandonar la contemplación y la alabanza divinas, los ángeles intervienen en la historia de la salvación como mensajeros de Dios en su solicitud hacia los hombres. «Son espíritus servidores, enviados para ayudar a aquellos que han de heredar la salvación»(43) . Es tarea de los ángeles, por lo tanto, expresar y llevar a cabo la protección que Dios dispensa a la Creación humana y a cada uno de los que la componen. «El te encomendará a sus ángeles, para que te guarden en todos tus caminos»(44) .
«Desde la creación (cf Jb 38,7, donde los ángeles son llamados «hijos de Dios») y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (cf Gn 3, 24), protegen a Lot (cf gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7, 53), conducen al pueblo de Dios (cf Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos (cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1 R 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús (cf Lc 1, 11.26)»(45) .
«De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce «a su Primogénito en el mundo, dice: ‘adórenle todos los ángeles de Dios’ (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: «Gloria a Dios…» (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2 M 10, 29-30; 11,8). Son también los ángeles quienes «evangelizan» (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; 25, 31; Lc 12, 8-9)»(46) . «De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles (cf Hc 5, 18-20; 8, 26-29; 10, 3-8; 6-11; 27, 23-25)»(47) .
«En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo (cf MR, «Sanctus»); invoca su asistencia así en el ‘supplices te rogamus…’ («Te pedimos humildemente…») del Canon romano o el «In Paradisum deducant te angeli…» («Al Paraíso te lleven los ángeles…») de la liturgia de difuntos, o también en el «Himno querubínico» de la liturgia bizantina) y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles (S. Miguel, S. Gabriel, S. Rafael, los ángeles custodios)»(48) .
La tradición de la Iglesia ha desarrollado la doctrina de que Dios asigna a todo hombre un ángel de la guarda o ángel custodio. Hablando de los niños, dice el Señor que «sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial»(49) . Y el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que «Desde la infancia (cf Mt 18, 10) a la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (cf Sal 34,8; 91, 10-13) y de su intercesión (cf Jb 33, 23-24; Za 1, 12; Tb 12, 12). «Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida» (S. Basilio, Eun. 3, 1). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios. Los santos ángeles garantizan y apoyan nuestra esperanza en Dios, asisten nuestros esfuerzos contra adversarios que son más fuertes y sutiles que la carne y la sangre, y nos encaminan hacia nuestro destino último. Instrumentos divinos «en el gobierno divino de las cosas»(50) , los seres angélicos sirven a los caminos e iniciativas de la Providencia»(51) .
El testimonio de la teología y piedad cristianas en relación con los ángeles custodios y su actuación es abundante y significativo. Orígenes afirma que «el ángel particular de cada cual, aun de los más insignificantes dentro de la Iglesia… une su oración a la nuestra y colabora, según su poder, a favor de lo que pedimos»(52) . El ángel guardián es mencionado en los escritos de Hermas(53) , Clemente de Alejandría(54) , Eusebio de Cesarea(55) , San Basilio(56), San Hilario(57) , San Gregorio de Nisa(58) , etc.
Santo Tomás de Aquino se hace eco de esta doctrina y dedica un largo artículo de la Suma Teológica a establecer la existencia y funciones del ángel custodio(59) . El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que Cristo «los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: ‘¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?’» (Hb 1, 14)»(60) .
La literatura espiritual habla asimismo del ángel de la guarda y del papel que desempeña en la vida del cristiano. En Camino, obra compuesta por el Beato Josemaría Escrivá en 1933, leemos: «Ten confianza con tu Angel Custodio. Trátalo como un entrañable amigo -lo es- y sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día»(61) . «Te pasmas porque tu ángel custodio te ha hecho servicios patentes. Y no debías pasmarte: para eso le colocó el Señor junto a ti»(62) . «Acude a tu Custodio a la hora de la prueba, y te amparará contra el demonio y te traerá santas inspiraciones»(63) .
Y hablando de apostolado: «Gánate al Angel Custodio de aquel a quien quieras traer atu apostolado. -Es siempre un gran «cómplice»(64) . «Si tuvieras presentes a tu Angel y a los Custodios de tus prójimos evitarías muchas tonterías que se deslizan en la conversación»(65) .
El Catecismo Romano explica que «no se opone al culto debido únicamente a Dios la veneración e invocación de los ángeles… El mismo Espíritu Santo nos manda honrar a los padres, ancianos, gobernantes, etc. Con mucha más razón deberán ser honrados los ángeles, ministros de Dios en el gobierno de la Iglesia y de toda la Creación. Hemos, por tanto, de invocar a los ángeles, porque están perpetuamente. delante de Dios y porque asumen gozosos el patrocinio de salvación de quienes les han sido encomendados»(66) . Y en Piura hemos de invocar a S. Miguel, presente en el nombre y escudo de la ciudad y en el de la Universidad.

