V DOMINGO DE PASCUA
II clase
Gloria, Credo, Prefacio Pascual
En este último domingo después de Pascua, los cánticos de la misa
continúan siendo como todo el Tiempo Pascua, cánticos de triunfo y de alegría.
La Iglesia no se cansa de celebrar la resurrección de Cristo y las gracias
redentoras que han transformado nuestra vida. Pero el hombre se olvida de lo
mejor que hay en sí mismo con una facilidad desconcertante. Por eso nos exhorta
la epístola a practicar con seriedad nuestros deberes de cristianos y pide la
colecta, con la gracia de pensar rectamente, la de conformar nuestra conducta
al ideal que se nos ha enseñado. Esta doble invitación a un constante
esfuerzo personal, al mismo tiempo que a la oración, llevan a un justo
equilibrio de la ascesis cristiana. Por su parte, también loa evangelios nos
inculcan durante este tiempo de oración frecuente, a la que ponen en
relación con el envío del Espíritu Santa y la plegaria del mismo Cristo por los
suyos. Los tres días de rogativas de esta semana insisten todavía mas.
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Las palabras de Isaías que leemos en el Introito, contienen una
agradable invitación dirigida a todos los pueblos para que celebren la victoria
de Jesucristo y nuestro rescate y verdadera libertad, mediante la gracia que
nos mereció. En la Colecta confesamos la necesidad de la gracia sobrenatural
para que nuestras obras sean meritorias delante de Dios. Por eso rogamos al
Señor que nos inspire santos pensamientos, y auxilie nuestras debilidades con
su gracia para ponerlas por obra. El Apóstol Santiago nos recuerda en la
Epístola una de las más importantes verdades del Cristianismo, a saber: que la
fe, sin las buenas obras, no basta para conseguir nuestra salvación. Si nos
contentásemos con oír solamente la palabra de Dios, sin ponerla en práctica,
ciertamente no podríamos esperar la eterna recompensa. El medio más
poderoso y eficaz para obtenerla nos lo indica Jesucristo en el Evangelio. No
es otro que la oración. Debemos orar, ya que a ello nos obligan nuestras
propias necesidades, el precepto de Cristo y sus promesas. Pero, para poder
orar debidamente, hemos de hacerlo en nombre de Cristo, es decir, con recta
intención, pidiendo la salud de nuestra alma, y cuánto necesitamos para
conseguir la eterna felicidad. Si en nuestras oraciones nos unimos con Cristo
por la fe, la esperanza, la confianza y la perseverancia podemos estar seguros
de que siempre serán oídas. El mismo Cristo es quien nos ha dicho: Pedid y
recibiréis.
TEXTOS
DE LA SANTA MISA
Introito. Is.48,20.- Con voz de júbilo
anunciadlo, y que se oiga, aleluya, que llegue hasta el fin de la tierra: el
Señor ha redimido a su pueblo, aleluya, aleluya. Sal. 65, 1-2. - Aclama al Señor,
tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. V/.Gloria al Padre.
Oración.
- Oh Dios, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas:
concédenos, inspirados por Ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Epístola. Sant.1, 22-27. - Queridos hermanos:
Llevad a la práctica la Palabra. Y no os limitéis a escucharla. Engañándoos a
vosotros mismos. Pues el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se
parece a aquel que se miraba la cara en el espejo; y apenas se miraba, daba media
vuelta, y se olvidaba de cómo era. Pero el que se concentra en el estudio de la
Ley perfecta (la que hace libres) y es constante, no como oyente olvidadizo:
sino para ponerla por obra, éste encontrará la felicidad en practicarla. Hay
quien se cree hombre religioso y no frena su lengua: pero se engaña a sí mismo;
su religión no es auténtica. La religión pura e intachable a los ojos de Dios
Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse
las manos con este mundo.
Aleluya, aleluya. Jn. 16, 28. Cristo ha
resucitado, Él nos ilumina, a nosotros, los redimidos con su sangre. Aleluya.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.
Aleluya.
Evangelio. Juan, 16, 23-30. - En aquel tiempo
dijo Jesús a sus discípulos: Yo os aseguro: Si pedís algo al Padre, en mi
nombre os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre: Pedid y
recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en
comparaciones: viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os
hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que
yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque
vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al
mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre. Dicen sus discípulos: Ahora sí
que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no
necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios.
Ofertorio. Sal. 65, 8-9 y 20. - Bendecid, pueblos, a
nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas: porque Él nos ha devuelto la vida, y
no dejó que tropezaran nuestros pies. Bendito sea Dios, que no rechazó mi
súplica, ni me retiró su favor, aleluya.
