Los anatemas y
condenas siempre han puesto claridad meridiana en el anuncio y
denuncia de la Iglesia; en la explicitación y Definición de su
Doctrina.
A partir de 1962,
año en que llegó la Era de la Misericordia según
Juan XXIII, se abandonaría esta actitud violenta y anticuada.
Ya no queremos
ser profetas de Desgracias…...No pretendemos definir ni
condenar,….Hoy los hombres se dan cuenta solos de los errores
graves...
Se abandonó la seca
precisión viril de siempre y el realismo sano en cuanto a la
relación con el mundo. Se echó mano al discurso eufemístico, vago,
ambiguo, oscuro, de grandilocuencia demagógica; casi discurso
liberal de mitin político, para que el lenguaje sea entendido
por los hombres de nuestro tiempo, sea el lenguaje del hombre
de nuestro tiempo.
Se cantaron
increíbles serenatas y loas al mundo….verdaderamente había
llegado una nueva era...
En la inverosìmil
confusión, caos y calamidad, apostasía al fin y al cabo, que vemos
hoy sobre moral y Doctrina en la Iglesia y en el mundo, sobre la
conducta de los consagrados, vemos las consecuencias de la
inauguración de esa era de misericordia, de buenismo estúpido y
suicida; de optimismo pueril, insensato; de pelagianismo babélico;
de esa actitud desguarnecida y desgraciada; de esa abdicación de la
Verdad y el sentido común; de la evasión de la realidad que padeció
la Iglesia en su período mas trágico.
Que pesimista, violento y antiguo....ja ja...
ResponderEliminarExactamente lo que me diría un progremodernista o un neocón.
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