lunes, 27 de mayo de 2019

AJUSTE DE CUENTAS

El sol está por salir en el desierto de Nuevo México. Por la calle principal del pueblo viene un jinete a paso lento y cansino de su caballo, contra una brisa suave y tibia que anuncia un día de mucho calor. Ambos se ven cansados. El jinete porta una chaqueta parda, larga hasta las rodillas; raída con charreteras y viejas condecoraciones militares sucias y oxidadas. Exhibe un alto sombrero de copa también raído, que parece una prolongación de su cabeza. Tiene barba de varios días y en su boca vive un cigarro corto mágicamente pegado a sus labios.
Su vista apunta aplomada y decidida a un caserón grande que está pegado al Bar principal del pueblo.
Sin apartar la vista de esa casa aceca su caballo, se baja sin sacar la vista de la ventana de la casa; ata su caballo tirando el humo del cigarro por el costado izquierdo de su boca y se queda mirando unos segundos, con un dejo de satisfacción, la fachada de la casa.
Se saca el sombrero para rascarse la cabeza, que aparece sorprendentemente casi calva, se vuelve a poner el sombrero y vuelve a tirar el humo por el costado izquierdo de su boca mientras se para justo enfrente de la puerta de entrada y prueba de abrirla. La puerta se puede abrir, cede ante la presión. El hombre suspira y entra con mucho cuidado. Dentro está oscuro; se queda unos minutos en la oscuridad para adaptarse, habiendo dejado apoyado su cigarro tras de eĺ en algo que parece una mesa. Luego toma de nuevo su cigarro, cruza un salón con bar y entra por un corredor donde hay varias puertas seguidas. Se detiene ante la segunda y mira por una rendija de la puerta rota. Se ve una cama deshecha y un pie femenino que se mueve; se oyen gemidos....El maldito está aquí; no hay duda. La puerta puede tener el pestillo puesto, trata de abrir y en efecto, así es; no puede. Frunce el ceño con fastidio y toma distancia; con una certera patada rompe el pestillo interior y la puerta se abre violentamente al tiempo que el hombre saca sus dos pistolas. La puerta rebota y vuelve violentamente. El hombre la para con su bota derecha y la vuelve a empujar lentamente para que se abra.
Una mujer rubia de pelo enrulado que parece una muñeca está en una gran cama tirada sobre un tipo moreno y bigotón, de mucho pelo en pecho, peinado con raya al costado con gran mechón de pelo que le cae sobre la cara, con cicatrices de viruela; que tiene un vaso de whisky en la mano y un cigarro en la boca. Ambos, hombre y mujer abren sus ojos estupefactos ante el hombre armado e imponente de sombrero de copa. La mujer emite un gritito. se para semidesnuda y muy asustada cubriéndose sus partes pudendas sale lloriqueando sin apartar la vista del invasor, por otra puerta que está al costado y atrás algo oculta, mientras el miedo y el asombro dominan la expresión del hombre moreno de la cama. Este traga saliva. Bill! que haces por aquí, hermano......que gusto verte..ensaya una voz agradable, aunque nerviosa y una cadencia típicamente mexicana.
El hombre armado, con sus dos pistolas algo apuntadas hacia los lados lo mira cansado; sus órbitas oculares están hundidas por la fatiga y el ayuno de un largo viaje. Sin embargo en su mirada fatigada hay un gran aplomo; una decisión absoluta.....He venido a cobrar esa parte que me debes, Antonio. El mexicano empalidece.....pues, pues ha pasado mucho tiempo....pero te pagaré Bill....aquí en el armario tengo unas monedas de oro y un cinturón con monedas también de oro....