Secreta.
- Con estas ofrendas, Señor, recibe las súplicas de tus hijos: para que
esta liturgia, celebrada con amor, nos lleve a la gloria del cielo. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Prefacio
de Pascua.- En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, que en todo tiempo,
Señor, te alabemos; pero con más gloria que nunca en este día (en este tiempo),
en que se ha inmolado Cristo, nuestra Pascual. El cual es el verdadero Cordero
que quitó los pecados del mundo y que, muriendo, destruyó nuestra muerte, y,
resucitando, reparó nuestra vida. Por eso, con los Ángeles y los Arcángeles,
con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército
celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo.
Comunión.
Sal.
95, 2.- Cantad al Señor, aleluya; cantadle, bendecid su nombre; proclamad día
tras día su victoria, aleluya, aleluya.
Comunión.
- A quienes has saciado en tu mesa santa, concédenos, Señor, desear lo
que es recto y conseguir lo que así hemos deseado. Por Nuestro Señor
Jesucristo.
TEXTOS
DE LA MISA
Dominica Quinta post Pascha
II Classis
Introitus: Isai: xlviii: 2
Vocem
jucunditátis annuntiáte, et audiátur allelúja: annuntiáte usque ad extrémum
terræ: liberávit Dóminus pópulum suum, allelúja, allelúja. [Ps.
lxv., 1-2]. Jubiláte Deo, omnis terra, psalmum dicite nómini
ejus: date glóriam laudi ejus. Glória Patri. Vocem jucunditátis.
Oratio:
Deus,
a quo bona cuncta procédunt , largíre supplícibus tuis: ut cogitémus, te
inspiránte, quæ recta sunt; et, te gubernánte, éadem faciámus. Per Dóminum.
Jac. i: 22-27
Léctio
Epístolæ beáti Jacóbi Apóstoli.
Fratres:
Estóte factóres verbi, et non auditóres tantum: falléntes vosmetipsos. Quia si
quis audítor est verbi, et non factor: hic conparábitur viro consideránti
vultum nativitátis suæ in spéculo: considerávit enim se, et ábiit, et statim
oblítus est qualis fuérit. Qui
autem perspéxerit in legem perféctam libertátis et permánserit in ea, non
audítor obliviósus factus, sed factor óperis: hic beátus in facto suo erit. Si
quis autem putat se religiósum esse, non refrǽnans linguam suam, sed sedúcens
cor suum, hujus vana est relígio. Relígio munda et inmaculáta apud Deum et
Patrem, hæc est: Visitáre pupíllos et víduas in tribulatióne eórum, et
immaculátum se custodíre ab hoc sǽculo.
Allelúja,
allelúja. [V]
Surréxit Christus, et illúxit nobis, quos redémit sánguine suo. [V]
Exívi a Patre, et veni in mundum, íterum relínquo mundum, et vado ad Patrem
Allelúja. Allelúja.
+ Joann. xvi: 23-30
Sequéntia sancti
Evangélii secúndum Joánnem.
In
illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: «Amen, amen, dico vobis: si quid
petiéritis Patrem in nómine meo, dabit vobis. Usque modo non petístis quidquam
in nómine meo. Pétite et accipiétis. ut gáudium vestrum sit plenum. Hæc in
provérbiis locútus sum vobis. Venit hora cum jam non in provérbiis loquar
vobis. sed palam de Patre adnuntiábo vobis. In illo die, in nómine meo petétis:
et non dico vobis quia ego rogabo Patrem de vobis: ipse enim Pater amat vos,
quia vos me amástis, et credidístis quia ego a Deo exívi. Exívi a Patre, et
veni in mundum: íterum relínquo mundum, et vado ad Patrem.» Dicunt ei discípuli
eius: «Ecce nunc palam loquéris et provérbium nullum dicis. Nunc scimus quia
scis ómnia et non opus est tibi ut quis interroget: in hoc crédimus quia a Deo
exísti.
Credo.
Offertorium: Ps. lxv: 8,9, 20.
Benedícite,
gentes, Dóminum Deum nostrum, et obaudíte vocem laudis ejus: qui pósuit ánimam
meam ad vitam, et non dedit commovéri pedes meos: benedíctus Dóminus, qui non
amóvit deprecatiónem meam, et misericórdiam suam a me. allelúja.
Secreta:
Súcipe,
Dómine, fidélium preces cum oblatiónibus hostiárum: ut per hæc piæ devotiónis
offícia, ad cæléstem glóriam transeámus. Per Dóminum.
