Primer Domingo de Cuaresma
I clase, morado
No se dice Gloria. Tracto, Credo y
prefacio de Cuaresma
Después de la Introducción Litúrgica y los textos de la Misa,
reproducimos el comentario del Padre Castellani, luego citas de los Santos
Padres y por último nuestro propio comentario.
INTRODUCCIÓN
LITÚRGICA
Toda la liturgia de este domingo es una exhortación a la confianza plena
en Dios. El introito, gradual, ofertorio y comunión, están inspirados en el
salmo de confianza «Qui habitat in adjutorio Altíssimi», Salmo que cantado
enteramente en el tracto de la Misa, inspirará los responsorios breves y
versillos de toda la Cuaresma, dándonos alientos a sostener con valentía el
buen combate. Además ¿no es este combate el mismo, la lucha de Jesús que se
prolonga continuamente en nosotros?Esto sin duda alguna es lo que la Iglesia
quiere darnos a entender, al mostrarnos en el Evangelio de hoy a Jesús luchando
denodadamente con Satanás al prepararse para su vida de ministerio público. Es
su misión peculiar derrotar al demonio, como nos dirá en el Evangelio del
sábado de Pasión; y al mostrarnos la escena presente, quiere que veamos el
fundamento en que se ha de basar nuestra confianza en medio de la lucha. Cristo
ha triunfado y la Iglesia nos enseña que también nosotros podemos vencer,
porque en definitiva, en nosotros y en derredor nuestro, se libra el combate de
Cristo, y por lo que se lucha es por la victoria misma de Cristo: nuestro valor
es el suyo; pero quiere que en esta obra de salvación todos colaboremos con Él.
Emprendamos, pues, llenos de confianza, el buen combate cuyo programa nos traza
el Apóstol en la Epístola. Animémonoscon el pensamiento de que nuestro progreso
en la vida cristiana, es la continuación del triunfo de Cristo en nosotros. El
combate que sostenemos para ello, el mismo que Jesús inauguró al comienzo de su
vida pública. Verdad es que debiéramos ser siempre delante de Dios cual
conviene lo seamos en la fiesta de Pascua; más como esa fortaleza es de pocos,
ya que la flaqueza de la carne nos arrastra a que mitiguemos una observancia
muy austera, y que las distintas ocupaciones de la vida dividen nuestra
solicitud, de ahí que necesariamente el polvo mundanal manche aun a los
corazones religiosos. Resulta, pues, utilísima para nuestra salvación esta
divina institución de la Cuaresma a fin de que estos ejercicios de cuarenta
días nos ayuden a recobrar la pureza de nuestras almas, redimiendo por medio de
piadosas obras y de ayunos las culpas cometidas en los otros tiempos del año.
Más para no dar a nadie el más leve motívo de descontento o escándalo, procuremos
que nuestro modo de obrar no esté en desacuerdo con nuestro ayuno, porque de
nada aprovecha cercenar al cuerpo la comida, si es que el alma no se aparta del
pecado. «En este tiempo favorable, en estos días de salud», purifiquémonos con
la Iglesia (Oración colecta) «por el ayuno, la castidad, la asiduidad en
meditar y oir la divina palabra y por una sincera caridad» (Epístola). (1)
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TEXTOS DE LA MISA
Introito. Salm 90.15-16,1.- Si me invoca, yo le escucharé; le libraré y le glorificaré; le
llenaré de dilatados días. Sal.– Dichoso el que mora al abrigo del
Altísimo, el que descansa a la sombra del Omnipotente. Gloria al Padre.
Colecta.- Oh Dios!, que purificas a tu Iglesia por la observancia anual de
la cuaresma: concede a tu familia que cuanto desea obtener de ti por la
abstinencia, lo consiga con las buenas obras. Por nuestro Señor.
Epístola. 2 Cor. 6.1-10
Hermanos: Os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios.
Porque él dice: Te oí en el tiempo oportuno, y en el día de la salvación te
ayudé. Ha llegado ahora el tiempo favorable, ha llegado el día de la salvación.
No demos a nadie ocasión de escándalo, para que no sea vituperado nuestro
ministerio. Antes en todo mostrémonos como ministros de Dios, con mucha
constancia en las tribulaciones, en las necesidades, en las angustias, en los
azotes, en las cárceles, en las sediciones, trabajos, vigilias y ayunos; con
castidad, ciencia, paciencia y suavidad, por el Espíritu Santo, con caridad sincera,
con palabras de verdad, con fortaleza de Dios, con las armas ofensivas y
defensivas de la justicia, en el honor y el deshonor, en la infamia y en la
buena fama; ya nos tengan por impostores siendo verídicos; por desconocidos,
aunque muy conocidos, por casi moribundos, cuando en
realidad estamos vivos; cual castigados, pero no muertos; como tristes, estando
siempre alegres; como necesitados, aunque hemos enriquecido a
muchos; como gentes que de todo carecen cuando todo lo poseemos.
Gradual Salm.
90.11-12.- Dios mandó a sus
ángeles que te guarden en todos tus caminos. Te llevarán en sus manos, no sea
que tropiece tu pie en alguna piedra.
Tracto Salm. 90.1-7,11-16.- Cántico lleno de promesas. Quien confía en Dios nada ha de temer.
El que mora al abrigo del Altísimo, el que descansa a la sombra del
Omnipotente. Ése dice al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, mi Dios, en
quien confío. Sí, es él quien te librará del lazo del
cazador y de las palabras mortíferas. Bajo sus alas te cubrirá y bajo sus
plumas hallarás cobijo. Su fidelidad es un escudo, una coraza. No temerás los
terrores de la noche. Ni la flecha que vuela de día, ni la peste que camina en
las tinieblas o el contagio que hiere a plena luz. Caerán mil a tu lado, y a tu
derecha diez mil; nada llegará hasta ti. Porque el Señor ha dado a sus Ángeles
la misión de guardarte en todos tus caminos,. Ellos te llevarán en
sus manos, no sea que tu pie tropiece en alguna piedra. Caminarás sobre áspides
y víboras, hollarás con tus pies al león y al dragón. Porque se ha acogido a
mí, yo le libraré; le protegeré puesto que conoce mi nombre. Si me llega a
invocar, le escucharé; en la desgracia me encontraré junto a él. Le libraré y
le glorificaré, le saciaré de largos días, le haré ver mi salvación.
Evangelio. Mat. 4. 1-11.-
En aquel tiempo: Llevó el Espíritu a Jesús al desierto para que allí le
tentase el diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después
tuvo hambre. Y, llegándose a él el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di
que estas piedras se conviertan en panes. Mas Jesús le respondió y dijo:
Escrito está: No de solo pan vive hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios. Entonces le transportó el diablo a la santa ciudad; y púsole
sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí
abajo, porque escrito está: Mandó a sus ángeles cerca de ti, y te tomarán en
sus manos, para que no tropiece tu pie contra alguna piedra. Jesús le dijo:
También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. De nuevo le subió el diablo
a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo, y la gloria de
ellos, y le dijo: Todo esto te daré si, prosternándote, me adorares. Díjole
entonces Jesús: Vete de aquí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu
Dios adorarás, y a él solo servirás. Entonces le dejó el diablo; he aquí
que se acercaron los ángeles y le sirvieron.
Ofertorio. Salm. 90.4-5.- Con sus alas te cubrirá el Señor, y bajo sus plumas hallarás cobijo; su
fidelidad es un escudo.
Secreta.- Te ofrecemos solemnemente, Señor, este sacrificio en el umbral de la
cuaresma, suplicándote que, con la abstinencia de carnes, hagas nos privemos
también de los placeres nocivos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Prefacio de Cuaresma.- En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en
todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que, por el
ayuno corporal, domas nuestras pasiones, elevas la mente, nos das la virtud y
el premio, por Jesucristo nuestro Señor, por quien alaban los Ángeles a tu majestad,
la adoran las Dominaciones, la temen las Potestades y la celebran con igual
júbilo los Cielos, las Virtudes de los cielos y los bienaventurados Serafines.
Te rogamos que con sus voces admitas también las de los que te decimos, con
humilde confesión. Santo
Comunión. Salm. 90.4-5.- Con sus alas te cubrirá el Señor y bajo sus plumas hallarás
cobijo; su fidelidad es un escudo.
Poscomunión.- Restáurenos, Señor, la santa libación de tu sacramento; y,
purificados de los antiguos vicios, nos haga participantes del
misterio de salvación. Por nuestro Señor.
COMENTARIO
Vamos primero con el comentario del Padre Castellani; luego citas
de los Santos Padres y al final nuestro propio comentario:
COMENTARIO DEL PADRE CASTELLANI
DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA (I) [Mt 4, 1-11] Mt 4, 1-11 Nos relata
San Mateo el ayuno de 40 días y las Tres Tentaciones de Cristo. El mismo relato
está resumido en dos versículos en Marcos (I, 12) y, cambiado el orden de las
tentaciones, en Lucas. Este evangelio produce estupefacción. Es difícil y como
increíble: parece un trozo de mitología o cuento de hadas. ¿Cómo es posible
creer hoy día en el negro patas de chivo y alas de murciélago, que puede
agarrar a uno y llevarlo volando al pináculo del Templo de Jerusalén? ¿Cómo es
posible que el diablo tentara al “Menschgott”, a Dios mismo? Y por último, las
tentaciones aparecen como raras, pueriles, fabulosas, cosa de teatro o de cine,
no de la realidad que conocemos. No son tentaciones naturales. Además, ese
ayuno de 40 días y 40 noches sin tomar más que agua, es imposible, no se puede
hacer: “a los 7 días muere el hombre y sufre tormentos como de infierno”,
escribe el intérprete Salmerón, en su Comentario a San Mateo. Empezando por el
Ayuno, en muchos libros de exégesis hay un error paladino que visiblemente los
intérpretes se van copiando unos a otros. El error es éste: un ayuno de 40 días
es naturalmente imposible. Es perfectamente posible, y es conocido en Oriente
como práctica religiosa y terapéutica: Moisés y Elías –entre otros– lo
hicieron. No todos pueden hacerlo, pero yo conozco personalmente en la
Argentina 5 personas que lo han hecho. El P. Salmerón, en el siglo XVI,
escribió sobre el ayuno de Cristo una sarta de errores: que es algo imposible
al hombre, que fue un milagro estupendo, que solamente Dios puede hacer eso...
