Hay que conceder que la situación en la Iglesia hoy es crítica, calamitosa y extremadamente compleja; mas allá de que sepamos fírmemente que la Iglesia no sucumbirá jamás a los poderes malignos, por Promesa y Profecía de Cristo.
Muchos se escandalizan y desesperan de encontrar una luz en este túnel poblado de pandemoniums, de apostasía, de degeneración, de blasfemias, profanaciones, sacrilegios y atomización de los bautizados; de signos de victoria de Lucifer.
El viraje insensato, el complejo mesiánico prometeico, las innovaciones delirantes de un Magisterio que no debe ser obedecido, -adhiriéndose y plegándose a la Revolución anticristiana, en el II Concilio Vaticano, con su estrategia de "reconciliación con el Mundo", que implica el abandono de la Verdad Revelada para ser potable al Leviatán, al Sistema, es lo que trajo la apostasía, la crisis, la fragmentación, la confusión y el caos de hoy.
Pero hay una fórmula que permite aferrarse a la Roca de Pedro y la Fe de Cristo: la Fe de la Iglesia de siempre hasta 1962; año hasta el cual el Magisterio se había mantenido fiel a las Fuentes de la Revelación.
Seguro va a aparecer algún neocón, bergogliano o "almendrista", que te tilde de sedevacante. Por las dudas aclaramos que los simpatizantes y fieles de la FSSPX, -y la FSSPX misma-, no somos sedevacantes.
ResponderEliminarEs verdad; no es tan difícil...hay que ir sencillamente a lo seguro; antes del CAOS y la innovación delirante. Hay que ir hasta Pío XII y desechar todo cambio posterior.
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