Communio: Ps. vc: 2
Cantáte
Dómino, allelúja: cantáte Dómino, et benedícite nomen ejus: bene nuntiáte de
die in diem salutáre ejus, allelúja, allelúja.
Postcommunio:
Tríbue nobis, Dómine cæléstis mensæ virtúte
satiátis: et desideráre quæ recta sunt, et desideráta percípere. Per Dominum.
COMENTARIO
La organización de este
comentario es la siguiente: Introducción Litúrgica, Comentario del Padre
Castellani, Algunas pocas consideraciones de Santos Padres sobre el Evangelio
de hoy, y luego nuestro perspectiva sobre la oración en relación con el Ser y el
Hacer, las prioridades de la vida cristiana y de la Iglesia con relación a
Dios.
INTRODUCCIÓN
LITÚRGICA
Libres del pecado por virtud de la Preciosísima Sangre de
Jesús, es menester escuchemos y pongamos por obra la ley perfecta de la
libertad contenida en su Evangelio (Epístola). Para eso, pidamos a Dios, por
los méritos de Jesús (Evangelio), a Dios de quien todo bien procede (oración
colecta), que nos dé a participar, por su gracia, de la vida nueva de Jesús.
La oración es tan necesaria al hombre y al bautizado como
lo es el agua al pez. “El que ora se salva, el que no ora se condena”, dice San
Alfonso María de Ligorio y con él todos los santos Padres y Doctores. Tal es la
necesidad, tal la efi cacia de la oración cuando reune las cuatro condiciones de
atención, humildad, confianza y perseverancia.
Y se comprende facilmente que así sea; pues el hombre nada
puede por sí solo y abandonado a sus propias fuerzas en orden a conseguir la
vida eterna. Dios, por otra parte, ha empeñado su palabra. Dios es fi el, y su palabra
de vida eterna no falla, no puede fallar, antes pasará el cielo y la tierra. Lo
cual es para infundir confianza, y más sabiendo que “el Padre mismo nos ama,
porque hemos amado a Jesús”.
Pero la oración es infalible y consigue sus deseados
efectos cuando pedimos bienes espirituales para nosotros mismos, no tanto
cuando los pedimos para otros, pudiendo ellos oponer impedimento. Ni tampoco se
logran siempre de Dios los bienes temporales que pedimos, porque, como quiera
que “no sabemos orar cual conviene”, a las veces y sin percatarnos de ello,
pedimos cosas contra nuestra salvación (S. Agustín), pedimos lo que nos parece
un alimento, y es un veneno; pedimos aniñados, lo que creemos ser una preciosa
joya, porque reluce, y es un carbón ardiendo; y Dios, precisamente, porque nos
quiere, no nos lo da, como no pone una madre en manos de su niño un arma
blanca, ni un arma de fuego, por más que el niño se empeñe en ello. Otras veces
sucede que Dios quiere darnos lo que le pedimos pero tarda para que
reconozcamos nuestra nada y adquiramos mayor mérito en la demanda; y si Dios no
nos da lo que pedimos, nos da otras cosas que no le pedimos y que son de mayor
precio (Maitines).
En el Introito de la Misa sigue dominando el claro júbilo
pascual. No nos cansamos de ensalzar al Señor por las grandezas que ha obrado
en nosotros, al redimir nuestras almas. Pero nuestro canto no basta; tenemos
que comprender la grandeza de nuestro estado de cristianos y debemos vivir de
acuerdo con él (Oración). Como un espejo, debemos tenerlo constantemente
delante de nosotros, para reproducir en todo momento los rasgos de heroísmo y
de virtud que él nos imprime (Epístola).
Aquí está la piedra de toque de la verdadera fe. ¡Amor al prójimo y
ruptura con el mundo, con el pecado! Cristo nos da el ejemplo en el Evangelio
del día. Nos anuncia que se va al Padre; pero no va a vivir y a gozar sólo para
Sí. Quiere ser allí nuestro Mediador; quiere que le presentemos nuestras
necesidades y que le pidamos el remedio de ellas. No olvidemos que dentro de
unos momentos se va a presentar entre nosotros en el altar. (1)
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COMENTARIO
DEL PADRE CASTELLANI
Como es costumbre, reproducimos el comentario del Padre
Castellani, siempre muy contextualizador e instructivo. Vemos la admiración que
tiene el Padre por el existencialista Kierkegaard -a quien llama Kirkegor-; lo
perdonamos; todos tenemos debilidades.
