miércoles, 29 de junio de 2022

EL ERRÓNEO RALLIEMENT DE LEON XIII

 León XIII (1878-1903) ha sido sin duda alguna uno de los papas más importantes de los tiempos modernos, no sólo por la duración de su pontificado –superada sólo por la del Beato Pio IX–, sino sobre todo por la amplitud y riqueza de su magisterio. Este comprende encíclicas fundamentales como Aeterni Patris (1879) sobre la restauración tomista de la filosofía, Arcanum (1880) sobre la indisolubilidad del matrimonio, Humanum genus (1884) contra la masonería, Immortale Dei (1885) sobre la constitución cristiana de los estados, y Rerum Novarum (1891) sobre la cuestión obrera y social.

El magisterio del papa Gioacchino Pecci se nos presenta como un corpus orgánico, en continuidad con las enseñanzas de su predecesor Pío IX y su sucesor Pío X. La verdadera originalidad y novedad del pontificado leonino tiene que ver por el contrario con la política eclesiástica y con la actitud pastoral frente a la modernidad. El reinado de León XIII se caracterizó en efecto por el ambicioso proyecto de reafirmar el primado de la Sede Apostólica mediante una redefinición de sus relaciones con los estados europeos y la reconciliación de la Iglesia con el mundo moderno. Dicho proyecto giró en torno a la política de ralliement, o sea, de acercamiento a la Tercera República francesa, de carácter masónico y laicista.

La Tercera República conducía a una violenta campaña de descristianización, sobre todo en el ámbito de la enseñanza escolar. Para León XIII, la responsabilidad de semejante anticlericalismo correspondía a los monárquicos que combatían a la República en nombre de su fe católica. De esa manera suscitaban el odio de los republicanos al catolicismo. Para desarmar a los republicanos, era preciso convencerles de que la Iglesia no era adversa a la República, sino tan sólo al laicismo. Y para convencerlos, no debía haber otro medio que apoyar las instituciones republicanas.

En realidad, la Tercera República no era una república abstracta, sino la república centralizada y jacobina hija de la Revolución Francesa, y el programa de laicización de Francia no era un elemento accesorio, sino la propia razón de ser del régimen republicano. Eran republicanos porque eran anticatólicos. En la monarquía odiaban a la Iglesia, del mismo modo que los monárquicos eran antirrepublicanos porque eran católicos y en la monarquía amaban a la Iglesia.

La encíclica Au milieu des sollicitudes, de 1891, con la que León XIII introdujo el ralliement, no pedía a los católicos que se hicieran republicanos, pero las instrucciones de la Santa Sede al nuncio y a los obispos, provenientes del Pontífice mismo, interpretaban la encíclica en este sentido. Se ejerció sobre los fieles una presión sin precedentes, hasta el punto de hacerles creer que quien seguía sosteniendo públicamente la monarquía cometía un pecado grave. Los católicos se dividieron en dos corrientes: la de los ralliés y la de los refractarios, como ya había sucedido en 1791 con la Constitución Civil del Clero. Los que se adhirieron al ralliement acogieron de buen grado las indicaciones pastorales del Papa porque le atribuían infalibilidad en todos los ámbitos, incluso en el terreno político y el pastoral. Los refractarios, que eran católicos con más formación teológica y espiritual, opusieron por el contrario resistencia a la política de ralliement, sosteniendo que por ser un acto pastoral no podía considerarse infalible, y podía tratarse por tanto de una política errónea. Jean Madiran, que ha desarrollado una lúcida crítica del ralliement (en Les deux démocraties, NEL, Paris 1977), ha observado que León XIII exigía a los monárquicos que abandonasen la monarquía en nombre de la religión a fin de librar con más eficacia la batalla en defensa de la fe. Pero lejos de librar dicha batalla, llevó a cabo con el ralliement una ruinosa política de distensión con los enemigos de la Iglesia.

A pesar del empeño de León XIII y de su Secretario de Estado Mariano Rampolla del Tindaro, esta política de diálogo fracasó estrepitosamente, no logró los objetivos que se proponía. La actitud anticristiana de la Tercera República se volvió más vehemente, culminando en la Ley de Separación de Iglesia y Estado del 9 de diciembre de 1905, conocida como Ley Combes, la cual suprimió toda financiación y reconocimiento públicos de la Iglesia; consideraba a la religión apenas en su dimensión privada y no en la social; y declaraba la incautación de los bienes eclesiásticos por parte del Estado, mientras los edificios de culto eran transferidos gratuitamente a «asociaciones de culto» elegidas por los fieles sin aprobación de la Iglesia. El Concordato de 1801, que había regulado durante un siglo las relaciones entre Francia y la Santa Sede, y que León XIII había querido preservar a toda costa, se hacía miserablemente pedazos.

