8 de diciembre
INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
Patrona Principal de España
I clase,
azul (fuera de España y, en su defecto, blanco)
Gloria,
Credo y prefacio de la Virgen “Et te in Conceptione Inmaculata”.
Se hace
conmemoración de la feria o domingo de adviento.
El introito
expresa la alegría de María al reconocer que el Señor la ha revestido de
gracia, de justicia y de santidad. Verdaderamente puede gozarse María, pues la
serpiente infernal no pudo jamás tiznar en lo más mínimo su alma santísima.
María quebrantó la cabeza del dragón infernal, le venció completamente, no sólo
porque dio a luz al Redentor, sino también porque se vio siempre libre de toda
mancha de pecado, aún del pecado original. Si lo hubiese venido al mundo como
los demás descendientes de Adán contaminada con el pecado original, hubiese
estado algún tiempo bajo la esclavitud de Satanás, su triunfo sobre el no
hubiera sido completo. Por eso Dios, en atención a los méritos de su divino
Hijo, preservó a María de toda mancha de pecado. Estas son las verdades que nos
enseña la Colecta. La Epístola es una aplicación hermosísima en la Inmaculada
Concepción, en sentido acomodaticio, de lo que el autor inspirado nos dice de
la eterna concepción de la Sabiduría increada. Al que considere atentamente la
celeste embajada de Ángel a María, que nos refiere el Evangelio, no le causarán
admiración las siguientes palabras del inmortal Pío IX en la Bula Ineffabílis
Deus: Declaramos, pronunciamos y definimos a honra de la santa e indivisa
Trinidad, para decoro y ornamento de la Bienaventurada Virgen María, para
exaltación de la fe católica y aumento de religión cristiana, y con la
autoridad de Nuestro Señor Jesucristo y de sus bienaventurados Apóstoles San
Pedro y San Pablo, y con la nuestra, que la doctrina por la cual se juzga a la
Santísima Virgen María en el primer instante de su concepción fue preservada de
toda culpa original, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
atendidos los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, Salvador del género humano;
ha sido revelada por Dios, y, por tanto debe creerse firme y constantemente por
todos los fieles. (1)
TEXTO DE LA
MISA
Introito.- Isaías 61,10; Salmo 29,2- Mucho me
gozaré en el Señor, y se regocijará mi alma en mi Dios, porque me ha revestido
con vestidura de salud y me ha cubierto con manto de justicia, como esposa con
sus joyeles. Salmo. Te
ensalzaré, Señor, porque me has amparado, y no has permitido triunfen mis
enemigos sobre mí. V. Gloria al
Padre.
Colecta.- Oh Dios, que por la Inmaculada
Concepción de la Virgen, has preparado digna morada a tu hijo; te suplicamos
que, así como por la muerte prevista de este tu hijo la has preservado de toda
mancha, nos concedas también, por la intercesión de María, llegar puros hasta
ti. Por el mismo Señor nuestro.
(Se hace
conmemoración del Adviento)
Epístola. Proverbios 8. 22 -35
El Señor me
ha creado, primicias de sus caminos, que antes de todas sus obras. Desde la
eternidad fui constituida, desde el comienzo, antes de los orígenes de la
tierra. Aún no existían los océanos, y yo estaba ya concebida; aún no había
brotado las fuentes, no estaban asentados los montes, antes de los collados,
había yo nacido; aún no había hecho la tierra, ni los campos, ni la materia del
polvo de la tierra. Cuando él preparaba los cielos, allí estaba yo; cuando
trazó un círculo sobre la faz del abismo, cuando sujetó las nubes en lo alto, y
afianzó las fuentes del abismo, cuando fijó sus límites al mar para que las
aguas no traspasaran sus orillas; cuando trazó los cimientos de la tierra,
junto a él me hallaba yo artífice, y era cada día sus delicias jugueteando en
su globo terrestre y deleitándose en los hijos de los hombres. Ahora, pues,
hijos, oídme: Dichosos los que siguen mis caminos. Oíd mis instrucciones, y sed
cuerdos, y no las desechéis. Dichoso el hombre que me oye y vela diariamente a
mis puertas, guardando sus postigos. Quien me halla, ha hallado la vida, y
alcanza el favor del Señor.
Gradual. Judit, 13,23; 15,10. Bendita tú,
Virgen María, ante el Dios Altísimo, sobre todas las mujeres de la
tierra. V. Tú
eres la gloria de Jerusalén, tú la alegría de Israel, tú la honra de nuestro
pueblo.
Aleluya,
aleluya. Cantar de los Cantares 4, 7.
V.- Toda hermosa eres, María, y no hay en
ti mancha original. Aleluya.
Evangelio. Lucas 1, 26-
En el mes
sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada
Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de
David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia,
dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
CREDO.
Ofertorio. Lucas 1, 28.- Dios te salve, llena de gracia;
el Señor es contigo; bendita tú entre todas las mujeres, aleluya.
Secreta.- Recibe, Señor, la hostia de salvación
que te ofrecemos en la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima
Virgen María, y haz que, así como la proclamamos limpia de toda mancha,
por haberla tú prevenido con tu gracia, así, su intercesión nos libre de toda
culpa. Por nuestro Señor Jesucristo.
(Se hace
conmemoración del Adviento)
Prefacio de la
Santísima Virgen.- Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y
eterno: Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la Inmaculada Concepción de
la Bienaventurada siempre Virgen María: porque ella concibió a tu Único hijo,
por obra del Espíritu Santo, y sin perder la gloria de su virginidad,
derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor. Por El los
Ángeles y los Arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria
unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando
humildemente tu alabanza: Santo.
Comunión. Se ha proclamado tu gloria María, porque grandes cosas ha hecho en
ti el poderoso.
Poscomunión.- Los sacramentos que hemos recibido,
Señor Dios nuestro, reparen en nosotros las heridas de aquella culpa de la que
por favor singular preservaste a la Inmaculada Concepción de la Santísima
Virgen María. Por nuestro Señor Jesucristo.
(Se hace
conmemoración del Adviento)
COMENTARIO
Reproduciremos un artículo sobre la significación del
Dogma en la Doctrina de la Iglesia, habida cuenta de que la Inmaculada
Concepción de la Santísima Virgen María fue definida como Dogma por el Papa Pío
IX. Luego señalaremos lo expuesto por San Pío X en su Catecismo, sobre la
Inmaculada Concepción; posteriormente dichos de los Santos, y por último
haremos algunos comentarios sobre la realidad de hoy relacionados con nuestro
tema. Finalizamos con una oración de San Pío X y una nuestra.
