<<LOS MUSULMANES ADORAN AL MISMO DIOS QUE NOSOTROS, CATÓLICOS>> Catecismo conciliar, 841
<<841 Las relaciones de la Iglesia con los musulmanes. "El designio de salvación comprende también a los que reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo, los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y misericordioso que juzgará a los hombres al fin del mundo" (LG 16; cf. NA 3).>>
Pretender que esta aberración conciliar y post conciliar tiene un precedente y está aprobada anteriormente por San Pío X en su Catecismo mayor, es una barbaridad fruto de la ignorancia crasa o la deshonestidad neoconservadora.
Veamos los contextos: San Pío X había condenado el sionismo por ejemplo y estaba en un contexto de lucha contra el modernismo, en una DEFENSA de la Doctrina sana y fiel a la Revelación. Hacía énfasis como todos los Papas tradicionales y católicos, en la defensa del Dogma Extra Ecclesiam Nulla Salus; y enseña que los musulmanes son INFIELES. No dijo que los mahometanos "adoran" al mismo Dios que nosotros, sino "admiten"; y en un contexto completamente diferente, excluyente y condenatorio del contexto "ecumenista" y naturalista del II Concilio Vaticano. Entre "admitir" y adorar la diferencia es lo natural y lo sobrenatural.
El II Concilio Vaticano, en un contexto de "ecumenismo" indiferentista y naturalista, protestantizante, modernista, secularizante, expresado en la Reforma Litúrgica, Lumen Gentium, Gaudium et Spes, Unitatis Reintegratio y Nostra Aetate, apunta a otro lado totalmente contrario a la defensa del Dogma Extra Ecclesiam Nulla Salus; a la "apertura" y "reconciliación" no solo con herejes y cismáticos, sino con el Mundo, en una secularización ambigua por momentos y franca y explícita por otro: al reconocimiento del Islam como religión con la cual se llega a Dios, aunque sea de manera algo disminuida en comparación con la verdadera y única religión, la Católica; que ya en el II Concilio Vaticano se desdibujó como tal, en el indiferentismo ya mencionado.
Desarrollos adicionales.
El 4 de junio de 2020, Monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astaná en Kazajstán, hizo una declaración, publicada por LifeSiteNews, sobre el documento de Abu Dabi firmado conjuntamente el 4 de febrero de 2019 por el papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar, Ahmed el-Tayeb. A continuación, presentamos el texto completo de esta declaración.
La afirmación más errónea y peligrosa del Documento de Abu Dabi sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común (firmado por el papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar Ahmed el-Tayeb, el día 4 de febrero de 2019) es la siguiente:
"El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente". Afirmar que, así como Dios quiere positivamente la diversidad de los sexos masculinos y femeninos y la diversidad de las naciones, de la misma manera quiere la diversidad de las religiones, contradice la Revelación divina.
El Documento de Abu Dabi también evoca una fe común en Dios, por ejemplo: "es un documento" dirigido "a todas las personas que llevan en el corazón la fe en Dios y la fe en la fraternidad humana". Aquí, el significado de la fe en sí misma es ambiguo y, además, el significado de la fe en Dios es colocado al nivel natural de la creencia "en la fraternidad humana". Esto es teológicamente falso y engañoso.
El significado de la palabra "fe" lo da Jesucristo mismo y, por lo tanto, la Revelación divina. Hay "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (Ef 4, 5), "pues no todos los hombres tienen la fe" (2 Tes. 3, 2). Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, es "el autor y consumador de la fe" (Heb 12, 2). Quien no cree en Jesucristo, el Hijo de Dios, no tiene fe y no agrada a Dios, como dice el Señor: "Quien cree en Él, no es juzgado, mas quien no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios" (Jn 3, 18), y "quien no quiere creer al Hijo no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él" (Jn 3, 36).
