domingo, 10 de diciembre de 2023

II DOMINGO DE ADVIENTO

 SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

Primera Clase. Morado

Comentario después de las oraciones y textos de la Misa.

 

M I S A

INTROITO

Pueblo de Sión; he aquí que el Señor vendrá a salvar las gentes, y el Señor hará oír la gloria de su voz en la alegría de vuestro corazón. Salmo: Tú, que riges a Israel, atiende: tú que conduces a José como una oveja. — V. Gloria al Padre.


En la Colecta, el Sacerdote insiste en la pureza que debe reinar en nuestro corazón a la venida del Salvador.

ORACION

Oremos. Excita, Señor nuestros corazones a preparar los caminos de tu Unigénito: para que podamos servirte con nuestras almas purificadas con la venida de Aquel que contigo vive y reina…

EPISTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Romanos: (XV, 4-13.)

Hermanos: Todo lo que se ha escrito, ha sido escrito para nuestra enseñanza: para que, por la paciencia y el consuelo de las escrituras, tengamos esperanza. Mas el Dios de la paciencia y de la consolación os conceda la gracia de sentir todos lo mismo, según Jesucristo, para que, unánimes, glorifiquéis con una sola boca al Dios y al Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, sobrellevaos los unos a los otros, como también Cristo os sobrellevó, para gloria de Dios. Digo, pues, que Cristo Jesús fué hecho ministro de la Circuncisión por la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los Patriarcas, y para que los gentiles glorifiquen también a Dios por su misericordia, como está escrito: Por ello. Señor, te confesaré entre los gentiles y cantaré a tu nombre. Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo. Y otra vez: Gentes todas, alabad al Señor; magnificadle, pueblos todos. Y de nuevo dice Isaías: Estará la raíz de Jesé y el que surgirá para regir las gentes: las gentes esperarán en El. El Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz creyendo, para que abundéis en la esperanza por la virtud del Espíritu Santo.

GRADUAL

De Sion, perfección de hermosura, vendrá manifiestamente Dios.—V. Reunid en torno de El a sus santos, los que hicieron con El pacto con sacrificios.

Aleluya, aleluya. — V. Me alegré con los que me decían: Iremos a la casa del Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Continuación del Evangelio según S. Mateo. (XI, 2-10.)

En aquel tiempo, habiendo oído Juan en la prisión las obras de Cristo, le envió dos de sus discípulos para decirle: ¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro? Y, respondiendo Jesús, les dijo: Id y contad a Juan lo que habéis oído y visto: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Y bienaventurado el que no se escandalizare de mí. E, idos ellos, comenzó Jesús a decir a las gentes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre muellemente vestido? He aquí, que los que visten muellemente, habitan en las casas de los reyes. Mas. ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? También os digo, y más que un profeta. Porque éste es de quien se ha escrito: He aquí que yo envío mi heraldo delante de tu faz, el cual preparará tu vía delante de ti.

 

CREDO


OFERTORIO

Vuelve a darnos vida, oh Dios, y tu pueblo se alegrará de ti: muéstranos tu misericordia, oh Señor, y danos tu salud.

SECRETA

Suplicámosste, Señor, aceptes propicio los ruegos y las hostias de nuestra humildad: y, puesto que no podemos alegar ningún mérito propio, socórrenos con tu auxilio divino. Por Nuestro Señor.

Durante la Comunión, la Iglesia proclama todavía la dicha de Jerusalén. Su Dios viene a ella, y quiere tratarla como Esposa: prepárese, pues, al honor de esta visita, elevándose sobre todo lo que es inferior a este divino Esposo, que se digna bajar a ella.

COMUNION

Jerusalén, levántate, sube a lo alto, y contempla la alegría que te vendrá de tu Dios.

En la oración siguiente, la Iglesia explica en qué consiste esta elevación que debe procurar Jerusalén; en amar las cosas celestiales, de dónde procede el Salvador y despreciar las terrenas, cuyo amor aparta de Dios.

POSCOMUNION

Saciados con este espiritual alimento, suplicámoste humildemente, Señor, nos enseñes, por la participación de este Sacramento, a despreciar las cosas terrenas y a amar las celestiales. Por Nuestro Señor Jesucristo.


COMENTARIO

 

En este Segundo Domingo de Adviento las oraciones exhortan a la alegría por la esperanza del Mesías que viene.

Hay una concentración en la Primera Venida del Señor. Hay también una invitación a la recepción espiritual, en los corazones, del Mesías, mediante la preparación y el anhelo santo de recibirlo.

Este Domingo está impregnado por las profecías de Isaías y su exhortación a prepararse a la gozosa alegría de recibir al Esperado, al Mesías. Lo vemos en el Introito, luego en la Epístola y citado por Nuestro Señor en el Evangelio, apuntando a Juan el Bautista y por la prédica y el Bautismo de Juan, a Él mismo.

 

En el Evangelio de hoy tenemos el célebre pasaje del envío de sus discípulos, por parte de Juan el Bautista, que estaba en la cárcel puesto por Herodes, a preguntarle a Jesús si era él el Esperado, o había que esperar a otro.

