jueves, 11 de junio de 2020

CORPUS CHRISTI, I CLASE



Jueves después del I domingo después de Pentecostés
FIESTA DEL CORPUS CHISTI
Día y colecta de Caritas.
I clase, blanco
Gloria, Secuencia, Credo y Prefacio común. Procesión.

La fiesta del Corpus se remonta al siglo XIII. La instituyó para su diócesis, en 1242, el obispo de Lieja, ante las insistentes deman­das de la beata Juliana, priora de un convento situado a las puer­tas de la ciudad, en el monte Cornillón, Algunos años más tarde, la extendió a la Iglesia universal el papa Urbano IV, antiguo archidiácono de Lieja. A causa de su procesión del santísimo sacramento, muy pronto se convirtió la fiesta del Corpus en una de las más gratas al pueblo cristiano. Con su fe en la presencia real, eleva a Dios en esta solemnidad su acción de gracias por todos los bienes que le vienen por medio de este gran sacramento.
La eucaristía está íntimamente ligada a la vida de la Iglesia y de los fieles. Puede decirse que en ella brota y se manifiesta conti­nuamente esa vida de los cristianos. En la santa misa hace presente la Iglesia sobre sus altares el sacrificio de Cristo, fuente de nuestra redención, el cual no cesa ella de ofrecer a Dios en unión con el mismo Cristo. Por la santa comunión se unen los fieles a Cristo, inmolado por ellos, y transforman su vida en la de él; nacidos a la vida de la gracia en las aguas del bautismo, se alimentan de la euca­ristía como de un pan celestial. La misa y el oficio están compuestos por Santo Tomás. En ellos se revela el alma del santo y la precisión doctrinal del gran teólogo.

INTROITO Salmo 80, 17. 2.
El trigo y la miel nos recuerdan la entrada de los hebreos en la tierra de promisión después de las privaciones del desierto. Para nosotros figuran la eucaristía, alimento de nuestra vida sobre­natural. 
Cibavit illos ex ádipe fruménti, allelúja: et de petra, melle saturávit eos, allelúja, allelúja, allelúja. V/.  Exultáte Deo adjutóri nostro: jubiláte Deo Iacob.  V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén
Los sustentó con flor de trigo, aleluya; y los sació con miel de la roca, aleluya, aleluya, aleluya. V/. Regocijaos alabando a Dios, nuestro protector; cantad al Dios de Jacob. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA
Deus, qui nobis sub Sacraménto mirábili passiónis tuæ memóriam reliquísti: tribue, quǽsumus, ita nos Córporis et Sánguinis tui sacra mystéria venerári, ut redemptiónis tuæ fructum in nobis júgiter sentiámus.  Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitate Spritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum. Amén.
Oh Dios!, que bajo un sa­cramento admirable, nos dejaste el memorial de tu pasión; te pedimos, Señor, nos concedas celebrar de tal ma­nera los sagrados misterios de tu cuerpo y sangre, que sintamos constantemente en nosotros el fruto de tu re­dención. Que vives y reinas con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA 1 Corintios 11, 23-29 
Es una parte de la epístola del jueves santo. Se la ha es­cogido principalmente por el relato de la institución de la eucaris­tía que nos transmite san Pablo, lo mismo que los sinópticos.
Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corínthios.
Fratres: Ego enim accépi a Dómino quod et trádidi vobis; quóniam Dóminus Jesus in qua nocte tradebátur, accépit panem, et grátias agens fregit, et dixit: Accipite, et manducáte: hoc est corpus meum, quod pro vobis tradétur: hoc fácite in meam commemoratiónem. 
Simíliter et cálicem, postquam cœnavit, dicens: Hic calix novum testaméntum est in meo sánguine. Hoc fácite, quotiescúmque bibétis, in meam commemoratiónem. Quotiescúmque enim manducábitis panem hunc, et cálicem bibétis, mortem Dómini annuntiábitis donec veniat. Itaque quicúmque manducáverit panem hunc, vel bíberit cálicem Dómini indigne, reus erit córporis et sánguinis Dómini. Probet autem seípsum homo: et sic de pane illo edat, et de cálice bibat. Qui enim mandúcat, et bibit indígne, judícium sibi mandúcat, et bibit: non dijúdicans corpus Dómini.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos: Del Señor aprendí lo que también os tengo ya enseñado, y es que el Señor Jesús, la noche misma en que había de ser traicionado, tomó el pan, y dando gracias, lo partió, y dijo: Tomad y comed; éste es mi cuerpo, que por vos­otros será entregado; haced esto en memoria mía. Y de la misma manera tomó el cáliz, después de haber ce­nado, diciendo: Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre; haced esto, siem­pre que lo bebiereis, en me­moria mía. Así que, cuantas veces comiereis este pan y bebiereis este cáliz, otras tantas anunciaréis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, cualquiera que coma este pan o beba el cá­liz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y sangre del Señor. Examínese, pues, a si mismo cada cual, y así coma de ese pan y beba de ese cáliz. Porque quien le co­me y bebe indignamente, se come Y bebe su propia con­denación, si no discierne el cuerpo del Señor.

