sábado, 5 de octubre de 2019

XVII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


XVII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
II clase, verde
(Gloria, Credo y prefacio de la Santísima Trinidad)

PROEMIO LITÚRGICO

"Amarás al Señor tu Dios, y al prójimo como a ti mismo". He ahí el precepto del amor de Dios y del prójimo, del amor práctico que la Epístola y el Evangelio nos inculcan. En amar a Dios y a los hermanos consiste toda la ley y los profetas.
La fe en Dios, que se comunica a los hombres y los consagra a un mismo destino sobrenatural, fundamente la caridad fraterna.
Practicándola podremos exclamar algún día con Tobías, a1 recobrar la vista del cuerpo y atisbar con los ojos sobrenaturales del alma la dicha del reino mesiánico: "Oh Jerusalén! Con luz espléndida brillarás, y todos los confines de la tierra te adorarán. Naciones de muy lejos vendrán ti y, trayendo presentes adorarán en ti al Señor... Todas las plazas serán pavimentadas con piedras blancas y puras, y se cantará en tus calles: ¡Aleluya!...".
Tal es la Jerusalén celestial, y aun el reino de Dios en la tierra, la Iglesia santa, católica, apostólica y romana. "Quien la bendice será bendito." Todos sin excepción son llamados a ella para "formar un solo cuerpo" el cual va animado de "un solo Espíritu " que es el mismo Espíritu Santo, infundido el día de Pentecostés: "Hay una sola y misma esperanza, una fe, un bautismo". (Ep.).
Cristo Jesús, su divino fundador y cabeza, que el día de su Ascensión puso a sus enemigos por peana de sus pies, a modo de los antiguos vencedores, "sea bendito en los siglos de los siglos". (Ep.)

Los juicios de Dios son siempre justos: ya sea que confunda a los orgullosos, ya que exalte a los humildes (Introito) por eso le pedimos que haga resplandecer sobre nosotros su infinita misericordia. Pero el obstáculo más grande que se opone a que lo experimentemos es la envidia del maligno espíritu. Unámonos a las oraciones a las de la Iglesia (colecta), que implora esta asistencia sobrenatural que tanto necesitamos para evitar el contagio impuro del diablo. San Pablo nos exhorta (Epístola) a que obremos dignamente según la vocación a que hemos sido llamados, es decir, que procuremos la caridad y unión con nuestros hermanos. Para que reine esta unión y amor, nos recuerda la necesidad de tres virtudes: la humildad, la mansedumbre y la paciencia.
La humildad, haciéndonos conocer nuestros propios defectos, hará que nos pospongamos a todos; la mansedumbre y la paciencia nos darán más fuerzas para sobrellevar benignamente las imperfecciones de nuestros próximos, y así siempre viviremos en paz y unión con ellos, cumpliendo el precepto del amor al prójimo, que nos recuerda hoy el santo Evangelio. (1)

TEXTOS DE LA SANTA MISA 

INTROITO  Salmo 143, 137. 124. 1
JUSTUS ES, Dómine, et rectum judícium tuum: fac cum servo tuo secúndum misericórdiam tuam. V/. Beáti immaculáti in via: qui ámbulant in lege Dómini. V/. Glória Patri.
JUSTO SOIS, Señor, y rectos vuestros juicios: mostrad con vuestro siervo vuestra gran misericordia. V/. Dichosos los que viven sin pecado; los que observan la ley del Señor. V/.  Gloria al Padre.  
COLECTA
DA, QUǼSUMUS, Dómine, pópulo tuo diabólica vitáre contágia: et te solum Deum pura mente sectári. Per Dóminum…
DA, SEÑOR, a tu pueblo, evitar las asechanzas del demonio, y seguirte a ti, único Dios, con puro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo…
EPISTOLA  Ef 4, 1-6.

LÉCTIO EPÍSTOLÆ BEÁTI PAULI APÓSTOLI AD EPHÉSIOS.
Fratres: Obsecro vos ego vinctus in Dómino, ut digne ambulétis vocatióne qua vocáti estis, cum omni humilitáte, et mansuetúdine, cum patiéntia subportántes ínvicem in caritáte, sollíciti serváre unitátem spíritus in vínculo pacis. Unum corpus, et unus spíritus, sicut vocáti estis in una spe vocatiónis vestræ. Unus Dóminus, una fides, unum baptisma. Unus Deus, et Pater ómnium, qui est super omnes, et per ómnia, et in ómnibus nobis. Qui est benedíctus in sǽcula sæculórum. Amen.
R/. Deo gratias.
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS.
Hermanos: Yo, el prisionero por Cristo, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Bendito sea por los siglos de los siglos. Amén.
GRADUAL Sal 32, 12. 6. 101, 2
BEÁTA GENS, cujus est Dóminus Deus eórum: pópulus, quem elégit Dóminus in hereditátem sibi. V/.Verbo Dómini cæli firmáti sunt: et spíritu oris ejus omnis virtus eórum.

ALLELÚIA, ALLELUIA. V/. Dómine exáudi oratiónem meam, et clamor meus ad te véniat.  Allelúja.
DICHOSA LA NACIÓN cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él escogió por heredad. V/.La palabra del Señor hizo los cielos, el aliento de su boca, sus ejércitos.

