La ontología de la Iglesia nunca puede cuadrar con el espíritu de la modernidad.
La Revelación y su culto son realidades sobrenatural dadas por Dios, inmutables; no pueden cambiar. Por eso una vez codificada la Misa Católica por San Pío V maldijo con Anatema a quien osara cambiarla.
Por esto, el II Concilio Vaticano, que tuvo el complejo delirante seudomesíanico de reconciliar, fusionar a la Iglesia con el espíritu de la Modernidad es la iniquidad mayor que se ha cometido contra ella desde su fundación; y fue desde dentro. Por cuanto se ataca, se desvirtúa su naturaleza profunda; se desquicia completamente y se hace funcional precisamente a aquello que ella debería combatir.
Algunos de los ideólogos y artífices de esta iniquidad todavía viven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario