viernes, 19 de marzo de 2021

EL CONSERVADOR LIBERAL DENTRO DE LA IGLESIA Y LA LEGITIMACIÓN DE LA FILOSOFÍA ENEMIGA

 En la Iglesia, el error y la herejía ya condenados, nunca puede ser continuación de la Verdad Revelada.

Solo un hipócrita operador del Mal o un imbécil que ya no usa la Lógica -por mas erudito que sea- puede sostener algo como la Hermenéutica de la Reforma en la Continuidad; en que el liberalismo laicista masónico ya condenado continúa, negándolo, el imperativo del Reino sociopolítico de Cristo en el mundo; el modernismo evolutivo hegeliano continúa negándola, la Verdad Inmutable y Eterna de la Revelación hecha por Cristo a la Iglesia.
Si hay una obra astuta y letal del Demonio en los últimos tiempos; nefasta para la Iglesia y las almas de los bautizados, es precisamente esta.
Es la legitimación de la cosmovisión anticristiana dentro de la Iglesia; la asunción de la filosofía del Enemigo.
De todas maneras, la Iglesia es indefectible y no morirá por esto; al contrario, será purificada; disminuida cuantitativamente pero aumentada cualitativamente.
Los que acepten y perseveren, permanezcan en la Verdad y no acepten novedades, sorpresas ni nuevas iglesias, se salvarán, como lo dice cláramente el Evangelio y las Cartas de San Juan.


jueves, 18 de marzo de 2021

SAN CIRILO, OBISPO DE JERUSALÉN

 

18 de marzo
SAN SAN CIRILO, OBISPODE JERUSALÉN
P. Juan Croisset, S.J



San Cirilo, patriarca de Jerusalen, llamado Jerosolimitanopor distinguirle de otro san Cirilo, patriarca de Alejandría, fue varón de grande integridad, letras y prudencia. Habiendo muerto Máximo, patriarca de Jerusalen, por sus excelentes partes fue puesto en aquella silla, siendo emperador Constancio, hijo del gran Constantino. Gobernó santísimamente su iglesia, y entre otras alabanzas que le dan, es de gran caridad y misericordia para con los pobres; porque habiendo Dios enviado en su tiempo una hambre grandísima para castigo de los mortales, y siendo innumerables los pobres que acudían al santo Prelado por remedio, y no teniendo él que darles, vendió los bienes, preseas y otras joyas de la iglesia, y con el precio de ellos socorrió aquella necesidad, despojando el templo material por sustentar Ios vivos y espirituales templos de Dios, como lo hicieron san Ambrosio, san Agustín y otros santos prelados. Durante su pontificado le plugo al Señor ilustrarlo con una maravilla capaz de detener al emperador Constancio en el camino emprendido de favorecer á los herejes arríanos, y fue el siguiente: Un dia de Pentecostés, ó Pascua del Espíritu Santo, como á las tres horas después de salido el sol apareció en el aire una cruz mas clara y resplandeciente que el mismo sol, la cual llegaba con sus brazos hasta el monte Olívete, y duró tanto tiempo, que fue vista de toda la ciudad; porque dejando cada uno todo lo que tenia entre manos, concurrió á ver este espectáculo y prodigio divino, y muchos judíos, que le vieron, fueron alumbrados del Señor, y le reconocieron por Dios, y se convirtieron á nuestra santa fe.

San Cirilo escribió á Constancio una grave y elegante carta en que le da cuenta de este milagro, y le exhorta á seguir el estandarte . de la Cruz, instituyéndose luego particular fiesta para celebrar cada año á los 9 de mayo, que fue el dia en que apareció. Con esta señal del cielo estaban los pechos de la gente blandos y bien dispuestos, y Cirilo con su santísima vida y admirable doctrina hacia grandísimo fruto, animando á los Católicos, y resistiendo á los herejes arríanos, los cuales llevaban á mal que el santo Prelado deshiciese con tanta claridad las tinieblas de sus errores é ignorancias: y como eran poderosos y favorecidos del Emperador, determinaron echar á san Ci­rilo de su silla, y quitar á los Católicos un pastor tan valeroso, para que pudiesen ellos mas fácilmente, como lobos, despedazar y consumir el rebaño. Al intento se juntaron algunos obispos herejes, y encubriendo la verdadera causa que los movia (que era ser ellos arrianos, y Cirilo amparo y columna de la fe católica, y tomando por achaque que babia vendido los ornamentos de la iglesia para dar de comer á los pobres, y que un farsante habia salido á representar cierta comedia vestido de uno de ellos, le depusieron y privaron de su silla patriarcal, y pusieron en ella á Heraclio, que era de su secta; y muerto Heraclio, sustituyeron á Hilario en su lugar. De esta manera fue desterrado san Cirilo por los herejes, y padeció muchas y graves persecuciones y calamidades. Mas después, habiéndose juntado un concilio en la ciudad de Seleucia, fueron llamados Acacio y sus secuaces, para que diesen razón de lo que habían hecho contra san Cirilo; pero nunca se atrevieron á comparecer: y en aquel concilio san Cirilo fue restituido á su dignidad, y Acacio privado de la suya, y sus compañeros excomulgados y condenados. Con esta sentencia volvió el santo Prelado á su iglesia con gran gozo de los buenos y rabia y pena de los malos. Y aun san Jerónimo, hablando de san Cirilo, dice que no una, sino muchas veces, fue echado de su iglesia por la fe católica, y otras tantas restituido á ella.