DOGMA
Para quienes no quieran
complicarse con disquisiciones teológicas mayores, Dogma es una verdad revelada
por Dios a la Iglesia, que la Iglesia hace explícita. Es Infalible e Inmutable,
no puede cambiar. Quien pretenda ser católico, debe aceptar los Dogmas de la
Iglesia. Continuamos abajo con un desarrollo mayor de este tema de los distintos
niveles de verdades revekadas y Dogma.
QUE ES UN DOGMA
Definición
La palabra dogma (del griego dokein) se usa a veces, en los escritos de
los autores clásicos antiguos, para significar una opinión o lo que parece
verdadero a una persona; otras veces, para señalar una doctrina o posición
filosófica, especialmente si se trata de las peculiares doctrinas de una
escuela particular de filósofos (Cfr. Cic. Ac. II,9). A veces también se
refiere a un decreto u ordenanza pública, un dogma poieisthai. En la Sagrada
Escritura se usa, en algunos casos, con el sentido de decreto o edicto de la
autoridad civil, como en Lc 2,1: “Sucedió que por aquellos días salió un edicto
[edictum, dogma] de César Augusto”. (Cfr, Hch 17,7; Est 3,3). En otros, con
sentido de norma de la ley mosaica, como es el caso de Ef 2,15: “Anulando en la
carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos” (dogmasin). Y también se
aplica a los decretos u órdenes del Concilio Apostólico de Jerusalén: “Conforme
iban pasando por las ciudades, les iban entregando, para que las observasen,
las decisiones (dogmata) tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén”
(Hech 16,4). Entre los Padres más antiguos se acostumbraba nombrar dogmas a las
doctrinas y preceptos morales enseñados o promulgados por el Salvador o por los
Apóstoles. Y en ocasiones se hacía una distinción entre dogmas divinos,
apostólicos y eclesiásticos, según que la doctrina en cuestión hubiese sido
enseñada por Cristo o los Apóstoles, o que hubiese sido transmitida a los
fieles por la Iglesia.
Pero, siguiendo una larga tradición, actualmente entendemos por dogma
una verdad que pertenece al campo de la fe o de la moral, que ha sido revelada
por Dios, transmitida desde los Apóstoles ya a través de la Escritura, ya de la
Tradición, y propuesta por la Iglesia para su aceptación por parte de los
fieles. Brevemente, “dogma” puede ser definido como una verdad revelada
definida por la Iglesia. Las revelaciones privadas no constituyen dogmas, y
algunos teólogos incluso limitan la palabra definida a doctrinas definidas
solemnemente por el Papa o por un concilio general, mientras que una verdad revelada
se convierte en dogma aún cuando sea propuesta por la Iglesia por medio de su
magisterio ordinario o su oficio de enseñar. El concepto de dogma, entonces,
abarca una doble relación: con la revelación divina y con la enseñanza
autorizada de la Iglesia (Cfr. Nos. 85-95 del Catecismo de la Iglesia católica,
N.T.).
Las tres clases de verdades reveladas
Los teólogos distinguen tres clases de verdades reveladas: verdades
reveladas formal y explícitamente; verdades reveladas formal pero sólo
implícitamente; y verdades reveladas sólo virtualmente.
Se dice que una verdad es revelada formalmente cuando quien revela
pretende transmitir ese mensaje directamente a través de su propio lenguaje,
para garantizarlo por la autoridad de su palabra. La revelación es formal y
explícita cuando se transmite en términos claros y específicos. Es formal pero
implícita cuando el lenguaje no es tan claro y deben utilizarse cuidadosamente
las reglas de interpretación para determinar su significado. Y una verdad se
llama sólo virtualmente revelada cuando no está garantizada por la palabra de
quien transmite pero se puede deducir de algo que sí ha sido formalmente
revelado. Ahora bien, las verdades reveladas formal y explícitamente por Dios
son indudablemente dogmas en sentido estricto cuando la Iglesia las propone o
define. Tales son, por ejemplo, los artículos del Credo de los Apóstoles. De
igual modo son dogmas en sentido estricto las verdades reveladas por Dios
formalmente, pero en forma implícita. Ejemplo de ellas son las doctrinas de la
transubstanciación, de la infalibilidad papal, de la Inmaculada Concepción,
algunas enseñanzas de la Iglesia acerca del Salvador, los sacramentos, etc.
Toda doctrina definida por la Iglesia como algo contenido en la revelación se
debe aceptar como algo formalmente revelado, implícita o explícitamente. Y es
un dogma de fe que la Iglesia es infalible al definir esas dos clases de
verdades reveladas. El rechazo deliberado de alguna de ellas constituye pecado
de herejía. Hay varias opiniones acerca de las verdades reveladas virtualmente.
Y ello deriva de la diversidad de posturas respecto al objeto material de la fe
(Véase Fe). Baste decir aquí que, según algunos teólogos, las verdades
reveladas virtualmente pertenecen al objeto material de la fe y solamente se
convierten en dogmas en sentido estricto cuando la Iglesia las define o propone
como tales. Para otros, esas verdades no pertenecen al objeto material de la fe
divina, ni se convierten en dogmas, estrictamente hablando, por el hecho de ser
definidas o propuestas, mas pueden ser llamadas dogmas mediatamente divinas, o
eclesiásticas. En la hipótesis de que las conclusiones virtualmente reveladas
no pertenezcan al objeto material de la fe, no se ha definido aún si la Iglesia
es infalible al definirlas. Sin embargo, en torno a esas verdades, la doctrina
de la Iglesia es teológicamente cierta y no puede ser negada legalmente, de
modo que aunque la negación de un dogma eclesiástico no sea formalmente una
herejía, sí significaría el quebrantamiento de un vínculo de fe y acarrearía la
expulsión de la Iglesia por un decreto de anatema o de excomunión.
Divisiones
Las divisiones del dogma son prácticamente las mismas que las de la fe.
Los dogmas pueden ser (1) generales o especiales; (2) materiales o formales;
(3) puros o mixtos; (4) simbólicos o no simbólicos; (5) y pueden diferir según
sus diversos grados de necesidad.
(1) Los dogmas generales forman parte de la revelación destinada a toda
la humanidad y transmitida por los Apóstoles. Los especiales son aquellos que
son revelados en forma privada. Estos últimos, en sentido estricto, no
constituyen verdaderos dogmas, puesto que no son verdades reveladas a través de
los Apóstoles, ni son definidos o propuestos por la Iglesia para ser aceptados
universalmente por los fieles.
