miércoles, 28 de octubre de 2020

SAN SIMÓN Y JUDAS, APÓSTOLES, II CLASE

28 de octubre
SANTOS SIMÓN y JUDAS TADEO, APÓSTOLES
Vidas de los Santos de A. Butler

 




(Siglo I p.C.) - La Sagrada Escritura llama a San Simón, "el cananeo" y el "zelotes", palabras que significan "el hombre lleno de celo", por más que algunos autores cometan la equivocación de creer que el primero de esos sobrenombres indica que Simón nació en Caná de Galilea. El sobrenombre de "cananeo" alude al celo del apóstol por la ley judía antes de su conversión, lo mismo que el de "zelotes", el cual no significa necesariamente que haya pertenecido al partido judío de los "zelotes". Lo único que el Evangelio nos dice sobre él es que fue elegido por Cristo entre los doce, con los cuales recibió al Espíritu Santo en Pentecostés. No sabemos nada más sobre su vida posterior, y las diversas leyendas se contradicen entre sí. El Menologio de Basilio afirma que San Simón murió apaciblemente en Edessa. En cambio la tradición occidental, tal como aparece en la liturgia romana, sostiene que después de predicar en Egipto fue a reunirse con San Judas en Mesopotamia, que ambos predicaron varios años en Persia y que fueron martirizados ahí. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas.

El Apóstol Judas Tadeo (o Lebeo), "el hermano de Santiago", era probablemente hermano de Santiago el Menor. No sabemos cómo ni cuándo entró a formar parte de los discípulos de Cristo, pues la primera vez que elEvangelio le menciona es en la lista de los doce. Después de la Ultima Cena, cuando Cristo prometió que se manifestaría a quienes le escuchasen, Judas le preguntó por qué no se manifestaba a todos. Cristo le contestó que El y su Padre visitarían a todos los que le amasen: "Vendremos a él y haremos en él nuestra morada" (Juan, XIV, 22-23). Como en el caso de San Simón, no sabemos nada de la vida de San Judas Tadeo después de la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo. Se atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas, que tiene muchos rasgos comunes con la segunda epístola de San Pedro. No está dirigida a ninguna persona ni iglesia particular y exhorta a los cristianos a "luchar valientemente por la fe que ha sido dada a los santos. Porque algunos en el secreto de su corazón son ... hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Señor Dios en ocasión de riña y niegan al único soberano regulador, nuestro Señor Jesucristo".

Con frecuencia se ha confundido a San Judas Tadeo con el San Tadeo de la leyenda de Abgar (véase Addai y Mari, 5 de agosto) y se ha dicho que murió apaciblemente en Beirut de Edessa. Como lo indicamos arriba, según la tradición occidental, fue martirizado en Persia con San Simón. Eusebio repite la leyenda de que dos nietos de San Judas, Zoquerio y Santiago, comparecieron ante el emperador Domiciano, quien estaba alarmado porque le habían dicho que seguían siendo leales a la casa real de David; pero cuando vio que eran unos campesinos pobres y humildes y supo que el Reino por el que luchaban no era de este mundo, se burló de ellos y los dejó libres.

Existe un presunto relato del martirio de los dos Apóstoles; pero el texto latino no es ciertamente anterior a la segunda mitad del siglo VI. Dicho documento se ha atribuido a un tal Abdías, de quien se dice que fue discípulo de Simón y Judas y consagrado por ellos primer obispo de Babilonia. Este es, sin duda, el origen del curioso párrafo que se encuentra en la fecha de hoy en el Félire de Oengus: "Amplia es su asamblea: Babilonia es su sepulcro: Tadeo y Simón, su hueste es enorme." Acerca del pseudo-Abdías véase R. A. Lipsius, Die apocryphen Apostelgeschichten..., vol. I pp. 117 ss.; y Batiffol, en DTC, vol. I, c. 23. El Hieronymianum menciona juntos en este día a Simón y Tadeo y afirma que fueron martirizados en Suanis, civitate Persarum; acerca de este punto, cf. CMH, y Gutschmid, Kleine Schriften, vol. II, pp. 368-369. Sobre la invocación de San Judas Tadeo como patrono de "los casos desesperados", cf. Acta Sanctorum, oct., vol. XII, p. 449; y L. du Broc, Les saints patrons des corporations et protecteurs, vol. II, pp. 390 ss.

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