viernes, 6 de marzo de 2020

PASAJES DE CONSIDERACIONES SOBRE LIBERALISMO Y MODERNISMO

<<....Abramos este libro del cual hablé: Libéralisme et Catholicisme [Liberalis-
mo y Catolicismo] del Padre Roussel 1 , aparecido en 1926, y leamos esta
página que pinta muy concretamente al liberalismo (págs. 14-16), agregando
un pequeño comentario.
1
Informes presentados en la Semaine Catholique, Parı́s, 1926.
1112
2. El orden natural y el liberalismo
El liberal es un fanático de independencia, la proclama hasta el absurdo,
en todos los ámbitos.
Se trata de una definición; veremos cómo se aplica y cuáles son las libera-
ciones que reivindica el liberalismo.
1. La independencia de lo verdadero y del bien en relación al ser: es la
filosofı́a relativista del movimiento y del devenir. La independencia de
la inteligencia en relación a su objeto: la razón soberana no tiene que
someterse a su objeto, sino que lo crea; de allı́, la evolución radical de
la verdad; subjetivismo relativista.
Subrayemos las dos palabras claves; subjetivismo y evolución. Sub-
jetivismo es introducir la libertad en la inteligencia, cuando por el con-
trario, la nobleza de ésta consiste en someterse a su objeto; consiste
en la adecuación o conformidad del sujeto que piensa con el objeto
conocido. La inteligencia funciona como una cámara fotográfica, debe
reproducir exactamente los rasgos inteligibles de lo real. Su perfección
consiste en su fidelidad a lo real. Por esta razón, la verdad se define
como la adecuación de la inteligencia con la cosa. La verdad es la cuali-
dad del pensamiento que está conforme con la cosa, es decir con lo
que es. No es la inteligencia quien crea las cosas; son éstas las que se
imponen tal como son a la inteligencia. En consecuencia, la verdad de
lo afirmado depende de lo que es: es algo objetivo; y aquel que busca
lo verdadero debe renunciar a sı́, renunciar a una construcción de su
espı́ritu, renunciar a inventar la verdad.
Al contrario, en el subjetivismo, es la razón la que construye la ver-
dad: ¡nos encontramos con la sumisión del objeto al sujeto! El sujeto
se vuelve el centro de todas las cosas. Estas no son más lo que son,
sino lo que se piensa de ellas. El hombre dispone entonces a su gusto
de la verdad: este error se llamará idealismo en su aspecto filosófico,
y liberalismo en su aspecto moral, social, polı́tico y religioso. Por eso
la verdad será diferente según los individuos y los grupos sociales. La
verdad es necesariamente compartida. Nadie puede pretender poseerla
exclusivamente y en su totalidad; ella se hace y se busca sin fin. Uno
vislumbra cuán contrario es todo esto a Nuestro Señor Jesucristo y a
su Iglesia.13
Históricamente, esta emancipación del sujeto con relación al obje-
to (a lo que es) fue realizada por tres personajes. Lutero, en primer
lugar, rechaza el magisterio de la Iglesia y no conserva más que la
Biblia, al rehusar todo intermediario creado entre el hombre y Dios.
Introduce el libre examen a partir de una falsa noción de la inspiración
de la Escritura: ¡la inspiración individual! Luego Descartes, seguido de
Kant, sistematiza el subjetivismo: la inteligencia se encierra en sı́ mis-
ma, sólo conoce su propio pensamiento: es el cogito de Descartes, son
las categorı́as de Kant. Las cosas mismas son incognoscibles. Final-
mente Rousseau: emancipado de su objeto y habiendo perdido el senti-
do común (el recto juicio), el sujeto queda sin defensa frente a la opinión
común. El pensamiento del individuo se diluye en la opinión pública,
es decir, en lo que todo el mundo o la mayorı́a piensa; y esta opinión
será creada por las técnicas de dinámica de grupos, organizadas por
los medios de comunicación que están en las manos de los financieros,
de los polı́ticos, de los francmasones, etc. Por su propio peso, el liber-
alismo intelectual lleva al totalitarismo del pensamiento. Del rechazo
del objeto se pasa a la desaparición del sujeto, maduro entonces para
sufrir todas las esclavitudes. El subjetivismo, al exaltar la libertad de
pensamiento, desemboca en el aplastamiento del mismo.
La segunda nota del liberalismo intelectual, según hemos señalado, es
la evolución. Rechazando la sumisión a lo real, el liberal es arrastrado
a rechazar también la esencia inmutable de las cosas; para él, no hay
naturaleza de las cosas, no hay naturaleza humana estable, regida por
leyes definitivas, establecidas por el Creador. El hombre vive en una
perpetua evolución progresiva; el hombre de hoy, no es el hombre de a-
yer; se cae en el relativismo. Más aún, el hombre se crea a sı́ mismo, él es
el autor de sus propias leyes, que debe remodelar sin cesar, según la sola
ley inflexible del progreso necesario. Es el evolucionismo en todos los
ámbitos: biológico (Lamarck y Darwin), intelectual (el racionalismo y
su mito del progreso sin fin de la razón humana), moral (emancipación
de los tabúes), polı́tico-religioso (emancipación de las sociedades con
respecto a Jesucristo). La cima del delirio evolucionista es alcanzada
con el Padre Teilhard de Chardin (1881-1955) quien afirma, en nom-
bre de una pseudociencia y de una pseudomı́stica, que la materia se
transforma en espı́ritu, lo natural en lo sobrenatural, la humanidad en
Cristo: triple confusión de un monismo evolucionista inconciliable con
la fe católica. Para la fe, la evolución es la muerte. Se habla de una
Iglesia que evoluciona, se busca una fe evolutiva. Debe someterse a la14
2. El orden natural y el liberalismo
Iglesia viviente, a la Iglesia de hoy, me escribı́an de Roma en los años
1976, como si la Iglesia de hoy no debiera ser idéntica a la Iglesia de
ayer. Yo les respondo: ¡En esas condiciones, mañana ya no será verdad
lo que ustedes dicen hoy!
Esas personas no tienen ya noción de la verdad, ni del ser. Son mo-
dernistas.>>

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