(2) Son dogmas materiales (o divinos, por si mismos, dogmas in se)
aquellos que, sin tomar en consideración si son o no definidos por la Iglesia,
se aceptan simplemente como revelados. Dogma formal (o católico, “en relación
con nosotros”, quoad nos) es aquel que puede ser reconocido como revelado y
definido. Lo mismo que en el caso de los dogmas especiales, los materiales no
pueden ser llamados dogmas en el sentido estricto de la palabra.
(3) Dogma puro es el que únicamente puede ser conocido a través de la
revelación, como es el caso de la Trinidad, la Encarnación, etc. Dogma mixto es
aquel que puede conocerse ya por la revelación ya por el razonamiento
filosófico, como la existencia y los atributos de Dios. Ambas clases de dogma
son tales estrictamente hablando, pues se pueden considerar revelados y
definidos.
(4) Los dogmas contenidos en los símbolos o credos de la Iglesia son
llamados simbólicos; los demás son no simbólicos. De ahí que todos los
artículos del Credo de los Apóstoles sean verdaderos dogmas, pero no todos los
dogmas pueden ser técnicamente llamados artículos de fe, aunque así se les
conozca ordinariamente.
(5) Finalmente, hay dogmas a los cuales es indispensable adherirse por
la fe como condición necesaria para salvarse, mientras que en otros tal
adhesión sólo se hace necesaria por un precepto divino. Unos dogmas deben ser
conocidos y creídos explícitamente, mientras que para otros basta una adhesión
implícita.
Carácter
Objetivo de la Verdad Dogmática; Aceptación Intelectual del Dogma
Siendo el dogma una verdad revelada, su carácter intelectual y su
realidad objetiva dependen del carácter intelectual y la realidad objetiva de
la revelación divina. De modo que aplicaremos aquí al dogma las mismas
conclusiones que se desarrollan, con mayor profundidad, en el artículo sobre
revelación. ¿Debe reconocerse el dogma simplemente como una verdad revelada por
Dios?. ¿Pueden aceptarse los dogmas como verdades objetivas, destinadas a ser
entendidas por el entendimiento humano?. ¿Debemos creerlas con nuestra razón?.
¿Debemos admitir la distinción entre dogmas fundamentales y no fundamentales?
(1)Los racionalistas niegan la existencia de la revelación divina
sobrenatural y, por ende, de los dogmas religiosos. Cierta escuela mística
enseñó que lo que Cristo inauguró en el mundo fue una “nueva vida”. La teoría
modernista merece un tratamiento aparte, dada la condenación que la Iglesia ha
hecho de ella. Hay varias posiciones entre los modernistas. Aparentemente,
algunos de ellos no niegan todo valor intelectual al dogma (Cf. Le Roy, “Dogme
et Critique”). El dogma y la revelación- afirman- se expresan en términos de
acción. De ese modo, cuando se dice que el Hijo de Dios “descendió de los
cielos”, los teólogos no quieren decir con ello que Él bajó del modo como bajan
los cuerpos o como se dice que los ángeles se desplazan de un sitio a otro,
sino que intentan expresar la unión hipostática en términos de acción. Cuando
profesamos nuestra fe en Dios Padre- según Le Roy- lo que decimos es que
debemos actuar ante Dios como si fuéramos sus hijos, pero que ni la paternidad
de Dios, ni los demás dogmas de la fe, como la Encarnación, la Trinidad, la
Resurrección, etc., forman una idea en la mente. Según otros modernistas, Dios
no ha revelado nada a la mente humana. Ellos opinan que la revelación comenzó
siendo una forma de conciencia del bien y el mal, y que la evolución o
desarrollo de la revelación no consiste sino en el desarrollo del sentido
religioso, el cual alcanzó su punto más alto, hasta el momento, en el moderno
Estado liberal y democrático. Consecuentemente, siguiendo la lógica de esos
autores, los dogmas de fe, considerados como dogmas, no tienen ningún
significado para la razón, ni es necesario que creamos en ellos racionalmente.
Podemos rechazarlos; basta que los utilicemos como guía para nuestra conducta.
(Vease, Modernismo). En contra de esta doctrina, la Iglesia enseña que Dios ha
hecho revelaciones a la mente humana. Existen, indudablemente, atributos
divinos relativos y algunos de los dogmas de fe pueden ser expresados usando
simbolismos de acción, pero también presentan a la mente un significado
distinto de la acción. La paternidad de Dios puede implicar que debemos actuar
ante Él como hijos ante su padre, pero igualmente trae a la mente conceptos analógicos
de nuestro Dios y Creador. Hay también verdades, como la Trinidad, la
Resurrección de Cristo, su Ascensión, etc., que constituyen hechos
absolutamente objetivos y que pueden ser creídos aún si sus consecuencias
prácticas pudiesen ser ignoradas o minusvalorizadas. Los dogmas de la Iglesia,
tales como la existencia de Dios, la Trinidad, la Encarnación y la
Resurrección, los sacramentos, el juicio futuro, etc., tienen una realidad
objetiva y son hechos tan reales y verdaderos como el hecho de que Augusto fue
Emperador de Roma, o que George Washington fue presidente de los Estados
Unidos.
(2) Procediendo abstractivamente a partir de la definición de la
Iglesia, una vez que nuestra mente ha aceptado que Él nos habla, quedamos
obligados a dar a Dios el honor de nuestro asentimiento a la verdad revelada.
Incluso los ateos admiten, hipotéticamente, que, si existiese un ser infinito
distinto del mundo, deberíamos brindarle el honor de creer su divina palabra.
(3) Consecuentemente no es válido distinguir entre verdades reveladas
fundamentales y no fundamentales para insinuar que hay verdades que, aunque se
reconozcan como reveladas por Dios, pueden ser legalmente rechazadas. Sin
embargo, si bien implícitamente debemos creer toda verdad sustentada por la
Palabra de Dios, sí somos libres de admitir que hay verdades más importantes
que otras, y que algunas de ellas exigen ser conocidas explícitamente, mientras
que otras sólo requieren una fe implícita.
El Dogma y
la Iglesia
Las verdades reveladas no adquieren su carácter formal de dogmas hasta
que son definidas o propuestas por la Iglesia. En tiempos recientes se ha
sentido cierta hostilidad hacia la religión dogmática, considerada como un
cuerpo de verdades definidas por la Iglesia. Tal hostilidad se acentúa cuando
se considera que es el Papa quien las define. La teoría del dogma tratada aquí
presupone la aceptación de la doctrina de la infalibilidad del oficio de
enseñar de la Iglesia y del Pontífice Romano. Es evidentemente necesario, por
tanto, hacer notar algunos puntos: (1) lo razonable de la definición del dogma;
(2) la inmutabilidad del dogma; (3) la necesidad de la fe en el dogma para
salvaguardar la unidad de la Iglesia; (4) las inconsistencias que se le
adjudican a la definición del dogma.