A la batalla republicana contra la Iglesia le salió al paso, sin embargo, el nuevo papa Pío X, elegido al solio pontificio el 4 de agosto de 1903. Con las encíclicas Vehementer nos del 11 de febrero de 1906, Gravissimo officii del 10 de agosto del mismo año y Une fois encore del 6 de enero de 1907, Pío X, ayudado por su Secretario de Estado Rafael Merry del Val, protestó enérgicamente contra las leyes laicistas y exhortó a los católicos a oponerse por todos los medios legales a fin de preservar la tradición y los valores de la Francia cristiana. Ante esta firmeza, la Tercera República no se atrevió a llevar a cabo la persecución con todas sus consecuencias, a fin de evitar mártires, y renunció a cerrar las iglesias y encarcelar a los sacerdotes. La política sin concesiones de Pío X resultó prudente y sagaz. La ley de separación no se aplicó jamás con rigor, y la exhortación papal contribuyó a un gran renacimiento del catolicismo en Francia en vísperas de la Primera Guerra Mundial. La política eclesiástica de san Pío X, contraria a la de su predecesor, supone una condena histórica e inapelable al ralliement.

León XIII no profesó jamás los errores liberales. Al contrario, los condenó explícitamente. No obstante, el historiador no puede dejar de ver una contradicción entre el Magisterio del papa Pecci y su actitud política y pastoral. En las encíclicas Diuturnum illud, Immortale Dei y Libertas, reitera y desarrolla la doctrina política de Gregorio XVI y Pío IX, pero la política del ralliement contradecía sus premisas doctrinales. Más alla de cuáles fueran sus intenciones, León XIII alentó en la práctica las mismas ideas y tendencias que condenaba en el plano doctrinal. Si al discurso liberal atribuimos el significado de una actitud espiritual, de una tendencia política a las concesiones y avenencias, llegaríamos a la conclusión de que León XIII tenía espíritu liberal. Ese espíritu liberal se manifestaba sobre todo en el intento de resolver con las armas de la negociación diplomática y las concesiones los problemas que planteaba la modernidad, en vez de mantenerse firme en los principios y librar la batalla política y cultural. En este sentido, como he demostrado en en mi reciente libro Il ralliement di Leone XIII. Il fallimento di un progetto pastorale (Le Lettere, Firenze 2014), las consecuencias principales del ralliement fueron, más que de orden político, de orden psicológico y cultural. Esta estrategia fue la que adoptó el Tercer Partido eclesiástico que a lo largo del siglo XIX trató de asumir una postura intermedia en la contienda entre modernistas y antimodernistas.

El espíritu de ralliement o adhesión al mundo moderno persistió durante más de un siglo, y sigue constituyendo la gran tentación a la que está expuesta la Iglesia. En este aspecto, un Papa de sana doctrina como León XIII cometió un grave error de estrategia pastoral. La fuerza profética de san Pío X se mantiene, por el contrario, dentro de la estrecha coherencia de su pontificado entre la Verdad evangélica y la vida experimentada por la Iglesia en el mundo, entre teoría y  práctica, entre doctrina y pastoral, sin ninguna concesión a las lisonjas de la modernidad.