ALELUYA. ALELUYA. V/. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti. Aleluya.
EVANGELIO  Mt 22, 34-46

SEQUENTIA SANCTI EVANGELII SECUNDUM MATTHǼUM.
In illo témpore: Accessérunt ad Jesum pharisǽi: et interrogávit eum unus ex eis legis doctor, temptans eum: "Magíster quod est mandatum magnum in lege?" Ait illi Jesus: "Díliges Dóminum Deum tuum ex toto corde tuo, et in tota ánima tua, et in tota mente tua. Hoc est máximum et primum mandátum. Secúndum autem símile est huic: díliges próximum tuum sicut te ipsum. In his duóbus mandátis univérsa lex pendet, et prophétæ." Congregátis autem pharisǽis, interrogávit eos Jesus, dicens: "Quid vobis vidétur de Christo? cujus fílius est?" Dicunt ei: "David." Ait illis: "Quomodo ergo David in spíritu vocat eum Dóminum, dicens: 'Dixit Dóminus Dómino meo, sede a dextris meis, donec ponam inimícos tuos scabéllum pedum tuórum'? Si ergo David vocat eum Dóminum, quómodo fílius ejus est?" Et nemo póterat respondére ei verbum: neque ausus fuit quisquam ex illa die eum ámplius interrogáre.
R/. Laus tibi, Christe.
LECTURA DEL SANTO EVANGE-LIO SEGÚN SAN MATEO.
En aquel tiempo los fariseos se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó, para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. "Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas. Y mientras; estaban reunidos los fariseos, Jesús les preguntó: ¿Qué pensáis del Mesías? ¿De quién es hijo? Ellos contestaron: De David. El replicó: Pues, ¿cómo David, inspirado, le da el título de Señor, cuando dice: "Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos un escabel para tus pies”? Pues entonces, si David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? Ninguno pudo responderle una palabra. Y desde aquel día nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
CREDO
OFERTORIO Dan 9, 17- 19
ORÁVI DEUM meum ego Dániel, dicens: "Exáudi, Dómine, preces servi tui: illúmina fáciem tuam super sanctuárium tuum: et propítius inténde pópulum istum, super quem invocátum est nomen tuum, Deus."
YO, DANIEL, rogué a mi Dios, diciendo: Escuchad, Señor, las oraciones de vuestro siervo; ilustrad con el resplandor de vuestro rostro el santuario; y atended propicio a vuestro pueblo, sobre el cual, Dios mío, ha sido invocado vuestro Nombre.
SECRETA
MAJESTÁTEM TUAM, Dómine, supplíciter deprecámur: ut hæc sancta, quæ gérimus, et a prætéritis nos delíctis éxuant, et futúris.  Per Dóminum.
HUMILDEMENTE ROGAMOS, Señor, a vuestra Majestad, que estos santos  Misterios que celebramos nos libren de los pecados pasados y futuros. Por Nuestro Señor Jesucristo.
PREFACIO DE SANTÍSIMA TRINIDAD
VERE DIGNUM et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:
EN VERDAD es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN    Sal 75, 12-13
VOVÉTE, ET RÉDDITE Dómino Deo vestro omnes, qui in circúitu ejus affértis múnera: terríbili, et ei qui aufert spíritum príncipum: terríbili apud omnes reges terræ.
CUMPLID VUESTROS VOTOS y presentad los al Señor Dios vuestro, que todos en torno de Él traigan ofrendas al Dios terrible, que quita el aliento a los príncipes; al Dios terrible sobre todo rey terrenal.
ORACIÓN POSTCOMUNIÓN

SANCTIFICATIÓNIBUS TUIS, omnípotens Deus, et vítia nostra curéntur, et remédia nobis ætérna provéniant. Per Dóminum.
CON ESTOS MEDIOS de santificación, oh Dios omnipotente, queden curados nuestros vicios y nos procuren los celestiales remedios. Por Nuestro Señor Jesucristo.




COMENTARIO

Como habitualmente, reproducimos el comentario del Padre Castellani; también compilamos comentarios de los Santos Padres y luego haremos algunas consideraciones sobre temas que juzgamos de actualidad.