(1)Contrario a la teoría de la interpretación de la Escritura basada en
el criterio individual, los católicos consideramos como algo totalmente
inaceptable la postura de que Dios reveló al mundo un conjunto de verdades pero
que no designó oficialmente a ningún maestro para interpretarlas, ni a ningún
juez autorizado para resolver controversias al respecto. Esto es tan ilógico
como pensar en una legislatura civil que hiciera leyes para todos y cediera a
cada individuo el derecho y la obligación de interpretarlas y de dirimir
controversias de acuerdo a su criterio particular. La Iglesia y el Sumo
Pontífice han sido revestidos por Dios con el privilegio de la infalibilidad
para poder llevar a cabo su función como maestros universales en las esferas de
la fe y de lo moral (Cfr. Nos. 889-892 y 2035 del Catecismo de la Iglesia
Católica, N.T.). Esta necesidad lógica constituye un argumento irrefutable de
que los dogmas definidos y enseñados por la Iglesia son las verdades contenidas
en la revelación divina.
(2) Los dogmas de la Iglesia son inmutables. Los modernistas
sostienen que los dogmas religiosos, como tales, no tienen ningún significado
intelectual; que nadie está obligado a creerlos racionalmente; que pueden ser
falsos; que basta que los utilicemos como guías de acción; que deberán
modificarse cuando el espíritu de la época los haga obsoletos; cuando pierdan
su valor como reglas para una vida religiosa liberal. Pero según la doctrina
católica la revelación divina se dirige a la mente humana y expresa verdades genuinas
y objetivas y, consecuentemente, los dogmas son verdades divinas inmutables.
Son verdades perennemente inmutables que Augusto fue emperador de Roma y que
George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos. La fe
católica sostiene que, del mismo modo, existen y existirán verdades eternamente
inmutables como las que afirman que hay tres personas en Dios, que Cristo murió
por nosotros, que resucitó de entre los muertos, que fundó la Iglesia, que
instituyó los sacramentos. Podemos distinguir entre las verdades en si mismas y
el lenguaje en el que estas se expresan. Puede ser que el significado pleno de
ciertas verdades reveladas emerja sólo paulatinamente, pero la verdad permanece
siempre. Puede variar el lenguaje, o puede ser que éste sea usado con diferente
significado, pero siempre se podrá llegar a saber qué sentido se les dio en el
pasado a las palabras.
(3) Nuestra fe en las verdades reveladas no debe estar condicionada a su
definición por la Iglesia. Basta que sepamos que Dios las reveló. La necesidad
de creerlas una vez que han sido definidas o propuestas por la Iglesia se
aplica a nuestra preservación del vínculo de la fe. (Véase Herejía).
(4) Por último, y contrario a lo que a se afirma en ocasiones, los
católicos no admiten que los dogmas son creaciones arbitrarias de la autoridad
eclesiástica. Tampoco admiten que el número de los dogmas se pueda incrementar
al gusto, ni que sean instrumentos de subyugación de los ignorantes, ni que se
conviertan en obstáculos para la conversión de algunos. Mas no se puede dar
solución satisfactoria a esos cuestionamientos sin hacer referencia a asuntos
más fundamentales. Las definiciones dogmáticas serían arbitrarias si no
existiese, como una institución divina, el oficio infalible del magisterio eclesiástico.
Si, por otro lado, como aseguran los católicos, Dios ha establecido en su
Iglesia una función infalible, una definición dogmática no puede ser
considerada algo arbitrario. La misma providencia divina que protege a la
Iglesia del error la protege de una multiplicación desordenada de dogmas. Más
aún, siendo las definiciones dogmáticas actos de auténtica interpretación y
promulgación del significado de la revelación divina, difícilmente pueden
considerarse como instrumentos de subyugación, ni obstáculos a la conversión.
Todo lo contrario, la autorizada definición de la verdad y condenación del
error son argumentos sólidos que pueden llevar a la Iglesia a aquellos que
buscan la verdad sinceramente.
Dogma y
Religión
Se ha acusado a la Iglesia Católica a veces de que, como consecuencia de
sus dogmas, la vida religiosa de sus fieles se reduce a creencias meramente
especulativas y a formalidades sacramentales externas. Es una acusación extraña
que nace de prejuicios o de falta de conocimiento de la vida de la Iglesia.
Definitivamente, la vida en las instituciones conventuales o monásticas no es
simple formalidad externa. Las prácticas religiosas externas de los seglares
católicos, tales como la oración pública, la confesión, la comunión, etc.,
exigen un cuidadoso auto examen interno, autodisciplina, y varios otros actos
de religión interna. Y bástenos observar la vida cívica de los católicos, sus
acciones de filantropía, sus escuelas y hospitales, orfanatos, sus
organizaciones de caridad, etc., para convencernos de que la religión dogmática
no degenera en meras formalidades exteriores. En contraste con eso, en las
instituciones cristianas no católicas, a la disipación de la religión dogmática
sigue invariablemente la descomposición de la vida cristiana sobrenatural. Si
llegase a desaparecer el sistema dogmático de la Iglesia Católica, con su
cabeza infalible, ningún sistema basado en el criterio particular podría
impedir que el mundo retornara al seguimiento de los ideales paganos.
Ciertamente el dogma no es ni el principio único ni el fin único de la vida
católica. Si el católico sirve a Dios, honra a la Trinidad, ama a Cristo,
obedece a la Iglesia, frecuenta los sacramentos, participa en la Misa y cumple
los mandamientos es porque cree racionalmente en Dios, en la Trinidad, en la
divinidad de Cristo, en la Iglesia, en los sacramentos y en el sacrificio de la
Misa, en la obligación de cumplir los mandamientos. Es más, cree que todas esos
contenidos constituyen verdades objetivas e inmutables. (2)
EL
DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
«…declaramos,
proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen
María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer
instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está
revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos
los fieles…»
(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre DE 1854)
(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre DE 1854)
CATECISMO DE SAN
PÍO X SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
2124
124. ¿Cuáles son, las fiestas más solemnes que la Iglesia celebra en honor de la Santísima Virgen, Madre de Dios? - Las fiestas más solemnes que la Iglesia celebra en honor de la Santísima Virgen, Madre de Dios, son la Inmaculada Concepción, la Natividad, la Anunciación, la Purificación, la Asunción y la Realeza de María.