Si eso fuera verdad, yo sería Dios. Este error, que viene de ignorancia, se
halla incluso en Maldonado en forma implícita; y en forma explícita en
Ricciotti, profesor italiano que escribió una enorme vida de Cristo. Dice
Ricciotti: “E evidente che il fatto é presentato come assolutamente
soprannaturale...”. No es absolutamente sobrenatural; no está presentado como
sobrenatural por el Evangelista; ni eso es evidente ni mucho menos, puesto que
es falso. Pero –alega Ricciotti– el Evangelio dice que al 40° día tuvo
hambre... ¿Luego antes no la tuvo? ¿Y eso no es milagro? No señor, no es
milagro. Los que han hecho un ayuno, aunque sea de cinco días, saben
perfectamente que el hambre desaparece a los tres días –porque se inicia la
autofagia o sea, inversión metabólica del proceso digestivo– y que retorna con
gran fuerza alrededor del 40° (gastrokenosis) pues es de saber que 40 días es
más o menos la vida del glóbulo rojo. Esto se ha sabido siempre en el Oriente y
ahora es sabido en todas partes: excepto de los curas famosos que escriben
vidas de Cristo. En fin, Ricciotti tiene la excusa de que copia a San Ambrosio.
El bueno de San Ambrosio, para explicar esta hambre que vuelve a los 40 días,
aventura la hipótesis estrafalaria de que “Cristo fingió hambre: hizo una pía
fraude con el fin de engañar al diablo...”. ¡Qué ridiculez! ¡Pobre Cristo! ¡Las
cosas que te cuelgan... incluso los santos! Este error de San Ambrosio
proporcionó un argumento a los doketas, una herejía que duró más de 4 siglos
–por lo menos hasta el español Prisciliano en el 380– los cuales decían entre
otras cosas que Cristo fingió siempre: no solamente el hambre, sino su Pasión y
Muerte; porque Cristo no tuvo cuerpo; porque el cuerpo es materia y la materia
es mala. A lo más, tuvo un cuerpo astral, como los fantasmas; como dicen hoy
todavía los espiritistas y los teósofos. Para fingir, fingir grande, podían
decir los doketas: si Cristo fingió el hambre ¿por qué no pudo fingir también
su Pasión y Muerte? Cristo era Dios y Dios no pudo padecer... Cristo fue una
especie de fantasma. Cristo no fingió el hambre, ni fingió nada. Tuvo una
verdadera naturaleza humana. Vivió hombre en medio de los hombres, en su país y
en su época. Y como todos los grandes profetas orientales, se preparó para su
misión haciendo ese ayuno de 40 días riguroso y extremo, que facilita la
oración y la manifestación de la voluntad divina. El mismo Mahoma hizo ese
ayuno, por lo cual instituyó entre los musulmanes el ayuno del Ramadán, que
dura 40 días como nuestra Cuaresma. Dicen los españoles malas-lenguas que
Mahoma trampeó; porque ayunaba de día y comía de noche; como de hecho hacen
todavía hoy los mahometanos. Yo no sé. Pero nada impide que Mahoma, que fue un
gran conductor religioso, que sacó a los árabes de la idolatría, haya hecho
lisa y llanamente el ayuno tradicional sin trampas. Como digo, eso era y es
todavía una práctica religiosa-higiénica vigente entre los orientales. Del
ayuno de Cristo vino la Cuaresma en la Iglesia: hoy día reducida casi a pura
apariencia o fórmula. El ayuno es bueno para la salud y es bueno para la
oración; y la oración es también buena para la salud, ¡y la salud es buena para
todo! Los europeos son menos hepáticos que los argentinos, por ejemplo, sufren menos
enfermedades del hígado, porque la raza europea, disciplinada por la Iglesia,
durante siglos ha ayunado toda la Cuaresma –menos los domingos–. Pero los
españoles tienen “Bula” y los argentinos tienen “Dispensa” para no hacer eso.
¿Por qué? Creo que es porque aquí la Cuaresma cae a contrapelo, cae antes del
invierno, que es cuando no hay que ayunar, porque entonces el cuerpo necesita
reservas. En Europa, la Cuaresma cae antes de la primavera, que es cuando hay
que ayunar, porque el cuerpo entonces, lo mismo que los árboles, tiene
cogüelmo: es decir, un exceso de savia, que es higiénico refrenar y purificar,
para que no ocasione desequilibrios psíquicos y espirituales; e incluso
corporales. Porque el ponerse obeso, por ejemplo, es un desequilibrio corporal;
cuyo único remedio, sobre todo preventivo, es el ayuno, sabiamente practicado.
La ciencia esotérica sacerdotal sabía antaño todas estas cosas; ahora parece
ignorarlas; y ni los médicos ni los sacerdotes parecen conocerlas hoy día.
Porque el ayuno no es indiferente hacerlo de cualquier manera y en cualquier
tiempo: incluso hay que concordarlo con las fases de la luna. Por eso la
Iglesia regula la fecha de la Pascua –y por ende toda la Cuaresma– de acuerdo
al calendario lunar; y por eso la Pascua es una fiesta movible. Entre nosotros,
el ayuno cuaresmal es lo mismo que nada: no está ya ordenado a su fin propio y
es uno de tantos preceptos “incomprensibles y raros” que manda la Iglesia y hay
que obedecerlo “porque sí”: por superstición o rutina. Ésta es una de tantas
“sabidurías” tradicionales que se han perdido. Por eso dice mi amigo don Pío
que somos un pueblo poco sabio. Realmente. El pueblo argentino parece uno de
los pueblos más atolondrados e ignorantes del mundo. Pero es bueno. Es,
hablando con toda exactitud, un pueblo sin educación. Bueno y manso, pero
ineducado. Voy a transcribir aquí una sentencia, sobre la educación, de
Napoleón Bonaparte, pronunciada en una sesión de su Consejo de Estado en 1804,
tal como la tomó el taquígrafo y fue publicada por Marquiset. Dice así: “Hasta
hoy no se ha visto buena educación sino en los cuerpos eclesiásticos. Yo
prefiero ver a los niños de una aldea entre las manos de un hombre que no sabe
más que el catecismo y del cual conozco los principios, que no en poder de un
semi-sabio que no tiene base para su moral y no tiene ideas coherentes. La
religión es la vacuna de la imaginación; ella la preserva de todas las
creencias peligrosas y absurdas. Un fraile ignorantillo basta para decirle al
pueblo: “Esta vida es un pasaje”. Si vosotros quitáis la fe al pueblo, no
encontraréis después más que ladrones... (Si vous otez la foi au peuple vous
n'aurez que des voleurs de grand chemin)”. “This has come true” (Esto se ha
cumplido), añade Maurice Baring. Pero a todo esto, no he explicado las Tres
Tentaciones de Cristo, que era o mas importante. DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA
(II) De las Tentaciones de Cristo hay mucho que hablar; pero seamos breves y
notemos tres puntos principales: el Tentador, el Tentado y nosotros. El
espíritu maligno no sabía seguro si Cristo era el Mesías, ni mucho menos si era
Dios o no. Parece increíble, con el talento que tiene el diablo, y conociendo
las profecías mesiánicas mejor que cualquier rabino, que no sacara la
conclusión que tantos hombres sacaron. Pero es así, basta leer los Evangelios;
además San Pablo dice expresamente que el diablo no hubiera crucificado –por
medio de los judíos– a Cristo, si hubiese sabido que era el Hijo de Dios (I Cor
II, 8). Que un Dios se haga hombre es un Misterio Absoluto; es como si
dijéramos un Absurdo: no cabe en ninguna cabeza creada. Eso no se puede conocer
y saber si no es mediante un acto de fe sobrenatural, un acto que es imposible
sin la gracia de Dios; la cual el diablo no tiene. La ciencia no basta para
alcanzar la fe; es necesaria también la buena voluntad, de que el diablo
carece. Por eso el fin del Tentador fue, como aparece claramente, no sólo hacer
pecar a Cristo sino también sacarse él esa duda; lo cual no consiguió: “Si eres
Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en pan.” Pero hay que
reconocerle al diablo que su atrevimiento es infinito: es un sinvergüenza,
porque no tiene ya nada que perder. ¡Sospechando que Cristo era una persona
divina, haberlo sin embargo agarrado y llevado al Campanario! “¡Qué miedo
tendría el maldito –dice Santa Teresa– mientras iba volando!”... Pero en
realidad no sabemos si fue volando. El diablo tiene un poder grandísimo –eso
muestra este evangelio– y por otra parte es un poder vano, porque se puede
vencer “de palabra”, con la palabra Dios. Gran encomio de la Escritura Sagrada
hay en este evangelio: Cristo vence las Tres Tentaciones con el arma de la
Escritura. Pero el poder del diablo es tremendo en los que están desarmados.
Cuando le dijo a Cristo: “'Todo esto es mío y a quien yo quiera se lo doy”,
mostrándole los Reinos de la Tierra –en la política se puede decir que el
diablo no tiene rival– Cristo no le respondió: “¡Mentiroso! Todo esto es de
Dios, no tuyo”; no se metió a discutir con él, porque en algún sentido todo eso
es, en efecto, del diantre; en el sentido de que hoy día, por nuestros pecados,
él mangonea todo. El es el Fuerte Armado, es la Potencia de las Tinieblas, es
el Príncipe de este Mundo, como lo designó Cristo en otros lugares. Es probable
que Satán de nacimiento haya sido el Arcángel que estaba predestinado al manejo
y control del mundo material; o por lo menos, de este planeta; y por haber
pecado, no perdió ese poder connatural para con el pobre “planeta mudo”52. Pero
todo poder de Dios es. Eso que llamaban nuestros mayores “vender el alma al
diablo” es posible: es la operación que se propuso a Cristo en la Tercera
Tentación. Cuando en este mundo a un malvado le va bien incesantemente, se
trata un demoníaco; a los inicuos comunes, la moral los castiga a corto plazo.
Si Dios no se lo impide, el diablo puede hacer cosas rarísimas con los hombres;
y eso yo lo sé por los libros; pero si yo dijera que lo sé solamente por los
libros, mentiría. ¿Por qué tentó a Cristo con esas cosas raras? Con la
Bobobrígida o algunas de las otras animalitas de Dios que nos hacen el honor de
divertir a la plebe porteña; con la llave del Banco Central; o con las urnas
llenas de votos en el Congreso, yo lo tiento a cualquiera. Pero ¿con piedras,
con vuelos sin motor, con promesas fantásticas de imperios universales?... El
diablo sabía que Cristo era un varón religioso –lo había visto prepararse para
su misión religiosa con el ayuno de Moisés, lo había visto arder como una gran
fogata en oración continua–; y lo tentó como a un hombre religioso: en el plano
religioso, no en el plano carnal. Una nota del Evangelio traducido por
Straubinger dice: “la primera fue una tentación de sensualidad”... Es un error.