Además de las otras excelencias que tuvo san Cirilo, fue una el don de profecía; porque habiendo sucedido en el imperio Juliano Apóstata á Constancio su primo hermano, y queriendo favorecer á los judíos contra los Cristianos, mandó que se tornase á edi6car el templo de Jerusalen. Comenzóse la obra con grande aparato, y echáronse los cimientos muy hondos y firmes; y san Cirilo dijo que no quedaría piedra sobre piedra de aquel edificio, porque así lo habia dicho Cristo Nuestro Señor. La oche siguiente vino un temblor de la tierra que arrancó las piedras que se habían echado en los fundamentos de aquel templo, y las esparció por diversas parles, y sobrevino un fuego del cielo que quemó y consintió todos los instrumentos que tenían aparejados para aquel edificio. Y como concurriesen mucchos judíos á ver este milagro, parecieron unas cruces resplandecientes tan impresas sobre los vestidos de ellos, que por ningún arle ni industria se las podian quitar: y vióse cuan verdadera habia sido la profecía de san Cirilo; y el apóstata Juliano quedó confuso, y muchos de los judíos se convirtieron á Nuestro Señor Jesucristo.

Habiendo sucedido en el imperio el gran Teodosio, príncipe piadoso, Cirilo tuvo paz en la Iglesia por espacio de ocho años, y la gobernó admirablemente; y cargado de años y merecimientos pasó de esta vida á la eterna á los 18 de marzo del año del Señor de 386, que fue el octavo de Teadoóo, según el cardenal Barinío. De san Cirilhacen mención el Martirologio romano y el concilio Constantinopolilano en una epístola que escribe á san Dámaso, papa, y le llama Reverendísimo y Santísimo obispo: y los griegos le celebran en su Menologio, y los escritores eclesiásticos Sozomeno, Sócrates, Teodorelo y Nicéforo le alaban como á varón santísimo y doctísimo, y martillo de los herejes. Escribió san Cirilo, siendo mozo, un libro de grande erudición., que llamó Catheckeses; el cual traducido de griego en latín por el mismo Juan Grodecio que escribió su vida, en nuestros dias ha salido á luz con gran beneficio de la santa Iglesia.

FUENTE

miércoles, 17 de marzo de 2021

II TESALONICENSES, UN TEXTO FUERTE. Odiado por todo hijo de las tinieblas.

 II TESALONICENSES 2

TEXTO FUERTE, ABORRECIDO, REDUCIDO A ESTÚPIDOS SÍMBOLOS Y LICUADO HASTA LA DISOLUCIÓN A MANTEQUILLA POR LA MARI (KO) NADA Y LA ESTUPIDEZ MALIGNA PROGREMODERNISTA
HA SIDO DESPRECIADO, MINIMIZADO Y PROSCRIPTO; HA ESCANDALIZADO SIEMPRE A GAZMOÑOS, MOGIJATOS Y LIGHTS
Veamos algunos puntos interesantes y centrales:
1) El texto apunta cláramente a un Anticristo personal: una persona. Esto no es óbice para que sea la cabeza de un cuerpo de muchos otros miembros. El Diablo copia a Dios
2) Antes del Anticristo viene la Apostasía.
3) El Anticristo proclamará que él mismo es Dios y se sentará en el Templo de Dios.
4) Antes de su manifestación habrá eventos preternaturales inéditos: <<...La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos, y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar...>>
5) Antes de su manifestación será removido el Katejón (Orden Romano cristianizado con instituciones justas tradicionales centradas en la Ley natural y divina, con centro en el Sacrificio de Cristo hecho presente en el Altar de la Misa Católica de siempre)
6) El Texto indica algo mas que una permisión de Dios sobre la existencia, manifestación y acción del Anticristo; indica una acción positiva y deliberada divina: un castigo sin igual a los apóstatas; para que sean engañados y se pierdan (v 11-12).
EL TEXTO
1.Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2.que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. 3.Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, 4.el Adversario que se eleva sobre todo lo que que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios. 5.¿No os acordáis que ya os dije esto cuando estuve entre vosotros? 6.Vosotros sabéis qué es lo que ahora le retiene, para que se manifieste en su momento oportuno. 7.Porque el ministerio de la impiedad ya está actuando. Tan sólo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene, 8.entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la Manifestación de su Venida. 9.La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos, 10.y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. 11.Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, 12.para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad. 13.Nosotros, en cambio, debemos dar gracias en todo tiempo a Dios por vosotros, hermanos, amados del Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para la salvación mediante la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad. 14.Para esto os ha llamado por medio de nuestro Evangelio, para que consigáis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15.Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. 16.Que el mismo Señor nuestro Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y que nos ha dado gratuitamente una consolación eterna y una esperanza dichosa, 17.consuele vuestros corazones y los afiance en toda obra y palabra buena."
La otra Fuente de la Revelación, la Tradición, avala fundamentalmente este texto y su interpretación literal.