Luego del comentario de Castellani haremos nuestras propias
consideraciones.
Final del capítulo XVI de San Juan, el Sermón de Despedida, que
continúa inmediatamente al evangelio de “Un poquito me veréis...” leído el
Domingo tercero de Pascua. Después de él sigue en el capítulo XVII lo que
llaman la Oración Sacerdotal de Cristo.
El lugar donde se verificó este Testamento-Plegaria es ciertamente desde
el Cenáculo al Monte de los Olivos. Muchos piensan que la Oración Sacerdotal
tuvo lugar en el Huerto, y la Parábola de la Vid y los Sarmientos en el camino,
a la par de las vides ralas que iban dejando atrás. A nosotros nos parece más
probable que todo este largo Coloquio tuvo lugar en el Cenáculo, a pesar de que
en medio de él se lee esta frase: “Pero para que conozca el mundo que amo a mi
Padre... levantaos, vamos de aquí.” Como
ya vimos, Cristo terminó su despedida con la Promesa de la Oración Eficaz; y
con ella comienza el evangelio de hoy. Después de decirles: “Lo que pediréis a
mi Padre en mi nombre, os lo dará; hasta ahora nada habéis pedido en mi
nombre”, Cristo insiste más encarecidamente, les ruega que rueguen; y les dice
que “el Padre los ama, que no hay ni siquiera necesidad ahora de que Él
interceda por ellos”. Son las características de la oración de los perfectos;
cuando ya están perdonados los pecados.
¿Cómo se abrevió Cristo a prometer que todo lo que pidiésemos en su
nombre nos sería concedido? No tiene gracia; porque El sabe que le pediremos,
movidos por el Espíritu, lo mismo que El quiere darnos mucho más que nosotros recibirlo.
Así que el temor de los impíos (67), que dicen que si esto fuera verdad el
mundo se descompondría todo, es vano.
Cristo quiere en definitiva salvarnos; es decir, darnos un Bien que
contiene todos los bienes. No hay nada que sea un verdadero bien, nada que
podamos rectamente desear que no esté de alguna manera, tarde o temprano,
contenido en el Bien Supremo; ni las riquezas, ni la salud ni la alegría. Pero
el que nos creó sin nosotros, no nos salvará sin nosotros: y por medio de la
oración, nosotros nos incorporamos al gran movimiento creador, conservador y
salvador de la Providencia. Si Dios quiere tendrás buena cosecha, y si
siembras. Como me decía la vieja andaluza: “Si estás melito, paré llamar al
méico, y eso depende de ti; pero el méico paré errar la cura, y eso depende de
Dios.” Pero una voz se levanta
insidiosamente dentro de nosotros que dice: “A veces uno pide y pide y no
obtiene lo que pide. ¿A veces? Casi siempre...
Es un error. La oración verdadera obra en el alma infaliblemente, disponiéndola
por lo menos a los dones que pide si no está dispuesta, y a veces
concediéndoselos invisiblemente. El ejemplo máximo es la Oración en el Huerto
que va a seguir a esta promesa: “Padre, yo te pido que pase de mí este horrible
cáliz de dolores si es posible y si puede hacerse; pero no se haga como yo
quiero sino como Tú quieres.” La voluntad de Cristo superficial fue rechazada;
pero su voluntad profunda era de padecer y morir por nosotros: “Para que
conozca el mundo que amo a mi Padre y lo que Él quiere hago, levantaos,
vamos...” adónde El sabía le esperaba la Pasión. El cáliz pasó con la
Resurrección. Cuando habla resucitado con los Apóstoles, ni se acuerda más de
la Crucifixión, a no ser como de un motivo de alegría. Tomemos un ejemplo actual. El filósofo danés
Kirkegor pidió toda su vida a Dios que le sacase lo que él llama, con una frase
de San Pablo, el “aguijón” o “la espina en la carne”. ¿Qué fue eso? Él no lo
dijo, antes trató de ocultarlo cuidadosamente. Muy probablemente fue su
melancolía. La melancolía de Kirkegor fue una cosa tremenda, que le agarraba
cuerpo y alma, le creaba toda clase de dificultades, le ocasionó grandes
desdichas, hizo de él un hombre aislado y separado, una “Excepción”, e incluso
lo ponía en peligro de perder la fe y desesperar: era una tentación perpetua y
como una verdadera maldición. Hasta el fin de su vida –murió hace un siglo, en
1855– él pidió y esperó de Dios que lo curara. Todavía en 1852 escribe en su
Diario: “Cristo me curará de mi melancolía y podré ser párroco.” Pero en 1853
escribe: Mi oración. Hubo sin tiempo
–era tan natural, yo era tan niño– en que yo creía que el amor de Dios se
expresaba en esto, que Él enviaba dones terrenos, Felicidad, Suceso. ¡Cómo era
mi alma atrevida en deseos, en exigencias!; sí, porque yo pensaba: a un
Todopoderoso no debe el hombre achicarlo: todo, aun lo más atrevido, debo osar
pedir, exceptuando solamente una cosa, la liberación de un profundo mal, que he
sufrido desde mis primeros tiempos; pero que me parecía pertenecía a mi relación
con Dios [Gottesverharltnis]. Pero en todo lo demás, aun lo más atrevido
hubiera osado pedir. Y cuando todo lo demás –porque este mal era lo
Excepcional– hubiera sucedido, ¡cómo era mi alma rica en reconocimiento, en
acción de gracias!; porque esto era firme en mí, que el amor de Dios se expresa
enviando dones terrenos
NOTA 67Kant, Renouvier, Vacherot.