El Catecismo de la Iglesia Católica dice: "Para el cristiano, creer en Dios, es creer inseparablemente en Aquel a quien envió, 'su Hijo muy amado' en quien ha puesto todas sus complacencias (cf. Mc. 1, 11); Dios nos dijo que le escucháramos (cf. Mc 9, 7). El Señor mismo dijo a sus discípulos: "Creed en Dios, creed también en Mí" (Jn 14: 1) (CIC n. 151). "Fe" y "creer" no significan el conocimiento de Dios a través de la luz de la razón natural, sino un don sobrenatural de Dios, por el cual "impulsados y ayudados por la gracia divina, al concebir en ellos la fe que oyen predicar (Rom. 10, 17), van libremente hacia Dios, creyendo que es cierto todo lo que ha sido divinamente revelado y prometido" (Concilio de Trento, Decreto sobre la justificación, ses. 6, cap. 6).
La Iglesia siempre ha enseñado, especialmente durante el Concilio Vaticano I, que "la situación de aquellos que por el don celestial de la fe han abrazado la verdad católica, no es en modo alguno igual a la de aquellos que, guiados por las opiniones humanas, siguen una religión falsa" (Constitución dogmática Dei Filius, cap. 3).
El mismo Concilio enseña: "El asentimiento perpetuo de la Iglesia católica ha sostenido y sostiene que hay un doble orden de conocimiento, distinto no sólo por su principio, sino también por su objeto: por su principio, porque en uno conocemos mediante la razón natural y en el otro mediante la fe divina; y por su objeto, porque además de aquello que puede ser alcanzado por la razón natural, son propuestos a nuestra fe misterios escondidos por Dios, los cuales sólo pueden ser conocidos mediante la revelación divina" (Constitución dogmática Dei Filius, chap. 4).
Decir que los musulmanes adoran con nosotros al único Dios ("nobiscum Deum adorant"), como lo hace el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium n.16, es una afirmación teológicamente muy ambigua. Decir que los católicos adoramos con los musulmanes al único Dios es una mentira. No adoramos con ellos. En el acto de adoración, siempre adoramos a la Santísima Trinidad, no solo adoramos al "único Dios" sino, más bien, a la Santísima Trinidad, explícitamente: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El islam rechaza a la Santísima Trinidad. Cuando los musulmanes adoran, no adoran al nivel sobrenatural de la fe. Incluso nuestro acto de adoración es radical y esencialmente diferente. Precisamente porque miramos a Dios y lo adoramos como niños constituidos dentro de la inefable dignidad de la adopción filial divina, y lo hacemos con fe sobrenatural. Pero los musulmanes no tienen una fe sobrenatural. Los musulmanes solo tienen un conocimiento natural de Dios. El Corán no es la revelación de Dios, sino una especie de anti-revelación de Dios, porque el Corán niega expresamente la revelación divina de la Encarnación, de la divinidad eterna del Hijo de Dios, del sacrificio redentor de Cristo en la cruz y, por lo tanto, niega la verdad de Dios, la Santísima Trinidad. Desde luego, cuando una persona adora sinceramente a Dios Creador -como la mayoría de los musulmanes comunes- adora a Dios mediante un acto natural de adoración, basado en el conocimiento natural de Dios, el Creador. Toda persona no cristiana, no bautizada (incluidos los musulmanes) puede adorar a Dios al nivel del conocimiento natural de la existencia de Dios. Adoran en un acto natural de adoración al mismo Dios al que nosotros adoramos en un acto sobrenatural y con una fe sobrenatural en la Santísima Trinidad. Pero estos son dos actos de adoración esencialmente diferentes: uno es un acto de conocimiento natural y el otro es un acto de fe sobrenatural. Los actos de adoración, y los actos de conocimiento en los que se basan, son sustancialmente diferentes, aunque el objeto sea el mismo en el sentido de que es el mismo Dios. Tal vez podría expresarse de esta manera: "Los musulmanes adoran a Dios en un acto de adoración natural y, por lo tanto, de una manera significativamente diferente a la nuestra, ya que nosotros, los católicos, siempre adoramos a Dios con una fe sobrenatural".
El acto subjetivo de adoración de los musulmanes también es diferente, porque su comprensión de Dios no es igual a la nuestra. Debe tenerse en cuenta que los musulmanes, al aceptar aseveraciones sobre Dios que no son de origen divino, corren el riesgo de ofrecer un conocimiento falso y una adoración falsa a Dios, incluso a nivel natural.
