sábado, 31 de agosto de 2019

DOMINGO XII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


XII DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTÉS

(II clase, verde)

Gloria, Credo y prefacio de la Santísima Trinidad



PROEMIO



Salomón es viva figura de Jesucristo, Rey de la paz y de la celestial Jerusalén, Rey sabio que dijo un día a los incrédulos Judíos:  "He aquí uno mayor que Salomón". En todos estos domingos quiere la Iglesia que leamos los escritos que el Espíritu Santo inspiró a aquel gran monarca para aprovechamiento de todos los venideros. Leamos esos libros saturados de celestial sabiduría, y escuchemos sobre todo la voz de Jesús que será siempre nuestro maestro por excelencia.

   Este Domingo insiste en la caridad. Cumpliéndola debidamente, hemos cumplido toda la Ley y no correremos peligro de desmandarnos, porque esa virtud nos atará a la divina voluntad con atadura y vínculo perfecto, de manera que se podrá decir con todas veras: "Ama, et fac quod vis".

   Cumplir la ley cristiana como Dios manda y no quedarse en su corteza es hacer lo que hizo el buen Samaritano con el pobrecito que los ladrones dejaron maltrecho a la vera del camino. Este buen Samaritano es Jesús, Jesús nuestro médico sapientísimo, cariñoso y desinteresado el cual se vistió traje de hombre, y anduvo, como nosotros, por el camino de una vida mortal buscando precisamente a los pecadores heridos por los dardos del demonio, derramando sobre nuestras llagas gangrenadas el bálsamo del consuelo y el óleo y vino de sus Sacramentos, ese óleo y ese vino de que hablan el Evangelio y la Comunión. Bendigamos, pues, al Señor en todo tiempo (Gr.), por haber extremado así sus bondades con nosotros.

Pero quiere Cristo que lo que Él hizo con todos, como buen Samaritano, lo hagamos también nosotros con nuestros semejantes, sobre todo con los miembros doloridos de Cristo que son los cristianos, máxime cuando son pobres, atribulados o pecadores. Recordemos también que el amor al prójimo ha de ser sobrenatural y así, le hemos de amar en Dios y por Díos, y la limosna que le demos, debemos dársela por Dios, como él la pide por Dios. En el cristiano, siquiera sea pobre y de exterior repugnante no debemos mirar sus harapos y la envoltura de carne magullada que aprisiona su alma preciosa, sino a un ser divinizado, como nosotros, por la gracia de Cristo.

   Hagamos también lo que hizo Moisés, figura de Jesucristo que devolvió bien por males, orando por su pueblo que tan desagradecido se había mostrado (Ofert.). Así es como podremos servir a Dios de un modo digno y merecedor de encomio, y correr por el sendero del cielo, que el Señor nos tiene prometido sin peligro de lamentables caídas (Or.).

   No miremos, pues, con indiferencia, ni menos con asco la miserias físicas y morales de nuestros hermanos, porque por tal camino tampoco nos haríamos acreedores a la compasión que de Dios necesitamos para conseguir las promesas de vida eterna hechas a los misericordiosos.


La oración sencilla y sublime y que constituye el Introito de esta Dominica habría de penetrar que tal suerte en lo más profundo de nuestra alma, que de ella nos sirviésemos en todas nuestras necesidades. Así consta que lo practicaban los santos que moraban en los desiertos, según lo testifican Casiano en una de sus conferencias. Sírvanos su ejemplo de modelo para acudir a Dios en todas nuestras necesidades. Orando alcanzaremos la divina gracia para servir al Señor digna y laudablemente como nos lo indica la Iglesia en la Colecta de la Santa Misa. Es tan grande la necesidad de esta gracia, que, conforme nos enseña San Pablo, sin ella no somos suficientes para tener, con solas nuestras fuerzas, ni tan sólo un buen pensamiento. Esta gracia, que constituyó a los Apóstoles ministros y propagadores de las doctrinas de Jesucristo, que los elevó a la mayor de las glorias, también se nos concederá a nosotros, si con humildad y perseverancia la pedimos.

