VIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
II clase, verde
Gloria, Credo y Prefacio
de la Santísima Trinidad
PROEMIO
La enseñanza del evangelio de hoy apunta a una lección de prudencia
cristiana y de celo sobrenatural. Sólo importa el cielo, y a él debemos tender
utilizando las situaciones transitorias de aquí abajo, para caminar con más
ímpetu.
Deberíamos mostrarnos tan hábiles en procurar nuestro porvenir futuro,
como los hijos de las tinieblas en sus negocios temporales.
En la epístola se encontrará la razón profunda de este despego de las cosas de la
tierra y el secreto de esta aspiración poderosa hacia las cosas del cielo. Es
la gracia, la cual transforma nuestras vidas y las prepara a entrar en el reino
celestial.
Es el Espíritu Santo quien nos da un alma de hijos y nos hace gritar:
«!Abba Padre!»
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En la Oración de la
presente Domínica pedimos al Señor una gracia que es para nosotros manantial
perenne de los más saludables bienes: la de pensar siempre lo que es más recto
y santo.
¿Por qué tantos viven
sumergidos en los más abominables vicios, esclavos de las más degradantes
pasiones? Porque su entendimiento jamás se eleva a la consideración de aquellas
verdades que les harían conocer su dignidad de cristianos, su origen
nobilísimo, su fin sublime. El fin de los que viven según la carne, nos lo
indica el Apóstol en la Epístola dos: Si viviereis según la carne, dice,
moriréis.
Nada debemos amar
tanto como la vida sobrenatural, la vida de la gracia. Esta exige la
mortificación. Mortificando nuestros deseos desordenados, elevándonos a la
consideración de las verdades cristianas, conservaremos la verdadera vida de
nuestras almas, que es la vida de la gracia. Cuando nuestras pasiones quieran
apartarnos de la práctica de nuestros deberes cristianos, recordemos la cuenta
que algún día nos pedirá Dios de todos nuestros actos, de cuanto hemos recibido
de El.
Esta verdad nos
inculca el Evangelio de la presente Domínica. Si siempre la tuviéramos
presente, nuestra vida sería santa, perfecta. (1)
RECIBIÓ LA IGLESIA
en las solemnidades de Pentecostés las efusiones del Espíritu Santo, y la
liturgia de hoy nos demuestra los benéficos resultados de las mismas. Uno de
ellos, y no el menor, es la gracia de la divina adopción, en virtud de la cual
podemos llamar Padre a nuestro Dios, con derecho a la herencia del cielo
(Ep.). Mas si vivimos por Dios, preciso
es que vivamos también para Dios (Or.) y que en todo nos dejemos guiar por el
Espíritu de Dios (Ep.) y así pueda acogernos algún día en sus eternos tabernáculos
(Ev.). He aquí la verdadera sabiduría, que pide la Iglesia en la oración y que
alaba el Evangelio, porque ella sabe prevenir con prudencia y sagacidad nuestro
recibimiento en los “eternos tabernáculos”. Al evocar la liturgia en estos
domingos la figura de Salomón y de su magnífico Templo, podemos dirigir la mirada
a ese otro templo que somos nosotros mismos, dedicado a Dios por el bautismo y
convertido tal vez por nosotros en guarida de ladrones y de mil siniestras
alimañas de pecados, que lo ensucian y profanan. Pues si así fuere por
desgracia nuestra, habría que limpiarlo con la escoba de Lázaro, con una
condigna penitencia. Además, el Templo salomónico es figura del grandioso Templo
del cielo, en donde Dios mora con sus Santos y en que los regala con sus
delicias sin fin y sin medida. En ese mismo templo entraremos también nosotros
si es que vivimos según el espíritu, y matamos las obras de la carne; entonces,
y sólo entonces seremos verdaderos hijos de Dios, herederos suyos y coherederos
de Cristo; el cielo será nuestra rica herencia (Ep.). Para ingresar en los
eternos tabernáculos, conviénenos también allegar riquezas y méritos, de ésos
que el ladrón no roba y la polilla no
carcome, hacernos amigos, tener como amigos a los Santos moradores de aquel
templo en que todos dicen: ¡Gloria!; imitando así a aquel mayordomo previsor, a
quien alaba Jesús en el Evangelio, no tanto por sus malas artes y su deslealtad
para con el amo, cuanto por su intuición clara del futuro. Porque sucede, por
desgracia, que los hijos de la luz somos menos despiertos que los de las
tinieblas, y eso que nuestros negocios son de harto mayor cuantía que los
suyos, yendo en ello nada menos que nuestro bienestar eterno. Uno de los medios más aptos para conseguir
que Dios nos reciba en sus eternas moradas es dar limosna al que la hubiere
menester, limosna espiritual, como un buen consejo, una justa reprensión, un
cariñoso consuelo; limosna material, como un poco de pan al hambriento, un
trapo para el harapiento y desnudo. Si practicáramos esta virtud, poco o nada
tendremos que temer cuando el Señor universal nos venga a pedir cuentas de la
administración de nuestra alma, y de los bienes y gracias que en nosotros
depositó para granjear con ellos (Ev.). (2)
TEXTOS
DE LA SANTA MISA
Introito. Salm.
47.10-11,2.- Hemos recibido, ¡oh Dios!, tu misericordia en
medio de tu templo; como tu nombre, ¡oh Dios!, así tu gloria llega hasta los
confines de la tierra; tu diestra da la salvación. Salmo.-. Grande es el Señor y dignísimo de alabanza en la ciudad de nuestro
Dios, en su monte santo. V/. Gloria.
Colecta.- Te rogamos,
Señor, nos concedas propicio la gracia de pensar y obrar siempre con rectitud;
y, pues sin ti no podemos subsistir, llevemos una vida conforme a tu voluntad.
Por ntro. Sr. Jxto.
Epístola. Rom 8.12-17.-
Hermanos: Nada debemos a la carne, para que vivamos según la carne. Si
vivís según la carne, moriréis; mas si con el espíritu hacéis morir las obras
de la carne, viviréis. Todos cuantos se dejan guiar por el Espíritu de Dios son
hijos de Dios. No habéis recibido el espíritu de servidumbre para obrar todavía
con temor, habéis recibido el Espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual
clamamos: ¡Abba, Padre! El mismo Espíritu testifica, a una con nuestro
espíritu que somos hijos de Dios. Hijos, luego herederos; herederos de Dios y
coherederos de Cristo.