1.    Cfr. José Morales, «El Misterio de la creación», Palabra, Madrid.
2.   Denzinger-Schönmetzer. Enchiridium Symbolorum Definitionum et Declarationum, Herder, n.86.
3.   Ibidem, n. 428.
4.   Ibidem, n. 461.
5.   Ibidem, n. 706.
6.   Ibidem, n. 994.
7.    Ibidem, n. 1783.
8.   Hechos 23,8.
9.   Racionalismo: En un sentido general, de signo positivo, el Racionalismo es una actitud filosófica que, basándose en la analogía entre la razón humana y la divina, considera que el mundo es explicable de un modo racional (así Santo Tomás y los mejores escolásticos). En sentido más estricto, el Racionalismo es una corriente filosófica que admite como fuente de verdad únicamente la razón humana, excluyendo la revelación, la fe y la autoridad. Aunque esta tendencia se manifiesta intermitentemente dentro del cristianismo (Nestorianos, Pelagianos y Humanismo), el móvil propulsor de este error fue el principio del libre examen de la Sagrada Escritura proclamado por el Protestantismo. Consecuencia del Racionalismo fueron la indiferencia, la incredulidad, la hostilidad manifiesta contra la religión. La Iglesia ha luchado siempre contra el Racionalismo, principalmente en el siglo XIX bajo Pío IX con el Syllabus y las definiciones del Concilio Vaticano I.
10.                       Cfr. Sistematic Theology I, Chicago 1953, p. 260.
11. Denzinger-Schönmetzer. Enchiridium Symbolorum Definitionum et Declarationum, Herder, n. 2318.
12.                       Cfr. C. Pozo, El Credo del pueblo de Dios. Comentario teológico, Madrid, 1968, pp. 67-68.
13.                       Catecismo de la Iglesia Católica, n. 328.
14.                       Denzinger-Schönmetzer. Enchiridium Symbolorum Definitionum et Declarationum, Herder, n. 428.
15.                       Catecismo de la Iglesia Católica, n. 330.
16.                       M. FLiCK-Z. ALSZFGHY, Los comienzos de la Salvación, Salamanca, 1965, 618-619.
17.                        Denzinger-Schönmetzer. Enchiridium Symbolorum Definitionum et Declarationum, Herder, n. 428.
18.                       Ibidem, n. 237.
19.                       C. 22.
20.                      Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2851.
21.                       Ibidem, n. 2864.
22.                      Denzinger-Schönmetzer. Enchiridium Symbolorum Definitionum et Declarationum, Herder, n. 428.
23.                      Cfr. P.M. QUAY, Angels and Demons: The Teaching of IV Lateran, Tleological Studies 42 (1981), pp. 20-45.
24.                      Denzinger-Schönmetzer. Enchiridium Symbolorum Definitionum et Declarationum, Herder, n. 428.
25.                      Ibidem, n. 788.
26.                      Cfr. Suma contra Gentiles, 3, 109.
27.                       Cfr. Osservatore Romano 16-11-1972.
28.                      Ecclesia 1975, 1065.
29.                      Catecismo de la Iglesia Católica, n 391.
30.                      cfr. Eph 6, 12.
31.                       Col 2. 15.
32.                      cfr. Juan 12, 31.
33.                      cfr. 2 Cor 4, 4.
34.                      Gen 3, 5.
35.                      cfr. Juan 8, 44.
36.                      Catecismo alemán para adultos, Madrid, 1989, p. 117.
37.                       Catecismo de la Iglesia Católica, n. 394.
38.                      Ps 148,2.
39.                      Is 6, 3. Cfr. Apoc 4, 8.
40.                      Heb 12, 22-23.
41.                       Catecismo de la Iglesia Católica, n. 329.
42.                      Ibidem, n. 331.
43.                      Heb 12, 22-23.
44.                      Ps 91, 11.
45.                      Catecismo de la Iglesia Católica, n. 332.
46.                      Ibidem, n. 333.
47.                       Ibidem, n. 334.
48.                      Ibidem, n. 335.
49.                      Mt 18, 10.
50.                      Cfr. Profesión de Fe de Pablo VI, n. 29.
51.                       Catecismo de la Iglesia Católica, n. 336.
52.                      De Oratione XI, 1-5.
53.                      Vis, 5, 1-4.
54.                      Strom. 6, 17, 161.
55.                       Dem. EV. 4, 6.
56.                      Adv. Eunomium 3, l.
57.                       Tract. Sal 65.
58.                      Com. in Cant. 14.
59.                      S. Th, 1 113.
60.                      Catecismo de la Iglesia Católica, n. 331.
61.                       Camino, n. 562.
62.                      Ibidem, n. 565.
63.                      Ibidem, n. 567.
64.                      Ibidem , n.. 563.
65.                      Ibidem , n. 564.
66.                      Catecismo Romano, III, 1, 9.
(NOTA 2)

