sábado, 7 de diciembre de 2019

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA




8 de diciembre
INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
Patrona Principal de España
I clase, azul (fuera de España y, en su defecto, blanco)
Gloria, Credo y prefacio de la Virgen “Et te in Conceptione Inmaculata”.
Se hace conmemoración de la feria o domingo de adviento.

El introito expresa la alegría de María al reconocer que el Señor la ha revestido de gracia, de justicia y de santidad. Verdaderamente puede gozarse María, pues la serpiente infernal no pudo jamás tiznar en lo más mínimo su alma santísima. María quebrantó la cabeza del dragón infernal, le venció completamente, no sólo porque dio a luz al Redentor, sino también porque se vio siempre libre de toda mancha de pecado, aún del pecado original. Si lo hubiese venido al mundo como los demás descendientes de Adán contaminada con el pecado original, hubiese estado algún tiempo bajo la esclavitud de Satanás, su triunfo sobre el no hubiera sido completo. Por eso Dios, en atención a los méritos de su divino Hijo, preservó a María de toda mancha de pecado. Estas son las verdades que nos enseña la Colecta. La Epístola es una aplicación hermosísima en la Inmaculada Concepción, en sentido acomodaticio, de lo que el autor inspirado nos dice de la eterna concepción de la Sabiduría increada. Al que considere atentamente la celeste embajada de Ángel a María, que nos refiere el Evangelio, no le causarán admiración las siguientes palabras del inmortal Pío IX en la Bula Ineffabílis Deus:  Declaramos, pronunciamos y definimos a honra de la santa e indivisa Trinidad, para decoro y ornamento de la Bienaventurada Virgen María, para exaltación de la fe católica y aumento de religión cristiana, y con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo y de sus bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo, y con la nuestra, que la doctrina por la cual se juzga a la Santísima Virgen María en el primer instante de su concepción fue preservada de toda culpa original, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, atendidos los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, Salvador del género humano; ha sido revelada por Dios, y, por tanto debe creerse firme y constantemente por todos los fieles. (1)


TEXTO DE LA MISA
Introito.-  Isaías 61,10; Salmo 29,2- Mucho me gozaré en el Señor, y se regocijará mi alma en mi Dios, porque me ha revestido con vestidura de salud y me ha cubierto con manto de justicia, como esposa con sus joyeles. Salmo. Te ensalzaré, Señor, porque me has amparado, y no has permitido triunfen mis enemigos sobre mí. V. Gloria al Padre.

Colecta.-  Oh Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen, has preparado digna morada a tu hijo; te suplicamos que, así como por la muerte prevista de este tu hijo la has preservado de toda mancha, nos concedas también, por la intercesión de María, llegar puros hasta ti. Por el mismo Señor nuestro. 
(Se hace conmemoración del Adviento)

Epístola. Proverbios 8. 22 -35
El Señor me ha creado, primicias de sus caminos, que antes de todas sus obras. Desde la eternidad fui constituida, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra. Aún no existían los océanos, y yo estaba ya concebida; aún no había brotado las fuentes, no estaban asentados los montes, antes de los collados, había yo nacido; aún no había hecho la tierra, ni los campos, ni la materia del polvo de la tierra. Cuando él preparaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo, cuando sujetó las nubes en lo alto, y afianzó las fuentes del abismo, cuando fijó sus límites al mar para que las aguas no traspasaran sus orillas; cuando trazó los cimientos de la tierra, junto a él me hallaba yo artífice, y era cada día sus delicias jugueteando en su globo terrestre y deleitándose en los hijos de los hombres. Ahora, pues, hijos, oídme: Dichosos los que siguen mis caminos. Oíd mis instrucciones, y sed cuerdos, y no las desechéis. Dichoso el hombre que me oye y vela diariamente a mis puertas, guardando sus postigos. Quien me halla, ha hallado la vida, y alcanza el favor del Señor.

Gradual. Judit, 13,23; 15,10.  Bendita tú, Virgen María, ante el Dios Altísimo, sobre todas las mujeres de la tierra. V. Tú eres la gloria de Jerusalén, tú la alegría de Israel, tú la honra de nuestro pueblo.

Aleluya, aleluya. Cantar de los Cantares 4, 7. V.- Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha original. Aleluya.

Evangelio. Lucas 1, 26-
En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

CREDO.

Ofertorio. Lucas 1, 28.-  Dios te salve, llena de gracia; el Señor es contigo; bendita tú entre todas las mujeres, aleluya.

Secreta.-  Recibe, Señor, la hostia de salvación que te ofrecemos en la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, y haz que,  así como la proclamamos limpia de toda mancha, por haberla tú prevenido con tu gracia, así, su intercesión nos libre de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo.
(Se hace conmemoración del Adviento)

Prefacio de la Santísima Virgen.-  Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso  y eterno: Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada siempre Virgen María: porque ella concibió a tu Único hijo, por obra del Espíritu Santo, y  sin perder la gloria de su virginidad, derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor. Por El los Ángeles y los Arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus  voces cantando humildemente tu alabanza: Santo.

Comunión. Se ha proclamado tu gloria María, porque grandes cosas ha hecho en ti el poderoso.
Poscomunión.- Los sacramentos que hemos recibido, Señor Dios nuestro, reparen en nosotros las heridas de aquella culpa de la que por favor singular preservaste a la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Por nuestro Señor Jesucristo.
(Se hace conmemoración del Adviento)


COMENTARIO

Reproduciremos un artículo sobre la significación del Dogma en la Doctrina de la Iglesia, habida cuenta de que la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María fue definida como Dogma por el Papa Pío IX. Luego señalaremos lo expuesto por San Pío X en su Catecismo, sobre la Inmaculada Concepción; posteriormente dichos de los Santos, y por último haremos algunos comentarios sobre la realidad de hoy relacionados con nuestro tema. Finalizamos con una oración de San Pío X y una nuestra.
DOGMA
Para quienes no quieran complicarse con disquisiciones teológicas mayores, Dogma es una verdad revelada por Dios a la Iglesia, que la Iglesia hace explícita. Es Infalible e Inmutable, no puede cambiar. Quien pretenda ser católico, debe aceptar los Dogmas de la Iglesia. Continuamos abajo con un desarrollo mayor de este tema de los distintos niveles de verdades revekadas y Dogma.
QUE ES UN DOGMA