Gradual. Salm. 30.3;
70.1.- Sé para mí el Dios que protege y un lugar de
refugio, para que me salves. V/. En ti, Señor, he buscado amparo; no sea
jamás confundido.
Aleluya. Salm. 47.2.- Aleluya, aleluya. V/. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la
ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. Aleluya.
Evangelio. Luc. 16.1-9.-.
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Érase un
hombre rico, que tenía un mayordomo, y éste le fue acusado como dilapidador de
sus bienes. Llamóle, pues, y le dijo ¿Qué es esto que oigo de ti? Rinde
cuentas de tu gestión; en adelante ya no podrás ser mi mayordomo. Entonces el
mayordomo se dijo: ¿Qué haré, pues mi señor me quita la gerencia? Para cavar no
valgo, mendigar me causa vergüenza. Mas ya sé lo que he de hacer, para que, una
vez removido de mi gerencia, halle quienes me reciban en su casa. Llamó, pues,
a cada uno de los deudores de su amo; y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi
señor? Y éste le respondió: Cien barriles de aceite. Díjole: Toma tu escritura;
siéntate luego, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes?
Y él respondió: Cien cargas de trigo. Díjole: Toma tu obligación y escribe
ochenta. Y alabó el amo a este mayordomo infiel por su previsión, porque los
hijos de este siglo son en sus negocios más sagaces que los hijos de la luz.
Así os digo yo a vosotros: Haceos amigos con el inicuo dinero para que cuando
él os faltare, aquellos os reciban en las eternas moradas. CREDO.
Ofertorio. Salm.
17.28.32.- Tú salvas al pueblo humilde, y humillas los ojos
de los soberbios, porque ¿qué otro Dios hay fuera de ti, Señor?
Secreta.- Te rogamos, Señor, aceptes propicio los dones que recibidos de tus
manos, te ofrecemos, para que, mediante la operación de tu gracia, nos
santifiquen estos sacrosantos misterios en la presente vida, y nos conduzcan a
los goces eternos. Por nuestro Señor.
Prefacio de la Santísima Trinidad.- En verdad es digno y
justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo lugar, Señor, santo
Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu
Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola
persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has
revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin
diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y
eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la
esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los
Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario,
diciendo a una voz. Santo ...
Comunión. Salm. 33.9.- Gustad y ved cuán suave es el Señor; dichoso el varón que en él confía.
Poscomunión.- Sírvanos, Señor, este celestial misterio para reparación de alma
y cuerpo; para que al celebrarlo, experimentemos sus saludables efectos. Por
nuestro Señor.
COMENTARIO
Como habitualmente, reproducimos primero el comentario del Padre
Castellani y luego haremos algunas consideraciones sobre temas actuales
vinculados con el Evangelio de hoy.
COMENTARIO DEL PADRE CASTELLANI
DOMINGO OCTAVO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS [Lc 16, 1-19] Lc 16, 1-13
Esta es la parábola del “Mayordomo Infiel”
como dice nuestros Evangelios castellanos: no fue infiel. Mucho menos fue
“inicuo”, como dice la Vulgata latina: “villicum iniquitatis”, (“granjero de
iniquidad”). Ni fue granjero ni fue de iniquidad. El texto griego dice
“ecónomo” o sea, “administrador o gerente”; y en cuanto al genitivo “íes
adikías”, Cristo lo usa irónicamente, como se ve por todo el contexto. La traducción exacta y argentina sería: el
Capataz Camandulero; o el Apoderado Pícaro.
Cuanto más leo las parábolas de Cristo, más veo que son un género
literario único, que no tuvo precedentes ni continuadores. Son más sencillas
que el más sencillo de los
(NOTA 2: Paul Claudel.
)
géneros literarios,
las fábulas de Esopo; y al mismo tiempo más atrevidas y extrañas que el género
moderno que los españoles llaman esperpento. Son naturalísimas porque se trata
de una simple comparación; son brevísimas, porque no hay un solo rasgo que
sobre; y sin embargo tienen un contenido tal que nos deja bizcos: hay que ver
el lío que se han hecho con esta parábola los más doctos intérpretes, incluso
el doctísimo cardenal Cayetano, el famoso comentador de Santo Tomás: el cual
declara netamente que a esta parábola él no la entiende ni la puede explicar.
Menos mal que tuvo esa humildad, que otros menores que él no la tuvieron. Cristo fue mucho más que un genio literario;
pero fue también un genio literario. Lo lírico está contenido en el material de
las parábolas –que son en conjunto 120 contando grandes y chicas– material
tomado de la naturaleza, del campo, de las plantas y animales y de las
costumbres del animal más sorprendente que existe. Lo patético está
suministrado por la profundidad enorme del sentimiento, conectado con las cosas
más graves de la vida humana. Lo dramático, en la viveza y originalidad de los
cortos diálogos. Lo humorístico en la mirada aguda y maliciosa con que el autor
capta las costumbres de los hombres. Lo filosófico en la súbita trasposición de
planos, y una especie de descoyuntamiento, que apunta a un sentido escondido.
Lo teológico, en los emblemas y figuras de Dios: en este caso, Dios es el
Patrón, el dueño de todo el Universo, de quien se dijo: “Si tuviese hambre, no
te lo voy a decir a ti, porque mía es la redondez de la tierra y cuanto en ella
hay” (Ps XLIX, 12), y también: “Mía es la plata y el oro, dice el Señor” (Ageo
II, 8). Cristo contó aquí simplemente,
para incitarnos a la limosna, ¡una historia de ladrones! Las historias de
ladrones siempre han gustado al pueblo, y han corrido entre él: hoy día las
nóvelas policiales:
“–Abuelita, cuéntanos un cuento... –¿Un cuento de hadas? –No, un cuento de ladrones. –Bueno: había una vez un administrador.”