CATECISMO DE SAN PÍO X

2º.- De los Ángeles

34.- ¿Cuáles son las criaturas más nobles que Dios ha creado? - Las criaturas más nobles creadas por Dios son los Ángeles.
35.- ¿Quiénes son los Ángeles? - Los Ángeles son criaturas inteligentes y puramente espirituales.
5 36.- ¿Para que fin creó Dios a los Ángeles? - Dios creó a los Ángeles para que le honren y le sirvan y para hacerlos eternamente bienaventurados. 37.- ¿Qué forma o figura tienen los Ángeles? - Los Ángeles no tienen forma ni figura alguna sensible, porque son puros espíritus, que subsisten sin necesidad de estar unidos a cuerpo alguno.
38.- ¿Por qué, pues, se representan los Ángeles con formas sensibles? - Los Ángeles se representan con formas sensibles: 1º, para ayudar a nuestra imaginación; 2º, porque así han aparecido muchas veces a los hombres, como leemos en las Santas Escrituras.
39.- ¿Permanecieron fieles a Dios todos los Ángeles? - No, señor; no permanecieron fieles a Dios todos los Ángeles; antes, muchos de ellos, por soberbia, pretendieron ser iguales a Él e independientes, y por este pecado fueron desterrados para siempre del paraíso y condenados al infierno.
40.- ¿Cómo se llaman los Ángeles desterrados para siempre del paraíso y condenados al infierno? - Los Ángeles desterrados para siempre del paraíso y condenados al infierno se llaman demonios, y su caudillo se llama Lucifer o Satanás.
41.- ¿Pueden los demonios hacernos algún mal? - Sí, señor; los demonios pueden hacernos mucho mal en el alma y en el cuerpo, si Dios les da licencia, mayormente tentándonos a pecar.
42.- ¿Por qué nos tientan? - Los demonios nos tientan por la envidia que nos tienen, la cual les hace de-sear nuestra eterna condenación, y por odio a Dios, cuya imagen resplandece en nosotros.
43.- ¿Por qué permite Dios las tentaciones? - Dios permite las tentaciones para que, venciéndolas con su gracia, ejercitemos las virtudes y adquiramos merecimientos para el cielo.
44.- ¿Cómo se vencen las tentaciones? - Las tentaciones se vencen con la vigilia, la oración y la mortifica-ción cristiana.
45.- ¿Cómo se llaman los Ángeles que permanecieron fieles a Dios? - Los Ángeles que permanecieron fieles a Dios se llaman Ángeles buenos, Espíritus celestiales o simplemente Ángeles.
46.- ¿Qué fue de los Ángeles que permanecieron fieles a Dios? - Los Ángeles que permanecieron fieles a Dios fueron confirmados en gracia, gozan para siempre de la vista de Dios, le aman, le bendicen y le ala-ban eternamente.
47.- ¿Sírvese Dios de los Ángeles como de ministros suyos? - Sí, señor; Dios se sirve de los Ángeles como de ministros suyos, y en especial a muchos de ellos hace custodios y protectores nuestros. 48.- ¿Hemos de tener particular devoción al Ángel de nuestra Guarda? - Sí, señor; hemos de tener parti-cular al Ángel de nuestra guarda, honrarle, implorar su socorro, seguir sus inspiraciones y ser agradecidos a su continua asistencia.

EXORCISMO DE LEON XIII

¿Cómo nació esta oración?

El padre Domenico Pechenino escribe: “No recuerdo el año exacto. Una mañana el Sumo Pontífice León XIII había celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra de agradecimiento, como era habitual. De pronto, le vi levantar enérgicamente la cabeza y luego mirar algo por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin parpadear, pero con un aire de terror y de maravilla, demudado. Algo extraño, grande, le ocurría.
Finalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero enérgico ademán, se levanta. Se le ve encaminarse hacia un despacho privado. Los familiares le siguen con premura y ansiedad. Le dicen en voz baja: “Santo Padre, ¿no se siente bien? ¿Necesita algo?” Responde: “Nada, nada”. Luego comentaría: «Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar a todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás le pidió permiso a Dios de tener 100 años para influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo». Pudo ver también a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con su legiones en el abismo del infierno.
Se encierra en su despacho, y al cabo de media hora hace llamar al secretario de la Congregación de Ritos y, dándole un folio, le manda imprimirlo y enviarlo a todos los obispos diocesanos del mundo. ¿Qué contenía? La oración que rezamos al final de la misa junto con el pueblo, con la súplica a María y la encendida invocación al príncipe de las milicias celestiales, implorando a Dios que vuelva a lanzar a Satanás al infierno”.
En aquel escrito se ordenaba también rezar esas oraciones de rodillas. Lo antes escrito, que también había sido publicado en el periódico La settimana del clero el 30 de marzo de 1947, no cita las fuentes de las que se tomó la noticia. Pero de ello resulta el modo insólito en que se ordenó rezar esa plegaria, que fue expedida a los obispos diocesanos en 1886. Como confirmación de la que escribió el padre Pechenino tenemos el autorizado testimonio del cardenal Nasalli Rocca que, en su carta pastoral para la cuaresma, publicada en Bolonia en 1946, escribe:
“León XIII escribió él mismo esa oración. La frase [los demonios] “que vagan por el mundo para perdición de las almas” tiene una explicación histórica, que nos fue referida varias veces por su secretario particular, monseñor Rinaldo Angeli. León XIII experimentó verdaderamente la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad Eterna (Roma); de esa experiencia surgió la oración que quiso hacer rezar en toda la Iglesia. El la rezaba con voz vibrante y potente: la oímos muchas veces en la basílica vaticana. No sólo esto, sino que escribió de su puño y letra un exorcismo especial contenido en el Ritual romano (edición de 1954, tít. XII, c. III, pp. 863 y ss.). El recomendaba a los obispos y los sacerdotes que rezaran a menudo ese exorcismo en sus diócesis parroquiales. El, por su parte, lo rezaba con mucha frecuencia a lo largo del día”. (NOTA 3)

 

EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES REBELDES

Publicado por orden de Su Santidad León XIII
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Salmo 67.
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.
Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.
Salmo 34.
Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí.
Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte.
Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición.
Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate.
Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.
Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales.
Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Súplica a San Miguel Arcángel.
Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).
He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.
Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.
La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).  Sigue…
Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.
R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.
Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.
Exorcismo: Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu + cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +.
Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, que “de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.
Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).
Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).
Padre nuestro …

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, oh, Príncipe de la Milicia Celestial, por el Poder que Dios te ha conferido, arroja al Infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos que vagan por el mundo buscando la perdición de las almas. Amén.
 FIN DEL EXORCISMO DE LEON XIII
Reproducimos la Carta del Prefecto Ratzinger para los Obispos, sobre el Exorcismo de Leon XIII, sobre la validez de esto, comentamos en el principio del Comentario.