2125
125. ¿En qué día se celebra la fiesta de la INMACULADA CONCEPCIÓN? - La fiesta de la Inmaculada Concepción se celebra el día 8 de diciembre.
2126
126. ¿Por qué se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María? -Celebrase la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María porque, como enseña la fe la Virgen María, por singular privilegio y por los méritos de Jesucristo Redentor, fue santificada con la divina gracia desde el primer instante de su concepción, y así preservada inmune de la culpa original.
2127
127. ¿Cuándo definió la Iglesia como dogma de fe que la Concepción de la Santísima Virgen María fue Inmaculada o sin pecado original? - El día 8 de diciembre del año 1854, el Sumo Pontífice Pío IX, por Bula dogmática, y con el consentimiento de todo el Episcopado católico, definió solemnemente como artículo de fe la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen.
2128
128. ¿Por qué otorgó Dios a la Santísima Virgen el privilegio de la Concepción Inmaculada? - Dios otorgó a la Santísima Virgen el privilegio de la Concepción Inmaculada porque convenía a la santidad y majestad de Jesucristo que la Virgen destinada a ser su madre no fuese ni un instante esclava del demonio.
2129
129. ¿Cuáles son las intenciones de la Iglesia en la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción? - Las intenciones de la Iglesia en la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción son: 1ª, despertar en nosotros un vivo reconocimiento a Dios, que con tal privilegio ha ensalzado tanto a la Santísima Virgen; 2 ª, avivar nuestra fe en este privilegio de María; 3 ª, darnos a entender cuánto estima y ama Dios la pureza y santidad del alma; 4ª, aumentar más y más en nosotros la devoción a la Santísima Virgen.
124. ¿Cuáles son, las fiestas más solemnes que la Iglesia celebra en honor de la Santísima Virgen, Madre de Dios? - Las fiestas más solemnes que la Iglesia celebra en honor de la Santísima Virgen, Madre de Dios, son la Inmaculada Concepción, la Natividad, la Anunciación, la Purificación, la Asunción y la Realeza de María.
2125
125. ¿En qué día se celebra la fiesta de la INMACULADA CONCEPCIÓN? - La fiesta de la Inmaculada Concepción se celebra el día 8 de diciembre.
2126
126. ¿Por qué se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María? -Celebrase la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María porque, como enseña la fe la Virgen María, por singular privilegio y por los méritos de Jesucristo Redentor, fue santificada con la divina gracia desde el primer instante de su concepción, y así preservada inmune de la culpa original.
2127
127. ¿Cuándo definió la Iglesia como dogma de fe que la Concepción de la Santísima Virgen María fue Inmaculada o sin pecado original? - El día 8 de diciembre del año 1854, el Sumo Pontífice Pío IX, por Bula dogmática, y con el consentimiento de todo el Episcopado católico, definió solemnemente como artículo de fe la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen.
2128
128. ¿Por qué otorgó Dios a la Santísima Virgen el privilegio de la Concepción Inmaculada? - Dios otorgó a la Santísima Virgen el privilegio de la Concepción Inmaculada porque convenía a la santidad y majestad de Jesucristo que la Virgen destinada a ser su madre no fuese ni un instante esclava del demonio.
2129
129. ¿Cuáles son las intenciones de la Iglesia en la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción? - Las intenciones de la Iglesia en la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción son: 1ª, despertar en nosotros un vivo reconocimiento a Dios, que con tal privilegio ha ensalzado tanto a la Santísima Virgen; 2 ª, avivar nuestra fe en este privilegio de María; 3 ª, darnos a entender cuánto estima y ama Dios la pureza y santidad del alma; 4ª, aumentar más y más en nosotros la devoción a la Santísima Virgen.
LOS SANTOS SOBRE LA INMACULADA
CONCEPCIÓN
San
Pedro Crisólogo: "...la Virgen se ha convertido verdaderamente en madre de los
vivientes mediante la gracia, Ella que era madre de quienes por naturaleza
estaban destinados a la muerte". (Sermón 140, 4; PL 52, 557B-557B).
El
sacerdote Sedulio: "Una sola ha sido la mujer por la que se abrió la puerta a la
muerte y una sola es también la mujer a través de la cual vuelve la vida".
(Himno 1, 5-8; CSEL 10, 153; PL 19, 753).
San
Venancio Fortunato: "Oh excelente belleza, oh mujer que eres la imagen de la
salvación, potente por causa del fruto de tu parto y que gustas por tu
virginidad, por tu medio la salvación del mundo se ha dignodo nacer y restaurar
el género humano que la soberbia Eva ha traído al mundo". (In Laudem
Sanctae Mariae; PL 88, 276-284).
San
Fulgencio di Ruspe: "...la bondad divina ha realizado este plan para redimir al
género humano: por medio de un hombre, nacido de una sola mujer, a los hombres
les ha sido restituida la vida". (La fe, al diácono Pedro, 18; CCL 91,
716-752; PL 65, 675-700).
San
Cirilo de Jerusalén: "Por medio de la Virgen Eva entró la muerte; era necesario
que por medio de una virgen, es decir, de la Virgen, viniera la vida...".
(Catequesis, XII, 15; PG 33, 741).
El
Pseudo-Gregorio Niceno: "...de la Virgen Santa ha florecido el árbol de la vida y de
la gracia... De hecho, la Virgen Santa se ha hecho manantial de vida para
nosotros... En María solamente, inmaculada y siempre virgen, floreció para
nosotros el retono de la vida, ya que sóla ella fue tan pura en el cuerpo y en
el alma, que con mente serena respondió al ángel...". (Homilia sobre la
Anunciación; La Piana, 548-563).
San
Romano, el Melode: "Joaquín y Ana fueron liberados de la verguenza de la
esterilidad y Adán y Eva de la corrupción de la muerte, oh Inmaculada, por tu
natividad. Esta festeja hoy tu pueblo, rescatado de la esclavitud de los
pecados, clamando a ti: 'La estéril da a luz a la Madre de Dios, madre de
nuestra vida'". (Himno de la Natividad de Maria; Maas-Trypanis I, 276-280)
San
Proclo de Constantinopla: "Ha sido sanada Eva... Por eso le decimos: "Bendita tú
entre las mujeres" (Lc 1,42), la sola que has curado el dolor de Eva, la
sola que enjugaste las lágrimas de la atribulada...". (Homilía V sobre la
Madre de Dios; PG 65, 715-727).
"Por
Eva la corrupción, por ti la incorruptibilidad; por aquella la muerte, por ti,
en cambio, la vida... ¡El Médico, Jesús, ha venido a nosotros por ti!, para
curarnos a todos, como Dios, y salvarnos... Ave. Inmaculada y Pía, salve,
baluarte del mundo...". (Kondakia a la Madre de Dios Virgen; BZ
58,329-332).