 

LA INCOMPRENSIÓN DE LOS DISCÍPULOS DE JUAN

 

Se ve claramente, y así también lo comentan los Santos Padres, cierta dificultad de los discípulos de Juan el Bautista para entender aquellos extraordinarios momentos y acontecimientos. Si esta dificultad la experimentaban los mismos Apóstoles cercanos al Señor, es totalmente comprensible esta situación en los discípulos del Bautista. Algunos  Santos Padres hasta llegan a decir que había cierta envidia de los discípulos de Juan hacia los Apóstoles y discípulos de Jesús: recordemos aquel episodio en que los fariseos le reprochan a Jesús que los discípulos de Juan y ellos mismos, fariseos, ayunan; mientras que los discípulos de Jesús no ayunan. Se nota aquí cierta inquina o malestar de los discípulos de Juan. Juan estaba en la cárcel, la Justicia Radical no llegaba, los romanos seguían con las cadenas sobre Israel y chupándoles la sangre con los impuestos……que clase de Libertador era este Jesús de Nazaret? No concordaba bien con las profecías; por lo menos de la manera que eran comúnmente interpretadas por la casta religiosa de Israel:

 

EL MESÍAS DE LAS TENTACIONES DEL DESIERTO

 

La casta religiosa de Israel  esperaba el Mesías de las Tentaciones del Desierto:

 

  • Si tu eres el Hijo de Dios, has que estas piedras se conviertan en panes…: que reparta alimento gratuito para todos terminando el hambre;

 

  • El Mesías productor de portentos y prodigios maravillosos a pedido, como pedían los fariseos: Danos un Signo: Si tu eres el Hijo de Dios, súbete al Pináculo del Templo y tírate abajo, porque está escrito, Sus ángeles lo llevarán en palmas y su pie no se lastimará contra la piedra…;

 

  • y por último, el Mesías Dominador mundano, inmanente, del reino milenario político y militar; el Pueblo Elegido dominando el mundo: Ves todos estos reinos del mundo, son míos y los doy a quien quiero. Serán tuyos si postrándote me adoras…..

 

Jesús no pegaba con eso, hablaba de negación de sí mismo, de poner la otra mejilla, de bienaventuranzas de la pobreza de espíritu; se lo veía a gusto rodeado de publicanos y pecadores….

 

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EL EXTRAORDINARIO JUAN EL BAUTISTA

 

Como sabemos, Juan el Bautista, varón austero, indómito, autoritario, independiente, fuera de lo común, predicaba y exhortaba con voz tronante en la orilla del Jordán, a la conversión y al arrepentimiento, al Bautismo para recibir con una disposición adecuada al Mesías que venía detrás de él,

Repartía consejos, exhortaciones y amenazas, y no tenía ningún respeto humano ni miramientos mundanos con nadie; no lamía las botas de nadie: a la poderosa casta religiosa de Israel, los trató de Raza de víboras! Sin el mas mínimo temor. No era hombre de hacer cálculos de audiencia ni de diplomacia serpentina, ni de Diálogo irenista…emanaba de él una autoridad maravillosa, una seguridad sobrenatural….Tal es así que algunos creyeron que él mismo, Juan, era el Mesías. De manera que Juan el Bautista tuvo que aclarar que él no era el Esperado; El Esperado venía detrás de él, le precedía porque estaba antes que él, y el no era digno de desatarle la correa de las sandalias; el solo era, la Voz que clama en el Desierto! Preparen el camino del Señor, allanen sus sendas!

 

El CHOQUE CON EL MUNDO: JUAN A LA CÁRCEL

 

Con esa frescura y autoridad, había reprendido al Rey Herodes por su concubinato con Herodías, la mujer de su hermano: No te es lícito tenerla; es pecado! Le espetó en la cara al perplejo Rey, ante la mirada llena de odio de su concubina.

Conocemos el fin de la historia; aunque no está relacionada con el adviento la recordamos para trazar la semblanza completa de Juan el Bautista.

Herodes respetaba a Juan y veía en el algo extraordinario, de Dios, pero terminó encarcelándolo, seguramente por la presión de Herodías. El Evangelio de Marcos relata detalladamente como Herodes, aunque apreciaba y admiraba a Juan, terminó decapitándolo en su fiesta de cumpleaños, después de aquella fatídica danza frente al Rey de la joven Salomé, la hija de Herodías, a la que un Herodes embobado por la lascivia, prometió bajo juramento darle cualquier cosa que ella le pidiera, aunque fuera La mitad de su Reino...lo que la joven pidió instigada por su madre, no fueron cosas del reino de Herodes, sino la cabeza de Juan el Bautista.

 

JUAN NO TUVO NINGUNA DUDA; SABÍA QUE JESÚS ERA EL MESÍAS

 

Pues bien, volvemos entonces a Juan el Bautista encarcelado por Herodes. Visitado por sus discípulos, estos con las dudas, las pequeñas inquinas y la cierta perplejidad por el comportamiento de Jesús de Nazareth, le plantearon a Juan sus dudas y porqué no, su frustración. Esto no está explícito en el Evangelio, pero así lo infieren muchos.

