EL MODERNISMO DENTRO DE LA IGLESIA Y EL ENEMIGO.
Para el modernista dentro de la iglesia, los Enemigos del hombre -el Demonio, el Mundo y la Carne- no existen.
El Demonio no existe; es una leyenda; es una personificación de las tendencias mas oscuras que gravitan en el corazón del hombre equivocado.
La iglesia "ghetto", "arca de Noé", antigua, fanática, cavernícola, fundamentalista, torpe, violenta, supersticiosa, precientífica (la preconciliar) lo mistificó y le concedió ontología.
El Mundo no solo no es malo, sino que su historia y su cultura son la expresión del dios hegeliano-modernista. Es el Maestro y Modelo.
Con respecto a él solo cabe aprender y serle funcional, subirse a su carro; nunca tratar de reformarlo tórpemente, como la iglesia antigua, que por eso produjo mártires inútilmente.
La Carne en cuanto enemiga del cristiano, es una brutalidad de aquella iglesia arcaica, pesimista, negativa, oscurantista y terrorista.
El hombre es fundamentalmente bueno, en tanto y en cuanto dios existe, está, vive en la naturaleza de las cosas y en el fondo del hombre: lo auténtico brota de la profundidad del hombre y es divino. El pecado original es una brutalidad mas de aquella iglesia perimida y oscura.
A fin de cuentas el único enemigo es el Católico Tradicional, expresión sobreviviente de aquella iglesia antigua que el Progreso con la Ciencia y la mejora de la especie se encargarán de terminar.
Ese hombre, el Católico, antiguo, violento, fanático, fundamentalista, terrorista, extremista, negativo, pesimista, profeta de desgracias, es el único Enemigo. Si bien la Historia misma acabará con él, la funcionalidad a la Historia requiere que se contribuya a hacerlo fenecer con la indiferencia, el vació de silencio, o la persecución y el castigo si es necesario.
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