XVII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
II clase, verde
(Gloria, Credo y prefacio de la Santísima
Trinidad)
PROEMIO LITÚRGICO
"Amarás
al Señor tu Dios, y al prójimo como a ti mismo". He ahí el precepto del
amor de Dios y del prójimo, del amor práctico que la Epístola y el Evangelio
nos inculcan. En amar a Dios y a los hermanos consiste toda la ley y los
profetas.
La fe en
Dios, que se comunica a los hombres y los consagra a un mismo destino
sobrenatural, fundamente la caridad fraterna.
Practicándola
podremos exclamar algún día con Tobías, a1 recobrar la vista del cuerpo y
atisbar con los ojos sobrenaturales del alma la dicha del reino mesiánico:
"Oh Jerusalén! Con luz espléndida brillarás, y todos los confines de la
tierra te adorarán. Naciones de muy lejos vendrán ti y, trayendo presentes
adorarán en ti al Señor... Todas las plazas serán pavimentadas con piedras
blancas y puras, y se cantará en tus calles: ¡Aleluya!...".
Tal es la Jerusalén celestial, y aun el reino de Dios en la tierra, la Iglesia santa, católica, apostólica y romana. "Quien la bendice será bendito." Todos sin excepción son llamados a ella para "formar un solo cuerpo" el cual va animado de "un solo Espíritu " que es el mismo Espíritu Santo, infundido el día de Pentecostés: "Hay una sola y misma esperanza, una fe, un bautismo". (Ep.).
Cristo Jesús, su divino fundador y cabeza, que el día de su Ascensión puso a sus enemigos por peana de sus pies, a modo de los antiguos vencedores, "sea bendito en los siglos de los siglos". (Ep.)
Tal es la Jerusalén celestial, y aun el reino de Dios en la tierra, la Iglesia santa, católica, apostólica y romana. "Quien la bendice será bendito." Todos sin excepción son llamados a ella para "formar un solo cuerpo" el cual va animado de "un solo Espíritu " que es el mismo Espíritu Santo, infundido el día de Pentecostés: "Hay una sola y misma esperanza, una fe, un bautismo". (Ep.).
Cristo Jesús, su divino fundador y cabeza, que el día de su Ascensión puso a sus enemigos por peana de sus pies, a modo de los antiguos vencedores, "sea bendito en los siglos de los siglos". (Ep.)
Los juicios de Dios son siempre justos: ya sea que confunda a los orgullosos, ya que exalte a los humildes (Introito) por eso le pedimos que haga resplandecer sobre nosotros su infinita misericordia. Pero el obstáculo más grande que se opone a que lo experimentemos es la envidia del maligno espíritu. Unámonos a las oraciones a las de la Iglesia (colecta), que implora esta asistencia sobrenatural que tanto necesitamos para evitar el contagio impuro del diablo. San Pablo nos exhorta (Epístola) a que obremos dignamente según la vocación a que hemos sido llamados, es decir, que procuremos la caridad y unión con nuestros hermanos. Para que reine esta unión y amor, nos recuerda la necesidad de tres virtudes: la humildad, la mansedumbre y la paciencia.
La humildad,
haciéndonos conocer nuestros propios defectos, hará que nos pospongamos a
todos; la mansedumbre y la paciencia nos darán más fuerzas para sobrellevar
benignamente las imperfecciones de nuestros próximos, y así siempre viviremos
en paz y unión con ellos, cumpliendo el precepto del amor al prójimo, que nos
recuerda hoy el santo Evangelio. (1)
TEXTOS DE LA SANTA MISA
INTROITO Salmo 143,
137. 124. 1
JUSTUS ES, Dómine, et rectum judícium tuum: fac
cum servo tuo secúndum misericórdiam tuam. V/. Beáti immaculáti in via: qui ámbulant in lege
Dómini. V/. Glória Patri.
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JUSTO SOIS, Señor, y rectos vuestros juicios:
mostrad con vuestro siervo vuestra gran misericordia. V/. Dichosos
los que viven sin pecado; los que observan la ley del Señor. V/. Gloria
al Padre.
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COLECTA
DA, QUǼSUMUS, Dómine, pópulo tuo diabólica vitáre contágia: et te
solum Deum pura mente sectári. Per Dóminum…
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DA, SEÑOR, a tu pueblo, evitar las asechanzas del
demonio, y seguirte a ti, único Dios, con puro corazón. Por nuestro Señor
Jesucristo…
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EPISTOLA Ef 4, 1-6.
LÉCTIO EPÍSTOLÆ BEÁTI PAULI APÓSTOLI AD EPHÉSIOS.
Fratres: Obsecro vos ego vinctus in Dómino, ut
digne ambulétis vocatióne qua vocáti estis, cum omni humilitáte, et
mansuetúdine, cum patiéntia subportántes ínvicem in caritáte, sollíciti
serváre unitátem spíritus in vínculo pacis. Unum corpus, et unus spíritus,
sicut vocáti estis in una spe vocatiónis vestræ. Unus Dóminus, una fides,
unum baptisma. Unus Deus, et Pater ómnium, qui est super omnes, et per ómnia,
et in ómnibus nobis. Qui
est benedíctus in sǽcula sæculórum. Amen.
R/.
Deo gratias.
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LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS
EFESIOS.
Hermanos: Yo, el prisionero por Cristo, os ruego
que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre
humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un
solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en
la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo.
Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo
invade todo. Bendito sea por los siglos de los siglos. Amén.
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GRADUAL Sal 32, 12. 6. 101, 2
BEÁTA GENS, cujus est Dóminus Deus eórum:
pópulus, quem elégit Dóminus in hereditátem sibi. V/.Verbo Dómini cæli firmáti sunt: et spíritu oris
ejus omnis virtus eórum.
ALLELÚIA, ALLELUIA. V/. Dómine exáudi oratiónem meam, et clamor meus ad
te véniat. Allelúja.
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DICHOSA LA NACIÓN cuyo Dios es el Señor, el
pueblo que él escogió por heredad. V/.La
palabra del Señor hizo los cielos, el aliento de su boca, sus ejércitos.
ALELUYA. ALELUYA. V/. Señor, escucha mi oración, que mi grito
llegue hasta ti. Aleluya.