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
CARTA A LOS ORDINARIOS DEL LUGAR
PARA RECORDAR LAS NORMAS VIGENTES
SOBRE LOS EXORCISMOS

29 de septiembre de 1985

Excelentísimo Señor:
Desde hace algunos años, ciertos grupos eclesiales multiplican reuniones para orar con la intención de obtener la liberación del influjo de los demonios, aun cuando no se trate de exorcismos propiamente dichos. Tales reuniones son efectuadas bajo la dirección de laicos, incluso cuando está presente un sacerdote.
Dado que se ha preguntado a la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre tales hechos, este Dicasterio juzga necesario comunicar a todos los Ordinarios la siguiente respuesta:
1. El canon 1172 del Código de Derecho Canónico declara que a nadie es lícito realizar exorcismos sobre personas posesas, a no ser que el Ordinario del lugar haya concedido licencia peculiar y expresa para ello (§ 1), y determina también que esta licencia sólo puede ser concedida por el Ordinario del lugar a un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida (§ 2). Por consiguiente se invita a los Obispos a urgir el cumplimiento de estos preceptos.
2. De estas prescripciones se sigue que no es lícito a los fíeles cristianos utilizar la fórmula de exorcismo contra Satanás y los ángeles apóstatas, contenida en el Ritual que fue publicado por orden del sumo pontífice León XIII; mucho menos les es lícito emplear el texto entero de este exorcismo. Los Obispos procuren amonestar a los fieles sobre este asunto cuando sea necesario.
3. Finalmente, por las mismas razones, se ruega a los Obispos que velen para que –aun en los casos que, excluida la auténtica posesión diabólica, parezcan revelar algún influjo del diablo– personas sin la debida autorización dirijan reuniones en las cuales se hagan oraciones para obtener la expulsión del demonio, oraciones que directamente interpelen a los demonios o traten de conocer la identidad de los mismos.
La formulación de estas normas de ningún modo debe disuadir a los fieles de rezar para que, como Jesús nos enseñó, sean libres del maligno (cf. Mt 6,13). Además de eso, los Pastores podrán valerse de esta oportunidad para recordar lo que la Tradición de la Iglesia enseña respecto a la función propia de los Sacramentos y a propósito de la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, de los Ángeles y de los Santos en la lucha espiritual de los cristianos contra los espíritus malignos.
Aprovecho la oportunidad para expresar a Su Excelencia mis sentimientos de estima en el Señor.