Y así comienza también esta parábola:
“Había una vez un hombre rico que tenía un
administrador, el cual fue acusado ante él de que robaba...”. El Hombre Rico es Dios; el Administrador son
los ricos de este mundo; los deudores son los pobres. Es simple. ¿Cómo te
enredas en esto, oh doctísimo Cayetano? Probablemente porque eras un ricote de
este mundo. O porque tu mucha ciencia te había idiotizado. Cristo siempre habló
de los que tienen muchos bienes de este mundo como de administradores:
administradores de Dios, no del Estado. Hoy día sí: al paso que vamos, los que
tienen bienes se convertirán en meros administradores del Estado. Es que cuando
Dios ya no es más el Patrón, entonces el Patrón ineludible es el Estado, notó
hace muchos siglos ya Tomás de Aquino.
El Patrón mandó un aviso al Administrador: “que ya no podrás más
administrar”... El aviso es la Muerte. “Ven a darme cuenta de tu
administración.” Los bienes que tenemos, no podemos llevarlos al sepulcro; y
más allá del sepulcro, está la rendición de cuentas.
“–¿Que haré? –dijo el Administrador–. Estoy
viejo ya para hacer de peón; mendigar me da vergüenza... Ya sé lo que haré.”
Llamó a los deudores todos, y al primero le dijo: “–¿Cuánto debés? –Cien barricas de aceite. –Aquí está tu recibo; tomá, rápido: escribí
cincuenta. Listo.” Y al segundo:
“–¿Qué debés?
–Cien arrobas de trigo. –Tomá tu
recibo y escribí ochenta.”
Y así siguió con los demás deudores, que eran
más de dos sin duda, por las palabras que usa el narrador: “llamó a todos los deudores,
uno a uno”. Los deudores no sabían lo que les pasaba. “Vea amigo: esto que ha
hecho usted hoy, no lo vamos a olvidar nunca.” Y así dijo el Administrador: “El
día que no tenga nada, tendré amigos.” Y el Patrón cuando lo supo, se rió como
un caballero, se dio una palmada en el muslo, y dijo: “Este hombre es vivísimo.
¿Por qué me voy a privar de un tipo inteligente? El imbécil soy yo, que me dejo
llevar de habladurías...”. Y Cristo dijo: “Así también vosotros, haceos amigos
en la otra vida por medio del Inicuo Idolillo”; esos papelitos roñosos que
sirven para tantas cosas malas y también buenas, si se quiere: esos billetes
maculados, que antes eran como idolillos o curundúes de oro y plata, pero que
ahora son un verdadero símbolo de las riquezas, por lo sucios que andan, y lo
ajados y maculados que son. Y sin embargo... son un ídolo: “mammonae
iniquitatis”, el Idolillo Inicuo. “Mammón” era el capitalismo, el dios de las
riquezas, para los sirios; quizá, porque es: “capaz, de puro mamón, de mamar
hasta con freno”. Los intérpretes
tropiezan aquí: ¡Cristo aprobó un robo, alabó a un ladrón, fomentó la
infidelidad de los empleados y... la “lucha de clases”! “¿También vosotros
estáis sin inteligencia?”, les habría respondido el Señor. ¡Como si todo el que
cuenta un caso, aprobase el caso! Uno cuenta lo que pasa. Pero lo que más hay
que notar, es que en ningún lado del relato consta que el Gerente haya sido un
ladrón: “que fue acusado de ladrón”, lo cual es cosa distinta. Y las quitas que
hizo a las deudas, podía tener atribuciones para hacerlas; y leyendo
atentamente se ve que las tenía, como ustedes lo verán si leen atentamente. Si
los deudores aceptaron y el amo aprobó, es que las tenía. Cristo concluyó con una observación irónica:
“los hijos de este mundo son más videntes en sus negocios que los hijos de la
luz”. Esta frase de Cristo también ha sido tuertamente entendida por los
católicos mistongos, los cuales están íntimamente persuadidos que cualquier
cosa que emprendan los católicos les tiene que salir mal, en virtud de esta
palabra de Cristo; consecuencia de lo cual sería que debemos dejar el campo
libre a la canallería porque “los católicos tenemos que fracasar siempre”, como
me decía ayer no más Doña Herminia Bas de Cuadrero. Los católicos como ella, sí. Cristo no afirmó que todo les tiene que salir
mal a “los hijos de la luz”; entonces apaga y vámonos ¿para qué viniste al
mundo?, ¡oh Luz del Mundo! Cristo exhortó irónicamente a los que se llaman
“buenos” a tener por lo menos tanta prudencia en sus negocios como los llamados
por ellos “malos”; y si la tienen, no hay ninguna razón porque no les sucedan a
ellos también sus negocios, tanto los del cielo como los de la tierra. Lo que
pasa es que había en los tiempos de Cristo –y no faltan en los nuestros– unos
tipos que eran unos incapaces y creían que podían ocultar, justificar y reparar
su incapacidad con la capa de ser religiosos. Si ven por ahí una “Tienda de
objetos de goma Sagrado Corazón de Jesús”, o “Cervecería Santa Teresita” o
“Cabaré Católico”, les aconsejo no se hagan socios, ni les compren acciones.
Esos son, son ésos. Fracaso... seguro.
Es una vergüenza y una cosa que hace dudar hasta de San Martín que no
haya en la Argentina una gran editorial católica, un gran diario católico, una
gran revista intelectual católica, una filmadora católica, por no hablar de la
Universidad Católica. Es una vergüenza nacional que los judíos dominen el cine,
el periodismo, la radio, la enseñanza oficial y la edición de libros en un país
“católico”. Jesucristo dijo a los Apóstoles: “Id y enseñad a todas las gentes.”
Los judíos son los que realmente enseñan en la Argentina; y no van a enseñar
cristianismo, ni es justo pedirles eso. ¿Dónde están los apóstoles?
La Argentina, por ejemplo, está inundada de
libros estúpidos, malos y perversos; y un escritor argentino religioso, que sea
de veras escritor, no puede publicar sus libros... sobre todo si son libros
religiosos... bien escritos. Es un hecho (3).