GRADUAL Salmo 144, 15-16
Oculi ómnium in te sperant, Dómine; et tu das illis escam in témpore opportúno. V/.   Aperis tu manum tuam: et imples omne ánimal benedictione
Los ojos de todos en ti es­peran, Señor; y tú les das comida en el tiempo conve­niente. V/. Abres tu mano, y llenas a todo viviente de bendición.

ALELUYA Juan 6, 56-57
Allelúja, allelúja. V/.  Caro mea vere est cibus, et sanguis meus vere est potus: qui mandúcat meam carnem et bibit meum sánguinem, in me manet, et ego in eo.
Aleluya, aleluya. V/.  Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida: el que come mi carne y bebe mi sangre, en mi permanece, y yo en él.

SECUENCIA Santo Tomás de Aquino, 1274
Lauda, Sion, salvatórem,
lauda ducem et pastórem
in hymnis et cánticis.
Quantum potes, tantum aude:
quia maior omni laude,
nec láudare súfficis.
Laudis thema speciális,
panis vivus et vitális,
hódie propónitur.
Quem in sacræ mensa cœnæ,
turbæ fratrum duódenæ
datum non ambígitur.
Sit laus plena, sit sonóra,
sit jucúnda, sit decora
mentis jubilatio;
Dies enim solémnis ágitur,
in qua mensæ prima recólitur
hujus institútio.
In hac mensa novi regis,
novum Pascha novæ legis
phase vetus términat.
Vetustátem nóvitas,
umbram fugat veritas,
noctem lux elíminat.
Quod in cœna Christus gessit,
faciéndum hoc expréssit
in sui memóriam.
Docti sacris institútis,
panem vinum in salútis
consecrámus hóstiam.
Dogma datur Christiánis,
quod in carnem transit panis
et vinum in sánguinem.
Quod non capis, quod non vides,
animósa firmat fides
præter rerum órdinem.
Sub divérsis speciébus,
signis tantum et non rebus
latent res exímiæ.
Caro cibus, sanguis potus:
manet tamen Christus totus
sub utráque spécie.
A suménte non concísus,
non confráctus, non divísus,
ínteger accípitur.
Sumit unus, sumunt mille:
quantum isti, tantum ille:
nec sumptus consúmitur.
Sumunt boni, sumunt mali:
sorte tamen inæquáli,
vitæ, vel intéritus.
Mors est malis, vita bonis:
vide, paris sumptiónis
quam sit dispar éxitus.
Fracto demum sacraménto,
ne vacílles, sed meménto
tantum esse sub fragménto,
quantum toto tégitur.
Nulla rei fit scissúra:
signi tantum fit fractúra,
qua nec status, nec statúra
signáti minúitur.
Ecce, panis Angelórum,
factus cibus viatórum,
vere panis fíliorum,
non mitténdus cánibus.
In figúris præsignátur,
cum Isaac immolátur:
agnus paschæ deputátur:
datur manna pátribus.
Bone pastor, panis vere,
Jesu nostri miserére:
tu nos pasce, nos tuére:
tu nos bona fac vidére
in terra vivéntium.
Tu, qui cuncta scis et vales:
qui nos pascis hic mortáles:
tuos ibi commensáles,
coheredes et sodales
fac sanctórum cívium.
Amen. Allelúja
Alaba, alma mía, a tu Salvador;
alaba a tu guía y pastor
con himnos y cánticos.
Pregona su gloria cuanto puedas,
porque él está sobre toda alabanza,
y jamás po­drás alabarle lo bastante.
El tema especial de nues­tros loores
es hoy el pan vivo y que da vida.
El cual se dio en la mesa de la sagrada cena
al grupo de los doce apóstoles
sin género de duda.
Sea, pues, llena, sea sono­ra,
sea alegre, sea pura la alabanza
de nuestra alma.
Pues celebramos el solemne día
en que fue instituido
este divino banquete.
En esta mesa del nuevo rey,
la pascua nueva de la nueva ley
pone fin a la pascua antigua.
Lo viejo cede ante lo nuevo,
la sombra ante la realidad,
y la luz ahuyenta la noche.
Lo que Jesucristo hizo en la cena,
mandó que se haga en memoria suya.
Instruidos con sus santos mandatos, consagramos el pan y el vino,
en sacrificio de salvación.
Es dogma que se da a los cristianos,
que el pan se convierte en carne,
y el vino en sangre.
Lo que no comprendes y no ves,
una fe viva lo atestigua,
fuera de todo el orden de la naturaleza.
Bajo diversas especies, que son accidente
y no substancia, están ocultos
los dones más preciados.
Su carne es alimento y su sangre bebida;
mas Cristo está todo entero
bajo cada especie.
Quien lo recibe no lo rompe,
no lo quebranta ni lo desmiembra; 
se recibe todo entero.
Recíbelo uno, lo reciben mil;
y aquél le toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.
Lo reciben buenos y malos;
más con suerte desigual
de vida o de muerte.
Es muerte para los malos y vida  
para los buenos;
mira cómo un mismo alimento
produce efectos tan diversos.
Cuando se divida el Sacramento, no vaciles,
sino recuerda que Jesucristo
tan entero está en cada parte
como antes en el todo.
No se parte la sustancia,
se rompe sólo la señal;
ni el ser ni el tamaño se reducen
de Cristo presente.
He aquí el pan de los ángeles,
hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos,
no lo echemos a los perros
Figuras lo representaron:
Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.
Buen pastor, pan verdadero,
¡oh Jesús!, ten piedad.
Apaciéntanos y protégenos;
haz que veamos los bienes
en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo lo sabes y puedes,
que nos apacientas aquí siendo aún mortales,
haznos tus comensales,
coherederos y compañeros
de los santos ciudadanos.
Amén. Aleluya.

