domingo, 19 de enero de 2020

II DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA, II CLASE, VERDE

II Domingo después de Epifanía
II clase, verde
Gloria, Credo y prefacio de la Trinidad


Hoy se honra la tercera de las tres manifestaciones de la fiesta de Epifanía, o sea: el primer milagro de Jesús, convirtiendo el agua en vino en las bodas de Caná. Así inaugura el Señor su vida pública, y así también comienza María su oficio de Mediadora de todas las gracias. Esta primer milagro, señala, además, la institución del Sacramento del Matrimonio. Queriendo Jesús fundar su Iglesia, empieza por formar sobre bases santas y sólidas la familia, primera y necesaria célula de la sociedad. He aquí las cosas grandes que recuerda este domingo memorable. Debería ser este el domingo de los matrimonios cristianos. Debería él recordar a los esposos el día de sus bodas, y hacerles pensar en sus deberes y en su alta dignidad. Roguemos todos hoy por la rehabilitación del Matrimonio y por la restauración cristiana de los hogares.
Por su evangelio de las bodas de Caná y dos cánticos tomados de él, se relaciona esta liturgia del domingo con la del Tiempo de Navidad y de Epifanía; lo demás se aproxima a los domingos siguientes.
El evangelio domina por su simbolismo, que es doble. Las bodas figuran la alianza: el agua cambiada en vino, la superioridad de la alianza nueva sobre la antigua con el anuncio de la Eucaristía. “¿Por qué ha de extrañar que asista el Señor a unas bodas si ha venido a este mundo para desposarse?” Esto dice san Agustín en maitines y comenta, uno tras de otro, ambos simbolismos.
Todos los Padres han visto en el milagro de Caná un anuncio también de la Eucaristía, como también de la transformación de nuestras almas bajo la acción de Cristo. «Aqua eramus, vinimus nos fecit.  Éramos agua y nos ha convertido en vino.»
Este cambio profundo de nuestro ser, nos une con Cristo desde aquí abajo, nos prepara para el banquete de las bodas eternas, al que estamos todos invitados con toda la Iglesia.

TEXTOS DE LA MISA


Introito. Salm. 65.4,1-2- Toda la tierra te adore, ¡oh Dios!, y cante tus loores; diga un salmo a tu nombre, ¡oh Altísimo! Ps. Cantad a Dios, ¡oh tierra toda!, cantad salmos a su nombre; dadle gloria y alabanzas. Gloria al Padre.
Colecta.- Omnipotente y sempiterno Dios, que gobiernas a la par cielos y tierra, escucha clemente las súplicas de tu pueblo y concede la paz a nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo.

Epístola. Rom. 12.6-16.- Hermanos: Tenemos dones diferentes según la gracia que se nos ha dado; unos la profecía, según la medida de la fe; otros, el ministerio para servir; otros, la enseñanza para enseñar; quién, el de exhortación, para exhortar; quién, el de dar con sencillez; el que preside, hágalo con solicitud; el que hace obras de misericordia, hágalas con alegría. Vuestra caridad sea sincera, aborreced lo malo, aplicaos a lo bueno, amaos mutuamente con fraternal amor, anticipándoos en honraros unos a otros. Sed diligentes sin flojedad, fervorosos de espíritu, pues servís al Señor; gozaos con la esperanza; en la tribulación sed sufridos; en la oración, perseverantes; socorred las necesidades de los fieles; ejerced la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran; vivid en armonía; no ansiéis grandezas, sino acomodaos a lo que sea más humilde.


Gradual.Salm. 106. 20-21.- Envió el Señor su palabra y los sanó; y los arrancó de la muerte. V/ Alaben al Señor por sus misericor­dias y sus maravillas en favor de los hijos de los hombres.

Aleluya. Salm. 148.2.- Aleluya, aleluya. Alabad al Señor, todos sus ángeles; alabadle, todos sus ejércitos. Aleluya

Evangelio. Juan 2.1-11.- Al comentar san Ambrosio el papel de la Virgen María en las bodas de Caná, subraya el significado de su intervención. Ella había aprendido de su hijo a no pedirle servicios ordinarios, sino únicamente aquéllos que sólo Dios puede satisfacer.
A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Credo.

Ofertorio. Salm. 65.1-2,16.- Canta a Dios, ¡oh tierra toda!, canta un himno a su nombre; venid y oíd todos los que teméis a Dios, y os contaré todo lo que ha hecho el Señor a mi alma, aleluya.

Secreta.- Santifica, Señor, los dones ofrecidos, y límpianos las manchas de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo que contigo vive.