SAN PATRICIO, CONFESOR Y OBISPO, EVANGELIZADOR DE IRLANDA

 SAN PATRICIO, CONFESOR, OBISPO Y EVANGELIZADOR DE IRLANDA



San Patricio, apóstol de Irlanda, nació en Escocia en el territorio de la ciudad de Aclud, hoy Dumbrinton, hacia el año 377 del nacimiento de Cristo. Llamábase su padre Calfurnio, y su madre Conquesa, pariente de San Martin, arzobispo de Tours, los cuales le criaron con tanta piedad, y le educaron tan desde luego en los principios de la religión, así con su doctrina como con sus ejemplos, que el niño Patricio en nada hallaba gusto sino en la oración.

A los diez y seis años de su edad le secuestraron unos salteadores de caminos, irlandeses, juntamente con una hermana suya llamada Lupita, y le llevaron cautivo á Irlanda. Vendiéronle á un ciudadano, y en los cinco ó seis años que duró su cautiverio aprendió la lengua y las costumbres del país.

Por las muchas visiones que tuvo en este tiempo, conoció que le llamaba Dios á trabajar en la conversión de los pueblos de Irlanda, y desde luego hizo ánimo de dedicarse á ella. Después de mil vicisitudes que se le presentaron, fue ordenado de sacerdote por el obispo de Pisa, quien le aconsejó que se fuese á echar á los pies del papa Celestino I, para recibir de su mano el destino de aquella misión. Recibióle el Pontífice con mucha benignidad, alabó su celo, aprobó su ánimo; pero, como acababa de enviar á San Paladio á aquel país, le pareció conveniente suspender la ejecución, y así le mandó que esperase.

Volvió por Auxerre el nuevo apóstol, y, recibiendo allí las saludables instrucciones que le dio San Germán para desempeñar felizmente su misión, pasó á Irlanda el año 432. Las milagrosas conversiones que hizo desde luego en el país de Cambra y Cornuaille le determinaron á entrarse en la provincia de Lagenia, donde San Paladio no había hecho fruto alguno. Apenas predicó en ella la fe, cuando tuvo el consuelo de ver convertidas en menos de un año más de las dos terceras partes de la provincia.

Aumentándose la mies, fue preciso que se aumentasen los obreros. Jamás ha habido nación que mostrase mayor ardor por abrazar la fe de Jesucristo. Apenas se dejaba Patricio ver en alguna ciudad ó en algún pueblo, cuando los mismos gentiles se daban prisa á echar por tierra los templos que ellos mismos habían levantado, compitiéndose á porfía en hacer pedazos los ídolos.

Leogar, el príncipe más poderoso del país, y el más encaprichado en las supersticiones paganas, empleó todas sus fuerzas y se valió de todos los artificios de los magos para detener los rápidos progresos de la fe, y para poner límites á las victorias que nuestro Santo conseguía cada día del paganismo; pero todos sus artificios no sirvieron más que para hacer más floreciente la religión cristiana, y más célebre el nombre de San Patricio. Un numeroso ejército de gentiles, que venía á echarse sobre los cristianos congregados por el Santo en una espaciosa llanura, fue enteramente disipado por los truenos y por los rayos que cayeron sobre él, estando el cielo muy sereno. Deshizo todos los embustes y prestigios de los hechiceros; obedecían á su voz los vientos y las tempestades; desvanecíanse las dolencias en haciendo sobre los enfermos la señal de la cruz, y sus discípulos gozaban el mismo don: para Patricio no había cosa secreta; y hasta la misma muerte soltaba la presa á la voz de su oración.

Pero, creciendo cada día inmensamente el número de los fieles, era menester proveer de nuevos pastores al nuevo rebaño; lo que obligó al Santo á hacer otro viaje á Roma el año 444. Recibióle el gran pontífice San León como lo merecía un apóstol.

Vuelto á Irlanda con la recluta de nuevos operarios, los distribuyó en las provincias de Langenia, de Media, de Connacia, de Momonia, y ordenó gran número de obispos para las nuevas diócesis de Laghlin, de Fernes, de Douna, de Kilmor, de Gallovay, de Limerik, de Media, de Cashel, de Toam, de Wateford, y, volviendo á Ultonia, levantó la célebre iglesia de Armagh, erigiéndola en Silla metropolitana y primada de toda Irlanda. Pasó después á las islas adyacentes, y todas las conquistó para Jesucristo. Hizo cuarto viaje á Roma para obtener de la Silla Apostólica la confirmación y distribución de los obispos que había erigido, los títulos y privilegios de las iglesias como los había arreglado, y á su vuelta de este viaje celebró en Armagh el primer Concilio.