El documento de Abu Dabi formula propuestas sobre la base de "nuestra fe común en Dios". Sin embargo, los seguidores del islam ven a Dios como distante, desprovisto de una interrelación personal, y este es un concepto muy erróneo de Dios. Una parte considerable de los musulmanes tiene una imagen distorsionada y falsa de Dios, lo ven como incapaz de comunicarse personalmente con nosotros, y como un ser al que no podemos amar verdadera y personalmente como a nuestro Padre y nuestro Redentor.
También debemos considerar el hecho de que la concepción musulmana de Jesús constituye, esencialmente, el rechazo del concepto cristiano, porque el Corán declara que Dios no puede tener un Hijo y, por lo tanto, rechazan la Encarnación, aun cuando aceptan el nacimiento virginal. En consecuencia, es incorrecto equiparar su veneración a Jesús con nuestra adoración a Jesús como Dios encarnado y Redentor de la humanidad; y su veneración a María no es la misma que nuestra veneración a María como la Madre de Dios. Por lo tanto, no podemos aprender de ellos la manera de relacionarnos adecuadamente con Jesús o María. Asimismo, su manera de entender que la vida es "para" Dios no es igual a la nuestra, porque Jesús enseñó que Dios es nuestro Padre, que vivimos para Él, para aumentar nuestro amor por Él y ser felices con Él para siempre, mientras que la concepción musulmana de la vida para Dios es la de una vida de esclavos al servicio de un poderoso amo. Finalmente, su concepción de la misericordia es diferente de la concepción cristiana, porque nosotros somos misericordiosos como Dios Padre fue misericordioso con nosotros, enviando a su Hijo a morir por nosotros, mientras aún éramos sus enemigos, algo que los musulmanes niegan.
Según la sura 9:29, los musulmanes deben luchar contra "aquellos que no creen en Alá ni en el Día Final, que no prohíben lo que Alá y su enviado han prohibido y que no adoptan la religión de la verdad de aquellos que han recibido el Libro, hasta que paguen el tributo [djiziah] con sus propias manos, después de ser humillados".
No podemos suscribirnos a la tesis según la cual una lectura correcta del Corán demuestra que se opone a todas las formas de violencia. En primer lugar, esto puede refutarse mediante una simple lectura del Corán. Las últimas suras del Corán son sumamente violentas hacia los no musulmanes, y llaman a la ocupación de los países no musulmanes mediante la violencia. Incluso hoy, muchos musulmanes están bien conscientes de que esta es la forma legítima de leer el Corán. Además, la mayoría de los musulmanes está de acuerdo en que las suras posteriores (más violentas) tienen más autoridad. Por lo general, los musulmanes entienden el Corán literalmente porque no tienen ningún tipo de exégesis espiritual o alegórica. Tal vez algunas personas excepcionales, buenos eruditos islámicos, leen el Corán de este modo, pero estos no representan al islam como tal. No constituyen en lo más mínimo una autoridad de referencia.
Desde un punto de vista teológico, por lo tanto, es engañoso y desconcertante que el Romano Pontífice haya firmado un documento conjuntamente con una autoridad religiosa islámica usando los términos "Dios", "Fe", "pluralismo y diversidad de religiones", "fraternidad", a pesar de que estos términos tienen significados sustancialmente diferentes en las enseñanzas del Corán y en la Revelación divina de Nuestro Señor Jesucristo. Asimismo, no debemos olvidar que los musulmanes no tienen la facultad para resolver las divergencias con una autoridad universal, porque carecen de un magisterio, y no hay ninguna autoridad que represente al islam en sí mismo, así como tampoco existe una autoridad central en el islam que decida sobre los asuntos doctrinales para todos los musulmanes.
La única fraternidad universal estable es la fraternidad en Jesucristo. Solo en Jesucristo y en el Espíritu Santo, enviado por Él, los pueblos pueden ser verdaderamente hijos de Dios, y llamarlo con toda verdad "Padre" y, por lo tanto, ser verdaderamente hermanos: "Porque todos cuantos son movidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios, dado que no recibisteis el espíritu de esclavitud, para obrar de nuevo por temor; sino que recibisteis el espíritu de filiación, en virtud del cual clamamos: ¡Abba! (esto es), ¡Padre! El mismo Espíritu da testimonio, juntamente con el espíritu nuestro, de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo" (Rom 8, 14-17).
