III
DOMINGO DE PASCUA
II
clase, blanco
Gloria,
Credo y prefacio pascual.
.....
El Introito de la Misa está tomado del salmo sesenta y cinco, cántico de gozo que los judíos repetían frecuentemente, y en el que se dan gracias a Dios por la liberación de su pueblo. Del mismo modo quiere la Iglesia que cantemos nosotros nuestra libertad, la libertad que con su muerte Cristo nos mereció y que completó con su Resurrección. Para conseguir este inestimable beneficio y hacernos vivir la vida, instituyó Cristo su Iglesia, a la que organizó e instruyó en los cuarenta días que vivió entre los Apóstoles después de resucitado. En las instrucciones que en la Epístola, por medio de San Pedro, y en el Evangelio, de boca del mismo Jesucristo nos da la Iglesia, nos enseña qué clase de vida debe ser la del cristiano durante su peregrinación por este mundo. Como extranjeros y peregrinos, absteneos de los deseos de la carne; haced obras buenas; estad sumisos por Dios,,,; honrad a todos, amad la fraternidad, temed a Dios..!Que moral tan pura, tan suave y tan digna del hombre, y propia de los hijos de Dios! Para que obremos según estas enseñanzas, Jesucristo nos recuerda la brevedad de esta vida, el fin de sus trabajos y tristezas, que para los fieles discípulos de Cristo pronto se convertirá en gozo y este gozo nadie nos lo podrá arrebatar. En las Oraciones pedimos a Dios que todos cuantos nos gloriamos de ser discípulos de Cristo sepamos rechazar las cosas que son contrarias a este nombre y seguir las que a él conforman nuestra vida (Colecta). Así, con la gracia de los sacramentos pascuales, mitigados los deseos terrenos, aprenderemos a amar lo celestial (Secreta), y pronto podremos ver a nuestro Maestro y Libertador (Comunión), y cantar con El la redención de su pueblo (Aleluya y Ofertorio). El medio más eficaz que la Iglesia nos ofrece para alimentar la vida celestial y divina en medio de esta peregrinación terrena es la participación del Santísimo Sacramento, cuyos auxilios alcanza al alma y al cuerpo (Poscomunión).
El Introito de la Misa está tomado del salmo sesenta y cinco, cántico de gozo que los judíos repetían frecuentemente, y en el que se dan gracias a Dios por la liberación de su pueblo. Del mismo modo quiere la Iglesia que cantemos nosotros nuestra libertad, la libertad que con su muerte Cristo nos mereció y que completó con su Resurrección. Para conseguir este inestimable beneficio y hacernos vivir la vida, instituyó Cristo su Iglesia, a la que organizó e instruyó en los cuarenta días que vivió entre los Apóstoles después de resucitado. En las instrucciones que en la Epístola, por medio de San Pedro, y en el Evangelio, de boca del mismo Jesucristo nos da la Iglesia, nos enseña qué clase de vida debe ser la del cristiano durante su peregrinación por este mundo. Como extranjeros y peregrinos, absteneos de los deseos de la carne; haced obras buenas; estad sumisos por Dios,,,; honrad a todos, amad la fraternidad, temed a Dios..!Que moral tan pura, tan suave y tan digna del hombre, y propia de los hijos de Dios! Para que obremos según estas enseñanzas, Jesucristo nos recuerda la brevedad de esta vida, el fin de sus trabajos y tristezas, que para los fieles discípulos de Cristo pronto se convertirá en gozo y este gozo nadie nos lo podrá arrebatar. En las Oraciones pedimos a Dios que todos cuantos nos gloriamos de ser discípulos de Cristo sepamos rechazar las cosas que son contrarias a este nombre y seguir las que a él conforman nuestra vida (Colecta). Así, con la gracia de los sacramentos pascuales, mitigados los deseos terrenos, aprenderemos a amar lo celestial (Secreta), y pronto podremos ver a nuestro Maestro y Libertador (Comunión), y cantar con El la redención de su pueblo (Aleluya y Ofertorio). El medio más eficaz que la Iglesia nos ofrece para alimentar la vida celestial y divina en medio de esta peregrinación terrena es la participación del Santísimo Sacramento, cuyos auxilios alcanza al alma y al cuerpo (Poscomunión).
TEXTOS
DE LA SANTA MISA
Introito.
Sal.65,1-2.- Aclama al Señor, tierra entera, aleluya, tocad en
honor de su nombre, aleluya, cantad himnos a su gloria, aleluya, aleluya,
aleluya. Sal,65,3.- Decid a Dios:
“Qué temibles son tus obras, por tu inmenso poder tus enemigos te adulan”. V/.
Gloria al Padre.
Oración.- La
luz de tu verdad, oh Dios, guíe a los que andan extraviados, para que puedan
volver al camino de la santidad; concede a todos los cristianos rechazar lo que
es indigno de tal nombre, y cumplir todo lo que este nombre significa.
Epístola.