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EVANGELIO Mt 22, 34-46
SEQUENTIA SANCTI EVANGELII SECUNDUM MATTHǼUM.
In
illo témpore: Accessérunt ad Jesum pharisǽi: et interrogávit eum unus ex eis
legis doctor, temptans eum: "Magíster quod est mandatum magnum in
lege?" Ait illi Jesus: "Díliges Dóminum Deum tuum
ex toto corde tuo, et in tota ánima tua, et in tota mente tua. Hoc est
máximum et primum mandátum. Secúndum autem símile est huic: díliges próximum
tuum sicut te ipsum. In his duóbus mandátis univérsa lex pendet, et
prophétæ." Congregátis autem pharisǽis, interrogávit eos Jesus, dicens:
"Quid vobis vidétur de Christo? cujus fílius est?" Dicunt ei:
"David." Ait illis: "Quomodo ergo David in spíritu vocat eum
Dóminum, dicens: 'Dixit Dóminus Dómino meo, sede a dextris meis, donec ponam
inimícos tuos scabéllum pedum tuórum'? Si ergo David vocat eum Dóminum,
quómodo fílius ejus est?" Et nemo póterat respondére ei verbum: neque
ausus fuit quisquam ex illa die eum ámplius interrogáre.
R/. Laus tibi, Christe.
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LECTURA DEL SANTO EVANGE-LIO SEGÚN SAN MATEO.
En aquel tiempo los fariseos se acercaron a Jesús y uno de ellos le
preguntó, para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal
de la Ley? Él le dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma, con todo tu ser. "Este mandamiento es el principal y
primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti
mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas. Y
mientras; estaban reunidos los fariseos, Jesús les preguntó: ¿Qué pensáis del
Mesías? ¿De quién es hijo? Ellos contestaron: De David. El replicó: Pues,
¿cómo David, inspirado, le da el título de Señor, cuando dice: "Dijo el
Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos un escabel
para tus pies”? Pues entonces, si David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo
suyo? Ninguno pudo responderle una palabra. Y desde aquel día nadie se
atrevió a hacerle más preguntas.
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CREDO
OFERTORIO Dan 9, 17- 19
ORÁVI DEUM meum ego Dániel, dicens: "Exáudi,
Dómine, preces servi tui: illúmina
fáciem tuam super sanctuárium tuum: et propítius inténde pópulum istum, super
quem invocátum est nomen tuum, Deus."
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YO, DANIEL,
rogué a mi Dios, diciendo: Escuchad, Señor, las oraciones de vuestro siervo;
ilustrad con el resplandor de vuestro rostro el santuario; y atended propicio
a vuestro pueblo, sobre el cual, Dios mío, ha sido invocado vuestro Nombre.
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SECRETA
MAJESTÁTEM TUAM, Dómine, supplíciter deprecámur:
ut hæc sancta, quæ gérimus, et a prætéritis nos delíctis éxuant, et futúris. Per Dóminum.
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HUMILDEMENTE
ROGAMOS, Señor, a vuestra Majestad, que estos santos Misterios que
celebramos nos libren de los pecados pasados y futuros. Por Nuestro Señor
Jesucristo.
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PREFACIO DE SANTÍSIMA TRINIDAD
VERE DIGNUM et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et
ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum
unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in
uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de
tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto,
sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque
Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte
adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac
Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:
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EN VERDAD es
digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar,
Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y
con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la
individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola
sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos
también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De
suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la
propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la
majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines, que no
cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.
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ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 75, 12-13
VOVÉTE, ET RÉDDITE Dómino Deo vestro omnes,
qui in circúitu ejus affértis múnera: terríbili, et ei qui aufert spíritum
príncipum: terríbili apud
omnes reges terræ.
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CUMPLID VUESTROS VOTOS y presentad los al
Señor Dios vuestro, que todos en torno de Él traigan ofrendas al Dios
terrible, que quita el aliento a los príncipes; al Dios terrible sobre todo
rey terrenal.
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ORACIÓN POSTCOMUNIÓN
SANCTIFICATIÓNIBUS TUIS, omnípotens Deus, et vítia nostra curéntur, et
remédia nobis ætérna provéniant. Per Dóminum.
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CON ESTOS MEDIOS de santificación, oh
Dios omnipotente, queden curados nuestros vicios y nos procuren los
celestiales remedios. Por Nuestro Señor Jesucristo.
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COMENTARIO
Como habitualmente, reproducimos
el comentario del Padre Castellani; también compilamos comentarios de los
Santos Padres y luego haremos algunas consideraciones sobre temas que juzgamos
de actualidad.