Definición

La palabra dogma (del griego dokein) se usa a veces, en los escritos de los autores clásicos antiguos, para significar una opinión o lo que parece verdadero a una persona; otras veces, para señalar una doctrina o posición filosófica, especialmente si se trata de las peculiares doctrinas de una escuela particular de filósofos (Cfr. Cic. Ac. II,9). A veces también se refiere a un decreto u ordenanza pública, un dogma poieisthai. En la Sagrada Escritura se usa, en algunos casos, con el sentido de decreto o edicto de la autoridad civil, como en Lc 2,1: “Sucedió que por aquellos días salió un edicto [edictum, dogma] de César Augusto”. (Cfr, Hch 17,7; Est 3,3). En otros, con sentido de norma de la ley mosaica, como es el caso de Ef 2,15: “Anulando en la carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos” (dogmasin). Y también se aplica a los decretos u órdenes del Concilio Apostólico de Jerusalén: “Conforme iban pasando por las ciudades, les iban entregando, para que las observasen, las decisiones (dogmata) tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén” (Hech 16,4). Entre los Padres más antiguos se acostumbraba nombrar dogmas a las doctrinas y preceptos morales enseñados o promulgados por el Salvador o por los Apóstoles. Y en ocasiones se hacía una distinción entre dogmas divinos, apostólicos y eclesiásticos, según que la doctrina en cuestión hubiese sido enseñada por Cristo o los Apóstoles, o que hubiese sido transmitida a los fieles por la Iglesia.
Pero, siguiendo una larga tradición, actualmente entendemos por dogma una verdad que pertenece al campo de la fe o de la moral, que ha sido revelada por Dios, transmitida desde los Apóstoles ya a través de la Escritura, ya de la Tradición, y propuesta por la Iglesia para su aceptación por parte de los fieles. Brevemente, “dogma” puede ser definido como una verdad revelada definida por la Iglesia. Las revelaciones privadas no constituyen dogmas, y algunos teólogos incluso limitan la palabra definida a doctrinas definidas solemnemente por el Papa o por un concilio general, mientras que una verdad revelada se convierte en dogma aún cuando sea propuesta por la Iglesia por medio de su magisterio ordinario o su oficio de enseñar. El concepto de dogma, entonces, abarca una doble relación: con la revelación divina y con la enseñanza autorizada de la Iglesia (Cfr. Nos. 85-95 del Catecismo de la Iglesia católica, N.T.).
Las tres clases de verdades reveladas
Los teólogos distinguen tres clases de verdades reveladas: verdades reveladas formal y explícitamente; verdades reveladas formal pero sólo implícitamente; y verdades reveladas sólo virtualmente.
Se dice que una verdad es revelada formalmente cuando quien revela pretende transmitir ese mensaje directamente a través de su propio lenguaje, para garantizarlo por la autoridad de su palabra. La revelación es formal y explícita cuando se transmite en términos claros y específicos. Es formal pero implícita cuando el lenguaje no es tan claro y deben utilizarse cuidadosamente las reglas de interpretación para determinar su significado. Y una verdad se llama sólo virtualmente revelada cuando no está garantizada por la palabra de quien transmite pero se puede deducir de algo que sí ha sido formalmente revelado. Ahora bien, las verdades reveladas formal y explícitamente por Dios son indudablemente dogmas en sentido estricto cuando la Iglesia las propone o define. Tales son, por ejemplo, los artículos del Credo de los Apóstoles. De igual modo son dogmas en sentido estricto las verdades reveladas por Dios formalmente, pero en forma implícita. Ejemplo de ellas son las doctrinas de la transubstanciación, de la infalibilidad papal, de la Inmaculada Concepción, algunas enseñanzas de la Iglesia acerca del Salvador, los sacramentos, etc. Toda doctrina definida por la Iglesia como algo contenido en la revelación se debe aceptar como algo formalmente revelado, implícita o explícitamente. Y es un dogma de fe que la Iglesia es infalible al definir esas dos clases de verdades reveladas. El rechazo deliberado de alguna de ellas constituye pecado de herejía. Hay varias opiniones acerca de las verdades reveladas virtualmente. Y ello deriva de la diversidad de posturas respecto al objeto material de la fe (Véase Fe). Baste decir aquí que, según algunos teólogos, las verdades reveladas virtualmente pertenecen al objeto material de la fe y solamente se convierten en dogmas en sentido estricto cuando la Iglesia las define o propone como tales. Para otros, esas verdades no pertenecen al objeto material de la fe divina, ni se convierten en dogmas, estrictamente hablando, por el hecho de ser definidas o propuestas, mas pueden ser llamadas dogmas mediatamente divinas, o eclesiásticas. En la hipótesis de que las conclusiones virtualmente reveladas no pertenezcan al objeto material de la fe, no se ha definido aún si la Iglesia es infalible al definirlas. Sin embargo, en torno a esas verdades, la doctrina de la Iglesia es teológicamente cierta y no puede ser negada legalmente, de modo que aunque la negación de un dogma eclesiástico no sea formalmente una herejía, sí significaría el quebrantamiento de un vínculo de fe y acarrearía la expulsión de la Iglesia por un decreto de anatema o de excomunión.
Divisiones
Las divisiones del dogma son prácticamente las mismas que las de la fe. Los dogmas pueden ser (1) generales o especiales; (2) materiales o formales; (3) puros o mixtos; (4) simbólicos o no simbólicos; (5) y pueden diferir según sus diversos grados de necesidad.
(1) Los dogmas generales forman parte de la revelación destinada a toda la humanidad y transmitida por los Apóstoles. Los especiales son aquellos que son revelados en forma privada. Estos últimos, en sentido estricto, no constituyen verdaderos dogmas, puesto que no son verdades reveladas a través de los Apóstoles, ni son definidos o propuestos por la Iglesia para ser aceptados universalmente por los fieles.
(2) Son dogmas materiales (o divinos, por si mismos, dogmas in se) aquellos que, sin tomar en consideración si son o no definidos por la Iglesia, se aceptan simplemente como revelados. Dogma formal (o católico, “en relación con nosotros”, quoad nos) es aquel que puede ser reconocido como revelado y definido. Lo mismo que en el caso de los dogmas especiales, los materiales no pueden ser llamados dogmas en el sentido estricto de la palabra.
(3) Dogma puro es el que únicamente puede ser conocido a través de la revelación, como es el caso de la Trinidad, la Encarnación, etc. Dogma mixto es aquel que puede conocerse ya por la revelación ya por el razonamiento filosófico, como la existencia y los atributos de Dios. Ambas clases de dogma son tales estrictamente hablando, pues se pueden considerar revelados y definidos.
(4) Los dogmas contenidos en los símbolos o credos de la Iglesia son llamados simbólicos; los demás son no simbólicos. De ahí que todos los artículos del Credo de los Apóstoles sean verdaderos dogmas, pero no todos los dogmas pueden ser técnicamente llamados artículos de fe, aunque así se les conozca ordinariamente.
(5) Finalmente, hay dogmas a los cuales es indispensable adherirse por la fe como condición necesaria para salvarse, mientras que en otros tal adhesión sólo se hace necesaria por un precepto divino. Unos dogmas deben ser conocidos y creídos explícitamente, mientras que para otros basta una adhesión implícita.
Carácter Objetivo de la Verdad Dogmática; Aceptación Intelectual del Dogma
Siendo el dogma una verdad revelada, su carácter intelectual y su realidad objetiva dependen del carácter intelectual y la realidad objetiva de la revelación divina. De modo que aplicaremos aquí al dogma las mismas conclusiones que se desarrollan, con mayor profundidad, en el artículo sobre revelación. ¿Debe reconocerse el dogma simplemente como una verdad revelada por Dios?. ¿Pueden aceptarse los dogmas como verdades objetivas, destinadas a ser entendidas por el entendimiento humano?. ¿Debemos creerlas con nuestra razón?. ¿Debemos admitir la distinción entre dogmas fundamentales y no fundamentales?
