miércoles, 6 de diciembre de 2023

SAN NICOLÁS DE BARI

 







En estos tiempos en que la ficción es más fuerte que la verdad, es importante conocer la verdadera historia del gran San Nicolás, llamado el Magno, a quien Dios honró con el don de innumerables milagros. San Nicolás nació en Patare, Licia, alrededor del año 260 y murió en Mira en 345. Obispo de Mira, Anatolia, es conocido por su gran caridad y su fe.

La Fiesta de San Nicolás se ha conservado como un día santo y para ofrecer regalos debido a los relatos de la generosidad tan poco común del santo. Con el paso de los siglos, San Nicolás se ha convertido en un símbolo popular de la temporada navideña, inspirando personajes, en su mayoría ficticios, como Sinterklass, Zinniklos y Santa Claus.
Sin embargo, aquellos que sepan un poco más sobre historia eclesiástica, recordarán a San Nicolás como el santo obispo de Mira, en Licia, (actualmente provincia de Anatolia, en Turquía), quien, durante el Primer Concilio Ecuménico de Nicea, se enfadó tanto con el hereje Arrio (fundador del arrianismo), que lo golpeó en la cara.
Nicolás nació en la famosa ciudad de Patar, en Licia. Desde su niñez ayunó todos los miércoles y viernes, y mantuvo esta costumbre durante toda su vida. Habiendo quedado huérfano a temprana edad, repartió sus posesiones entre los pobres. Mientras se encontraba en una peregrinación a Palestina, fue, por orden divina, a Mira, la sede metropolitana de Licia, donde el obispo había muerto. Ahí, en contra de todas las expectativas, fue elegido para ocupar la sede por un magnífico consenso conformado por todos los obispos de la provincia reunidos. Durante su episcopado, se destacó por ser un ejemplo de todas las virtudes. Pero cuando desafió el edicto de Diocleciano y Maximiano al continuar predicando la verdad de la fe cristiana, fue lanzado a prisión, donde permaneció hasta que Constantino fue emperador. Participó en el Concilio de Nicea, donde fue condenada la herejía arriana. Luego de haber regresado a su país, murió santamente en Mira. Posteriormente, su cuerpo fue transferido a Bari, en Apulia, en donde se le venera como reliquia.
Para concluir, he aquí un ejemplo de los solemnes himnos cantados en las Vísperas Bizantinas en honor a San Nicolás. No sólo recuerdan las virtudes heroicas del santo, sino que también piden su intercesión ante el Trono de Dios.

Tu memoria, oh santo jerarca, ha resplandecido como el sol, iluminando poéticamente los corazones de los fieles; y celebrándola hoy con esplendor, te llamamos suplicantes: alégrate, reflejo de castidad que, armado con el escudo de la abstinencia, ¡conservaste intacto el estado de tu alma! ¡Regocíjate, oh pastor y maestro del pueblo cristiano! ¡Alégrate, ornamento de la Iglesia, belleza de los jerarcas, adorno de los monarcas! Bendito y santísimo padre Nicolás, no dejes de rogar a Cristo Dios que conceda la paz a todo el mundo y salve nuestras almas.
¿Con qué himnos hemos de alabar al santo jerarca, oponente de la herejía y defensor de la piedad? El líder, gran aliado y maestro, que avergonzó a todos los infames, el destructor de Arrio y sus secuaces. Por su causa Cristo, quien es misericordioso, abatió la arrogancia del enemigo.
Oh San Nicolás, ten piedad de nosotros que nos postramos ante ti, rogándote que ilumines los ojos de nuestras almas. Oh sapientísimo, haz que podamos contemplar con un espíritu puro al misericordioso Dador de Luz".

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