domingo, 29 de enero de 2023

IV DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA

 DOMINGO IV DESPUÉS DE EPIFANÍA, II CLASE

TEXTOS DE LA MISA MISA

Introito. Salm. Ps. 96, 7-8  Adorad a Dios, todos sus Ángeles: oyólo y alborozóse Sión, y regocijáronse las hijas de Judá. – Ps. El señor reina ya: llénense de júbilo todas las islas. v. Gloria al Padre. .

 

Colecta.-  Oh Dios, que conocéis nuestra fragilidad y sabéis que no podemos resistir entre tantos peligros como nos cercan; concedednos la salud de alma y cuerpo, para que venzamos, con vuestra asistencia, los males que padecemos por nuestros pecados. Por N. S. J. C…

 

Epístola. Rom. 13, 8-10. – Hermanos: Con nadie tengáis deudas, más que la del amor mutuo; porque el que ama al otro, ha cumplido la ley. De hecho, el “no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás” y cualquier otro mandamiento, se resumen en esta regla: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El amor no hace el mal al prójimo. Por eso, la plenitud de la ley es el amor.

Gradual. Salmo 101, 16-17- Temerán las naciones tu nombre, oh Señor y todos los reyes de la tierra tu gloria. V. Porque edificó el Señor Sión, y allí será visto en su majestad.

 

Aleluya, aleluya.- V. El señor reina ya, regosíjese la tierra: llénense de júbilo todas las islas. Aleluya.

 

Evangelio.  Mat. 8, 23-27.-  En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.  Se acercaron y lo despertaron gritándole: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Él les dice: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?»

 

Ofertorio. –Salmo 117, 16-17  La diestra del Señor ha hecho maravillas: la diestra del señor me ha ensalzado; ya no moriré, sino que viviré y publicaré las obras del señor

 

Secreta.-  Oh Dios omnipotente, os rogamos nos concedáis que el don de este sacrificio que os presentamos, nos purifique siempre de toda mancha y proteja nuestra debilidad. Por N. S. J. C…

 

Prefacio de la Santísima Trinidad.-  Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios Todopoderoso y eterno: Que con tu Único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no una sola persona, sino tres Personas en una sola naturaleza. Y lo que creemos de tu gloria, porque Tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo, y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De modo que al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos tres Personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad; A quien alaban los Ángeles y los Arcángeles y todos los coros celestiales, que no cesan de aclamare con una sola voz: Santo…



Comunión. Luc. 4.22.- Maravillávanse todos de las palabras que salían de la boca de Dios.



Poscomunión.- Despéguennos, Señor, vuestros dones de los placeres terrenos, y refuércennos siempre con el manjar divino. Por N. S. J. C…

 

 

 

 

 

MISA EN LATÍN

TEXTOS EN LATÍN

Dóminica IV Post Epiphaniam
II Classis

 

 

Introitus: Ps. xcvi: 7-8

Adoráte Deum omnes Angeli ejus: audívit, et lætáta est Sion: et exsultavérunt fíliæ Judæ. [Ps. ibid., 1]. Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. Glória Patri. Adoráte Deum.

Oratio:

Deus, qui in tantis perículis constitútos, pro humána scis fragilitáte non posse subsístere: da nobis salútem mentis et córporis; ut ea, quæ pro peccátis nostris pátimur, te adjuvánte vincámus. Per Dóminum.

 

ad Romanos xiii: 8-10

Léctio Epistolæ beáti Pauli Apóstoli ad Romanos:
Fratres: Némini quidquam debeátis, nisi ut invicem diligátis: qui enim díligit próximum, legem implévit. Nam: non adulterábis: Non occídes: Non furáberis: Non falsum testimónium dices: Non concupísces: et si quod est aliud mandátum in hoc verbo instaurátur: Díliges próximum tuum sicut teípsum. Diléctio próximum malum non operátur. Plenitúdo ergo legis est diléctio

Graduale Ps. ci: 16-17

Timébunt gentes nomen tuum, Dómine, et omnes reges terræ glóriam tuam. V. Quóniam ædificávit Dóminus Sion, et vidébitur in majestáte sua.
Allelúja, allelúja. [Ps. xcvi: 1] Dóminus regnávit, exsúltet terra: læténtur ínsulæ multæ. Allelúja.

Matthew viii: 23-27

† Sequéntia sancti Evangélii secúundum Matthæum.
In illo tempore: Ascendénte Jesu in navículam, secúti sunt eum discípuli ejus: et ecce motus magnus factus est in mari, ita ut navícula operirétur flúctibus, ipse vero dormiébat. Et accessérunt ad eum discípuli ejus, et suscitavérunt eum, dicéntes: “Dómine, salva nos, perímus!” Et dicit eis Jesus: “Quid tímidi estis, módicæ fidei?” Tunc surgens, imperávit ventis et mari, et facta est tranquíllitas magna. Porro hómines miráti sunt, dicéntes: “Qualis est hic, quia venti et mare obédiunt ei?”

Credo.

Offertorium: Ps. cxvii: 16 et 17.

Déxtera Dómini fecit virtútem, déxtera Dómini exaltávit me: non móriar, se vivam, et narrábo ópera Dómini.

Secreta:

Concede, quǽsumus, omnípotens Deus: ut hujus sacrifícii munus oblátum, fragilitátem nostram ab omni malo purget semper, et múniat. Per Dóminum.

 

Communio: Luc. iv: 22

Mirabántur omnes de his, quæ procedébant de ore Dei.

Postcommunio:

Munera tua nos, Deus, a delectatiónibus terrénis expédiant: et cæléstibus semper instáurent aliméntis. Per Dóminum.

 

 

 

 

 

COMENTARIO

 

EL SEÑOR DUERME, PARECE QUE NOS HUNDIMOS…

PERO ÉL TIENE TODO BAJO CONTROL,
EĹ ESPERA NUESTRA COLABORACIÓN.

 

 

Nuestro Señor en su vida pública curó enfermos, resucitó muertos, perdonó pecados, expulsó al Demonio. Mostró su poder sobre la enfermedad, la Muerte, sobre el Pecado, sobre el Demonio.

En este Evangelio completa su círculo de poder, mostrando su dominio sobre la naturaleza: aún el viento y el mar le obedecen.

Su poder es absoluto; no hay nada que se le sustraiga. Para los espíritus rectos es claro: nunca hubo un hombre así; este debe ser el Mesías, el Hijo de Dios, deberían concluir.

En realidad su demostración apunta a dejar de manifiesto que es el Hijo de Dios y Dios mismo, para el que lo quiera ver.

Apenas empezó su travesía por el mar interior, se levantó una gran tormenta. Uno piensa en quizás el diablo intentó acabar con ellos; realmente un dolor de cabeza este Jesús para él.
El Señor tiene todo previsto y aprovecha el mal y las dificultades y las convierte en bien.

Al final, todo se resolvió con aumento de la Fe y la iluminación de los discípulos y los otros hombres que también iban en la barca.

La barca quedaba tapada por las olas. Y el Señor dormía. Los hombres de naturaleza muy sana suelen dormir bien -dice Castellani- o los que están extremadamente cansados. Los dos casos se pueden aplicar a Nuestro Señor.

Su vida pública era extremadamente exigente: realmente se desgastaba para salvar al mundo.
Una tormenta en el mar -aunque sea un mar interior- donde una pequeña barca quede tapada por las olas no es algo para tomar a la liviana.

¡Señor! ¡No te importa que nos hundamos! Traduce mas o menos Castellani del griego.
Despertándose Él les espeta: ¡¿Porqué tienen miedo cobardes?!
y levantándose increpó al viento y al mar y se produjo una gran calma.
Castellani afirma que el concepto es COBARDES.

¿Estar hundiéndose en el mar y ponerse algo nerviosos es de cobardes? Para mí no es de cobardes -sigo a Castellani-; pero para Jesucristo es de cobardes.

Estar con Aquel que resucitó muertos, expulsó al Demonio, sano enfermos incurables y terminales, perdonó pecados con portentos incluidos, y dejarse dominar por el miedo, perdiendo la confianza, para Él es muy feo: implica falta de Fe en Él; lo cual lo pone muy mal, como se ve en otros muchos pasajes del Evangelio.

Observemos que las oraciones de la misa recalcan nuestra humana indigencia pidiendo al Señor fortaleza y redención. Y por otro lado la adoración del Señor como Dios.

 

Sobrevino una gran calma y bonanza, continúa el texto. Entonces aquellos hombres admirados se preguntaban: ¿Quien es este al que hasta los vientos y el mar le obedecen?