1 Pe 2,11-19.- Queridos hermanos: Os ruego que, como forasteros
en país extraño, os apartéis de los deseos carnales que están en guerra con el
alma. Portaos bien entre los gentiles, de modo que, si os calumnian como
malhechores, al ver con sus ojos vuestras buenas obras, den gloria a Dios en el
día de la cuenta. Someteos a toda institución humana, porque así lo quiere el
Señor: sea al rey, como soberano, sea a los gobernadores, como emisarios suyos,
que castigan a los que obran mal y premian a los que obran bien. Esto es lo que
Dios quiere: que a fuerza de obrar bien, le tapéis la boca a la ignorancia de
los necios. Vivid como hombres libres, no usando la libertad como disfraz de la
maldad, sino como siervos de Dios. Dad a cada uno el honor debido: a los hermanos
el amor, a Dios la reverencia, al soberano el honor. Los criados que acepten la
autoridad de los amos con el debido respeto, no sólo cuando son buenos y
razonables, son también cuando son difíciles. Pues esto es gracia: en Cristo
Jesús, Señor Nuestro.
Aleluya, aleluya.
Sal.110,9; Luc.24,46.- El Señor ha redimido a su
pueblo. Aleluya, Cristo tenía que padecer, y resucitar de entre los muertos, y
entrar en su gloria. Aleluya.
Evangelio. Juan,16,16-22.-
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Dentro de un poco, ya no me
veréis; dentro de otro poco, me vereéis. Porque voy al Padre. Algunos
discípulos comentaban: ¿Qué es eso que dice: “dentro de un poco, ya no me
veréis, y dentro de otro poco, me veréis”, y “Voy al Padre”? Y se preguntaban:
¿Qué significa ese “poco”? No sabemos de qué habla. Comprendió Jesús que
querían preguntarle y les dijo: Estáis discutiendo de lo que redicho: “Dentro
de un poco, ya no me veréis, y dentro de otro poco, me veréis”. Yo os aseguro:
lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre. Vosotros
estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer,
cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero en
cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al
mundo ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré
a veros, y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitara vuestra alegría.
Ofertorio.
Sal.145,2.- Alaba, alma mía, al Señor; alabaré al Señor
mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista, aleluya.
Secreta.-
Concédenos, Señor, por estos misterios, dominar el deseo de bienes terrenos y
amar siempre los bienes del cielo.
Prefacio de Pascua.-
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, que en todo tiempo, Señor,
te alabemos; pero con más gloria que nunca en este día (en este tiempo), en que
se ha inmolado Cristo, nuestra Pascual. El cual es el verdadero Cordero que
quitó los pecados del mundo y que, muriendo, destruyó nuestra muerte, y,
resucitando, reparó nuestra vida. Por eso, con los Ángeles y los Arcángeles,
con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejercito
celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo…
Comunión. Jn.16,16,.-
Dentro de muy poco, ya no me veréis, aleluya; dentro de otro poco, me veréis,
porque voy al Padre, aleluya, aleluya.
Poscomunión. - Os rogamos, Señor, que esta comunión que hemos recibido fortalezca nuestro espíritu y defienda con su protección nuestro cuerpo.
Dominica Tertia post Pascha
II Classis
II Classis
Introitus: Ps. lxv: 1-2
Jubiláte Deo, omnis
terra, allelúja: psalmum dícite nómini ejus, allelúja, allelúja, allelúja. [Ps. ibid., 3].
Dícite Deo, quam terribília sunt ópera tua, Dómine! in multitúdine virtútis tuæ
mentiéntur tibi inimíci tui. Glória Patri. Jubiláte.
Oratio:
Deus,
qui errántibus, ut in viam possint redíre justítiæ, veritátis tuæ lumen
osténdis: da cunctis qui christiána professióne censéntur, et illa respúere,
quæ huic inimíca sunt nómini; et ea quæ sunt apta, sectári. Per Dóminum.
1 Petr.
ii: 11-19
Léctio Epístolæ beáti Petri Apóstoli.Caríssimi: Obsecro vos tamquam ádvenas et peregrínos abstinére vos a carnálibus desidériis, quæ militant advérsus ánimam, conversatiónem vestram inter gentes habéntes bonam: ut in eo, quod detréctant de vobis tamquam de malefactóribus, ex bonis opéribus vos considerántes gloríficent Deum in die visitatiónis. Subjécti ígitur estóte omni humánæ creatúræ propter Deum: sive regi, quasi præcellénti; sive dúcibus, tamquam ab eo missis ad vindíctam malefactórum, laudem vero bonórum: quia sic est volúntas Dei, ut benefaciéntes obmutéscere faciátis imprudéntium hóminum ignorántiam: quasi liberi, et non quasi velámen habéntes malítiæ libertátem, sed sicut servi Dei. Omnes honoráte, fraternitátem dilígite: Deum timéte, regem honorificáte. Servi, súbditi estóte in omni timóre dóminis, non tantum bonis et modéstis, sed étiam dýscolis. Hæc est enim grátia: in Christo Jesu, Dómino nostro.
Allelúja, allelúja. [Ps. cx: 9] Redemptiónem misit Dóminus pópulo suo. Allelúja. [Luc xxiv: 46] Opportébat pati Christum, et resúrgere a mórtuis: et ita intráre in glóriam suam. Allelúja.
+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum
Joánnem.