COMENTARIO DEL PADRE CASTELLANI
DOMINGO DECIMOSÉPTIMO DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS [Mt 22, 34-46] Mt 22, 34-40 Los sabihondos europeos que hoy día no
quieren aceptar a Cristo y desean cortar a la Europa las propias raíces, han
inventado como pretextos diversas historias; una de lo más risueña es que “en
el Evangelio al fin final no hay nada nuevo”. Todo lo que Cristo predicó se
hallaba ya en el Oriente; lo que hizo el “genial Nazareno” fue constituir una
especie de mezcla (sincretismo la llaman) de los resultados últimos de la
“evolución religiosa” de la Humanidad. Curiosamente, esa mezcla cuajó en un
cemento más fuerte y más pulido que el mármol. Hay incluso un santón hindú
llamado Ramakhrishna –fundador de una secta teosófica muy activa hoy día que
esa sí es una mezcla de hinduismo y cristianismo averiado– el cual se atrevió a
afirmar que Cristo estuvo en la India de los 19 a los 29 años y allí aprendió
Su doctrina: sin ninguna prueba y a retropelo de las pruebas históricas en
contrario. Netamente imposible. El evangelio de hoy (Mt XXII, 34) versa sobre
el Mandamiento Máximo y Mejor, promulgado categóricamente por Cristo y seguido
de una afirmación implícita y polémica de que El era más-que-hombre. El
Mandamiento Máximo y Mejor es el Precepto del Amor Cristiano, que es un
“estreno absoluto” –como dicen ahora– en la humanidad. Examinando con serenidad
la historia de las religiones, se ve que siempre fueron los Hebreos los que en
lo religioso llegaron más lejos; y que ellos, como se ve en este evangelio,
habían llegado, en tiempos de Cristo, a una aproximación del Amor Cristiano,
vaga, pálida y dudosa. Los demás “mandatos o consejos de amor”, incluso los de
Budha Sidyarta Gautama y su escuela, no son más que una asonancia y como lejana
semejanza de palabras. El sentido es del todo diverso. La discusión acerca del
Mandato Máximo y Mejor estaba candente en Israel; porque era entonces
necesaria. La Ley Mosaica, por obra de los Talmudistas y los Intérpretes y los
Casuistas, se había complicado y ramificado de una manera imposible: en
definitiva no se sabía lo que había que hacer, porque la polvareda de preceptos
pequeños y opiniones divergentes lo oscurecía todo. Había que encontrar un
resumen de la Ley; había que encontrar el espíritu, el centro y el hilo
conductor. Un hebreo que hiciera caso a los casuistas no podía ni moverse en
día Sábado, por ejemplo: si se me cae el escritorio con todo lo que hay encima
en día Sábado ¿puedo levantarlo sin incurrir en las iras de Jehová? En la
parábola del Buen Samaritano, que hemos visto y también en este evangelio, vemos
adónde había llegado la discusión teológica. Los mejores entre los fariseos
habían llegado a la conclusión de dos mandatos fundamentales: amar a Dios y
amar al prójimo: sólo había que ver todavía qué cosa se entendía por amor y qué
cosa por prójimo; por lo demás, esa conclusión era contestada acremente por los
literalistas de la Ley y con mucho fundamento: estaba fuera del “espíritu
general” de la ley mosaica, y se apoyaba en textos sueltos... Jesucristo
definió los dos términos dudosos y fundió los dos mandatos en uno; y así lo
sublimó, todo, a una altura moral antes inconcebible. Ésa es la esencia del
cristianismo. Adolph Harnack escribió un libro célebre La Esencia del
Cristianismo; y después Karl Adam otro y Loisy otro... La esencia del cristianismo
es el Padre Celestial, la esencia es la interioridad, la esencia es la
Parusía.... etcétera. Cuentos. La esencia del cristianismo está en este
evangelio. Cristo se proclama Dios y da a la Humanidad un mandato que sólo Dios
podría inventar... Es sobrenatural; está más allá de las facultades del hombre
tal como las conocemos; para poder cumplirlo hay que recurrir a Dios. Hay una
diferencia entre los dos Doctores de la Ley que van a pedir a Cristo la
solución de esta Cuestión Suprema. El uno parece menos bien dispuesto: Cristo
lo interroga a su vez, le narra una parábola y al final le dice: “Ya que lo
sabes, ahora vete y haz misericordia.” A estotro Cristo le responde lisa y
llanamente, y él se dispara en una glosa – esto está en San Marcos, XII– que lo
pinta como entusiasmado por la respuesta: “Efectivamente. Verdad. Así es. Éstos
dos son. No hay otros. Esto vale más que los holocaustos y los sacrificios...”,
etcétera. Cristo lo aprueba amorosamente: “No estás lejos tú del Reino de
Dios.” Había venido porque había oído decir que “”Éste” responde a todo y nadie
lo da vuelta.” Al final del episodio anota Marcos que “Nadie se abrevió a
preguntarle mas. Empezó Jesús a preguntar a su vez, terminado ya exitosamente
su propio “examen”. Los pueblos orientales –todos los pueblos de estilo oral–
aman esta especie de contrapuntos: lo mismo que nuestros pasados paisanos a los
payadores, que son reliquias del estilo oral. Recordemos el contrapunto de
Martín Fierro y el Moreno. Pero ésta nuestra payada doble, ya literaria, versa
sobre preguntas abstractas y lejanas; y los contrapuntos que nos reporta el
Evangelio –y que se hacían con solemnidad religiosa y en una especie de
cantinela, escuchando y fallando la corona de oyentes se refieren a cuestiones
concretas y candentes, incluso cuestiones personales como el problema de
Cristo. Aquí Cristo les arroja el versículo del profeta David que dice: “Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra - Mientras pongo a tus enemigos como
escaño de tus pies.” La pregunta: “¿Quién eres tú pues?” tantas veces hecha,
surgía naturalmente después de oír a Cristo haciendo ley y abriendo nada menos
que a un Doctor, nada menos que la puerta del Reino. “–¿De quién habla aquí el
Profeta? –Del Rey Mesías, evidente. –Yo soy el Mesías. Ahora decidme, ¿puede un
hijo ser señor de su padre? –No. –¿No es el Mesías hijo de David? –Sí –Sí.
–¿Cómo es pues que David lo llama “Señor”? –No sabemos. No sabemos nada. No
sabemos ni una palabra.” “Y desde aquel día, nadie osaba cuestionarlo”, es
decir desafiarlo a contrapuntos. La confesión de ignorancia dolía. Y era
ignorancia fingida. La conclusión aquí era clara: el Mesías será
más-que-hombre, puesto que será Señor del Rey David su padre. No sólo David lo
llama “Señor”, sino que Dios “lo sienta a su derecha”. Eso significa en Oriente
participación pareja en la Reyecía: la Reina se sentaba en un trono a la
derecha del Rey. Aquí estaba indicada, pues, una participación en la Divinidad.