COMENTARIO DEL PADRE CASTELLANI

DOMINGO DECIMOSÉPTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS [Mt 22, 34-46] Mt 22, 34-40 Los sabihondos europeos que hoy día no quieren aceptar a Cristo y desean cortar a la Europa las propias raíces, han inventado como pretextos diversas historias; una de lo más risueña es que “en el Evangelio al fin final no hay nada nuevo”. Todo lo que Cristo predicó se hallaba ya en el Oriente; lo que hizo el “genial Nazareno” fue constituir una especie de mezcla (sincretismo la llaman) de los resultados últimos de la “evolución religiosa” de la Humanidad. Curiosamente, esa mezcla cuajó en un cemento más fuerte y más pulido que el mármol. Hay incluso un santón hindú llamado Ramakhrishna –fundador de una secta teosófica muy activa hoy día que esa sí es una mezcla de hinduismo y cristianismo averiado– el cual se atrevió a afirmar que Cristo estuvo en la India de los 19 a los 29 años y allí aprendió Su doctrina: sin ninguna prueba y a retropelo de las pruebas históricas en contrario. Netamente imposible. El evangelio de hoy (Mt XXII, 34) versa sobre el Mandamiento Máximo y Mejor, promulgado categóricamente por Cristo y seguido de una afirmación implícita y polémica de que El era más-que-hombre. El Mandamiento Máximo y Mejor es el Precepto del Amor Cristiano, que es un “estreno absoluto” –como dicen ahora– en la humanidad. Examinando con serenidad la historia de las religiones, se ve que siempre fueron los Hebreos los que en lo religioso llegaron más lejos; y que ellos, como se ve en este evangelio, habían llegado, en tiempos de Cristo, a una aproximación del Amor Cristiano, vaga, pálida y dudosa. Los demás “mandatos o consejos de amor”, incluso los de Budha Sidyarta Gautama y su escuela, no son más que una asonancia y como lejana semejanza de palabras. El sentido es del todo diverso. La discusión acerca del Mandato Máximo y Mejor estaba candente en Israel; porque era entonces necesaria. La Ley Mosaica, por obra de los Talmudistas y los Intérpretes y los Casuistas, se había complicado y ramificado de una manera imposible: en definitiva no se sabía lo que había que hacer, porque la polvareda de preceptos pequeños y opiniones divergentes lo oscurecía todo. Había que encontrar un resumen de la Ley; había que encontrar el espíritu, el centro y el hilo conductor. Un hebreo que hiciera caso a los casuistas no podía ni moverse en día Sábado, por ejemplo: si se me cae el escritorio con todo lo que hay encima en día Sábado ¿puedo levantarlo sin incurrir en las iras de Jehová? En la parábola del Buen Samaritano, que hemos visto y también en este evangelio, vemos adónde había llegado la discusión teológica. Los mejores entre los fariseos habían llegado a la conclusión de dos mandatos fundamentales: amar a Dios y amar al prójimo: sólo había que ver todavía qué cosa se entendía por amor y qué cosa por prójimo; por lo demás, esa conclusión era contestada acremente por los literalistas de la Ley y con mucho fundamento: estaba fuera del “espíritu general” de la ley mosaica, y se apoyaba en textos sueltos... Jesucristo definió los dos términos dudosos y fundió los dos mandatos en uno; y así lo sublimó, todo, a una altura moral antes inconcebible. Ésa es la esencia del cristianismo. Adolph Harnack escribió un libro célebre La Esencia del Cristianismo; y después Karl Adam otro y Loisy otro... La esencia del cristianismo es el Padre Celestial, la esencia es la interioridad, la esencia es la Parusía.... etcétera. Cuentos. La esencia del cristianismo está en este evangelio. Cristo se proclama Dios y da a la Humanidad un mandato que sólo Dios podría inventar... Es sobrenatural; está más allá de las facultades del hombre tal como las conocemos; para poder cumplirlo hay que recurrir a Dios. Hay una diferencia entre los dos Doctores de la Ley que van a pedir a Cristo la solución de esta Cuestión Suprema. El uno parece menos bien dispuesto: Cristo lo interroga a su vez, le narra una parábola y al final le dice: “Ya que lo sabes, ahora vete y haz misericordia.” A estotro Cristo le responde lisa y llanamente, y él se dispara en una glosa – esto está en San Marcos, XII– que lo pinta como entusiasmado por la respuesta: “Efectivamente. Verdad. Así es. Éstos dos son. No hay otros. Esto vale más que los holocaustos y los sacrificios...”, etcétera. Cristo lo aprueba amorosamente: “No estás lejos tú del Reino de Dios.” Había venido porque había oído decir que “”Éste” responde a todo y nadie lo da vuelta.” Al final del episodio anota Marcos que “Nadie se abrevió a preguntarle mas. Empezó Jesús a preguntar a su vez, terminado ya exitosamente su propio “examen”. Los pueblos orientales –todos los pueblos de estilo oral– aman esta especie de contrapuntos: lo mismo que nuestros pasados paisanos a los payadores, que son reliquias del estilo oral. Recordemos el contrapunto de Martín Fierro y el Moreno. Pero ésta nuestra payada doble, ya literaria, versa sobre preguntas abstractas y lejanas; y los contrapuntos que nos reporta el Evangelio –y que se hacían con solemnidad religiosa y en una especie de cantinela, escuchando y fallando la corona de oyentes se refieren a cuestiones concretas y candentes, incluso cuestiones personales como el problema de Cristo. Aquí Cristo les arroja el versículo del profeta David que dice: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra - Mientras pongo a tus enemigos como escaño de tus pies.” La pregunta: “¿Quién eres tú pues?” tantas veces hecha, surgía naturalmente después de oír a Cristo haciendo ley y abriendo nada menos que a un Doctor, nada menos que la puerta del Reino. “–¿De quién habla aquí el Profeta? –Del