Apenas fuera creíble que nuestro Santo pudiese obrar tantas maravillas, ó no rendirse al peso de tantos trabajos, si no se supiera que para los hombres apostólicos están reservadas gracias muy particulares y auxilios muy extraordinarios. Pero lo que se hace más inverosímil, siendo con todo eso muy verdadero, es que tantas y tan portentosas fatigas no bastaron á saciar el ardiente deseo que tenía de padecer por Jesucristo, ni pudieron satisfacer la amorosa ansia que tenía por la penitencia.

Traía siempre un áspero cilicio, ayunaba rigurosamente todo el año, hacía á pie todos los viajes; y, aunque oprimido de la solicitud pastoral y del gobierno de todas las iglesias de Irlanda, todos los días rezaba el Salterio entero con más de doscientas oraciones, y se postraba trescientas veces cada día para adorar á Dios, haciendo cien veces la señal de la cruz en cada hora canónica. Tenía distribuida la noche en tres tiempos diferentes. El primero le empleaba en rezar cien salmos y en hacer doscientas genuflexiones. El segundo le ocupaba en rezar cincuenta salmos metido en un estanque de agua helada hasta la garganta, y lo restante estaba destinado para tomar un poco de reposo sobre una dura piedra. Estos fueron los principales medios de que se valió San Patricio para ganar á Jesucristo tantos pueblos, y para convertir los pecadores y los idólatras.

Pero no sólo convirtió á la fe á aquellos pueblos, sino que también los cultivó, los pulió, los civilizó. Halló Patricio en aquella isla unos pueblos tan necios y tan groseros, que apenas sabían hablar, y ninguno de ellos sabía escribir; el Santo los enseñó, los industrió, y en poco tiempo los hizo capaces de aprender, no solamente las más bellas artes, sino también las más elevadas ciencias.

En fin, colmado de merecimientos, respetado aun de los mismos gentiles, y lleno de alegría, viendo el floreciente estado en que dejaba en Irlanda el Reino de Jesucristo, á los ochenta y cuatro años de su edad (aunque algunos historiadores le dan ciento treinta), pasó á recibir en el Cielo la corona de sus trabajos el año 460 ó 461. Murió en su monasterio de Saball, habiendo edificado trescientas sesenta y cinco iglesias, consagrado otros tantos obispos en los veinticinco ó treinta años que él lo fue, y ordenado casi tres mil presbíteros. Fue sepultado en la iglesia de la ciudad de Douna, donde fue honrado de los pueblos que concurrían en tropas á venerar su sepulcro, haciéndole muy célebre el Señor con innumerables milagros; hasta que en tiempo de Enrique VIII, rey de Inglaterra, fue destruida la iglesia de Douna por Leonardo Grey, marqués de Dorset y virrey de Irlanda, el cual pagó el delito de su sacrilegio sobre un cadalso, en que le cortaron la cabeza el año 1541.

La Misa en honra de San Patricio, la oración es la que sigue:

¡Oh Dios, que te dignaste enviar al bienaventurado Patricio, tu confesor y pontífice, para que anunciase tu gloria á los gentiles! Concédenos que con tu gracia, y por su intercesión y merecimientos, cumplamos fielmente todo lo que Tú nos mandas. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.

La Epístola es del cap. 44y 45 de la Sabiduría.

REFLEXIONES

Ves aquí un gran sacerdote. Ni los grandes títulos, ni las gruesas rentas forman los grandes prelados. La grandeza de los ministros de Jesucristo tiene origen más noble y nace de otros principios. Agradó á Dios mientras vivió; fue justo, y ninguno observó con mayor exactitud la ley del Altísimo. Esta es la base, éste el cimiento de la verdadera grandeza; agradar á Dios sin interrupción; cumplir dignamente todas las obligaciones de la justicia; obedecer con la más exacta fidelidad los preceptos del Altísimo. Busca otros títulos, ni más completos, ni más antiguos, de una nobleza más sólida y más real. Esta es la única nobleza que pasa en la otra vida. Ostentoso aparato de títulos y de grandes nombres, puestos elevados, dignidades eminentes, vosotros brilláis, no hay duda. Pero ¿cómo? Como relámpagos fugitivos, que apenas lucen cuando desaparecen. La muerte pone de nivel á todos los hombres. Todo se entierra con nosotros, menos la santidad. Las más bellas prendas de cuerpo y alma sin virtud, son nombres vacíos; las que sólo se fundan en fortuna estruendosa y rentas crecidas, son poco respetables; muchas veces sólo sirven de hacer más visible la pobreza de la persona. Sola la virtud vale más que todos los títulos; y ¿qué son todos los títulos sin la virtud?

El Evangelio es del cap. 25 de San Mateo.