El asombro ante la majestad sobrenatural. Ante la Presencia de la Divinidad.

Abordemos la barca de una interpretación común: La Barca -barca de Pedro- puede ser la Iglesia; la internación en el mar, la vida de la Iglesia en este mundo y su historia; la tormenta son las persecuciones, las conspiraciones del mundo, las traiciones, y porqué no, si le ponemos un toque de actualidad, la putrefacción, la gangrena interna de la Iglesia, suscitada por una conspiración desde adentro por propios miembros traidores.

Realmente las olas por momentos tapan la barca, que parece una cáscara de nuez en un torrente.

Hay agitación en la tripulación consciente, que está muy asustada y nerviosa.

Aquí le agrego un toque personal. Hoy tenemos tripulación y pasajeros -clerecía y masa de bautizados- que también duermen en la barca -que ha crecido en volumen y capacidad- un dulce sueño opiáceo; algunos de ellos despiertos, pero narcotizados….preguntan: ¿Tormenta? ¿Que tormenta? ¡Está todo perfecto y es un hermoso día, seamos optimistas, no seamos aguafiestas!

Mientras la barca hace agua en varios puntos y grandes y ominosas aletas de tiburones van cerrando círculos concéntricos alrededor de la endeble nave….

Algunos de los que tienen cierta conciencia pierden la calma y gritan y patalean enloquecidos y parecen estar seguros de sucumbir.

¡Señor! ¡Señor! ¿Porqué duermes? Tu Iglesia es devorada por el Enemigo.
Pero sin embargo Él está ahí.

Sabemos que esta tormenta, dramática como ninguna otra en el pasado, ha sido profetizada por Él mismo. Serán perseguidos….serán odiados de todos por causa mía, serán traicionados, serán entregados a los poderes mundanos…Habrá una tribulación como nunca hubo ni la habrá jamás……Cuando vean la Abominación de la Desolación en lugar que no debe….entonces…huyan… ¡Sal de ella pueblo mío!

Varios Santos y Papas explicitaron estas profecías. Está la de Leon XIII: Desde la Cáthedra de San Pedro, desde donde se debería difundir la Verdad; el Enemigo usurpador difundirá la Mentira…

La Iglesia está devastada…..nunca estuvo peor. La crisis supera en mucho, cuantitativamente y cualitativamente todas las crisis anteriores; el Modernismo, cloaca de todas las herejías, ha desmontado y vaciado la Fe católica de la cristiandad, dejando solo la cáscara de palabras cristianas, pero rellenadas de espíritu idolátrico antropocentrista anticristiano.

La jerarquía en su gran y vasta mayoría -casi totalidad- permanece muda y aquiescente con la devastación desde adentro por el Enemigo. El que calla otorga.

Los pocos que denuncian y gritan son estigmatizados, vilipendiados, difamados, perseguidos, castigados, tratados como perros por la Jerarquía y la cúpula apóstata y traidora a Cristo.

Antiguos, fanáticos, inmovilistas que ponen palos en la rueda de la evolución de la iglesia – la nueva  pseudoiglesia formada por una clerecía apóstata, agarrada de la juridicidad de la Iglesia de Cristo- decimos nosotros- que quiere formar parte del mundo; insertarse en la Historia, dicen.

Abandonando a Cristo, obviamente.

¿El Señor? Parece que duerme.

Pero no hay que caer en ninguno de los dos extremos: no hay que volverse locos perdiendo el control y cediendo a la tentación de pensar que se hunde todo sin remedio y que Cristo y su Iglesia eran una utopía.

Y por otro, la Otra Apostasía: la de la impasibilidad beatífica; los calmos, los Pacíficos, los Sonrientes, los Beatíficos-tormenta de comillas!, si, otra tormenta mas- que ni siquiera ven la tormenta: ven todo mas o menos como siempre; hay que ser optimistas y no agitarse. En realidad no tienen nada de fe ni les interesa nada de Cristo ni de su Iglesia; eso es lo que sucede con esa ralea tan particular. Tibios, mediocres…acomodaticios al enemigo….

Entre estos dos extremos hay muchos matices.

¿Cual es la actitud que hay que tomar en la Barca de Pedro hoy en medio de la peor tormenta, casi un maremoto con tsunamis, en el océano mundano mas embravecido de la Historia, y con una gangrena interna?