En la parábola del caritativo Samaritano, que leemos en el Evangelio, podemos ver descrita la caridad inmensa de Jesucristo para con el linaje humano, y las cualidades que deben adornar nuestra caridad en favor del prójimo. (1)






TEXTOS DE LA SANTA MISA

Introito. Salm. 69.2-4.- 

Oh Dios!, ven en mi socorro; Señor, corre a ayudarme. Confusos y avergonzados queden mis enemigos, los que me persiguen a muerte. Salmo. Arrédrense y sean confundidos los que meditan males contra mí.  V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Colecta.- Omnipotente y misericordioso Dios, que concedes a tus fieles poder servirte digna y laudablemente; haz, te suplicamos, que corramos sin tropiezo a la consecución de tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Epístola. 2 Cor. 3.4-9.-

Hermanos: Tal es la confianza que tenemos en Dios por Cristo; no que podamos pensar algo bueno como propio nuestro, sino que nuestra suficiencia nos viene de Dios. Él nos ha hecho idóneos ministros de una nueva alianza; no de la letra, sino del espíritu, porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. Pues si el ministerio de muerte, grabado con letras sobre piedras, fue tan glorioso que no podían los hijos de Israel fijar la vista en el rostro de Moisés, por la gloria pasajera de su cara, ¿cómo no había de tenerla mayor el ministerio del Espíritu? Si el ministerio de la condenación era glorioso, mucho más glorioso será el ministerio de la justicia.

Gradual. Salm.33.2-3.- Alabaré al Señor en todo tiempo; no cesarán mis labios de alabarle. V/ En el Señor se gloriará mi alma; lo oirán los humildes y se alegrarán.

Aleluya. Salm. 87.2.-  Aleluya, aleluya. V/. Señor, Dios de mi salvación: día y noche clamo en tu presencia. Aleluya.

Evangelio. Luc. 10-23-37.-

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis. Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que  vosotros veis y no lo vieron, oír lo que vosotros oís y no lo oyeron. Levantóse en esto un doctor de la Ley y le dijo por tentarle: Maestro, ¿qué haré para poseer la vida eterna? y él le contestó:¿Qué es lo que se halla es­crito en la Ley? ¿Qué lees en ella? Respondió él: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, y toda tu alma, con todas tus fuerzas; y todo tu entendimiento; y tu prójimo como a ti mismo. Bien has respondido, dijole Jesús: haz eso, y vivirás. Mas él, queriendo jus­tificarse, preguntó de nuevo: y ¿quién es mi prójimo? Entonces Jesús, tomando la palabra- dijo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jeri­có y cayó en manos de unos ladrones, los cuales le despojaron y, después de herirle, se fueron, dejándole medio muerto. Llegó a pasar por el mismo camino un sacerdote; y, aunque le vio, pasó de largo. Asimismo, un levita, y llegando cerca de aquel lugar, le vio, y pasó también de largo. Mas llegó igualmente un viajero sama­ritano, y al verle, movióse a compasión. Y acercándose, le vendó las heridas, y echó en ellas aceite y vino; y montándole en su jumento, lo llevó a una venta y le cuidó. Y al día siguiente sacó dos denarios, y dióselos al posadero diciéndole: Cuídamelo, y cuanto gastares de más, te lo abonaré cuando vuelva. ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Respondió el doctor: El que usó con él de misericordia. Dijole Jesús: Pues vete y haz tú otro tanto. 
CREDO.

Ofertorio. Ex. 32.11,13,14.- Oró Moisés al Señor, su Dios, y dijo: ¿Por qué, Señor, te irritas contra tu pue­blo? Apláquese tu ira; acuér­date de Abraham, de Isaac y de Jacob, a los que juraste da­rías tierra que fluyera leche y miel, y se aplacó el Señor, y no ejecutó el castigo con que había amenazado a su pueblo.

Secreta.- Te rogamos, Señor, mires propicio los presentes que ofrecemos en los sagrados altares, para que, consiguiéndonos el perdón, rindan honor a tu santo nombre. Por nuestro Señor.