Ahora es diferente. ¿Cómo sucedió? Muy
simplemente, pero poco a poco. Paulatinamente fui hecho más y más atento a
esto: que todos aquellos a quienes realmente Dios amó, todos los Modelos, han
debido sufrir en este mundo. Más aún, que ésta es la enseñanza del
Cristianismo: ser amado de Dios y amar a Dios es sufrir...
Sufrir para superar el sufrimiento, se
entiende; puesto que no hay otra manera de vencerlo que digerirlo. Al fin de su vida Kirkegor vio que ese
sufrimiento era la condición de su obra; y que su obra genial era un grandísimo
don divino; la cual no es otra cosa que una continuada oración, como nota el
gran crítico Theodor Haecker. “Kierkegaard war ein grosser unaufhocrlicher Beter...
Meine Genialitaet ist mein Beten” (“Kirkegor fue un gran incesante Orante. Su genialidad es su oración.”) Puesto que
como dijo Cristo al final de este evangelio: “En el mundo tendréis apretura;
pero sed animosos, yo he vencido al mundo.”
Cuando terminó la despedida de Cristo interrumpieron los Apóstoles; y la
interrupción es un poco graciosa. Cinco veces interrumpieron los Apóstoles este
coloquio, y las interrupciones muestran cómo estaban los pobres de boleados y
abatatados. San Pedro fue el primero, naturalmente: “–Señor ¿adónde vas a ir?
–Donde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás después. –¿Por qué no? Yo
te sigo adonde sea, aunque sea a la muerte...”.
Después Tomás Dídymo: “–Señor, no sabemos
adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino? –Tomás, yo soy el Camino.”
Después Felipe: “–Señor, haz que veamos al
Padre, y ya no pedimos nada más. –Felipe, el que me ve a mí, ve también al Padre.”
Después Judas el Otro, no el Iscariote:
“–Señor, ¿qué diablo es esto, que a nosotros te vas a manifestar y al mundo
no?”.
Por último, al final del coloquio, los que
vieron la promesa de la Oración Eficaz, que todo lo que ellos pidieran sería
hecho, todos alborozados salieron con una ingenua pata de gallo: “–Ahora sí que
hablas claro y no dices ningún proverbio. Ahora sí conocemos que sabes todo y
no hay necesidad de preguntarte: por esto creemos que has venido de Dios...”.
Cristo respondió rápidamente: “–¿Ahora creéis?
¡Era hora! He aquí que viene la hora y ya ha venido, que vais a disparar todos,
cada uno a su casa, y me dejaréis solo...”.
Y para aliviar este golpe seco, añadió en
seguida: “–No solo; mi Padre está conmigo. Todo esto he dicho para que tengáis
paz en mí. En el mundo tendréis apretura, pero yo he vencido al mundo. (Hasta
acá Castellani) (2)
ALGUNAS
CITAS DE LOS SANTOS PADRES SOBRE EL EVANGELIO DE HOY
Vamos a citar dos comentarios de los
Santos Padres sobre la oración y la mediación de Cristo, relacionados con el
Evangelio de hoy, después de lo cual vienen nuestras consideraciones:
San Hilario, De Trin., 1, 6
Así, pues, es
innecesaria la mediación con el Padre cuando se tiene del Hijo la perfecta
creencia de que salió del Padre y se le ama; y merece ser oído y amado el que
confiesa que el Hijo salió de Dios y fue enviado por El. Por esto dice: "Y
creísteis que de Dios salí". Esto lo dice de su nacimiento y de su venida,
y así añade: "Salí del Padre y vine al mundo". Lo uno se refiere a su
encarnación, y lo otro a su naturaleza divina. Porque el venir del Padre y
salir del Padre no significa lo mismo, pues una cosa es salir de Dios en la
substancia de su origen, y otra venir del Padre al mundo para consumar los
misterios de nuestra redención. Y como el salir de Dios es poseer la sustancia
de su nacimiento, ¿qué otro puede ser sino Dios?