Juan entonces los manda a Jesús, a preguntarle si era él el Mesías o debían esperar a otro. Jesús no les dá una contestación directa, sino que los remite a las profecías: Id y contad a Juan lo que habéis oído y visto: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Como si les dijera: Han leído la Escritura? Por ventura, no ven que se aplica perfectamente a Mí?

 

La Escritura! Ahí esta la respuesta! En la Escritura! Claro que la Escritura debe ser interpretada rectamente, correctamente….La casta religiosa de Israel por siglos había interpretado torcido, por eso ahora no reconocía en Cristo al Mesías……

 

LA ESCRITURA DEBE SER INTERPRETADA RECTA Y CORRECTAMENTE. DE LO CONTRARIO, LE HACEMOS DECIR CUALQUIER COSA.

 

Hoy nosotros católicos, si queremos interpretarla como Dios quiere, debemos interpretarla como una unidad, recurriendo a la Tradición viva y a la interpretación del Magisterio de la Iglesia. E invocando el mismo Espíritu con que fue escrita, sabiendo que es antes que nada PALABRA DE DIOS.

Si esto no se cumple, la Escritura puede decir cosas que Dios no dice….. Tenemos los ejemplos históricos del cisma de Oriente…de la Reforma y sus múltiples fragmentaciones;….Tenemos el ejemplo del Modernismo antes del II Concilio Vaticano, y el neomodernismo personalista y el neomarxismo de la Teología de la Liberación y derivados, del post concilio, que oscureció gravemente la Revelación, la Fe católica y la cristiandad.  Todo desprecio de la Tradición es la ruina y la Apostasía.

 

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Volvamos al Evangelio. ¿Juan el Bautista no saltó de gozo en el seno de su madre, Isabel, cuando la Virgen María, encinta de Cristo, se acercó a ella en la casa de Zacarías y la saludó? ¿No presenció la teofanía en el Jordán, cuando bautizó a Jesús, viendo al Espíritu Santo descender sobre Él en forma de paloma y escuchando la voz del Padre que lo declaró su Hijo? No lo señaló ante sus discípulos (entre los que estaban Juan y Andrés) como El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y sus discípulos se fueron tras Él?

 

¿Entonces cómo es posible que tuviera dudas sobre si Jesús era el Cristo? Como interpretan, sobre todo los progremodernistas, errando mal, mal, mal…..como siempre.

 

Juan no tenía ninguna duda: estaba totalmente seguro de quién era Jesús; de que Jesús era el Cristo. Mandó a sus discípulos dubitantes y perplejos, confusos, a que escuchen personalmente la Voz del Mesías; que escuchen su Palabra maravillosa, su Autoridad sin igual, para que salgan de sus dudas, de su perplejidad y su confusión. Así lo ve la máxima autoridad de San Jerónimo, San Gregorio Magno, San Juan Crisóstomo y San Hilario.

 

JUAN NO TENÍA NINGUNA DUDA, ENTONCES, SINO QUE MANDÓ A SUS DISCÍPULOS DUBITANTES Y PERPLEJOS A QUE SALGAN DE SU CONFUSIÓN Y DUDAS ESCUCHANDO AL MESÍAS EN PERSONA; QUE ÉL MISMO CON SU MARAVILLOSA PALABRA Y AUTORIDAD LES EVACUARA LAS DUDAS.

 

Esto queda claro por el Elogio extraordinario de Jesús hacia Juan el Bautista. El Elogio explícito mas grande de Cristo en los Evangelios hacia alguien. (Sabemos que María es la criatura mas elevada, aún mayor que los ángeles, pero Cristo en el Evangelio no lo explicita, teniendo razones que en este comentario de Adviento no viene al caso explicar).

 

¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre muellemente vestido? He aquí, que los que visten muellemente, habitan en las casas de los reyes. Mas. ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? También os digo, y más que un profeta. Porque éste es de quien se ha escrito: He aquí que yo envío mi heraldo delante de tu faz, el cual preparará tu vía delante de ti.

 

EL GOZO DEL SEÑOR: LA FE DEL HOMBRE

 

Sabemos perfectamente que a Cristo lo entusiasma la Fe; le arranca vivos, generosos elogios a las personas que la tienen fuerte: el Centurión del criado enfermo; la mujer Sirofenicia con la hija endemoniada; la hermorroisa…..Creed! Creed en Mí! El que crea se salvará y el que no crea será condenado!  Al que crea en Mí yo lo resucitaré en el último día!

 

Y por otro lado, CRISTO DETESTA LA DUDA, LA FE POBRE Y DUBITANTE; esto lo vemos claramente en varios pasajes…El que no crea será condenado…Hombre de poca fe, porqué dudaste?!….Oh, hombres de corazón vacilante, como les cuesta creer en la Escritura, reta los caminantes de Emaús. Oh raza incrédula y perversa! ¡¿Hasta cuando tendré que soportarlos?! ¡¿Hasta cuando tendré que estar entre ustedes?! Se enoja feo con los discípulos que no pudieron echar un demonio POR FALTA DE FE. Vemos también a Santiago apostrofar duramente la falta de Fe.