Las tres fueron tentaciones de soberbia. El diablo tienta de soberbia, no de
sensualidad, a los que hacen Cuaresmas tan rigurosas como Cristo. El diablo es
la mona de Dios, puesto que querer ser como Dios fue su caída y es su constante
manía. El diablo tienta prometiendo o dando las cosas de Dios: lo mismo que
Dios nos ha de dar si tenemos espero y fidelidad: Cristo podía procurarse pan
con esperar un poco –”y los ángeles se lo sirvieron”– sin necesidad de un
milagro. El diablo nos empuja, nos precipita, es la espuela del mundo: nos
invita a anticipar, a desflorar, a llegar antes. A los primeros hombres les
dijo: “Seréis como dioses” que es efectivamente lo que Dios se propuso hacer y
hace, por medio de la adopción divina (la gracia elevante) y la visión
beatífica, con el hombre. “Entonces seremos como El, porque le veremos como Él
es”, dice San Juan. Eva pecó porque codició una anticipación de la visión
divina. No podemos ser tentados sino de acuerdo a nuestro natural. Así pues a
Jesús lo tentó de acuerdo a su natural con lo mismo que Él había de lograr un
día: Cristo había de convertir las piedras de la gentilidad en el pan de su
Cuerpo Místico, conforme a aquello: “Creéis vosotros que de estas piedras no
puedo yo sacar hijos de Abraham?”. Cristo había de volar visiblemente a los
cielos delante de sus apóstoles y unos quinientos discípulos. Finalmente,
Cristo algún día ha de ser Rey Universal del mundo entero, como lo es desde ya
en derecho y esperanza. El diablo está hoy día tentando a la Humanidad con un
Reino Universal obtenido sin Cristo con las solas fuerzas del hombre. Todo ese
gran movimiento del mundo de hoy (la ONU, la UNESCO, la Unión de las Iglesias
Protestantes, los Grandes Imperialismos, las promesas de “mil años de paz” por
parte de los Conductores) representa esa aspiración irrestrañable de la
Humanidad al Milenio, a su unidad natural y pacífica, a su integración como
Género Humano. Es inútil oponerse a esa aspiración actualísima –se equivocan
los ultra-nacionalistas– 52Alude a la novela teológica de C. S. Lewis, Out of
the silent planet. porque es un anhelo que está en las entrañas de la evolución
histórica del mundo, como que es una promesa divina. Pero el diablo quiere
llegar antes. Los cristianos sabemos que esto vendrá, pero que sólo puede venir
con y por Cristo; y que esta manera como se está haciendo ahora, no podemos aceptarla,
porque es la vasta preparación del Anticristo. “Si esto es servir a la patria,
a mí no me gusta el cómo.” De manera que aparecemos como impotentes por un
lado; como atrasados y reaccionarios por otro. Paciencia. La Iglesia hoy día
aparece en plena crisis; no puede conseguir la paz de los pueblos, la necesidad
más urgente del mundo, está contusionada dentro de sí misma; no hace más que
tomar medidas y actitudes aparentemente negativas: Syllabus, Juramento
antimodernístico, prohibo esto, prohibo lo otro. No está a la cabeza de la
“civilización” como en otros tiempos, no hace más que tirar hacia atrás: es que
la “civilización” ha entrado por un mal camino; por el de la Torre de Babel.
Camino satánico. “Todo esto es mío y lo doy a quien yo quiero; todo esto te
daré si cayendo a mis pies me adorares.” Un hombre algún día aceptará este
trato. No sé qué día. Un amigo mio que se las echa de profeta dice que ese
hombre nacerá en 1963 y será Emperador en 1996. Yo creo que ni él ni yo lo
sabemos. Yo al menos no lo se. No es necesario saber mucho griego ni latín para
predecir que la Iglesia sera tentada, si Cristo fue tentado; y lo será con las
mismas tentaciones de Cristo. Podríamos decir quizá que en la Edad Media fue la
primera, en el Renacimiento la segunda y ahora la tercera tentación. Así para
entendernos; aunque las tres funcionan juntas, mirándolo bien. La primera
tentación es ésta: por medio de lo religioso procurarse cosas materiales – como
si dijéramos cambiar milagros por pan– la cual puede llegar a un extremo que se
llama simoníá, o venta de lo sagrado. Pero los curas también tienen que comer y
la Iglesia necesita bienes. Yo no niego que la Iglesia necesita bienes, lo que
yo sé es que hay una rayita finita, pasada la cual los “bienes” se convierten
en males. De modo que el efecto más bien viene a ser tomar el pan y convertirlo
en piedra; milagro al reves; como por ejemplo hacer grandes templos de piedra
donde falta el pan de la palabra divina, “de la cual, como del pan, vive el
hombre”, contestó Cristo a Satán. La segunda tentación es por medio de la
religión procurarse prestigio, poder, pomposidades y “la gloria que dan los
hombres”. Y también es verdad que la Iglesia necesita buen nombre, porque una
de las notas distintivas de la verdadera religión es que sea santa. Y así uno
de los principales argumentos de San Agustín contra los herejes y paganos eran
las admirables “costumbres” de la Iglesia primitiva contrapuestas a las malas
costumbres de ellos. Véanse sus libros: De Civitate Dei, De Moribus Ecclesiae,
De Moribus Manichoeorum... Pero una cosa es que los demás lo prediquen a uno
santo; y otra, predicarse a sí mismo. Días pasados oí a un predicador que se
mandó una alabanza de la orden a que él pertenecía, que tembló el Campanario de
la Iglesia (o sea el Pináculo del Templo); y no pude menos que pensar: Esto
sería mejor que lo dijese el pueblo”. La tercera tentación es desembozadamente
satánica; postrarse ante el diablo a fin de dominar al mundo. ¿Puede la Iglesia
ser tentada así? La Iglesia no es más que Cristo. La crueldad, por ejemplo, es
demoniaca. Lo santo y lo demoníaco son contrarios y por tanto están en el mismo
plano; y la corrupción de lo mejor, es la peor. Hablando de Savonarola, el
cardenal Newman dijo: “La Iglesia no puede ser reformada por la
desobediencia...”, y su interlocutor le contestó: “Mucho menos por la crueldad,
mi caro Cardenal”. El Asceta puede ser tentado de dureza de corazón, de
inhumanidad, de crueldad. “Mi hija se ha vuelto cruel como el avestruz”, dice
Dios por el Profeta. Ésta es la última tentación, de la cual Dios me libre y
guarde; y sobre todo, que Dios libre y guarde a los otros. Como dijo el
jachalero Ramón Ibarra cuando se peleó a cuchillo con Dionisio Mendoza y lo
querían sujetar: “¡Asujetelón! ¡Asujetelón! ¡Asujetelón al otro! ¡Que yo, mal
que bien, me asujeto solo!”.(Hasta acá
Castellani)
SANTOS PADRES
Entonces
Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado por el
diablo, y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo
hambre. (vv. 1-2)
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Después que Jesús fue bautizado por San Juan en agua, fue llevado por el
Espíritu al desierto, para que allí fuese bautizado con el fuego de la
tentación. De donde se dice que entonces Jesús fue llevado al desierto por el
Espíritu. Fue entonces cuando el Padre clamó desde el cielo: Este es mi hijo
muy amado.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,1
Cualquiera que seas, por grandes que sean las tentaciones que sufras
después del bautismo, no te turbes por ello, más bien permanece firme. Pues has
recibido las armas para combatir, no para estar ocioso. Y esa es la razón por
la que Dios no te exceptúa de las tentaciones. Primero, para que te des cuenta
que ahora eres mucho más fuerte. Segundo, para que te mantengas en moderación y
humildad y no te engrías por la grandeza de los dones recibidos. Tercero, para
que el demonio que acaso duda si realmente lo has abandonado, por la prueba de
las tentaciones, puede tener seguridad de que te has apartado de él. Cuarto, la
resistencia te hace más fuerte que el hierro mejor templado. Quinto, las
tentaciones te dan la mejor prueba de los preciosos tesoros que se te han
confiado. Pues, si no hubiera visto el diablo que estás ahora constituido en
más alto honor y altura, no te tentaría.
San Hilario, in
Matthaeum, 3
En los santificados se ceban más las tentaciones del diablo porque la
victoria sobre los santos le es mucho más grata.
San Gregorio Magno, homiliae
in Evangelia, 16,1
Algunos suelen dudar por qué espíritu fue llevado Jesús al desierto. Por
ello se añade: lo llevó el diablo a la santa ciudad. Pero verdaderamente y sin
vacilación alguna se entiende por todos y se cree que fue llevado por el
Espíritu Santo, para que su Espíritu lo llevase a aquel lugar, en donde el
espíritu maligno habría de tentarlo.
San Agustín, de
Trinitate, 4,13
¿Por qué se ofreció a ser tentado? Para constituirse en mediador que
venciese las tentaciones, no sólo con su auxilio, sino con su ejemplo.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Fue llevado por el Espíritu Santo, no como precepto del mayor al menor.
No se dice que es llevado solamente, quien es llevado por la potestad de otro,
sino también aquel que se complace en la exhortación racional de alguien. Como
está escrito de San Andrés, que encontró a Simón su hermano y lo llevó a Jesús.
San Jerónimo
Fue llevado, no obligado, ni cautivo, sino por el deseo de combatir.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
El diablo busca a los hombres para tentarlos, pero como el demonio no
podía ir contra el Señor, Este fue a buscarlo. Por ello se dice: que fue para
ser tentado.
San Gregorio Magno, homiliae
in Evangelia, 16,1
Pero sépase que la tentación se hace de tres maneras: por sugestiones,
por delectaciones y por consentimiento. Cuando nosotros somos tentados,
empezamos por la sugestión, cayendo después en la delectación y en el
consentimiento, pues obramos según las tendencias del pecado, propagado con la
naturaleza, y por ello sufrimos las tentaciones. Pero Dios que se había
encarnado en las entrañas de una Virgen, había venido al mundo sin pecado; por
ello, ninguna lucha debía sentir en sí. Pudo ser tentado por sugestión, pero la
delectación no pudo ofender su inteligencia y por ello, aquella tentación del
diablo fue exterior y no afectó al interior.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,1
Cuanto mayor es la soledad más tienta el diablo. Por ello tentó a la
primera mujer cuando estuvo sola, sin su marido. De donde se le dio ocasión al
demonio para que tentase. Por ello fue conducido al desierto.