"Inmaculada
Madre de Cristo, orgullo de los ortodoxos, a ti te ensalzamos. Eres Vida, oh
Casta, por ti has dado la vida a quienes te ensalzan...". (Himno en Honor
de María Virgen; BZ 18, 345-346).
"Ave,
por ti el dolor se extingue... Ave, tesoro inagotado de vida... Ave, medicina
de mis miembros: Ave, salvación de mi alma". (AKATHISTOS, I. La
Anunciación; Horologion, 887-900).
"...Oh,
Virgen doncella inmaculada, salva a quienes en ti buscan refugio".
(Megalinaria Festivos - Himno para la Navidad; BZ 18, 347).
"Inmaculada
Madre de Dios (...) nosotros, que hemos conseguido tu protección, oh
Inmaculada, y que por tus oraciones hemos sido liberados de los peligros y
custodiados en todo tiempo por la Cruz de tu Hijo, nosotros todos, como se
debe, con piedad, te ensalzamos... Nuestro refugio y nuestra fuerza eres tú, oh
Madre de Dios, socorro poderoso del mundo. Con tus plegarias proteges a tus
siervos de toda necesidad, oh sola bendita". (Troparios ciclo semanal -
Theotokiaferiales; Horologion, 787-815).
Grande
fue la ruina que el pecado de Adán trajo a los seres humanos, pues al perder la
gracia o amistad con Dios se perdieron también muchísimos bienes que con la
gracia iban a venir, y en cambio llegaron muchos males.
Pero
quiso Dios hacer una excepción y librar de la mancha del pecado original a la
Santísima Virgen a la que Él había destinado para ser madre del segundo Adán,
Jesucristo, el cual venía a reparar los daños que causó el primer Adán.
Veamos
cómo convenía que Dios librara de la mancha del pecado original a la Virgen
María. El Padre como a su Hija preferida. El Hijo como a su Madre Santísima, y
el Espíritu Santo como a la que había de ser Sagrario de la divinidad.
PUNTO
I: Convenía
al Padre Celestial preservar de toda mancha a María Santísima, porque Ella es
su hija preferida.
Ella
puede repetir lo que la Sagrada Escritura dice de la Sabiduría: "yo he
salido de la boca del Altísimo" (Ecl. 24, 3). Ella fue la predestinada por
los divinos decretos para ser la madre del Redentor del mundo. No convenía de
ninguna manera que la Hija preferida del Padre Celestial fuera ni siquiera por
muy poco tiempo esclava de Satanás. San Dionisio de Alejandría dice que
nosotros mientras tuvimos la mancha del pecado original éramos hijos de la
muerte, pero que la Virgen María desde su primer instante fue hija de la vida.
San
Juan Damasceno afirma que la Virgen colaboró siendo mediadora de paz entre Dios
y nosotros y que en esto se asemeja al Arca de Noé: en que los que en ella se
refugian se salvan de la catástrofe; aunque con una diferencia: que el Arca de
Noé solo libró de perecer a ocho personas, mientras que la Madre de Dios libra
a todos los que en Ella busquen refugio, aunque sean miles de millones.
San
Atanasio llama a María: "nueva Eva, y Madre de la vida", en
contraposición a la antigua Eva que nos trajo la muerte. San Teófilo le dice:
"Salve, tú que has alejado la tristeza que Eva nos había dejado". San
Basilio la llama "pacificadora entre Dios y los seres humanos" y San
Efrén la felicita como: "pacificadora del mundo".
Pero
el pacificador no debe ser enemigo del ofendido ni estar complicado en el
delito u ofensa que se le ha hecho. San Gregorio dice que si para aplacar a un
ofendido llamamos a uno que es su enemigo, en vez de aplacarlo lo irritamos
más. Siendo que María iba a colaborar con Cristo a conseguir la paz entre Dios
y nosotros, no convenía que ella fuera una pecadora o enemiga de Dios sino todo
lo contrario: una mujer con el alma totalmente libre de toda mancha de pecado.
Convenía
que María no tuviera la mancha del pecado original porque ella estaba destinada
a llevar entre sus brazos al que iba a pisar la cabeza del enemigo infernal,
según la promesa que Dios hizo en el Paraíso terrenal, cuando le dijo a la
serpiente: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre su descendencia y
la tuya, y la descendencia de Ella te pisará la cabeza" (Génesis 3). Si
María iba a ser la mujer fuerte que traería al que iba a aplastar la cabeza de
Lucifer, convenía que Ella no estuviera ni siquiera por poco tiempo manchada
con el pecado con el cual Lucifer manchó el alma de nuestros primeros padres.
La que nos iba a ayudar a librarnos de toda mancha de pecado convenía que no
tuviera ninguna mancha de pecado.
San
Buenaventura dice: "Convenía que María que venía a librarnos de la
vergüenza de estar manchados con el pecado, lograra verse libre de las derrotas
que el demonio proporciona".
Pero
la razón principal por la cual convenía que el Padre Celestial librara a María
de todo pecado es porque la tenía destinada a ser Madre de su Santísimo Hijo.
San Bernardino decía que si no hubiera otros motivos bastaría este: que por el
honor de su Hijo que es Dios, al Padre Celestial le convenía librar a María de
toda mancha de pecado.
Santo
Tomás enseña que lo que se consagra totalmente a Dios debe ser santo y libre de
toda mancha. ¿Y qué creatura humana ha sido consagrada más perfectamente a Dios
que la Virgen María? El rey David decía que un templo no se destina para los
seres humanos solamente, sino sobretodo para Dios (1 Crónicas 29) y así también
el Creador que formó a la Santísima Virgen con un fin principal: ser Madre de
su Santísimo, seguramente adornó su alma con los más bellos adornos, y entre
todos, el mejor: el estar libre de toda mancha de pecado, para que fuera digna
morada donde iba a vivir nueve meses el Salvador del mundo.
San
Dionisio afirma: "Dios preparó a su Hijo la más santa y bella morada en
ese mundo: el alma de su Madre Santísima, libre de toda mancha".
Y
algo parecido dice la liturgia de la Iglesia cuando reza esta oración: "Oh
Dios Omnipotente que por medio de el Espíritu Santo has preparado el cuerpo y
el alma de María como digna morada de tu Hijo, concédenos a los que la
invocamos, vernos libres de todo mal. Amén".