Cristo la afirma y se la adjudica audazmente. Los Doctores callan. Ésta es la
promulgación solemne del Cristianismo, la esencia de su Dogmática y de su
Moral: dos misterios inmensos. A los que dicen “no hay nada nuevo en el
Evangelio” podría preguntárseles si espigar lo más excelso de la moral
universal, cifrarlo en un solo punto, hacerlo practicable y practicarlo, y
morir crucificado en su defensa, si eso les parece nada. Pero hay más,
infinitamente más que eso. El Amor Cristiano es una novedad absoluta. Hoy día
lo encontramos sólo en islotes aislados; la generalidad del mundo ha rechazado
de hecho el Mensaje; y aun en el seno de la Iglesia flaquea. Parecería que no
es así, se habla de “amor” por todas partes, se pondera el amor del prójimo, se
multiplican las obras oficiales de beneficencia, se defiende –con las armas y
en guerras terribles– la “Civilización Cristiana”. Pero son palabras y no
obras, sentimentalismos, “el dulce Nazareno”, “el amable Rabbí Galilea”, el
“mensaje del amor a todos” que propala inclusive el obsceno Ramakrishna: una
inundación de jarabe y moralina. Hay caridad en la Iglesia y la habrá siempre,
gracias a Dios; pero ¡cuan oprimida y rala está! La convivencia está atacada,
la amistad está adulterada, la misericordia está falseada, y el odio y la
aversión paganos se han desatado en el mundo. No soy pesimista: “experto crede
Ruperto”, lo conozco en carne propia. El amor cristiano se ha aguado y se
parece al amor al prójimo que había antes de Cristo, y que nos echan en cara
estos “orientalistas”, como un “precedente oriental”. Distinguir estos dos
amores al prójimo es posible y fácil. El gran escritor C. S. Lewis, en tres
conferencias hechas en la Universidad de Durham sobre el tao (o sea la ley
moral universal, como la designan en China) y sobre la Abolition of Man (o sea
la gran apostasía actual) recogió una antología de los preceptos morales de
todos los libros sagrados del mundo, para probar que la moral hebrea continuada
por la cristiana está enraizada en la misma natura moral del hombre, y en su
tradición milenaria. Leyéndola salta a los ojos la diferencia entre el amor al
prójimo de las religiones antiguas y la caridad enseñada con obras y con
palabras por Cristo y sus discípulos. Brevemente: los estoicos proclamaron sí
que no había extranjeros y que la patria del hombre era todo el mundo, como
Mario Bravo; pero era una manera de rechazar o despreocuparse de la propia
patria más bien que amor al foráneo, al extraño, al enemigo: a lo socialista
actual. Lao-Tsé y Confucio predican el perdón y la gentileza; pero no es el
amor, es una benevolencia general y más bien una táctica de defensa y
prudencia: es un amor-timidez, sin arrojo y sin fortaleza. El Bhuda Gautama, su
antecesor, es el que más claramente predica el amor a todos los hombres, aun a
los más bajos y despreciados. Pero hay que saber lo que es el amor budista el
se extiende a los animales y a las plantas, está fundado en el desprecio de
todo lo visible. El Budismo quiere suprimir el dolor por la supresión del
deseo, por el ahogamiento de todo lo terrenal en el Nirvana; su amor al prójimo
es una especie de gimnasia para la supresión del amor a sí mismo. ¿Qué me
importa que me ames como a ti mismo, si no te amas nada a ti mismo? Budha me
ama a mí como a su gato; y ama a su gato como a un fantasma: lo sensible para
el budista no tiene realidad, es una apariencia, la Maia o Gran Ilusión. Un
budista japonés convertido decía a Paul Claudel: “Lo que me asombró en el
cristianismo es que no sólo ama al hombre, sino que “lo respeta”.” Profunda
palabra. El amor universal del Budha es gélido, interesado, egoísta; como en los
estoicos, es una indiferencia cansada y despreciativa. No respeta al hombre. ¿Y
qué es un amor sin respeto? Pero ¿y los hebreos? Los hebreos como hemos visto
no se atrevían a extender el concepto de prójimo hasta a los enemigos; ni la
amistad hasta dar la vida por el amigo. Los salmos de David están llenos de
tremendas imprecaciones vengadoras contra el enemigo. “ojo por ojo, diente por
diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida,
contusión por contusión”..., así habla el Éxodo. “Tú has de devorar todos los
pueblos que el Señor tuyo te dará en tu poder. No se enternezca sobre ellos el
ojo tuyo”, así habla el Deuteronomio... “Amarás a “tu amigo” como a ti mismo”,
era lo más a que llegaron los Deutero-Profetas. Eso era todo. Todo alrededor se
extendía –Asiria, Egipto, Roma– la inconmensurable crueldad pagana. El amor que
ensenó Cristo “es paciente y es benigno, no es celoso, no es sacudido, no se
hincha, no es codicioso, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa torcido, no
se alegra del daño y se conalegra en el gozo: todo lo soporta, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo aguanta... El nos reúne todos en un cuerpo, con la vida
común de los miembros de un cuerpo, en la Cabeza, que es Cristo”, dice San
Pablo (I Cor XIII, 4-7; 12).
SANTOS
PADRES
Mas los fariseos cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se
juntaron a consejo; y le preguntó uno de ellos, que era doctor de la ley,
tentándole: "Maestro, ¿cuál es el grande mandamiento en la ley?"
Jesús le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, de todo tu corazón y de toda tu
alma y de todo tu entendimiento. Este es el mayor y el principal mandamiento. Y
el segundo, semejante es a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos
dos mandamientos depende toda la ley y los profetas". (vv. 34-40)
San
Jerónimo
Como los fariseos habían sido
confundidos en la presentación de la moneda, y vieron que se había levantado
una facción en la parte contraria, debían con esto haberse decidido a no
presentar nuevas asechanzas. Pero la malicia y la envidia fomentan muchas veces
el atrevimiento. Por esto dice: "Mas los fariseos cuando oyeron que había
hecho callar", etc.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Jesús impuso silencio a los saduceos,
queriendo demostrar que la luz de la verdad había hecho enmudecer la voz de la
mentira. Así como es propio del hombre justo callar cuando es tiempo de callar,
y hablar cuando se debe hablar, pero nunca enmudecer, así también es propio de
los doctores de la mentira, enmudecer en cuanto a la cuestión, pero no callar.
San
Jerónimo
Los fariseos, por lo tanto, y los
saduceos que eran enemigos entre sí, están conformes en cuanto se trata de
tentar a Jesucristo, unidos por un mismo fin.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Sin duda se pusieron de acuerdo los
fariseos para vencer por medio del número a quien no habían podido vencer por
medio de razones y se confiesan destituidos de verdad cuando apelan a la
muchedumbre. Decían, pues, entre sí: que hable uno solo por nosotros, y
nosotros hablemos por medio de él, y si vence, apareceremos como que hemos
vencido todos. Y si queda confundido, lo será él solo. Por esto sigue: "Y
le preguntó uno de ellos", etc.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Todo el que pregunta a algún sabio,
no para aprender, sino para examinarlo, debemos creer que es hermano de aquel
fariseo, según lo que dice por San Mateo: "Lo que hicisteis con uno de mis
pequeñuelos, lo hicisteis conmigo" ( Mt 25,40).