La glosa
Este desierto está entre Jerusalén y Jericó, en donde habitaban los
ladrones, cuyo lugar se llama Dammaín, esto es, de la sangre, por el
derramamiento de sangre que con tanta frecuencia hacían allí los ladrones. Es
ahí donde aquel hombre que venía de Jerusalén a Jericó, se dice que cayó en poder
de los ladrones, representando a Adán, que había caído en poder de los
demonios. Era conveniente, pues, que Cristo venciese al demonio, en el sitio en
que el demonio había vencido al primer hombre, bajo la figura de la serpiente.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No sólo Jesucristo fue llevado por el Espíritu al desierto, sino que
también lo son todos los hijos de Dios que tienen el Espíritu Santo. No se
contentan con vivir ociosos, sino que el Espíritu Santo los insta para que
emprendan alguna gran obra, lo cual equivale a ir al desierto a buscar al
demonio, porque no hay injusticia allí, donde el diablo no se complace. Todo el
bien existe fuera de la carne y fuera del mundo, porque el bien es superior a
la carne y al mundo. Todos los hijos de Dios salen, pues, a tal desierto para
ser tentados; por ejemplo: si te has propuesto no casarte, te lleva el Espíritu
al desierto, esto es, más allá de los límites de la carne y del mundo, para que
seas tentado por la concupiscencia de la carne. ¿Cómo puede ser tentado por la
lujuria, el que todo el día está con su mujer? Pero debemos saber, que los
verdaderos hijos de Dios, no son tentados por el demonio si no salen al
desierto. Pero, los hijos del diablo, en la carne y en el mundo, son tentados y
obedecen o consienten en la tentación. Así como el hombre de bien no fornica,
sino que vive contento con su esposa, así el malo, aunque tenga su mujer, no se
contenta con ella; esto se constata por regla general. Los hijos del diablo no
salen a buscarlo para que los tiente; ¿qué necesidad tiene de salir a la pelea,
quien no desea vencer? Los que son verdaderos hijos de Dios, salen más allá de
los límites de la carne a combatir contra el demonio, porque arden en deseos de
obtener la victoria. Por ello Jesús salió a buscar al diablo, para ser tentado
por él.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,1
Para que conozcas cuán útil y bueno es el ayuno y qué clase de escudo es
contra el diablo y por qué después del bautismo conviene ayunar y no vivir
sujetos a apetitos inmoderados, quiso ayunar Jesús, no porque El lo necesitase,
sino para enseñarnos.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Y ayunó cuarenta días y cuarenta noches, para expresar la medida de
nuestros ayunos. De donde se sigue que, habiendo ayunado cuarenta días y
cuarenta noches.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,2
No ayunó más de lo que habían ayunado Moisés y Elías, para que no se
creyese imposible que había tomado carne.
San Gregorio Magno, homiliae
in Evangelia, 16,5
El autor de todas las cosas no tomó comida alguna en cuarenta días.
Nosotros también mortificamos nuestra carne, cuanto podemos por medio de la
abstinencia, en el espacio de cuarenta días. Se conserva el Números cuadragésimo,
porque se conserva la virtud del Decálogo, por los cuatro libros del Santo
Evangelio. El Números diez, multiplicado por cuatro, da el Números cuarenta. O
de otro modo, en el cuerpo contamos cuatro elementos, en los cuales podemos
obedecer los preceptos del Decálogo, puesto que el Decálogo acepta la sumisión
de los cuatro. Los que por los apetitos de la carne despreciamos los mandatos
del Decálogo, es muy justo que mortifiquemos la carne, cuatro veces diez.
También, así como en la ley se nos ordena dar a Dios la décima parte de los
frutos, así debemos ofrecerle la décima parte de los días de cada año. Seis
semanas transcurren desde el primer domingo de cuaresma, hasta las alegrías del
tiempo pascual, cuyos días son cuarenta y dos: de los cuales, quitando los seis
domingos de abstinencia, quedan treinta y seis. El año consta de trescientos
sesenta y cinco días; y nosotros nos mortificamos en el espacio de treinta y
seis días, que constituyen la décima parte del año, que es lo que ofrecemos
como décimas al Señor.
San Agustín, de
diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q. 81
O de otro modo: toda la sabiduría consiste en conocer al Creador y a la
creatura. El Creador es la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. La creatura,
es en parte invisible como el alma, que consta de tres potencias (se nos manda
amar a Dios de tres maneras: con todo el corazón, con toda el alma y con toda
la inteligencia) y parte visible como es el cuerpo. A éste debemos también el
Números cuatro, por el frío y el calor, la sequedad y la humedad. El Números
diez, que forma toda la ley, multiplicado por cuatro (esto es, es el Números
que corresponde al cuerpo, multiplicado, porque el cuerpo ejerce sus funciones
de cuatro modos), se forma el Números cuarenta, cuyas partes iguales que son
diez, si se añade una de ellas, forma el Números cincuenta. Los números uno,
dos, cuatro, cinco, ocho, diez y veinte, que son partes iguales del Números
cuarenta, unidos, forman el Números cincuenta: y por ello, el tiempo que nos
mortificamos y nos afligimos, se fija en el Números cuarenta. Además el estado
de eterna felicidad, en el que habrá alegría, se prefigura en la celebración de
la Quincuagésima, desde la Pascua hasta Pentecostés.
San Agustín, sermones,
210,3
Y porque Jesús ayunó inmediatamente después del bautismo, no debe
entenderse que el precepto del ayuno obliga inmediatamente después del
bautismo, para que sea necesario ayunar a continuación, como lo hizo
Jesucristo, sino que debe ayunarse cuando somos atacados por el tentador, para
que el cuerpo pague su malicia con el castigo y el alma consiga su victoria por
la humillación.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Sabía el Señor las intenciones del demonio cuando se proponía tentarle.
El demonio sabía que Cristo había nacido en el mundo, según la predicación de
los ángeles, la relación de los pastores, la búsqueda de los magos y la
manifestación de San Juan. Por lo que el Señor se adelantó contra él no como
Dios, sino como hombre; mejor aún, como Dios y como hombre, porque no tener
hambre en el espacio de cuarenta días, no era propio de hombre y tener hambre
alguna vez, no es propio de Dios. Por ello tuvo hambre para que no se crea que
sólo es Dios, porque entonces hubiese destruido la esperanza del demonio que se
proponía tentarle y hubiese impedido su propia victoria. De donde se sigue:
después tuvo hambre.
San Hilario, in
Matthaeum, 3
Después de cuarenta días. No tuvo hambre en el espacio de cuarenta días.
Por lo tanto, el Señor cuando tuvo hambre, no fue víctima de la necesidad, sino
que dejó el hombre a su naturaleza. No debía ser vencido el diablo por Dios,
sino por la carne. En lo que se demuestra que habría de tener hambre después
del trascurso de cuarenta días, en que había de habitar sobre la tierra. Habría
de tener hambre de la salvación humana, en cuyo tiempo, habiendo esperado el
premio del Padre, recobró al hombre a quien había redimido.
Y acercándose
el tentador le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan". Quien respondiendo dijo: "Está escrito, no de
sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de
Dios". (vv. 3-4)
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Porque el diablo, al ver que Jesús ayunaba cuarenta días, empezó a
desesperar. Pero cuando vio que empezó a tener hambre, comenzó a esperar otra
vez. De donde se sigue: y "acercándose el tentador". Si eres tentado
cuando ayunas, no digas que has perdido el fruto de tu ayuno, porque aunque tu
ayuno no evite que seas tentado, sin embargo te aprovechará para vencer la
tentación.
San Gregorio Magno, homiliae
in Evangelia, 16,5
Pero si observamos el orden de la tentación, veremos con cuánta
magnanimidad somos liberados de la tentación. El enemigo antiguo tentó al
primer hombre por la gula, cuando le instó a que comiese de la fruta prohibida;
y por la vanagloria, cuando le dijo: "Conoceréis el bien y el mal".
La avaricia, no sólo es propia del dinero, sino también de la elevación cuando
se ambiciona con exceso los honores. Del mismo modo que rindió al primer
hombre, sucumbió el demonio cuando tentó al segundo. Lo tienta por la gula,
cuando dice: "Di que estas piedras se conviertan en pan". Por la
vanagloria, cuando dice: "Si eres hijo de Dios, arrójate". Por la
avaricia de la grandeza, cuando le manifiesta todos los reinos del mundo:
"Todo esto te daré".
San Ambrosio, in Lucam,
4,3
Por esto empezó, por donde en otro tiempo había vencido, a saber, por la
gula. De donde le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan". ¿Para qué estos preámbulos, sino porque sabía que el
Hijo de Dios habría de venir? Pero no sabía que había venido por medio de la
carne. Hace el oficio de explorador y de tentador: mientras confiesa que cree
en Dios, se esfuerza por engañar al hombre.
San Hilario, in
Matthaeum, 3
Propuso esta operación tentando para conocer el poder de Dios en la
conversión de piedras en pan y para engañar la paciencia del hombre hambriento,
por la complacencia de la comida.
San Jerónimo
Pero eres contenido por dos, oh diablo. Si ya confiesas su imperio
proponiendo la conversión de las piedras en pan, en vano tientas a Aquel que
tiene tanto poder y si no puede hacerlo, en vano sospechas que es Hijo de Dios.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Así como el diablo cegaba a todos los hombres, así fue cegado por Cristo
de una manera invisible. Conoció que tuvo hambre después de cuarenta días, pero
no comprendió que no la tuvo en el espacio de los mismos. Cuando sospechó que
no era Hijo de Dios, no pensó en que el fuerte puede descender hasta las cosas
más débiles y el débil puede ascender hasta las cosas más fuertes. Mas habiendo
observado que no tuvo hambre en tantos días, debió conocer que era Dios, aunque
al ver que tuvo hambre después de los cuarenta días, pudo comprender que era
hombre. Pero dirás: Moisés y Elías ayunaron cuarenta días y eran hombres. Pero
ellos ayunando tenían hambre y se sostenían. Este no tuvo hambre en el espacio
de cuarenta días, sino después. Tener hambre y no comer es propio de la
paciencia humana; pero no tener hambre, sólo es propio de la naturaleza divina.
San Jerónimo
El propósito de Jesucristo era vencer por la humildad.
San León Magno, sermones,
39,3
De donde venció al tentador con testimonios de la ley, no con potestad
de valor para honrar en esto más al hombre y castigar más a su enemigo. Lo hizo
con el fin de que el enemigo del género humano no sólo fuese vencido por El
como Dios, sino como hombre. De donde se sigue: El cual respondiendo le dijo:
"Está escrito: No de sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que
procede de Dios".
San Gregorio Magno, homiliae
in Evangelia, 16,5
Así, tentado el Señor por el diablo, respondió con los preceptos de las
Santas Escrituras: "el que pudo sumergir a su tentador en el abismo, no
hizo ostentación de su gran poder y esto lo hizo con el fin de darnos ejemplo,
para que cuantas veces tengamos que sufrir algo de los hombres malos, nos inclinemos
más a su enseñanza que a su castigo.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No dijo, pues: no de sólo pan vivo, para que no pareciese que hablaba de
sí; sino, no sólo de pan vive el hombre, para que el diablo pudiese decir: Si
es Hijo de Dios, se ha ocultado para que no se manifieste su poder. Si es
hombre, se excusa de una manera astuta, para que no se conozca que es que no
puede.