Joann. xvi: 16-22
In illo témpore: Dixit
Jesus discípulis suis: “Módicum, et jam non vidébitis me; et iterum módicum, et
vidébitis me qui vado ad Patrem.” Dixérunt ergo ex discípulis eius ad invicem:
“Quid est hoc, quod dicit nobis: «Módicum, et non vidébitis me; et íterum
módicum, et videbitis me»et: «Vado ad Patrem»?”. Dicébant ergo: “Quid est hoc,
quod dicit: «Módicum»? Nescímus quid lóquitur.” Cognóvit autem Jesus quia
volébant eum interrogáre et dixit eis: “De hoc quǽritis inter vos, quia dixi:
«Módicum, et non vidébitis me; et íterum módicum, et videbitis me»? Amen, amen dico vobis quia plorábitis et flébitis vos,
mundus autem gaudébit: vos contristabímini, sed tristítia vestra vertétur in
gáudium. Múlier, cum parit, tristítiam habet, quia venit hora ejus; cum autem
pepérerit púerum, jam non méminit pressúræ propter gáudium, quia natus est homo
in mundum. Et vos ígitur nunc quidem tristítiam habétis; iterum autem vidébo
vos, et gaudébit cor vestrum: et gáudium vestrum nemo tollit a vobis.Joann. xvi: 16-22
Credo.
Offertorium:
Ps. cxlv: 2.
Lauda,
ánima mea, Dóminum: laudábo Dóminum in vita mea: psallam Deo meo quámdiu ero,
allelúja.
Secreta:
His
nobis, Dómine, mystériis conferátur, quo terrena desidéria mitigántes, discámus
amáre cæléstis. Per Dóminum.
Communio:
Joann. xvi: 16
Módicum,
et non vidébitis me, allelúja: íterum módicum, et vidébitis me, quia vado ad
Patrem, allelúja, allelúja.
Postcommunio:
Sacraménta
quæ súmpsimus, quǽsumus, Dómine: et spirituálibus nos instáurent aliméntis, et
corporálibus tueántur auxílliis. Per Dóminum.
COMENTARIO
Han pasado
tres semanas de alegría. Ahora la Resurrección marcha rápida hacia la
definitiva exaltación del Cristo, hacia la Ascensión... Hoy empezamos a pensar
ya en la separación, y nuestra alegría se empaña con un halo de suave
melancolía. Comenzamos levantando al Cielo gritos de Júbilo: "Cantad con
júbilo a Dios, toda la tierra, entonad salmos a su Nombre". Pero San Pedro
nos recuerda luego que somos extranjeros y peregrinos que todavía no hemos
llegado a la Patria conquistada por la sangre de Cristo (Epístola), y que, por
tanto, debemos trabajar, caminar y vivir con espíritu de los que se han
revestido de Cristo. Reconociendo nuestra debilidad, pedimos a Dios que nos
conceda, a todos los que llevamos el nombre de cristianos, la gracia de
rechazar cuanto se oponga a este nombre y de seguir cuanto con él conviene
(Oración). El primer peregrino es el mismo Cristo, que nos habla ya en el
Evangelio de su próxima partida. Pronto va a privarnos de su presencia para
poder enviarnos el Espíritu Santo, en el cual encontrarán los Apóstoles, y
todos los nacidos y resucitados en Cristo, el valor necesario para llevar
dignamente el nombre cristiano. (1)
El Introito de la Misa está tomado del salmo sesenta y cinco,
cántico de gozo que los judíos repetían frecuentemente, y en el que se dan
gracias a Dios por la liberación de su pueblo. Del mismo modo quiere la Iglesia
que cantemos nosotros nuestra libertad, la libertad que con su muerte Cristo
nos mereció y que completó con su Resurrección. Para conseguir este inestimable
beneficio y hacernos vivir la vida, instituyó Cristo su Iglesia, a la que
organizó e instruyó en los cuarenta días que vivió entre los Apóstoles
después de resucitado. En las instrucciones que en la Epístola, por
medio de San Pedro, y en el Evangelio, de boca del mismo Jesucristo nos
da la Iglesia, nos enseña qué clase de vida debe ser la del cristiano durante
su peregrinación por este mundo. Como extranjeros y peregrinos, absteneos de
los deseos de la carne; haced obras buenas; estad sumisos por Dios,,,; honrad a
todos, amad la fraternidad, temed a Dios..!Que moral tan pura, tan suave y
tan digna del hombre, y propia de los hijos de Dios! Para que obremos
según estas enseñanzas, Jesucristo nos recuerda la brevedad de esta vida, el
fin de sus trabajos y tristezas, que para los fieles discípulos de Cristo
pronto se convertirá en gozo y este gozo nadie nos lo podrá arrebatar. En las Oraciones
pedimos a Dios que todos cuantos nos gloriamos de ser discípulos de Cristo
sepamos rechazar las cosas que son contrarias a este nombre y seguir las que a
él conforman nuestra vida (Colecta). Así, con la gracia de los
sacramentos pascuales, mitigados los deseos terrenos, aprenderemos a amar lo
celestial (Secreta), y pronto podremos ver a nuestro Maestro y
Libertador (Comunión), y cantar con El la redención de su pueblo (Aleluya
y Ofertorio). El medio más eficaz que la Iglesia nos ofrece para alimentar
la vida celestial y divina en medio de esta peregrinación terrena es la
participación del Santísimo Sacramento, cuyos auxilios alcanza al alma y al
cuerpo (Poscomunión).(2)
ALGUNOS POCOS
COMENTARIOS DE LOS SANTOS PADRES SOBRE EL EVANGELIO DE HOY
…………………………………………………………………………………………….