En aquel tiempo dijo Jesús á sus discípulos esta parábola: Un hombre que debía ir muy lejos de su país, llamó á sus criados y les entregó sus bienes. Y á uno dio cinco talentos, á otro dos, y á otro uno, á cada cual según sus fuerzas, y se partió al punto. Fue, pues, el que había recibido los cinco talentos á comerciar con ellos, y ganó otros cinco; igualmente, el que había recibido dos, ganó otros dos; pero el que había recibido uno hizo un hoyo en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Mas después de mucho tiempo vino el señor de aquellos criados, les tomó cuentas, y, llegando el que había recibido cinco talentos, le ofreció otros cinco, diciendo:

Señorcinco talentos me entregaste; he aquí otros cinco que he ganado. Díjole su señor: Bien está, siervo bueno y fiel; porque has sido fiel en lo poco, te daré el cuidado de lo mucho; entra en el gozo de tu señor. Llegó también el que había recibido dos talentos, y dijo: Señor, dos talentos me entregaste; he aquí otros dos más que he granjeado. Díjole su señor: Bien está, siervo bueno y fiel; porque has sido fiel en lo poco, te daré el cuidado de lo mucho; entra en el gozo de tu señor.

MEDITACIÓN

De los medios que tenemos para salvarnos.

Punto pkimero.—Considera que uno de los más crueles, de los más desesperados tormentos de los condenados, es la viva y eterna memoria, es la clara, la menuda representación de los medios fáciles y seguros que tuvieron para salvarse. ¡Pude ser santo, Dios lo quería, pero á mí no me dio gana de serlo! Comprende bien toda la fuerza de esta reflexión; pero considera también todo el acíbar de su amargura.

No hay ni una sola criatura que, mirada en sí misma, no nos presente, no nos sirva de medio para conocer á Dios y para amarle; si alguna nos sirve de estorbo, es precisamente porque nosotros abusamos de ella. Los bienes y males de esta vida, hasta los mismos trabajos de que se vale Dios para castigar nuestras culpas, todo puede servir para nuestra salvación.

Las riquezas son como la moneda con que se compra el Cielo por medio de las limosnas; la pobreza es carta de recomendación para salvarnos. Las honras y la prosperidad pueden ofrecer grandes ocasiones para hacer grandes sacrificios; las desgracias y las adversidades abren el camino real para la gloria. Si la salud es don de Dios, no lo es menos la enfermedad; padecer mucho por Dios, aun es de mayor mérito que hacer mucho por El. Si el ingenio es un talento, la simplicidad es una virtud; porque Dios tiene gusto especial en comunicarse á las almas simples y sencillas.

En una palabra, se puede decir que no hay cosa que no se pueda mirar como talento. Hasta de nuestras mismas faltas, una vez cometidas, se puede y se debe sacar mucho provecho. No hay mayor enemigo de nuestra salvación que el demonio; y, con todo eso, sus mismos artificios, sus mismas tentaciones pueden conducir para conseguirla. ¡Qué abundancia de medios, qué multitud de tantas industrias! Todas las cosas, dice el Apóstol, cooperan al mayor bien de los que aman á Dios.

Punto segundo.—Considera que, además de los medios comunes á todos los cristianos, cada cual encuentra en su propio estado y en su misma condición medios particulares para ser santo. Ha dispuesto de tal manera todas las cosas la Divina Providencia y tiene arregladas todas las condiciones con tal economía, que todos son caminos derechos para llegar con seguridad á nuestro último fin.

No hay que envidiar ni el retiro de los unos ni la tranquilidad de los otros; cada uno de nosotros, dentro de su propio estado, puede coger los mismos frutos, ó, á lo menos, otros equivalentes y tan buenos. No seamos siervos inútiles ni obreros ociosos; y pocas tierras habrá que no puedan rendir ciento por uno, pocos talentos que no puedan duplicarse y multiplicarse, como se sepa emplearlos y manejarlos bien.

No hay estado, no hay condición en el mundo, no hay edad en la vida, de la cual no haya habido grandes santos; y estos santos de nuestra misma edad y de nuestro mismo estado no fueron á buscar otros medios para serlo que aquellos que nos ofrece á nosotros nueatro estado y nuestra edad. Y aun nosotros tenemos más medios que ellos; porque al fin logramos el de los buenos ejemplos que ellos mismos nos dejaron. ¡Será posible, Dios mío, que todas las cosas me prediquen y me faciliten mi salvación, y que al mismo tiempo todas ellas me reprendan mi irresolución y aun mi insensibilidad!

JACULATORIAS

Ya no viviré, Señor, sino para emplearme en tus alabanzas; por­que hallo mi fuerza y mi socorro en todo lo que has hecho por mí.— Ps. 118.

Siempre estás cerca de mi, y todos los estados de la vida pueden ser caminos seguros que me conduzcan á Ti.—Ps. 118.

PROPÓSITOS

1. Todos los  estados son otros tantos caminos diferentes que, según el orden de la Divina Providencia, nos guían á nuestro último fin. Es tentación imaginar que se viviría mejor en otro estado que en el que cada uno profesa. Pernicioso error ocupar el pensamiento en lo que se haría en otra profesión y no pensar en cumplir con las obligaciones de aquella en que se está. Pocos artificios hay que le salgan mejor al enemigo de nuestra salvación que el de esta engañosa inquietud. Por ahora sólo te quiere Dios en el estado de vida en que te hallas; conque sólo has de pensar en desempeñar bien sus obligaciones. Desprecia como ilusión perniciosísima todas esas inconstancias del corazón y del ánimo que consume inútilmente el alma con vanos arrepentimientos y con frívolos deseos, una vez que ya abrazaste un estado. Aplícate únicamente á dar el debido lleno á sus obligaciones, examinando hoy en particular cuáles son éstas, y cuáles son también aquellas en que tú te descuidaste más.