Rábano
Este testimonio está tomado del Deuteronomio. Por lo que, si alguno no
se alimenta de la palabra de Dios, no puede vivir, porque así como el cuerpo
humano no puede vivir sin el alimento terreno, así el alma no puede vivir sin
la palabra de Dios. Se dice que la palabra procede de la boca de Dios, cuando
manifiesta su voluntad, por medio de las Sagradas Escrituras.
Entonces
el diablo lo llevó a la santa ciudad, y lo colocó en lo más alto del templo,
diciéndole: "Si eres Hijo de Dios, arrójate desde lo alto: está escrito,
que mandará los ángeles en tu defensa, y te llevarán en sus manos para que la
piedra no ofenda tu pie". Jesús le contesta: "También está escrito
que no tentarás al Señor tu Dios". (vv. 5-7)
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No habiendo podido conocer nada cierto el diablo en la respuesta de
Jesucristo, acerca de si era Dios o si era hombre, lo tentó otra vez, diciendo
entre sí: "Este, que no ha sido vencido por el hambre, aunque no sea Hijo
de Dios, debe ser un Santo". Pueden los hombres santos resistir el hambre,
pero cuando han vencido todas las necesidades de la carne, caen por medio de la
vanagloria. Por ello empezó a tentarle con la vanidad, por lo que prosigue:
"Entonces lo llevó el diablo a la ciudad Santa".
San Jerónimo
Esta conducción no procede de la invencibilidad del Señor, sino de la
soberbia de su enemigo, que considera la firme voluntad del Salvador como una
necesidad.
Rábano
Se llamaba santa la ciudad de Jerusalén porque se encontraba en ella el
templo, el Sancta Sanctorum y el culto del verdadero Dios, establecido por Moisés.
Remigio
Para que se conozca que el diablo tienta a los hombres aun en los
lugares más santos.
San Gregorio Magno, homiliae
in Evangelia, 16,5
Pero cuando se dice que Dios-hombre fue llevado por el demonio a la
ciudad santa, los oídos humanos se escandalizan. El diablo es la cabeza de
todos los malos. ¿Qué de particular tiene el que permitiese ser llevado por él
a la ciudad santa, cuando permitió que sus miembros lo crucificasen?
La glosa
El diablo siempre eleva a las alturas por medio de la jactancia, para
luego poder precipitar mejor. Por ello prosigue: "Y lo colocó en la cumbre
del templo".
Remigio
El pináculo 1 era
el asiento de los doctores. El templo no tiene puntos altos, como lo tienen
nuestras casas, sino que era plano, como se acostumbra en Palestina y en el mismo
templo había tres explanadas. Y sépase que en el pavimento había una elevación
y en cada explanada había un pináculo. Si lo colocó en el pináculo que había en
el pavimento, o si lo colocó en la de la primera, segunda o tercera explanada,
no se sabe; pero sí que lo colocó en donde pudo haber algún precipicio.
La glosa
Observa que todas estas cosas sólo se dicen para darlas a conocer a los
sentidos corporales y ya que las palabras se reducen a lo mismo, se sabe que el
diablo apareció en forma de hombre.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Pero acaso dirás: ¿Cómo teniendo figura corporal lo colocó en el
pináculo del templo en presencia de todos? Pero del mismo modo que el diablo lo
hacía en presencia de todos, El también, sin que el diablo lo supiese, pudo
hacer que no fuese visto por nadie cuando así obraba.
La glosa
Por ello, pues, lo llevó a la cumbre del pináculo, cuando quiso tentarle
con la vanagloria, porque la vanagloria había engañado a muchos en la cátedra
de los doctores y por ello creyó que colocado Este en la silla del magisterio,
podría engreírse con la vanagloria. Por ello prosigue y dijo: "Si eres
Hijo de Dios, arrójate al fondo".
San Jerónimo
El diablo hace esto en todas las tentaciones, para ver si puede conocer
que es el Hijo de Dios. Le dice, pues: "Arrójate", porque la voz del
diablo, con la que desea que los hombres caigan siempre al abismo puede
persuadir, pero no puede precipitar.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Pero, ¿cómo podía conocer en esta ocasión si era Hijo de Dios o no?
Volar por el aire no es propiamente obra de Dios, porque a nada conduce.
Pero si alguno vuela provocado, esto lo hace más bien por ostentación y
esto proviene más del diablo que de Dios. Si al hombre sabio le basta ser lo
que es y no necesita aparentar lo que no es, ¿cuánto más el Hijo de Dios no
necesita ostentar aquello de lo que ninguno puede conocer lo que es en sí
mismo?
San Ambrosio, in Lucam,
4
Pero por lo mismo que Satanás se transfigura en ángel de luz y prepara
su perdición en las mismas Sagradas Escrituras a los fieles, usa muchas veces
de textos de las mismas Escrituras, no para enseñar, sino para engañar. De
donde prosigue: "Está escrito que te mandará sus ángeles".
San Jerónimo
Leemos esto en el salmo noventa, pero allí no se habla de Cristo, sino
que es una profecía de un hombre santo; el diablo interpreta mal las
Escrituras.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
En realidad, el Hijo de Dios no es llevado en manos de ángeles, sino que
más bien El es quien los lleva. Y si es llevado en manos de ángeles, no es
porque la piedra pueda herir sus plantas como débil, sino por honor, puesto que
es Dios. ¡Oh diablo! ¿Conque has leído que el Hijo de Dios es llevado en manos
de ángeles y no has leído que aplasta al áspid y al basilisco 2?
Mas cita aquel ejemplo como soberbio, pero calla esto como astuto.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,3
Observa que los testimonios son citados por el Señor de una manera
conveniente, pero el diablo los cita de una manera inconveniente. No porque
está escrito "enviará sus ángeles", etc., persuade a Jesús a
arrojarse.
La glosa
Aquí debe decirse: La Escritura, pues, dice de cierto hombre bueno, que
Dios mandó por sí mismo a sus ángeles (esto es, a sus espíritus
administradores), que lo defiendan con sus manos (esto es, con sus auxilios) y
lo auxilien, para que la piedra no ofenda a sus pies (esto es, al afecto de su
mente), a saber: a la ley antigua, escrita en tablas de piedra; o también, por
piedra puede entenderse toda ocasión de ruina o de pecado.
Rábano
Debe observarse que, aun cuando Nuestro Salvador permitiese al diablo
que le pusiese sobre el pináculo del templo, sin embargo, no quiso descender a
su dominio, dándonos ejemplo para que cuando alguno nos inste a subir por el
camino estrecho de la verdad, obedezcamos; pero que si alguno quiere
precipitarnos de la altura de la verdad y de la virtud a los abismos del error
y de los vicios, no lo oigamos.
San Jerónimo
Quebranta las flechas del diablo sacadas de las Escrituras, con los
escudos de las mismas Escrituras. Así, pues, le dice Jesús: También está
escrito: "No tentarás al Señor tu Dios".
San Hilario, in
Matthaeum, 3
Perturbando los esfuerzos del diablo, Jesús se manifiesta como Dios y
como hombre.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No le dijo, pues: "No me tentarás, puesto que soy tu Dios y tu
Señor", sino así: "No tentarás al Señor tu Dios", lo mismo que
podía decir todo hombre de Dios, tentado por el demonio, porque el que tienta
al hombre de Dios, tienta al mismo Dios.
Rábano
O de otro modo: lo tentaba como hombre, para conocer cuánto podría en la
presencia de Dios.
San Agustín, contra
Faustum, 22,36
La sana doctrina enseña que cuando el hombre tenga algo que hacer, no
debe tentar al Señor su Dios.
Teodoto
Y tienta a Dios quien hace algo poniéndose en peligro sin motivo.
San Jerónimo, in
quaestione 6 in Deuteronomium
Y debe notarse que sólo citó los testimonios necesarios del
Deuteronomio, para mostrar los sacramentos de la nueva ley.
Notas
1. La
palabra pináculo proviene del latín:
pinnaculum. Se refiere a la parte superior
y más alta de un edificio o templo.
Otra vez
el demonio lo llevó a la cumbre de un monte elevado, y le manifestó todos los
reinos del mundo, y su gloria, y le dijo: "Todas estas cosas te daré, si
postrándote me adoras". Entonces le dijo Jesús: "Retírate, Satanás,
está escrito, pues, que adorarás al Señor tu Dios, y sólo a El servirás".
Entonces lo dejó el diablo y los ángeles se aproximaron prestándole auxilios.
(vv. 8-11)
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
El diablo, vacilando en la segunda tentación, pasó a la tercera. Porque
como Cristo había roto las redes de sus engaños y había pasado los límites de
la vanagloria, le pone las redes de la avaricia. Por lo que dice: "Otra
vez lo tomó el diablo y lo puso en la cumbre de un monte muy elevado", tan
elevado que habiendo recorrido el diablo toda la tierra, no había encontrado
otro más alto. Porque cuanto más alto fuese el monte, tanto mayor sería el
espacio de tierra que se podría ver. De donde prosigue: "Y le manifestó
todos los reinos del mundo y su gloria". Le manifestó esto así, no para
que viese los reinos y sus ciudades, o sus pueblos, o su plata o su oro, sino
las partes de la tierra en que residía cada reino o cada ciudad. Como si
subiendo sobre un lugar elevado, te dijese con el dedo: Mira, allí está Roma o
Alejandría, no indicándote que veas las mismas ciudades, sino las partes de la
tierra en que se encuentran colocadas. Así el diablo podía mostrar a Cristo
todos los lugares con el dedo y exponerle los honores y el estado de cada
reino. Porque se dice mostrar también de lo que se expone para su inteligencia.
Orígenes, in Lucam, 30
No debe juzgarse que al manifestarle los reinos del mundo le hiciese
ver, por ejemplo, los reinos de los persas, de los medos, de los hindúes, sino
que le enseñó su reino; cómo reinaba en el mundo, es decir, cómo reina en unos
por la lujuria, cómo en otros por la avaricia, etc.
Remigio
Llama la gloria de ellos al oro, la plata, las piedras preciosas y a los
bienes temporales.
Rábano
El diablo manifestó estas cosas al Señor, no porque él pudiese dilatar
el espacio de su vista o enseñarle algo nuevo, sino porque quería hacer caer al
Señor en el deseo de las vanidades de la pompa mundana (que él tanto amaba)
sugiriéndole con palabras y mostrándoselas como algo de buena apariencia y
apetecible.
La glosa
Los que no ven como nosotros por el ojo de la concupiscencia, ven sin
dificultad alguna las enfermedades, como los médicos.