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 79
Después que el Señor había reanimado a sus discípulos con la promesa del
Espíritu Santo, volvió a angustiar su corage, diciendo: "Un poco, y ya no
me veréis". Hizo esto para acostumbrarles a llevar con resignación su
ausencia, hablándoles de cosas tristes, pues a quien en palabras se ha
ejercitado en esto, le resultarán mas llevaderos los hechos.
Crisóstomo, ut supra
Pero si se considera atentamente, no deja de ser de un consuelo la
palabra "Porque voy al Padre", pues esto era la declaración de que no
perecería, sino que su muerte sería un tránsito, y aun acrecentó este consuelo
cuando añadió: "Y otro poco, y me veréis", dando a entender que
volvería y que la separación sería corta, y continua su presencia con ellos.
Alcuino
La mujer es la Santa Iglesia, por la fecundidad de sus buenas obras y
porque engendra para Dios hijos espirituales. Esta mujer, mientras da a luz,
esto es, mientras se afana en hacer progresar al mundo en la virtud y mientras
es tentada y afligida por todas partes, se entristece porque llegó la hora de
sus sufrimientos y porque nadie ha aborrecido su propia carne.
Como hacemos frecuentemente, vamos a
copiar el comentario a este Domingo del Padre Castellani, que es muy corto y
acertado. Y luego haremos nuestras propias consideraciones.
El evangelio de este Domingo tercero
después de la Pascua (Jn XVI, 16) está tomado de la larga Despedida de Cristo
en la Ultima Cena, que fue seguido por la llamada Oración Sacerdotal: las
ultimas palabras que pronunció Cristo antes de su Pasión. Es el evangelio de la
Esperanza; como si dijéramos la llave de toda la vida cristiana Los Apóstoles estaban conturbados y
consternados: las cosas raras se sucedían cada vez con más frecuencia y
violencia: Cristo había denunciado la traición de Judas, había instituido la
Eucaristía, había lavado los pies a los Discípulos, había predicho
concretamente su Pasión y Muerte, predicción que ellos no querían admitir. La
aspereza de la lucha en las últimas semanas, la segunda limpieza del Templo a
zurriagazos, la maldición de Jerusalén, la predicción del fin del mundo, las
cuatro intentonas de homicidio por parte de los fariseos; en suma, la rápida
inminencia de un desenlace llenaba la mente de los Doce de imágenes sombrías e
inusitadas, la revulsionaban desde el fondo, y la ponían en ese estado de pura
receptividad, que es eminentemente religioso, y que se puede llamar
desesperación: no en el sentido de pecado contra la esperanza –excepto en
Judas– sino en el sentido de conmoción espiritual extrema y profunda, que le ha
dado Kirkegor en su famoso Tratado. En
esta coyuntura Cristo les anuncia la derrota y la victoria en forma simple y
sedada: que van a tener que afligirse, entristecerse y acongojarse y que el
mundo va a triunfar; pero que después su tristeza se convertirá en gozo, y que
ese gozo nadie se los podrá quitar. Con la tranquilidad de un befe de Estado
Mayor, Cristo les resume el final de la campaña y la decisión de la crisis
presente; que es figura de la decisión de la crisis (o “agonía”, como la llamó
Unamuno) de la vida de todo hombre cristiano.
Cristo comparó la vida espiritual a un parto; y si Él lo hizo también
podemos hacerlo nosotros. La mujer que está por dar a luz se entristece, porque
le llegó su hora; pero después del nacimiento, no se acuerda más de su
tristeza, y tiene alegría, porque un hombre ha venido a este mundo. No dice
Cristo solamente que no se acuerda más sino que se alegra; y no dice “porque
ahora tiene un hijo” sino porque un hombre ha venido a la luz de este
mundo. Alude no a una alegría particular
sino a una alegría cósmica, por decirlo así. Esta frase es una señal del
optimismo fundamental que hay en el fondo del cristianismo –que parece tan duro
y sombrío a la impiedad contemporánea– porque Cristo afirma sencillamente que
la venida de un hombre al mundo es un bien, perfectamente consciente de los dolores
de la madre y de los dolores que él mismo habrá de pasar, pero que habrán de
pasar. No dice: “¿Para qué echar más desdichados al mundo?” como mistar
Malthus; ni dice como Hamlet a Ofelia: “¡Vete a un convento! ¿Para qué quieres
ser madre de pecadores?”.