Joseph Card. Ratzinger
Prefecto





LA PELÍCULA “EL EXORCISTA” Y SAN MIGUEL ARCÁNGEL (Por Germán Mazuelo Leyton)
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La película «El exorcista» de 1973, llevada a la pantalla sobre un guion de William Peter Blatty, se inspiró en un hecho verídico de posesión diabólica en un niño de 13 años, conocido por los seudónimos Robbie Mannheim o Roland Doe. Los detalles del exorcismo fueron registrados en el libro Possessed de Thomas Allen.
I. Setenta años atrás: Dominus
Robbie, era hijo único. En enero de 1949 una tía, espiritista, con la que tenía un trato cercano le enseñó a usar la tabla Ouija.
Poco después los padres de Robbie advirtieron que alrededor de su hijo sucedían cosas extrañas como ruidos inexplicables en su habitación, sonido incesante del goteo de agua y más tarde un ruido de arañazos como garras raspando madera, movimiento de mesas y objetos, algunos de los cuales eran lanzados por los aires. Casi al mismo tiempo murió su tía Harriet y Robbie comenzó a usar durante horas y horas la Ouija como un medio para contactarla. Sucesivamente se dieron anormalidades físicas alarmantes en el cuerpo de Robbie: marcas de rasguños, ronchas y moretones, aparecidas sin ninguna razón aparente.
Más inquietante aún fue la transformación de su personalidad. El adolescente retraído y oscuro, se tornó repentinamente agresivo con frecuentes arrebatos de ira y rabietas violentas dirigidas a sus padres. Robbie comenzó a hablar en latín, una lengua que no tenía cómo haberla aprendido. Fue entonces cuando sus padres decidieron que necesitaban ayuda. Lo intentaron casi todo sin resultados. Como protestantes acudieron a su pastor, quien consideraba el exorcismo una reliquia de la Edad Media.
Finalmente acudieron a la parroquia católica cercana a su casa. El sacerdote Albert Hughes fue elegido para ayudar a los angustiados padres, pero resultó ser totalmente inadecuado para la tarea. Al fracasar en su intento de liberar al adolescente de la posesión, les sugirió que lo hospitalizaran.
Trasladaron su residencia a Saint Louis, Missouri, donde un familiar les animó a hablar con el Padre Raymond J. Bishop, quien a su vez lo hizo con el Padre William Bowdern S.J. Ambos visitaron la casa de la familia donde fueron testigos de los fenómenos. Este último indicó al Padre Bishop que tomara nota de lo que estaba sucediendo con el muchacho, gracias a lo cual se tiene conocimiento detalle a detalle de cómo fue el exorcismo de Robbie.
El P. Bowdern, finalmente fue designado por el arzobispo de Saint Louis para realizar el exorcismo, el sacerdote que fue descrito por un compañero jesuita como totalmente intrépido, fue asistido por los sacerdotes Walter Halloran y William Van Roo.
Desde su primera visita a la casa el 11 de marzo de 1949, el P. Bowdern puso a Nuestra Señora de Fátima en el centro de su lucha,[1] y fue justamente ese día cuando el sacerdote exorcista le contó a Robbie acerca de cómo tres niños de su edad recibieron el privilegio especial de ver a la Madre de Dios cuyo nombre es María. Esto ayudó a explicar el Avemaría al niño, que no era católico.
La historia de Fátima fascinó al adolescente y el padre Bowdern la repitió varias veces durante los siguientes treinta y ocho días. Esto llevó a Robbie a preguntar más sobre la fe católica que finalmente lo llevó a su conversión y más tarde a la de sus padres.[2]
El 23 de marzo comenzó su preparación a la recepción del Bautismo, sacramento que recibió el 1 de abril y al día siguiente la Primera Comunión.
Después de su bautismo, los demonios que poseían a Robbie se volvieron más violentos. Trasladado el niño a un sector del Alexian Brothers Hospital, le posibilitó al sacerdote exorcista privacidad y cercanía con el niño.
El Hermano Rector del Hospital hizo colocar una estatua de Nuestra Señora de Fátima cerca de la pieza, y posteriormente otra de San Miguel Arcángel en la propia habitación.
El P. Bowdern durante todo el proceso del exorcismo había reflexionado sobre algo que el diablo había pronunciado al principio con voz gutural: no me iré hasta que se pronuncie cierta palabra, y no permitiré que este niño lo diga.
Durante las semanas siguientes, el exorcista y su asistente soportaron indecibles insultos, blasfemias, lenguaje sucio y violencia de los demonios que poseían al niño, incluso la rotura de la nariz del P. Halloran.
Cada vez que el espíritu maligno se manifestaba en Robbie, la voz del niño se distinguía por su tono cínico, áspero y diabólico, sin embargo, el lunes de Pascua a las 10:45 p.m, la voz del muchacho cambió a tonos claros y dominantes que no causaron temor. Un personaje celestial, dijo: ¡Satán! ¡Satán! Soy San Miguel y te ordeno a ti y a los otros espíritus malignos, que abandonen inmediatamente este cuerpo en el nombre de Dominus, ¡Ahora, ahora, ahora!»[3]
Seguidamente Robbie tuvo las más violentas convulsiones de todo el exorcismo, al final se calmó y dijo a los que rodeaban su cama: se ha ido.
II. El tentador
Este año marca el septuagésimo aniversario de ese único exorcismo documentado meticulosamente en los Estados Unidos de América, por los sacerdotes jesuitas que la realizaron.
Esto es importante porque una de las mayores mentiras del diablo es convencer a la humanidad de que no existe.
Dice Sertillanges que la obra maestra de Satanás ha sido hacer creer a los hombres que él no existe.[4]
La existencia de Satanás es dogma de fe. Está definido en el Concilio Lateranense IV. El P. Justo Collantes, S.I.,dice que las palabras utilizadas en este capítulo son «una profesión de fe».[5]
Dice el Concilio Lateranense IV: «Creemos firmemente y confesamos sinceramente que (…) el diablo y demás demonios fueron creados por Dios buenos, mas ellos, por sí mismos, se hicieron malos».[6] «Por lo tanto no se puede negar la existencia real de un ser creado por Dios».[7]
«Hubo una batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles peleaban con el dragón… y no fue hallado su lugar en el cielo» (Apocalipsis 12, 7). «Fue precipitado en la tierra, y sus ángeles fueron con él precipitados» (Apocalipsis 12, 9).
Sus oficios son: engañar a los hombres, aún con apariencias de ángel de luz. Está como león rugiente intentando devorarnos (1 Pedro 5, 8). Así lo subraya San Ignacio de Loyola: «Propio es del ángel malo, que toma la apariencia de ángel de luz,[8] entrar con la ánima devota, y salir consigo; es a saber, traer pensamientos buenos y santos conforme a la tal ánima justa, y, después, poco a poco, procura de salirse, trayendo a la ánima a sus engaños cubiertos y perversas intenciones».[9]