Prefacio de la Santísima Trinidad.- En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz. Santo…

Comunión. Juan 2.7-11.- Dice el Señor: Llenad de agua los cántaros, y llevad al maestresala. Habiendo gustado el maestresala el agua hecha vino, dijo al esposo: Tú has reservado el buen vino hasta ahora. Éste fue el primer milagro de Jesús en presencia de sus discípulos.

Poscomunión.- Te rogamos, Señor, que aumente en nosotros la operación de tu poder; para que, alimentados con los sacramentos divinos, nos preparemos con tu gracia a conseguir tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo.







COMENTARIO



NOTAS LITÚRGICAS

Hoy se celebra una de las tres Epifanías del Señor; las otras dos son: su manifestación a los pueblos de la Tierra, representados en los Reyes de Oriente, en la Fiesta Solemne de la Epifanía propiamente dicha, y el Bautismo del Señor.
En este Domingo se vive la manifestación del Señor a Israel, en Galilea, haciendo su primer milagro  en una fiesta de bodas, iniciando así su vida pública. Convierte agua en vino por oración de su Madre, que con su humilde y confiada súplica hasta puede adelantar su hora.
 Los Evangelios, como sabe la Iglesia Católica (el modernismo no lo sabe; cree saber lo contrario) son históricos; no son meras ficciones literarias con fines catequéticos.
Este Evangelio, además de histórico, tiene un fuerte contenido simbólico: Conversión de agua en vino, símbolo del paso de la Antigua Alianza a la Nueva y Eterna; en una fiesta de bodas, santificando el matrimonio,  lo cual se hace por la intercesión de la Madre del Señor; lo cual inaugura su misión de Mediadora ante Jesucristo.
La conversión del agua en vino, es también el Sermón de la Montaña sobre la letra de la Ley Antigua y símbolo prefigurador de la Presencia del Señor sacramentado en la Santa Misa.
En esta Misa se pone de manifiesto, la Divinidad de Cristo: El es quien gobierna las almas y la naturaleza (Colecta), y toda la tierra le adora (Introito). Dios envió a su Verbo para curarnos y rescatarnos (Gradual); y al derramar su sangre en el Calvario, se constituyó Rey de nuestras almas, reconciliándonos con el Padre; por eso hoy la Liturgia nos habla de la Paz.


LAS BODAS DE CANÁ

El Señor acude con sus discípulos no como un invitado especial; su Madre es mas cercana a la gente de las bodas que el Señor y sus discìpulos.
Este Evangelio, además de su importante simbología, contiene algunos elementos sorprendentes.
Promediando la boda se empieza a acabar el vino; esto representa una verdadera vergüenza en una boda. El vino alegra el corazón del hombre; aunque sea con una alegría fugaz, efímera, y no muy mística; pero lícita, si se toma con prudencia y moderación.
Esa lícita euforia natural que produce el vino, es figura del gozo inextinguible de los bienaventurados en en la vida eterna; y aún ahora, el gozo interior, profundo, de los amigos de Cristo, aún en la tribulación, el dolor y la enfermedad.
Que en una boda se comience a servir agua a los convidados antes de terminar, es un verdadero desastre, un fracaso de protocolo y ceremonial; un quemo, (de quemar, consumir por el fuego) en jerga vulgar argentina.
Algunos ya empiezan en esta fiesta a darse cuenta por las caras del Maestresala y los servidores, y del esposo, que algo no anda bien…
María muestra que está atenta a lo que sucede; aún a las cosas que parecen alejadas del centro de la salvación del hombre. Parecen, pero no están alejadas, porque aquí se relacionan con la manifestación de su Hijo a Israel, su tercera Epifanía.
La Santísima Virgen se acerca al Señor y le dice  en voz baja, con humildad y confianza: No tienen vino. Aquí se suscita uno de los puntos sorprendentes de este Evangelio: la respuesta del Señor:


LA MUJER, LA NUEVA EVA

Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora…
También desde su agonía en la Cruz la llama Mujer, en un momento de capital importancia, cuando le entrega a Juan, el Discípulo amado, como hijo, en representación de todos los hombres.
¿Se preguntan algunos (no yo), no la podría haber llamado mamá, madrecita, mamita, mamaíta…?
Al parecer hay algunos, o muchos, que nunca terminan de entender al Señor, que, hay que decirlo, a veces rompe las barreras de la moral natural y se eleva sobre ella y exige elevarse a los mas amados. Con esta aparente severidad, los estira hacia arriba. Igual que a su Madre y a San José en su  pérdida y hallazgo en el Templo cuando tenía doce años:
¿Y porqué me buscaban? No sabían que debo estar en las cosas de mi Padre?
 Cuando habla así a su Madre no lo hace en el papel de hijo humano, sino de Dios, Creador y Redentor. La levanta sobre la moral natural al plano superior de la misión sobrenatural de ambos.
Mujer…La descendencia de la Mujer aplastará la cabeza de la Serpiente.
Cristo hoy comienza su vida pública manifestándose en su tercera Epifanía, y su Madre con Él, como en la Primera. La Santísima Virgen también aquí tiene su epifanía dependiente y supeditada a la Epifanía del Señor: Ella es La Mujer, cuya Descendencia aplastará la cabeza de la Serpiente, el Demonio. Ella misma, dicen algunos Santos Padres, será la que dé el coup de grâce al maldito Enemigo. De todas maneras, obviamente, ella obra con el Poder y la Gracia del Único Mediador con mérito y Poder propio, por ser Dios mismo, Cristo Jesús.
Una Pareja humana fue la artífice de la Perdición: Adán y Eva; otra Pareja, pero ahora Madre e Hijo; Mujer Humana mas santa y perfecta que los ángeles e Hijo de ella, que también es Dios, Creador y Redentor de ella, redimen al género humano. La primera pareja, débil, soberbia y desobediente; la Segunda Pareja, fuerte, humilde y obediente.
El Papel de María en la Redención es subordinado, por Gracia, y por el Poder y los méritos de Cristo. Lo mismo que su Mediación. María es la Nueva Eva que no falla, la Mujer profetizada en el Génesis.


LAS HORAS DEL SEÑOR

La seca respuesta de Cristo, que parece dura, hay que verla en este contexto elevado de la misión del Señor y la de su Madre.
Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora…
 no ha llegado mi hora…
 El Señor llama su hora a la Pasión. Pero también hay una Hora de su Epifanía, de su manifestación pública a Israel; que es justamente en este episodio.
La pregunta es, ¿porqué dice que no ha llegado su hora? San Agustín, San Crisóstomo y otros muchos Padres, dicen que el Señor tenía la intención de esperar de que el vino se acabase complétamente para manifestarse finalmente.
Pero María está siempre atenta a las cosas humanas, con compasión de las desventuras del hombre; incluso las cotidianas; pero cotidianas que se relacionan con la salvación eterna, como la Epifanía de este episodio.
Ante esta respuesta de Cristo, que parece seca, dura, María no se amilana, y su confianza y humildad se tornan irresistibles para el Hijo de Dios.
La actitud de María en esta ocasión, es la de la oración de la criatura predilecta ante su Señor.
Hagan todo lo que Él les diga……dice ella a los sirvientes.
Ella tiene confianza de que el Señor, que no es sensiblero; pero sí es compasivo y misericordioso y puede desatar su poder ante el espectáculo de la impotencia humana; incluso en situaciones cotidianas que parecen a primera vista de poca importancia: se acaba el vino en una fiesta de bodas.
Pero esta fiesta de bodas estaba predestinada desde la eternidad para manifestar al Señor en el inicio de su vida pública, haciendo eclosionar la fe de sus discípulos y a su vez mostrando la epifanía menor de María como mediadora de la Gracia.


VINO DE BUENA CALIDAD

Siguiendo con el episodio, los desorientados servidores se acercan al Señor y Él les manda:
Llenen esas tinajas de agua hasta el tope…
Digamos rápidamente que estas seis tinajas tenían una considerable capacidad como para proveer de vino quizás mas de una fiesta. Para no sobrecargar con erudición que puede resultar espúrea el comentario.
Porqué las hizo llenar de agua y no hizo aparecer vino de la nada? Porque una de las simbologías que quería Él que quedase clara era, dicen algunos Padres, la excelencia de la Ley Nueva, el vino, sobre la Antigua, el agua. Además, un vino de excelente calidad, según la calificación del catador experto, el Maestro de ceremonias.
Luego dijo a los sirvientes, saquen y lleven al Maestresala
 Este probó aquella presunta agua, pero la calificó de vino de excelente calidad.
Todos toman primero el vino de buena calidad, y luego el mas barato; pero tu has guardado el de mejor calidad para este momento, dijo al esposo.
 Así, Nuestro Señor, por intercesión de su Madre, adelantó su hora y no dejó que se caiga la alegría de la Fiesta de bodas.
Fiesta de Bodas, es la que se llevará a cabo al final de los tiempos entre Jesucristo y su Iglesia; luego de que esta sea purificada y santificada hasta la completa santidad, para hacerla digna de Él.
Allí beberemos con Él el Vino de calidad superior que Él promete en el Evangelio: Yo les digo que no beberé de este producto de la vid, hasta que lo beba de nuevo, en el Reino…
El Vino de Buena calidad es el Espíritu Santo y su Gracia que embellecen a la Novia y la Fiesta misma· El Vino de buena calidad es Él mismo Señor también, ahora en el Sacramento de la Misa, que da al hombre la verdadera alegría dentro de la Iglesia.