Recuerdo que en la primera conferencia que di
en Buenos Aires, en el CUBA o Club Universitario, opuse este texto a la
filosofía sombría de Freud, que ve a la sexualidad como una especie de
maldición asquerosa irrefrenablemente suspendida sobre la humanidad. El fin de
la vida sexual, con todos los peligros, accidentes y dolores que puede tener,
es un bien. La vida espiritual, que es la vida por excelencia en el hombre, se
le parece; en otro plano superior. Cristo
dio esta advertencia grave en una forma sedada, como conviene hablar a un
asustado o un perturbado: “Un poquito me veréis y un poquito más y ya no me
veréis.” Este debía ser un refrán o un dicho popular hebreo, quizás una
cantinela de las que cantan los niños en sus juegos. Tres veces se repite en
este evangelio. Los apóstoles hablaban en voz baja preguntándose que querría
decir con eso; y Cristo lo explicó, refiriéndose a su próxima Muerte y
Resurrección desde luego; pero también y por el mismo hecho, a toda la vida
posterior de los Apóstoles y su desemboque en la vida eterna. Es inútil
discutir, como hacen algunos doctores (Lagrange) si fue a ese momento o fue a
toda la vida la referencia. Esas dos cosas no son separables para el cristiano;
porque para él en el Instante se inserta continuamente la Eternidad. Y Cristo
mezcló a esta “llave de la vida cristiana” un ligero toque de humorismo; como
si un padre en su lecho de muerte iniciara una grave revelación a sus hijos con
estas palabras, por ejemplo: “Buenos días, Su Señoría -Mantantiru, lira, lán...”. ¿Qué viene a ser este gozo que nadie nos
puede quitar? ¿Qué es esa mezcla nueva de dolores y de alegría, de derrota y de
victoria, de ver y no ver? Eso es sencillamente la Esperanza. La Esperanza es
triste porque el que espera no tiene; y la Esperanza es alegre, porque el que
espera no desespera. La vida espiritual es un camino que no carece de altibajos
y baches, de zarzas y espinas, de sombras y de accidentes; pero el sentirse en
el buen camino compensa y domina todo eso; con la ventaja en este caso de que
el termino del camino, que es el amor de Dios, está ya incoado en cada uno de
sus tramos. El nutrimiento y el acto por
excelencia de la Esperanza es la oración. Por eso Cristo añade de inmediato la
promesa de la Oración Eficaz. “En ese da ya no pediréis nada, porque, palabra
de honor, todo cuanto a mi Padre pidierais junto conmigo os será dado. Hasta
ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, a fin de que
vuestra alegría sea plena. La oración en el corazón de Cristo es siempre
eficaz. Naturalmente que si pedimos que se muera Churchill, o que los pille un
accidente a los vecinos de arriba, no pedimos junto con Cristo ni en el nombre
de Cristo. El gozo que Cristo prometió a
los suyos existe; porque si no existiera, la Iglesia no existiría ahora. Los
mandatos de Cristo no son fáciles sino difíciles; las virtudes son muchas y
pesadas; la renuncia a lo temporal que El exige no es menguada sino total; los
accidentes de tráfico de la vida son innumerables, el Partido Radical está partido
en dos, y el mundo es muy embromado. Si no hubiese una cosa invisible y
misteriosa que equilibre todo ese peso, los cristianos no hubiesen podido tirar
hasta ahora. Esa cosa es la Caridad, fruto de la Fe y la Esperanza. “¿Quién
sera poderoso a apartarme de la caridad de Cristo? ¿Por ventura la tribulación,
o la angustia, o la hambre, o la desnudez, o el peligro, o la persecución, o la
espada? Cierto soy que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles, ni los
principados y los poderíos, ni lo presente ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo
bajo ni criatura alguna son valederos a apartar del amor de Dios en el Señor
Jesucristo”, dijo uno de sus amadores.
Los frutos del amor de Dios son la voluntad de no ceder a las tentaciones,
la confianza en su Providencia, y el gozo en el Espíritu Santo. Porque el fruto
del amor es el dolor y el gozo; y El es más poderoso que la muerte. (Hasta acá
Castellani) (3)
Solo le haremos una observación, donde
el Padre Castellani alude a la frase de Cristo que dice que la mujer está
angustiada en sus dolores de parto, pero luego está feliz porque vendrá un
hombre al mundo, diciendo el Padre Castellani que el cristianismo tiene un optimismo
fundamental, cambiaríamos este concepto por algo asi como alegría de
triunfo fundamental, o Esperanza, porque el concepto Optimismo nos remite
fácilmente a filosofías e ideologías adámicas, erróneas e inmanentes como el
marxismo, o teologías desviadas y modernistas como el theilard-rhanerismo, Optimismos
Históricos que proyectan un Paraíso en la tierra, un Milenarismo Inmanente. Esa
evolución optimista tan cara al progremodernismo hay que evitarla hasta en las
palabras para que no confunda. Naturalmente, esta alegría cristiana es serena,
sobria, fruto de la amistad con Cristo, de la austeridad, del autodominio, de
la moderación e incluso del autodespojamiento de las cosas del mundo; no es
circo ni carnaval…ni scola do samba…
EL ODIO DEL MUNDO
LA "DUALIDAD" CRISTIANA
Nos detendremos sobre este tema,
radicalmente tergiversado desde la época concilar. Parados sobre la afirmación
de Cristo en el Evangelio de hoy:
Yo os aseguro:
lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre.