La única paz verdadera y estable es la paz de Cristo. La siguiente enseñanza del Papa Pío XI, establecida hace casi cien años, transmite fielmente lo que Jesucristo, nuestro divino Maestro y Redentor, y el constante magisterio de la Iglesia han enseñado a través de los siglos, lo cual sigue siendo el criterio de análisis al cual debe someterse el Documento de Abu Dabi:
"Muy poco se puede esperar de una paz artificial y de exterioridades que regule y gobierne las relaciones recíprocas entre los hombres, como lo haría un código de cortesía; lo que se necesita es una paz que penetre los corazones, los apacigüe y los abra poco a poco a los sentimientos recíprocos de caridad fraterna. Esta paz no es más que la paz de Cristo: y que la paz de Cristo traiga la alegría en vuestros corazones (Col 3, 15); no se puede tener otra paz diferente de la que Cristo da, Él mismo, a los suyos (Jn 14, 27), Él que, como Dios, ve el interior de los corazones (1 Sam 16, 7) y reina en el íntimo de las almas. Por otra parte, fue con todo derecho que el Señor Jesús llamó suya esta paz, porque fue el primero que dijo a los hombres: Vosotros sois todos hermanos (Mt 23, 8); fue Él quien ha promulgado la ley del amor y del apoyo mutuo entre todos los hombres, y la selló para así decir de su sangre: Mi mandamiento es que vosotros os améis unos a los otros, como Yo mismo os he amado (Jn 15, 12); soportad los unos los fardos de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo (Gal 6, 2)" (Encíclica Ubi arcano Dei consilio, 33).
"Por lo tanto, no existirá la paz verdadera -esta paz tan deseada por Cristo- hasta que todos los hombres observen fielmente las enseñanzas de Cristo, los preceptos y los ejemplos de Cristo, tanto en el orden de la vida pública como de la vida privada" (Ibidem, 47).
"Es uniéndose estrechamente a nosotros y a Cristo para extender y fortificar por su celo industrioso y activo el reino de Cristo, cuando trabajarán con mayor eficacia al restablecimiento de la paz general entre los hombres" (Ibidem, 49).
"Porque el reinado de Cristo establece y hace florecer una cierta igualdad de derechos y dignidad entre los hombres, todos ennoblecidos con la preciosa sangre de Cristo" (Ibidem, 58). FUENTE
MATERIAL MAGISTERIAL RELACIONADO, DE LA IGLESIA CATÓLICA DE SIEMPRE Y DEL II CONCILIO
II CONCILIO VATICANO: Nostra AetatE
<<Las diversas religiones no cristianas
2. Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se encuentra en los diversos pueblos una cierta percepción de aquella fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana y a veces también el reconocimiento de la Suma Divinidad e incluso del Padre. Esta percepción y conocimiento penetra toda su vida con íntimo sentido religioso. Las religiones a tomar contacto con el progreso de la cultura, se esfuerzan por responder a dichos problemas con nociones más precisas y con un lenguaje más elaborado. Así, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza. En el Budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior. Así también los demás religiones que se encuentran en el mundo, es esfuerzan por responder de varias maneras a la inquietud del corazón humano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados.
La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas.
Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen.
3. La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.
Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres.>>
SAN PIO X Y MAGISTERIO TRADICIONAL CATÓLICO
San Pío X, Catecismo Mayor:
<<6º.- De los que están fuera de la Iglesia
225.- ¿Quiénes son los que no pertenecen a la comunión de los
Santos? - No pertenecen a la comunión de los santos en la otra vida los
condenados, y en ésta, los que están fuera de la verdadera Iglesia.
226.- ¿Quiénes están fuera de la verdadera Iglesia? - Está fuera de la
verdadera Iglesia los infieles, los judíos, los herejes, los apóstatas, los
cismáticos y los excomulgados.
