EL BLANQUEAMIENTO AUTOMÁTICO DE LA REALIDAD DEL "MUNDO" EN EL II CONCILIO VATICANO

Cuando en la Biblia o la Tradición se ha empleado la expresión "Nuestro mundo"? NUNCA

ANTES DE LA RESURRECCIÓN

<<Satanás es el Príncipe de este mundo>> Cristo.

DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN

<<El mundo entero yace bajo el Maligno>> I Juan 5, 19.

<<(Satanás)....es el dios de este mundo>> II Co 4, 4.

<<"Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas.">>Efesios, 6 12

Lo que sabe la Escritura también lo sabe la Tradición.

Obviamente la expresión "mundo" en la Escritura tiene mas de una acepción. Puede significar en algún pasaje la Creación: la mujer se angustia con los dolores de parto, pero luego se llena de gozo porque trae un hombre al mundo.

Pero la acepción usada como estereotipo en el Nuevo Testamento es aquella que designa una realidad maligna, una construcción maléfica del hombre a instancias del Diablo sobre la creación y que es la quintaesencia de la enemistad con Dios y el cristiano. Que tampoco implica, hay que decirlo, toda la civilización con cada uno de sus habitantes; sino esa construcción en sus resortes de poder, sus instituciones y valores que no han sido conquistados por la Iglesia de Cristo. Las estructuras de pecado...

<<El mundo los odiará, como me odia a Mí>>....etc.

Lo que queda claro, es que el mundo en esa acepción, la mas característica del NT, no es de Dios, sino del Diablo. Nunca puede ser "nuestro mundo" durante la historia inmanente.

(Hasta la naturaleza está contaminada y ya no pertenece al hombre, sometida naturalmente como estaba al principio: <<MALDITA SERÁ LA TIERRA POR TU CAUSA!>>. Y <<La creación espera con dolores de parto la glorificación de los Hijos de Dios.>>)

La Redención de Cristo opera en aquellos que se integran a su Iglesia con los Sacramentos, Mandamientos, siguen a Cristo y perseveran hasta la muerte. No cambia el mundo de manera automática con la Encarnación, como pretende la estulticia neomodernista.