2. Es devoción utilísima la de rezar todas las mañanas alguna oración particular, pidiendo á Dios gracia para cumplir con las obligaciones del estado de cada uno; y es admirable para este efecto la oración siguiente, que decía Santo Tomás:

«Oh Dios lleno de misericordia, dame gracia para que examine diligentemente, conozca verdaderamente, desee ardientemente y cumpla perfectamente todo lo que á Ti te agrada, y que todo sea para mayor honra y gloria tuya. Dispón todas las cosas en el estado en que me has puesto, y dame á conocer aquello que quieres que yo haga, ayudándome á cumplirlo como conviene para el mayor bien de mi alma. Concédeme, Dios y Señor mío, que ni las prosperidades me envanezcan, ni las adversidades me acobarden, y que ni unas ni otras me atropellen, no alegrándome sino de lo que me acerca á Ti, no entristeciéndome sino de lo que de Ti me aparta, no permitas que aspire á complacer, ni que tema desagradar á otro que á Ti sólo. Sean despreciables para mí todas las cosas caducas, y solamente las ame todas por Ti; pero á Ti sobre todas. Cáuseme tedio toda alegría que sea sin Ti, y fuera de Ti nada apetezca. Finalmente, Dios y Señor mío, concédeme que de tal manera me aproveche en esta vida de tus beneficios por tu gracia, que merezca gozar en la Patria celestial las delicias de la gloria. Por Nuestro Señor Jesucristo...


FUENTE

miércoles, 10 de marzo de 2021

CISMAS MODERNISTAS APAÑADOS POR LOS PAPAS CONCILIARES, Y RIGOR EXTREMO CONTRA EL CATÓLICO TRADICIONAL

 CISMAS VERDADEROS -MODERNISTAS- Y PASADOS POR ALTO POR PAPAS CONCILIARES




En el período post conciliar hubo dos Cismas modernistas que superaron la miserable desistencia de la Autoridad de los Papas:
1)El Catecismo Holandés modernista contra Pablo VI (1970)
2) El Catecismo Francés contra Juan Pablo II (Pierres vivantes, 1982)
Ambos de un modernismo que destruyen completamente de raíz la Fe Católica y la cosmovisión cristiana.
Ante estos cismas verdaderos que ponían en cuestión todo el edificio de la Fe Católica, los Papas no hicieron absolutamente nada, aunque se habían dado cuenta y habían advertido las desviaciones. Esto es una muestra de la desistencia de la autoridad ya esbozada en el Discurso de Inicio del Concilio: "No se reprimirán los errores: se usará de ahora en adelante la medicina de la misericordia". Estos catecismos modernistas se expandieron por el mundo y aniquilaron la Fe, acompañados por el filo marxismo etc. Los Papas fueron cómplices de esta apostasía
Hubo también una "desobediencia", la de la Lefebvre, al no aceptar los cambios liberales y modernistas conciliares y aferrarse a la Fe y la Revelación de Cristo, que fue castigada como Cisma con excomunión por Juan Pablo II. No hubo "misericordia" para el que defendía a Cristo y la Fe Católica.
En síntesis, cuando la máxima autoridad de la Iglesia hace lo contrario de lo que debe hacer, es que el Demonio ha entrado y maneja la cuestión; como lo ha reconocido oscuramente el mismo Pablo VI en uno de sus accesos de lucidez y honestidad:
"El humo de Satanás se ha filtrado por alguna rendija al Templo de Dios".
Aunque se olvidaba -olvido típico del conserva liberal; contradictorio ad infinitum- que su predecesor y él mismo habían abierto de par en par las puertas de la Iglesia al mundo.....
(Cf. Bib. IOTA UNUM, Romano Amerio, Ediciones Estrella de Belén)



martes, 9 de marzo de 2021

HISTORIA UNIVERSAL DE LA INFAMIA: EL TINTORERO ENMASCARADO HAKYM DE MERV, Jorge Luis Borges.

 



A Angélica Ocampo


Si no me equivoco, las fuentes originales de información acerca de Al Moqanna, el Profeta Velado (o más estrictamente, Enmascarado) del Jorasán, se reducen a cuatro: a) las excertas de la Historia de los jalifas conservadas por Baladhuri, b) el Manual del gigante o Libro de la precisión y la revisión del historiador oficial de los Abbasidas, ibn abi Tair Tarfur, c) el códice árabe titulado La aniquilación de la rosa, donde se refutan las herejías abominables de la Rosa oscura o Rosa escondida, que era el libro canónico del Profeta, d) unas monedas sin efigie desenterradas por el ingeniero Andrusov en un desmonte del Ferrocarril Transcaspiano. Esas monedas fueron depositadas en el Gabinete Numismático de Teherán y contienen dísticos persas que resumen o corrigen ciertos pasajes de la Aniquilación. La Rosa original se ha perdido, ya que el manuscrito encontrado en 1899 y publicado no sin ligereza por el Morgenländisches Archiv fue declarado apócrifo por Horn y luego por Sir Percy Sykes.
La fama occidental del Profeta se debe a un gárrulo poema de Moore, cargado de saudades y de suspiros de conspirador irlandés.