Con este título no estamos postulando,
obviamente, algún maniqueísmo; Dios es el Ser y no hay dualidad en Él; sino que
aludimos al fondo de la realidad, a la naturaleza de las cosas, vista de manera
profunda, objetiva, certera, que es la cristiana, en la cual se corrobora una
dualidad que apunta a la distinción entre Dios y su Creación, y a la vez tiene
relación a la creación buena y a la herida por el Pecado: . Dios-Creación; Dios
-Diablo y Mundo; Sobrenatural-Natural; Gracia-Naturaleza;
Trascendencia-Inmanencia; Santidad-Pecado; Verdad-Mentira; Luz-Tinieblas.
Esta dualidad siempre fue y es sabida
por la Escritura, vivida por la Tradición e interpretada por el Magisterio,
hasta 1962.
Los vientos modernistas comienzan a
borrar esta dualidad, procurando una unificación realmente nefanda, disolvente
de toda Verdad y Bien.
Como es posible que algo que fue verdad
siempre, deje de ser verdad para el II Concilio? Porque para el
progremodernismo la Verdad evoluciona…
((Que la Verdad es inmutable, que no
evoluciona, pertenece a la Fe de la Iglesia. Así siempre lo ha sabido la
Escritura, vivida por la Tradición e interpretada por el Magisterio hasta 1962.
Esto queda representado en las Palabras del Señor
Cielo y Tierra pasarán, mas mi Palabra
no pasará..))
El Cardenal J. Ratzinger, que para muchos es tenido por
Tradicional, ha sostenido este rancio modernismo y hegelianismo evolutivo, en
su libro «Los principios de la teología católica” . Vemos por donde pasa el
problema progremodernista y la creación de una nueva religión unificante,
borradora
de las dualidades, en la Iglesia. Extractamos parte de sus discusiones
con Monseñor Lefebvre (4)
A partir de
él, ser y tiempo se compenetran cada vez más en el pensamiento filosófico. El
mismo ser responde a la noción de tiempo… La verdad se hace en función del
tiempo; lo verdadero ya no lo es pura y simplemente, sino que sólo lo es por un
tiempo, puesto que pertenece a la evolución de la verdad, que sólo es tal en la
medida en que evoluciona".
Este
Modernismo puro y duro es sostenido por el Cardenal Ratzinger.
Mons. Lefebvre
le pregunta a Ratzinger: «En fin, Eminencia, no puede usted negar que hay una
contradicción entre la libertad religiosa y lo que dice el Syllabus». Me
contestó:
«Monseñor, ya no estamos en tiempos del Syllabus».
Escribe el
Cardenal Ratzinger en su libro, a propósito del texto de la Iglesia en el mundo
(Gaudium et spes)
bajo el título: «La Iglesia y el mundo, a propósito de la cuestión de la
recepción del Concilio Vaticano II». Después de desarrollar sus argumentos a lo
largo de varias páginas, precisa:
Si se busca
un diagnóstico global del texto, se podría decir que es (en relación con los
textos sobre la libertad religiosa y sobre las religiones en el mundo) una
revisión del Syllabus
de Pío IX, una especie de contra-Syllabus
(Dignitatis humanae)".
Así pues,
reconoce que los textos sobre la Iglesia en el mundo (Gaudium), la libertad
religiosa (Dignitates..) y los no cristianos (Nostra Aetate), constituyen una
especie de «contra-Syllabus».
Es decir,
Ratzinger reconoce que el II Concilio EN SUS TEXTOS, está contra el Magisterio
anterior, porque la Verdad evolucióna…
Es lo que yo le había dicho, le dice Lefebvre,
pero ahora, sin que eso parezca molestarle lo más mínimo, él lo escribe
explícitamente.
Y el Cardenal prosigue:
Karnack,
como ya es sabido, interpretó el Syllabus
como un desafío a su siglo. En todo caso, es cierto que trazó una línea de
separación ante las fuerzas determinantes del siglo XIX".
¿Cuáles son las «fuerzas determinantes del siglo XIX»? La
revolución francesa, por supuesto, con toda su empresa de destrucción. Esas
«fuerzas determinantes» las define el mismo Cardenal como siendo «las
concepciones científicas y políticas del liberalismo». Y sigue diciendo:
En la
controversia modernista, esta doble frontera fue reforzada y fortificada una
vez más.
Desde entonces,
sin duda, muchas cosas habían cambiado. La nueva política eclesiástica de Pío
XI había instaurado una cierta apertura respecto de la concepción liberal del
Estado. La exégesis y la historia de la Iglesia, en un combate silencioso y
perseverante, habían adoptado cada vez más los postulados de la ciencia
liberal, y por otra parte el liberalismo se había visto en la necesidad de
aceptar, en el transcurso de los grandes cambios políticos del siglo XX,
correcciones notables.
Por eso,
primero en la Europa central, la fidelidad unilateral, condicionada por la
situación, a las posturas adoptadas por la Iglesia a iniciativas de Pío IX y de
Pío X contra el nuevo período de la historia abierto por la revolución
francesa, había sido corregido via
facti en una gran medida, pero aún faltaba una determinación
fundamental nueva de las relaciones con el mundo tal como se presentaba desde
1789".