El relato de la «tentación de Jesús» (Lucas 4, 1-13), es rico en enseñanzas sobre la naturaleza del diablo y, ante todo, sobre su poder, que se opone al de Dios (Hechos 26,18). En efecto, Satanás le muestra a Cristo «todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras» (Mateo 4, 8-9). Los hombres están sometidos a Satanás en razón del pecado (1 Juan 3,8: «Quien comete el pecado es del diablo»), están sometidos a Satanás que posee un imperio inmenso (Mateo 12,26; Apocalipsis 13,2). Así pues, su dominación es universal; tal como se lo expresa en Romanos 6,16: «os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis» y en 2 Pedro 2,19: «uno queda esclavo de aquel que le vence». Jesús calificará a Satanás con el título de «Príncipe de este mundo» (Juan 12, 31; 14, 30; 16,11) y san Pablo con el de «dios de este mundo» (2 Corintios 4,4; cf. Efesios 2,2). Más aún, Satanás es el «Príncipe de los demonios» (Mateo 9,34), es decir, el primero de todos los ángeles caídos. Con el fin de expresar su autoridad suprema, el Apocalipsis lo representa como un dragón sentado en un trono (2,13), poseedor de «poder y… gran poderío» (13, 2), con la cabeza coronada de diademas (12,3) y recibiendo la adoración de todos sus súbditos (13,3; 16,2).[10]
Sus obras son: la posesión diabólica, la enfermedad y la muerte. Satán lucha continuamente con el hombre, atacándole de codicia, de cólera, de soberbia, de maledicencia, con los que desea arrastrarlo a la perdición.
El diablo es el tentadorpor excelencia, exactamente como lo había sido en figura de serpiente, engañando a Eva con su astucia (Génesis 3,1 y ss.; cf. Corintios 11,3; 1 Timoteo 2,14), y como seguirá haciéndolo con los discípulos del Salvador (1 Corintios 7,5; Apocalipsis 2,10). Siempre se esforzará en «descarriar» a los fieles, en sustraerlos del Señorío de Cristo para arrastrarlos consigo (1 Timoteo 5,15). Su arma es siempre la misma, la que ha empleado respecto de Jesús: la astucia (2 Corintios 2,11). Es un mentiroso (Juan 8,44; cf. Apocalipsis 2, 9; 3, 9) que adquiere las mejores apariencias para seducir a sus víctimas. Lobo con piel de oveja (Mateo 7,15), este ángel de las tinieblas va incluso a disimularse cual ángel de luz (2 Corintios 11,14). He ahí por qué su actividad es constantemente señalada como engañosa y de extravío para las naciones o la tierra entera (Apocalipsis 12, 9; 20, 2, 7, 10). Por estas razones, se opone tan radicalmente como la noche al día (cf. 2 Corintios 6, 5; Juan 8, 44) a Cristo, que es la Verdad (Juan 14, 6; 18, 37: 2 Corintios ll,10) y la Luz (Mateo 4, 15; Juan 1, 4, 9; 8,12; 9,15; 12,46).
Satanás ofrece a nuestra vista, figuras atractivas y placeres fáciles de conseguir, para destruir por medio de la vista, la virtud de la castidad. Tienta a nuestros oídos con dulces melodías, para deleitar y amenizar el vigor cristiano por medio de plácidos oídos, excita la lengua con las injurias, instiga las manos cuando éstas hieren, empujan hasta el homicidio, para que alguno sea defraudador le propone ganancias injustas, para cautivar un alma con el dinero, sugiérele la idea de ahorros perniciosos. Promete honores terrenos para privar de los celestiales, luce lo falso para arrebatar lo verdadero, y cuando no puede engañar oculta e insensiblemente, amenaza a las almas intentando excitar el terror de las tribulaciones para así derrocar a los siervos de Dios, inquieto siempre y enemigo durante la paz, es doloroso y violento en la persecución.
Así Satanás, y como quiera que los dardos que nos arroja con disimulo son los más frecuentes, y su modo de acometer es oculto, consigue pasar inadvertido y herirnos grave y frecuentemente, lo cual nos obliga a vigilar, para conocer y rechazar sus acometidas.
Cuántas personas sienten estas tentaciones, estas inclinaciones, estos apetitos y estos deseos y no quieren darse cuenta de que son obra del Demonio. Ahí está precisamente el peligro principal de la actuación de Satanás, en que logra que la víctima no se percate de que es él quien está actuando y así no da importancia alguna a sus insinuaciones malévolas.
El alma está dormida en su sueño del pecado, ¿para qué despertarla? afirma Satanás, mientras permanezca en ese estado es mía, no siente temor de su condenación ni interés alguno en zafarse de mis garras.
III. «Jesús derrotado por el diablo»
Recientemente en el impúdico y repugnante carnaval de Río de Janeiro, una escuela de samba presentó una escenificación titulada «Saliva de los Santos y el Veneno de la Serpiente», con alusiones a los demonios y una puesta en escena en la que Jesús era «derrotado» por Satanás en una «batalla entre el bien y el mal».
Cuatro días después, se informó que el personaje que hizo el papel del diablo venciendo a Jesús, murió carbonizado en un violento accidente de tránsito.[11]
La suprema importancia del relato de la «tentación de Jesús», consiste en oponer al Nuestro Señor Jesucristo (Dominus) y al diablo como dos personajes que tienen una soberanía propia y un papel que jugar en la salvación del mundo. Satanás es considerado desde ahora como el «anticristo», así como Jesús, por su lado, acaba por apoderarse del reino del diablo: «El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo» (1 Juan 3,8). La autoridad de Aquél sobre éste aparece absoluta; Jesús, al ser de una inocencia perfecta, no ofrece ningún asidero en sí; nada hay en su persona que pueda servir de base para vencerlo o acusarlo; es, sin pecado (Hebreos 4,15) ni complicidad alguna con el mal: «el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder» (Juan 14,30). Además, su poder es muy superior al de su adversario, expresándose en la orden: «Apártate, Satanás» (Mateo 4,10), ¡vete! Jesús triunfa, allí donde el primer hombre había sucumbido. Ciertamente, no se trata sino de un primer enfrentamiento, y sobre todo en el Calvario, por la ignominia y las torturas —y no por la gloria y el éxito— es donde el Salvador destronará al Adversario. Este, hasta el fin de los tiempos, continuará atacando a los discípulos, pero éstos se agruparán y se protegerán en una Iglesia contra la que serán vanos los asaltos del infierno (Mateo 16,18). Satanás pues es el gran vencido.[12]
Prestemos atención -si alguno quiere- porque Dios a nadie quiere privar de su voluntad, sino que escoja sus propios caminos para que luego no hable de desagradables sorpresas ni de inesperados castigos. Ahí está el secreto de cada uno en su elección totalmente voluntaria, nadie se condena si no lo desea, claro que en el fondo no lo desea, pero tampoco evita esa condenación mientras le es posible gozar torpemente de la vida, y cuando se percata del peligro, quizás es definitivamente tarde.