(1)Los racionalistas niegan la existencia de la revelación divina sobrenatural y, por ende, de los dogmas religiosos. Cierta escuela mística enseñó que lo que Cristo inauguró en el mundo fue una “nueva vida”. La teoría modernista merece un tratamiento aparte, dada la condenación que la Iglesia ha hecho de ella. Hay varias posiciones entre los modernistas. Aparentemente, algunos de ellos no niegan todo valor intelectual al dogma (Cf. Le Roy, “Dogme et Critique”). El dogma y la revelación- afirman- se expresan en términos de acción. De ese modo, cuando se dice que el Hijo de Dios “descendió de los cielos”, los teólogos no quieren decir con ello que Él bajó del modo como bajan los cuerpos o como se dice que los ángeles se desplazan de un sitio a otro, sino que intentan expresar la unión hipostática en términos de acción. Cuando profesamos nuestra fe en Dios Padre- según Le Roy- lo que decimos es que debemos actuar ante Dios como si fuéramos sus hijos, pero que ni la paternidad de Dios, ni los demás dogmas de la fe, como la Encarnación, la Trinidad, la Resurrección, etc., forman una idea en la mente. Según otros modernistas, Dios no ha revelado nada a la mente humana. Ellos opinan que la revelación comenzó siendo una forma de conciencia del bien y el mal, y que la evolución o desarrollo de la revelación no consiste sino en el desarrollo del sentido religioso, el cual alcanzó su punto más alto, hasta el momento, en el moderno Estado liberal y democrático. Consecuentemente, siguiendo la lógica de esos autores, los dogmas de fe, considerados como dogmas, no tienen ningún significado para la razón, ni es necesario que creamos en ellos racionalmente. Podemos rechazarlos; basta que los utilicemos como guía para nuestra conducta. (Vease, Modernismo). En contra de esta doctrina, la Iglesia enseña que Dios ha hecho revelaciones a la mente humana. Existen, indudablemente, atributos divinos relativos y algunos de los dogmas de fe pueden ser expresados usando simbolismos de acción, pero también presentan a la mente un significado distinto de la acción. La paternidad de Dios puede implicar que debemos actuar ante Él como hijos ante su padre, pero igualmente trae a la mente conceptos analógicos de nuestro Dios y Creador. Hay también verdades, como la Trinidad, la Resurrección de Cristo, su Ascensión, etc., que constituyen hechos absolutamente objetivos y que pueden ser creídos aún si sus consecuencias prácticas pudiesen ser ignoradas o minusvalorizadas. Los dogmas de la Iglesia, tales como la existencia de Dios, la Trinidad, la Encarnación y la Resurrección, los sacramentos, el juicio futuro, etc., tienen una realidad objetiva y son hechos tan reales y verdaderos como el hecho de que Augusto fue Emperador de Roma, o que George Washington fue presidente de los Estados Unidos.
(2) Procediendo abstractivamente a partir de la definición de la Iglesia, una vez que nuestra mente ha aceptado que Él nos habla, quedamos obligados a dar a Dios el honor de nuestro asentimiento a la verdad revelada. Incluso los ateos admiten, hipotéticamente, que, si existiese un ser infinito distinto del mundo, deberíamos brindarle el honor de creer su divina palabra.
(3) Consecuentemente no es válido distinguir entre verdades reveladas fundamentales y no fundamentales para insinuar que hay verdades que, aunque se reconozcan como reveladas por Dios, pueden ser legalmente rechazadas. Sin embargo, si bien implícitamente debemos creer toda verdad sustentada por la Palabra de Dios, sí somos libres de admitir que hay verdades más importantes que otras, y que algunas de ellas exigen ser conocidas explícitamente, mientras que otras sólo requieren una fe implícita.
El Dogma y la Iglesia
Las verdades reveladas no adquieren su carácter formal de dogmas hasta que son definidas o propuestas por la Iglesia. En tiempos recientes se ha sentido cierta hostilidad hacia la religión dogmática, considerada como un cuerpo de verdades definidas por la Iglesia. Tal hostilidad se acentúa cuando se considera que es el Papa quien las define. La teoría del dogma tratada aquí presupone la aceptación de la doctrina de la infalibilidad del oficio de enseñar de la Iglesia y del Pontífice Romano. Es evidentemente necesario, por tanto, hacer notar algunos puntos: (1) lo razonable de la definición del dogma; (2) la inmutabilidad del dogma; (3) la necesidad de la fe en el dogma para salvaguardar la unidad de la Iglesia; (4) las inconsistencias que se le adjudican a la definición del dogma.
(1)Contrario a la teoría de la interpretación de la Escritura basada en el criterio individual, los católicos consideramos como algo totalmente inaceptable la postura de que Dios reveló al mundo un conjunto de verdades pero que no designó oficialmente a ningún maestro para interpretarlas, ni a ningún juez autorizado para resolver controversias al respecto. Esto es tan ilógico como pensar en una legislatura civil que hiciera leyes para todos y cediera a cada individuo el derecho y la obligación de interpretarlas y de dirimir controversias de acuerdo a su criterio particular. La Iglesia y el Sumo Pontífice han sido revestidos por Dios con el privilegio de la infalibilidad para poder llevar a cabo su función como maestros universales en las esferas de la fe y de lo moral (Cfr. Nos. 889-892 y 2035 del Catecismo de la Iglesia Católica, N.T.). Esta necesidad lógica constituye un argumento irrefutable de que los dogmas definidos y enseñados por la Iglesia son las verdades contenidas en la revelación divina.
(2) Los dogmas de la Iglesia son inmutables. Los modernistas sostienen que los dogmas religiosos, como tales, no tienen ningún significado intelectual; que nadie está obligado a creerlos racionalmente; que pueden ser falsos; que basta que los utilicemos como guías de acción; que deberán modificarse cuando el espíritu de la época los haga obsoletos; cuando pierdan su valor como reglas para una vida religiosa liberal. Pero según la doctrina católica la revelación divina se dirige a la mente humana y expresa verdades genuinas y objetivas y, consecuentemente, los dogmas son verdades divinas inmutables. Son verdades perennemente inmutables que Augusto fue emperador de Roma y que George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos. La fe católica sostiene que, del mismo modo, existen y existirán verdades eternamente inmutables como las que afirman que hay tres personas en Dios, que Cristo murió por nosotros, que resucitó de entre los muertos, que fundó la Iglesia, que instituyó los sacramentos. Podemos distinguir entre las verdades en si mismas y el lenguaje en el que estas se expresan. Puede ser que el significado pleno de ciertas verdades reveladas emerja sólo paulatinamente, pero la verdad permanece siempre. Puede variar el lenguaje, o puede ser que éste sea usado con diferente significado, pero siempre se podrá llegar a saber qué sentido se les dio en el pasado a las palabras.
(3) Nuestra fe en las verdades reveladas no debe estar condicionada a su definición por la Iglesia. Basta que sepamos que Dios las reveló. La necesidad de creerlas una vez que han sido definidas o propuestas por la Iglesia se aplica a nuestra preservación del vínculo de la fe. (Véase Herejía).
(4) Por último, y contrario a lo que a se afirma en ocasiones, los católicos no admiten que los dogmas son creaciones arbitrarias de la autoridad eclesiástica. Tampoco admiten que el número de los dogmas se pueda incrementar al gusto, ni que sean instrumentos de subyugación de los ignorantes, ni que se conviertan en obstáculos para la conversión de algunos. Mas no se puede dar solución satisfactoria a esos cuestionamientos sin hacer referencia a asuntos más fundamentales. Las definiciones dogmáticas serían arbitrarias si no existiese, como una institución divina, el oficio infalible del magisterio eclesiástico. Si, por otro lado, como aseguran los católicos, Dios ha establecido en su Iglesia una función infalible, una definición dogmática no puede ser considerada algo arbitrario. La misma providencia divina que protege a la Iglesia del error la protege de una multiplicación desordenada de dogmas. Más aún, siendo las definiciones dogmáticas actos de auténtica interpretación y promulgación del significado de la revelación divina, difícilmente pueden considerarse como instrumentos de subyugación, ni obstáculos a la conversión. Todo lo contrario, la autorizada definición de la verdad y condenación del error son argumentos sólidos que pueden llevar a la Iglesia a aquellos que buscan la verdad sinceramente.
Dogma y Religión
Se ha acusado a la Iglesia Católica a veces de que, como consecuencia de sus dogmas, la vida religiosa de sus fieles se reduce a creencias meramente especulativas y a formalidades sacramentales externas. Es una acusación extraña que nace de prejuicios o de falta de conocimiento de la vida de la Iglesia. Definitivamente, la vida en las instituciones conventuales o monásticas no es simple formalidad externa. Las prácticas religiosas externas de los seglares católicos, tales como la oración pública, la confesión, la comunión, etc., exigen un cuidadoso auto examen interno, autodisciplina, y varios otros actos de religión interna. Y bástenos observar la vida cívica de los católicos, sus acciones de filantropía, sus escuelas y hospitales, orfanatos, sus organizaciones de caridad, etc., para convencernos de que la religión dogmática no degenera en meras formalidades exteriores. En contraste con eso, en las instituciones cristianas no católicas, a la disipación de la religión dogmática sigue invariablemente la descomposición de la vida cristiana sobrenatural. Si llegase a desaparecer el sistema dogmático de la Iglesia Católica, con su cabeza infalible, ningún sistema basado en el criterio particular podría impedir que el mundo retornara al seguimiento de los ideales paganos. Ciertamente el dogma no es ni el principio único ni el fin único de la vida católica. Si el católico sirve a Dios, honra a la Trinidad, ama a Cristo, obedece a la Iglesia, frecuenta los sacramentos, participa en la Misa y cumple los mandamientos es porque cree racionalmente en Dios, en la Trinidad, en la divinidad de Cristo, en la Iglesia, en los sacramentos y en el sacrificio de la Misa, en la obligación de cumplir los mandamientos. Es más, cree que todas esos contenidos constituyen verdades objetivas e inmutables. (2)


EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

«…declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles…»
(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre DE 1854)






CATECISMO DE SAN PÍO X SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
2124
124. ¿Cuáles son, las fiestas más solemnes que la Iglesia celebra en honor de la Santísima Virgen, Madre de Dios? - Las fiestas más solemnes que la Iglesia celebra en honor de la Santísima Virgen, Madre de Dios, son la Inmaculada Concepción, la Natividad, la Anunciación, la Purificación, la Asunción y la Realeza de María.

2125
125. ¿En qué día se celebra la fiesta de la INMACULADA CONCEPCIÓN? - La fiesta de la Inmaculada Concepción se celebra el día 8 de diciembre.

2126
126. ¿Por qué se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María? -Celebrase la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María porque, como enseña la fe la Virgen María, por singular privilegio y por los méritos de Jesucristo Redentor, fue santificada con la divina gracia desde el primer instante de su concepción, y así preservada inmune de la culpa original.

2127
127. ¿Cuándo definió la Iglesia como dogma de fe que la Concepción de la Santísima Virgen María fue Inmaculada o sin pecado original? - El día 8 de diciembre del año 1854, el Sumo Pontífice Pío IX, por Bula dogmática, y con el consentimiento de todo el Episcopado católico, definió solemnemente como artículo de fe la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen.

2128
128. ¿Por qué otorgó Dios a la Santísima Virgen el privilegio de la Concepción Inmaculada? - Dios otorgó a la Santísima Virgen el privilegio de la Concepción Inmaculada porque convenía a la santidad y majestad de Jesucristo que la Virgen destinada a ser su madre no fuese ni un instante esclava del demonio.