La púrpura escarlata
A los 120 años de la Hégira y 736 de la Cruz, el hombre Hákim, que los hombres de aquel tiempo y de aquel espacio apodarían luego El Velado, nació en el Turquestán. Su patria fue la antigua ciudad de Merv, cuyos jardines y viñedos y prados miran tristemente al desierto. El mediodía es blanco y deslumbrador, cuando no lo oscurecen nubes de polvo que ahogan a los hombres y dejan una lámina blancuzca en los negros racimos.
Hákim se crió en esa fatigada ciudad. Sabemos que un hermano de su padre lo adiestró en el oficio de tintorero: arte de impíos, de falsarios y de inconstantes que inspiró los primeros anatemas de su carrera pródiga. Mi cara es de oro (declara en una página famosa de la Aniquilaciónpero he macerado la púrpura y he sumergido en la segunda noche la lana sin cardar y he saturado en la tercera noche la lana preparada, y los emperadores de las islas aún se disputan esa ropa sangrienta. Así pequé en los años de juventud y trastorné los verdaderos colores de las criaturas. El Ángel me decía que los carneros no eran del color de los tigres, el Satán me decía que el Poderoso quería que lo fueran y se valía de mi astucia y mi púrpura. Ahora yo sé que el Ángel y el Satán erraban la verdad y que todo color es aborrecible.
El año 146 de la Hégira, Hákim desapareció de su patria. Encontraron destruidas las calderas y cubas de inmersión, así como un alfanje de Shiraz y un espejo de bronce.

El toro
En el fin de la luna de Xabán del año 158, el aire del desierto estaba muy claro y los hombres miraban el poniente en busca de la luna de Ramadán, que promueve la mortificación y el ayuno. Eran esclavos, limosneros, chalanes, ladrones de camellos y matarifes. Gravemente sentados en la tierra, aguardaban el signo, desde el portón de un paradero de caravanas en la ruta de Merv. Miraban el ocaso, y el color del ocaso era el de la arena.
Del fondo del desierto vertiginoso (cuyo sol da la fiebre, así como su luna da el pasmo) vieron adelantarse tres figuras, que les parecieron altísimas. Las tres eran humanas y la del medio tenía cabeza de toro. Cuando se aproximaron, vieron que éste usaba una máscara y que los otros dos eran ciegos.
Alguien (como en los cuentos de Las 1001 Noches) indagó la razón de esa maravilla. Están ciegos, el hombre de la máscara declaró, porque han visto mi cara.

El leopardo
El cronista de los Abbasidas refiere que el hombre del desierto (cuya voz era singularmente dulce, o así les pareció por diferir de la brutalidad de su máscara), les dijo que ellos aguardaban el signo de un mes de penitencia, pero que él predicaba un signo mejor: el de toda una vida penitencial y una muerte injuriada. Les dijo que era Hákim hijo de Osmán, y que el año 146 de la Emigración había penetrado un hombre en su casa y luego de purificarse y rezar le había cortado la cabeza con un alfanje y la había llevado hasta el cielo. Sobre la derecha mano del hombre (que era el ángel Gabriel) su cabeza había estado ante el Señor, que le dio misión de profetizar y le inculcó palabras tan antiguas que su repetición quemaba las bocas y le infundió un glorioso resplandor que los ojos mortales no toleraban. Tal era la justificación de la Máscara. Cuando todos los hombres de la tierra profesaran la nueva ley, el Rostro les sería descubierto y ellos podrían adorarlo sin riesgo —como ya los ángeles lo adoraban. Proclamada su comisión, Hákim los exhortó a una guerra santa —un djehad— y a su conveniente martirio.
Los esclavos, pordioseros, chalanes, ladrones de camellos y matarifes le negaron su fe: una voz gritó brujo y otra impostor.
Alguien había traído un leopardo —tal vez un ejemplar de esa raza esbelta y sangrienta que los monteros persas educan. Lo cierto es que rompió su prisión. Salvo el profeta enmascarado y los dos acólitos, la gente se atropelló para huir. Cuando volvieron, había enceguecido la fiera. Ante los ojos luminosos y muertos, los hombres adoraron a Hákim y confesaron su virtud sobrenatural.