San Jerónimo
Prosigue: Y le dijo: "Todo esto te daré". El arrogante y
soberbio habla de jactancia. No podía darle todos los reinos del mundo, porque
muchos santos varones fueron hechos reyes por Dios.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Todas las cosas que se hacen en el mundo por medio de la iniquidad (como
por ejemplo, las riquezas adquiridas por medio del robo o del perjurio), las da
el diablo. El demonio no puede dar las riquezas a quien quiere, sino a aquéllos
que las quieren recibir de él.
Remigio
Debe admirarse también la locura del demonio. Le prometía dar los reinos
de la tierra a quien da a sus fieles los reinos del cielo y la gloria mundana a
quien es Señor de la gloria celestial.
San Ambrosio, in Lucam,
4,11
Tiene la ambición un peligro doméstico. Para dominar a unos, primero les
sirve, se inclina con el obsequio, para que se le conceda el honor, y mientras
se propone ir más allá, se humilla más. De donde oportunamente añade el diablo:
"si postrándote me adoras".
La glosa
He aquí la antigua soberbia del diablo; así como al principio quiso
hacerse igual a Dios, así ahora se propone usurparle el culto divino, diciendo:
"si postrándote me adoras". Luego, el que ha de adorar al diablo,
primero debe postrarse.
Prosigue: Entonces le dijo Jesús: "Retírate, Satanás".
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
En cuyas palabras pone fin a la tentación del diablo para que no siga
adelante tentándolo.
San Jerónimo
No son condenados con la misma sentencia San Pedro y Satanás. A San
Pedro se le dice: "Apártate de mí, Satanás"; esto es, "sígueme,
aunque eres opuesto a mi voluntad"; pero a éste le dice: "retírate,
Satanás". Y no se le dice que detrás de mí, para que se entienda:
"Vete al fuego eterno que preparado está para ti y para tus ángeles".
Remigio
O según otros ejemplos: "Retírate", esto es, "piensa y
recuerda en cuánta gloria fuiste creado y en cuánta desgracia has caído".
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Debe observarse que se cometió una grave injuria a Jesucristo cuando fue
tentado por el demonio y éste le dijo: "Si eres Hijo de Dios arrójate al
abismo". Pero no se turbó ni increpó a su enemigo, mas cuando el demonio
le quiso usurpar el honor de ser Dios, indignado lo rechazó diciéndole:
"Retírate, Satanás", para que nosotros aprendamos en El a sufrir las
injurias de una manera digna, pero que no consintamos que lleguen ni aun al
oído las injurias contra Dios. Porque es muy laudable que cada uno sufra con
resignación las propias injurias, pero tolerar las injurias del Señor es hasta
impío.
San Jerónimo
Diciendo el diablo al Señor: "Si postrándote me adoras", oye,
por el contrario, que él es quien más bien debe adorarle como a su Señor y
Dios.
San Agustín, contra
sermonem Arrianorum, 29
De donde prosigue: Está escrito, pues: "Sólo adorarás al Señor tu
Dios y sólo a El servirás". Nuestro único bien y nuestro Señor es la
Santísima Trinidad, a quien únicamente debemos con razón la servidumbre de
nuestra piedad.
San Agustín, de
civitate Dei, 10,1
Con el nombre de servidumbre se entiende el culto debido al Señor.
Nuestros expositores llaman latría al culto divino, cualquiera que sea el lugar
de las Sagradas Escrituras, en donde encuentran la palabra servidumbre. Pero
aquella servidumbre que se debe a los hombres, según lo que preceptúa el
apóstol ( Tit 2,9), diciendo que los siervos deben estar sometidos a sus
señores, se traduce en griego por la palabra dulía, pero latría (o siempre, o
con tanta frecuencia como casi siempre), se llama a la servidumbre que
pertenece al culto de Dios 1.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
El diablo, pues, (como suele entenderse de una manera racional), no
retrocedió como obedeciendo a un precepto, sino que la divinidad que resaltaba
en Jesucristo y la del Espíritu Santo que resaltaba en El, fue quien separó de
allí al diablo. De donde prosigue: "Entonces lo dejó solo el
demonio". Lo que aprovecha para nuestro consuelo, porque el diablo no
tienta a los hombres cuando quiere, sino cuando Dios se lo permite y si le
permite que nos tiente poco a poco, es atendiendo a nuestra débil naturaleza.
San Agustín, de
civitate Dei, 9,20
Después de la tentación, los santos ángeles, temibles a los espíritus
infernales, servían al Señor y en ello mismo se manifestaba a los demonios cuán
grande fuese su poder. De donde prosigue: "Y he aquí que los ángeles se
acercaron y le servían".
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No dijo, pues: "bajando los ángeles", para manifestar que
siempre estaban con El en la tierra para su servicio. Pero, entonces se
retiraron de El por orden de Dios, para que el diablo pudiese tentar a Cristo,
no fuera que, viendo a los ángeles cerca de El, no se atreviese a aproximarse.
No sabemos en qué forma le servían, si sanándolo de las enfermedades, si ayudándolo
en la corrección de las almas o si ayudándolo a ahuyentar las tentaciones.
Todas estas son las cosas que hace por medio de los ángeles, de modo que,
cuando éstos lo hacen, parece que es El mismo quien lo hace. Sin embargo, debe
saberse que no lo asistían por necesidad de limitado poder, sino en honra de su
infinita potestad. No se dice que lo ayuden, sino que lo sirven.
San Gregorio Magno, homiliae
in Evangelia, 15
En estas palabras se manifiesta la doble naturaleza de su persona,
porque es hombre a quien el diablo tienta y El mismo es Dios a la vez, a quien
los ángeles sirven.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Ahora expliquemos brevemente qué significan las tentaciones de Cristo.
El ayuno es la abstinencia de una cosa mala; el hambre es el deseo de la misma
cosa mala; su uso es el pan. El que se habitúa con el pecado convierte la
piedra en pan. Responda, pues, al demonio cuando lo tiente, diciendo: "Que
no de sólo el uso de aquella cosa vive el hombre, sino de la observancia de los
mandatos de Dios". Cuando alguno se engríe como si fuese santo, es como
llevado al templo y cuando se crea que está en la cumbre de la santidad,
entonces es cuando le coloca sobre el pináculo del templo y ésta es la
tentación que sigue a la primera, porque la victoria de la tentación produce la
vanagloria y es causa de jactancia. Pero advierte que Cristo ayunó
voluntariamente. El diablo lo llevó al templo para que tú te consagres
espontáneamente a la abstinencia, pero por ello no te creas que has llegado a
la cumbre de la santidad. Huye del orgullo del corazón y no experimentarás tu
ruina. La subida al monte es la marcha hacia las riquezas y la gloria de este
mundo, como que desciende de la soberbia del corazón. Cuando quieras hacerte
rico, lo cual equivale a subir al monte, empiezas a pensar en adquirir las
riquezas y los honores y entonces el Príncipe de este mundo te manifiesta la
gloria de su reino. En tercer lugar, te ofrece las causas para que, si las
quieres seguir, le sirvas, menospreciando la justicia de Dios.
San Hilario, in
Matthaeum, 3
Pero vencido por nosotros y aplastada la cabeza del diablo, se ve desde
luego que con la ayuda de los ángeles y de nuestras virtudes no nos habrán de
faltar los auxilios del cielo.
San Agustín, de consensu
evangelistarum, 2,16
San Lucas, en verdad, no expone las tentaciones por este orden: de donde
viene la duda acerca de cuál tentación fuese la primera; si le manifestó
primero los reinos del mundo y después lo llevó al pináculo del templo, o
viceversa. En nada afecta a la esencia, puesto que se sabe que todo esto se
verificó.
Glosa
Pero lo que dice San Lucas parece más bien como historia y lo que dice
San Mateo respecto de estas tentaciones, se refiere a las tentaciones que
sufrió Adán.
Notas
1. El culto puede ser la latría, que se tributa sólo a Dios. En sentido estricto el culto sólo puede
tributarse a Dios. En un sentido general se habla de culto de hiperdulía, que se tributa a la Virgen
María y de mera dulía, a los ángeles y santos. Pero en estos casos no se trata de culto en
sentido estricto sino más bien de devoción, la que ha de tener como fin último
la gloria de Dios.
NUESTRO COMENTARIO
Hay tanto que meditar y comentar de este episodio capital en la Historia
de la Salvación, que es difícil sintetizar y resumirlo; se teme mutilar o
disminuir tan crucial hecho en la vida del Señor.
El Señor recibió el Bautismo de Juan
e inmediatamente fue llevado por el Espíritu al desierto
a ser tentado por el Diablo.
EL LUGAR, EL DESIERTO
Este desierto está entre Jerusalén y Jericó, en donde habitaban los
ladrones, cuyo lugar se llama Dammaín, esto es, de la sangre, por el
derramamiento de sangre que con tanta frecuencia hacían allí los ladrones. Es
ahí donde aquel hombre que venía de Jerusalén a Jericó, se dice que cayó en
poder de los ladrones, representando a Adán, que había caído en poder de los
demonios. Era conveniente, pues, que Cristo venciese al demonio, en el sitio
espiritualmente entendido, en que el demonio había vencido al primer hombre,
bajo la figura de la serpiente. El Desierto, lugar de encuentro,
paradógicamente, con Dios, pero también con el Diablo, para ocasiones
extraordinarias. Fuera de la rutina cotidiana. (Santos Padres)
FUE LLEVADO POR EL ESPÍRITU AL DESIERTO
Esta expresión quiere mostrar la Providencia y la presciencia de Dios,
que ordena todas las cosas para bien de los que le aman; en el culmen de los
cuales está el Redentor, el Hijo de Dios y Dios mismo. Por otro lado, no quiere
decir que el Hijo sea menor que el Espíritu Santo, sino que Jesús en cuanto
hombre, se dejaba guiar por el Espíritu Santo.
Cual era el objeto de esto? El ayuno purifica la mente y el alma, y
fortalece la voluntad; es preparación para la lucha espiritual y para una
misión importante. Da al espíritu y a la mente decisión, lucidez, fortaleza,
voluntad, concentración. (2)
La misión de Cristo es venir a este mundo a redimirnos, pagando en la
Pasión y Muerte por nuestros pecados, predicándonos la Buena Nueva del
Reino, con su Palabra y Milagros. Nos pide Fe y conversión.
El tiempo se ha cumplido,
Conviértanse y crean en el Evangelio, el Reino de Dios se ha acercado. Fue su primera prédica pública en Galilea.
Fe y conversión: algo que en la neoiglesia del Nuevo Paradigma
francisquista ya parece no existir.
Cristo vino primeramente a sacarnos
del poder del Demonio: Cristo vino a deshacer las obras del Demonio,
dice San Juan solemnemente.