San Agustín, in Ioannem, hom. 78
La expresión
"Si alguna cosa", no se entiende cualquier cosa, sino aquello que con
relación a la vida eterna sirva de algo. Pues no debe pedirse en nombre del
Salvador nada contrario a nuestra salvación, y la expresión "en mi
nombre" no se ha de entender simplemente como suenan las letras o las
sílabas, sino en el recto y verdadero sentido; porque el que no piensa de
Cristo como Hijo Unigénito de Dios, no pide en su nombre, aunque pronuncie su
nombre. Pues en su nombre pide quien le confiesa cuando pide y recibe lo que
pide si no es contrario a su eterna salvación. Recibirá, pues, cuando deba
recibir, porque hay cosas que no se niegan, pero se difieren hasta el tiempo
oportuno. Así deben entenderse estas palabras, "Os dará", aquellos
beneficios que convienen propiamente a los que piden. Son oídos por sí mismos
todos los santos; pero no para todos, porque no se ha dicho de una manera
indeterminada "dará" sino "El os dará", cuando usó de las
siguientes palabras: "Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre".
Esto puede entenderse de dos modos: o bien porque no pedisteis en mi nombre
(porque no le conocíais como se debe), o porque pedisteis cosa que en
comparación de lo que debisteis pedir, debe considerarse nada. Para que, pues,
en su nombre no se pidan naderías, sino pleno gozo, añade: "Pedid y
recibiréis, para que vuestro gozo sea completo". Esto que dice de
"pleno gozo" no se refiere a lo temporal, sino a lo espiritual; y
cuando tan grande fuere que ya no sea posible añadirse nada, entonces será
lleno.
ORACIÓN
Y CONTEMPLACIÓN, SER Y HACER, DOCTRINA Y PASTORAL, MARÍA Y MARTA
La oración, el encuentro con
el Señor, tiene importancia fundamental en la vida del cristiano. No es un mero
adicional piadoso: es necesaria como el oxígeno para el cuerpo. Sin oración el
alma va perdiendo la Gracia y al final muere, aunque de manera indolora y con
una agonía quizás insensible. El cristiano apóstata es un verdadero zombie; un
walking dead.
Es innecesario recopilar citas
de la Escritura, de la Tradición, de los dichos de Santos y Doctores de la
Iglesia y su teología, del Magisterio, sobre la oración. Toneladas y toneladas
de volúmenes y papel impreso hay sobre la oración. Tratemos de contextualizar
su relevancia central teniendo el subtítulo como referencia.
Recordemos por ejemplo, la
Parábola de la Vid y los Sarmientos: (Jn 15 5-7)
" Yo soy la vid; vosotros los
sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque
separados de mí no podéis hacer nada. Si
alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca;
luego los recogen, los echan al fuego y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo
que queráis y lo conseguiréis."
Para no secarse, morir
espiritualmente, hay que estar en el ramaje de la vid Cristo, que su savia corra por nosotros; hay
que estar conectados con Él íntimamente y tener comunión con Él; nuestra
voluntad configurada con la suya, en la Fe, la Esperanza y el Amor. Esto es permanecer.
Permanecer en la Verdad, en su Palabra. Y esta conexión con Cristo como
miembros de él, como ramaje, como Sarmientos de su Vid, se logra con la oración
primeramente. Huelga decir que la mayor oración es el Culto Público de la Santa
Misa, con el cual nos configuramos con Cristo en su Santo Sacrificio Redentor. En
la Misa se actualiza, se hace presente nuevamente, el Sacrificio de Cristo que
nos renueva y nos configura con Él; nos introduce en la comunión con él; comulgamos
con Él…
La Eucaristía es el centro y cima de
la vida cristiana, sin ella, es difícil, o quizás imposible, sobrevivir
espiritualmente sin caer en la Apostasía y la perdición. Que Dios pueda revivir
un agonizante con gracias actuales, es algo extraordinario; pero precisamente
no es lo habitual. Sin Misa y con sola oración privada, la salvación está en
peligro.