Rey Mesías, evidente. –Yo soy el Mesías. Ahora decidme, ¿puede un hijo ser señor de su padre? –No. –¿No es el Mesías hijo de David? –Sí –Sí. –¿Cómo es pues que David lo llama “Señor”? –No sabemos. No sabemos nada. No sabemos ni una palabra.” “Y desde aquel día, nadie osaba cuestionarlo”, es decir desafiarlo a contrapuntos. La confesión de ignorancia dolía. Y era ignorancia fingida. La conclusión aquí era clara: el Mesías será más-que-hombre, puesto que será Señor del Rey David su padre. No sólo David lo llama “Señor”, sino que Dios “lo sienta a su derecha”. Eso significa en Oriente participación pareja en la Reyecía: la Reina se sentaba en un trono a la derecha del Rey. Aquí estaba indicada, pues, una participación en la Divinidad. Cristo la afirma y se la adjudica audazmente. Los Doctores callan. Ésta es la promulgación solemne del Cristianismo, la esencia de su Dogmática y de su Moral: dos misterios inmensos. A los que dicen “no hay nada nuevo en el Evangelio” podría preguntárseles si espigar lo más excelso de la moral universal, cifrarlo en un solo punto, hacerlo practicable y practicarlo, y morir crucificado en su defensa, si eso les parece nada. Pero hay más, infinitamente más que eso. El Amor Cristiano es una novedad absoluta. Hoy día lo encontramos sólo en islotes aislados; la generalidad del mundo ha rechazado de hecho el Mensaje; y aun en el seno de la Iglesia flaquea. Parecería que no es así, se habla de “amor” por todas partes, se pondera el amor del prójimo, se multiplican las obras oficiales de beneficencia, se defiende –con las armas y en guerras terribles– la “Civilización Cristiana”. Pero son palabras y no obras, sentimentalismos, “el dulce Nazareno”, “el amable Rabbí Galilea”, el “mensaje del amor a todos” que propala inclusive el obsceno Ramakrishna: una inundación de jarabe y moralina. Hay caridad en la Iglesia y la habrá siempre, gracias a Dios; pero ¡cuan oprimida y rala está! La convivencia está atacada, la amistad está adulterada, la misericordia está falseada, y el odio y la aversión paganos se han desatado en el mundo. No soy pesimista: “experto crede Ruperto”, lo conozco en carne propia. El amor cristiano se ha aguado y se parece al amor al prójimo que había antes de Cristo, y que nos echan en cara estos “orientalistas”, como un “precedente oriental”. Distinguir estos dos amores al prójimo es posible y fácil. El gran escritor C. S. Lewis, en tres conferencias hechas en la Universidad de Durham sobre el tao (o sea la ley moral universal, como la designan en China) y sobre la Abolition of Man (o sea la gran apostasía actual) recogió una antología de los preceptos morales de todos los libros sagrados del mundo, para probar que la moral hebrea continuada por la cristiana está enraizada en la misma natura moral del hombre, y en su tradición milenaria. Leyéndola salta a los ojos la diferencia entre el amor al prójimo de las religiones antiguas y la caridad enseñada con obras y con palabras por Cristo y sus discípulos. Brevemente: los estoicos proclamaron sí que no había extranjeros y que la patria del hombre era todo el mundo, como Mario Bravo; pero era una manera de rechazar o despreocuparse de la propia patria más bien que amor al foráneo, al extraño, al enemigo: a lo socialista actual. Lao-Tsé y Confucio predican el perdón y la gentileza; pero no es el amor, es una benevolencia general y más bien una táctica de defensa y prudencia: es un amor-timidez, sin arrojo y sin fortaleza. El Bhuda Gautama, su antecesor, es el que más claramente predica el amor a todos los hombres, aun a los más bajos y despreciados. Pero hay que saber lo que es el amor budista el se extiende a los animales y a las plantas, está fundado en el desprecio de todo lo visible. El Budismo quiere suprimir el dolor por la supresión del deseo, por el ahogamiento de todo lo terrenal en el Nirvana; su amor al prójimo es una especie de gimnasia para la supresión del amor a sí mismo. ¿Qué me importa que me ames como a ti mismo, si no te amas nada a ti mismo? Budha me ama a mí como a su gato; y ama a su gato como a un fantasma: lo sensible para el budista no tiene realidad, es una apariencia, la Maia o Gran Ilusión. Un budista japonés convertido decía a Paul Claudel: “Lo que me asombró en el cristianismo es que no sólo ama al hombre, sino que “lo respeta”.” Profunda palabra. El amor universal del Budha es gélido, interesado, egoísta; como en los estoicos, es una indiferencia cansada y despreciativa. No respeta al hombre. ¿Y qué es un amor sin respeto? Pero ¿y los hebreos? Los hebreos como hemos visto no se atrevían a extender el concepto de prójimo hasta a los enemigos; ni la amistad hasta dar la vida por el amigo. Los salmos de David están llenos de tremendas imprecaciones vengadoras contra el enemigo. “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión”..., así habla el Éxodo. “Tú has de devorar todos los pueblos que el Señor tuyo te dará en tu poder. No se enternezca sobre ellos el ojo tuyo”, así habla el Deuteronomio... “Amarás a “tu amigo” como a ti mismo”, era lo más a que llegaron los Deutero-Profetas. Eso era todo. Todo alrededor se extendía –Asiria, Egipto, Roma– la inconmensurable crueldad pagana. El amor que ensenó Cristo “es paciente y es benigno, no es celoso, no es sacudido, no se hincha, no es codicioso, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa torcido, no se alegra del daño y se conalegra en el gozo: todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta... El nos reúne todos en un cuerpo, con la vida común de los miembros de un cuerpo, en la Cabeza, que es Cristo”, dice San Pablo (I Cor XIII, 4-7; 12).