San
Agustín, de consensu evangelistarum, 2,73
No llame la atención que San Mateo
diga aquí que hubo un tentador que interrogó a Jesús. San Marcos omite esta
parte, pero al final del pasaje concluye diciendo que el Señor Jesús le dijo
con toda sabiduría: "No estás lejos del reino de Dios" ( Mt 12,34). Pues puede suceder muy
bien que, aun cuando alguien se aproxime al Señor con intención de tentarlo,
obtenga de El una respuesta que le aproveche. Y verdaderamente no debemos mirar
a la tentación como mala e hija de uno que quiere engañar a su enemigo, sino
más bien como causa con que se quiere examinar a quien no se conoce; no en vano
está escrito: "Que el que cree fácilmente, es porque tiene un alma
ligera" ( Ecle 18,4). Lo que pregunta, es lo que se dice a continuación:
"Maestro, ¿cuál es el grande mandamiento de la ley?"
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Decía Maestro, como tentándolo,
porque no pronunciaba estas palabras como discípulo del Salvador. Por lo tanto,
si alguien no aprende algo del divino Verbo, ni se entrega a El con toda su
alma, aunque le dice Maestro, es hermano del fariseo, que tienta a Jesucristo.
Cuando se leía la ley antes de la venida del Salvador, quizá se inquiría cuál
era el mandamiento grande en ella; y no lo hubiese preguntado el fariseo si no
se hubiese cuestionado esto mucho tiempo, no habiéndole encontrado solución
hasta que viniese Jesucristo a enseñarlo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Le preguntaba acerca del mandato
grande quien no cumplía ni aun el más pequeño. Debe preguntar acerca del
progreso de la santidad, aquel que ya viene observando algo que pueda conducir
a ella.
San
Jerónimo
No le pregunta acerca de los
mandamientos, sino cuál sea el mandato primero y más grande. Porque como todo
lo que Dios manda es grande, cualquier cosa que responda servirá para
calumniarle.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
El Señor, para humillar con su
primera contestación la conciencia engañosa del que le preguntaba, respondió
así: "Amarás al Señor tu Dios", etc. Amarás, dijo, y no temerás,
porque amar es más que temer; temer es propio de los siervos, y amar es propio
de los hijos. El temor procede de la necesidad, el amor, de la libertad; el que
sirve a Dios por temor, evita el castigo, es verdad, pero no tiene la gracia de
la santidad, puesto que obligado, practica el bien por miedo. No quiere el
Señor que le teman los hombres de un modo servil, y como a amo, sino que se le
ame como padre, puesto que ha concedido a los hombres el Espíritu de adopción.
Amar a Dios de todo el corazón, es tanto como no tener su corazón inclinado al
amor de alguna cosa, sino al amor de Dios. Amar a Dios con toda el alma, es
tanto como tener un conocimiento ciertísimo de la verdad, y estar firme en la
fe; por lo tanto, una cosa es el amor del corazón, y otra el amor del alma. El
amor del corazón, es carnal en cierto sentido; en tal concepto amamos a Dios de
una manera carnal, lo que no podemos hacer sin abstenernos del amor de las
cosas terrenas; por lo tanto, el amor del corazón se siente en el corazón. Pero
el amor del alma no se siente, sino que se comprende, porque consiste en el
juicio del alma. El que cree que todo bien está en Dios, y que nada bueno está
fuera de El, éste le ama con toda su alma. Amar a Dios con toda la mente, es
tanto como consagrarle todos los sentidos, y aquél cuyo entendimiento sirve a
Dios, y cuya sabiduría se fija en Dios, y cuya inteligencia se ocupa de las
cosas de Dios, cuya memoria recuerda lo bueno, puede decirse que ama a Dios con
toda su mente.
San
Agustín, de doctrina christiana, 1,22
Se te manda que ames a Dios de todo
corazón, para que le consagres todos tus pensamientos; con toda tu alma, para
que le consagres tu vida; con toda tu inteligencia, para que consagres todo tu
entendimiento a Aquel de quien has recibido todas estas cosas. No deja parte
alguna de nuestra existencia que deba estar ociosa, y que dé lugar a que quiera
gozar de otra cosa. Por lo tanto, cualquier otra cosa que queramos amar,
conságrese también hacia el punto donde debe fijarse toda la fuerza de nuestro
amor. Un hombre es muy bueno, cuando con todas sus fuerzas se inclina hacia el
bien inmutable.
Glosa
De todo tu corazón, esto es, con tu
entendimiento; con tu alma, esto es, con tu voluntad; con tu inteligencia, esto
es, con tu memoria, a fin de que nada quieras, sientas ni recuerdes, que pueda
contrariarle.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Con todo tu corazón, esto es, con
toda tu memoria, todas tus acciones y todos tus deseos. Con toda tu alma, esto
es, que estén preparados a ofrecerla por la gloria de Dios. Con toda tu
inteligencia, esto es, no profiriendo más que lo que pertenezca a Dios. Y ve si
puedes someter tu corazón a tu entendimiento por medio del cual conocemos las
cosas inteligibles; también tu inteligencia, para manifestarlas, pues con ella
las explicamos todas. Por cada una de estas cosas que se dan a conocer, como
que crecemos y avanzamos en nuestra mente.
Si el Señor, no hubiese contestado al
fariseo que le tentaba, podríamos creer que un mandamiento no es mayor que el
otro. Pero el Señor le responde: "Este es el mayor y el primer
mandamiento"; en lo que comprendemos que hay diferencia entre los
mandamientos, que hay uno mayor y otros inferiores hasta el último. Le responde
el Señor, no sólo que éste es el mandamiento grande, sino también el primero:
no según el orden con que está escrito, sino según su mayor importancia. Unicamente
reconocen la magnificencia y el primado de este mandamiento, aquellos que no
sólo aman al Señor su Dios, sino que también le aman con aquellas tres
condiciones, a saber: con todo su corazón, con toda su alma y con todo su
entendimiento. Le enseñó que no sólo es grande y el primero, sino que también
tiene un segundo que se parece a éste. Por esto sigue: "Y el segundo
semejante es a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Por lo tanto,
si el que ama la iniquidad aborrece su alma ( Sal 10,6), claro está que no ama a
su prójimo como a sí mismo, porque ni aun a sí mismo se ama.
