El hecho de que el progremodernista deteste la verdad sobre la verdadera iglesia, que es signo de contradicción y perseguida como su Maestro; segregada y vilipendiada como él, martirizada como Él, no es méramente que él sea un marica que huye del sufrimiento: en su conmovisión, los Tres Enemigos del cristiano, el Demonio, la carne y el Mundo, han desaparecido. El Demonio no existe; la carne ya no tiene connotación negativa ni peyorativa, constituye el ser humano de fondo divino sin pecado original en el que basta bucear en su interioridad para encontrar al dios-pantos que tiene adentro; y el Mundo es la expresión, el desarrollo también de Dios mismo; siguiendo con su panteísmo, es Dios mismo.
Por eso está tan a gusto en la vida de la carne, del mundo y funcional al Sistema que maneja el Maligno.
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