Gloria
de los hijos es proceder de padres de intachable conducta. El libro de los
Proverbios dice: "La gloria de los hijos son sus padres" (Prov. 17,
6). La gente llega a aceptar que los demás digan que sus padres eran pobres o
ignorantes, pero lo que no desean de ninguna manera es que puedan afirmar que
sus padres no eran gente buena. ¿Y cómo nos pudiéramos nosotros imaginar que
Dios pudiendo hacer que su Hijo naciera de una mujer libre de toda mancha de
pecado, hubiera permitido que Ella hubiera estado manchada por el pecado, y que
Lucifer pudiera afirmar que aunque fuera por poco tiempo, había logrado
esclavizar con el pecado a la Madre de Dios? No, esto nunca lo iba a permitir
el buen Dios.
Por
eso la Iglesia griega en uno de sus himnos dice: "Por especial Providencia
hizo Dios que la Santísima Virgen desde el principio de su vida fuera tan
totalmente pura cuanto convenía a su dignidad de Madre de Dios".
Los
santos dicen que a ninguna otra creatura le concede Dios alguna virtud o
cualidad espiritual que no le haya dado antes a la Madre de su Hijo. San
Bernardo afirma: "Las cualidades o virtudes que a otros santos da Dios, no
se las negó a la Madre del Redentor". Santo Tomás de Villanueva dice:
"Esas cualidades y virtudes y privilegios que Dios les ha concedido a
otros santos, ya antes los había regalado a la Santísima Virgen, y aún mucho
mayores". Y San Juan Damasceno se atreve a exclamar: "Entre las
virtudes de la Santísima Virgen y las de los santos hay tanta diferencia como
del cielo a la tierra", y Santo Tomás explica que Ella es la Madre y los
demás santos son simplemente "siervos", y que se le acostumbra
conceder más privilegios a la Madre que a los siervos.
San
Anselmo se pregunta: ¿Pudo Dios preservar a ciertos ángeles de toda mancha de
pecado, y no podía preservar a su propia Madre? ¿Pudo Dios crear a Eva sin
mancha de pecado y no iba a poder crear el alma de María sin esa mancha? Y si
pudo hacerlo y le convenía hacerlo, ¿por qué no iba a hacerlo?
Y
continúa el gran doctor San Anselmo: "Era verdaderamente justo que a la
Virgen a la cual tenía Dios reservada para ser Madre de su Hijo, la adornara
con tan gran pureza que no sólo aventajara a los seres humanos y a los ángeles
sino que también se pudiera decir de Ella que en pureza sólo le gana
Dios".
San
Juan Damasceno exclama: "Dios vigilaba cerca de la Santísima Virgen, para
que fuera totalmente pura, porque Ella iba a albergar por nueve meses al
Salvador del mundo y lo iba a acompañar en todos sus 33 años sobre la tierra.
La que iba a estar junto al más puro de todos los habitantes de la tierra,
debía ser también totalmente Inmaculada y libre de toda mancha de pecado".
De
María se pueden repetir las palabras del Cantar de los Cantares: "Eres
como un lirio entre espinas" (C. 2, 2). Todos fuimos manchados y somos
como espinas, y Ella como un lirio blanquísimo, permaneció Inmaculada, sin
mancha de pecado.
PUNTO
II: Convenía
al Hijo de Dios preservar a su Santísima Madre de toda mancha de pecado.
No
se concede a los hijos poder escoger a su propia madre ni elegir qué tan santa
debe ser. Pero si ello se nos permitiera, nosotros no iríamos a escoger por
madre a quien no fuera bien santa y bien amiga de Dios. ¿Y Jesús que fue el
Único Hijo que pudo escoger a su propia Madre y crearla según su parecer, no
iba a hacer que la que le diera su naturaleza humana y lo acompañara
cariñosamente durante toda su vida mortal fuera una mujer extraordinariamente
pura y totalmente libre de toda mancha de pecado?
Cuando
el Creador determinó que su Hijo naciera de una mujer, escogió a la que más
convenía a su Altísima dignidad, dice San Bernardo. Y siendo conveniente que la
Madre de un Redentor Purísimo fuera Ella también totalmente pura, así la hizo
Nuestro Señor.
La
Carta a los Hebreos dice: "Tal convenía que fuera nuestro Pontífice:
santo, inocente, sin mancha de pecado, apartado de los pecadores" (Hebr.
7, 26). ¿Y la Madre de este Pontífice Supremo no convenía que fuera también
Santa, inocente, sin mancha? ¿Y cómo se hubiera podido afirmar que Jesucristo
estaba "apartado delos pecadores" si hubiera tenido una Madre
pecadora?
San
Ambrosio enseña: "Jesucristo eligió a María por Madre, no en la tierra,
sino ya desde el cielo, y para siempre. (3)
MARIA TODA
SANTA Y SIEMPRE SANTA DESDE SU CONCEPCIÓN
Bien, por un lado sabemos que el hombre nace bajo el
Pecado Original; manchado, herido, alejado de Dios. Todos la raza humana; todas
las criaturas humanas. Cristo obviamente no entra en esto porque no es criatura
y la santidad infinita del Hijo de Dios impregna su naturaleza humana desde su
concepción en el vientre de María.
Hay una excepción a esta mancha de concepción y
nacimiento de la naturaleza humana: La Santísima Virgen María. (Las tradiciones
de que tanto San Juan Bautista como San José fueron limpiados del Pecado
Original en el vientre de sus Madres, después de concebidos con la mancha
original, no se pueden enseñar como Dogma, aunque tienen sustento)
Ella,
por los méritos de Cristo fue redimida del Pecado, pero no como todos nosotros
los demás, que somos limpiados por la Redención de Cristo. Ella fue PRESERVADA
DE LA MANCHA ORIGINAL desde el momento de su concepción en
el vientre de su madre Ana.
El
Pecado Original nunca llegó a tocarla: NACIÓ INMACULADA Y SANTA.
Esta santidad de María desde su concepción no abolió
su libre albedrío, sino que lo sublimó para elegir siempre lo Bueno, la
voluntad de Dios, la Ley de Dios. Ella, con la meditación de los signos de Dios
en su corazón, la escucha de su Palabra, con su entrega sin condiciones a la
voluntad de Dios, su exquisita fidelidad a las mociones del Espíritu Santo, fue
desarrollando y engrandeciendo esa santidad de su concepción. La perfección de
su santidad la alcanzó al abrazarse generosa, desinteresadamente, con amor
puro, al Sacrificio de su Hijo, por los hombres. La caridad ser verificó en su
calidad más perfecta.
LAS HERÉTICAS Y
BLASFEMAS DECLARACIONES DE FRANCISCO SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN:
Una chica normal que buscaba
casarse…
Nunca un Hombre de Dios puede ser así.