EVANGELIO Juan 6, 56-59
La carne de Cristo, alimento de nuestras almas, nos comunica la misma vida divina que él recibe de su Padre; es el pan bajado del cielo para darnos la vida eterna.
Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joannem.
In illo témpore: Dixit Jesus turbis Judæórum: «Caro enim mea vere est cibus, et sanguis meus vere est potus. Qui mandúcat meam carnem, et bibit meum sánguinem, in me manet, et ego in illo. Sicut misit me vivens Pater, et ego vivo propter Patrem: et qui mandúcat me, et ipse vivet propter me. Hic est panis qui de cælo descéndit. Non sicut manducavérunt patres vestri manna, et mortui sunt. Qui mandúcat hunc panem, vivet in ætérnum.»
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo: Dijo Jesús a las turbas de los judíos: Mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre, verdaderamente bebida, quien come mi carne y bebe mi sangre, en mi mora y yo en él. Así como vive el Padre que me envió, y yo vivo por el  Padre; así, el que me come, también vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del celo, No sucederá como a nuestros padres, que comieron el maná, y murieron. Quien coma este pan, vivirá eternamente.
Se dice Credo

OFERTORIO Levítico 21, 6
Sacerdótes Dómini incénsum et panes ófferunt Deo: et ídeo sancti erunt Deo suo, et non pólluent nomen ejus, allelúja.
Los sacerdotes del Señor ofrecen a Dios incienso y panes; por tanto, serán santos para su Dios, y no pro­fanarán su nombre. Aleluya.

SECRETA
Ecclésiæ tuæ, quǽsumus, Dómine, unitátis et pacis propítius dona concéde: quæ sub oblátis munéribus mýstice designántur. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,

Te pedimos, Señor, conce­das propicio a tu Iglesia los dones de la unidad y de la paz, místicamente repre­sentados por los presentes que te ofrecemos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,

PREFACIO COMÚN
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, que en todo tiempo y lugar, te demos gracias, Señor, santo, Padre, omnipotente y eterno Dios, por Cristo nuestro Señor. Por quien los Ángeles alaban a tu majestad, las Dominaciones la adoran, tiemblan las Potestades, los Cielos y las Virtudes de los cielos, y los bienaventurados serafines la celebran con igual júbilo. Te rogamos que con sus alabanzas recibas también las nuestras cuando te decimos con humilde confesión:

PREFACIO DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Este prefacio se dice ad libitum
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Qui remótis carnálium victimárum inánibus umbris, Corpus et Sánguinem suum nobis in sacrifícium commendávit: ut in omni loco offerátur nómini tuo, quae tibi sola complácuit, oblátio munda.
In hoc ígitur inscrutábilis sapientiae, et imménsae caritátis mystério, idípsum quod semel in Cruce perfécit, non cessat mirabíliter operári, ipse ófferens, ipse et oblátio.
Et nos, unam secum hóstiam effectos, ad sacrum ínvitat convívium, in quo ipse cibus noster súmitur, recólitur memória Passiónis eius, mens implétur grátia, et futúrae glóriae nobis pignus datur. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia coeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:
Realmente es justo y necesario,  es nuestro deber y salvación, es decir, darte gracias siempre y en todas lugar,  Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Que abandonando la vanas sombras de los sacrificios antiguos, nos dio el sacrificio de su carne y sangre: para que en todo lugar  se hecho a tu nombre la sola ofrenda pura que te complace. Y en este misterio de sabiduría insondable y de inmensa caridad, el mismo que se ofreció en la cruz, él no deja de obrar de una manera admirable, siendo él mismo el que ofrece y el que es ofrecido. Y a nosotros, en la unidad de una misma ofrenda, se nos invita al festín sagrado en el que él mismo se hace nuestro alimento, se renueva el memorial de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura. Por ello, con los ángeles y los arcángeles, con los tronos y las dominaciones, y con todo el ejército de la milicia celestial, cantamos el himno de tu gloria, diciendo sin cesar:

COMUNIÓN 1 Corintios 11, 26-27
Quotiescúmque manducábitis panem hunc et cálicem bibétis, mortem Dómini annuntiábitis, donec veniat: ítaque quicúmque manducáverit panem, vel bíberit cálicem Dómini indígne, reus erit córporis et sánguinis Dómini, allelúja.
Cuantas veces comeréis este pan y beberéis este cáliz, otras tantas anunciaréis la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, cual­quiera que coma este pan o beba el cáliz del Señor in­dignamente, será reo del cuerpo y sangre del Señor, aleluya.

POSCOMUNIÓN
Fac nos, quǽsumus, Dómine, divinitátis tuæ sempitérna fruitióne repléri: quam pretiósi Córporis et Sánguinis tui temporális percéptio præfigúrat:  Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitate Spritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum. Amén.
Te suplicamos, Señor, nos sacies plenamente con el  goce sempiterno de tu divinidad, el cual está representado en la recepción temporal de tu precioso cuerpo y sangre. Tú que vives y  reinas con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.
En la misa en la que se siga la procesión en vez de 'Ite misa est' se dice 'Benedicamus Domino'. Se reza el Placeat tibi, y se omite la bendición y el último evangelio.

Después del dogma de la Santísima Trinidad, está el de la Encarnación de Jesús, que el Espíritu Santo nos recuerda, haciéndonos celebrar, junto con la Iglesia, el Sacramento por excelencia que, resumiendo toda la vida del Salvador, da a Dios una gloria infinita y aplica a las almas, de todas los tiempos, los frutos de la Redención.
Fue sobre la Cruz que Jesús nos salvó, y la Eucaristía, instituida la víspera de la Pasión de Cristo, permaneció como su memorial. El altar es una extensión del Calvario. Ahí, Jesús está en estado de víctima, porque las palabras de la doble consagración manifiestan la separación del Cuerpo y la Sangre, ésta última fluyendo en abundancia durante la Pasión, hasta la perforación del Sagrado Corazón por la lanza del centurión. Es Cristo Inmolado quien se ofrece a la divina majestad.
En la Misa, el Salvador actúa en la persona de su ministro, el sacerdote, ofreciendo de manera incruenta el único Sacrificio redentor para continuar distribuyendo los frutos. La Eucarístía fue instituida en forma de alimento, para que pudiéramos unirnos a la víctima del Calvario: "Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna" (Jn 6, 54).
La santa hostia es "el trigo que alimenta nuestras almas", como lo dice la Santa Liturgia. Y así como Cristo, muerto y resucitado, recibió la vida eterna del Padre, así los cristianos participan de esta vida eterna uniéndose a Jesús mediante este augusto sacramento. La posesión anticipada de la vida divina sobre la tierra a través de la Eucaristía es la garantía y el comienzo de lo que disfrutaremos plenamente en el cielo: "El mismo pan de los ángeles que ahora comemos bajo los sagrados velos, dice el Concilio de Trento, lo comeremos en el cielo sin más velos."
La misa es la cumbre del culto de la Iglesia. La Santa Misa es el acto de religión más perfecto, y la comunión es el medio establecido por Nuestro Señor para participar plenamente de su acción salvadora. Que nuestra devoción hacia el Cuerpo y la Sangre del Salvador nos obtenga los frutos de la Redención que Él obtuvo para nosotros sobre la Cruz.

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