Y SUS DISCÌPULOS CREYERON EN ÉL

Así manifestó su Gloria y sus discìpulos creyeron en Él, dice el Evangelio.
Manifestó su Gloria, Epifanía, para que crean los hombres.
Estas palabras dejan claro el propósito del Señor en este episodio.
Creer…
 El que crea se salvará, y el que no crea, se condenará….
 Actuar del Señor y su Madre para la salvación de los hombres.



HAGAN TODO LO QUE ÉL LES DIGA…

Estas palabras de la Santísima Virgen a los servidores tienen un significado profundo y definitivo que muestran cláramente cual es la misión de ella. Ella nos introduce con su oración en la presencia del Señor y nos da su voluntad.
Hagan todo lo que Él les diga.,…..
Ella nos transmite lo que Él nos quiere decir; Ella nos ayuda a entender su Voluntad, o por lo menos saber cual es.
Ella puede adelantar su hora; y ella puede obtener de Él cosas necesarias para nuestra salvación que nosotros solos no podemos; o quizás a duras penas; durísimas, consigamos de a poco con gran dificultad. Por la sencilla razón de que el Señor quiere que su Madre sea la Intercesora ante Él.
Así como el Señor quiso venir al mundo por María, también quiere que todo lo que baje de Él al mundo, sea por María, dijo San Bernardo.
Puentear a María (pasar por alto, omitirla) no es nunca una buena idea en el trato con el Señor. Ella es quien nos hace expedito el camino hacia y hasta Él, y la que nos consigue sus bendiciones y gracias en abundancia; así también su perdón. Esto no es óbice para que el católico devoto de María  ore directamente a la Trinidad; porque ya siendo hijo de Ella y rindiéndole el culto apropiado, ya tiene el camino expedito al Hijo, si está en Gracia de Dios.
A la Santísima Virgen se le rinde un culto distinto que a Dios. Pero el culto a ella de ninguna manera aparta del Culto al Único Dios, sino que lo beneficia abundantemente.
La Santísima Virgen nos obtiene el Vino Nuevo, el Vino Bueno, el Vino de Excelente Calidad para nuestra Salvación.
El Vino de Dios.



LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA REINA DEL UNIVERSO

El Culto especial a la Santisima Virgen está en función de su privilegiado sitial como colaboradora de Cristo y Reina del Universo, según consta en el Magisterio de Pío XII, Carta Encíclica, Ad Coeli Réginam, de 1954. Que recomendamos repasar.
A la Santísima Virgen María se le rinde un culto de Hiperdulia, máxima veneración. Superior a todos los Ángeles y Santos.
Tengamos en cuenta que el Culto a la Santisima Trinidad es el de Adoración-Latría.
 La Sagrada Congregación de Ritos, Decreto del 1-VI-1884, di­ce: «Se debe a María un culto superior y eminente sobre los santos, en cuanto que es la Madre de Dios»
 Recomendamos la lectura del Magisterio de San Pío X, La Virgen María y la Eucaristía.



ORACIÓN FINAL

La Devoción verdadera y legítima a la Santísima Virgen, teológicamente encuadrada, liberada de sensiblería y emotivismo, es absolutamente necesaria para la amistad con el Señor.
Ella, como en Caná, esta siempre atenta a nuestras necesidades, sobre todo las espirituales y que tienen que ver con la salvación eterna; pero también a todas las necesidades.
Pidámosle a ella, Madre de los hombres, Madre espiritual que no falla, que nos acerque al Señor; que nos consiga su Gracia salvadora, que nos consiga su amistad, que nos consiga todas las virtudes, carismas y gracias necesarias; que nos proteja del Enemigo (ella que finalmente le pisará la cabeza con el poder de Cristo) y nos lleve siempre en el camino de la voluntad de su Hijo, nuestro Redentor.
Que ella nos haga saber bien interpretar su Palabra, intercediendo para que el Espíritu Santo obre en nosotros. Ella que fue llamada Esposa del Espíritu por San Francisco de Asís.
Que ella nos de el vino de buena calidad de la Nueva Alianza, que es Cristo mismo al fin y al cabo. Ahora sobre todo en la Misa, Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
Que ella nos haga saber que es lo que el Señor verdaderamente nos dice a cada uno de nosotros y nos conduzca a la vida eterna.

PUBLICACIÓN EN ADORACIÓN Y LIBERACIÓN

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