El pasado día 21 de diciembre, Francisco se dirigía en
el Vaticano a los empleados de la Santa Sede, muchos de ellos con sus familiares,
en una recepción con motivo de la Navidad.
En el discurso que se les dio por Francisco, entre
otras cosas, les dijo lo siguiente: (Original italiano):
“Allora,
chi è felice nel presepe? La Madonna e San Giuseppe sono pieni di gioia:
guardano il Bambino Gesù e sono felici perché, dopo mille preoccupazioni, hanno
accolto questo Regalo di Dio, con tanta fede e tanto amore. Sono “straripanti”
di santità e quindi di gioia. E voi mi direte: per forza! Sono la
Madonna e San Giuseppe! Sì, ma non pensiamo che per
loro sia stato facile: santi non si nasce, si diventa, e
questo vale anche per loro.“
Traducción al español:
“Entonces,
¿quién está feliz en la cuna? La Virgen y San José están llenos de alegría:
miran al Niño Jesús y están felices porque, después de mil preocupaciones,
recibieron este regalo de Dios con tanta fe y tanto amor de santidad y, por lo
tanto, de alegría, y me dirán: “¡Son Nuestra Señora y
San José!” Sí, pero no creamos que es fácil para ellos: los
santos no nacen, se “convierten en”, y esto también se aplica a ellos”
En este discurso se encuentra, solapada, o no
tanto….la contradicción de Francisco al Dogma de la Inmaculada Concepción.
EL
VENENO
Ahora bien, Francisco dice : los santos no nacen, se
“convierten en”, y esto también se aplica a ellos” (a María y José)-
Está diciendo primero una verdad, que los santos no
nacen santos, se hacen santos. Esto vale para todos los hombres, MENOS PARA LA
SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.
Y luego dice: y esto también se aplica a ellos” (a
María y José)
Es decir, según Francisco, MARÍA NO NACIÓ SANTA, SE
HIZO SANTA.
Sencillamente está negando EL DOGMA DE LA INMACULADA
CONCEPCIÓN
La cosa está totalmente clara.
UNA
CONSTANTE: Afirmaciones en pugna con la Revelación y la Doctrina.
Recordemos, más allá de la Reivindicación de Lutero
como Testigo del Evangelio, (después de haber sido condenado INFALIBLEMENTE,
BAJO ANATEMA, EX CÁTHEDRA, con su Doctrina, por el Concilio Ecuménico Dogmático
de Trento) con estatua y todo en el Vaticano.
Mas allá de las extrañas afirmaciones de que todos
vamos a estar en el Cielo, el Infierno está vacío…..de que la Biblia no habla
del Lago de Fuego…..Que no hay sufrimiento eterno para los que se pierden…de
que los Mandamientos son para cobardes y rígidos… Y muchas mas que no viene al
caso recordar ahora…
Ya dijo también que la Santísima Virgen ERA UNA CHICA
NORMAL QUE BUSCABA CASARSE…..
LA TODA SANTA, LLENA DE GRACIA, REDIMIDA POR
PRESERVACIÓN DEL PECADO ORIGINAL, QUE DIÓ A LUZ AL HIJO DE DIOS CONCEBIDO POR
OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO, CONSERVANDO SU VIRGINIDAD EN EL PARTO….ASUNTA
AL CIELO EN CUERPO Y ALMA…
Para él es una….chica normal que buscaba
casarse….
Ahora niega la Inmaculada Concepción diciendo que
María NO NACIÓ SANTA, SE HIZO SANTA.
OBEDIENCIA VERDADERA
Sabemos perfectamente que la obediencia cristiana es
condicional a que la autoridad que manda no mande contra la Ley de Dios. No
estamos obligados, gracias a Dios, a obedecer contra la fe, ni a admitir
herejías ni blasfemias de nadie, ni siquiera del Papa.
Aquí un resumen sobre la Obediencia: https://verdadtradicion.blogspot.com/2019/10/sobre-el-papa-y-la-obediencia-verdadera.html?fbclid=IwAR3rkN1PS2PxC_0CM4K2Qjvvd6-Wgfs7GaIwkdntBnWoB1vORrROtUJqp2E
ORACIÓN DE SAN
PÍO X
Oh,
Virgen Santísima, que habéis sido agradable al Señor y os convertisteis en su
Madre; Virgen Inmaculada en vuestro cuerpo, en vuestra alma, en vuestra fe y en
vuestro amor, mirad con ojos benévolos a los infelices que imploran vuestra
poderosa protección.
La
serpiente infernal, contra quien fue lanzada la maldición primera, continúa
combatiendo y tentando a los pobres hijos de Eva.
Vos,
Madre nuestra bendita, nuestra Reina y Abogada, vos que habéis aplastado la
cabeza del enemigo desde el primer instante de vuestra concepción, acoged las
plegarias que, unidos a vos en un solo corazón, os rogamos presentéis ante el
trono de Dios, para que jamás nos dejemos arrastrar a las emboscadas que nos
son preparadas, sino que alcancemos el puerto de salvación y que, en medio de
tantos peligros, la Iglesia y la sociedad cristiana canten una vez más el himno
de la liberación, de la victoria y de la paz.
Amén.
ORACIÓN
En fin, nos queda rogar al Señor que nos de la Gracia
de encontrar la Verdad y seguirla en este Maelstrom de Confusión
y Mentira que vive la estructura de la iglesia hoy.
Pedirle
intercesión a la Santísima Virgen María, Toda Santa, Siempre Santa, desde su
Concepción, para que no nos deje enredar en los lazos de la mentira demagógica,
el acomodamiento con el mundo, esa humanización y
aterrización de la Revelación Divina, que es
un vaciamiento e inutilización absoluta de la Palabra de Dios, que nos llega
hoy desde la cúpula del Vaticano neoparadigmático.
Que no nos deje caer en las redes del Padre de la
Mentira.
No
nos interesa ser funcionales al Nuevo Orden Mundial Anticristiano. No
nos interesa quedarnos afuera, de él; mas bien rogamos a
Dios que nos mantenga fuera de él,
y dentro de su verdadera Iglesia, de su Reino.
Que la Santísima Virgen, la Toda Santa y Siempre
Virgen y Santa, nos de la Gracia de Permanecer en la Verdad, y no toquetear,
mancillar, tergiversar la Eterna Palabra de Dios dada a la Iglesia; sino ser
fieles a ella hasta la muerte.
A la vez que le pedimos insistentemente por la
conversión de Francisco, o un Papa fiel y católico. Un Pastor de Cristo, viril,
fiel y santo.
NOTAS:
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