2129
129. ¿Cuáles son las intenciones de la Iglesia en la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción? - Las intenciones de la Iglesia en la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción son: 1ª, despertar en nosotros un vivo reconocimiento a Dios, que con tal privilegio ha ensalzado tanto a la Santísima Virgen; 2 ª, avivar nuestra fe en este privilegio de María; 3 ª, darnos a entender cuánto estima y ama Dios la pureza y santidad del alma; 4ª, aumentar más y más en nosotros la devoción a la Santísima Virgen.
LOS SANTOS SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
San Pedro Crisólogo: "...la Virgen se ha convertido verdaderamente en madre de los vivientes mediante la gracia, Ella que era madre de quienes por naturaleza estaban destinados a la muerte". (Sermón 140, 4; PL 52, 557B-557B).
El sacerdote Sedulio: "Una sola ha sido la mujer por la que se abrió la puerta a la muerte y una sola es también la mujer a través de la cual vuelve la vida". (Himno 1, 5-8; CSEL 10, 153; PL 19, 753).
San Venancio Fortunato: "Oh excelente belleza, oh mujer que eres la imagen de la salvación, potente por causa del fruto de tu parto y que gustas por tu virginidad, por tu medio la salvación del mundo se ha dignodo nacer y restaurar el género humano que la soberbia Eva ha traído al mundo". (In Laudem Sanctae Mariae; PL 88, 276-284).
San Fulgencio di Ruspe: "...la bondad divina ha realizado este plan para redimir al género humano: por medio de un hombre, nacido de una sola mujer, a los hombres les ha sido restituida la vida". (La fe, al diácono Pedro, 18; CCL 91, 716-752; PL 65, 675-700).
San Cirilo de Jerusalén: "Por medio de la Virgen Eva entró la muerte; era necesario que por medio de una virgen, es decir, de la Virgen, viniera la vida...". (Catequesis, XII, 15; PG 33, 741).
El Pseudo-Gregorio Niceno: "...de la Virgen Santa ha florecido el árbol de la vida y de la gracia... De hecho, la Virgen Santa se ha hecho manantial de vida para nosotros... En María solamente, inmaculada y siempre virgen, floreció para nosotros el retono de la vida, ya que sóla ella fue tan pura en el cuerpo y en el alma, que con mente serena respondió al ángel...". (Homilia sobre la Anunciación; La Piana, 548-563).
San Romano, el Melode: "Joaquín y Ana fueron liberados de la verguenza de la esterilidad y Adán y Eva de la corrupción de la muerte, oh Inmaculada, por tu natividad. Esta festeja hoy tu pueblo, rescatado de la esclavitud de los pecados, clamando a ti: 'La estéril da a luz a la Madre de Dios, madre de nuestra vida'". (Himno de la Natividad de Maria; Maas-Trypanis I, 276-280)
San Proclo de Constantinopla: "Ha sido sanada Eva... Por eso le decimos: "Bendita tú entre las mujeres" (Lc 1,42), la sola que has curado el dolor de Eva, la sola que enjugaste las lágrimas de la atribulada...". (Homilía V sobre la Madre de Dios; PG 65, 715-727).
Textos extraídos de la Liturgia de la Iglesia Oriental del I al VI siglo
"Por Eva la corrupción, por ti la incorruptibilidad; por aquella la muerte, por ti, en cambio, la vida... ¡El Médico, Jesús, ha venido a nosotros por ti!, para curarnos a todos, como Dios, y salvarnos... Ave. Inmaculada y Pía, salve, baluarte del mundo...". (Kondakia a la Madre de Dios Virgen; BZ 58,329-332).
"Inmaculada Madre de Cristo, orgullo de los ortodoxos, a ti te ensalzamos. Eres Vida, oh Casta, por ti has dado la vida a quienes te ensalzan...". (Himno en Honor de María Virgen; BZ 18, 345-346).
"Ave, por ti el dolor se extingue... Ave, tesoro inagotado de vida... Ave, medicina de mis miembros: Ave, salvación de mi alma". (AKATHISTOS, I. La Anunciación; Horologion, 887-900).
"...Oh, Virgen doncella inmaculada, salva a quienes en ti buscan refugio". (Megalinaria Festivos - Himno para la Navidad; BZ 18, 347).
"Inmaculada Madre de Dios (...) nosotros, que hemos conseguido tu protección, oh Inmaculada, y que por tus oraciones hemos sido liberados de los peligros y custodiados en todo tiempo por la Cruz de tu Hijo, nosotros todos, como se debe, con piedad, te ensalzamos... Nuestro refugio y nuestra fuerza eres tú, oh Madre de Dios, socorro poderoso del mundo. Con tus plegarias proteges a tus siervos de toda necesidad, oh sola bendita". (Troparios ciclo semanal - Theotokiaferiales; Horologion, 787-815).
La Inmaculada Concepción explicada por San Alfonso María de Ligorio
Grande fue la ruina que el pecado de Adán trajo a los seres humanos, pues al perder la gracia o amistad con Dios se perdieron también muchísimos bienes que con la gracia iban a venir, y en cambio llegaron muchos males.
Pero quiso Dios hacer una excepción y librar de la mancha del pecado original a la Santísima Virgen a la que Él había destinado para ser madre del segundo Adán, Jesucristo, el cual venía a reparar los daños que causó el primer Adán.
Veamos cómo convenía que Dios librara de la mancha del pecado original a la Virgen María. El Padre como a su Hija preferida. El Hijo como a su Madre Santísima, y el Espíritu Santo como a la que había de ser Sagrario de la divinidad.
PUNTO I: Convenía al Padre Celestial preservar de toda mancha a María Santísima, porque Ella es su hija preferida.
Ella puede repetir lo que la Sagrada Escritura dice de la Sabiduría: "yo he salido de la boca del Altísimo" (Ecl. 24, 3). Ella fue la predestinada por los divinos decretos para ser la madre del Redentor del mundo. No convenía de ninguna manera que la Hija preferida del Padre Celestial fuera ni siquiera por muy poco tiempo esclava de Satanás. San Dionisio de Alejandría dice que nosotros mientras tuvimos la mancha del pecado original éramos hijos de la muerte, pero que la Virgen María desde su primer instante fue hija de la vida.
San Juan Damasceno afirma que la Virgen colaboró siendo mediadora de paz entre Dios y nosotros y que en esto se asemeja al Arca de Noé: en que los que en ella se refugian se salvan de la catástrofe; aunque con una diferencia: que el Arca de Noé solo libró de perecer a ocho personas, mientras que la Madre de Dios libra a todos los que en Ella busquen refugio, aunque sean miles de millones.
San Atanasio llama a María: "nueva Eva, y Madre de la vida", en contraposición a la antigua Eva que nos trajo la muerte. San Teófilo le dice: "Salve, tú que has alejado la tristeza que Eva nos había dejado". San Basilio la llama "pacificadora entre Dios y los seres humanos" y San Efrén la felicita como: "pacificadora del mundo".
Pero el pacificador no debe ser enemigo del ofendido ni estar complicado en el delito u ofensa que se le ha hecho. San Gregorio dice que si para aplacar a un ofendido llamamos a uno que es su enemigo, en vez de aplacarlo lo irritamos más. Siendo que María iba a colaborar con Cristo a conseguir la paz entre Dios y nosotros, no convenía que ella fuera una pecadora o enemiga de Dios sino todo lo contrario: una mujer con el alma totalmente libre de toda mancha de pecado.