 

Jesús pregunta, aludiendo a Juan, que salieron a ver, una caña sacudida por el viento? Mostrando con esta pregunta que Juan es justamente lo contrario; no es algo bamboleante, dubitante, sino ALGO FIRME, ENTERO, INTEGRO, BIEN AFIRMADO.

Por si fuera poco, el Hijo de Dios continúa su elogio entusiasmado del rústico Juan: ES MAS QUE UN PROFETA, Y NO SE HA LEVANTADO ENTRE LOS HIJOS DE MUJER OTRO MAYOR QUE JUAN EL BAUTISTA..

EL ES AQUEL QUE PROFETIZA ISAÍAS: He aquí que yo envío mi heraldo delante de tu faz, el cual preparará tu vía delante de ti.

 

Entonces, es absolutamente insostenible, creemos, que Juan haya dudado, por la forma en Jesús habla de él, dándole el mayor elogio dado a un hombre, y teniendo en cuenta el entusiasmo que la Fe suscita en el Señor y el enojo que su falta le produce.

 

JUAN NO DUDO, SINO QUE MANDÓ A SUS DISCIPULOS A SACARSE SUS DUDAS DIRECTAMENTE POR LA PALABRA DEL MESÍAS, LA PALABRA DE DIOS.

 

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La Palabra y siempre la Palabra. Al Principio era la Palabra, la Palabra era Dios, la Palabra es Dios; Cristo es la Palabra. Cristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos de los siglos. La Palabra es Inmutable y Eterna: ella salva al hombre. Cielo y tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará!

 

La Fe es el asentimiento del hombre a esa Palabra: eso es creerle a Dios. Eso es lo que Dios nos pide para salvarnos como condición, además de su proyección a las obras. La Fe es necesaria para hacernos agradables a Dios, dice Hebreos. Sin Fe el hombre no agrada a Dios. Esa Fe nos hace creer en la Escritura y la Escritura nos presenta las PROMESAS DEL SEÑOR.

 

Promesas de Vida Eterna e indeficiente, gloriosa, gozosa, en su compañía, en su Reino Eterno, con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen, los Ángeles y los Santos.

 

Ese esperar las Promesas del Señor constituye la virtud de la Esperanza, que tiene por precedente a la Fe. Es necesario creer algo para poder esperarlo.

 

La Fe íntegra en la Verdad de Cristo (una fe mutilada de nada sirve; una fe a la carta de nada sirve; una fe my way de nada sirve) nos prepara para recibir al Señor en el Advenimiento de Navidad, sobre todo en la Misa, pero también con gracias adicionales en nuestros corazones, si tenemos la Fe de María; FE QUE ES ELOGIA DA EN EL EVANGELIO. FELIZ LA QUE HA CREÍDO.

 

El Elogio de Dios es para los que creen; la duda no tiene agrado ni elogio de parte de Dios, todo lo contrario, como vemos en el Evangelio y el Nuevo Testamento.

 

LA CAÍDA A PIQUE DE LAS VIRTUDES TEOLOGALES, EN GENERAL, DESPUÉS DEL II CONCILIO:

Una especie de duda cartesiana sobre la Palabra revelada y la Iglesia cobra prestigio en la teología. Ya no se admira la Fe de María y la de Juan el Bautista.

 

Volvemos, insistimos con este tema de la realidad de hoy. Lamentablemente, después del II Concilio Vaticano, y su post concilio impregnado por el ESPÍRITU DEL CONCILIO (Especie de cosmovisión que va más allá de los textos, ya ambiguos y controversiales ), la Fe teologal ha caído, lo mismo que la Esperanza. La influencia sobre todo de Karl Rhaner y su fatídico hallazgo (lluvia de comillas) del Cristiano Anónimo, de lo cual se deduce que no hace falta Fe para salvarse, puesto que la salvación es intrínseca a la naturaleza humana, ha conducido hacia la apostasía. Como no podía esperarse otra cosa. Cristiano Anónimo es todo hombre, crea o no crea. Por lo tanto, la fe no agrega nada sustancia al fin y al cabo. Trágico. Además, toda esa teología tiene un fondo inmanentista, antropocentrista; licuador de lo sobrenatural y trascendente. Por si fuera poco, ataca la Fe atribuyendo al respeto a la Doctrina algo como “triunfalismo doctrinal”…..los resultados lóbregos de esto los padecemos hoy.

Luego vino el golpe de gracia con la teología personalista y luego influencia neomarxista con la teología de la Liberación.

La Revelación se aterriza, los Sacramentos pierden sentido y valor, el Mundo se agranda y pasa a tener prácticamente el papel de Modelo y Maestro, la escatología y los novísimos desaparecen; la Parusía es proscripta…..La exigencia moral del Evangelio se vacía para funcionalizarse con la Corrección Política del Sistema, de cara al Nuevo Orden Mundial.