Prefacio de la Santísima Trinidad.-  En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino -en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la pro­piedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

Comunión. Salm. 103.13.14.- Del fruto de tus obras, Señor, se sacia la tierra. Tú haces producir a la tierra el pan, el vino que alegra e] corazón del hombre, el aceite que ilumina los rostros. y el pan que fortalece el corazón del hombre.

Poscomunión.- Te suplicamos, Señor, nos dé una nueva vida la participación de este santo misterio, y nos sirva de expia­ción al propio tiempo que de fortaleza. Por nuestro Se­ñor Jesucristo.





COMENTARIO

Como habitualmente, reproducimos el comentario del Padre Castellani; algunos comentarios de los Santos Padres, y luego haremos algunas consideraciones sobre temas que consideramos muy actuales.

COMENTARIO DEL PADRE CASTELLANI



DOMINGO DUODÉCIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS [Lc 10, 23-37] Lc 10, 25-37



 La parábola del Buen Samaritano, que trae Lucas en X, 23, y se lee hoy, está henchida de conclusiones cristianas. Todas las parábolas lo están, naturalmente; pero en ésta las enseñanzas son no sólo diversas sino como opuestas al Talmud; al judaísmo específicamente judaico, no al mosaísmo. De ellas retendremos solamente tres, la caridad con el prójimo como una “obligación” capital y necesaria; la extensión del concepto de prójimo a todos los hombres; y una alusión poco sabrosa a los Sacerdotes y Levitas, que se le ha de haber escapado a Cristo... ¿Por qué diablos no habrá puesto como ejemplos de inmisericordes a un Banquero y a una Actriz, y no a un Sacerdote y un Levita? ¿Y por qué tengo que explicar yo delante de toda mi feligresía esta parábola que les puede dar malos pensamientos, sin poder cambiarle una sola palabra?  No sé si peco de irreverencia transcribiendo aquí el “arreglo” moderno de esta parábola hecho en 1945 por un poeta de estos reinos; de esta nación ubérrima y feliz, tierra de promisión para todos los vivos que quieran habitar en ella, como dice el Locutor. Dice así: “Un hombre bajaba una vez de Jerusalén a Jericó, el cual cayó en manos de bandoleros que a tiros lo dejaron por muerto. Y sucedió que pasó por el mismo camino un Político, y no lo vio; pasó después un Militar, y le encajó un balazo más. Pero pasó un pobre Turco y se llenó de compasión; y dijo “Aunque éste no es mi prójimo, sin embargo me voy a bajar, y lo voy a curar...”. Pero en ese momento recapacitó y dijo: “–¿Y si me encuentra aquí la policía, qué pasa?”. Y metiendo todo el acelerador disparó a todo lo que daba... Moraleja: guárdate de los ladrones; pero guárdate más de la policía...  Esto es humorismo, y por cierto muy barato; la parábola es seria, aunque hay unos toques de humorismo en la manera un poco oblicua y socarrona con que Cristo responde a las tres preguntas que el Doctor de la Ley le pone, que eran batallonas preguntas entre aquellos doctores; y fueron puestas, dice el Evangelio, “con intención de embromar”:  “¿Qué hay que hacer en suma para salvarse?”. “¿Cuál es el mandato en que se suman todos los mandatos?” y “¿Quién es mi prójimo?”. Esta última pregunta, Cristo la responde reiterándola, es decir, mandándola de rebote, después de haber contado su intencionado cuentito. “¿Decid ahora vos mismo quién es el prójimo aquí? Es claro que es el que hizo misericordia...”. Y entonces Cristo en vez de contestarle: “¡Muy bien habéis respondido!” como le había dicho en la segunda pregunta, le dijo: “Andad y haced vos lo mismo.” Porque: está bien saber la Ley, predicarla está mejor; mas cumplirla sí que es ser... entre doctores, Doctor.  