San
Agustín, de doctrina christiana 1,30
Debe tenerse en cuenta que se ha de
considerar como prójimo a todo hombre y que por lo tanto con nadie se debe
obrar mal. Si se llama propiamente nuestro prójimo aquel a quien se debe
dispensar o de quien debemos recibir oficios de caridad, se demuestra por medio
de este precepto de qué modo tenemos obligación de amar al prójimo, y aun
comprendiendo también a los santos ángeles, de quienes recibimos tantos oficios
de caridad, como podemos ver fácilmente en las Escrituras. Así, el mismo Dios
quiso llamarse nuestro prójimo, cuando Nuestro Señor Jesucristo se nos presenta
como aquel tullido que se encontraba medio muerto y tendido en el camino
( Lc 10).
San
Agustín, de Trinitate, 8,6
El que ama a los hombres, debe
amarlos, ya porque son justos, o ya para que lo sean. De este modo debe amarse
al prójimo, y así es como se ama al prójimo como a sí mismo, sin peligro
alguno; ya porque es justo, o ya para que sea justo.
San
Agustín, de doctrina christiana, 1, 22
Si debes amarte a ti mismo, no es por
ti, sino por aquél a quien debe encaminarse tu amor, como a fin rectísimo; no
se extrañe nadie, si le amamos también por Dios. El que ama con verdad a su
prójimo, debe obrar con él de modo que también ame a Dios con todo su corazón.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
El que ama al hombre es semejante al
que ama a Dios, porque como el hombre es la imagen de Dios, Dios es amado en él
como el rey es considerado en su retrato. Y por esto dice que el segundo
mandamiento es semejante al primero.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
El hecho de ser semejante el segundo
mandamiento al primero, demuestra que es uno mismo el proceder y el mérito de
uno y de otro: no hay pues, amor que aproveche para salvarse como aquel que se
tiene a Dios en Jesucristo, y a Jesucristo en Dios.
Prosigue: "De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas".
San
Agustín, de consensu evangelistarum, 1,33
Dijo que depende; esto es, esta
referida allí a donde tiene su cumplimiento.
Rábano
Todo el decálogo está comprendido en
estos dos mandamientos: los preceptos primeros afectan al amor de Dios, y los
segundos al del prójimo.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Aquel que cumplió todo lo que está
mandado, respecto del amor de Dios y del prójimo, es digno de recibir gracias
divinas, para que comprenda, que toda la Ley y los Profetas dependen de un solo
principio: a saber, del amor de Dios y del prójimo.
San Agustín, de Trinitate, 8, 7
Siendo, pues, dos los preceptos de
los cuales dependen la Ley y los Profetas -el amor de Dios y del prójimo- con
razón la sagrada Escritura los presenta muchas veces como uno solo. Ya como
amor de Dios, según aquello de San Pablo: "Sabemos que a los que aman a
Dios todo les sale bien" ( Rom 8,28), ya como amor del prójimo, como dice el mismo Santo;
"Toda la ley está comprendida en un solo punto: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo" ( Gál 5,14). Por lo tanto, como el que ama a su prójimo
consiguientemente amará también a Dios, amamos a Dios y al prójimo con la misma
caridad, aunque debemos amar a Dios por sí mismo, y al prójimo por Dios.
San
Agustín, de doctrina christiana, 1,30,26
Mas, como la esencia divina es mucho
más excelente que nuestra naturaleza, se le ama de una manera diferente a como
amamos al prójimo, según está mandado. Y si te comprendes a ti mismo y si
comprendes también a tu prójimo (esto es, alma y cuerpo), verás que no hay
diferencia alguna entre estos dos preceptos: cuando va primero el amor de Dios
y está circunscrito al modo con que se le puede amar, le sigue el amor del
prójimo para que le ames como a ti mismo; por lo tanto, tu amor a ti no queda
excluido de la cooperación a uno y otro amor.
Y estando juntos los fariseos, les preguntó Jesús, diciendo: "¿Qué
os parece del Cristo? ¿De quién es hijo?" Dícenle: "de David".
Díceles: "¿Pues cómo David en espíritu lo llama Señor, diciendo: Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga tus enemigos por peana
de tus pies. Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?" Y nadie le
podía responde palabra: ni alguno desde aquel día fue osado más a preguntarle.
(vv. 41-46)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Los judíos, creyendo que Jesús era
únicamente hombre, le tentaban; no le hubiesen tentado si hubiesen conocido que
era Hijo de Dios. Queriendo Jesucristo manifestar que conocía las torcidas
intenciones de los judíos y que a pesar de ser El Dios, no quería decir
claramente la verdad, para evitar que tomándolo los judíos como blasfemia se
enfurecieran más; ni tampoco callar en absoluto, porque había venido a enseñar
la verdad. Por esto, les preguntó de tal manera que la misma pregunta les
manifestase quién era El; prosigue: "Y estando juntos los fariseos, les
preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué os parece del Cristo?, etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
Primero había interrogado a sus
discípulos, sobre qué decían otros del Cristo, y ahora les pregunta qué es lo
que ellos dicen. Pero a éstos no les preguntaba del mismo modo, porque hubiesen
dicho que era seductor y malo, como a El le consideraban, porque le creían
únicamente hombre, le dijeron que era hijo de David. Y esto es lo que sigue:
"Dícenle: de David". Y el Salvador, reprendiendo esto, cita al
Profeta, manifestando su dominio y la propiedad de la filiación y el testimonio
de autoridad procedente del Padre; por esto añade: "Díceles: ¿pues cómo
David, en espíritu, lo llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor?",
etc.
San
Jerónimo
Este testimonio ha sido tomado del
Salmo 109 (v.1): es llamado Señor por David, no por haber nacido de él, sino
porque nacido del Padre subsistió siempre, anticipándose a su padre según la
carne. Y le llama su Señor, no por error de duda, ni por su propia voluntad,
sino porque así se lo dicta el Espíritu Santo.