 

La infidelidad a la Verdad revelada, implica al fin y al cabo la falta de AMOR A DIOS; carencia que hace imposible amar también al prójimo. Por lo general el progremodernista se llena la boca repitiendo amor, amor, misericordia, pero no tiene el mas mínimo amor a la Verdad, sino que la ataca de todas las maneras posibles. Su amor no existe.


SANTOS PADRES



Y habiendo oído Juan en la cárcel las obras de Cristo, envió a dos de sus discípulos, y le dijo: "¿Eres Tú el que has de venir o esperamos a otro?" Y respondiendo Jesús, les dijo: "Id y anunciad a Juan lo que habéis oído y lo que habéis visto: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados, y bienaventurado el que no fuere escandalizado en Mí". (vv. 2-6)
Glosa
Puso antes el evangelista la manera con que los discípulos y el pueblo habían sido instruidos mediante los milagros y la doctrina de Cristo. Ahora hace ver cómo llegó esa instrucción a los discípulos de Juan, que parece tenían cierta emulación con Cristo y por eso dice: "Y habiendo oído Juan en la cárcel", etc.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6,1
Debemos preguntar por qué Juan, Profeta y más que Profeta, que había señalado al Señor cuando venía al bautismo, diciendo: "He aquí el Cordero de Dios, he aquí el que quita los pecados del mundo", envía desde la cárcel a sus discípulos a preguntar: "¿Eres Tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?" ( Jn 1,29), como si no supiera quién era al que había él mismo designado y como si no conociese a quien había él mismo proclamado en las profecías, en el bautismo y en la presentación que él mismo hizo.
San Ambrosio, in Lucam, 7,19
Algunos entienden este pasaje de esta manera: Juan era un gran Profeta que había conocido a Cristo y que había anunciado el perdón de los pecados; pero como piadoso Profeta no creyó que había de morir Aquel cuya venida tenía anunciada. Dudó, pues, no en la fe, sino en la piedad; también dudó Pedro: "Sedme propicio, Señor, no se verificará esto" ( Mt 16,22).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 36,2-3
Pero no era esto posible, porque no ignoraba Juan esta circunstancia que él mismo había profetizado, cuando dijo: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo": llamándole Cordero publica su muerte, porque El ha hecho desaparecer el pecado mediante su Cruz. ¿Cómo, pues, había de ser un gran Profeta el que ignora las cosas propias de los Profetas? Porque dice Isaías: "Fue llevado a la pasión como una oveja" ( Is 53,7), etc.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6,1
Puede resolverse de otra manera esta cuestión, teniendo en cuenta el tiempo en que se verificó esto. Afirma Juan desde las orillas del Jordán que El es el Redentor del mundo y luego desde la cárcel pregunta si El mismo vendrá, no porque tuvo duda de que fuera el Redentor del mundo, sino que pregunta para saber si el que había venido por sí mismo al mundo bajaría por sí mismo a los abismos del infierno.
San Jerónimo
Por eso no dice: "Eres Tú el que viniste", sino "eres Tú el que has de venir". Hazme saber a mí, que he de descender a los infiernos, si debo yo anunciarte también a los infiernos, o si está reservado a otro, que ha de venir, la realización de este misterio.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 36,3
¿Y cómo puede sostenerse esto? Porque no dijo él: "¿Eres Tú por ventura el que ha de venir a los infiernos?", sino simplemente el que has de venir. Es ridículo que él hubiera mandado preguntar lo que él debía anunciar en otro lugar, porque el tiempo de la gracia es la vida presente y después de la muerte viene el juicio y el castigo: ¿qué necesidad había de precursor en este lugar? O de otra manera. Si los infieles se pueden salvar por la fe después de la muerte, no perecería nadie, porque entonces todos se arrepentirían y adorarían y toda rodilla se doblará, en el cielo, en la tierra y en los infiernos ( Fil 2).
Glosa
Es necesario observar que Jerónimo y Gregorio no dijeron que debía Juan anunciar la venida de Cristo al infierno para convertir a la fe a algunos de sus habitantes, sino para consolar con su próxima venida a los justos que permanecían esperando a Cristo.
San Hilario, in Matthaeum, 11
Es indudable que él, como precursor, anunció que debía venir; que, como Profeta, le conoció como viviente; que, como confesor, le honró en su venida y es cierto que no se mezcla el error en él con la abundancia de su luz. Y ciertamente no se puede creer que le faltó a él en la cárcel la gracia del Espíritu Santo, puesto que el mismo Apóstol pudo dar para los que le acompañaban en la prisión, la luz de la virtud del Espíritu.
San Jerónimo