Lo que hizo el Turco de la Parábola –que no era un pobre Turco, porque tenía por lo menos una mula propia (“jumentum suum”) que pudo ser también caballo, y dos denarios de sobra, que le dio al posadero– es muy diverso de lo dicho arriba: se bajó y cuidó tan solícitamente al herido como si fuese su hermano –Cristo detalla allí la cura–, lo puso en su cabalgadura y volvió atrás desde el desierto de Judá a la Parada que hoy llaman del Buen Samarita y en aquel tiempo llamaban Casteldesangre; y confiándolo al posadero con sus dos monedas de plata, le prometió pagar todos los gastos si acaso pasaban de dos dólares –es decir “yo corro con todo”. Gesto noble. “¡Yo turquita buenita; turquito buena yo, butrón, turquita ortodoxa griega muy buenito, butrón!”.  Los moralistas cristianos han deducido de esta parábola que yo tengo obligación grave de ayudar al que está en necesidad grave, pudiendo hacerlo, sin más averiguaciones que haber topado con él, aunque sea por azar; y aunque el necesitado no sea ni siquiera primo tercero de mi cuñado, sino un judío cualquiera, que ni se pueden ver con los turcos. “Hace ya miles de años –escribe Simona Weil–, ya los egipcios pensaban que nadie puede ser justificado después de morir, si su alma no puede decir a Dios: “no he dejado sufrir hambre a ninguno”” (6), Todos los pueblos del mundo han creído lo mismo. Todos los cristianos nos sabemos expuestos a que Cristo mismo nos diga: “Tuve hambre y no me diste de comer.” Nadie osará afirmar que sea inocente un hombre cualquiera que, teniendo medios, consintiera que otro se muera de hambre... si se le plantea la cuestión en términos generales; aunque en términos concretos, quizás él mismo esté dejando morir de hambre a su madre, si a mano viene; porque así es la flaqueza humana; y el mismo Doctor de la Ley, a juzgar por la manera como Cristo le responde, sabía muy bien la Ley, pero no sabemos si la sabía para los demás solamente o para él mismo también; porque una cosa es predicar, y otra cosa es dar trigo, aymé; y yo que predico tan lindo, trigo no tengo por suerte; que si lo tuviera, quién sabe lo que haría.  De manera que mi prójimo es el que raye, sea turco, judío, protestante o colectivero; aunque con esto no se niega que a mi madre le debo yo más que al Padre Trabi; y en caso de naufragio y no tener más que un bote, primero debo salvar a mi madre que al Padre Trabi; porque la caridad es universal, pero es también ordenada; y más quiero a mis dientes que a mis parientes; y mas a mis parientes que a las otras gentes, como dicen los gallegos. Los talmudistas en tiempo de Cristo, a fuerza de disputar, habían llegado –Hillel y algunos otros– a una conclusión que no está en el Deuteronomio, y que Cristo aprobó grandemente; que el Mandato Máximo, en el cual se resumía toda la Ley de Moisés, es éste: “Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas; y [por ese mismo amor] al prójimo como a ti mismo.” Esto no está escrito así en Moisés, pero ellos habían llegado a eso a través de la meditación de los Profetas. Sólo que era un poco demasiado grande tanta belleza, y la echaban a perder enseguida poniendo en cuestión “¿quien es mi prójimo?”, a la cual Shamái y su escuela respondían que solamente los parientes próximos y quizás algunos amigos; Hillel y su escuela, que eran todos los judíos y quizá también algunos gohím de los mejores, de los que estaban a punto de convertirse al judaísmo, como el Centurión Romano de Cafarnaúm; pero ninguno que se sepa en aquel tiempo se abrevió a extender el precepto de la caridad a los extranjeros, los herejes, los enemigos. Eran enemigos los judíos y los samaritanos; y el Buen Samaritano no se fijó en que el herido era judío. Eran despreciados y abominados como herejes los samaritanos por los judíos. El Escriba sin embargo, guiado por Jesucristo, confesó la verdad cristiana, que había que querer incluso a los herejes y a los enemigos, cuanto más a los extraños y extranjeros. Cuando se dijeron esas palabras, nació en el mundo la Cristiandad; ahora que se han retirado y nos estamos volviendo extranjeros unos a otros, la Cristiandad periclita y muere. La convivencia se vuelve en el mundo de más en más difícil; y en un legajo de correspondencia diplomática secreta que tengo yo en este cajón llamada Cartas de un Demonio a Otro, la principal instrucción que les da Satanás a los dos demonios que manda de nuncios al Río de la Plata, llamados Juan Conrropa y AñangMandinga, es la de que “destruyan la convivencia”.  