SANTOS PADRES
 Evangelio según san Mateo, 22:34-40 

Mas los fariseos cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a consejo; y le preguntó uno de ellos, que era doctor de la ley, tentándole: "Maestro, ¿cuál es el grande mandamiento en la ley?" Jesús le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, de todo tu corazón y de toda tu alma y de todo tu entendimiento. Este es el mayor y el principal mandamiento. Y el segundo, semejante es a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas". (vv. 34-40)
San Jerónimo
Como los fariseos habían sido confundidos en la presentación de la moneda, y vieron que se había levantado una facción en la parte contraria, debían con esto haberse decidido a no presentar nuevas asechanzas. Pero la malicia y la envidia fomentan muchas veces el atrevimiento. Por esto dice: "Mas los fariseos cuando oyeron que había hecho callar", etc.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Jesús impuso silencio a los saduceos, queriendo demostrar que la luz de la verdad había hecho enmudecer la voz de la mentira. Así como es propio del hombre justo callar cuando es tiempo de callar, y hablar cuando se debe hablar, pero nunca enmudecer, así también es propio de los doctores de la mentira, enmudecer en cuanto a la cuestión, pero no callar.
San Jerónimo
Los fariseos, por lo tanto, y los saduceos que eran enemigos entre sí, están conformes en cuanto se trata de tentar a Jesucristo, unidos por un mismo fin.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Sin duda se pusieron de acuerdo los fariseos para vencer por medio del número a quien no habían podido vencer por medio de razones y se confiesan destituidos de verdad cuando apelan a la muchedumbre. Decían, pues, entre sí: que hable uno solo por nosotros, y nosotros hablemos por medio de él, y si vence, apareceremos como que hemos vencido todos. Y si queda confundido, lo será él solo. Por esto sigue: "Y le preguntó uno de ellos", etc.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Todo el que pregunta a algún sabio, no para aprender, sino para examinarlo, debemos creer que es hermano de aquel fariseo, según lo que dice por San Mateo: "Lo que hicisteis con uno de mis pequeñuelos, lo hicisteis conmigo" ( Mt 25,40).
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,73
No llame la atención que San Mateo diga aquí que hubo un tentador que interrogó a Jesús. San Marcos omite esta parte, pero al final del pasaje concluye diciendo que el Señor Jesús le dijo con toda sabiduría: "No estás lejos del reino de Dios" ( Mt 12,34). Pues puede suceder muy bien que, aun cuando alguien se aproxime al Señor con intención de tentarlo, obtenga de El una respuesta que le aproveche. Y verdaderamente no debemos mirar a la tentación como mala e hija de uno que quiere engañar a su enemigo, sino más bien como causa con que se quiere examinar a quien no se conoce; no en vano está escrito: "Que el que cree fácilmente, es porque tiene un alma ligera" ( Ecle 18,4). Lo que pregunta, es lo que se dice a continuación: "Maestro, ¿cuál es el grande mandamiento de la ley?"
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Decía Maestro, como tentándolo, porque no pronunciaba estas palabras como discípulo del Salvador. Por lo tanto, si alguien no aprende algo del divino Verbo, ni se entrega a El con toda su alma, aunque le dice Maestro, es hermano del fariseo, que tienta a Jesucristo. Cuando se leía la ley antes de la venida del Salvador, quizá se inquiría cuál era el mandamiento grande en ella; y no lo hubiese preguntado el fariseo si no se hubiese cuestionado esto mucho tiempo, no habiéndole encontrado solución hasta que viniese Jesucristo a enseñarlo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Le preguntaba acerca del mandato grande quien no cumplía ni aun el más pequeño. Debe preguntar acerca del progreso de la santidad, aquel que ya viene observando algo que pueda conducir a ella.
San Jerónimo
No le pregunta acerca de los mandamientos, sino cuál sea el mandato primero y más grande. Porque como todo lo que Dios manda es grande, cualquier cosa que responda servirá para calumniarle.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
El Señor, para humillar con su primera contestación la conciencia engañosa del que le preguntaba, respondió así: "Amarás al Señor tu Dios", etc. Amarás, dijo, y no temerás, porque amar es más que temer; temer es propio de los siervos, y amar es propio de los hijos. El temor procede de la necesidad, el amor, de la libertad; el que sirve a Dios por temor, evita el castigo, es verdad, pero no tiene la gracia de la santidad, puesto que obligado, practica el bien por miedo. No quiere el Señor que le teman los hombres de un modo servil, y como a amo, sino que se le ame como padre, puesto que ha concedido a los hombres el Espíritu de adopción. Amar a Dios de todo el corazón, es tanto como no tener su corazón inclinado al amor de alguna cosa, sino al amor de Dios. Amar a Dios con toda el alma, es tanto como tener un conocimiento ciertísimo de la verdad, y estar firme en la fe; por lo tanto, una cosa es el amor del corazón, y otra el amor del alma. El amor del corazón, es carnal en cierto sentido; en tal concepto amamos a Dios de una manera carnal, lo que no podemos hacer sin abstenernos del amor de las cosas terrenas; por lo tanto, el amor del corazón se siente en el corazón. Pero el amor del alma no se siente, sino que se comprende, porque consiste en el juicio del alma. El que cree que todo bien está en Dios, y que nada bueno está fuera de El, éste le ama con toda su alma. Amar a Dios con toda la mente, es tanto como consagrarle todos los sentidos, y aquél cuyo entendimiento sirve a Dios, y cuya sabiduría se fija en Dios, y cuya inteligencia se ocupa de las cosas de Dios, cuya memoria recuerda lo bueno, puede decirse que ama a Dios con toda su mente.
San Agustín, de doctrina christiana, 1,22