lunes, 27 de junio de 2022

EL AGGIORNAMIENTO DEL II CONCILIO VATICANO

 EL AGGIORNAMIENTO

Es utópico y grandísimamente impío tratar de fusionar a Cristo con la Revolución contra Él. A Cristo con Belial (Cf. San Pablo).
Es increíble que no puedan entender muchos la nefastez de alguien que ha introducido y arruinado la Fe de la Iglesia con el liberalismo y las filosofías de la Ilustración. DEBEMOS INTRODUCIR EN LA IGLESIA LO MEJOR DEL LIBERALISMO.... QUE VIENE DE LA ILUSTRACIÓN Y DE 1789...(Ratzinger)
Pero tiene una explicación: realmente se ha introducido el liberalismo en el II Concilio Vaticano en DH, en párrafos de otros documentos, en la "iglesia democrática" de LG y la colegialidad, y esto confirmado en el post concilio.
Entonces, seis décadas de nueva religión y cultura liberal en la Iglesia -que es indefectible no obstante y se purificará- han bastardeado la Fe, y los que profesan la nueva religión "neocatólico liberal-modernista" no son conscientes que no son Católicos; que la "fe" que profesan no es la de Cristo y su Iglesia. Ya que desprecian todo lo anterior al II Concilio liberal y modernista, aunque no lo admitan y lo disimulen: EL II CONCILIO ES EL ANTI-SYLLABUS. EL SYLLABUS ESTÁ SUPERADO (Ratzinger). Si no desprecian explícitamente la Doctrina de siempre, la tergiversan e interpretan de manera funcional a la doctrina errónea liberal y modernista. La subsumen impíamente en la nueva religión; en la absurda y nefanda HERMENÉUTICA DE LA REFORMA EN LA CONTINUIDAD ( doctrina justificatoria de Ratzinger).
Esto no es Cisma ni ningún estupidez parecida. Es la realidad: ha habido una escisión del plano jurídico del plano ontológico, de la Verdad, del Logos. Hay un cisma encubierto en el II Concilio Vaticano sus doctrinas "pastorales" que se han impuesto como un Superdogma, abusando de la ignorancia de unos y la cobardía de otros y creando un relato seudopiadoso de angelización de sus Papas, con canonizaciones ridículas y escandalosas. Guay del que ose impugnar el Relato Oficial conciliar!! es un cismático como Lefebvre.
A partir del II Concilio vaticano prima la autoridad sobre la Verdad de la Revelación. El derecho positivo emitido caprichósamente por la autoridad sobre la Doctrina. El Kratos sobre el Logos.

La nueva "Fuente" de la revelación inventada por la Nouvelle Téologíe, la "Tradición Viva" evolutiva y con énfasis no ya en el contenido de la Fe, sino en la autoridad de los pastores y la "comunión" de los fieles con ellos (léase exigencia obediencia ciega), bendice ese trastocamiento ontológico.
La apostasía, la confusión, la profanación, la idolatría de la alta clerecía, el sacrilegio, la herejía, la cobardía y el cretinismo son los frutos visibles, manifiestos de este cambio de cultura y religión, llamado pompósamente "aggiornamiento", "reconciliación con el mundo y la modernidad"; toda una confesión de parte; que no es mas que la firma de la Capitulación, la Rendición ante la Revolución anticristiana.



domingo, 26 de junio de 2022

AGONÍA EN LA TRINCHERA

 La guerra estaba por terminar, se había dicho. Sin embargo el combate había arreciado en el momento menos esperado. En la embarrada trinchera estaban Salvador y Egidio. Dos soldados que en su carrera militar se habían odiado siempre con tesón, por personalidades incompatibles, competencias, jefaturas y mujeres. Esas extrañas casualidades o causalidades de la vida habían determinado que estén en el mismo sector de la batalla y ambos fueran grávemente heridos logrando acercarse y caer en la embarrada trinchera. Una granada explotó cerca de Egidio y sus esquirlas le penetraron en la cabeza en varias partes. El se arrastró unos metros y se dejó caer en la trinchera. Salvador padeció la explosión de una mina cercana y perdió casi toda su pierna derecha. Atinó a rodar cuando despertó del desmayo y caer en la trinchera. Estaba mas lúcido que Egidio. Este estaba apoyado en la pared barrosa de la trinchera con la mirada algo perdida y con un temblor raro en su brazo izquierdo, con la cabeza y la cara ensagrentadas y embarradas.

Salvador era totalmente consciente que la vida los dejaría en breve a ambos. Lo había observado atentamente a Egidio y luego contempló su propio estado.

Nos quedan nada mas que unos minutos. Siempre nos hemos odiado con rabia. Recuerdo cuando nos peleamos a golpes y ambos salimos heridos. Si no nos hubieran separados quizás alguno de los dos habría muerto; o ambos. Ahora morimos los dos a pocos metros de distancia en esta guerra, peleando, por nuestra patria? No lo se..... Ya no es como antes. 

Quien es mi amigo y mi hermano? quien? Tuve amigos..... No tengo hermanos de carne. Siempre quise tener uno.....-un tremendo temblor sacudió a Salvador que hablaba pausado y reflexionando lúcidamente. El lugar donde siempre tuvo su pierna era una masacre.

Ahora él es mi hermano. Clavó la vista en Egidio que lo escuchaba perplejo. Tu eres mi hermano, Egidio. Tu eres mi amigo ahora. El rostro agónico de Egidio embarrado y ensangrentado dibujó una sonrisa grata...y logró asentir levemente con la cabeza, antes de que una cierta convulsión lo hiciera temblar de manera grave.

Somos hermanos. Somos amigos. Egidio levantó la cabeza y la apoyó nuevamente en la pared barrosa de la trinchera. Se oían silbidos y explosiones de bombas cercanas y ráfagas de metralla. El cielo estába nublado y hacía frío. Egidio respondió con otra sonrisa de gratitud y logró mirar con ternura a Salvador. Era un asentimiento; parecía no poder hablar.