No pregunta, pues, como si no lo supiera, sino de la manera con que preguntaba Jesús: "En dónde está Lázaro" ( Jn 11), para que le indicaran el lugar del sepulcro, a fin de prepararlos a la fe y a que vieran la resurrección de un muerto; así Juan, en el momento en que había de perecer en manos de Herodes, envía a sus discípulos a Cristo, con el objeto de que, teniendo ocasión de ver los milagros y las virtudes de Cristo, creyesen en El y aprendiesen por las preguntas que le hiciesen. Que efectivamente los discípulos de Juan habían tenido cierta envidia contra Cristo, lo demuestra la pregunta siguiente, de que ya se ha hablado: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia y tus discípulos no ayunan?" ( Mt 9,14).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 36,2
Mientras Juan estuvo con los suyos les hablaba continuamente de todo lo relativo a Cristo, esto es, les recomendaba la fe en Cristo y cuando estuvo próximo a la muerte aumentaba su celo, porque no quería dejar a sus discípulos ni el más insignificante error y ni que estuvieran separados de Cristo, a quien procuró desde el principio llevar a los suyos. Y si les hubiese dicho: marchaos a El porque es mejor que yo, ciertamente no los hubiera convencido, porque hubieran creído que lo decía por un sentimiento propio de su humildad y de esta manera se hubiesen adherido más a él. ¿Qué hizo, pues? Espera oír de ellos mismos los milagros que hizo Jesús. No manda a todos, sino solamente a los dos, que él creía eran los más a propósito para convencer a los demás, para evitar toda sospecha y para juzgar con los datos positivos la diferencia inmensa entre él y Jesús.
San Hilario, in Matthaeum, 11
Miró, pues, en esto Juan, no a su propia ignorancia, sino a la de sus discípulos y los envía a ver sus obras y sus milagros, a fin de que comprendan que no era distinto de Aquel a quien él les había predicado y para que la autoridad de sus palabras fuese revelada con las obras de Cristo y para que no esperasen otro Cristo distinto de Aquel de quien dan testimonio sus propias obras.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 36,2
Pero Cristo, conociendo las intenciones de Juan no dijo: "Yo soy", porque esto hubiera sido oponer una nueva dificultad a los que le oían; hubieran pensado, aun cuando no lo hubieran dicho, lo que dijeron los judíos de El mismo: "Tú das testimonio de Ti mismo por Ti mismo" ( Jn 8,13). Por esa razón los instruye con los milagros y con una doctrina incontestable y muy clara, porque el testimonio de las realidades tiene más fuerza que el de las palabras; por eso El curó enseguida a los ciegos, a los cojos y a otros muchos, no para enseñar a Juan, que no lo ignoraba, sino a aquellos que le ponían en duda. Respondiendo Jesús, les dice: "Id y decir a Juan lo que habéis oído y lo que habéis visto: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados".
San Jerónimo
No es menor que lo que precede. Por pobres evangelizados debe entenderse, o los pobres de espíritu o los pobres de riquezas, a fin de que en la predicación no haya diferencia entre nobles y plebeyos, entre ricos y necesitados: esto demuestra el rigor de la justicia del Maestro y la verdad del preceptor, puesto que todos los que quieren salvarse son iguales delante de sus ojos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 36,2
Y lo que añade: "Bienaventurado el que no se escandalizare en Mí", hiere a los enviados que se escandalizaban en El porque, ocultando su duda y dejándolos el Señor al tribunal de su conciencia, los amenaza con remordimientos secretos.
San Hilario, in Matthaeum, 11
Y así muestra el Señor que Juan había precavido este asunto, llamando bienaventurados a aquellos que no se escandalizan. Porque Juan envió a sus discípulos parar que escucharan a Jesús y ciertamente no para que, por miedo al Señor, fueran escandalizados.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6,1
El alma de los infieles sufrió un grande escándalo en Cristo al verle morir después de haber hecho tantos milagros. Por eso dice San Pablo: "Nosotros predicamos a Cristo crucificado, que sirvió de escándalo a los judíos" ( 1Cor 1,23). ¿Qué es, pues, decir: "Bienaventurado el que no se escandalizase en Mí", sino remarcar la abyección de su muerte y su humillación? Que es como si dijera claramente: Yo hago en verdad cosas estupendas, pero no me rebajo porque sufra las más abyectas, porque, muriendo, no hago más que serviros: los hombres que veneran mis milagros deben mirar bien el no despreciarme en mi muerte.
San Hilario, in Matthaeum, 11
Puede darse, en sentido místico, al hecho de Juan una interpretación más amplia, de suerte que el profeta aunque la ley haya tomado otra forma, no la saca fuera de las condiciones ordinarias de su profecía. Porque la ley anunció a Cristo y predicó el perdón de los pecados y prometió el reino de los cielos y Juan completó toda esta obra de la ley. La Ley estaba como aprisionada por los pecados del pueblo y encerrada en una cárcel cubierta de cadenas a fin de que no pudiese conocer a Cristo. Cuando la ley cae, ella misma envía a contemplar los Evangelios, a fin de que la incredulidad se vea forzada a comprobar la verdad de las palabras en la verdad de los hechos.
San Ambrosio, in Lucam, 7
Y quizás sean dos pueblos los dos discípulos que envió, formado el primero por los judíos que creyeron y el segundo por los gentiles.