227.- ¿Quiénes son los infieles? - Infieles son los que no tienen el
Bautismo ni creen en Jesucristo, o porque creen y adoran falsas divinidades,
cómo los idólatras, o porque, aun admitiendo al único verdadero Dios, no
creen en Cristo Mesías, ni como venido ya en la persona de Jesucristo ni
como que ha de venir: tales son los mahometanos y otros semejantes.
228.- ¿Quiénes son los judíos? - Judíos son los que profesan la ley de
Moisés, no han recibido el Bautismo y no creen en Jesucristo.
229.- ¿Quiénes son los herejes? - Herejes son los bautizados que rehusan
con pertinacia creer alguna verdad revelada por Dios y enseñada como de fe
por la Iglesia Católica; por ejemplo los arrianos, los nestorianos y las varias
sectas de los protestantes.
230.- ¿Quiénes son los apóstatas? - Apóstatas son los que abjuran, esto
es, niegan con acto externo la fe católica que antes profesaban.
231.- ¿Quiénes son los cismáticos? - Cismáticos son los cristianos que, sin
negar explícitamente ningún dogma, se separan voluntariamente de la Iglesia
de Jesucristo, esto es, de sus legítimos Pastores.>>
VEAMOS MAGISTERIO AL RESPECTO DEL NATURALISMO E INDIFERENTISMO RELIGIOSO:
Encíclica Ubi Primum de León XII (1824)
14. Es imposible que el Dios verdadero, que es la Verdad misma, el mejor, el más sabio proveedor y el premiador de los buenos, apruebe todas las sectas que profesan enseñanzas falsas que a menudo son inconsistentes y contradictorias entre sí, y otorgue premios eternos a sus miembros […] porque por la fe divina confesamos un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. […] Por eso confesamos que no hay salvación fuera de la Iglesia.
Encíclica Mirari Vos de Gregorio XVI (1832)
9. Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la iglesia es el indiferentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha; oigan a San Jerónimo que nos cuenta cómo, estando la Iglesia dividida en tres partes por el cisma, cuando alguno intentaba atraerle a su causa, decía siempre con entereza: Si alguno está unido con la Cátedra de Pedro, yo estoy con él. No se hagan ilusiones porque están bautizados; a esto les responde San Agustín que no pierde su forma el sarmiento cuando está separado de la vid; pero ¿de qué le sirve tal forma, si ya no vive de la raíz?
Encíclica Qui Pluribus de Pío IX (1846)
Igualmente decimos de ese sistema que es repugnante a la misma luz que la razón natural, que es la indiferencia de la Religión, con la cual, eliminaron toda distinción entre virtud y vicio, entre verdad y error, entre honestidad y bajeza, enseñan que cualquier religión es igualmente buena para lograr la salvación eterna, como si entre la justicia y las pasiones, entre la luz y la oscuridad, entre Cristo y Belial pudiera existir un acuerdo o algo en común. Apunta con el mismo propósito a la vil conspiración contra el sagrado celibato de los clérigos, fomentado, ¡oh, qué pena, incluso por algunos hombres de la Iglesia! Olvidando miserablemente su dignidad y cediendo a las tentaciones de la voluptuosidad. La perversa institución de la enseñanza en las disciplinas filosóficas también tiende a esto.
Encíclica Quanta Cura de Pío IX (1864)
Pues sabéis muy bien, Venerables Hermanos, se hallan no pocos que aplicando a la sociedad civil el impío y absurdo principio que llaman del naturalismo, se atreven a enseñar «que el mejor orden de la sociedad pública, y el progreso civil exigen absolutamente, que la sociedad humana se constituya y gobierne sin relación alguna a la Religión, como si ella no existiese o al menos sin hacer alguna diferencia entre la Religión verdadera y las falsas.»
Encíclica Humanum Genus de León XIII (1884)
[…] el propósito de los Masones es perseguir cuanto puedan a los católicos con una enemistad implacable, y no descansar hasta lograr que sea destruido todo cuanto los Sumos Pontífices han establecido en materia de religión o por causa de ella.