Si, el es mi amigo y mi hermano. Ahora es realmente mi amigo y mi hermano. Lo quiero mucho. Egidio, perdóname. Perdóname. Tu creías en ese Dios.....y una vez dijiste que había un cielo donde iban los buenos; y yo me reí y te ridiculicé. Yo no soy bueno; pero ahora deseo con todo mi corazón que tuvieras razón.

Egidio tuvo otro fuerte temblor general y se estremeció. Su mirada se obnubiló por un momento. Pero hizo un esfuerzo y dirigió su cabeza a Salvador con una bella sonrisa indulgente y balbuceó ahora sí con claridad y de manera inteligible: Amigo, hermano, me voy. Y se quedó mirándolo presa de otro temblor. Pero mantuvo la mirada en Salvador.

Salvador lo miró también con premura. Quizás puedas pedirle a ese Dios si lo encuentras, por mí, tu, mi amigo y hermano. Quizás pueda aceptarme todavía. He cometido pecados y no quisiera haberlos cometido....

Egidio tuvo otra especie de convulsión y su respiración se hizo muy audible y errática.

Pero logró componerse. Lo haré. Logró decir Egidio mirándolo con amor y gratitud. y con esfuerzo mientras lo recorría un temblor general, pero manteniéndo la sonrisa espetó aquel último: Amigo, hermano, me voy. Levantó la mano derecha a manera de saludo y con rostro sufrido pero angelical logró deicr: Nos vemos. Y luego de un rápido temblor general su cabeza cayó a un costado con los ojos abiertos y una mirada pacífica. Una gran chorreadura de sangre salía por el costado de su boca.

Salvador quedó perplejo y contuvo un impuso de llanto. Mi hermano se ha ido. El le pedirá a Dios por mí cuando se encuentre con Él. Yo me voy también ahora. 

Su respiración empezaba a ser cada vez mas espaciada y débil. Quisiera acordarme ahora de aquellas oraciones que hacía cuando era niño...

Un tremendo silbido seguido de una explosión se sintió muy cerca y el barro de la explosión lo salpicó.

Me voy.....Padre Nuestro que estás en los cielos...santificado sea tu nombre...vénganos tu Reino....Su mirada se desorbitó, y luego de un rictus de profundo dolor también dejó caer la cabeza  hacia el costado con una expresión noble, la boca cerrada y los ojos abiertos...











viernes, 24 de junio de 2022

BENEDICTO XVI, LA MASONERÍA, LA MAFIA DE SAN GALO

 