La tercera observación es que Cristo escogió irónica o humorísticamente como ejemplos de inmisericordes a dos miembros del “Clero”; lo cual prueba que eso ocurría de hecho en aquel tiempo, porque Cristo era demasiado buen artista para poner en sus cuentos cosas inverosímiles; y por tanto, si pasara también en nuestros tiempos, no habría que desesperarse en demasía. Tengo un amigo que anda enloquecido con este “problema”, como lo llama él: “en el clero argentino no hay nobleza: carece de nobleza el clero argentino. ¿Cómo puede ser eso? ¿Las virtudes sobrenaturales destruyen las virtudes naturales? De suyo, el oficio de sacerdote no es vil. ¿Cómo es que el clero argentino es vil, hablando en general; o por lo menos es servil?”. Con esta cuestión el hombre, que también es clérigo, se enloquece literalmente; porque, según él, esta cuestión está de tal modo conectada con su fe, que resolverla es para él “cuestión de vida o muerte”, dice con énfasis.  Yo le respondo: “–¿De dónde sacás que no hay nobleza en el clero? ¿De que ningún sacerdote hizo hacia vos un gesto noble, cuando te hallaste según relatas en peligro de perder la vida y aun el alma, lo cual tengo por exagerado? Ese argumento no prueba. Porque había que ver “si podían” hacer ese gesto noble... El argumento probaría, si constara que no lo hicieron “pudiendo” hacerlo.”  Él dice: “–Monseñor Mandinga no lo hizo pudiendo y aun debiendo hacerlo.”  Yo digo: “–Monseñor, Mandinga no es “todo” el clero argentino.”  Pero supongamos que por un imposible todo el clero argentino perteneciera a la raza de los que Jesús llamó Dicen-y-no-Hacen; eso no invalidaría para nada lo que dicen. Porque Cristo en su parábola no concluyó: “los de nuestro clero han dejado a un lado por sus ceremonias la misericordia y la justicia; por tanto, la Sinagoga ha caducado”. Al contrario, dijo: “Haced todo lo que predican; no hagáis lo que practican.” La Sinagoga caducó, ciertamente; pero no entonces: la Sinagoga caducó en el momento en que Caifás, con su autoridad de Sumo Pontífice, conjuró a Cristo que contestara si era o no el Mesías. A lo cual Cristo obedeció y contestó, sabiendo que le costaba la vida, que sí lo era. Y Caifás, en nombre de la Sinagoga lo rechazó como Mesías, gritándole “¡Blasfemo!” y “¡Reo de Muerte!”; rechazo que reiteró el pueblo al escoger un rato después a Barrabás, y al decir a Pilato: “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos. No tenemos más Rey que el César.”  Aunque todo el clero junto no hiciera lo que dice, yo lo había de hacer. Pero por suerte, aquello no es verdad. Hay turquitos buenos. Hay gente que aún da testimonio, a veces donde menos se pensaría salta gente así. Algo hay. Unos se limitarán a curar a un herido, otros prestarán la mula, y los terceros darán los dos o los veinte denarios: un tercio del gesto total, nobleza terciada, como vino rebajado; pero siempre es algo en un país bastardeado. Y debe existir el noble entero en alguna parte ¿Cómo se puede admitir lo contrario? ¡Oh Dios! ¿cuándo saldrá y lo veremos?  Sea como fuere, de lo que no hay duda es de que existe en Cristo el Buen Samaritano entero y no terciado. Él recogió a la humanidad herida, que había caído en manos de ladrones; echó en sus llagas aceite, que significa paciencia, y vino, que significa amor; la vendó lo mejor posible, la confió a un estabularlo que hiciese sus veces, y se fue a sus asuntos, prometiendo volver y ajustar la cuenta. Cuando hizo la parábola y puso como héroe de ella al Turquito, quizás recordó que varias veces los fariseos le habían gritado a él mismo en son de escarnio la palabra “¡Samaritano!”; es imposible que no lo haya recordado (samaritano, para los judíos era como si dijéramos turco; y mucho peor todavía). (Hasta acá Castellani) (2)