Esto es lo que temió y predijo el santo obispo Mamerto Esquiú. Esquiú
dejó encargado al morir que se luchara contra los malos libros. ¿Qué es lo que
impide que se obedezca al testamento de Esquiú? De suyo, nada; solamente que
los sucesores de Esquiú perdieron el testamento de Esquiú. Hacer una gran
editorial decente no es más difícil a los judíos que a los cristianos; a no ser
que sean cristianos mistongos. Se puede editar libros buenos y ganar plata
encima. Sólo que hay que ser por lo menos tan prudentes como los hijos de este
siglo. Esto enseñó Jesucristo. Jesucristo no amó a los imbéciles ni a los
pazguatos. Fíjese: Dios podía haber
dispuesto los sucesos de este mundo de tres maneras: 1) Que a los buenos les
fuese siempre bien y a los malos siempre mal; 2) al revés: siempre mal a los
buenos, siempre bien a los malos; 3) mezclando bienes y males a buenos y malos;
con una preferencia de males a los santos y a los idiotas. Dios prefirió el
plan 3; y si ustedes lo piensan un momento, verán que está muy bien. Si a los buenos siempre les fuese bien y mal
a los malos (plan 1) simplemente no habría buenos, porque todos serían buenos a
la fuerza: se suprimirían el mérito, la bondad, la virtud, la santidad y hasta
el mismo libre albedrío. Sería imposible ser malo. Ese es el estado de los
animales: no pueden ser malos... ni buenos tampoco. Son animales. Si al revés,
a los buenos siempre les fuese mal (plan 2) la bondad se volvería imposible,
porque no habría ser humano capaz de soportarla; habría que ser ángel. Dios escogió el tercer plan: hacer salir el
sol sobre los buenos y los malos y llover sobre los justos y los injustos; y
que cada cual procure tomar el solcito y aprovechar el agua lo mejor que pueda.
Y si a un católico, por idiota o descuidado, se le rompen las acequias, que no
le eche la culpa a Dios y que no ande diciendo que “bien dijo Cristo que los
hijos de este siglo son necesariamente más felices en sus negocios que los
hijos de la luz”. Cristo no dijo eso. (Hasta acá Castellani) (3)
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SANTOS PADRES
Y decía también a sus discípulos: "Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado delante de él como disipador de sus bienes. Y le llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo decir de ti? Da cuenta de tu mayordomía porque ya no podrás ser mi mayordomo. Entonces el mayordomo dijo entre sí: ¿Qué haré porque mi señor me quita la mayordomía? Cavar no puedo, de mendigar tengo vergüenza. Yo sé lo que he de hacer, para que cuando fuere removido de la mayordomía me reciban en sus casas. Llamó, pues, a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y éste le respondió: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu escritura, y siéntate luego, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él respondió: Cien coros de trigo. El le dijo: Toma tu vale y escribe ochenta". (vv. 1-7)
Beda
Después que el Salvador reprendió en tres parábolas a los que murmuraban porque daba buena acogida a los penitentes, ahora añade la cuarta y después la quinta para aconsejar la limosna y la moderación en los gastos, porque la buena doctrina enseña que la limosna debe de seguir a la penitencia. Por esto continúa: "Decía a sus discípulos: Había un hombre rico", etc.
Crisóstomo
Una opinión errónea, agravada en los hombres, que aumenta sus pecados y disminuye sus buenas obras, consiste en creer que todo lo que tenemos para las atenciones de la vida debemos poseerlo como señores y, por consiguiente, nos lo procuramos como el bien principal. Pero es todo lo contrario, porque no hemos sido colocados en la vida presente como señores en su propia casa, sino que somos huéspedes y forasteros llevados a donde no queremos ir y cuando no pensamos. El que ahora es rico, en breve será mendigo. Así que, seas quien fueres, has de saber que eres sólo dispensador de bienes ajenos y se te ha dado de ellos uso transitorio y derecho muy breve. Lejos, pues, de nosotros el orgullo de la dominación y abracemos la humildad y la modestia del arrendatario o casero.
Beda
El arrendatario es el que gobierna la granja o caserío, por lo que toma el nombre de ella. El ecónomo es el administrador, tanto del dinero como de los frutos y de todo lo que tiene el Señor.
San Ambrosio
En esto conocemos que no somos los dueños, sino más bien arrendatarios de bienes ajenos.
Teofilacto
Ahora bien, cuando en vez de administrar a satisfacción del Señor los bienes que nos han sido confiados, abusamos de ellos para satisfacer nuestros gustos, nos convertimos en arrendatarios culpables. Y prosigue: "Y éste fue acusado delante de él", etc.
Crisóstomo
Entonces se le quita la administración, conforme a lo que sigue: "Y le llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo decir de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no podrás ser mi mayordomo". Todos los días nos dice lo mismo el Señor, poniéndonos como ejemplo al que gozando de salud a mediodía muere antes de la noche y al que expira en un festín. Así es como dejamos la administración de varios modos. Pero el buen administrador, que tiene confianza debida a su administración, desea ser separado de este mundo y estar con Cristo, como San Pablo ( Flp 3,20), mientras que el que se fija en los bienes de la tierra, se encuentra lleno de angustia a la hora de su salida de este mundo. Por tanto, se dice de este mayordomo: "Entonces el mayordomo dijo entre sí: ¿Qué haré yo, porque mi señor me quita la administración? Cavar no puedo, de mendigar tengo vergüenza". Cuando falta fuerza para trabajar es porque se lleva una vida perezosa. Nada hubiera temido en esta ocasión si se hubiese acostumbrado al trabajo. Si tomamos esta parábola en sentido alegórico, comprendemos que después que hayamos salido de esta vida, no será ya tiempo de trabajar. La vida presente es para el cumplimiento de los mandamientos y la venidera para el consuelo. Si aquí no hacemos nada, en vano esperamos merecer en la otra vida, porque ni el mendigar nos servirá. Prueba de esto son las vírgenes imprevisoras que en su necedad pidieron a las que eran prudentes, pero nada alcanzaron ( Mt 25). Cada uno, pues, se reviste de sus obras como de una túnica y no puede quitársela, ni cambiarla por otra. Pero el mayordomo infiel perdona a los deudores, sus compañeros, lo que deben, para tener en ellos el remedio de sus males. Sigue, pues: "Yo sé lo que he de hacer para que cuando fuere removido de la mayordomía me reciban en sus casas"; porque todo el que, previendo su fin, alivia el peso de sus pecados con buenas obras (perdonando al que debe o dando a los pobres buenas limosnas) y da generosamente los bienes del señor, se granjea muchos amigos, que habrán de dar buen testimonio de él delante de su juez, no con palabras sino manifestando sus buenas obras. Y habrán de prepararle además con su testimonio, la mansión del consuelo. Nada hay que sea nuestro, pues todo es del dominio de Dios. Prosigue: "Llamó, pues, a cada uno de los deudores de su señor y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y él le respondió: Cien barriles de aceite".