Con su Pasión y Muerte, pagó el precio al Padre por nuestro Rescate,
luego con su Resurrección triunfó de la Muerte y nos muestra nuestra Eternidad,
con su Ascensión lleva la naturaleza humana a la Trinidad, después de sacarla
del abismo de la cautividad del Demonio. Obviamente en la Santísima Trinidad
hay un solo Hombre, Jesús. A nosotros nos abrió las puertas del Cielo. Y con el
envío del Espíritu Santo nos eleva a la categoría de Hijos de Dios y otros
Cristos. Hombres redimidos mientras están en Gracia, que son hermanos del
Redentor. Desde el fondo, nos levantó hasta el Cielo.
Pues bien, el Salvador quiso empezar su vida pública con un gran ayuno
de cuarenta días. Cuarenta es un número clave. Cuarenta fueron los años de
peregrinación del pueblo de Israel en el desierto, desde la liberación de
Egipto hasta la entrada a la tierra prometida. Cuarenta los años de reinado del
Rey David. Moisés y Elías ayunaron durante cuarenta días en situaciones
importantes.
Algunos antiguos sostienen que fue milagroso el ayuno del Señor por
cuarenta días. Sabemos que las personas fuertes hoy lo pueden hacer sin milagro
alguno. Hay centros donde se hace esto con vigilancia médica. El ayuno no solo
es bueno para mente y espíritu, sino también purificador heroico del
cuerpo. Los que hicieron este ayuno saben que después de 4 o 5 diás el
hambre desaparece, y vuelve con la fuerza de una enfermedad alrededor de los 35
o 40 días. En esto sigo a Castellani, en El Evangelio de Jesucristo (3). Esto
tiene explicaciónes fisiológicas que aquí no vienen al caso.
Jesús además de prepararse para su
misión con el ayuno, quiso exponerse a la tentación del enemigo del género
humano. Esto nos debe servir de ejemplo y edificación. Quiso mostrar como se
vence al Enemigo poderoso y sin comparación mas inteligente que nosotros. El
Diablo es un ángel caído, pero ángel al fin; su naturaleza es muy superior a la
humana y no perdió sus excelsas facultades naturales con su caída; perdió la
Gracia. Su inteligencia no es discursiva como la nuestra, que debe razonar,
establecer premisas, sacar conclusiones. El ángel tiene inteligencia intuitiva, este
concepto está lejos de tener las reminiscencias folklóricas y románticas que le
suele atribuir el vulgo; quiere decir que la inteligencia capta, aprehende la
realidad de un solo golpe, sin discurso ni trabajoso raciocinio como nosotros.
Esto además incluye también racionalidad. Es una inteligencia
cualitativamente superior a la nuestra. Es tán superior que no hay manera de
vencerlo para un ser humano. Su superioridad es absolutamente aplastante. Si
comparamos un tigre con una lombríz todavía nos quedamos cortos.
Solamente con la Gracia, el poder y
la protección de Dios podemos vencerlo. Esto incluye la Palabra y la virtudes
teologales: Fe, esperanza y caridad.. Al Diablo se lo vence de
Palabra; con la Palabra de Dios.
Esta es una de las cosas esenciales que Cristo nos quiere mostrar en
este episodio. Al Diablo solo lo puede resistir el que está en Gracia, con la Palabra
de Dios, y con el ayuno, cuando la tentación es fuerte.
La Iglesia siempre ha sabido y sabe
de la existencia y la acción del Diablo. Escritura, Tradición y Magisterio lo
saben. Incluso los Papas conciliares, hasta el mismo Francisco lo menciona. Aunque
lo deja solo en el infierno: El infierno está vacío, ha
afirmado sonrientemente Francisco….
Pero las grandes Apariciones de la Virgen, así como las visiones de los
Santos, y la misma Escritura, no ven vacío al Infierno sino poblado de hombres
perdidos…
Esta ralea de demonios solo puede
expulsarse con la oración y el ayuno…
dice el Señor después de reprender
dúramente a los apóstoles por no haber podido expulsar un demonio, por
falta de Fe. De todo esto se desprende lógica y
ontológicamente, que los incrédulos y los que perdieron la Gracia por el
pecado mortal, no pueden resistir al Diablo. Solo se pueden salvar
convirtiéndose, arrepintiéndose y confesándose, ordinariamente. Dios en su
infinita misericordia puede mandar gracias actuales de conversión y
arrepentimiento al peor pecador. Pero no hay que jugar con la Gracia y los
dones de Dios. Es el peor juego imaginable: el juego que le gusta a Lucifer.
EL MESÍAS DE LAS TENTACIONES DEL DESIERTO
El Diablo estába preocupado con el Mesías. Debía atacarlo y destruirlo.
Era el Enemigo acérrimo que vencer. Con que tentó el Diablo a Jesucristo?
El Mesías dominador político militar
del mundo, bien terrestre, lider de un Reino Milenario ganador incluso con la
guerra mundana; proveedor de suculentos alimentos y maná de carne para
todos. Que llueva café..dijo el dominicano Juan Luis
Guerra..
Ese Mesías era el que había concebido la mente judía, por una lectura
tendenciosa, parcial, selectiva de las Profecías mesiánicas. Hay, obviamente
una cantidad de pasajes que abonan la creencia en ese Mesías inmanente y
mundano, pero está la gran Profecía del Siervo Sufriente de Isaías, que muestra
la kenosis, la Pasión del Señor, así como los Salmos de David, algunos de los
cuales reproducen aspectos puntuales de la Pasión del Señor con una literalidad
y exactitud asombrosas, mil años antes de que suceda: cf. Salmo 22.
Las dos caras del Mesías son verdad. Será triunfante y Rey del universo
en su Parusía o Segunda Venida; ya no vendrá como Cordero sino como León. Será
el Dios y Rey de todos. Los impíos deberán soportar ahora su Reinado por la
fuerza, confinados al Lago de Fuego eterno. Pero primero tuvo que pasar por ser
el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Cristo es Cordero y León. Y
las dos cosas ahora mismo si se quiere: su pasión es un hecho histórico, pero
también eterno e intemporal, en tanto está protagonizado por la Persona del
Hijo Eterno de Dios, lo cual no excluye el sufrimiento de su naturaleza humana.
Y también es León, porque está en el Trono divino como Dios omnipotente.
Pues bien, la mentalidad judaica,
sobre todo su clase dirigente: fariseos, escribas, Doctores de la Ley, levitas,
sacerdotes, ancianos, etc. se quedaron con la parte del León…el
Mesías triunfante de un, aplastante, militar y político dominador del Mundo,
liberador inmanente del Pueblo de Israel. El Mesías que haría milagros y
portentos apoteóticos, como Moisés y Elías, abrir y secar el Mar, hacer bajar
fuego del cielo, o mas todavía…
Esta concepción impregnaba a fondo el alma judía; lo podemos constatar
incluso en los mismos apóstoles en varios pasajes del Evangelio.
Cristo era judío de sangre; lo era su Madre; lo era José. Ellos venían
de la descendencia de David. El Tentador, que conoce las profecías mesiánicas
mil veces mejor que cualquier rabino, entonces, tentó a Jesús, en el cual ya
había visto un hombre extraordinario, posible Mesiás, con la tentación de ese
Mesías terrestre, inmanente, milenarista mundano, cuyas notas características
las vemos en las tres tentaciones. Dicen algunos Padres y varios santos y papas
y teólogos antiguos, y Ana Catalina Emmerick, que las tentaciones fueron
muchas, pero relacionadas con tres cauces, tres direcciones principales, que
son las que resume el Evangelio.
El Diablo se acercó a Jesús y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en
panes. Mas Jesús le respondió y dijo: Escrito está: No
de solo pan vive hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
En la primera tentación lo tienta con
el Mesías proveedor de alimentos, aprovechándose del hambre que consumía a
Jesús. Si Jesús era el Mesías, pondría en juego su poder y el Diablo sabría a
que atenerse con aquel hombre extraordinario. La respuesta de Jesús está tomada
de la Escritura, del Pentateuco. Y apunta a que el hombre es un ser no solo
físico y corporal como un animal, sino racional espiritual, que se alimenta de
la Palabra de Dios, como también lo repite en el Evangelio de varias
maneras. Mi manjar es hacer la voluntad de Aquel que me envió…
Jesús se agarra, se aferra a la Palabra de Dios para refutar al astuto,
ingenioso Demonio.
En la segunda tentación, Entonces
le transportó el diablo a la santa ciudad; y púsole sobre el pináculo del
templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque escrito
está: Mandó a sus ángeles cerca de ti, y te tomarán en sus manos, para que no
tropiece tu pie contra alguna piedra.
Jesús le dijo: También
está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.
Con resta respuesta, Jesús no le está diciendo al Diablo: no me tientes
porque soy Dios; nada que ver. Está respondiendo que no hay que tentar a Dios.
Que es tentar a Dios? Cometer un acto temerario, insensato deliberadamente y
poner a Dios en situación de tener que hacer un milagro para salvarnos. Es como
ponerlo a prueba caprichosamente, irrespetuosamente, sacrílegamente. Nuevamente
Jesús vence al Tentador con la Palabra. Nuevamente del Deuteronomio, del
Pentateuco.
Recordemos que los fariseos
reclamaban a Jesús un signo: Que signo haces tu para que te
creamos? Aquellos hipócritas, embebidos de la concepción del
Mesías inmanente, triunfante, proveedor de alimentos y de milagros a piacere,
querían la prueba de Jesús.
Pues bien, en el Desierto, el Diablo sondea con ese aspecto del Mesías
judaico: signos y milagros portentosos y circenses a piacere. Jesús lo refuta
nuevamente, refugiándose, abroquelándose en la Palabra.
En la tercera tentación, vemos reflejada el alma de la creencia judaica
en el Mesías triunfante, dominador político y militar del todo el Mundo:
De nuevo le subió el diablo a un
monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo, y la gloria de ellos, y
le dijo: Todo esto te daré si, prosternándote, me adorares. Díjole entonces
Jesús: Vete de aquí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios
adorarás, y a él solo servirás. Entonces le dejó el diablo; he aquí
que se acercaron los ángeles y le sirvieron.
Digamos que la expresión lo subió, o lo llevó (a un monte muy alto) es
una metáfora. En realidad no necesitó llevarlo a ningún lado, sino que el
Diablo le mostró en visión aquello. Jesús lo vuelve a derrotar con la Palabra.
De nuevo con el Pentateuco.
El Diablo tienta a Jesús con
conseguir lo que Dios promete pero por sus propios medios, sin Dios y contra
Dios. Lo mismo que a Adán y a Eva en el Paraíso. Seréis como
Dioses..Cuando estemos resucitados en la Gloria, junto al señor así
seremos; y quizás ya lo somos desde ahora en cierto sentido si estamos en
Gracia.
Dicen algunos que ese hombre, el Otro, el Anticristo, desde chico será
preparado por el Diablo para aceptar esto: el Poder del Mundo haciéndose
súbdito de él.