Convenía que María no tuviera la mancha del pecado original porque ella estaba destinada a llevar entre sus brazos al que iba a pisar la cabeza del enemigo infernal, según la promesa que Dios hizo en el Paraíso terrenal, cuando le dijo a la serpiente: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre su descendencia y la tuya, y la descendencia de Ella te pisará la cabeza" (Génesis 3). Si María iba a ser la mujer fuerte que traería al que iba a aplastar la cabeza de Lucifer, convenía que Ella no estuviera ni siquiera por poco tiempo manchada con el pecado con el cual Lucifer manchó el alma de nuestros primeros padres. La que nos iba a ayudar a librarnos de toda mancha de pecado convenía que no tuviera ninguna mancha de pecado.
San Buenaventura dice: "Convenía que María que venía a librarnos de la vergüenza de estar manchados con el pecado, lograra verse libre de las derrotas que el demonio proporciona".
Pero la razón principal por la cual convenía que el Padre Celestial librara a María de todo pecado es porque la tenía destinada a ser Madre de su Santísimo Hijo. San Bernardino decía que si no hubiera otros motivos bastaría este: que por el honor de su Hijo que es Dios, al Padre Celestial le convenía librar a María de toda mancha de pecado.
Santo Tomás enseña que lo que se consagra totalmente a Dios debe ser santo y libre de toda mancha. ¿Y qué creatura humana ha sido consagrada más perfectamente a Dios que la Virgen María? El rey David decía que un templo no se destina para los seres humanos solamente, sino sobretodo para Dios (1 Crónicas 29) y así también el Creador que formó a la Santísima Virgen con un fin principal: ser Madre de su Santísimo, seguramente adornó su alma con los más bellos adornos, y entre todos, el mejor: el estar libre de toda mancha de pecado, para que fuera digna morada donde iba a vivir nueve meses el Salvador del mundo.
San Dionisio afirma: "Dios preparó a su Hijo la más santa y bella morada en ese mundo: el alma de su Madre Santísima, libre de toda mancha".
Y algo parecido dice la liturgia de la Iglesia cuando reza esta oración: "Oh Dios Omnipotente que por medio de el Espíritu Santo has preparado el cuerpo y el alma de María como digna morada de tu Hijo, concédenos a los que la invocamos, vernos libres de todo mal. Amén".
Gloria de los hijos es proceder de padres de intachable conducta. El libro de los Proverbios dice: "La gloria de los hijos son sus padres" (Prov. 17, 6). La gente llega a aceptar que los demás digan que sus padres eran pobres o ignorantes, pero lo que no desean de ninguna manera es que puedan afirmar que sus padres no eran gente buena. ¿Y cómo nos pudiéramos nosotros imaginar que Dios pudiendo hacer que su Hijo naciera de una mujer libre de toda mancha de pecado, hubiera permitido que Ella hubiera estado manchada por el pecado, y que Lucifer pudiera afirmar que aunque fuera por poco tiempo, había logrado esclavizar con el pecado a la Madre de Dios? No, esto nunca lo iba a permitir el buen Dios.
Por eso la Iglesia griega en uno de sus himnos dice: "Por especial Providencia hizo Dios que la Santísima Virgen desde el principio de su vida fuera tan totalmente pura cuanto convenía a su dignidad de Madre de Dios".
Los santos dicen que a ninguna otra creatura le concede Dios alguna virtud o cualidad espiritual que no le haya dado antes a la Madre de su Hijo. San Bernardo afirma: "Las cualidades o virtudes que a otros santos da Dios, no se las negó a la Madre del Redentor". Santo Tomás de Villanueva dice: "Esas cualidades y virtudes y privilegios que Dios les ha concedido a otros santos, ya antes los había regalado a la Santísima Virgen, y aún mucho mayores". Y San Juan Damasceno se atreve a exclamar: "Entre las virtudes de la Santísima Virgen y las de los santos hay tanta diferencia como del cielo a la tierra", y Santo Tomás explica que Ella es la Madre y los demás santos son simplemente "siervos", y que se le acostumbra conceder más privilegios a la Madre que a los siervos.
San Anselmo se pregunta: ¿Pudo Dios preservar a ciertos ángeles de toda mancha de pecado, y no podía preservar a su propia Madre? ¿Pudo Dios crear a Eva sin mancha de pecado y no iba a poder crear el alma de María sin esa mancha? Y si pudo hacerlo y le convenía hacerlo, ¿por qué no iba a hacerlo?
Y continúa el gran doctor San Anselmo: "Era verdaderamente justo que a la Virgen a la cual tenía Dios reservada para ser Madre de su Hijo, la adornara con tan gran pureza que no sólo aventajara a los seres humanos y a los ángeles sino que también se pudiera decir de Ella que en pureza sólo le gana Dios".
San Juan Damasceno exclama: "Dios vigilaba cerca de la Santísima Virgen, para que fuera totalmente pura, porque Ella iba a albergar por nueve meses al Salvador del mundo y lo iba a acompañar en todos sus 33 años sobre la tierra. La que iba a estar junto al más puro de todos los habitantes de la tierra, debía ser también totalmente Inmaculada y libre de toda mancha de pecado".
De María se pueden repetir las palabras del Cantar de los Cantares: "Eres como un lirio entre espinas" (C. 2, 2). Todos fuimos manchados y somos como espinas, y Ella como un lirio blanquísimo, permaneció Inmaculada, sin mancha de pecado.
PUNTO II: Convenía al Hijo de Dios preservar a su Santísima Madre de toda mancha de pecado.
No se concede a los hijos poder escoger a su propia madre ni elegir qué tan santa debe ser. Pero si ello se nos permitiera, nosotros no iríamos a escoger por madre a quien no fuera bien santa y bien amiga de Dios. ¿Y Jesús que fue el Único Hijo que pudo escoger a su propia Madre y crearla según su parecer, no iba a hacer que la que le diera su naturaleza humana y lo acompañara cariñosamente durante toda su vida mortal fuera una mujer extraordinariamente pura y totalmente libre de toda mancha de pecado?
Cuando el Creador determinó que su Hijo naciera de una mujer, escogió a la que más convenía a su Altísima dignidad, dice San Bernardo. Y siendo conveniente que la Madre de un Redentor Purísimo fuera Ella también totalmente pura, así la hizo Nuestro Señor.
La Carta a los Hebreos dice: "Tal convenía que fuera nuestro Pontífice: santo, inocente, sin mancha de pecado, apartado de los pecadores" (Hebr. 7, 26). ¿Y la Madre de este Pontífice Supremo no convenía que fuera también Santa, inocente, sin mancha? ¿Y cómo se hubiera podido afirmar que Jesucristo estaba "apartado delos pecadores" si hubiera tenido una Madre pecadora?
San Ambrosio enseña: "Jesucristo eligió a María por Madre, no en la tierra, sino ya desde el cielo, y para siempre. (3)