Beda
Un barril es entre los griegos el ánfora que contenía dos cántaros 1. Prosigue: Y le dijo: "Toma tu escritura y siéntate luego y escribe cincuenta", perdonándole así la mitad. Prosigue: "Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él respondió: Cien coros de trigo". Un coro tiene treinta modios o celemines. "El le dijo: Toma tu vale y escribe ochenta", perdonándole la quinta parte. Este pasaje da a entender que al que alivia la miseria del pobre en la mitad o en la quinta parte, se le recompensará por su misericordia.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,34
Respecto a lo que dice que de cien barriles de aceite hizo que el deudor escribiese sólo cincuenta y que al que debía cien coros de trigo le hizo escribir sólo ochenta, creo que debe entenderse en el sentido de que lo que cada judío daba a los sacerdotes y a los levitas debe aumentarse en la Iglesia de Cristo. Es decir, que si aquéllos daban la décima parte, éstos den la mitad, como hizo de sus bienes Zaqueo ( Lc 19), quien daba dos décimas partes (o una quinta) para superar a los judíos.
"Y loó el señor al mayordomo infiel, porque lo hizo cuerdamente; porque los hijos de este siglo, más sabios son en su generación, que los hijos de la luz. Y yo os digo: Que os ganéis amigos de las riquezas de iniquidad, para que cuando falleciereis, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo menor, también lo es en lo mayor; y el que es injusto en lo poco, también es injusto en lo mucho. Pues en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os fiará lo que es verdadero? Y si no fuisteis fieles en lo ajeno, lo que es vuestro, ¿quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o al uno se llegará y al otro despreciará: no podéis servir a Dios y a las riquezas". (vv. 8-13)
San Agustín, ut sup
El señor alabó al mayordomo a quien despedía de su administración, porque había mirado al porvenir. Prosigue: "Alabó el señor al mayordomo infiel, porque lo hizo prudentemente". No debemos, sin embargo, imitarlo en todo, porque no debemos defraudar a nuestro señor para dar limosnas de lo que le quitemos.
Orígenes
Pero como los gentiles dicen que la prudencia es una virtud y la definen como el conocimiento de lo bueno, de lo malo y de lo indiferente, o el conocimiento de lo que se debe hacer o dejar de hacer, es preciso considerar si esta definición significa muchas cosas o una sola. Se dice, pues, que Dios dispuso los cielos con prudencia. Entonces es cierto que es buena la prudencia, porque con ella dispuso el Señor los cielos. Se dice también en el libro del Génesis ( Gén 3,1) según los Setenta, que la serpiente era prudentísima, y no se llama virtud a esta prudencia, sino astucia que se inclina a obrar mal. En este sentido, pues, se dice que el amo alabó al mayordomo porque obró con prudencia, esto es, con astucia y ligereza. Y acaso se usó por error la palabra alabó y no en su verdadera significación; como cuando decimos que alguno se deja llevar por cosas mediocres e indiferentes y que deben admirarse las disputas y agudezas en que brilla el vigor del ingenio.
San Agustín, ut sup
Estas parábolas se llaman contradictorias para que comprendamos que si pudo ser alabado por su amo aquél que defraudó sus bienes, deben agradar a Dios mucho más los que hacen aquellas obras según sus preceptos.
Orígenes
Los hijos de este siglo se dice que no son más sabios, pero sí más prudentes que los hijos de la luz esto no en sentido absoluto ni sencillamente, sino en su generación. Sigue pues: "Porque los hijos de este siglo son más prudentes en su generación".
Beda
Se llaman hijos de la luz e hijos de este siglo, como hijos del reino e hijos de la perdición, porque cada uno se llama hijo de aquél cuyas obras hace.
Teofilacto
Llama hijos de este siglo a los que piensan en adquirir las comodidades de la tierra, e hijos de la luz a los que obran espiritualmente, mirando sólo al amor divino. Sucede, pues, que en la administración de las cosas humanas disponemos con prudencia de nuestros bienes y andamos solícitos en alto grado para tener un refugio en nuestra vida si llega a faltarnos la administración, pero cuando debemos tratar las cosas divinas, no meditamos lo que para la vida futura nos conviene.
San Gregorio, Moralium 18,11 super Iob 27,19
Para que los hombres encuentren algo en su mano después de la muerte, deben poner antes de ella sus riquezas en manos de los pobres. Prosigue: "Y yo os digo que os ganéis amigos de la mammona de la iniquidad", etc.
San Agustín, De verb. Dom. serm. 35
Llaman mammona los hebreos, a lo que los latinos llaman riquezas. Como si dijese: "Haceos amigos de las riquezas de la iniquidad". Interpretando mal estas palabras, roban algunos roban lo ajeno y de ello dan algo a los pobres y creen que con esto obran según está mandado. Esta interpretación debe corregirse. Dad limosna de lo que ganáis con vuestro propio trabajo. No podréis engañar al juez, que es Jesucristo. Si de lo que has robado al indigente das algo al juez para que sentencie a tu favor, es tanta la fuerza de la justicia, que, si lo hace así el juez, te desagradará a ti mismo. No quieras figurarte a Dios así, porque es fuente de justicia. Por tanto, no des limosna del logro y de la usura. Me dirijo a los fieles, a quienes distribuimos el cuerpo de Jesucristo. Pero si tales riquezas tenéis, lo que tenéis es malo. No queráis obrar más de este modo. Zaqueo dijo ( Lc 19,8): "Yo doy la mitad de mis bienes a los pobres". He aquí cómo obra el que se propone hacerse amigos con la riqueza de la iniquidad y para no ser considerado como reo, dice: "Si he quitado algo a otro, le daré el cuádruple". También puede entenderse así: Riquezas de la iniquidad son todas las de este mundo, procedan de donde quiera. Por esto, si quieres la verdadera riqueza, busca aquella en que Job abundaba cuando, a la vez que estaba desnudo, tenía su corazón lleno de Dios. Se llaman riquezas de iniquidad las de este mundo porque no son verdaderas, estando llenas de pobreza y siempre expuestas a perderse, pues si fuesen verdaderas te ofrecerían seguridad.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,34
También se llaman riquezas de iniquidad, porque no son más que de los inicuos y de los que ponen en ellas la esperanza y toda su felicidad. Mas cuando son poseídas por los justos, son ciertamente las mismas, pero para ellos no son riquezas más que las celestiales y espirituales.