NOTAS PROPIAS DE CASTELLANI

6)  Libro de los Muertos, ERE, V, 478.



SANTOS PADRES

La excelencia del entendimiento



San Gregorio Niceno, lib. De hominis creat., cap. 8

Tres potencias se distinguen en el alma. Una es sólo aumentativa y nutritiva, la cual se halla también en las plantas; otra que siente y es común en la naturaleza a los animales irracionales; y otra que es la perfecta actividad del alma racional, que se observa en la naturaleza humana. Así, diciendo corazón, significó la sustancia corporal, esto es, la nutritiva; diciendo alma, designó la del medio o la sensibilidad, y diciendo mente, designó la naturaleza más elevada, esto es, la potencia inteligente y reflexiva.



Los salteadores del hombre son los ángeles caídos



Crisóstomo

Al principio, pues, del mundo, empleó el demonio su astucia en tentar al hombre, contra quien ejerció el virus del engaño e hizo el blanco de su malicia.



San Agustín, Hypognosticon lib. 3

Cayó, pues, en poder de los ladrones, esto es, del diablo y sus ángeles, que por la desobediencia del primer hombre despojaron al género humano del ornato de la inocencia; y le hirieron, incapacitándolo para el buen uso de su libre albedrío. Por esto sigue: "Los cuales le despojaron, y, después de haberle herido, se fueron". Le hicieron una llaga, induciéndole al pecado; y a nosotros más, porque al pecado que hemos contraído añadimos muchos pecados.



San Ambrosio

¿Quiénes son esos ladrones sino los ángeles de la noche y de las tinieblas, en manos de los que no hubiera caído, de no exponerse a su encuentro, apartándose de los mandamientos celestes?



LA PRIMACÍA DE LO VERTICAL



El Evangelio de hoy trata del Mandamiento Supremo, el Primero, y de aquel Mandamiento conectado y dependiente del Primero. Amar a Dios sobre todas las cosas; y el Segundo, amar al prójimo como a uno mismo. Cristo hoy ejemplifica con la caridad corporal el mandamiento del amor; pero esto no lo agota; sabemos que la caridad espiritual; el amor que tiende a salvar eternamente al hombre, está primero:



"Hechos, 6 1.:

 Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas.  Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra.»"



Queda totalmente claro que la predicación en función de la salvación de las almas va primero en la misión de la Iglesia. Esto es sabido perfectamente por la Escritura, la Tradición y el Magisterio hasta 1962.
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 Reproducimos casi textualmente el comentario al XVII Domingo después de Pentecostés, que trata del tema del Mandamiento principal y tiene que ver con nuestro tema de hoy.



(EVANGELIO (Mt. 22 34-46)

34″Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, 35. y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: 36. «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» 37. El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. 38. Este es el mayor y el primer mandamiento. 39. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.» )

El antropocentrismo e inmanentismo que han cundido en el post concilio por obra de los mismos textos del Concilio, de Rhaner, Theilard y la Nouvelle Théologie, los personalistas, el Novus Ordo, -celebración viciada de naturalismo y antropocentrismo- ha oscurecido el principio que es lo mas elemental de la Fe, la Religión y la relación con Dios; este principio es tan importante que si no se vive como Dios manda las derivaciones a la praxis son devastadoras. Que es precisamente lo que ha ocurrido.

El Principio de la primacía de lo Vertical, de lo Trascendente, del Teocentrismo.
La relación con Dios, que está primero que todo, es lo que da vida a todo. El cristiano debe tener relación con Dios antes de pretender servir y dar amor al prójimo. De otra manera, cae en el abismo que mencionamos: activismo inmanentista, horizontalismo craso vaciado de sobrenaturalidad y trascendencia.

Jesús Nuestro Señor es claro en el Evangelio sobre cual es el Primer Mandamiento: Amáras al Señor tu Dios con toda tu fuerza….

El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo.

Hay un Primero y un segundo; el segundo es semejante, pero depende del Primero.

Sin recibir del Señor las virtudes teologales, en vano será nuestro esfuerzo en el servicio. Vanidad y correr tras el viento.