Se te manda que ames a Dios de todo corazón, para que le consagres todos tus pensamientos; con toda tu alma, para que le consagres tu vida; con toda tu inteligencia, para que consagres todo tu entendimiento a Aquel de quien has recibido todas estas cosas. No deja parte alguna de nuestra existencia que deba estar ociosa, y que dé lugar a que quiera gozar de otra cosa. Por lo tanto, cualquier otra cosa que queramos amar, conságrese también hacia el punto donde debe fijarse toda la fuerza de nuestro amor. Un hombre es muy bueno, cuando con todas sus fuerzas se inclina hacia el bien inmutable.
Glosa
De todo tu corazón, esto es, con tu entendimiento; con tu alma, esto es, con tu voluntad; con tu inteligencia, esto es, con tu memoria, a fin de que nada quieras, sientas ni recuerdes, que pueda contrariarle.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Con todo tu corazón, esto es, con toda tu memoria, todas tus acciones y todos tus deseos. Con toda tu alma, esto es, que estén preparados a ofrecerla por la gloria de Dios. Con toda tu inteligencia, esto es, no profiriendo más que lo que pertenezca a Dios. Y ve si puedes someter tu corazón a tu entendimiento por medio del cual conocemos las cosas inteligibles; también tu inteligencia, para manifestarlas, pues con ella las explicamos todas. Por cada una de estas cosas que se dan a conocer, como que crecemos y avanzamos en nuestra mente.
Si el Señor, no hubiese contestado al fariseo que le tentaba, podríamos creer que un mandamiento no es mayor que el otro. Pero el Señor le responde: "Este es el mayor y el primer mandamiento"; en lo que comprendemos que hay diferencia entre los mandamientos, que hay uno mayor y otros inferiores hasta el último. Le responde el Señor, no sólo que éste es el mandamiento grande, sino también el primero: no según el orden con que está escrito, sino según su mayor importancia. Unicamente reconocen la magnificencia y el primado de este mandamiento, aquellos que no sólo aman al Señor su Dios, sino que también le aman con aquellas tres condiciones, a saber: con todo su corazón, con toda su alma y con todo su entendimiento. Le enseñó que no sólo es grande y el primero, sino que también tiene un segundo que se parece a éste. Por esto sigue: "Y el segundo semejante es a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Por lo tanto, si el que ama la iniquidad aborrece su alma ( Sal 10,6), claro está que no ama a su prójimo como a sí mismo, porque ni aun a sí mismo se ama.
San Agustín, de doctrina christiana 1,30
Debe tenerse en cuenta que se ha de considerar como prójimo a todo hombre y que por lo tanto con nadie se debe obrar mal. Si se llama propiamente nuestro prójimo aquel a quien se debe dispensar o de quien debemos recibir oficios de caridad, se demuestra por medio de este precepto de qué modo tenemos obligación de amar al prójimo, y aun comprendiendo también a los santos ángeles, de quienes recibimos tantos oficios de caridad, como podemos ver fácilmente en las Escrituras. Así, el mismo Dios quiso llamarse nuestro prójimo, cuando Nuestro Señor Jesucristo se nos presenta como aquel tullido que se encontraba medio muerto y tendido en el camino ( Lc 10).
San Agustín, de Trinitate, 8,6
El que ama a los hombres, debe amarlos, ya porque son justos, o ya para que lo sean. De este modo debe amarse al prójimo, y así es como se ama al prójimo como a sí mismo, sin peligro alguno; ya porque es justo, o ya para que sea justo.
San Agustín, de doctrina christiana, 1, 22
Si debes amarte a ti mismo, no es por ti, sino por aquél a quien debe encaminarse tu amor, como a fin rectísimo; no se extrañe nadie, si le amamos también por Dios. El que ama con verdad a su prójimo, debe obrar con él de modo que también ame a Dios con todo su corazón.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
El que ama al hombre es semejante al que ama a Dios, porque como el hombre es la imagen de Dios, Dios es amado en él como el rey es considerado en su retrato. Y por esto dice que el segundo mandamiento es semejante al primero.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
El hecho de ser semejante el segundo mandamiento al primero, demuestra que es uno mismo el proceder y el mérito de uno y de otro: no hay pues, amor que aproveche para salvarse como aquel que se tiene a Dios en Jesucristo, y a Jesucristo en Dios.
Prosigue: "De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,33
Dijo que depende; esto es, esta referida allí a donde tiene su cumplimiento.
Rábano
Todo el decálogo está comprendido en estos dos mandamientos: los preceptos primeros afectan al amor de Dios, y los segundos al del prójimo.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Aquel que cumplió todo lo que está mandado, respecto del amor de Dios y del prójimo, es digno de recibir gracias divinas, para que comprenda, que toda la Ley y los Profetas dependen de un solo principio: a saber, del amor de Dios y del prójimo.
San Agustín, de Trinitate, 8, 7
Siendo, pues, dos los preceptos de los cuales dependen la Ley y los Profetas -el amor de Dios y del prójimo- con razón la sagrada Escritura los presenta muchas veces como uno solo. Ya como amor de Dios, según aquello de San Pablo: "Sabemos que a los que aman a Dios todo les sale bien" ( Rom 8,28), ya como amor del prójimo, como dice el mismo Santo; "Toda la ley está comprendida en un solo punto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" ( Gál 5,14). Por lo tanto, como el que ama a su prójimo consiguientemente amará también a Dios, amamos a Dios y al prójimo con la misma caridad, aunque debemos amar a Dios por sí mismo, y al prójimo por Dios.
San Agustín, de doctrina christiana, 1,30,26
Mas, como la esencia divina es mucho más excelente que nuestra naturaleza, se le ama de una manera diferente a como amamos al prójimo, según está mandado. Y si te comprendes a ti mismo y si comprendes también a tu prójimo (esto es, alma y cuerpo), verás que no hay diferencia alguna entre estos dos preceptos: cuando va primero el amor de Dios y está circunscrito al modo con que se le puede amar, le sigue el amor del prójimo para que le ames como a ti mismo; por lo tanto, tu amor a ti no queda excluido de la cooperación a uno y otro amor.