El profeta velado
El historiador oficial de los Abbasidas narra sin mayor entusiasmo los progresos de Hákim el Velado en el Jorasán. Esa provincia —muy conmovida por la desventura y crucifixión de su más famoso caudillo— abrazó con desesperado fervor la doctrina de la Cara Resplandeciente y le tributó su sangre y su oro. (Hákim, ya entonces, descartó su efigie brutal por un cuádruple velo de seda blanca recamado de piedras. El color emblemático de los Banú Abbás era el negro; Hákim eligió el color blanco —el más contradictorio— para el Velo Resguardador, los pendones y los turbantes.) La campaña se inició bien. Es verdad que en el Libro de la precisión las banderas del Jalifa son en todo lugar victoriosas, pero como el resultado más frecuente de esas victorias es la destitución de generales y el abandono de castillos inexpugnables, el avisado lector sabe a qué atenerse. A fines de la luna de Rejeb del año 161, la famosa ciudad de Nishapur abrió sus puertas de metal al Enmascarado; a principios del 162, la de Astarabad. La actuación militar de Hákim (como la de otro más afortunado Profeta) se reducía a la plegaria en voz de tenor, pero elevada a la Divinidad desde el lomo de un camello rojizo, en el corazón agitado de las batallas. A su alrededor silbaban las flechas, sin que lo hirieran nunca. Parecía buscar el peligro: la noche que unos detestados leprosos rondaron su palacio, les ordenó comparecer, los besó y les entregó plata y oro.
Delegaba las fatigas de gobernar en seis o siete adeptos. Era estudioso de la meditación y la paz: un harem de 114 mujeres ciegas trataba de aplacar las necesidades de su cuerpo divino.

Los espejos abominables
Siempre que sus palabras no invaliden la fe ortodoxa, el Islam tolera la aparición de amigos confidenciales de Dios, por indiscretos o amenazadores que sean. El profeta, quizá, no hubiera desdeñado los favores de ese desdén, pero sus partidarios, sus victorias y la cólera pública del Jalifa —que era Mohamed Al Mahdí— lo obligaron a la herejía. Esa disensión lo arruinó, pero antes le hizo definir los artículos de una religión personal, si bien con evidentes infiltraciones de las prehistorias gnósticas.
En el principio de la cosmogonía de Hákim hay un Dios espectral. Esa divinidad carece majestuosamente de origen, así como de nombre y de cara. Es un Dios inmutable, pero su imagen proyectó nueve sombras que, condescendiendo a la acción, dotaron y presidieron un primer cielo. De esa primera corona demiúrgica procedió una segunda, también con ángeles, potestades y tronos, y éstos fundaron otro cielo más abajo, que era el duplicado simétrico del inicial. Ese segundo cónclave se vio reproducido en uno terciario y ése en otro inferior, y así hasta 999. El señor del cielo del fondo es el que rige —sombra de otras sombras— y su fracción de divinidad tiende a cero.
La tierra que habitamos es un error, una incompetente parodia. Los espejos y la paternidad son abominables porque la multiplican y afirman. El asco es la virtud fundamental. Dos disciplinas (cuya elección dejaba libre el profeta) pueden conducirnos a ella: la abstinencia y el desenfreno, el ejercicio de la carne o su castidad.
El paraíso y el infierno de Hákim no eran menos desesperados. A los que niegan la Palabra, a los que niegan el Enjoyado Velo y el Rostro (dice una imprecación que se conserva de la Rosa escondida), les prometo un Infierno maravilloso, porque cada uno de ellos reinará sobre 999 imperios de fuego, y en cada imperio 999 montes de fuego, y en cada monte 999 torres de fuego, y en cada torre 999 pisos de fuego, y en cada piso 999 lechos de fuego, y en cada lecho estará él y 999 formas de fuego (que tendrán su cara y su voz) lo torturarán para siempre. En otro lugar corrobora: Aquí en la vida padecéis en un cuerpo; en la muerte y la Retribución, en innumerables. El paraíso es menos concreto. Siempre es de noche y hay piletas de piedra, y la felicidad de ese paraíso es la felicidad peculiar de las despedidas, de la renunciación y de los que saben que duermen.

El rostro
El año 163 de la Emigración y quinto de la Cara Resplandeciente, Hákim fue cercado en Sanam por el ejército del Jalifa. Provisiones y mártires no faltaban, y se aguardaba el inminente socorro de una caterva de ángeles de luz. En eso estaban cuando un espantoso rumor atravesó el castillo. Se refería que una mujer adúltera del harem, al ser estrangulada por los eunucos, había gritado que a la mano derecha del profeta le faltaba el dedo anular y que carecían de uñas los otros. El rumor cundió entre los fieles. A pleno sol, en una elevada terraza, Hákim pedía una victoria o un signo a la divinidad familiar. Con la cabeza doblegada, servil —como si corrieran contra una lluvia—, dos capitanes le arrancaron el Velo recamado de piedras.
Primero, hubo un temblor. La prometida cara del Apóstol, la cara que había estado en los cielos, era en efecto blanca, pero con la blancura peculiar de la lepra manchada. Era tan abultada o increíble que les pareció una careta. No tenía cejas; el párpado inferior del ojo derecho pendía sobre la mejilla senil; un pesado racimo de tubérculos le comía los labios; la nariz inhumana y achatada era como de león.
La voz de Hákim ensayó un engaño final. Vuestro pecado abominable os prohíbe percibir mi esplendor…, comenzó a decir.
No lo escucharon y lo atravesaron con lanzas.




DE LA PRESUNCIÓN Y EL OPTIMISMO HISTÓRICO FALSAMENTE CATÓLICOS

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