Luego hay un feed back entre ambos, PERO HAY UN PRIMERO Y UN SEGUNDO; Y EL PRIMERO DA VIDA AL SEGUNDO, A TODOS LOS DEMÁS.

Así lo ha sabido siempre la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, hasta antes del Modernismo invasor.

Dios está primero y el hombre después. Sin Dios primero no hay bien para el hombre.

Esto se ve cláramente en el episodio de Marta y María, (Lc 10 38ss): María es la que contempla y escucha, quieta, al Señor, enfocando su atención en Él. Marta, por el contrario, absorbida por el servicio (comillas disponible), no repara en que primero debe cargar las baterías con el amor del Señor, para después entregarse a un servicio fructífero.

¿El Señor hace diferencia entre ambas? ¡Claro que la hace! Reprende a Marta por su activismo y elogia a María por su contemplación, POR DARLE PRIMACÍA A LO VERTICAL: A ÉL MISMO.

MARÍA, la enfocada hacia el Señor, la que da prioridad a lo Vertical, a lo Trascendente, a lo Sobrenatural de la relación con el Señor, TIENE LA MEJOR PARTE QUE NO LE SERÁ QUITADA.

En cambio Marta, recibe las serias palabras: ¡Marta, Marta! ¡Te afanas por muchas cosas, pero una sola es la importante!

Marta -el servicio horizontal, el segundo mandamiento- debe ubicarse, armonizarse, dependiente de María: la relación vertical con Dios: el Primer Mandamiento y solo así será fructífera.

Por otro lado, citemos al genial y eternalmente actual San Juan de la Cruz, sobre este tema:

<<Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñír al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más progreso harían […] si gastasen siquiera la mitad de este tiempo en estarse con Dios en oración… Cierto entonces harían más y con menos trabajo con una hora que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales con ella; porque de otra manera, todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aún a veces daño.>>

La cosa debería estar clara: Primero el Primer Mandamiento; si ese mandamiento es cumplido, el segundo saldrá como por un tubo (expresión argentina que denota eficacia, expeditividad, lubricación de engranajes de la máquina….)

Una vez cargados de amor e inspiración por el Amor a Dios, el amor al prójimo y un servicio eficaz van juntos.

Si se pierde este principio elemental, se cae en el activismo vacuo y dañino, vacío de bien y de Dios; en el oenegenismo, en el mero llevar sonrisas a la periferia….Nadie puede dar amor y servicio cristiano en serio, si lo no consiguió primero del Señor en una relación vertical auténtica. Nadie puede dar lo que no tiene.

Primero el Ser, luego el Hacer. No hay ningún Hacer benéfico, sin el Ser anterior.

Lo decimos una vez mas: Primero lo primero; luego lo segundo sale naturalmente.

Un cristiano que ama a Dios y vive este amor en un culto sano; que conoce la Palabra, -en Escritura, Tradición y Magisterio- la lee y medita permanentemente con rectitud de intención buscando la Verdad, que vive los Sacramentos, que ora privadamente con fervor y seriedad, SIEMPRE VA A OFRECER UN SERVICIO VALIENTE, EFICAZ Y DESINTERESADO AL PRÓJIMO, AL MUNDO. No solo con la caridad corporal, sino con el primer servicio: la Palabra para salvación eterna: en esto supera al Buen Samaritano. No olvidemos que Cristo en la parábola del Buen Samaritano buscó un ejemplo anterior a Pentecostés, que es la capacitación del cristiano para la plenitud de su misión; simplemente porque Pentecostés no había llegado y les da a los fariseos un ejemplo concreto y real del momento, que pudieran entender perfectamente.  El cristiano debe ser mas que un Buen Samaritano, que en realidad puede ser hasta un hombre natural. El Sermón de la Montaña nos exige mas que un Buen Samaritano…Han oído que se dijo, pero yo les digo..

Volvamos a insistir: Primero Dios, luego el Servicio horizontal. Luego ese servicio refuerza y es indicador de que el Primer Mandamiento se cumple. Hay una retroalmientación entre ambos: entre la verticalidad, que permite la difusión del amor de Dios en lo horizontal, y esto último que refuerza el amor vertical y la relación con Dios.