La Barca agitada desde fuera por la tormenta, el mar, las olas, los tiburones, y por dentro por parte de una tripulación siniestra y traidora que ha casi reducido a la tripulación fiel y legítima.

No perder la Fe y saber que el Señor, aunque parezca que duerme, tiene todo bajo control; y saber que Él puede permitir que la tripulación y el pasaje de la Barca queden reducidos a una mínima expresión, por efectos de la tormenta y la conspiración interna de la tripulación infiltrada.

EL YA LO HA PREDICHO: LA TRAVESÍA DE LA BARCA SERÁ BRAVA, DRAMÁTICA. ESTO ESTÁ EN LA REVELACIÓN.

¡¡Pero los portales del Infierno no prevalecerán sobre la Iglesia!!

Ella, reducida a un Resto Fiel ínfimo cuantitativamente pero grande y Santo cualitativamente, recibirá al Señor en su Parusía.

Debemos tener Fe y Esperanza y Amor. Creerle y esperar en Él; Él sabe lo que permite, que puede ser doloroso y desagradable para nosotros. Pero todo será regenerado y sublimado por su Poder: aquel poder que en la tierra perdonó pecados, sanó enfermos, expulsó demonios, mandó a la tierra y al mar.

Ese Poder, vencerá al Demonio definitivamente, nos limpiará de manera plena y absoluta de nuestros pecados; nos hará resucitar y su Palabra nuevamente mandará que se hagan Nuevos Cielos y Nueva Tierra donde habitará la Justicia.

El mar no existirá mas, dice el Apocalipsis. Ese mar, ese mundo bárbaro, misterioso, siniestro, extraño y hostil a Dios que había albergado monstruos sin cuento, desaparecerá definitivamente dejando lugar a la Tierra Firme del Poder de Dios. Háganlo simbólico si quieren…

Calma, si. Pero calma con Fe y Esperanza, con Amor, que nos haga pedir ayuda al Señor todo el tiempo, pero que nos haga luchar como amigos de Él para expulsar la tripulación traidora, enemiga e infiltrada de la barca; que nos haga luchar para reparar la barca con paciencia y energía, lucidez.

Esa es la actitud. El Señor no duerme: está esperando que le pidamos los dones y gracias necesarias para comportarnos como valientes y hombres de Fe, en esta, la peor tormenta de la historia de la Barca de Pedro.

La aquiescencia narcotizada a la tripulación traidora e infiltrada, por medio de la impasibilidad beatifica y sonriente, no es mas que falta de Amor a Cristo y cobardía consumada, disfrazada de piedad.

Que la Santísima Virgen nos alcance virilidad para esta lucha.


