miércoles, 16 de octubre de 2019

LA PRIMACÍA DEL SER SOBRE EL HACER


LA PRIMACÍA DE LO VERTICAL

LA PRIMACÍA DEL SER SOBRE EL HACER

Como ya lo hemos visto en comentarios de la Palabra y algún video, la Revolución anticristiana, el Mysterium Iniquitatis; esa conspiración contra Cristo que viene desde su misma misión pública y que no cesó después de la Resurrección y  Pentecostés, como lo atestigua San Pablo en sus Cartas y Hechos de los Apóstoles, tiende a desviar al hombre, como individuo y como sociedad, de Dios hacia sí mismo. Trata de sacar a Dios del centro y ponerse a sí mismo allí. La idolatría del hombre por el hombre mismo es el correlato humano del Non Serviam Luciferino. La Revolución trata de oscurecer la verdad ontológica sobre Dios y el hombre, poniendo el Devenir sobre el Ser; la evolución sobre la Verdad Inmutable; a Heráclito sobre Parménides, si queremos hacer un paralelismo con la filosofía griega. Ya hablamos de los eventos culturales, en la esfera del pensamiento, sociales, políticos y eclesiales que hicieron avanzar la Revolución en la cristiandad en nuestro anterior video sobre El Mal Pastor. Quizás esto mismo, el tema de la Revolución, de para un nuevo video en el futuro pero con mucho mayor detalle. El tema de hoy es precisamente, la necesidad de tener conciencia para aferrarse a ello, de la Primacía de Dios, de la centralidad de Dios y de la dependencia del hombre respecto de él. De esto depende nuestra Fe, nuestra Esperanza, nuestro Amor teologales; de esto depende nuestra permanencia en Cristo y nuestra salvación.

El antropocentrismo e inmanentismo que han cundido en el post concilio por obra de Rhaner, Theilard y la Nouvelle Théologie, los personalistas, el Novus Ordo, ha oscurecido el principio que es lo mas elemental de la Fe, la Religión y la relación con Dios; este principio es tan importante que si no se vive como Dios manda las derivaciones a la praxis son devastadoras. Que es precisamente lo que ha ocurrido.
La nueva misa conciliar, el Novus Ordo es un reflejo elocuente de la acción e influencia profunda de la Revolución en el II Concilio Vaticano. En la Misa Católica, codificada en Trento, todos miran al Tabernáculo, al Santisimo, al Señor, con el Sacerdote delante oficiando como primicia del Cuerpo Místico y del pueblo fiel concreto, en una bella imagen cargada de Verdad Eterna, de intemporalidad trascendente. La centralidad de Cristo es clara, diáfana.
En el Novus Ordo, misa concebida para ser intercambiable con herejes y cismáticos en la concepción del ecumenismo irenista y el nuevo humanismo que entusiasmó al Concilio, se ha separado brutal, sacrílegamente, el Tabernáculo del Altar; este último se convirtió en una mesa, y el Santísimo queda a espaldas del Sacerdote o al costado, insignificante, mientras los hombres se miran entre sí. La imagen es mas que elocuente. Todo un símbolo.
Yendo de lleno a nuestro tema, El Principio de la primacía de lo Vertical, de lo Trascendente, del Teocentrismo.
En la concepción cristiana, que es la concepción de la Verdad, el Ser es el centro; el Ser es central, antes que el Devenir, y también que  el Hacer. No se puede hacer nada -valioso- si no se ha encontrado antes el Ser. Las filosofías existencialistas que entraron a la teología conciliar y post conciliar, personalismos, etc., ponen el acento en la acción del hombre en busca de su ser y su autodeterminación; un nuevo reflejo de la acción y la victoria de la Revolución en la teología católica…o ex católica?
La caridad es la virtud suprema, sin lugar a dudas; sin ella no hay nada que ver con Dios ni con su plan salvífico en Cristo. Lo aclara muy bien San Pablo.
En el plano de la caridad esto tiene claras derivaciones y consecuencias.
La relación con Dios, que está primero que todo, es lo que da vida a todo. El cristiano debe tener relación con Dios antes de pretender servir y dar amor al prójimo. De otra manera, cae en el abismo que mencionamos: activismo inmanentista, horizontalismo craso vaciado de sobrenaturalidad y trascendencia.