San Ambrosio
Llama inicuas las riquezas, porque sus atractivos tientan nuestros afectos por la avaricia, para que nos hagamos esclavos suyos.
San Basilio
Si heredases un patrimonio, recibirás lo acumulado por los injustos, porque entre tus antepasados necesariamente debe encontrarse alguno que las haya adquirido por usurpación. Supongamos que ni aun vuestro padre lo haya robado, ¿de dónde tienes el dinero? Si dices de mí, desconoces a Dios no teniendo noticia del Creador. Si dices que de Dios, dinos la razón por qué las has recibido. Por ventura ¿no es de Dios la tierra y cuanto en ella se contiene? ( Sal 23,1). Luego si lo que nosotros tenemos pertenece al Señor de todos, todo ello pertenecerá también a nuestros prójimos.
Teofilacto
Se llaman riquezas de la iniquidad, todas las que el Señor nos ha concedido para satisfacer las necesidades de nuestros hermanos y semejantes pero que reservamos para nosotros. Debíamos, por tanto, entregarlas a los pobres desde el principio. Pero, como en verdad fuimos administradores de iniquidad, reteniendo inicuamente todo aquello que se nos ha concedido para la necesidad de los demás, no debemos continuar de ningún modo en esta crueldad, sino dar a los pobres para que seamos recibidos de ellos en los tabernáculos celestiales. Prosigue, pues: "Para que cuando falleciereis os reciban en las eternas moradas".
San Gregorio, Moralium 21,24
Si adquirimos las eternas moradas por nuestra amistad con los pobres, debemos pensar, cuando les damos nuestras limosnas, que más bien las ponemos en manos de nuestros defensores que en las de los necesitados.
San Agustín, De verb. Dom. serm. 35
¿Y quiénes son los que serán recibidos por ellos en las mansiones eternas, sino aquellos que los socorren en su necesidad y les suministran con alegría lo que les es necesario? Estos son los menores de Cristo, que todo lo han dejado por seguirlo y todo lo que han tenido lo han distribuido entre los pobres, para poder servir a Dios desembarazados de los cuidados de la tierra y, libres del peso de los negocios mundanos, levantarse como en alas hacia el cielo.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,34
No debemos entender que aquellos por quienes queremos ser recibidos en los eternos tabernáculos, son deudores de Dios, puesto que son los santos y los justos a quienes se alude en este lugar y que serán los que introduzcan a aquellos de quienes recibieron en la tierra remedio para sus necesidades.
San Ambrosio
Haceos amigos de la riqueza de la iniquidad, con el fin de que, dando a los pobres, podamos conseguir la gracia de los ángeles y de los demás santos.
Crisóstomo, hom. 33 ad pop. Antioch
Obsérvese que no dijo: para que os reciban en sus mansiones, porque no son ellos mismos los que admiten. Por esto cuando dice: "haceos amigos", añade "con las riquezas de la iniquidad", para manifestar que no nos bastará su amistad si las buenas obras no nos acompañan y si no damos en justicia salida a las riquezas amontonadas injustamente. El arte de las artes es, pues, la limosna bien ejercida. No fabrica para nosotros casas de tierra, sino que nos procura una vida eterna. Todas las artes necesitan unas de otras, pero cuando conviene hacer obras de misericordia, no es necesario otro auxilio que la sola obra de la voluntad.
San Cirilo
Así, enseñaba Jesucristo a los ricos que estimasen sobre todo la amistad de los pobres, y que atesorasen en el cielo. Conocía también la pereza de la humanidad, que es causa de que los que ambicionan riquezas no hagan ninguna obra de caridad con los pobres. Manifiesta, por tanto, con ejemplos claros, que éstos no obtendrán ningún fruto de los dones espirituales, añadiendo: "El que es fiel en lo menor, también lo es en lo mayor; y el que es injusto en lo poco, también lo es en lo mucho". En seguida nos abre el Señor los ojos del corazón aclarando lo que había dicho antes, diciendo: "Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo que es verdadero?". Lo menor son, pues, las riquezas de iniquidad, esto es, las riquezas de la tierra, que nada son para los que se fijan en las del cielo. Creo, por tanto, que es fiel alguno en lo poco cuando hace partícipes de su riqueza a los oprimidos por la miseria. Además, si en lo pequeño no somos fieles, ¿por qué medio alcanzaremos lo verdadero, esto es, la abundancia de las mercedes divinas, que imprime en el alma humana una semejanza con la divinidad? Que sea éste el sentido de las palabras del Señor, se conoce claramente por lo que sigue: "Y si no fuisteis fieles en lo ajeno, lo que es vuestro, ¿quién os lo dará?", etc.
San Ambrosio
Son para nosotros ajenas las riquezas, porque están fuera de nuestra naturaleza y no nacen y mueren con nosotros. Jesucristo es nuestro porque es la vida de los hombres y vino a lo que es suyo.
Teofilacto
Así, pues, nos enseñó hasta aquí con cuánta caridad debemos distribuir las riquezas. Pero como la distribución de ellas no puede verificarse, según Dios, más que por la impasibilidad del alma, desprendida de ellas, añade: "Ningún siervo puede servir a dos señores".
San Ambrosio
No porque haya dos señores, siendo uno el Señor, pues aun cuando hay quien se esclaviza por las riquezas, sin embargo no da a éstas derecho ninguno de dominio, siendo él mismo el que se impone el yugo de la esclavitud. El Señor es uno sólo, porque sólo hay un Dios en lo que se manifiesta que el Padre y el Hijo tienen el mismo poder. Y explica la razón de ello cuando añade: "Porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o al uno se llegará y al otro despreciará".