La oración entonces, y la oración por
antonomasia del Culto público donde se actualiza el Sacrificio de Cristo, es el
aire para la respiración del alma del cristiano. Vale la pena insistir que la
Misa tridentina de San Pío V, declarada universal e incambiable bajo anatema,
es la Misa Católica hasta el fin del mundo. En ella no se inventa nada, sino
que se recopila, se codifica el culto verdadero que se hallaba un tanto
disperso en costumbres y usos particulares de distintas tradiciones, y se
unifica universalmente, dejando válidos como excepción aquellos cultos piadosos
que se celebraban de manera ligeramente distinta pero conservando la esencia,
que venían fieles a Tradiciones antiguas. (3) y (4)
Volviendo al tema de la oración, hoy,
después de mas de medio siglo del II Concilio Vaticano, ha caído abruptamente
la noción absolutamente esencial de que el Ser está antes que el Hacer. Que la
contemplación, la oración y la comunión con Cristo están antes que la acción.
Que para poder dar algo de Dios, hay que tenerlo antes.
El problema central de esto es la
concepción progremodernista vágamente panteísta, que pretende que Dios está a
priori de toda Gracia sacramental y acción trascendente de Dios, dentro del
hombre de manera inmanente. No puede desaparecer de dentro de él. El modernismo
en su crasa y letal concepción, no acepta la verdad de la trascendencia de Dios
y su Gracia, por lo cual los Sacramentos y la misma oración no son
absolutamente necesarios. Con actitudes humanas el sentido religioso aflora a
la conciencia del hombre habitualmente según ellos.
Sumado a esto, esa misma aberrante
concepción panteísta solapada, hace que la divinidad se traslade a la
inmanencia del Mundo, -Dios es el Mundo- por lo cual, en el fondo, la verdadera
y auténtica oración es la inserción en la ciudadanía del mundo, la inserción en
la Historia: eso es la comunión con Dios, con Cristo Señor de la Historia.
Hablamos de un progremodernismo de cierta radicalización.
Naturalmente en esta visión, no hay
soteriología. Como consecuencia lógica, cae en picada el impulso a la soledad
para orar en profundidad, el ayuno, la penitencia, la austeridad -todo lo cual
favorece la oración- y cae el respeto debido al culto público, a la Misa. El
Novus Ordo conciliar, con sus cambios de oraciones esenciales del ofertorio y
otras, nos da la pauta de esto. (5)
Dios no está en la trascendencia para
el modernista, Dios está confinado a la vida del mundo, por lo tanto, el culto,
sin un Dios trascendente, distinto de la Creación, infinitamente Otro, que
merece santo temor y temblor reverente además de amor, ese culto decíamos, debe
humanizarse y hacerse entretenido, cercano…
El Novus Ordo es ya una celebración
infectada de naturalismo y modernismo, y vaciada de contenido sacrificial en
oraciones esenciales (ver nota 5), pero las ambigüedades de los Documentos
conciliares sobre el tema, dan pie además para ulteriores creatividades y
modificaciones….El Espíritu del Concilio -ese Metamagisterio metatextual
constituido en Dogma de facto- exhorta a la creatividad sin límite…a hacer
cercano a Dios, -en la Iglesia preconciliar el Dios Trascendente era duro e
inhumano- a humanizar…a la participación..en la peor acepción
posible de este término con relación al culto. Los laicos deben hacer algo como
si se tratara de una obra de teatro…
El resultado previsible de todo este
nefasto engendro fraude cultual es lo que vemos hoy: Falta de respeto a Dios;
profanación, sacrilegio, procacidad, teatralización, infantilismo, payasada,
imbecilidad, grosería…
Dios nos ha hecho a su imagen y
semejanza; el post concilio le ha devuelto el favor y se ha hecho un dios a su
imagen y semejanza: pueril, estúpido, procaz, grotesco, sensiblero…
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Volvamos a la perspectiva que
antes mencionamos: El Ser debe estar
antes que el hacer; la contemplación-oración sobre la acción; María sobre
Marta. Recordemos este pasaje capital del Evangelio: (Lc 10 38-42)
"Yendo ellos de camino, entró en
un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que,
sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba
atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa
que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le
respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas
cosas; y hay necesidad de pocas, o
mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será
quitada.»"
La mejor parte, la parte buena, la
contemplación, el encuentro con el Señor, la escucha de su Palabra. La
única cosa necesaria…dice el Señor lapidariamente.