 MARIA TODA SANTA Y SIEMPRE SANTA DESDE SU CONCEPCIÓN

Bien, por un lado sabemos que el hombre nace bajo el Pecado Original; manchado, herido, alejado de Dios. Todos la raza humana; todas las criaturas humanas. Cristo obviamente no entra en esto porque no es criatura y la santidad infinita del Hijo de Dios impregna su naturaleza humana desde su concepción en el vientre de María.
Hay una excepción a esta mancha de concepción y nacimiento de la naturaleza humana: La Santísima Virgen María. (Las tradiciones de que tanto San Juan Bautista como San José fueron limpiados del Pecado Original en el vientre de sus Madres, después de concebidos con la mancha original, no se pueden enseñar como Dogma, aunque tienen sustento)
Ella, por los méritos de Cristo fue redimida del Pecado, pero no como todos nosotros los demás, que somos limpiados por la Redención de Cristo. Ella fue PRESERVADA DE LA MANCHA ORIGINAL desde el momento de su concepción en el vientre de su madre Ana.
El Pecado Original nunca llegó a tocarla: NACIÓ INMACULADA Y SANTA.
Esta santidad de María desde su concepción no abolió su libre albedrío, sino que lo sublimó para elegir siempre lo Bueno, la voluntad de Dios, la Ley de Dios. Ella, con la meditación de los signos de Dios en su corazón, la escucha de su Palabra, con su entrega sin condiciones a la voluntad de Dios, su exquisita fidelidad a las mociones del Espíritu Santo, fue desarrollando y engrandeciendo esa santidad de su concepción. La perfección de su santidad la alcanzó al abrazarse generosa, desinteresadamente, con amor puro, al Sacrificio de su Hijo, por los hombres. La caridad ser verificó en su calidad más perfecta.
LAS HERÉTICAS Y BLASFEMAS DECLARACIONES DE FRANCISCO SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN:
Una chica normal que buscaba casarse…
Nunca un Hombre de Dios puede ser así.
El pasado día 21 de diciembre, Francisco se dirigía en el Vaticano a los empleados de la Santa Sede, muchos de ellos con sus familiares, en una recepción con motivo de la Navidad.
En el discurso que se les dio por Francisco, entre otras cosas, les dijo lo siguiente: (Original italiano):
“Allora, chi è felice nel presepe? La Madonna e San Giuseppe sono pieni di gioia: guardano il Bambino Gesù e sono felici perché, dopo mille preoccupazioni, hanno accolto questo Regalo di Dio, con tanta fede e tanto amore. Sono “straripanti” di santità e quindi di gioia. E voi mi direte: per forza! Sono la Madonna e San Giuseppe! Sì, ma non pensiamo che per loro sia stato facile: santi non si nasce, si diventa, e questo vale anche per loro.
Traducción al español:
“Entonces, ¿quién está feliz en la cuna? La Virgen y San José están llenos de alegría: miran al Niño Jesús y están felices porque, después de mil preocupaciones, recibieron este regalo de Dios con tanta fe y tanto amor de santidad y, por lo tanto, de alegría, y me dirán: “¡Son Nuestra Señora y San José!” Sí, pero no creamos que es fácil para ellos: los santos no nacen, se “convierten en”, y esto también se aplica a ellos”
En este discurso se encuentra, solapada, o no tanto….la contradicción de Francisco al Dogma de la Inmaculada Concepción.