San Agustín, De quaest. Evang. 2,36
No habla así casualmente o sin reflexión, porque a nadie a quien se le pregunte si ama al demonio contestará que lo ama, sino más bien que le aborrece, mientras que casi todos dicen que aman a Dios. Así, pues, o aborrecerá al uno (esto es, al diablo) y amará al otro (esto es, a Dios), o se unirá con uno (esto es, con el diablo, buscando sus recompensas temporales) y despreciará al otro, esto es, a Dios, como acostumbran a hacerlo aquellos que, lisonjeándose con que su bondad los deje impunes, no hacen consideración de sus amenazas por satisfacer sus pasiones.
San Cirilo
Da fin a este discurso con lo que sigue: "No podéis servir a Dios y a las riquezas". Renunciemos, pues, a las riquezas y consagrémonos a Dios con todo celo.
Beda
Oiga esto el avaro y vea que no puede servir a la vez a Jesucristo y a las riquezas. Sin embargo, no dijo: quien tiene riquezas, sino el que sirve a las riquezas, porque el que está esclavizado por ellas las guarda como su siervo, y el que sacude el yugo de esta esclavitud, las distribuye como señor. Pero el que sirve a las riquezas sirve también a aquel que por su perversidad es llamado con razón dueño de las cosas terrenas y el príncipe de este siglo ( Jn 12; 2Cor 4).
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NUESTRO COMENTARIO
NECEDAD Y PRUDENCIA: Parábola de las Vírgenes de San Mateo
Esta parábola de la sección ya escatológica de San Mateo contribuye a aclarar el significado de nuestra difícil parábola de este Domingo:
"1. «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. 2. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. 3. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; 4. las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. 5. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. 6. Mas a media noche se oyó un grito: "¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!" 7. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8. Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan." 9. Pero las prudentes replicaron: "No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis." 10. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. 11. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" 12. Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco." 13. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora." (Mt 25)
En el sentido que lo ven los Santos Padres y que menciona Castellani, la astucia, sagacidad, prudencia mejor dicho, del cristiano, y porqué no Sabiduría, va dirigida a consolidar su salvación haciendo lo necesario para conservar su lámpara encendida; manteniendo su combustible siempre a mano. Por el contrario, la necedad, estulticia, es descuidar los medios para lograr la salvación eterna. Cuales son estos medios? Obviamente el conocimiento de la Palabra, su vivencia e interpretación por la Iglesia (Fuentes: Biblia y Tradición, y Magisterio que interpreta); vivencia de los Sacramentos con la Eucaristía como centro; oración personal; testimonio de vida coherente con buenas obras…Sacramentales…
Como viene a cuento reproducimos casi textualmente un comentario ya hecho para este Domingo el año pasado en Adoración y Liberación (4):
Muchos bautizados han internalizado la idea de que hay que ser vivo, astuto, sagaz y previsor en el mundo, para lograr riquezas y escalar posiciones; mientras que Dios se complace en que seamos unos idiotas consumados en el Reino de Dios. Por otro lado piensan que hay que ser crédulos y generosos con el mundo y prevenidos con Dios y su revelación. El progremodernismo (Rhaner con su desconfianza al “Triunfalismo Doctrinal”; la fenomenología de ciertos personalistas con su alergia a la Tradición) ha infectado de esto la cristiandad del postconcilio.
Y esta nefasta concepción la abonan con el Sean como niños! de Cristo a los discípulos….
Si!: Dios quiere que seamos como niños en cuanto a nuestra confianza ciega en Él, nuestro Padre Providente; en nuestra falta de malicia con respecto a él; en no atribuirle intenciones perversas…en nuestra dependencia de Él que todo lo puede…
Sean niños en cuanto a la malicia, pero en cuanto a la Fe sean hombres maduros! dice San Pablo, aclarando la cuestión.
Dios alaba al Administrador camandulero (Castellani) por su ASTUCIA, por su sagacidad en implementar medios adecuados para lograr sus fines propuestos. No, obviamente, por su posible corrupción.
Sean sencillos como palomas, pero prudentes como serpientes!
Así debe ser el cristiano, astuto, sagaz, utilizando los medios adecuados para lograr los fines propuestos. Sin derrochar recursos.
Nuestras aptitudes, nuestros carismas, capacidades, dones naturales y sobrenaturales, la Gracia de Dios, los que están a nuestro cuidado, nuestra misión en el Reino, nuestros afectos, deben ser administrados por nosotros con sagacidad, sin derroches, sin tontería, sin pérdida teleológica, sin pérdida del Fin.
Algún modernista enseguida dirá: por eso yo retoco y acomodo al mundo la Palabra, para que llegue mejor y sea aceptada…NO!!! no es lícito degradar las cosas de Dios para fines precisamente, -supuestamente- del Reino de Dios, eso jamás. Un absoluto disparate, además de Pecado y Profanación. Eso no es la astucia que Dios quiere, eso es sacrilegio de los dones, justamente lo contrario. Siempre el uso de la inteligencia y la razón, deben ir detrás de la Gracia y el respeto de los dones de Dios!
Buscar medios inteligentes para lograr los fines con el máximo cuidado de la integridad de los dones recibidos; sin derroche, con fidelidad.
Caridad, pero Prudencia en el trato con las cosas del mundo. Esa es la astucia que Dios quiere.
Acaso Cristo necesita tontos trabajando para su Reino y luchando contra Satanás?
Como sintetizó el gran Chesterton: Dios quiere que nos saquemos el sombrero al entrar a la Iglesia, no la cabeza!
También
sirve este otro pequeño escrito en A. y L. sobre el Ser como niños,
que tiene conexión con nuestro asunto. Donde se repiten ciertos conceptos ya
vertidos; pero que creemos que vale la pena reiterarlos.
SER COMO NIÑOS
¡Cuidado!
¡Jesús no quiere tontos inveterados; ineptos espirituales!
¡No
quiere ingénuos zombies suicidas que se crean todo lo que les dice el Mundo;
que confíen en el Sistema como si fuera su Padre y desconfíen de Él, de Dios!
Quiere
niños en el sentido de no tener malicia, como dice San Pablo: en cuanto a
la malicia sean niños, pero en cuanto a la Fe sean hombres maduros.