[1] ALLEN, THOMAS, Possessed: The True Story of An Exorcism.
[2] Cd.: FULKERSON, NORMAN, This Is How Saint Michael Cast Out Satan From Robbie Mannheim.
[3] GARRISON, CHAD, The True Story of the St. Louis House That Inspired The Exorcist.
[4] Cf.: CREUS VIDAL, LUIS, Introducción a la Apologética.
[5] COLLANTES S.J., P. JUSTO, La fe de la Iglesia Católica, nº 208.
[6] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n.428.
[7] ANGELO SCOLA: Sectas satánicas y fe cristiana.
[8] 2Cor 11, 14.
[9] E.E., 332.
[10] Cf.: SPICQ O.P., Fr. CESLAS, La existencia del Diablo pertenece a la revelación del Nuevo Testamento.
[12] Cf.: SPICQ O.P., Fr. CESLAS, La existencia del Diablo pertenece a la revelación del Nuevo Testamento.
(NOTA 4)

EL MODERNISMO Y LA CRASA REDUCCIÓN DE LA REALIDAD A LA INMANENCIA NATURAL

Hemos hablado frecuentemente de este tema tan importante. Vale la pena reiterar algunos breves conceptos sobre el mismo.
También hemos hablado sobre las “dualidades” que se encuentran en la realidad, tratando de conceptualizar de alguna manera lo decimos así. Dios-Creación; Trascendencia-inmanencia; Sobrenatural-natural; Espiritual-natural; Gracia-naturaleza; Dios-mundo; Dios-historia; Luz-Tinieblas; Bien-mal; Santidad-pecado; Salvación-perdición.
La tendencia modernista es a unificar, borrar estas dualidades en una suerte de monismo, panteísmo, que tiene cierta vinculación con algunos puntos de la cosmovisión gnóstica y cabalística de Karl Jüng. Esta dirección de unificación en el II Concilio, lo ha reconocido hasta el mismo Ratzinger. (NOTA 6)
Esta unificación no es otra cosa que abolir el plano trascendente y el sobrenatural verdadero, el que está mas allá; Dios es para el modernista, inmanente; está en la naturaleza de las cosas y el hombre mismo.
Conocemos el agnosticismo de la gnoseología modernista: No se puede conocer a Dios mediante la razón, el entendimiento, y está mas allá de todo fenómeno histórico;  todo lo cognoscible en la historia en última instancia hablando en serio, queda reducido a lo verificable, a lo que se ve en la historia mediante la Ciencia humana. El creyente quizás crea algo mas, por su experiencia personal subjetiva; pero al fin y al cabo lo que cuenta y se tiene como real es lo que dogmatiza la Ciencia. Hay cierta contradicción crasa aquí. Y obviamente para esta aberrante concepción, la Revelación se somete a la ciencia.
Por eso queda dividido Cristo para el progremodernista: el Jesús de la Fe, no pasa de ser una ficción piadosa para el creyente al fin y al cabo; pero el Jesús de la Historia es el que realmente cuenta; el que puede conocerse mediante la Ciencia, que tiene prevalencia sobre la Fe. Obviamente este Cristo histórico no puede pasar mas allá de ser un hombre. Queda negada su Divinidad.
Queda entonces abolido el plano sobrenatural divino para el conocimiento del entendimiento y la Verdad Divina Trascendente, como la sostiene la Iglesia. Dios queda reducido a la inmanencia: está y se manifiesta en la Historia, en la Creación pero no es verificable por la ciencia. Hay extrañas contradicciones…La Revelación de la Iglesia no pasa de ser humana y debe evolucionar, adaptarse a los tiempos..Es una concepción evolutiva, heraclitana, donde el Devenir cuenta antes que el Ser. Esta concepción propia de la Revolución anticristiana es el fondo de ideologías que minan la Fe en Cristo desde la raíz.
Pero sabemos que Dios es Inmutable, lo mismo que su Palabra; y el mundo debe convertirse a la Verdad y no la Verdad dejar de ser verdad y acomodarse a un mundo en permanente degradación.
 Y Dios como dijimos, para el modernista está en el mismo hombre de manera inmanente: de aquí a afirmar que el hombre es Dios no hay mucho trecho. El Personalismo parece haber sacado sobre este punto y del liberalismo  sus vías especulativas sobre la autodeterminación absoluta de la persona…
Obviamente al desaparecer la Trascendencia desaparecen también los ángeles y los demonios.
El Jesús de la Fe, como ya dijimos, no es el mismo que el Jesús de la Historia, el único verdaderamente importante es este último, puesto que es lo único que se puede verificar. Los milagros también desaparecen, obviamente. Una reducción y mutilación brutal y diabólica de Dios y la realidad.
Un progremodernista está acostumbrado al disimulo, -como ya lo advierten los Papas- y no expone su cosmovisión deletérea completa, con claridad y precisión, porque asustaría y pondría en guardia a los pocos que aún tienen algún sensus fidei y conocimiento de la Doctrina; sino que toma como símbolos las realidades de la cosmovisión y Revelación católicas, para por medio de esos símbolos, verter su veneno disolvente y reductivo, púramente humanista e inmanente. Puede tener un discurso ortodoxo en una circunstancia y en otra sutílmente herético, y en otra rampantemente herético. Es contradictorio como algunos puntos de su cosmovisión aberrante, que a pesar de esas contradicciones tiene cierta coherencia general, pero tremendamente errónea; es como una construcción ingeniosa en el vacío de la Mentira…Pero no se puede negar que tiene un atractivo para muchos por el tema de la Unicidad, superadora de dualidades, que mencionamos antes. En este punto hay algo similar a un panteísmo oriental…
Un modernista puede dar un sermón sobre San Miguel Arcángel, hablando de él como signo de lo bueno; de rechazar los impulsos violentos del corazón del hombre; de buscar la paz y la concordia; del amor a Dios y a su misericordia. Del combate con el mal del interés personal y la injusticia social……Así, elegantemente dará por tierra con la Verdad Revelada engañando a muchos desprevenidos y minándoles la Fe. Por cuanto no dirá que los ángeles son seres personales, espirituales, creados por Dios, y que esto es una realidad literal y no simbólica.