SANTOS PADRES



Y entrando El en una barca, le siguieron sus discípulos. Y sobrevino luego un grande alboroto en la mar, de modo que las ondas cubrían la barca. Mas El dormía. Y se llegaron a El sus discípulos y le despertaron, diciéndole: "Señor, sálvanos, que perecemos". Y Jesús les dice: "¿Qué teméis, hombres de poca fe?" Y levantándose al punto, mandó a los vientos y a la mar, y se siguió una grande calma. Y los hombres se maravillaron, y decían: "¿Quién es Este, a quien los vientos y la mar obedecen?" (vv. 23-27)
Pseudo-Orígenes, hom. 7
Habiendo hecho Jesucristo muchos y admirables prodigios en tierra, pasa al mar a ejecutar allí obras más admirables, para demostrar a todos que era el Señor de la tierra y del mar. Por lo que se dice: "Y entrando El en una barca, le siguieron sus discípulos", no imbéciles, sino firmes y estables en la fe. Estos, pues, le siguieron, no sólo tras las huellas de sus pies, sino más bien acompañando a su santidad.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.28,1
Tomó a sus discípulos consigo, y en la barca, para enseñarles estas dos cosas: no asustarse ante los peligros, ni envanecerse con los honores. Permite que las olas los atormenten, a fin de que no formen de sí mismos un juicio muy ventajoso, a causa de la elección que había hecho de ellos, dejando a los demás. Cuando se trata de manifestación de milagros, permite que asista el pueblo; mas cuando es cuestión de tentaciones y temores, toma solamente a los atletas que se proponía formar para la conquista del mundo.
Pseudo-Orígenes, hom. 7
Apenas entró en la barca hizo que se alborotara el mar. Como sigue: "Y sobrevino luego un grande alboroto en el mar, de modo que las olas cubriesen la navecilla". Esta tempestad no nació de sí misma, sino que obedeció al poder del que mandaba, el cual saca los vientos de sus tesoros. Se levantó una gran tempestad, para manifestar la grandiosidad del prodigio, porque cuanto más se precipitaban las olas sobre la navecilla, tanto más el temor turbaba a los discípulos, y más deseaban librarse por medio de un milagro del Salvador.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 28,1
Habían visto a otros recibir beneficios de manos de Jesús, pero como no juzgamos igualmente lo que se hace en los otros cuerpos con lo que se hace en el nuestro, fue conveniente que, por el sentido familiar, disfrutasen de los beneficios de Jesucristo. Y por eso quiso que se verificase esta tempestad, para que, por su liberación, les hiciese más claro el sentido del beneficio. Esta turbación era la figura de las tentaciones que habían de venir, de las cuales dice San Pablo: "No quiero que ignoréis, hermanos, que estamos gravados sobre nuestras fuerzas" ( 2Cor 1,8). Para dar tiempo al miedo, se dice: "Mas El dormía". Si se hubiese verificado la tempestad estando El despierto, o no hubiesen temido, o no le hubiesen rogado, y acaso no hubiesen creído que El podía hacer tal cosa.
Pseudo-Orígenes, hom. 7
La cosa, en verdad, es admirable y estupenda. El que nunca duerme ni aun dormita, ahora se dice que duerme. Dormía, en verdad, como hombre, pero vigilaba como Dios, manifestando así que tenía verdadero cuerpo humano, que había vestido corruptible. Dormía con el cuerpo, para hacer vigilar a los apóstoles, y para que nunca durmamos nosotros con el alma. Fue tanto lo que los discípulos se aferraron con el miedo, que, casi faltos de razón, se arrojaron sobre El, y en vez de hablarle con modestia y dulzura, le despertaron turbulentamente, como indica el evangelista: Y se acercaron los discípulos a El, y lo despertaron, diciendo: "Señor, sálvanos, que perecemos".
San Jerónimo
El tipo de este signo le vemos en el profeta Jonás, cuando, peligrando todos los otros, El estaba seguro, y duerme y es despertado.
Pseudo-Orígenes, hom. 7
¡Oh verdaderos discípulos! Tenéis con vosotros al Salvador, ¿y teméis el peligro? Está con vosotros la vida, ¿y teméis la muerte? Pero respondan: "Somos niños débiles todavía, y por eso tememos". De sonde sigue. "Y les dijo Jesús: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?" Como diciendo: "Si me habéis visto poderoso en la tierra, ¿por qué no creéis que también puedo serlo en el mar?" Y si viniese la muerte, ¿no debéis sufrirla con gran valor? El que cree poco será argüido, el que nada cree, será condenado.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.28,1
Mas si alguno dijese que no fue señal de poca fe el aproximarse a despertar a Jesús, habrá de admitir que esto fue señal de que todavía no tenían formada de El una opinión decorosa, porque habían conocido que podía increpar a la mar estando despierto, y aun no habían conocido que podía hacer lo mismo estando dormido. No hace este milagro en presencia de la muchedumbre, para que no sean acusados de poca fe. Pero, hallándose solo con ellos, los reprende ante todo, y calma la turbación de las aguas, como sigue: "Entonces, levantándose, mandó a los vientos y a la mar, y se siguió una grande calma".