Las tendencias de activismo vacío, dañino, el oenegenismo tan característico de estos tiempos, se debe al oscurecimiento del Principio elemental de la Prioridad de Dios; del Teocentrismo. El II Concilio Vaticano adopto un Humanismo antropocéntrico…..

Centremos nuestra atención y fervor, como María de Betania, en el Señor, que Él nos inspirará y fortalecerá en el servicio y el amor al prójimo.

EL EVANGELIO DEL JUICIO FINAL



El célebre Evangelio escatológico de San Mateo, sobre el Juicio Final, suele ser un caballito de batalla de los progremodernistas y cultores del oenegenismo y la caridad púramente corporal. Eso sí, se olvidan completamente o proscriben de este pasaje lo que no soportan: La Justicia radical de Dios, el Infierno y el Diablo.



Suelen citar este pasaje con la absurda intención de probar que la caridad corporal es lo único que Dios exige.



Ignorancia crasa de lo que es la Escritura. La Escritura debe leerse como una totalidad y en la Tradición, y bajo las indicaciones del Magisterio. Nunca puede deducirse de un solo pasaje toda la Doctrina. Ese pasaje debe leerse a la luz de los pasajes que tratan sobre el mismo tema y ser contextualizado en ese ámbito.



Está totalmente claro que el Juicio de Dios no es solo ni principalmente por caridad corporal. Es obvio que este pasaje del Juicio Final complementa el criterio principal de salvación: la Fe. Pero la Fe sin obras es muerta. Y las obras son principalmente la caridad espiritual y luego la corporal.



El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea se condenará…



Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.



Acaso se contraponen entre sí estos pasajes? De ninguna manera; se complementan. El problema es que el inicuo, perverso progremodernismo ha establecido algunas falsas contraposiciones, como entre Amor y Ley, o amor y conocimiento, que ya tratamos en otros Domingos.



Volvemos a insistir en que la Escritura, primero, no es la única fuente de la Revelación; está también la Tradición. Y la Escritura entonces debe ser leída en la Tradición e interpretada por la instancia del Magisterio.



El impío y estulto progremodernismo pretende saltarse la Tradición, despreciar al Magisterio e interpretar por su cuenta privada la Escritura: el resultado es herejía, disparate, mentira y finalmente apostasía y perdición. Tiene la tendencia escriturista protestante pero interpreta aún peor la Escritura que el mismo protestantismo.



Es decir, si interpretamos mal, de manera progremodernista neo marxista la parábola del Buen Samaritano, y pretendemos abonarla con el pasaje del Juicio Final de San Mateo, sacamos la desastrosa conclusión de que las obras de misericordia corporales y el estomacalismo, oenegenismo, son lo único que a Dios le interesa. Lo cual además de ser un disparate es un daño grandísimo y puesta en peligro de salvación de muchas almas.



El envío de Cristo Resucitado justo antes de su Ascensión es muy claro:



Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado.



En Marcos complementa:



El que crea y se bautice, se salvará, y el que no crea, se condenará.



He ahí la prioridad, que se debe complementar obviamente con la parte del amor que tiene que ver con la misericordia corporal del Buen Samaritano y la escena del Juicio Final.



Además, reiteremos, que la parábola del Buen Samaritano tiene su interpretación espiritual, que es que Cristo es el Buen Samaritano del Hombre, que fue dejado en deplorable estado, casi muerto, por los salteadores, los ángeles de las tinieblas, según lo afirman los Santos Padres.



El Amor es lo principal; de esto no cabe duda. Pero se ha oscurecido tanto el sentido del amor, desde 1962, que siempre son necesarias todas estas aclaraciones.



El Amor a Dios, la respuesta vertical; el Primer Mandamiento, es la Prioridad. Del cumplimiento de este Primer Mandamiento, brota la capacidad de cumplir el Segundo y semejante. Luego hay una retroalimentación entre ambos; pero esto no anula el hecho de que el Segundo depende del Primero, y que hay un Primero y un Segundo. Y Dios es primero y el prójimo segundo.





NOTAS:







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