El mismo trabajo de tergiversación y reducción a símbolos hará con todas las Verdades Católicas. La Resurrección de Cristo, su Ascensión, su envío del Espíritu Santo, la Inmaculada Concepción; la Asunción de María, el Infierno, el Diablo….todos símbolos, que conviene tener en claro para ellos, para no caer en la mitología…..También disolverá la Ley de Dios sosteniendo que lo que importa es el amor, y el legalismo es farisaico…Eso que llama legalismo es Catolicismo, Revelación de Cristo a la Iglesia.
No vamos a insistir en el asunto de que este inmanentismo lleva a la genuflexión obscena ante los poderes del mundo, la única Realidad para el modernista, a la cual hay que funcionalizarse; ese sería su mandamiento grande: ser miembro pleno de la Historia y la Ciudad del Hombre; Ciudadano del Mundo……Vemos cuan lejos está de la Revelación cristiana…
Como lo ha dicho con claridad el Gran San Pío X, el modernismo es la cloaca de todas las herejías, y sus cultores, los hombres mas dañinos que pululan en el mundo; ya que disuelven la Verdad salvadora de Cristo, desde dentro de la Iglesia.
Es obvio que no debemos ceder a esta destrucción de la Verdad salvadora revelada bajo ningún concepto. La Escritura en esto es clara; clara la Tradición y el Magisterio hasta 1962.
Podemos remitir al Syllabus de Pío IX, a la Libertas de Leon XIII, a Pascendi de San Pío X, a Quanta Cura y Quas Primas…y también a brillantes magisterios de Pío XII.
Tengamos también en cuenta que la infiltración modernista y marxista vienen desde lejos en la Iglesia. Ya lo denunció Pío IX. Pero el II Concilio Vaticano constituye un hito trágico en la historia de la Iglesia; un punto de Inflexión abdicante; puesto que en él el Magisterio que se mantenía incólume hasta Pío XII abdica finalmente ante la presión de la Revolución -el Mysterium Iniquitatis-; abdica ante la demanda laicizante del Sistema; claudica de la potestad correctiva hacia su interior: buenismo ingénuo y suicida que se pagará muy caro: el error modernista, la herejía, la disidencia desaforada y descarada, desafiante, no tendrán ya penalización y cundirán impúnemente dentro de la Iglesia; seminarios, órdenes religiosas, Obispos heréticos, Cardenales….etc. verterán su veneno modernista de manera totalmente alegre e impune. Máxime cuando el Derecho Canónico de 1983 se ha hecho laxo y garantista liberal a tal punto que se ha vuelto insuficiente…esto lo reconoce Ratzinger en su Carta de Junio de este año.
En el II Concilio Vaticano, la Iglesia abdica del Dogma Extra Ecclesiam Nulla Salus; abdica del imperativo de instauración del Reino sociopolítico de Cristo en la tierra, aceptando el laicismo liberal masónico, y poniendo a la Iglesia bajo el Estado Nuevo Orden Mundial como una posición mas entre otras cosmovisiones y religiones adámicas y erróneas: indiferentismo y relativismo. Con documentos como GS y otros textos, se pone al hombre en el centro en lugar de Dios, de manera un tanto oscura en algunos pasajes y mas clara en otros. El Discurso de Inicio del Concilio ya muestra pelagianismo, buenismo, modernismo; ansia indisimulada de agradar mas al mundo que a Dios. Ya lo hemos detallado en varios Domingos. 
Los frutos de apostasía, indiferencia, profanación, sacrilegio y blasfemia los vemos claros no solo en la cristiandad sino en la jerarquía de la Iglesia y el mismo Papa.
El Mysterium Iniquitatis parece vencer ahora completamente a la Iglesia; pero sabemos que esto es transitorio. La Iglesia puede ser martirizada y reducida a una mínima expresión y nuevamente a las catacumbas; pero mas santa que nunca en sus fieles y mas digna que nunca en ese sentido, como Esposa de Cristo.
Vayamos redondeando entonces y diciendo que para el progremodernismo hoy imperante en la Iglesia, no existe la Santísima Trinidad; Cristo, el verdadero, ni Dios, el verdadero, ni la Virgen María, la verdadera, ni San Miguel Arcángel, ni el Diablo….
Pero para la Fe de Cristo, la Católica, que viene por revelación desde el mismo Dios, esa es la verdad; y esa es la Verdad, a secas.
La Verdad los hará libres, nos revela el Señor.
Quien me ama guardará mi Palabra.
Quien me ama cumplirá mis Mandamientos.
Todo aquel que agregue algo a esta Profecía, Yo le agregaré las plagas descriptas en ella; pero el que quite algo a esta Profecía, yo le quitaré su lugar en el Libro de la Vida…(Ap.)
Recemos ya para ir terminando, nuevamente la oración a San Miguel Arcángel de Leon XIII, aquella que San Francisco de Sales recomendaba para combatir la herejía y mantenerse en la verdad salvadora; como también obviamente recomendaba la Devoción a San Miguel Arcángel:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Se nuestro amparo contra  la perversidad y las asechanzas del Demonio. Reprímale Dios! Pedimos suplicantes. Y tú oh Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al Infierno a Satanás y demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén
…………………………………………………………………………………………………………….
El castigo para los modernistas será radical; mucho peor que para los rigoristas. Está claro en la Palabra del Señor.
Solo la Verdad libera; solo el verdadero Cristo salva. Inventarse un Cristo desdivinizado, humanizado, light, políticamente correcto, lleva a la perdición eterna.
Pidamos inspirados por el Espíritu de Dios lo que pide el Apocalípsis.
El Espíritu y la Novia dicen: Ven Señor Jesús.

NOTAS




DE LA PRESUNCIÓN Y EL OPTIMISMO HISTÓRICO FALSAMENTE CATÓLICOS

  Cuando ocurre una manifestación sobrenatural que produce una revelación privada -y estamos hablando de aprobación sobrenatural por la Igle...