Remigio
Cuando dice: "Siéntate a mi
derecha", no debe entenderse que Dios tenga cuerpo para que pueda tener
derecha e izquierda, sino que estar sentado a la diestra de Dios, es tanto como
tener un honor igual a aquél.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Creo también, que esta pregunta no la
hizo contra los fariseos únicamente, sino también contra los herejes, porque
según la carne, era hijo de David; pero era Dios, según la divinidad.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
No se contenta con esto, sino que
para que le teman, añade: "Hasta que ponga tus enemigos por peana de tus
pies"; sin duda para que los guíe.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Dios ciertamente no pone precisamente
a sus enemigos por peana a los pies de Cristo para su perdición, sino para su
salvación.
Remigio
Cuando dice hasta, se refiere a lo infinito,
como desde luego da a conocer: siéntate siempre, y tus enemigos estarán sujetos
bajo tus pies eternamente.
Glosa
Que los enemigos sean sometidos por
el Padre al Hijo, no manifiesta que haya debilidad en el Hijo, sino unidad de
esencia: pues el Hijo sujeta sus enemigos al Padre, porque da a conocer al
Padre sobre la tierra ( Jn 17). Concluye hablando de este testimonio con estas palabras:
"Pues si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo?"
San
Jerónimo
Esta pregunta nos aprovecha hasta hoy
contra los judíos; porque los que dicen que el Cristo ha de venir, afirman que
es un simple hombre, aunque Santo, de la descendencia de David. Preguntémosles,
por lo tanto, como nos enseñó el Señor: si es únicamente hombre, y tan sólo
hijo de David, ¿cómo es que David le llama su Señor? Los judíos, para
desvanecer la verdad de la pregunta, forjan muchas frivolidades asegurando que
procedía de Abraham, cuyo hijo fue Damasco Eliezer ( Gén 14 y 15), y acerca de su
persona está escrita en el Salmo, que después de la muerte de los cinco reyes,
el Señor Dios había dicho a Abraham: "Siéntate a mi derecha hasta que
ponga", etc. Preguntémosles cómo dijo a Abraham, lo que sigue: de qué modo
habría sido engendrado Abraham antes que Lucifer, y cómo hubiese sido sacerdote,
según el orden de Melquisedec, por quien Melquisedec habría ofrecido el pan y
el vino, y de quien además habría recibido los diezmos del botín.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
Esto dio por terminadas aquellas
cuestiones, cerrando así sus bocas; por esto sigue: "Y nadie le podía
responder palabra, ni alguno desde aquel día fue osado más a preguntarle".
Callaron por entonces aunque contra su voluntad, porque no tenían ya qué decir.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Si la pregunta de los fariseos
hubiese sido hija del deseo de saber nunca les hubiese propuesto tales
cuestiones para que no volvieran a atreverse a preguntar.
Rábano
Por esto comprendemos que el veneno
de la envidia puede ser vencido pero que difícilmente será extinguido.
LA PRIMACÍA DE LO
VERTICAL
LA PRIMACÍA DEL SER SOBRE EL HACER
Como ya lo hemos visto en comentarios de la Palabra y algún video, la
Revolución anticristiana, el Mysterium Iniquitatis; esa conspiración contra
Cristo que viene desde su misma misión pública -desde la misma Encarnación- y
que no cesó después de la Resurrección y
Pentecostés, sino que se intensificó; como lo atestigua San Pablo en sus
Cartas y Hechos de los Apóstoles, tiende a desviar al hombre, como individuo y
como sociedad, de Dios hacia sí mismo. Trata de sacar a Dios del centro y
ponerse al hombre a sí mismo allí. La idolatría del hombre por el hombre mismo
es el correlato humano del Non Serviam Luciferino. La Revolución
trata de oscurecer la verdad ontológica sobre Dios y el hombre, poniendo el
Devenir sobre el Ser; la evolución sobre la Verdad Inmutable; a Heráclito sobre
Parménides, si queremos hacer un paralelismo con la filosofía griega. Ya
hablamos de los eventos culturales, en la esfera del pensamiento, sociales,
políticos y eclesiales que hicieron avanzar la Revolución en la cristiandad en
nuestro anterior video sobre El Mal Pastor. Quizás esto mismo, el tema de la
Revolución, de para un nuevo video en el futuro pero con mucho mayor detalle.
El tema de hoy es precisamente, la necesidad de tener conciencia para aferrarse
a ello, de la Primacía de Dios, de la centralidad de Dios y de la dependencia
del hombre respecto de él. De esto depende nuestra Fe, nuestra Esperanza,
nuestro Amor teologales; de esto depende nuestra permanencia en Cristo y
nuestra salvación.
El antropocentrismo e inmanentismo que han cundido en el post concilio
por obra de Rhaner, Theilard y la Nouvelle Théologie, los personalistas, el
Novus Ordo, ha oscurecido el principio que es lo mas elemental de la Fe, la
Religión y la relación con Dios; este principio es tan importante que si no se
vive como Dios manda, las derivaciones a la praxis son devastadoras. Que es
precisamente lo que ha ocurrido.
La nueva misa conciliar, el Novus Ordo es un reflejo elocuente de la
acción e influencia profunda de la Revolución en el II Concilio Vaticano. En la
Misa Católica, codificada en Trento, todos miran al Tabernáculo, al Santisimo,
al Señor, con el Sacerdote delante oficiando como primicia del Cuerpo Místico y
del pueblo fiel concreto, en una bella imagen cargada de Verdad Eterna, de
intemporalidad trascendente. La centralidad de Cristo es clara, diáfana.
En el Novus Ordo, misa concebida para ser intercambiable con herejes y
cismáticos en la concepción del ecumenismo irenista y el nuevo humanismo que
entusiasmó al Concilio, se ha separado brutal, sacrílegamente, el Tabernáculo
del Altar; este último se convirtió en una mesa, y el Santísimo queda a
espaldas del Sacerdote o al costado, insignificante, mientras los hombres se
miran entre sí. La imagen es mas que elocuente. Todo un símbolo.
Yendo
de lleno a nuestro tema, El Principio de la primacía de lo Vertical, de lo
Trascendente, del Teocentrismo.