Después que se marcharon ellos comenzó Jesús a hablar a las turbas acerca de Juan. "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿A una caña agitada por el viento? ¿A un hombre vestido de ropas delicadas? Mirad, los que visten ropas delicadas están en las casas de los reyes; ¿pero qué fuisteis a ver? ¿A un Profeta? Aun os digo y más que a un Profeta, porque éste es de quien está escrito: Mira: Yo envío a un ángel mío ante tu rostro, y éste preparará tu camino delante de ti". (vv. 7-10)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 37,1
Había hecho lo suficiente con respecto a los discípulos de Juan, quienes se marcharon completamente convencidos acerca de Cristo por los milagros que habían visto. Pero convenía instruir a las turbas, que desconociendo las intenciones de Juan, podrían tener algunas dificultades sobre las preguntas de los discípulos de Juan. Podían efectivamente decir: ¿Quien tanto ha testimoniado sobre Cristo, piensa de otra manera y duda que el mismo sea otro? ¿A qué vienen tantos testimonios en favor de Cristo? ¿Ahora piensa de una manera diferente y duda si realmente es el mismo? ¿Es por espíritu de oposición por lo que él hace estas preguntas a Jesús mediante sus discípulos? ¿Es que la prisión había causado tanta debilidad en su alma? ¿Es que lo que dijo antes no tenía solidez ni razón de ser?
San Hilario, in Matthaeum, 11
A fin de que no se puedan achacar a Juan cosas distintas de las que antes había dicho, ni suponerle escandalizado de Cristo, añade el evangelista: "Después que se marcharon ellos comenzó Jesús a hablar a las turbas acerca de Juan".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 37,1
En seguida que se marcharon, para que no se creyera que adulaba al hombre, corrige al pueblo, pero no de manera que pudiera abrirle el camino de la sospecha, sino conduciéndolo por el de la solución de todas sus dudas. Al manifestar Jesús que conocía hasta los secretos, comenzaron a dudar, por eso no les dijo como a los judíos: "¿Por qué pensáis mal?" ( Mt 9,4). Porque si pensaban alguna cosa mala, era esto resultado de su ignorancia y no de su malicia, por eso no les habla con dureza, sino que les responde en favor de Juan, haciéndoles ver que éste no se separó de su primera opinión. Y les enseña esto, no sólo con su palabra, sino con el testimonio de ellos mismos y no sólo por lo que ellos dijeron, sino por lo que practicaron y. Por eso dice: "¿Qué fuisteis a ver en el desierto?" Como si dijera: ¿Por qué os reunisteis en el desierto abandonando las ciudades? Porque no se hubiera reunido con tan gran deseo en el desierto una multitud tan numerosa si no hubiera juzgado que iba a ver a un hombre grande, maravilloso y más fuerte que una roca.
Glosa
Y no es ahora cuando fue al desierto a ver a Juan, porque no estaba entonces en el desierto, sino en la cárcel. Refiere el Salvador lo que ya había pasado en otro tiempo, porque el pueblo salía en esa época con frecuencia al desierto a ver a Juan, cuando aún estaba en el desierto.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 37,1
Y ved aquí, cómo pasando en silencio toda otra mala intención, quita de Juan la nota de ligereza, de que empezaban a dudar las turbas, diciendo: "¿Una caña agitada al viento?"
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6,2
No es esto ciertamente una afirmación, sino una negación. La caña, cuando es azotada por el viento, se doblega hacia cualquier lado, imagen fiel del alma carnal que apenas es tocada por el favor o por la calumnia, se inclina a cualquier sentido. No era, pues, Juan a quien no podía doblegar de su rectitud la fluctuación de las cosas, la caña agitada por el viento. Y es como si dijera el Señor:
San Jerónimo
"¿Por ventura para esto salisteis al desierto para ver a un hombre parecido a una caña, que es llevada por todos los vientos y que por la ligereza del espíritu dudaría de lo que antes predicaba?" ¿Podrá ser que estimulado por la envidia venga contra mí y que su predicación alcance una gloria vana que le dé algunas ganancias? ¿Por qué desearía las riquezas? ¿Para abundar en delicias? ¿Se alimenta de langosta y de miel silvestre para vestir elegantemente? Los pelos de los camellos son su vestido y por eso añade: "¿Pero qué fuisteis a ver?" ¿A un hombre vestido elegantemente?
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 37,1
O de otra manera. Vosotros mismos, con ir al desierto, dais a entender que no era Juan semejante a una caña movible. No puede ninguno decir que Juan era constante, pero que después, bajo el influjo de las pasiones, se hizo inconstante. Porque así como algunos son iracundos por naturaleza y otros por una enfermedad larga, así también unos son inconstantes por naturaleza y otros por la esclavitud a las pasiones. Pero Juan no era inconstante por naturaleza y por eso dice el Señor: "¿Por ventura fuisteis a ver una caña agitada por el viento?" Ni tampoco perdió su dignidad entregándose a las pasiones. Que no fue esclavo de las pasiones lo demuestra su soledad y su prisión, porque si él hubiera querido vestir con comodidad, no hubiera habitado un desierto, sino los palacios de los reyes. Por eso sigue: "Ved aquí cómo están en los palacios de los reyes los que visten con molicie".