El hombre del sombrero frunce algo el ceño y tira humo por el costado derecho de su boca; se acerca al lado de la cama y le pone el cañó de su colt derecho en la boca al mexicano. El siempre confió en Antonio; siempre lo ha hecho, una voz suave, no muy grave; cansada, emerge entre el humo del cigarro y choca con el aspecto viril, imponente y amenazante del hombre armado.....saca esas monedas y ese cinturón del armario pero ten cuidado; el mexicano traga saliva sin disimular con sus ojos muy abiertos por el miedo y se agacha revolviendo algunas cosas en la parte baja del armario que está cerca de la cama. Despues de estirar mucho la mano y revolver ....si, aquí está Bill...saca una bolsita de cuero atada con una cinta de cuero y un cinturón con monedas de oro y se lo acerca tembloroso al hombre que lo apunta con sus dos Colt.
Que lo ponga ahí, en la cama, delante de él y que abra la bolsa. Si Bill, lo que tu quieras, aquí tienes.....
El hombre armado toma la bolsa, sin dejar de mirar al mexicano que tiembla con los ojos muy abiertos mientras recuerda los buenos tiempos que tuvimos juntos, Bill...
El del sombrero de copa, sin apartar la vista del mexicano, toma una moneda, la mira, la muerde, degusta, frunce el ceño y tira el humo de su cigarro por el costado izquierdo, mientras un viso de fastidio se apodera de su expresión: todas las monedas son iguales Antonio? Claro que lo son Bill, son de oro. Una risita nerviosa y sicopática del mexicano, Bill se debe acordar de los buenos tiempos; esos tiempos en que eran amigos y compartían mujeres....
Siempre he confiado en tí, Antonio, emerge la voz suave y cansada....El mexicano parece cobrar ánimo y sonríe tembloroso....ya sabía que él y Bill terminarían amigos....
Siempre he confiado en tí, y es la segunda vez que me engañas, dice con un dejo de tristeza y voz muy suave el hombre de los dos Colts desenfundados......La expresión del mexicano se vuelve tránsida y pálida de terror, pero que dices Bill! cual es el problema??
Esto no es oro Antonio; es basura.
Pero no puede ser Bill, entonces me engañaron a mí...Bill, creeme que me pagaron con eso por un trabajo, en serio Bill, no! te estarás equivocando! y ríe de una manera nerviosa y demencial...
El hombre del sombrero lo mira con expresión desolada y menea la cabeza....Vete Antonio, es la segunda vez que me tomas por estúpido, y será la última. Vete por esa puerta...
Bill, Bill, en serio, me pagaron con eso, pues...si, me voy Bill, gracias, espero que te vaya bien, amigo. Bill, somos amigos! farfulla nervioso el mexicano mientras se dirige a la puerta del costado del cuarto por donde se fue la rubia muñeca.
Bill...seguiremos siendo amigos...creeme que no quise engañarte...Gracias Bill, realmente te quiero mucho...
El hombre armado menea la cabeza desolado y cuando el mexicano se da vuelta para abrir la puerta e irse apunta sus dos Colt a la cabeza y le descerraja dos balazos. El mexicano vuela violentamente contra la puerta y cae sobre una silla que está en el fondo del cuarto con la cabeza ensangrentada y un ojo fuera de la órbita; hay grandes manchas de sangre en el piso, la puerta y alrededor del muerto. Un último disparo en la frente, con la mano derecha, asegura la defunción del mal amigo. Lo mira y guarda su arma con elegancia.
Maldito, toda la vida enganándome. Siempre confió en él...que mala gente...tira el humo de su cigarro por el lado derecho de su boca, se acerca al muerto, se saca el cigarro y escupe el cadaver. Maldito traidor, que mala gente...Vuelve el cigarro a sus labios, se acomoda el sombrero, menea la cabeza con tristeza y cansancio y vuelve con parsimonia a desatar su caballo. Sube con presteza y continúa su camino por la calle principal del pueblo. El sol está saliendo sobre los caserones de la derecha de la calle; se nota su fulgor en un cielo diáfano, sin nubes. Allá a lo lejos la calle se disuelve en desoladas mesetas del desierto de Nuevo México.


 MUSICA

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