¡Mansos como palomas y prudentes como serpientes! Manda el Señor
¡Los hijos de las tinieblas son mas sagaces en su accionar que
los hijos de la Luz! – nos dice apenado Jesús.
¡Despertemos,
que la ingenuidad y la tontería no tienen premio de parte de Dios, sino todo lo
contrario, porque implican desconfianza y desconocimiento de Él; desinterés y
desamor hacia Él; tibieza, mediocridad!
El
bautizado que no conoce bien a Dios y deposita su confianza en el Enemigo, el
Sistema, es aquel a quien Cristo vomita de su boca en Apocalipsis…(5)
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CARIDAD NO ES INGENUIDAD NI CREDULIDAD EN EL MUNDO
La caridad verdadera está vinculada al conocimiento del amado. No se puede amar lo que no se conoce. El que ama a Cristo lo conoce en su Palabra, y por tanto conoce lo suficiente del Enemigo como para no confundirlo con Cristo.
El que ama a Cristo tiene conocimiento para discernir al
Enemigo. Ergo: el ingénuo que se abre con confianza ante el Enemigo, traiciona
a Cristo….
Podríamos ejemplificar esto con la apertura imprudente,
temeraria, suicida de la Iglesia conciliar al mundo? Si, seguramente, ya que el
mismo Pablo VI empezó a ver los frutos trágicos en aquel gran discurso sobre el
Diablo:
El humo de Satanás ha entrado por algún
resquicio al templo de Dios….
Era
absolutamente lógico. Uno se pregunta como pudieron no darse cuenta….
EL CRISTIANO ANÓNIMO RHANERIANO, EL CANDOROSO, Y
ESTÚPIDO BON SAUVAGE
El aciago, nefastísimo hallazgo rhaneriano del
Cristiano Anónimo es -a nuestro juicio- uno de los tópicos y enfoques
teológicos que mas daño ha hecho a la teología, a la praxis y a la salvación de
las almas quizás en toda la historia de la Iglesia.
El hombre, por el solo hecho de serlo, -Rhaner dixit-
participa de la Encarnación y la Redención de Cristo: esta es endógena a su
naturaleza.
Por la Encarnación, la Redención estaría naturalmente ínsita
en la naturaleza humana, valga la redundancia: la necesidad de la Fe para
agradar a Dios y salvarse; Gracia
Sobrenatural, y no solo ella, sino hasta el libre albedrío, quedan abolidos
sutilmente
Es decir, cualquier hombre, entonces, aunque no tenga Fe, ni
conozca nada de la Iglesia y sus Sacramentos, aunque ni rece, ni haga buenas
obras, es cristiano por el solo hecho de ser hombre: es un cristiano
anónimo..y por tanto, ya está redimido…
No hay perdición: se ha anulado la soteriológica de la
Iglesia Católica revelada por Cristo. Si existe un Infierno, no puede
estar sino vacío…
Las nefandas y trágicas consecuencias de esto se derivan
directa y naturalmente:
De que sirve la Iglesia, la Palabra de Dios, con sus
Mandamientos, sus Preceptos, su Catequesis, su Misión de llevar el Evangelio a
otros pueblos?
De que sirve el esfuerzo de la vida cristiana, la ascesis, el
negarse a sí mismo y tomar la cruz?
De que sirve el no acomodarse al mundo y ser signo de
Contradicción como Cristo?
De que puede servir los consejos evangélicos y el esfuerzo y
sacrificio?
De que puede servir el celibato sacerdotal?
De poco menos que nada, o de nada,
digámoslo de una.
Entonces, la Fe, los Mandamientos, los preceptos, la ascesis,
el esfuerzo moral, la negación de si mismo, son un lastre innecesario y absurdo
que empantana la feliz vida del hombre, que puede ser redimido y bueno sin nada
de esto, ya que la Redención la tiene metida en su propia naturaleza…
Entonces también, es mas auténtico, bello,
candoroso, espontáneo y humano, un hombre que vive sin todo ese artificioso
lastre cultual y religioso innecesario en el fondo (aunque Rhaner trate de
mitigar lo categórico y claro de esta
consecuencia)…Se ve aquí la influencia de la fenomenología de Hüsserl…
Es mas bello, auténtico, humano, espontáneo, un cristiano
anónimo, ignorante y gandul en todo tema religioso, que vive su vida
natural y auténticamente, un bon sauvage….
El poético y bucólico -y naturalmente, ficticio- pierrot
de Rousseau ha hecho su entrada en la teología progremodernista conciliar.
Convengamos que al dios rhaneriano le resulta mucho mas
amable, querible y tierno un bon sauvage, auténtico, natural,
ignorante religioso y estúpido que un Católico en serio, profundo, que ama y
cumple todo lo que la Iglesia y Dios mismo exige. Este último tiene un tufillo
farisaico…rígido…
Tenemos entonces en el cristianoanónimo-bonsauvage
rhaneriano justamente lo contrario de lo que Dios pide en la parábola del
Administrador Camandulero: Tenemos un sujeto que ni siquiera sabe que tiene que
luchar por su salvación, que Dios le da determinados recursos para ello: que
debe poner medios con inteligencia para alcanzar fines que van mas allá de su
vida natural.
Tenemos entonces, en el bon sauvage rhaneriano,
un hombre que se pierde..un pésimo administrador, porque ni siquiera sabe que
tiene algo muy importante que administrar…
ADMINISTRAR
Debemos entonces, no como si fuéramos el bon sauvage o
cristiano anónimo rhaneriano, sino como Católicos con nombre, administrar
nuestra vida con sabiduría, prudencia, sagacidad, inteligencia, -esto entra
también en, y hace al Amor- buscando
todos los medios mas adecuados para lograr el fin de la vida eterna.
NOTAS:
3)
https://radiocristiandad.files.wordpress.com/2017/12/re-a124-el-evangelio-de-jesucristo-pe-castellani.pdf
(pag 117)
BELLISIMOS TEXTOS Y EXEPCIONALES ESCRITOS .
ResponderEliminarAMÉN AMÉN
Gracias Annemari!
EliminarAdministrar seriamente, adultamente, buscando los mejores medios para lograr los fines propuestos. Economía al fin y al cabo. Sin dejar de ser como niños en el nivel que corresponde.
ResponderEliminarBien resumido, Mary.
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