Esta determinación fundamental sería la del II Concilio vatcano…
En realidad,
prosigue el Cardenal, en los países de mayoría católica, reinaba aun
ampliamente la óptica de antes de la revolución: casi nadie contesta hoy que
los concordatos español e italiano intentaban conservar demasiadas cosas
pertenecientes a la concepción del mundo que desde hacía tiempo no correspondía
a las situaciones reales. Del mismo modo, casi nadie puede contestar que a esta
fidelidad a una concepción perimida de las relaciones entre la Iglesia y el
Estado correspondían anacronismos semejantes en el campo de la educación, y de
la actitud que debía adoptarse respecto del método histórico-crítico
moderno".
Así se precisa el verdadero espíritu del Cardenal Ratzinger, que
añade:
Sólo una
búsqueda minuciosa de los distintos modos como las diferentes partes de la
Iglesia supieron acoger al mundo moderno podrá desenmarañar la red complicada
de causas que contribuyeron a dar su forma a la constitución pastoral, y sólo
de esta manera podría esclarecerse el drama de la historia de su influencia.
Contentémonos
aquí con constatar que el texto juega el papel de un contra-Syllabus, en la
medida en que representa un intento de reconciliación oficial de la Iglesia con
el mundo tal como se presenta desde 1789".
Todo eso está perfectamente claro, y corresponde con lo que
nosotros no hemos dejado de afirmar. Dice Lefebvre: ¡Nos negamos, no queremos
ser, los herederos de 1789! Y esto -decimos nosotros- lo debe repetir todo
discípulo de Cristo que se tenga por tal.
No queremos ser los herederos de 1789! Decimos con Cristo!
“Por un
lado, sólo esta mirada echa una luz sobre el complejo de gueto de que hemos
hablado al comienzo [¡la Iglesia, un gueto!]; y, por otro lado, sólo ella
permite comprender el sentido de ese raro cara a cara de la Iglesia con el
mundo: por «mundo» se entiende, en el fondo, el espíritu de los tiempos
modernos, frente al cual la conciencia de grupo en la Iglesia se sentía como un
sujeto separado que, después de una guerra tan pronto fría como caliente,
buscaba el diálogo y la cooperación". (De nuevo Ratzinger)
Estamos obligados a constatar que el Cardenal ha perdido
totalmente de vista la idea del Apocalipsis de la lucha entre la verdad y el
error, entre el bien y el mal. De ahora en adelante se busca el diálogo entre
la verdad y el error. No se puede comprender la rareza de este cara a cara de
la Iglesia con el mundo. (Lefebvre)
Más adelante, el Cardenal define así su pensamiento:
La Iglesia y
el mundo son como el cuerpo y el alma. Por supuesto, hay que añadir que el
clima de todo el proceso estaba marcado de manera decisiva por «Gaudium et spes».
El sentimiento de que ya no debía haber realmente un muro entre la Iglesia y el
mundo, y de que todo «dualismo», cuerpo y alma, Iglesia y mundo, gracia y
naturaleza, y en definitiva Dios y mundo, era perjudicial: ese sentimiento se
convirtió cada vez más en una fuerza destructora para el conjunto."
El Cardenal Ratzinger está a la cabeza de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, el ex-Santo Oficio. Con semejante expresión de pensamiento,
¿qué puede esperar la Iglesia de quien tiene en cargo la defensa de la Fe?
(sigue Lefebvre)
Volviendo al Papa, tiene el mismo espíritu,
aunque de otra manera. Sin duda es un polaco, pero el fundamento de las ideas
es el mismo. Los animan los mismos principios, la misma formación. Por esta
razón no sienten ni vergüenza ni horror al hacer lo que hacen, mientras que
nosotros nos sentimos realmente espantados. La religión, como lo hemos visto en
el liberalismo, es en el modernismo un sentimiento interior. Dijo esto último
Lefebvre. (Hasta acá las citas de Ratzinger y sus discusiones con Lefebvre)
……………………………………………………………………………………..
Vemos en el Evangelio y todo el Nuevo Testamento,
así como en la Tradición y el Magisterio de siempre, clara, LA DUALIDAD. Sobre
todo Dios-mundo; Iglesia-Mundo.
Yo os aseguro: lloraréis y os lamentaréis
vosotros, mientras el mundo estará alegre.
El mundo os odia, porque antes me odió a mí…
No améis al mundo y sus cosas…
No os acomodéis al mundo…
Mi reino no es de este mundo…
Satanás es el Príncipe de este mundo…
Satanás es el dios de este mundo…
El mundo entero yace bajo el Maligno
Nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino
contra los Principados, las potestades, los espíritus de las tinieblas que
moran en el aire de este mundo tenebroso…
Hay decenas de afirmaciones y advertencias y
revelaciones de este tipo en el Nuevo Testamento y durante casi dos mil años en
la Tradición, el Magisterio, la vida viva (valga la redundancia) de los Santos.
Es realmente fatigoso colectarlas; y no lo creemos necesario. Ni siquiera hace
falta. Está clara la dualidad entre Dios y Mundo; Iglesia y Mundo. Mundo no
como creación de Dios obviamente, sino como la construcción adámica post pecado-original
sobre la creación; sobre todo en sus resortes de poder, en sus estructuras de
poder, estructuras de pecado.Y sobre todo, como lo admite el mismo Ratzinger,
mundo en cuanto espíritu de la modernidad…
Ese espíritu de la modernidad, cual el cual la
Iglesia debe reconciliarse, según él mismo y el modernismo; espíritu que
informa al II Concilio Vaticano.