Y si no se obliga a los adeptos a abjurar expresamente la fe católica, tan lejos está esto de oponerse a los intentos masónicos, que antes bien sirve a ellos. Primero, porque éste es el camino de engañar fácilmente a los sencillos e incautos y de atraer a muchos más; y después, porque, abriendo los brazos a cualesquiera y de cualquier religión, consiguen persuadir de hecho el grande error de estos tiempos, a saber, el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos; conducta muy a propósito para arruinar toda religión, singularmente la católica, a la que, por ser la única verdadera, no sin suma injuria se la iguala con las demás.
Encíclica Inmortale Dei, León XIII (1885)
14. En materia religiosa, pensar que las formas de culto, distintas y aun contrarias, son todas iguales, equivale a confesar que no se quiere aprobar ni practicar ninguna de ellas. Esta actitud, si nominalmente difiere del ateísmo, en realidad se identifica con él. Los que creen en la existencia de Dios, si quieren ser consecuentes consigo mismos y no caer en un absurdo, han de comprender necesariamente que las formas usuales de culto divino, cuya diferencia, disparidad y contradicción aun en cosas de suma importancia son tan grandes, no pueden ser todas igualmente aceptables ni igualmente buenas o agradables a Dios.
Catecismo Mayor de San Pío X (1905)
225.- ¿Quiénes son los que no pertenecen a la comunión de los Santos? - No pertenecen a la comunión de los santos en la otra vida los condenados, y en ésta, los que están fuera de la verdadera Iglesia.
226.- ¿Quiénes están fuera de la verdadera Iglesia? - Están fuera de la verdadera Iglesia los infieles, los judíos, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y los excomulgados.
227.- ¿Quiénes son los infieles? - Infieles son los que no tienen el Bautismo ni creen en Jesucristo, o porque creen y adoran falsas divinidades, cómo los idólatras, o porque, aun admitiendo al único verdadero Dios, no creen en Cristo Mesías, ni como venido ya en la persona de Jesucristo ni como que ha de venir: tales son los mahometanos y otros semejantes.
228.- ¿Quiénes son los judíos? - Judíos son los que profesan la ley de Moisés, no han recibido el Bautismo y no creen en Jesucristo.
229.- ¿Quiénes son los herejes? - Herejes son los bautizados que rehúsan con pertinacia creer alguna verdad revelada por Dios y enseñada como de fe por la Iglesia Católica; por ejemplo, los arrianos, los nestorianos y las varias sectas de los protestantes.
230.- ¿Quiénes son los apóstatas? - Apóstatas son los que abjuran, esto es, niegan con acto externo la fe católica que antes profesaban.
231.- ¿Quiénes son los cismáticos? - Cismáticos son los cristianos que, sin negar explícitamente ningún dogma, se separan voluntariamente de la Iglesia de Jesucristo, esto es, de sus legítimos Pastores.
232.- ¿Quiénes son los excomulgados? - Los excomulgados son aquellos que por faltas gravísimas son castigados por el Papa o por el Obispo con la pena de excomunión, en cuya virtud son, como indignos, separados del cuerpo de la Iglesia, que espera y desea su conversión.
358.- ¿Qué nos prohíbe el primer mandamiento? - El primer mandamiento nos prohíbe la idolatría, la superstición, el sacrilegio, la herejía y cualquier otro pecado contra la religión.
359.- ¿Qué es idolatría? - Llámase idolatría dar a una criatura cualquiera; por ejemplo, a una estatua, a una imagen, a un hombre, el culto supremo de adoración debido sólo a Dios.
360.- ¿Cómo se halla expresada esta prohibición en la Sagrada Escritura? - En la Sagrada Escritura se halla expresada esta prohibición con las palabras: No harás para ti escultura ni figura alguna de los que está arriba en el cielo o abajo en la tierra. Y no adorarás tales cosas ni les darás culto.
361.- ¿Prohíben estas palabras toda suerte de imágenes? - No, por cierto, sino sólo las imágenes de las falsas divinidades hechas con fin de ser adoradas, como hacían los idólatras. Es esto tanta verdad, que el mismo Dios mandó a Moisés que hiciera algunas, como las dos estatuas de querubines sobre el arca y la serpiente de metal en le desierto.