  •  Lo primero que hizo la Masonería es pergeñar un Concilio Liberal y Modernista que haga instalar la Libertad Religiosa liberal indiferentista, el sincretismo religioso, una liturgia humanizada y protestante, una eclesiología relativista y democrática, con un Papa Masón y liberal modernista: así pusieron a Juan XXIII que empezó el proceso. Luego fue elegido Pablo VI, liberal y modernista que lo profundizó con los textos liberales, sincretistas y modernistas de GS, DH, LG, NA, UR y la nefasta Reforma Litúrgica. Pablo VI cambió arbitrariamente 100 cardenales para elegir a Wojtyla, otro liberal modernista sincretista. Juan Pablo II con Asís, la introducción del liberalismo en el Derecho canónico, la destrucción del proceso de canonizaciones, el ataque al Catecismo con el 841 de los musulmanes y otras cosas, el vaciamiento sacrificial del Padre Nuestro con el cambio de "ofensas" por deudas, el ataque al Rosario, agregando misterios espúrios, la destrucción permitida del Ritual de exorcismos, la exaltación al cardenalato y el elogio público de los peores teólogos neomodernistas como Congar, Kasper, De Lubac y Balthasar; la ruina de los seminarios donde dejó que tomen las cátedras los peores profesores modernistas y liberales; el Beso del Corán, la exaltación pública de los peores degenerados como Marcial Maciel, profundizó todo el proceso de destrucción hasta un nivel asombroso. Pero con los años se hizo mas conservador porque empezó a ver el desastre. Todo lo hizo con la compañía y el asesoramiento de Ratzinger su mano derecha. Se aferró al celibato, sí. Y pretendió a medias sostener la moral católica con el tema de los divorciados vueltos a casar; pero todo esto desde el núcleo teológico neomodernista y personalista. Un absurdo. Contradicción típica del neomodernista liberal conservador. Logró que lo suceda Ratzinger, de su misma línea pero algo mas moderado, pero siempre manteniendo el núcleo liberal neomodernista. Los progres mas radicalizados se enojaron cuando Benedicto vaciló con Summorum Pontificum y alguna otra cosa, y las mismas fuerzas que pusieron a Juan XXIII y a los demás siguientes, lo vaciaron de poder y pusieron uno de marcha mas rápida y menos vacilante en la profundización de la destrucción: Bergoglio. Ratzinger renunció, y nunca denunció ninguna presión ni nada parecido y reconoció en 20 oportunidades, con voz lúcida y tranquilo a Bergoglio como Papa. Se acabó toda polémica. RENUNCIÓ Y LEGITIMÓ EL PAPADO DE BERGOGLIO. Si Bergoglio fuera radicalmente distinto de los anteriores, no lo hubieran hecho sacerdote, Obispo, Arzobispo, Cardenal, y alguien sí le hubiera aceptado la renuncia que hizo Bergoglio a todos sus cargos en la Iglesia antes de ser Papa. RATZINGER NO LE ACEPTÓ LA RENUNCIA. Porque pertenecen ambos a la revolución modernista. Recordemos que el mismísmo Robespierre tuvo que ofrecer su cuello a la guillotina, y no fue porque fuera bueno. La Revolución suele pagar mal a sus hijos. Los usa como preservativos y los tira cuando no sirven. Ratzinger sirvió propulsando con su erudición todos los cambios atroces del Concilio y los modernó para que sean aceptados por todos, como buen conservador liberal. Su Credo liberal y neomodernista NUNCA CAMBIÓ, solo se hizo mas moderado. Sus discursos y documentos, sus hechos así lo confirman. Un hijo de la revolución cobarde, siempre hizo todo a medias. Perjuro, liberal y modernista.
  • Juan Donnet
    Ratzinger alabó la Ilustración, dió la comunión en la mano a protestantes sin convertir, concelebró en Sinagogas y con Obispas Protestantes, pretendió lavar la culpa de los jud...os, siempre preconizó el nefasto y sincretista "ecumenismo" con los protestantes. Fue perito, asesor y teólogo del II Concilio, y con Rhaner, y también después hizo todo los posible para que no se le concedan las debidas prerrogativas a la Santísima Virgen para no molestar a los protestantes. Avaló todo el proceso de destrucción y finalmente se asombró del desastre como si fuera un espectador. Dada su erudición e influencia ES EL MAYOR RESPONSABLE DE ESTE DESASTRE. Como gran Maestro ajedrecista, genial que es, -como sostienen algunos trasnochados y pasados de estupefaciente- lo único que hizo durante todo su derrotero es inclinar el Rey, darle la mano a su contendiente y firmar la planilla. Una calamidad.
  • Juan Donnet
    Digamos para terminar hablando de MAFIAS. MAFIA fue la que puso a Juan XXIII y los demás y lo promovió a él mismo, a Ratzinger, como teólogo liberal neomodernista del Concilio, asesor, perito, Cardenal, Prefecto de la Fe y luego Papable. Esa misma mafia no estuvo muy contenta con él con algunos pasos de su papado y le dió una patada en el orto, y puso otro mejor, mas adecuado para el momento en el proceso de destrucción.
  • Juan Donnet
    Me olvidaba de algo. Juan Pablo II exaltó todo lo peor, como detallé antes, y excomulgó bestialmente e impíamente a lo mejor, a Lefebvre. Por defender la Verdad en la Iglesia. Ratzinger estuvo de acuerdo con todo. Su levantamiento de las excomuniones a los Obispos de Lefebvre es otro sin sentido. A lefebvre no se la levantó. Si levanta una excomunión admite que estaba mal hecha, y si estaba mal hecha era inválida. Debía haberla declarado NULA A TODAS INCLUÍDA LA DE LEFEBVRE. Pero un tibio cobarde conservador nunca se juega, todo a media tinta hasta el final. SM es el último intento infame de meter la FSSPX y los restos de los movimientos tradicionales dentro del movimiento liberal y modernista NOM conciliar. Pone al mismo nivel el desastroso NO que la Misa Católica de siempre, con argumentos patéticos. Una verdadera calamidad.
  • Juan Donnet
    El benevacantismo es la posición mas absurda y disparatada que hay hoy en la Iglesia. Un poco de coherencia los haría adoptar el sedevacantismo. Si la elección de Bergoglio es inválida por mafia, apliquen el mismo rasero hacia atrás y caen absolutamente todos, empezando por el "Bueno", masón.

DE LA PRESUNCIÓN Y EL OPTIMISMO HISTÓRICO FALSAMENTE CATÓLICOS

  Cuando ocurre una manifestación sobrenatural que produce una revelación privada -y estamos hablando de aprobación sobrenatural por la Igle...