Jesús Nuestro Señor es claro en el Evangelio sobre cual es el Primer Mandamiento: Amáras al Señor tu Dios con toda tu fuerza….
El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo.
Hay un Primero y un segundo; el segundo es semejante, pero depende del Primero.
Sin recibir del Señor las virtudes teologales, en vano será nuestro esfuerzo en el servicio. Vanidad y correr tras el viento.
Luego hay un feed back entre ambos, PERO HAY UN PRIMERO Y UN SEGUNDO; Y EL PRIMERO DA VIDA AL SEGUNDO, A TODOS LOS DEMÁS.
Así lo ha sabido siempre la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, hasta antes del Modernismo invasor.
Dios está primero y el hombre después. Sin Dios primero no hay bien para el hombre.
Esto se ve cláramente en el episodio de Marta y María, (Lc 10 38ss): María es la que contempla y escucha, quieta, al Señor, enfocando su atención en Él. Marta, por el contrario, absorbida por el servicio (comillas disponible), no repara en que primero debe cargar las baterías con el amor del Señor, para después entregarse a un servicio fructífero.
¿El Señor hace diferencia entre ambas? ¡Claro que la hace! Reprende a Marta por su activismo y elogia a María por su contemplación, POR DARLE PRIMACÍA A LO VERTICAL: A ÉL MISMO.
MARÍA, la enfocada hacia el Señor, la que da prioridad a lo Vertical, a lo Trascendente, a lo Sobrenatural de la relación con el Señor, TIENE LA MEJOR PARTE QUE NO LE SERÁ QUITADA.
En cambio Marta, recibe las serias palabras: ¡Marta, Marta! ¡Te afanas por muchas cosas, pero una sola es la importante!
Marta -el servicio horizontal, el segundo mandamiento- debe ubicarse, armonizarse, dependiente de María: la relación vertical con Dios: el Primer Mandamiento y solo así será fructífera.
María es el ser y Marta el hacer. Queda totalmente claro cual es la primacía. La Gran Santa Teresa de Ávila ha marcado muy bien que hay que armonizar a María y Marta para servir al Señor: esta armonización es poner a María, la contemplación, el encuentro con el Señor, el ser, delante de Marta, el hacer, la actividad, el servicio.
Por otro lado, citemos al genial y eternalmente actual San Juan de la Cruz, sobre este tema:
<<Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñír al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más progreso harían […] si gastasen siquiera la mitad de este tiempo en estarse con Dios en oración… Cierto entonces harían más y con menos trabajo con una hora que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales con ella; porque de otra manera, todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aún a veces daño.>>
La cosa debería estar clara: Primero el Primer Mandamiento; si ese mandamiento es cumplido, el segundo saldrá como por un tubo (expresión argentina que denota eficacia, expeditividad, lubricación de engranajes de la máquina….)
Una vez cargados de amor e inspiración por el Amor a Dios, el amor al prójimo y un servicio eficaz van juntos.
Si se pierde este principio elemental, se cae en el activismo vacuo y dañino, vacío de bien y de Dios; en el oenegenismo, en el mero llevar sonrisas a la periferia….Nadie puede dar amor y servicio cristiano en serio, si lo no consiguió primero del Señor en una relación vertical auténtica. Nadie puede dar lo que no tiene.
Lo decimos una vez mas: Primero lo primero; luego lo segundo sale naturalmente.
Un cristiano que ama a Dios y vive este amor en un culto sano; que conoce la Palabra, -en Escritura, Tradición y Magisterio- la lee y medita permanentemente con rectitud de intención buscando la Verdad, que vive los Sacramentos, que ora privadamente con fervor y seriedad, SIEMPRE VA A OFRECER UN SERVICIO VALIENTE, EFICAZ Y DESINTERESADO AL PRÓJIMO, AL MUNDO.
Luego ese servicio refuerza y es indicador de que el Primer Mandamiento se cumple. Hay una retroalmientación entre ambos: entre la verticalidad, que permite la difusión del amor de Dios en lo horizontal, y esto último que refuerza el amor vertical y la relación con Dios.
Las tendencias de activismo vacío, dañino, el oenegenismo inmanentista, la estomacalización de la Fe, tan característicos de estos tiempos, se debe al oscurecimiento del Principio elemental de la Prioridad de Dios; del Teocentrismo.
La Santísima Virgen contemplaba los misterios de Cristo y guardaba todas las cosas en su corazón. Dios primero, el Ser.
Centremos nuestra atención y fervor, como la Santísima Virgen y  María de Betania, en el Señor, que Él nos inspirará y fortalecerá en el servicio y el amor al prójimo y de esa manera nuestro esfuerzo tendrá fruto delante de Dios y servirá para lo salvable del mundo.

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