En la
concepción cristiana, que es la concepción de la Verdad, el Ser es el centro;
el Ser es central, antes que el Devenir, y también que el Hacer. No se puede hacer nada -valioso- si
no se ha encontrado antes el Ser. Las filosofías existencialistas que entraron
a la teología conciliar y post conciliar, personalismos, etc., ponen el acento
en la acción del hombre en busca de su ser y su autodeterminación; un nuevo
reflejo de la acción y la victoria de la Revolución en la teología católica…o
ex católica?
La
caridad es la virtud suprema, sin lugar a dudas; sin ella no hay nada que ver
con Dios ni con su plan salvífico en Cristo. Lo aclara muy bien San Pablo.
En el
plano de la caridad esto tiene claras derivaciones y consecuencias.
La relación con Dios, que está primero que todo, es lo que da vida a todo. El cristiano debe tener relación con Dios antes de pretender servir y dar amor al prójimo. De otra manera, cae en el abismo que mencionamos: activismo inmanentista, horizontalismo craso vaciado de sobrenaturalidad y trascendencia.
La relación con Dios, que está primero que todo, es lo que da vida a todo. El cristiano debe tener relación con Dios antes de pretender servir y dar amor al prójimo. De otra manera, cae en el abismo que mencionamos: activismo inmanentista, horizontalismo craso vaciado de sobrenaturalidad y trascendencia.
Jesús Nuestro Señor es claro en el Evangelio sobre cual es el Primer
Mandamiento: Amáras al Señor tu Dios con toda tu fuerza….
El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo.
Hay un Primero y un segundo; el segundo es semejante, pero depende del
Primero.
Sin recibir del Señor las virtudes teologales, en vano será nuestro
esfuerzo en el servicio. Vanidad y correr tras el viento.
Luego hay un feed back entre ambos, PERO HAY UN PRIMERO Y UN SEGUNDO; Y
EL PRIMERO DA VIDA AL SEGUNDO, A TODOS LOS DEMÁS.
Así lo ha sabido siempre la Tradición y el Magisterio de la Iglesia,
hasta antes del Modernismo invasor.
Dios está primero y el hombre después. Sin Dios primero no hay bien para
el hombre.
Esto se ve cláramente en el episodio de Marta y María, (Lc 10 38ss):
María es la que contempla y escucha, quieta, al Señor, enfocando su atención en
Él. Marta, por el contrario, absorbida por el servicio (comillas disponible),
no repara en que primero debe cargar las baterías con el amor del Señor, para
después entregarse a un servicio fructífero.
¿El Señor hace diferencia entre ambas? ¡Claro que la hace! Reprende a
Marta por su activismo y elogia a María por su contemplación, POR DARLE
PRIMACÍA A LO VERTICAL: A ÉL MISMO.
MARÍA, la enfocada hacia el Señor, la que da prioridad a lo Vertical, a
lo Trascendente, a lo Sobrenatural de la relación con el Señor, TIENE LA MEJOR
PARTE QUE NO LE SERÁ QUITADA.
En cambio Marta, recibe las serias palabras: ¡Marta, Marta! ¡Te afanas
por muchas cosas, pero una sola es la importante!
Marta -el servicio horizontal, el segundo mandamiento- debe ubicarse,
armonizarse, dependiente de María: la relación vertical con Dios: el Primer
Mandamiento y solo así será fructífera.
María es el ser y Marta el hacer. Queda totalmente claro cual es la
primacía. La Gran Santa Teresa de Ávila ha marcado muy bien que hay que
armonizar a María y Marta para servir al Señor: esta armonización es poner a
María, la contemplación, el encuentro con el Señor, el ser, delante de Marta,
el hacer, la actividad, el servicio.
Por otro lado, citemos al genial y eternalmente actual San Juan de la
Cruz, sobre este tema:
<<Adviertan,
pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñír al mundo con sus
predicaciones y obras exteriores, que mucho más progreso harían […] si gastasen
siquiera la mitad de este tiempo en estarse con Dios en oración… Cierto
entonces harían más y con menos trabajo con una hora que con mil, mereciéndolo
su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales con ella; porque de otra
manera, todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aún a
veces daño.>>
La cosa debería estar clara: Primero el Primer Mandamiento; si ese
mandamiento es cumplido, el segundo saldrá como por un tubo (expresión
argentina que denota eficacia, expeditividad, lubricación de engranajes de la
máquina….)
Una vez cargados de amor e inspiración por el Amor a Dios, el amor al
prójimo y un servicio eficaz van juntos.
Si se pierde este principio elemental, se cae en el activismo vacuo y
dañino, vacío de bien y de Dios; en el oenegenismo, en el mero llevar
sonrisas a la periferia….Nadie puede dar amor y servicio cristiano en
serio, si lo no consiguió primero del Señor en una relación vertical auténtica.
Nadie puede dar lo que no tiene.
Lo decimos una vez mas: Primero lo primero; luego lo segundo sale
naturalmente.
Un cristiano que ama a Dios y vive este amor en un culto sano; que
conoce la Palabra, -en Escritura, Tradición y Magisterio- la lee y medita
permanentemente con rectitud de intención buscando la Verdad, que vive los
Sacramentos, que ora privadamente con fervor y seriedad, SIEMPRE VA A OFRECER
UN SERVICIO VALIENTE, EFICAZ Y DESINTERESADO AL PRÓJIMO, AL MUNDO.
Luego ese servicio refuerza y es indicador de que el Primer Mandamiento
se cumple. Hay una retroalmientación entre ambos: entre la verticalidad, que
permite la difusión del amor de Dios en lo horizontal, y esto último que
refuerza el amor vertical y la relación con Dios.
Las tendencias de activismo vacío, dañino, el oenegenismo inmanentista,
la estomacalización de la Fe, tan característicos de estos tiempos, se debe al
oscurecimiento del Principio elemental de la Prioridad de Dios; del
Teocentrismo; de la Primacía de la relación vertical con Dios; de la primacía
de Dios al fin y al cabo.
La Santísima Virgen contemplaba los misterios de Cristo y guardaba todas
las cosas en su corazón. Dios primero, el Ser.
Centremos nuestra atención y fervor, como la Santísima Virgen y María de Betania, en el Señor, que Él nos
inspirará y fortalecerá en el servicio y el amor al prójimo y de esa manera
nuestro esfuerzo tendrá fruto delante de Dios y servirá para lo salvable del
mundo.
NOTAS:
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