Cristo vino al mundo para que lo conozcan y salven, no para que lo ignoren; ya que la salvación pasa por su conocimiento;
Desconocer su Palabra es desconocerlo a Él (San Jerónimo); y desconocerlo a él habiendo sido bautizado es suprema tibieza y desamor, digna de su vómito. No se puede amar lo que no se conoce, y lo que no se conoce pudiéndolo haber conocido, es porque no se ha amado.
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