Sin embargo, escuchamos al Cardenal Ratzinger
pretendiendo que esta dualidad es una concepción desfasada, y que ahora
-parafraseando a Gaudium Et Spes-….
La Iglesia es el alma del mundo…
Las dualidades deben desaparecer…
El Syllabus es del pasado, está desfasado…
Gaudium Et Spes, es el contra-Syllabus; la
superación del Syllabus…
La cosa está mas que clara, el II Concilio
Vaticano arremetió, ya en sus textos, mencionados por el mismo Ratzinger,
contra la Verdad Católica, con la pretensión de que la Verdad evoluciona -dicho
por Ratzinger- y que las dualidades deben superarse hacia una Reconciliación
con el espíritu de 1789 para integrarse con él.
Que mas? Es mas que suficiente esto para entender
los desmanes y las herejías del pontificado actual, que está precedido por
semejante base y es como el fruto maduro, -y podrido- del II Concilio Vaticano
y su Reconciliación con el Mundo.
La teología de Rhaner y Theilard -y luego los personalistas- sumando todo eso
al II Concilio mismo- cambiaron el Mundo enemigo por un amigo genial al que hay
que seguir; incluso lo hicieron oscuramente Dios mismo. Hay latiendo un monismo, un panteísmo. Por esto, aquello que
Jesús remarca de
El mundo los odiará como me odió a Mí..
Me voy…el mundo se alegrará y ustedes se
entristecerán…
Es fruto para el progremodernismo de una cultura
arcaica ya superada, a la que pertenecía Cristo sin poder trascenderla, ya que
para el progremodernismo todo es Inmanencia, no hay trascendencia….
Como siempre lo decimos, el kantismo de Rhaner
hace que Dios sea radicalmente incognoscible; está mas allá de todo fenómeno y
toda palabra que intente llegar a describir algo de él; las palabras sobre él,
incluso la Palabra, son meros manotazos en el aire que no lo alcanzan. Por esto
la redención rhaneriana está naturalmente inscrita en la naturaleza humana; una
especie de gracia natural obligatoria….No necesita de Gracia, Sacramentos,
Misión de la Iglesia, Fe…no necesita de eso…no necesita de Cristo, porque el
hombre adámico ya es un cristiano anónimo…
Ya que Dios, paradógicamente al que se lo adorna
como puro amor y misericordia; una emanación ciega de amor, ni se enoja y menos
condena, está mas allá de todo fenómeno y es prácticamente inalcanzable,
entonces lo que verdaderamente interesa es la realidad inmediata del aquí y
ahora, la Inmanencia: la Realidad del Mundo: esa que nos interpela la cara. Lo
que importa es el Mundo y la Historia Humana, a los cuales se le debe fidelidad
(Cfs. Rhaner), porque ese Dios lejano se expresa en él Mundo y la Historia; en
realidad es el mundo y la historia. No queda otra cosa que formar parte de la
gran corriente de Dios en el Mundo y la Historia; insertarse en el Sistema y
ser funcional a él….eso es ser cristiano para el progremodernismo…
Vemos la inverosímil, radical tergiversación de
la Revelación cristiana, del Evangelio, de la Religión Católica, de la Fe de
los Apóstoles, Santos y Mártires a la que se ha llegado…
Concluyendo, la clara noción que nos da Cristo en
el Evangelio sobre la dualidad Dios-mundo; Iglesia-mundo, como realidades
opuestas, se pretendió borrar con la teoría-estrategia de la Reconciliación con
el Mundo, alma progremodernista del II Concilio Vaticano, visible en sus
teólogos precursores, Rhaner y Theilard, pero también, y esto es lo que muchos
ignoran, en sus Papas; Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, y
Ratzinger-Benedicto XVI. Ahí tenemos las cabezas de la Tragedia conciliar y los
precursores y responsables de la debacle de la Iglesia hoy.
Pero la Verdad Revelada y la realidad de la
Historia, nos muestran que el mundo es hostil a la Verdad, recalcitrante a la
misma. Por eso durante toda la historia del cristianismo murieron tantos
millones de mártires, por enarbolar esa Verdad que el mundo no soporta. Y hoy
mueren mas que nunca.
Cristo lo ha advertido,
serán odiados de todos por causa mía..
No he venido a traer paz sino espada. ..(esto
lo explicamos en otro Domingo anterior)
El verdadero discípulo de Cristo no será mieles
lo que reciba del mundo: su destino es ser tomado como un enemigo, señalado
negativamente, ridiculizado, segregado, vilipendiado, difamado, perseguido y
martirizado.
Cientos de miles de Santos y mártires nos han
demostrado no solamente que esto es así, sino que el Discípulo de Cristo lo
supera con la Gracia y da su vida gozosamente por Cristo y su Palabra, para
devolver algo al Señor de todo lo que dio por nosotros, que es todo.
NOTAS
4) (https://www.fsspx-sudamerica.org/es/errores-fundamentales-del-concilio?fbclid=IwAR1StxZIaEV4-lmrqlXzEg9Dw7P1NElKmgpQlYCaHRwl2vj8wrvIpgXKid8)
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