San Jerónimo
Todo esto demuestra, que la vida rígida y la predicación austera deben evitar las habitaciones de los reyes y huir de los palacios de los hombres voluptuosos.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6,3
Y no juzgue alguno que en la suntuosidad de los vestidos y en la riqueza de las habitaciones no hay pecado, porque si efectivamente no lo hubiera, jamás el Salvador hubiera aplaudido a Juan por sus vestidos groseros. Y jamás Pedro hubiera disuadido del deseo de tener vestidos preciosos a las mujeres, cuando dijo: "No en el vestido precioso" ( 1Pe 3,3).
San Agustín, de doctrine christiana, 3,12
Sin embargo, no está el pecado en el uso de las cosas, sino en el desarreglo del que las usa: aquel que usa de las cosas de una manera más estricta de la que permiten las costumbres del país en que vive, es intemperante o supersticioso y aquel que las usa de tal manera que excede el límite de la costumbre de los buenos entre quienes vive, o quiere demostrar algo, o es malvado.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 37,2
Por el lugar y los vestidos y sus marcadas costumbres y la reunión de los hombres, concluye presentándole como Profeta, cuando dice: "¿Pero qué fuisteis a ver?" ¿A un Profeta? Yo os digo y más que a un Profeta.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6,5
El ministerio de los Profetas es predecir lo venidero, no el demostrarlo: Juan, pues, es más que Profeta, porque había profetizado como precursor a Jesús y le anunciaba presentándole.
San Jerónimo
En eso supera a los demás Profetas y además, porque a los privilegios proféticos se añadió al Bautista el premio de bautizar a su Señor.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 37,2
Demuestra en seguida en qué es mayor a los otros Profetas, diciendo: "Este es de quien está escrito: mirad, yo os envío a un Angel mío delante de tu rostro".
San Jerónimo
Alega el testimonio de Malaquías ( Mal 3), que había sido profetizado como ángel, para expresar la grandeza de los merecimientos de Juan. Y se llama aquí a Juan ángel, no porque creamos que es ángel por la comunión de naturaleza de los ángeles, sino a causa de la dignidad de su ministerio: ángel significa mensajero y él anunció la venida del Señor.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6,5
La palabra griega ángel corresponde a la latina nuntius, mensajero. Con razón, pues, se llama ángel aquel que había venido a traer un mensaje de los cielos y que debía conservar en el nombre la dignidad que desempeñó en sus obras.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 37,2
Demuestra en qué es Juan mayor que los otros Profetas, a saber: en que está junto a Cristo y por eso dice: "Lo envío delante de tu rostro", esto es, cerca de ti. Así como los que marchan junto a la carroza del rey son los más distinguidos, de esta manera Juan estaba cerca de Cristo.
Glosa
Además, fueron enviados otros Profetas para anunciar la venida de Cristo, pero éste para preparar su camino. Por esta razón sigue: "El cual preparará tu camino delante de Ti", esto es, hará accesibles los corazones de los oyentes predicando la penitencia y bautizando.
San Hilario, in Matthaeum, 11
Y en sentido místico, el desierto es el lugar vacío del Espíritu Santo, en el cual bajo ningún concepto habita Dios. La caña figura al hombre dichoso con la gloria del siglo, que está vacío de su propia vida, que no ofrece en sí fruto alguno de verdad, agradable al exterior y nulo en el interior, movible a todo viento, es decir, al soplo de los espíritus inmundos, que no tiene firmeza alguna para sostenerse y es orgulloso hasta la médula de su alma: el vestido significa el cuerpo de que está revestida el alma, el cual se vuelve muelle con el lujo y la lascivia. Los reyes son los ángeles prevaricadores, porque ellos son poderosos en el siglo y dominan al mundo y por esta razón habitan en sus casas los que visten con molicie, es decir aquellos cuyos cuerpos han perdido su fuerza por la disolución y el lujo, son habitación de los demonios.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6,5
Juan no vistió con molicie, porque no fomentó con halagos la conducta de los pecadores, sino que les reprendió con la severidad de su palabra recta, llamándoles raza de víboras ( Mt 3,7).

 

 

 

ORACIÓN FINAL

 

Insistamos una vez mas, que la Fe de la Santísima Virgen, la de San Juan Bautista, nos avive la Fe en la Palabra revelada, Esperanza en la Venida del Señor esta Navidad, siempre preparándonos para la Parusía Final, en que se llenará con creces el anhelo de nuestra Esperanza.

Creyendo en la Revelación de Cristo y esperando sus promesas, es de la manera que vamos a tener el verdadero amor. Ese amor le pedimos a la Santísima Virgen para recibir al Señor esta Navidad, celebrándola sin ceder a concesiones políticamente correctas de las modas de hoy, como corresponde a verdaderos hijos de Dios.




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