San Jerónimo
De este pasaje inferimos que todas las criaturas sienten al Creador, pues aquellos a quienes se manda, sienten al que manda, no según el error de los herejes (que todo lo creen animado), sino por la majestad del Creador, por la que todas las cosas que son insensibles para nosotros son sensibles para El.
Pseudo-Orígenes, hom. 7
Mandó, pues, a los vientos y al mar, y de un viento grande se hizo una gran tranquilidad. Conviene que el grande haga cosas grandes, y por eso el que primero había alborotado magníficamente la profundidad del mar, ahora manda que otra vez se restablezca una gran tranquilidad, para que los discípulos, tan turbados, se alegren magníficamente.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 28,2
Vemos aquí también que toda la tempestad se disipó en el acto sin quedar huella de la turbación, lo cual era ciertamente extraño, pues cuando la fluctuación se termina naturalmente, las aguas se agitan después por mucho tiempo, mientras que aquí todo se volvió a la vez. Así realiza aquí Jesucristo lo que ha dicho del Padre: "Dijo, y se detuvo el espíritu de la tempestad" ( Sal 106). Con su sola palabra y mandato apacigua y refrena el mar. Por el aspecto, el sueño y el uso de la barca, los allí presentes le consideraban como hombre. De ahí la admiración en que cayeron, como sigue: "Y los hombres se maravillaron y decían: ¿Quién es ese", etc.
Glosa
San Juan Crisóstomo pone esta versión: "¿Quién es este hombre?" El sueño y lo que aparecía demostraba que era hombre, pero el mar y la tranquilidad manifestaban que era Dios.
Pseudo-Orígenes, hom. 7
Pero ¿quiénes son esos hombres que se admiraron? No creas que aquí se habla de los apóstoles, nunca encontramos que se designen los discípulos del Señor sino para honrarlos, y siempre se les llama apóstoles o discípulos. Se admiraban, pues, los hombres que navegaban con El, y de quienes era la barca.
San Jerónimo
Pero si alguno contenciosamente quiere decir que eran los discípulos los que se admiraban, responderemos que se les llama hombres con propiedad, porque todavía no habían conocido el poder del Salvador.
Pseudo-Orígenes, hom. 7
No dicen preguntando: "¿Cuál es Este?", sino asegurando que éste es Aquel a quien obedecen los vientos y el mar. ¿Cuál es éste, pues?, esto es, ¡qué poderoso, qué fuerte, qué grande! Manda a toda criatura, y no se desobedece su mandato. Sólo los hombres resisten, y por eso serán condenados en el juicio. En sentido místico, todos navegamos con el Señor en la barca de la Iglesia por este mundo borrascoso. El mismo Señor duerme con piadoso sueño, esperando nuestra paciencia y la penitencia de los impíos.
San Hilario, homiliae in Matthaeum, 7
Duerme, porque con nuestro sueño se adormece en nosotros. Sucede eso especialmente para que, en el miedo del peligro esperemos de Dios el auxilio. ¡Y ojalá que nuestra esperanza, aunque tardía, confíe en que podrá evadir el peligro, porque vigila dentro de nosotros el poder de Dios.
Pseudo-Orígenes, hom. 7
Acerquémonos a El con alegría, diciendo con el profeta: "Levántate; ¿por qué te duermes, Señor?" ( Sal 43,23). Y El mandará a los vientos, esto es, a los demonios, que son los que agitan en las persecuciones de los santos. Y restablecerá una gran tranquilidad respecto de los cuerpos y de las almas, la paz para la Iglesia y la serenidad para el mundo.
Rábano
El mar es la vorágine del mundo; la nave en que sube Jesús es el árbol de la cruz, con cuyo auxilio los fieles, hendidas las olas del mundo, vienen a la patria celestial como a una playa segura, en la que salta Jesús con todos los suyos. Por ello dice después: "El que quiera venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". Habiendo Jesús subido a la Cruz, se verificó un gran movimiento, porque se agitaron las imaginaciones de sus discípulos, acerca de su pasión y la nave se cubría con las olas, porque toda la fuerza de la persecución se verificó en derredor de la Cruz, cuando sucumbió por la muerte. Por esto se ha dicho: "Mas El dormía". Su dormir es la muerte. Los discípulos despiertan al Salvador, cuando turbados con la muerte, buscan la resurrección a grandes voces, diciendo: "Sálvanos, resucitando, porque perecemos con la turbación de tu muerte". Pero El, resucitando, les reprende la dureza de su corazón, como se lee más adelante. Mandó el Señor a los vientos, porque humilló la soberbia del diablo. Mandó al mar, porque inutilizó la rabia de los judíos, y se verificó una gran calma, porque se tranquilizaron las mentes de los discípulos cuando presenciaron la resurrección.
Glosa
La nave es la Iglesia presente, en la que Jesucristo atraviesa con los suyos el mar de esta vida, enfrentando las aguas de las persecuciones. Admiremos y demos gracias a Dios.




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EXCOMUNIÓN DE LA IGLESIA A LUTERO Y A CUALQUIERA QUE LO REIVINDIQUE A ÉL Y A SUS DOCTRINAS.

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