EL VENENO
Ahora bien, Francisco dice : los santos no nacen, se “convierten en”, y esto también se aplica a ellos” (a María y José)-
Está diciendo primero una verdad, que los santos no nacen santos, se hacen santos. Esto vale para todos los hombres, MENOS PARA LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.
Y luego dice: y esto también se aplica a ellos” (a María y José)
Es decir, según Francisco, MARÍA NO NACIÓ SANTA, SE HIZO SANTA.
Sencillamente está negando EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
La cosa está totalmente clara.

UNA CONSTANTE: Afirmaciones en pugna con la Revelación y la Doctrina.

Recordemos, más allá de la Reivindicación de Lutero como Testigo del Evangelio, (después de haber sido condenado INFALIBLEMENTE, BAJO ANATEMA, EX CÁTHEDRA, con su Doctrina, por el Concilio Ecuménico Dogmático de Trento) con estatua y todo en el Vaticano.
Mas allá de las extrañas afirmaciones de que todos vamos a estar en el Cielo, el Infierno está vacío…..de que la Biblia no habla del Lago de Fuego…..Que no hay sufrimiento eterno para los que se pierden…de que los Mandamientos son para cobardes y rígidos… Y muchas mas que no viene al caso recordar ahora…
Ya dijo también que la Santísima Virgen ERA UNA CHICA NORMAL QUE BUSCABA CASARSE…..
LA TODA SANTA, LLENA DE GRACIA, REDIMIDA POR PRESERVACIÓN DEL PECADO ORIGINAL, QUE DIÓ A LUZ AL HIJO DE DIOS CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO, CONSERVANDO SU VIRGINIDAD EN EL PARTO….ASUNTA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA…
Para él es una….chica normal que buscaba casarse….
Ahora niega la Inmaculada Concepción diciendo que María NO NACIÓ SANTA, SE HIZO SANTA.
OBEDIENCIA VERDADERA
Sabemos perfectamente que la obediencia cristiana es condicional a que la autoridad que manda no mande contra la Ley de Dios. No estamos obligados, gracias a Dios, a obedecer contra la fe, ni a admitir herejías ni blasfemias de nadie, ni siquiera del Papa.
ORACIÓN DE SAN PÍO X
Oh, Virgen Santísima, que habéis sido agradable al Señor y os convertisteis en su Madre; Virgen Inmaculada en vuestro cuerpo, en vuestra alma, en vuestra fe y en vuestro amor, mirad con ojos benévolos a los infelices que imploran vuestra poderosa protección.
 
La serpiente infernal, contra quien fue lanzada la maldición primera, continúa combatiendo y tentando a los pobres hijos de Eva.
Vos, Madre nuestra bendita, nuestra Reina y Abogada, vos que habéis aplastado la cabeza del enemigo desde el primer instante de vuestra concepción, acoged las plegarias que, unidos a vos en un solo corazón, os rogamos presentéis ante el trono de Dios, para que jamás nos dejemos arrastrar a las emboscadas que nos son preparadas, sino que alcancemos el puerto de salvación y que, en medio de tantos peligros, la Iglesia y la sociedad cristiana canten una vez más el himno de la liberación, de la victoria y de la paz.
Amén.

ORACIÓN

En fin, nos queda rogar al Señor que nos de la Gracia de encontrar la Verdad y seguirla en este Maelstrom de Confusión y Mentira que vive la estructura de la iglesia hoy.
Pedirle intercesión a la Santísima Virgen María, Toda Santa, Siempre Santa, desde su Concepción, para que no nos deje enredar en los lazos de la mentira demagógica, el acomodamiento con el mundo, esa humanización y aterrización de la Revelación Divina, que es un vaciamiento e inutilización absoluta de la Palabra de Dios, que nos llega hoy desde la cúpula del Vaticano neoparadigmático.
Que no nos deje caer en las redes del Padre de la Mentira.
No nos interesa ser funcionales al Nuevo Orden Mundial Anticristiano. No nos interesa quedarnos afuera, de él; mas bien rogamos a Dios que nos mantenga fuera de él, y dentro de su verdadera Iglesia, de su Reino.
Que la Santísima Virgen, la Toda Santa y Siempre Virgen y Santa, nos de la Gracia de Permanecer en la Verdad, y no toquetear, mancillar, tergiversar la Eterna Palabra de Dios dada a la Iglesia; sino ser fieles a ella hasta la muerte.
A la vez que le pedimos insistentemente por la conversión de Francisco, o un Papa fiel y católico. Un Pastor de Cristo, viril, fiel y santo.

NOTAS:

ADORACIÓN Y LIBERACIÓN

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