El pacto diabólico es algo posible, es posible que algunos personajes de
la historia lo hayan hecho. El diablo puede dar fama, poder y placer a cambio
del alma. Pero Todo el Poder, solo al hombre predestinado para eso. Esto es
misterio que no vamos a abordar aquí.
Lo que nos importa es que Cristo
vence al Diablo con la Palabra de Dios. Estaba en una situación difícil, el
hambre atroz lo consumía y el Diablo lo tortura con eso y otras tentaciones.
Jesús pone su confianza en Dios por medio de agarrarse fuértemente a la
Palabra. No usó su poder divino para soportar las tentaciones. En el desierto
fue puesto a prueba como hombre, como un hombre. Se abandonó en Dios; se aferró
a la Palabra entregándo todo a Dios. Cuando parecía desfallecer, su
perseverancia le dió la victoria. Y ahora sí, una vez pasada la prueba: los
ángeles le sirvieron. Conseguirá lo que el Diablo le ofrecía
pecando, por los medios de Dios.
Entonces el Diablo le dejó, para
volver en el momento oportuno. Dice
inquietantemente San Lucas.
El Diablo volvió fraguando una conspiración contra él, inspirando y
poseyendo a Judas y movilizando a los jefes religiosos; hipócritas sin comunión
con Dios que fueron movidos como títeres por el Demonio. Así hace con los que
no están movidos por el espíritu de Dios. No necesariamente los hace hacer
cosas terribles, sino que los lleva tranquilos, en la mediocridad, en la
tibieza, en la Paz (falsa) en el camino ancho, a la Perdición.
Volvió en la agonía del huerto con Dios sabe que tentaciones. Pero Jesús
con la oración profunda, entregada al Padre; con la OBEDIENCIA, volvió a
vencerlo cumpliendo la voluntad de Dios.
HOY CASI NO SE CREE EN EL DIABLO, PERO GOZA DE BUENA SALUD
La mayor astucia del Diablo es hacer
creer que no existe…ha dicho un poeta.
Por efectos de los grandes teólogos progremodernistas Rhaner y
Theilard, y los personalistas, en la iglesia se perdió la conciencia de la existencia
y la acción del Diablo. Fue ridiculizado en seminarios e ignorado en la
catequesis….Fue confinado al baúl de las leyendas y el folklore mítico de
épocas oscurantistas. El progreso hacia el punto omega theilardiano se
encargaría de terminar con todo residuo oxidado, tóxico de la creencia en él.
Pero hasta los Papas conciliares fueron totalmente concientes de su existencia.
El humo de Satanás ha entrado al
templo de Dios…afirmó sériamente Pablo VI en 1972,
ante el desconcierto, la rabia y la contrariedad de toda la cochambre
progremodernista de la iglesia conciliar y del mundo. Recibió ataques y burlas
de todos lados.
También Juan Pablo II y Benedicto corroboraron su existencia. No creemos
necesario arrimar acá Escritura, Tradición y Magisterio sobre el Diablo. Se
puede buscar fácilmente hoy en la web.
Recordemos brévemente la visión de León XIII y el poder del Diablo sobre
la Iglesia, permitido por Cristo, que originó su célebre exorcismo, que
contiene afirmaciones como esta:
El Enemigo entrará en la Iglesia y
desde la Cátedra de San Pedro, desde donde se debería difundir la Verdad, se
difundirá la Mentira para perdición de muchos…
Cito de memoria.
El Diablo fue disminuido en su poder notoriamente por la Pasión, muerte
y Resurrección de Cristo y el envío del Espíritu Santo, pero ha recobrado poder
por la apostasía. El estado de Occidente hoy es peor que el mundo antes de
Cristo.
««Cuando el espíritu inmundo sale del
hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo, pero no lo
encuentra. Entonces dice: «Me volveré a mi casa, de donde salí.» Y al llegar la
encuentra desocupada, barrida y en orden. .Entonces va y toma consigo otros
siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel
hombre viene a ser peor que el principio. Así le sucederá también a esta
generación malvada.»»
EL BUEN COMBATE
Debemos saber con claridad que si Cristo fue tentado, nosotros también
lo seremos, incluso con severidad.
La estulta, dañina, frívola cochambre progremodernía ha sabido disolver
la verdad clara y sabida hasta 1962 de que la vida cristiana es un combate
contra las fuerzas diabólicas.
El Diablo, vuestro enemigo, ronda
como león rugiente, buscando a quien devorar, advierte San Pedro.
El mundo entero yace bajo el Maligno, nos revela San Juan.
Satanás es el dios de este mundo, corrobora San Pablo.
Recordemos la lapidaria exhortación de San Pablo:
«Revestíos de las armas de Dios para
poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra
la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades,
contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal
que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes.
¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la
Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz,
embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los
encendidos dardos del Maligno. .Tomad, también, el yelmo de la salvación y la
la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios;»
Todas estas advertencias son serias y dramáticas; también los santos,
que experimentaron en carne propia la lucha contra los ángeles caídos, los
Doctores de la Iglesia y los Papas hasta incluso los conciliares, como
mencionamos, alertaron sobre la existencia del Diablo y la seriedad con que hay
que tomar esta lucha. Aquí los conciliares fueron, como en muchas otras cosas,
incoherentes, pues permitieron por otro lado el avance devastador de la
teología progremodernista.
Cristo vino a deshacer las obras del
Diablo.
Si se saca al Diablo de la realidad,
Cristo se empequeñece hasta desaparecer o quedar reducido a un hombre
interesante, extraordinario, bienintencionado pero medio loquito, de hace dos
milenios. El Cristo Histórico progremodernista, en
coherencia con la inexistencia del Diablo.
Para que carajo se encarnó, sufrió atrozmente, se humilló, se despojó,
murió, resucitó y ascendió, cabría preguntarse, si el Diablo no existe.
Pero la realidad es que existe, y hay que luchar en un combate
permanente y sin tregua contra él, con la Gracia de Dios, la humildad, la
Palabra, la formación y sobre todo con la Misa; la Tradicional sin
contaminación modernista y antropocéntrica.
Antropocentrismo, modernismo….El Diablo está como en su casa…
Hay nuevas y deletéreas creencias a
media máquina sobre el Diablo. Ciertos carismáticos afirman que el Diablo está
vencido por Cristo..y ya está…Ya lo hemos vencido. Esto es nefasto. Cristo lo
venció. Ahora debemos vencerlo nosotros. Se agarran de una frase de San Juan en
sus Cartas: ustedes vencieron al Maligno. Pero tomando esto
literal crudo, se cargan a San Pedro y San Pablo y a Cristo mismo. Ejemplo de
ignorancia crasa, supina en la interpretación de la Escritura, que debe
interpretarse como una Unidad, en la Tradición e interpretada por el Magisterio
hasta 1962, para seguridad.
Al Diablo se lo vence con la Palabra.
Pero con la Palabra de Dios
interpretada por la Iglesia, con la Tradición y el Magisterio; no con basura
progremodernista.
Pretender combatir al Diablo con clichés progremodernistas
sentimentaloides sobre el amor y la misericordia y la ternura, y la
inclusión, es lo mas imbécil que se puede hacer, pues él ha inventado esa
adulteración de la Palabra de Dios, precisamente para no tener que enfrentar la
Palabra de Dios verdadera y ser vencido, por eso inventó ese sustituto
funcional a eĺ que es la teología progremodernista.
Hoy vemos, a propósito de esto, quien da los ejercicios espirituales
cuaresmales a Francisco, que clase de sujeto es, y cuales son los títulos de
esos ejercicios. (pueden ver todo esto en nuestro portal en diversos artículos
y videos).
Se ha reemplazado la austeridad, la oración y el ayuno; la lucha contra
el Diablo, con idioteces afeminadas, vagos ambientalismos ecológicos…aforismos
de moralina púramente inmanente…
Repetimos la última vez para ir finalizando:
Al Diablo se lo combate con la
Palabra de Dios, vivida por la Tradición e interpretada con el Magisterio hasta
1962.
Ningún sustituto licuado y humano
tiene poder contra el Diablo.
La moralina estúpida e inmanente que
hoy reemplaza la Palabra de Dios en la Iglesia la ha inventado él.
No creer en la existencia del Diablo,
es ya estar bajo su poder.
El que crea se salvará y el que no crea se condenará, dice
lapidariamente el Señor en el Evangelio. Y esta creencia es en la Fe de Cristo
completa e íntegra.
No sirve una fe a la carta, un Credo My Way. El Hereje no puede luchar
contra el Maligno desde el momento de que este, lo ha hecho caer de la
integridad de la Fe.
Cristo salva por la Palabra, creída como corresponde, la cual podemos
usar como espada y escudo contra el Maligno. El amor a Cristo tiene como
indicador la creencia íntegra en su Palabra. No se puede amar lo que no se
conoce. No podemos amar a Cristo y menos a los hermanos, en serio, si no le
creemos al Señor.
Cristo ha vencido al Maligno. Con la Gracia de su Victoria, nos toca
ahora a nosotros luchar y vencer. Como repite el Señor en Apocalipsis varias
veces:
Al que venza, lo sentaré en mi trono.
Al que venza…
Cristo es nuestro Rey y nuestro Redentor, el verdadero conocimiento de
Él salva. Para conocerlo bien hay que conocer, sabiendo el Mal abismal del que
nos salvó con su Redención: el Demonio, el Pecado, el Infierno. Si se niegan
estas tres cosas, como se están negando hoy en la neoiglesia, estamos
reduciendo a Cristo e ignorándolo.
ARMAS DEL COMBATE ESPIRITUAL
Ya sabemos cuales son la armas: Fe íntegra, conocimiento de la Palabra
bien interpretada; Formación católica; Fe, esperanza, amor verdaderos.
Sacramentos de la Iglesia, Sacramentales, vida sencilla. Escape de la
mediocridad y la tibieza. Ayuno y obras de caridad. Conciencia de la misión de
cada uno.
ORACIÓN FINAL
Pidamos al Señor, por intercesión de su Madre, que nos de Fe verdadera,
Esperanza y Amor, para embrazar el escudo de la Palabra de Dios íntegra, fiel,
y luchar nuestro combate contras las fuerzas del mal; contra el Demonio.
Que tomemos conciencia del bien infinito que nos hace Cristo en
reconciliarnos con Dios, liberándonos de la cautividad del Demonio, con la
condición de que creamos y combatamos. Que seamos miembros vivos, en Gracia de
Dios, en su Iglesia.
NOTAS.
1) FSSPX, Misas Dominicales, Primer Domingo de Cuaresma
2) Artículo sobre el Ayuno y su necesidad en nuestro portal.
3) Leonardo Castellani, el Evangelio de Jesucristo.
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