 Evangelio según san Mateo, 22:41-46 

Y estando juntos los fariseos, les preguntó Jesús, diciendo: "¿Qué os parece del Cristo? ¿De quién es hijo?" Dícenle: "de David". Díceles: "¿Pues cómo David en espíritu lo llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga tus enemigos por peana de tus pies. Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?" Y nadie le podía responde palabra: ni alguno desde aquel día fue osado más a preguntarle. (vv. 41-46)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Los judíos, creyendo que Jesús era únicamente hombre, le tentaban; no le hubiesen tentado si hubiesen conocido que era Hijo de Dios. Queriendo Jesucristo manifestar que conocía las torcidas intenciones de los judíos y que a pesar de ser El Dios, no quería decir claramente la verdad, para evitar que tomándolo los judíos como blasfemia se enfurecieran más; ni tampoco callar en absoluto, porque había venido a enseñar la verdad. Por esto, les preguntó de tal manera que la misma pregunta les manifestase quién era El; prosigue: "Y estando juntos los fariseos, les preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué os parece del Cristo?, etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
Primero había interrogado a sus discípulos, sobre qué decían otros del Cristo, y ahora les pregunta qué es lo que ellos dicen. Pero a éstos no les preguntaba del mismo modo, porque hubiesen dicho que era seductor y malo, como a El le consideraban, porque le creían únicamente hombre, le dijeron que era hijo de David. Y esto es lo que sigue: "Dícenle: de David". Y el Salvador, reprendiendo esto, cita al Profeta, manifestando su dominio y la propiedad de la filiación y el testimonio de autoridad procedente del Padre; por esto añade: "Díceles: ¿pues cómo David, en espíritu, lo llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor?", etc.
San Jerónimo
Este testimonio ha sido tomado del Salmo 109 (v.1): es llamado Señor por David, no por haber nacido de él, sino porque nacido del Padre subsistió siempre, anticipándose a su padre según la carne. Y le llama su Señor, no por error de duda, ni por su propia voluntad, sino porque así se lo dicta el Espíritu Santo.
Remigio
Cuando dice: "Siéntate a mi derecha", no debe entenderse que Dios tenga cuerpo para que pueda tener derecha e izquierda, sino que estar sentado a la diestra de Dios, es tanto como tener un honor igual a aquél.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Creo también, que esta pregunta no la hizo contra los fariseos únicamente, sino también contra los herejes, porque según la carne, era hijo de David; pero era Dios, según la divinidad.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
No se contenta con esto, sino que para que le teman, añade: "Hasta que ponga tus enemigos por peana de tus pies"; sin duda para que los guíe.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Dios ciertamente no pone precisamente a sus enemigos por peana a los pies de Cristo para su perdición, sino para su salvación.
Remigio
Cuando dice hasta, se refiere a lo infinito, como desde luego da a conocer: siéntate siempre, y tus enemigos estarán sujetos bajo tus pies eternamente.
Glosa
Que los enemigos sean sometidos por el Padre al Hijo, no manifiesta que haya debilidad en el Hijo, sino unidad de esencia: pues el Hijo sujeta sus enemigos al Padre, porque da a conocer al Padre sobre la tierra ( Jn 17). Concluye hablando de este testimonio con estas palabras: "Pues si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo?"
San Jerónimo
Esta pregunta nos aprovecha hasta hoy contra los judíos; porque los que dicen que el Cristo ha de venir, afirman que es un simple hombre, aunque Santo, de la descendencia de David. Preguntémosles, por lo tanto, como nos enseñó el Señor: si es únicamente hombre, y tan sólo hijo de David, ¿cómo es que David le llama su Señor? Los judíos, para desvanecer la verdad de la pregunta, forjan muchas frivolidades asegurando que procedía de Abraham, cuyo hijo fue Damasco Eliezer ( Gén 14 y 15), y acerca de su persona está escrita en el Salmo, que después de la muerte de los cinco reyes, el Señor Dios había dicho a Abraham: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga", etc. Preguntémosles cómo dijo a Abraham, lo que sigue: de qué modo habría sido engendrado Abraham antes que Lucifer, y cómo hubiese sido sacerdote, según el orden de Melquisedec, por quien Melquisedec habría ofrecido el pan y el vino, y de quien además habría recibido los diezmos del botín.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
Esto dio por terminadas aquellas cuestiones, cerrando así sus bocas; por esto sigue: "Y nadie le podía responder palabra, ni alguno desde aquel día fue osado más a preguntarle". Callaron por entonces aunque contra su voluntad, porque no tenían ya qué decir.
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Si la pregunta de los fariseos hubiese sido hija del deseo de saber nunca les hubiese propuesto tales cuestiones para que no volvieran a atreverse a preguntar.
Rábano
Por esto comprendemos que el veneno de la envidia puede ser vencido pero que difícilmente será extinguido.

LA PRIMACÍA DE LO VERTICAL

LA PRIMACÍA DEL SER SOBRE EL HACER

Como ya lo hemos visto en comentarios de la Palabra y algún video, la Revolución anticristiana, el Mysterium Iniquitatis; esa conspiración contra Cristo que viene desde su misma misión pública -desde la misma Encarnación- y que no cesó después de la Resurrección y  Pentecostés, sino que se intensificó; como lo atestigua San Pablo en sus Cartas y Hechos de los Apóstoles, tiende a desviar al hombre, como individuo y como sociedad, de Dios hacia sí mismo. Trata de sacar a Dios del centro y ponerse al hombre a sí mismo allí. La idolatría del hombre por el hombre mismo es el correlato humano del Non Serviam Luciferino. La Revolución trata de oscurecer la verdad ontológica sobre Dios y el hombre, poniendo el Devenir sobre el Ser; la evolución sobre la Verdad Inmutable; a Heráclito sobre Parménides, si queremos hacer un paralelismo con la filosofía griega. Ya hablamos de los eventos culturales, en la esfera del pensamiento, sociales, políticos y eclesiales que hicieron avanzar la Revolución en la cristiandad en nuestro anterior video sobre El Mal Pastor. Quizás esto mismo, el tema de la Revolución, de para un nuevo video en el futuro pero con mucho mayor detalle. El tema de hoy es precisamente, la necesidad de tener conciencia para aferrarse a ello, de la Primacía de Dios, de la centralidad de Dios y de la dependencia del hombre respecto de él. De esto depende nuestra Fe, nuestra Esperanza, nuestro Amor teologales; de esto depende nuestra permanencia en Cristo y nuestra salvación.