362.- ¿Qué es superstición? - Se llama superstición cualquiera devoción contraria a la doctrina y uso de la Iglesia, como también atribuir a alguna acción u objeto cualquiera una virtud sobrenatural que no tiene.
363.- ¿Qué es sacrilegio? Sacrilegio es la profanación de un lugar, de una persona o de una cosa consagrada a Dios y destinada a su culto.
364.- ¿Qué es herejía? - Herejía es un error culpable del entendimiento por el que se niega con pertinacia alguna verdad de fe.
365.- ¿Qué otras cosas prohíbe el primer mandamiento? - El primer mandamiento prohíbe, además, todo linaje de comercio con el demonio y el asociarse a las sectas anticristianas.
Encíclica Pascendi de San Pío X (1907)
Cómo franquean la puerta del ateísmo, una vez admitidas juntamente con los otros errores mencionados, lo diremos más adelante. Desde luego, es bueno advertir que de esta doctrina de la experiencia, unida a la otra del simbolismo, se infiere la verdad de toda religión, sin exceptuar el paganismo. Pues qué, ¿no se encuentran en todas las religiones experiencias de este género? Muchos lo afirman. Luego ¿con qué derecho los modernistas negarán la verdad de la experiencia que afirma el turco, y atribuirán sólo a los católicos las experiencias verdaderas? Aunque, cierto, no las niegan; más aún, los unos veladamente y los otros sin rebozo, tienen por verdaderas todas las religiones. Y es manifiesto que no pueden opinar de otra suerte, pues establecidos sus principios, ¿por qué causa argüirían de falsedad a una religión cualquiera? No por otra, ciertamente, que por la falsedad del sentimiento religioso o de la fórmula brotada del entendimiento. Mas el sentimiento religioso es siempre y en todas partes el mismo, aunque en ocasiones tal vez menos perfecto; en cuanto a la fórmula del entendimiento, lo único que se exige para su verdad es que responda al sentimiento religioso y al hombre creyente, cualquiera que sea la capacidad de su ingenio. Todo lo más que en esta oposición de religiones podrían acaso defender los modernistas es que la católica, por tener más vida, posee más verdad, y que es más digna del nombre cristiano porque responde con mayor plenitud a los orígenes del cristianismo.>>
Por lo tanto, pretender que el II Concilio Vaticano ha seguido la Tradición, la Revelación en este, como en otros puntos, no es mas que alquimia de la Hermenéutica de la Reforma en la Continuidad. Un absurdo irracional, heterodoxo, que se puede atribuir a la ignorancia o a la deshonestidad.
San Pío X. Santo y Fiel Papa que defendió la Verdad Revelada.
Papas conciliares: Pretendieron "renovar la Iglesia" abríendola al mundo y "reconciliándose" con infieles, herejes, cismáticos y deicidas:
La verdad es clara: Quien a Mí me rechaza, rechaza al que me envió.....El Islam rechaza a Cristo y su Revelación; por lo tanto rechaza al que lo envió, al Padre.
Si el Islam admite -"admitir" no es adorar- al único de Dios, es obvio que es de manera incompleta y mutilada, puesto que rechaza su Revelación, su Hijo y su plan salvífico: nunca pueden adorar el Dios que adoramos nosotros los Católicos. Por eso San Pío X enseña que pese a admitir al único Dios, los musulmanes son "Infieles" y se colocan fuera de la salvación mientras no se conviertan. Nuevamente la definición de "Infieles" del Catecismo de San Pío X: <<227.- ¿Quiénes son los infieles? - Infieles son los que no tienen el Bautismo ni creen en Jesucristo, o porque creen y adoran falsas divinidades, cómo los idólatras, o porque, aun admitiendo al único verdadero Dios, no creen en Cristo Mesías, ni como venido ya en la persona de Jesucristo ni como que ha de venir: tales son los mahometanos y otros semejantes.>>
La verdad cae de madura: solo un deshonesto o un ignorante, un erudito vano y dañino....un neoconservador, puede pretender asimilar ambos magisterios en una Hermenéutica de la Reforma en la Continuidad, que va contra toda Doctrina, contra toda lógica, contra toda razón, contra toda piedad, contra la verdad histórica, contra el sentido común.
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