Como la única cosa? No nos manda a
poner en práctica la palabra, anunciar? a hacer obras buenas? Como entonces la contemplación-oración-escucha
la única cosa necesaria?
Si, porque haciendo esta, (la
contemplación-oración-escucha) la mejor, la otra (la acción, la praxis) surge,
emerge naturalmente, sale como por un tubo, diríamos en
jerga popular argentina.
De lo contrario, se cae en el
activismo de Marta, reprendida por el Señor. Marta representa gran parte de la
iglesia moderna: pastoral sin Doctrina; acción sin Verdad; correr tras el
viento…activismo vacío, estúpido y pecaminoso…
El genial y clarividente San Juan de la
Cruz, ya nos alertaba contra el activismo vacuo, la pastoral sin verdad:
Adviertan, pues, aquí los que son muy activos,
que piensan ceñír al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho
más progreso harían […] si gastasen siquiera la mitad de este tiempo en estarse
con Dios en oración… Cierto entonces harían más y con menos trabajo con una
hora que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas
espirituales con ella; porque de otra manera, todo es martillar y hacer poco
más que nada, y a veces nada, y aún a veces daño.
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Se ha dicho con gran agudeza que el
II Concilio Vaticano ha invertido el orden de la prioridad cristiana
Doctrina-Pastoral; ha puesto la pastoral antes que la Doctrina. Fue un Concilio
pastoral…
Lo que ha hecho en el fondo es poner
la acción en primer lugar, dejando atrás en prioridad la Contemplación, la
escucha de la Palabra, la oración, el Culto mismo.
Ha puesto, llevado de la filosofía
moderna, con la cual quiso fusionarse, el Hacer sobre el Ser.
Hoy vemos en la iglesia
neoparadigmática francisquista el fruto de esto: la Pastoral sin Verdad….
Se objetará que los Papas conciliares
en ciertos documentos han remarcado la verdadera ordenación de las prioridades.
Si, es verdad. Pero en la medida que se entusiasmaron con la fusión de la
Iglesia con el espíritu del mundo y su filosofía, han apoyado el rumbo
contrario e incurrido en una crasa incoherencia, incongruencia, contradicción. Ya
citamos el Domingo pasado a Ratzinger en su encendida promoción de la
reconciliación-fusión de la Iglesia con el espíritu de la modernidad.
Es como un capitán de barco, que
parece cuidadoso en barrer y limpiar la cubierta y el baño, pero guía al barco
con timón firme hacia el Maelstrom….
Para ir redondeando entonces, la
oración es fundamental en la vida cristiana; aire del alma; savia del espíritu,
vitalidad de la eternidad en el hombre en este mundo. Sin ella se pierde el
contacto con el Señor; somos sarmientos que se secan y serán quemados, porque
no sirven para otra cosa…
No extingáis el Espíritu!
Nos alerta San Pablo.
Se puede perder el Espíritu Santo?
San Pablo, dirigiéndose a los cristianos de Roma, nos contesta en el Capítulo
8:
"4. a fin de que la justicia de
la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne,
sino según el espíritu. 5. Efectivamente, los que viven según la carne, desean
lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual. 6. Pues las
tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz, 7. ya que
las tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley de
Dios, ni siquiera pueden; 8. así, los que están en la carne, no pueden agradar
a Dios. 9. Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el
Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no
le pertenece;"
Hay bautizados que ya no pertenecen a
Cristo porque no tienen el Espíritu Santo…..apostasía…falta de atención a Dios,
rebelión, falta de oración...
La vida cristiana se basa en la
oración, en la contemplación, en el Culto verdadero de la Misa, en la
escucha-lectura de la Palabra y la Doctrina, de allí surge la acción
naturalmente….De la Verdad y el encuentro con el Señor, surge la pastoral
verdadera. De lo contrario es activismo vacuo, absurdo, babélico…correr tras el
viento, vanidad, vanidad titánica extremadamente pecaminosa, luciferina al fin
y al cabo, aunque parezca exagerado….hacer todo y engrandecerse sin Dios, de
espaldas a Dios, y finalmente contra Dios, aunque se lo siga nombrando….
El Ser antes que el Hacer, María
antes que Marta, la Contemplación-oración-Culto antes que la Acción; la
Verdad-Doctrina antes que la Pastoral, son las prioridades de Cristo.
NOTAS
1) http://www.fsspx-sudamerica.org/sites/sspx/files/32.5pascua.pdf
3) https://lareja.fsspx.org/es/la-misa-tridentina
4) https://www.fsspx-sudamerica.org/es/bula-quo-primum-tempore
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