El antropocentrismo e inmanentismo que han cundido en el post concilio por obra de Rhaner, Theilard y la Nouvelle Théologie, los personalistas, el Novus Ordo, ha oscurecido el principio que es lo mas elemental de la Fe, la Religión y la relación con Dios; este principio es tan importante que si no se vive como Dios manda, las derivaciones a la praxis son devastadoras. Que es precisamente lo que ha ocurrido.
La nueva misa conciliar, el Novus Ordo es un reflejo elocuente de la acción e influencia profunda de la Revolución en el II Concilio Vaticano. En la Misa Católica, codificada en Trento, todos miran al Tabernáculo, al Santisimo, al Señor, con el Sacerdote delante oficiando como primicia del Cuerpo Místico y del pueblo fiel concreto, en una bella imagen cargada de Verdad Eterna, de intemporalidad trascendente. La centralidad de Cristo es clara, diáfana.
En el Novus Ordo, misa concebida para ser intercambiable con herejes y cismáticos en la concepción del ecumenismo irenista y el nuevo humanismo que entusiasmó al Concilio, se ha separado brutal, sacrílegamente, el Tabernáculo del Altar; este último se convirtió en una mesa, y el Santísimo queda a espaldas del Sacerdote o al costado, insignificante, mientras los hombres se miran entre sí. La imagen es mas que elocuente. Todo un símbolo.
Yendo de lleno a nuestro tema, El Principio de la primacía de lo Vertical, de lo Trascendente, del Teocentrismo.
En la concepción cristiana, que es la concepción de la Verdad, el Ser es el centro; el Ser es central, antes que el Devenir, y también que  el Hacer. No se puede hacer nada -valioso- si no se ha encontrado antes el Ser. Las filosofías existencialistas que entraron a la teología conciliar y post conciliar, personalismos, etc., ponen el acento en la acción del hombre en busca de su ser y su autodeterminación; un nuevo reflejo de la acción y la victoria de la Revolución en la teología católica…o ex católica?
La caridad es la virtud suprema, sin lugar a dudas; sin ella no hay nada que ver con Dios ni con su plan salvífico en Cristo. Lo aclara muy bien San Pablo.
En el plano de la caridad esto tiene claras derivaciones y consecuencias.
La relación con Dios, que está primero que todo, es lo que da vida a todo. El cristiano debe tener relación con Dios antes de pretender servir y dar amor al prójimo. De otra manera, cae en el abismo que mencionamos: activismo inmanentista, horizontalismo craso vaciado de sobrenaturalidad y trascendencia.
Jesús Nuestro Señor es claro en el Evangelio sobre cual es el Primer Mandamiento: Amáras al Señor tu Dios con toda tu fuerza….
El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo.
Hay un Primero y un segundo; el segundo es semejante, pero depende del Primero.
Sin recibir del Señor las virtudes teologales, en vano será nuestro esfuerzo en el servicio. Vanidad y correr tras el viento.
Luego hay un feed back entre ambos, PERO HAY UN PRIMERO Y UN SEGUNDO; Y EL PRIMERO DA VIDA AL SEGUNDO, A TODOS LOS DEMÁS.
Así lo ha sabido siempre la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, hasta antes del Modernismo invasor.
Dios está primero y el hombre después. Sin Dios primero no hay bien para el hombre.
Esto se ve cláramente en el episodio de Marta y María, (Lc 10 38ss): María es la que contempla y escucha, quieta, al Señor, enfocando su atención en Él. Marta, por el contrario, absorbida por el servicio (comillas disponible), no repara en que primero debe cargar las baterías con el amor del Señor, para después entregarse a un servicio fructífero.
¿El Señor hace diferencia entre ambas? ¡Claro que la hace! Reprende a Marta por su activismo y elogia a María por su contemplación, POR DARLE PRIMACÍA A LO VERTICAL: A ÉL MISMO.
MARÍA, la enfocada hacia el Señor, la que da prioridad a lo Vertical, a lo Trascendente, a lo Sobrenatural de la relación con el Señor, TIENE LA MEJOR PARTE QUE NO LE SERÁ QUITADA.
En cambio Marta, recibe las serias palabras: ¡Marta, Marta! ¡Te afanas por muchas cosas, pero una sola es la importante!
Marta -el servicio horizontal, el segundo mandamiento- debe ubicarse, armonizarse, dependiente de María: la relación vertical con Dios: el Primer Mandamiento y solo así será fructífera.
María es el ser y Marta el hacer. Queda totalmente claro cual es la primacía. La Gran Santa Teresa de Ávila ha marcado muy bien que hay que armonizar a María y Marta para servir al Señor: esta armonización es poner a María, la contemplación, el encuentro con el Señor, el ser, delante de Marta, el hacer, la actividad, el servicio.
Por otro lado, citemos al genial y eternalmente actual San Juan de la Cruz, sobre este tema:
<<Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñír al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más progreso harían […] si gastasen siquiera la mitad de este tiempo en estarse con Dios en oración… Cierto entonces harían más y con menos trabajo con una hora que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales con ella; porque de otra manera, todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aún a veces daño.>>
La cosa debería estar clara: Primero el Primer Mandamiento; si ese mandamiento es cumplido, el segundo saldrá como por un tubo (expresión argentina que denota eficacia, expeditividad, lubricación de engranajes de la máquina….)
Una vez cargados de amor e inspiración por el Amor a Dios, el amor al prójimo y un servicio eficaz van juntos.
Si se pierde este principio elemental, se cae en el activismo vacuo y dañino, vacío de bien y de Dios; en el oenegenismo, en el mero llevar sonrisas a la periferia….Nadie puede dar amor y servicio cristiano en serio, si lo no consiguió primero del Señor en una relación vertical auténtica. Nadie puede dar lo que no tiene.
Lo decimos una vez mas: Primero lo primero; luego lo segundo sale naturalmente.
Un cristiano que ama a Dios y vive este amor en un culto sano; que conoce la Palabra, -en Escritura, Tradición y Magisterio- la lee y medita permanentemente con rectitud de intención buscando la Verdad, que vive los Sacramentos, que ora privadamente con fervor y seriedad, SIEMPRE VA A OFRECER UN SERVICIO VALIENTE, EFICAZ Y DESINTERESADO AL PRÓJIMO, AL MUNDO.
Luego ese servicio refuerza y es indicador de que el Primer Mandamiento se cumple. Hay una retroalmientación entre ambos: entre la verticalidad, que permite la difusión del amor de Dios en lo horizontal, y esto último que refuerza el amor vertical y la relación con Dios.
Las tendencias de activismo vacío, dañino, el oenegenismo inmanentista, la estomacalización de la Fe, tan característicos de estos tiempos, se debe al oscurecimiento del Principio elemental de la Prioridad de Dios; del Teocentrismo; de la Primacía de la relación vertical con Dios; de la primacía de Dios al fin y al cabo.
La Santísima Virgen contemplaba los misterios de Cristo y guardaba todas las cosas en su corazón. Dios primero, el Ser.
Centremos nuestra atención y fervor, como la Santísima Virgen y  María de Betania, en el Señor, que Él nos inspirará y fortalecerá en el servicio y el amor al prójimo y de esa manera nuestro esfuerzo tendrá fruto delante de Dios y servirá para lo salvable del mundo.

NOTAS:
  


PUBLICACIÓN EN ADORACIÓN Y LIBERACIÓN

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